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Este documento explora los orígenes de la administración, destacando las influencias de la filosofía, la organización de la iglesia católica y la organización militar. Se analiza cómo las ideas de filósofos como aristóteles, la estructura jerárquica de la iglesia católica y la organización lineal de los ejércitos antiguos contribuyeron al desarrollo de principios y prácticas administrativas. El documento también aborda la influencia de la revolución industrial y el surgimiento del capitalismo en la evolución de la administración.
Typology: Lecture notes
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Desde la antigüedad, la administración ha recibido gran influencia de la filosofía. Sócrates expone su punto de vista acerca de la administración como una habilidad personal separada del conocimiento técnico y de la experiencia. Platón se preocupó por los problemas sociales inherentes al desarrollo social y cultural del pueblo griego. Expuso su punto de vista sobre el estilo democrático de gobierno y sobre la administración de los negocios públicos. Aristóteles estudió la organización del Estado y distinguió tres formas de administración pública: monarquía (gobierno de una sola persona, que puede acabar en tiranía), aristocracia (gobierno de una élite, que puede degenerar en oligarquía); democracia (gobierno del pueblo que puede convertirse en anarquía). Otros filósofos como Hesiodo , Jenofonte y Demócrito , se preocuparon por aspectos relacionados con la economía y trataron asuntos como la relación entre escasez y recursos, eficiencia relacionada con la división del trabajo y el desarrollo de la sociedad privada. Pericles se refirió a la selección de personal. Francis Bacon en el inicio de la Edad Moderna manifestó alguna preocupación práctica por separar, experimentalmente, lo esencial de lo accidental o accesorio. El mayor exponente de la época fue René Descartes , filósofo, matemático y físico francés, considerado el fundador de la filosofía moderna. Descartes creó las famosas coordenadas cartesianas y dio un impulso importante a las matemáticas y la geometría. Describió los principales conceptos de su método filosófico, hoy denominado método cartesiano, cuyos principios son: Principio de la duda metódica (no aceptar como verdadera cosa alguna mientras no se sepa con certeza (clara y nítidamente) aquello que es realmente verdadero. Principio del análisis o descomposición (dividir y descomponer cada dificultad o problema en tantas partes como sea necesario, par buscar una mejor solución, y resolverlas por separado. Principio de la síntesis o composición (conducir ordenadamente nuestros pensamientos y nuestro raciocinio, comenzando por los objetivos y asuntos más fáciles y simples de conocer para encaminarnos gradualmente a los más difíciles. Principio de la enumeración o de la verificación (hacer recuentos, verificaciones y revisiones de todo, de modo que tengamos la seguridad de que nada se ha omitido o dejado de lado. Thomas Hobbes , defendía el gobierno absoluto, debido a que tenía una visión pesimista de la humanidad. Si no hay gobierno, los seres humanos tienden a vivir en guerra permanentemente por los medios de subsistencia. Señala que el pueblo renuncia a sus derechos naturales a favor de un gobierno que, investido de poder conferido, imponga el orden, organice la vida social y garantice la paz. El Estado, que nace de un pacto social, con el correr del tiempo se transforma en un monstruo que amenaza la libertad de todos. Jean-Jacques Rousseau , desarrolló la teoría del contrato social : el estado surge de un acuerdo de voluntades. El contrato es un convenio social entre los miembros de una sociedad, mediante el cual reconocen la autoridad, igual sobre todos, de un conjunto de reglas, de un régimen político o de un gobernante. Rousseau imagina una convivencia entre individuos que viven cordial y pacíficamente, sin fricciones con sus semejantes. Sin embargo, si el hombre es por naturaleza bueno y afable, la vida en sociedad lo corrompe. Con el surgimiento de la filosofía moderna, la administración deja de recibir contribuciones e influencias filosóficas puesto que el objeto de estudio de la filosofía se aleja de los asuntos organizacionales. (Anotaciones sobre Karl Marx y Friedrich Engels se hacen dentro de los economistas liberales)
