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cronicas de amores furtivos, Schemes and Mind Maps of Developmental Psychology

resumen de cronicas de amores furtivos

Typology: Schemes and Mind Maps

2023/2024

Uploaded on 05/08/2025

junior-conovilca-anaya
junior-conovilca-anaya 🇺🇸

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Crónica de amores furtivos
Hubo un tiempo en que debi internarme,por largos meses, en un temible
hospital de cancerosos. Me cuesta recordar la tarde en que mi madre, después de
instalartme en una de las habitaciones colectivas del sanatorio, abandonó el piso
intentando no llorar. Esa noche comprendi que el destino se habia ensañado
conmigo. Recorripor primera vez los corredores amplios y recién lustrados de mi
nueva morada,mientras percibia su penetrante olora formol y desinfectante, y, en
el silencio sepulcral de sus paredes,descu-bria la zozobra, el miedo, la angustia
implacable de los enfermos que no se resignan a la muerte. En medio de esa
desesperanza, los internos comían en silencio las raciones que unas mujeres con
delantales blancos distribuían tres veces al día en sus carritos humeantes. Se
hablaba en voz baja, o simplemente se guardaba silencio,debiendo permanecer
en la cama el resto del tiempo. Eran jornadas de inactividad tan largas que a mi,
muy pronto, llegaron a hastiarme.Por eso fui el primero en romper la norma
hospitalaria del reposo. Después de las cuatro,hora en que las visitas se retiraban,
salía a recorrer las galerías heladas del edificio hasta las siete de la noche. A esa
hora regresaba puntualmente, porque pasaba por mi pabellón una hermosa
monjita sevillana para aplicarme una inyección analgésica.
Escaneado con CamScanner
SANDRO BOSSIO SUAREZ
En esas constantes evasiones descubri,en la tercera planta, un recinto
tibio,generoso,que durante los meses siguientes se convertitia en mi guarida: la
capellanía. Me instalaba alli todo el tiempo que podia,aspirando el leve olor de las
azucenas y elevan-do larguisimas oraciones para que mi madre, y no yo,se aliviara de mi
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Crónica de amores furtivos

Hubo un tiempo en que debi internarme,por largos meses, en un temible

hospital de cancerosos. Me cuesta recordar la tarde en que mi madre, después de

instalartme en una de las habitaciones colectivas del sanatorio, abandonó el piso

intentando no llorar. Esa noche comprendi que el destino se habia ensañado

conmigo. Recorripor primera vez los corredores amplios y recién lustrados de mi

nueva morada,mientras percibia su penetrante olora formol y desinfectante, y, en

el silencio sepulcral de sus paredes,descu-bria la zozobra, el miedo, la angustia

implacable de los enfermos que no se resignan a la muerte. En medio de esa

desesperanza, los internos comían en silencio las raciones que unas mujeres con

delantales blancos distribuían tres veces al día en sus carritos humeantes. Se

hablaba en voz baja, o simplemente se guardaba silencio,debiendo permanecer

en la cama el resto del tiempo. Eran jornadas de inactividad tan largas que a mi,

muy pronto, llegaron a hastiarme.Por eso fui el primero en romper la norma

hospitalaria del reposo. Después de las cuatro,hora en que las visitas se retiraban,

salía a recorrer las galerías heladas del edificio hasta las siete de la noche. A esa

hora regresaba puntualmente, porque pasaba por mi pabellón una hermosa

monjita sevillana para aplicarme una inyección analgésica.

