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Contenido filosófico. Algunos legados de la modernidad en educación
Typology: Summaries
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Universidad del Bío-Bío, Chile
Durante la mayor parte de la historia griega antigua, el papel de la mujer fue relegado estrictamente a la casa. Las mujeres, como grupo, no tenían voz en los asuntos políticos, militares o civiles. Desde los primeros días de la civilización griega, las mujeres estaban bajo la autoridad patriarcal de los varones. Segregadas en cumplir un rol estrictamente lo doméstico, pasando de la autoridad masculina del padre a la de su marido. Para el estudio de la Mujer en la Grecia Antigua, la mayoría de las fuentes son arqueoló- gicas o literarias, principalmente lo que sabemos sobre la vida de las mujeres, no nos llega a través de las voces femeninas, sino mas bien a través de la mirada masculina. Hombres que, naturalmente, no podían experimentar lo que fue la vida de una mujer, pero que si la interpretaron a través de sus obras. El presente ensayo hace un rápido recorrido a través de esta mirada a la mujer griega filtrada a través de la mirada masculina, centrada principalmente en obras literarias ampliamente difundidas a nivel mundial.
Palabras Claves: Historia Griega, Mujeres, Ciudadanía, Polis.
During the greater part of ancient Greek history, the role of women was relegated strictly to the house. Women as a group had no voice in the political, military or civilian. From the earliest days of Greek civilization, women were under the patriarchal authority of men. Segregated strictly enforce a domestic role, from male authority of the father of her husband. For the study of Women in Ancient Greece, most of the archaeological and literary sources are mainly what we know about the lives of women, we come across women's voices, but rather through the eyes male. Men who, naturally, could not experience what life was like for a woman, but if interpreted through his works. This paper makes a quick tour through this look at the Greek woman filtered through the male gaze, focusing mainly on literary widespread worldwide.
Keywords: Greek History, Women, Citizenship, Polis.
I ntus -L egere HIstorIa / Issn 0718-5456 / Año 2012, Vol. 6, Nº 1; pp. 7-
P auLa F uentes santIbáñez
la esposa de un ciudadano. Pero tenía una función principal, reproducir biológicamente ciudadanos, siendo los hombres los encargados de educar a los jóvenes; lo paradójico de este hecho, es que si bien la mujer griega jamás sería ciudadana de derecho, podía trasmitir la ciudadanía, era deber de un ciudadano griego casarse con una ciudadana griega. Las mujeres eran consideradas como algo débil, por esa razón debían ser protegidas a ultranza. Las mujeres griegas jamás poseyeron voz política, no eran miembros de la polis en sentido pleno. Asimismo su capacidad de obrar estuvo en mayor o menor medida mediati- zada por el poder del hombre, sometidas de por vida –con matices– a la tutela de un varón. « La esposa no debe tener sentimientos propios, sino que debe acompañar al marido en los estados de ánimo de éste, ya sean serios ya alegres, pensativos o bromistas » 1. En la cita anterior Plutarco refleja de forma precisa la visión que se tenía de la mujer. Esto es la de acompañar al hombre, ser su soporte, estar definida por él y a través de él. El estudio de la mujer en la Grecia antigua, en cualquier campo que abordemos, resulta, por así decirlo, un tanto paradójico. Pues no disponemos de una sola evidencia que pueda sacar a la luz la verdadera voz de la mujer. En la Medea de Eurípides, escuchamos la voz apasionada de Medea, pero no debemos olvidar que no es la voz de una mujer, sino la de Eurípides. Sabemos entonces lo que los hombres decían y pensaban de las mujeres y cuál era la imagen que de ellas tenían, pero sabemos muy poco realmente de ellas mismas. Dadas estas condiciones previas, debemos estudiar las fuentes con precaución, sin pen- sar jamás que llegaremos a descubrir la verdad sobre la vida de las mujeres, pero tampoco dejarnos llevar por la idea de que nada nos ofrecen. Debemos ser consientes del mismo modo, que este pequeño estudio solo abarca aquellas clases sociales de las que se encuentra suficiente documentación para llegar a conclusiones validas. Debido a esto último, no podemos incluir aquí casos como el de las esclavas, tan solo de mujeres griegas libres.
2. Concepción filosófica de la mujer en el Mundo Clásico
Que la mujer se vea sometida al poder de un esposo, al poder de su padre o, en el mejor de los casos, a tutela, no era nada extraño. La razón hay que buscarla en la consideración de la mujer como un ser inferior. Pero ¿De dónde viene esta idea? Como no podía ser de otra manera, tratándose de ideas del pensamiento griego, se consideró que la forma de actuar de la mujer no se regía por la razón, sino por las pasiones y la emotividad, junto con ello se asumió su inferioridad intelectual; idea que se construye a través de los siglos de la mano de la filosofía y la literatura. Los griegos como dignos hijos de su tiempo, tenían su primera valoración en el plano intelectual, en todo aquello que involucrara al logos , por lo
(^1) PLutarCo, Obras Morales y de Costumbres : Moralia , Gredos, Madrid, 1995, Vol. II, p. 184.