A través de los siglos, las normas administrativas y los principios de la organización pública se fueron transfiriendo de las instituciones estatales (como en el caso de Atenas, Roma, etc.) a las instituciones de la naciente Iglesia católica y a las organizaciones militares. Esta transferencia fue lenta pero efectiva, tal vez porque la unidad de propósitos y objetivos , principios fundamentales de las organizaciones eclesiástica y militar, no se encontraba siempre en la acción política que se desarrollaba en los estados, movida generalmente por los objetivos contradictorios de cada partido, dirigente o clase social. En el transcurso del tiempo la Iglesia católica estructuró su organización, su jerarquía de autoridad, su estado mayor (asesoría) y su coordinación funcional. La Iglesia cuenta con una organización tan simple y eficiente que su enorme organización mundial puede operar satisfactoriamente bajo el mano de una sola cabeza ejecutiva: el Papa, cuya autoridad coordinadora, según la Iglesia católica, le fue delegada por una autoridad divina superior. La estructura de la organización eclesiástica sirvió de modelo a muchas organizaciones que, ávidas de experiencia exitosas, incorporaron numerosos principios y normas administrativas utilizadas por la Iglesia católica.
La organización militar igualmente ha influido en el desarrollo de las teorías de la administración durante
largo tiempo. La organización lineal tiene sus orígenes en la organización militar de los ejércitos de la antigüedad. El principio de la unidad de mando (cada subordinado sólo puede tener un superior) es el núcleo central de todas las organizaciones militares. La escala jerárquica (escala de niveles de mando de acuerdo con el grado de autoridad y responsabilidad correspondiente) es un elemento característico de la organización militar, utilizado en otras organizaciones. Con el paso del tiempo, la ampliación gradual de la escala de mando trajo también la correspondiente ampliación del grado de autoridad delegada : a medida que el volumen de las operaciones militares aumentaba, crecía también la necesidad de delegar autoridad en los niveles más bajos de la organización militar. El general, al dirigir su ejército, tenía la responsabilidad de vigilar la totalidad del campo de batalla. No obstante frente a batallas de mayor alcance, incluso de ámbito continental, el comando de las operaciones de guerra exigió no tanto nuevos principios de organización sino la extensión de los utilizados hasta entonces, lo que condujo a una planeación (planificación) y un control centralizados paralelos a las operaciones descentralizadas. Se pasó así a la centralización del mando y a la descentralización de la ejecución. El concepto de jerarquía dentro de la organización militar es tan antiguo como la propia guerra, pues siempre existió la necesidad de un estado mayor en el ejército. Con el deseo de aumentar la eficiencia de los ejércitos, se hicieron alguna innovaciones en la estructura de la organización militar. Se creó el estado mayor (staff) para asesorar al mando (línea) militar. Los oficiales de línea y asesoría actuaban independientemente, en una nítida separación entre la planeación y la ejecución de las operaciones de guerra. Los oficiales formados en el estado mayor se transferían posteriormente a posiciones de mando (línea) y retornaban de nuevo al estado mayor, lo que aseguraba una intensa experiencia y vivencia de las funciones de gabinete, de campo y nuevamente de gabinete. Otra contribución de la organización militar es el principio de dirección , según el cual todo soldado debe conocer perfectamente lo que se espera de él y aquello que debe hacer. De igual manera, los militares consideraban que la disciplina era un requisito básico para una buena organización. Toda organización requiere una planeación cuidadosa en la cual las decisiones deber ser científicas y no simplemente intuitivas. Las decisiones deben basarse en la probabilidad y no sólo en la necesidad lógica. El administrador debe aceptar la incertidumbre y planear de manera que pueda minimizarla.