Escaneado con CamScanner SANDRO BOSSIO SUAREZ En esas constantes evasiones descubri,en la tercera planta, un recinto tibio,generoso,que durante los meses siguientes se convertitia en mi guarida: la capellanía. Me instalaba alli todo el tiempo que podia,aspirando el leve olor de las azucenas y elevan-do larguisimas oraciones para que mi madre, y no yo,se aliviara de mi

mal.HIasta entonces ella no habia demostrado aún toda su fortaleza.Varios anos después,en una reunión familiar,confe-saria que la causa de sus quebrantos radicaba en la sospecha de que los médicos le estaban ocultando lo inexorable: que su hijo, a sus diecisiete años, tenia cáncer.El primet sábado hizo frente a la prueba más dramática.Ese dia, lo recuerdo con bastante pre-cision,los médicos repartieron las recetas de los medicamentos a todos los pacientes de la sala, cuyos dolores no amenguaban ni siquiera con la morfina que les administraban, y mi madre com-probó la similitud de todas, incluyendo la mía. No hacian falta más palabras,pues,para imaginar lo peor.A decir verdad,los dolores femorales por los que fui internado después de descubrirseme un tumor óseo,iban en aumento. En esos dias iniciales,los mas tristes de mi confinamiento,me sometieron a cientos de análisis y exploraciones para comprobar si mi organismo estaba preparado para una primera intervención. La vispera de ésta,después de soportar que una barchilona lenguaraz me aplicara una lavativa delante de todos,sali a recorrer el hospital más tarde de lo acostumbrado.Bajé por el elevadora la capellanía silenciosa y recé con una unción que,ahora que me confieso agnóstico,dudo volver a sentir algún dia.No quiero caer en el patetismo,pero recuerdo la angustia estancada en nu garganta,la brisa de marzo en las rendijas de la ventana, la presion de mis manos al momento de pedir que mi final fuera pronta Tan concentrado estaba en mis plegarias que no me di cuenta de que el padre Angelo, un bondadoso siciliano que tenta a su cargo 84 Escaneado con CamScanner FURTIVOS

el oratorio, se había acercado a mi reclinatorio para consolarme. Senti el peso de

su mano en mi hombro.

-Asi,muchacho-me decia-.Sólo Dios puede ayudarte a sobrellevar esto. Su acento dulce y afectuoso,inmensamente tranquilizador, me alivió desde el primer momento. Levanté el rostro y lo vi contrael resplandor blanco de las luminarias, con su guardapolvo de dentista y su estetoscopio al cuello. Después de arreglar unas radiantes flores amarillas,recién remitidas por las damas volunta-rias de la lucha contra el cáncer (millonarias,generalmente gordas y presuntuosas que nunca sufren de neoplasias), me acompañó a mi habitación.Más adelante me enteraria que era enfermero de profesión y que habia participado en una guerra. Me hizo decir una oración, como a un niño pequeño, y luego

puntos de la herida,mientras la enfermera iba en busca de ayuda competente.Al ver entrar al médico de guardia, uno que tenía una bien ganada reputación de inhumano,seguido de la enfermera con el carrito del instrumental, se me fue la respiración. El médico, muy desenfadado y sin mirarme siquiera, me dijo que la noche anterior habia peleado con su concubina y estaba de mal humor. Ante mis ojos horrorizados,provisto de guantes, enhebró una aguja circular y, apartando a la enfermera que intentaba untarme un anestésico local, puso en práctica las malas artes que le habian hecho célebre en el hospital. 86 Escaneado con CamScanner CRONICA D AMORIS FURTIVOS Ese dia,a media mañiana,ocurrió lo que menos podia pa-sar en un hospital de cancerosos, Miraba entredormido una sila de ruedas,que alguien habia dejado en silencio junto a mi cama, cuando un tropel de jóvenes enfermeras, todas vestidas de plomo, irrumpió en el salón. Una de ellas se acercó a mí y me puso el termómetro en la boca.Mientras proseguia con sus esmeradas diligencias,conversaba en alta voz con sus compañeras,que hacian lo mismo con los otros pacientes. Sólo un rato después pareció escucharme.Era la hora del delicioso caldo de oro,como llamaba Cortázar a la sustancia de pollo,asi que ella recibió solícita mi ración y la puso sobre la mesita graduable. -Cómo te llamas?-le pregunté, cuando estaba por reti-rarse. Ella me sonrió por primera vez. -Alejandra-me respondió-.Y tú? -Alejandro-le dije,con toda sericdad. Me miró como reprochándome.Pero al momento volvió a adoptar una postura risueña y me llamó mentiroso. -Es verdad-repliqué-.Puedes comprobarlo en mi historia clinica. Celebró la coincidencia y me prometió volver después de las

cuatro.Cumplió.Charlamos hasta las seis Me contó que tenia veinte años y que estaba en el hospital haciendo sus prácticas de enfermeria,que vivía en la residencia del fondo con sus companie tas,potque venian de la Universidad de Huacho, y que Do podian volver a su provincia sino los viernes por la tarde Alejandra crala más desenvuelta del grupo, la más intrepida y parlachinay,sobre todo, la más atractiva suscabellos salvajes, que a veces ocultaban saheroa mirada de anslope real,llenaban de vida la habitadion piales tuvieran gue set tan apagados y, mas bicn,patrocinaba la

Escaneado con CamScanner SANDRO Bo teoria de convertirlos en lugares bullentes de animación. Incluso tenia una formula terapéutica que ofrecer a la medicina, de la que, con dolor,sólo me enteraría al final.Esos postulados propios,tan osados para provenirt de una estudiante sin nombre,le acarrearon muchos problemas.Pero era una mujer indoblegable.Una vez la vi enfrentarse al médico de guardia que fue hasta mi habitación a llamarle la atención porque habia abandonado el tópico pata venit a charlar conmigo. Asi la veia todos los dias,activa, complaciente, derramando vigor por donde iba. Conversábamos muchas horas, casi siempre en cortas y numerosas citas a lo largo del día, lo que acrecentó nuestra amistad, al punto que cada vez que me tocaba el cambio de los vendajes, las enfermeras la llamaban. No voy. a negar que la primera vez que tuve que desvestirme delante de Alejandra,me asaltó una oleada de pudor. -No seas tonto-me dijo ella-.Los he visto de todos los tamaños y colores. Con la rutina fui perdiendo el recato.Pronto me acostumbré no sólo al cuidadoso

discípulo de Nietzsche, a quien repasaba con devoción),pero logramos

intimar.Yo,que leia bas-tante por entonces,y él,un exalumno de la facultad de

letras de San Marcos,hicimos de la literatura nuestrocentro de vida. En las

charlas,que se prolongaban por lo general hasta después de apagadas las luces,

desfilaban los autores franceses que habian matcado época,las novelas

norteamericanas de técnicas enrere-sadas,los cuentos argentinos con finales

inesperados, la poesia simbolista y los argumentos de los libros más vendidos de

todos los tiempos. Fue un verdadero soporte moral. Como la capellana

permanecia certada hasta nuevo aviso, yo pasaba buena parte del dia en la

habitación,estudiando los cursos de semiótica delsegundo

Escaneado con CamScanner CRONICA DE AMORES FURCITVOS micnatras esperaba el perdion de su noris,se alimentaba coa les Rores que ella habia sembrado en su departamenta Alejandra se rein cada vez que le leia los avances del relata En las noches,saliamos al corredor a besarnos con desen-frena Nuestro amor,secreto al inicio,pronto se hizo de dominio institucional Alejandra no pareció incomodarse por ella.Era tan espontinea,tan desenfadada,que a las pocas semanas fue mas bien ella quien tomó la iniciativa de saludarme con un beso en los labios: -A ver, cómo está mi novio? Semanas después,lo nuestro habia ganado tanta notoriedad que médicos y enfermeras me hacian guiños,bromeaban,me po-nian el estetoscopio al pecho y me decian:"Mucho amor,mucho amor".Hasta las enfermeras más conservadoras,al legar a mi cama,exclamaban:"Alejandral;Ven a aplicar a tu paciente". -Cuando te vayas,me la endosas-me dijo una vez el joren del carcinoma. El dia que cumpli dieciocho anos un tio mio,el doctor Rodrigo Travezán- renombrado oncológo,por quien recibi un excelente trato en el hospital, y a quien tanto debo-,subio a de-cirme que me habia sacado el premio mayor de la loteria:no tenia cáncer Me disponía a irme,embriagado por tumultuosos planes libertarios,cuando lo oí Es