La invención de la máquina de vapor y su aplicación en la producción, una nueva concepción del trabajo modificó por completo la estructura social y comercial de la época y originó, en el lapso aproximado de un siglo, profundos y rápidos cambios económicos, políticos y sociales. La R.I. tuvo dos épocas: en la primera se destaca la mecanización de la industria y de la agricultura, la aplicación de la fuerza motriz a la industria, el desarrollo del sistema fabril y el desarrollo acelerado de los transportes y de las comunicaciones. Se esbozaron los primeros síntomas del enorme desarrollo económico, social, tecnológico e industrial y veloces y profundas transformaciones y cambios. La segunda época se caracterizó , entre otros aspectos, en el desarrollo de nuevas formas de organización capitalista (empresas de socios solidarios, formas de organización comercial) que dio lugar al llamado capitalismo financiero. De la tranquila producción artesanal en que todos los trabajadores estaban organizados en corporaciones de oficios regidas por estatutos, donde todos se conocían y en las que el aprendiz, para pasar a artesano o a maestro, tenía que producir una obra perfecta delante de los jurados. El hombre pasó con rapidez al régimen de producción de las máquinas, dentro de grandes fábricas. El crecimiento industrial era improvisado y totalmente empírico. La intensa migración de fuerza laboral de los campos agrícolas a los centros industriales originó un fenómeno acelerado de urbanización que tampoco contaba con ninguna planeación ni orientación. Paralela a la consolidación del capitalismo, crece una nueva clase social: el proletariado. Las transacciones se multiplicaron y la demanda de mano de obra aumentó sustancialmente. Los propietarios tuvieron que enfrentar los nuevos problemas de gerencia, improvisando sus decisiones y sufriendo las consecuencias de los errores de la administración o de la naciente tecnología. Se producen las primeras tensiones entre los trabajadores y los propietarios porque las condiciones de trabajo eran inadecuadas lo que obliga a que los Estados derogaran algunas leyes laborales para ayudar a las relaciones entre obreros y patronos. La principal preocupación de los patronos era el mejoramiento de los aspectos mecánicos y tecnológicos de la producción, con el objeto de producir mayores cantidades de mejores productos, y al menor costo. La Revolución Industrial provocó una profunda modificación en la estructura empresarial y económica de la época, pero nunca llegó a influir directamente en los principios de la administración utilizados por las empresas.
Paralela a las diversas corrientes filosóficas, a partir del siglo XVII se desarrollo en Europa una gran cantidad de teorías económicas centradas en la explicación de los fenómenos empresariales (macroeconómicos), basadas, al comienzo, en datos empíricos (experiencia corriente y tradiciones del comercio de la época). A finales del siglo XVIII las teorías de los economistas clásicos liberales obtienen gran aceptación y llevan al punto máximo con el advenimiento de la Revolución Francesa. Las ideas liberales surgen del derecho natural: el orden natural es el orden más perfecto. Los bienes naturales,
obligan al capitalismo de comienzos del Siglo XX a perfeccionar, al máximo posible, todos los factores de producción involucrados, así como la remuneración adecuada. En consecuencia, cuanto mayor sea la presión de las exigencias proletarias, menos graves se vuelven las injusticias, y el proceso de desarrollo de la tecnología se configura en forma más acelerada e intensa. Dentro de esta nueva situación, surgen los primeros esfuerzos de las empresas capitalistas para la introducción de métodos y procesos de racionalización del trabajo , cuyo estudio metódico y exposición teórica coincidirán con el inicio del siglo XX. Definición de plusvalía : Explica el excedente comercial. El valor del trabajo es el costo de sus mantenimientos y reproducción. El empresario paga al trabajador ese costo, y nada más, pero no le permite abandonar las operaciones productivas inmediatamente después que el producto ha adquirido el valor suficiente para cubrir el costo aludido, sino que le exige que siga trabajando, sin pagarle la revaloración del mismo. Esta parte de producción no pagada es la plusvalía.