hablar otra vez: -Pero tendremos que operarte de nueva. Aunque la segundaoperación fue menos dolorosa,me desoló volver a depender de la silla de ruedas Uno de esos dias e hice a Alejandra la broma de meterla a la ducha mientras me bañaba Salimos del baño empapados,dichosos,seguros que nada Podriasepatarnos Quizás esa certidumbre hizo que nuestro smor no se resquebrajara ni siquera con la huelga de enfermeras que se inicaó al poco iempa El gremio habia ido demandando pacien- 91 Escaneado con CamScanner SANDRO BOSsIo SUA temente. al gobierno el aumento de sus sueldos, pero como éste no cedió,estalló la huelga general. Alejandra no se plegó al paro, como sus demás compañeras y, más bien, con el apoyo de unos pocos auxiliares,se hizo cargo de todo el piso. El padre Ángelo, que después de un viaje a Suiza había vuelto a abrir la capellanía, respaldó esta valerosa decisión. Fue cuando me enteré que era experto en enfermeria bélica.Nunca vi a gente más desprendida que aquella.Mientras el sacerdote aplicaba sueros,colocaba sondas, hacia curaciones,Alejandra bañaba a los enfermos, vendaba, lim-piaba,controlaba la presión. Esta labor me permitió acompañarla a los pabellones con la satisfacción de permanecer más tiempo junto a ella. Cuando la huelga se agudizó, el ministerio de salud la calificó de ilegal y ordenó que las estudiantes de los últimos años de enfermeria cubrieran las plazas vacantes.Al dia siguien-te, un aluvión de jovencitas inexpertas y bullangueras invadió el edificio. Alejandra y sus compañeras, que retornaton obligadas por la resolución ministerial, fueron las encargadas de instruirlas. Estuvimos en manos de estas chiquillas revoltosas (las mismas que una tarde,gritando y chillando,desbordaron los corredores perseguidas por un ratón) hasta que las huelguistas,derrotadas, retomaron sus labores sin haber conseguido más que varazos y chorros de agua en las calles.. En setiembre me notificaron que seriasometido a una tercera operación. Yo habia perdido ya toda esperanza de salit algún día del hospital. Los preparativos,como siempre,fueron profusos.Me hicieron nuevas pruebas de orina y de sangre,un médico miope

Escaneado con CamScanner SANDRO BOssIo SUAR sucesos inverosimiles.Los pasajeros a los que el alza habia alcan-zado en los buses no podian cubrir,al bajar,la diferencia del pasaje urbano con todo el dinero que llevaban encima. Mi madre y mi tia contaban que las calles,pese a ser viernes, estaban vacias.Los comercios habian cerrado,o atendian limitadamente, esperando un nuevo mensaje del ministro de economía.La intervención,sin embargo,se realizó sin contratiempo gracias, una vez más, a la invalorable recomendación del doctor Rodrigo Travezán. Por esos dias inventé otra forma de vivir. Iba de sala en sala, de cama en cama,para conversar con los enfermos, entreteniéndo-los,tratando de aliviar sus dolores. Conoci a muchos desahuciados. Yo,veterano del hospital, veía vaciarse las camas y ser ocupadas rápidamente por otros pacientes. Un día recaló en mi pabellón el médico miope que disfrutaba introduciendo el dedo al recto. Sin que viniera a cuento,me dijo que había sustraído un libro de la biblioteca de la institución y me pidió que se lo guardara.Lo hice.Esa misma tarde empecé a leerlo a escondidas.Recuerdo que me impresionaron,sobre todo,las hazañas médicas que los propios galenos describían con crudeza. El redactor principal-que parecia escribir en idioma levente por la cantidad de tecnicismos que usaba-era el temible doctor Salem. Por supuesto,figuraban también los testimonios de otros médicos, incluyendo los de mi tío Rodrigo Travezán,que no eran menos importantes.Una noche derramé tintura de yodo sobre el libro, pero,gracias al cielo,sólo se manchó una hoja.Sosteniéndome en las paredes, fui al baño de mi piso y,como la hoja mancillada no tenía arreglo, la arranqué de un tirón.Si se percatan que a uno de los libros del instituto neoplásico le falta una hoja, lo confiesoi fui yo. El doctor miope siguio sacando más libros de la biblioteca institucional. En ellos,sobre todo en un valiosisimo ejemplarde epidemiologia,me enteré de espeluzhantes enfermedades: la fier 94 Escaneado con CamScanner CRÓNICA DE AMORES FURTIVOS

dasy la terorifica cangrena negra de Formosa.Felizmente,todes pertenecian al pasado. Octubre,con su neblina lúgubre y sus lloviznas sesgadas, se habia estancado en mi ventana.Por fortuna Alejandra,a quien creía querer cada día más,no se separaba de mi lado. Se habia mandado hacer otro uniforme,de un color celeste inolvidable,y ahora se paseaba pretenciosa por el hospital.La cama del frustrado estudiante de literatura,a quien le habian extirpado los testiculos y prescrito bombardeos de cobalto en visitas ambulatorias,habia sido ocupada por un paciente maduro,con un mechón blanco en la frente,que miraba mucho a Alejandra y,siempre que podia, trataba de conquistarla. Cada vez que me hablaba de ella, aludia, sobre todo,a sus formas armoniosas. -Es una linda chinita-me decia-.Con ella a cualquiera se le quita el dolor. Lo que le quitaron fue un paquete muscular del brazo y la honra,simultáneamente, porque una mañana recibió la ingtata visita del doctor miope. El pobre hombre se resistia,cuando el médico le dijo que se bajara los pantalones,y en los días siguientes lo vi pasearse por la sala avergonzado, quejándose de esos métodos tan perjudiciales para la hombria.Cuando notó que entre Alejandra y yo habia algo, se apartó por completo de mi y, poco después, optó por salir del cuarto cada vez que nos veia juntos. Elviernes siguiente,sin presagiar nada,ella vino como siem-Pre hasta mi cama,me dio un beso y me dijo queseibaa Huacha por el fin de semana Estaba mas Linda que nunca.La abrace con eura y le alcance el hocolates que tenia en mi velado Fue el

Escaneado con CamScanner SANDRO Bossro SUAREZ

irme y ansiedad por pisar de nuevo la calle,preparé mi equipaje y esperé

la hora de salida.Mi madre y mi tia llegaron,empobrecidas hasta el alma

por los nuevos precios de las medicinas, y los tres salimos del hospital.

Le escribi una carta a Alejandra,indicándole una dirección donde le

pedía que me buscara, y se la dejé a una enfermera del dispensatio.Le

decia,por primera vez, que la amaba. Pero mi madre no me llevo a la

dirección que yo creia.Muctto de angustia,intenté comunicarme varias

veces por teléfono con Alejandra,pero la linea del instituto estaba

temporalmente fuera de servicio.Por fin,semanas después, volví al

hospital. Subí al cuarto piso y corri como pude a la habitación colectiva

donde había pasado diez meses de tmi vida. Encontré a Alejandra en el

preciso momento en que levantaba el rostro después de haberle dado

un beso a un nuevo interno.En ese momento entendi que se trataba de

la nueva terapia que le ofrecia a la medicina, de la que tanto me habia

hablado y que yo,ciego de amor, no habia llegado a comprender.Me

miró, embelesada, pero yo le di las espaldas y me marché.