El siglo XIX fue testigo de un monumental desfile de innovaciones y cambios en el escenario empresarial. El mundo estaba cambiando, y las empresas también. Las condiciones para que surgiera la teoría administrativa estaban consolidándose paulatinamente. En los Estados Unidos, las obras realizadas en el canal de Erie (1820 y 1830), dieron lugar a grandes construcciones y al fortalecimiento de los negocios de transporte. Después de estas obras, la iniciativa empresarial de mayor envergadura fueron los ferrocarriles. Las vías férreas norteamericanas, fruto de la iniciativa privada en su mayor parte, constituyeron un poderoso núcleo de inversiones, a la vez que originaron toda una clase de inversionistas. A partir del ferrocarril, las inversiones y los seguros se tornaron populares. Además el ferrocarril permitió la colonización del territorio y provocó la urbanización rápida, que creó nuevas necesidades de vivienda, alimentación, vestido, alumbrado y calefacción, y estímulo el crecimiento acelerado de las empresas enfocadas hacia la producción de bienes de consumo. Antes de 1850 pocas empresas europeas o norteamericanas habían establecido una estructura administrativa bien definida. Pocas eran las empresas que necesitaban los servicios de un administrador –o de algo parecido- de tiempo completo, pues las empresas industriales eran muy pequeñas. En general, eran negocios familiares donde dos o tres parientes manejaban las actividades principales. Las empresas de la época (agropecuarias, mineras, textiles, de ferrocarriles, constructoras, peleteras, y los nacientes bancos) formaban parte de un contexto demasiado rural que no conocía la administración de empresas. El presidente era el tesorero, el comprador o el vendedor y atendía a los agentes comerciales, quienes se convertían en socios si el negocio crecía, hecho este que permitía integrar producción y distribución. Después de 1850 los grandes consorcios ferroviarios estaban prácticamente consolidados y se extendían por todo el mercado norteamericano, desde el este urbano hasta el oeste agrícola. El desarrollo ferroviario y la actividad de la construcción urbana crearon el mercado del hierro y del acero. En 1871 Inglaterra era la mayor potencia económica mundial. En 1865; John D. Rockefeller (1839-1937) funda la Standard Oil. En 1890, Carnegie inicia el monopolio del acero y sobrepasa con rapidez la producción de Inglaterra; Swift y Armour establecen el monopolio de las conservas; Guggenheim conforma el del cobre, y Mello el del aluminio. No obstante la gran dispersión geográfica, se inició la integración vertical en las empresas. Para defender sus intereses, los “creadores de imperios” (empire builders) compraron e integraron rápidamente un gran número de empresas competidoras, proveedoras o distribuidoras. Junto con las empresas y las instalaciones también llegaron los antiguos dueños con sus empleados. Así surgieron los primeros imperios industriales , verdaderos conglomerados de empresas que se volvieron demasiado grandes para ser dirigidos por los pequeños núcleos familiares. Después aparecen los gerentes profesionales , los primeros organizadores que se preocupan más por la fábrica que por las ventas o las compras. Las empresas compraban materias primas, las manufacturaban y vendían sus productos a través de agentes comerciales, mayoristas o intermediarios. Hasta esta época los empresarios encontraban que era mejor ampliar sus instalaciones de producción que organizar una red de distribución y ventas. En la década de 1880 Westinghouse y General Electric, que dominaban el ramo de bienes durables y técnicamente complejos, crearon organizaciones de ventas con vendedores altamente entrenados, y originaron lo que hoy se denomina marketing. Ambas implantaron la organización de tipo funcional , que más tarde sería adoptada por la mayor parte de las empresas norteamericanas. Esta constaba de un departamento de producción encargado de administrar la manufactura de pequeñas fábricas aisladas; un departamento de ventas que administraba un sistema nacional de oficinas de distrito, y los vendedores; un departamento técnico de ingeniería, responsable del diseño y desarrollo de los productos y un departamento financiero. Entre 1880 y 1890 las empresas controlaron las materias primas a través de sus departamentos de compras, adquiriendo empresas proveedoras y controlando la distribución para vender sus productos directamente al minorista o al consumidor final. Se buscaba mayor eficiencia en producción, compras, distribución y ventas. Se agotaron los métodos para reducir costos, el margen de ganancias bajó, el
mercado se fue saturando y las empresas empezaron a buscar nuevos mercados diversificando los productos. La antigua estructura funcional comenzó a volverse obsoleta y surgió la empresa integrada y multidepartamental. La empresa integrada verticalmente se formó mediante combinaciones. Una gran cantidad de pequeños productores de determinado bien se agrupaba en una combinación horizontal (federación) bajo el control de una casa matriz. Esto hizo que esas alianzas se transformaran en una compacta organización con oficinas centrales, con procesos estandarizados , producción concentrada en pocas fábricas adecuadamente ubicadas y se hiciera una mayor inversión en investigación y desarrollo del producto. Esta situación dio como resultado que la pequeña oficina se transformara en la oficina central y empezara a decidir qué actividades deberían desarrollar las fábricas o las filiales de ventas y compras. Estas unidades dejaron de ser dirigidas por los antiguos dueños o las familias asociadas y empezaron a ser administradas por gerentes asalariados. Así lo hicieron las grandes corporaciones norteamericanas como la Estándar Oil y la American Bell Telephone. La etapa siguiente fue controlar el mercado de distribución, eliminando los intermediarios para poder vender más barato al consumidor final y dejar de depender de los mayoristas o los agentes que también vendían productos de la competencia y estaban más interesados en la comisión que en aumentar el volumen de ventas. Entre 1890 y 1900 tuvo lugar una serie de fusiones de empresas cuyo fin era la utilización racional de las fábricas y la reducción de precios. La más famosa de esas fusiones fue la U.S. Steel Corporation, negocio que costó varios miles de millones de dólares. Uno de los empresarios notables de la época, Gustavus Swift, pionero de la industria frigorífica , desarrollo una estrategia que consistía en: consolidar la fabricación; lograr una distribución propia, conseguir el control de la materia prima. Todos los pioneros de la industria manufacturera –como Andrew Preston , de la United Fruit; James Duke , de la American Tobacco; William Clark , de la Singer, y McCormick , de las máquinas agrícolas- siguieron los mismos pasos de Swift para la sistematización de sus imperios industriales. Los grandes capitanes de industrias –como John D. Rockefeller, Gustavus Swift, James Duke, Westinghouse, Daimler y Benz, Henry Ford y muchos otros- no tenían como sistematizar con eficiencia sus vastos negocios, pues eran empresarios, no organizadores. La organización era tarea tanto o más difícil que la creación de esas empresas. Además, la impresionante magnitud de los recursos que lograron reunir complicaba la situación. El final del siglo XIX fue testigo del crecimiento de los grandes imperios corporativos y de la expansión de la industria. La preocupación reinante se dirigió hacia los riesgos que significaba el elevado crecimiento, sin tener una organización adecuada. A comienzos del siglo XX varias de las grandes corporaciones sucumbieron financieramente. Dirigir empresas no era sólo una cuestión de habilidad personal , como muchos empresarios pensaban. Así, estaban dadas las condiciones para el surgimiento de las grandes organizaciones de la empresa moderna. Los capitanes de las grandes industrias –pioneros y empresarios- cedieron su lugar a los organizadores , pues se acercaba la era de la competitividad y la competencia , debido a factores como la profundización y divulgación del conocimiento tecnológico, que propició la presencia de un creciente número de empresas y países en los mercados mundiales; el libre comercio ; la transformación de los mercados vendedores en mercados compradores; el aumento de la capacidad de inversión de capital y la elevación de los niveles del punto de equilibrio; la rapidez de los avances tecnológicos , que pueden volver obsoleto un producto o reducir drásticamente sus costos de producción.
Fuente: Introducción a la Teoría General de la Administración, Idalberto Chiavenato, 5ª. Edición, McGraw Hill