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cual no es de extrañar que asumieran a sus mujeres como inferiores, menores de edad, las cuales debían ser tuteladas. Veámoslo en algunos de sus principales autores: Sócrates atribuye la inferioridad femeni- na a su propia naturaleza y a la falta de educación, siendo deber del marido proporcionársela; en el mismo sentido, Platón 2 abunda en la referida subordinación al varón; Aristóteles 3 , basándose en la pasividad de la mujer en la reproducción, justifica su sometimiento social y jurídico en que «el macho es más apto para el mando que la hembra» y por consiguiente, es necesario que ésta sea tutelada^4. Ya en las primeras manifestaciones literarias^5 encontramos que la mujer no se regiría por el logos, sino por el instinto, como hemos mencionado, lo cual conllevaría una debi- lidad moral que la incapacita para tener sentimientos duraderos, equilibrio y sentido de la medida, generándose en ella la ambigüedad como nota dominante. Por lo tanto, la mujer no sería digna de confianza, quedando relegada a las tareas domésticas, de reproducción y conservación del grupo familiar^6. Así pues, lo que los romanos llamaron Impotentia Muliebris , o endeblez moral femenina, aparece abundantemente constatada en la literatura griega. Por cierto, también en estos pri- meros textos aparece formulado el tópico de la maldad innata de la mujer, debido a la antes mencionada debilidad moral, que la empuja a actuar por medio de engaños y artimañas^7. Tal vez la única excepción a esta regla, sea Penélope, que goza de una libertad superior, aun dentro de los marcos legales y tradicionales griegos.
2.1. Derechos Políticos
El papel de la mujer en la antigua Grecia se marcaba, de un modo u otro, como en el caso de los hombres, por nacer o no en el seno de una familia ciudadana. La ciudadanía griega no comprendía el total de la población de la Polis , ni siquiera incluía completamente a las propias mujeres, que estaban excluidas de igual modo que lo estaban los niños, los esclavos y los extranjeros; pero de alguna manera ellas poseían la capacidad de transmitir la ciudadanía heredada de sus padres. Dicho de otro modo, un ciudadano griego solo podía casarse con una «ciudadana» griega. La paradoja se da en la exclusión del mismo concepto de ciudadano a la mujer, en cuanto a participación activa en la vida de la Polis.
(^2) PLatón, Las Leyes , Alianza, Madrid, 2002, lib. VI, p. 132. (^3) arIstóteLes, Política , Espasa Calpe, Madrid, 2007, lib. I, cap. 5, pp. 57-61. (^4) Ibídem , pp. 37-41. (^5) H omero, Odisea , Losada, Buenos Aires, 2004, p. 104, H esíoDo, Los Trabajos y Los Días , Alianza, Madrid, 2003,
6 pp. 38-68. Madrid, 2003, y en^ HesíoDo,^ Teogonía , Gredos, Madrid, 2010, p. 33. H omero, Odisea , Op. cit. , p. 126. (^7) Ibidem , VI, 25, 30. Vid. H esíoDo, Teogonía ..., op. cit ., pp. 570-602.
El papel preponderantemente doméstico que tenía la mujer griega cambio muy poco a los largo de los distintos periodos de la historia griega antigua, debido a que seguían prevaleciendo las actividades domésticas y estaban muy poco incorporadas a actividades fuera de su casa^12. La mujer desde su nacimiento, estaba bajo la tutela de su Kyrios , su Señor, que normal- mente era su padre, salvo en los casos de la muerte de este, llevaba a que estuviera bajo tutela de alguno de sus hermanos, convirtiéndose en su nuevo Kyrios , quien se encargaría, llegado el momento de acordar su matrimonio. El Kyrios de una familia tenía autoridad sobre ellos y también responsabilidades sobre su mantenimiento. Las leyes griegas reconocían que la sociedad no se componía solamente de individuos, sino también de Oikos o núcleos familiares, que incluía las tierras que mantenían dicha familia, además de la casa y todo ello en manos del Kyrios. Sirvientes, concubinas y niños ilegítimos no eran parte del Oikos , aunque vivían en la misma casa. El Oikos , lo integraban el Kyrios , su esposa legítima, sus hijos legítimos, la madre del Kyrios , si esta era viuda y sus hermanas solteras. Si las hijas o hermanas se casaban, abandonaban el Oikos y pasaban al Oikos de su marido. El matrimonio estaba rodeado en una trasferencia de propiedades. Durante el periodo homérico, también llamado periodo oscuro, el elemento más importante de la transacción era el mantenimiento de la novia, que consistía en regalos que llevaba el novio al padre de la novia cuando el matrimonio se acordaba. Ya durante la época clásica, esta situación se invirtió y fue la novia quien aportaría en forma de dote los regalos, los cuales consistirían en una cantidad económica destinada a pasar al primer hijo del matrimonio y que podía ser reclamada en caso de divorcio. Dar una dote a una hija se convirtió en algo esencial a la hora de acordar un matrimonio durante el periodo clásico y distinguió a los griegos de otros pueblos contemporáneos, distribuidos por el continente europeo, tales como los celtas y los germanos, quienes pagaban por sus esposas. Las cualidades que se admiraban en las mujeres eran el silencio, la sumisión y la absti- nencia respecto de los placeres masculinos. En estas virtudes eran educadas, era suficiente para ellas el que se les instruyera en los trabajos domésticos, tarea que era realizada por sus madres. Las niñas aprendían a hilar y tejer, así como algo de música y danza, pero por lo general, las mujeres no continuaban su formación tras haber contraído matrimonio. Los distintos papeles que pudo desempeñar una mujer griega fueron el de esposa ( gyné ), concubina ( pallaké ), prostituta ( porné ) o cortesana ( hetaira ). Todas estas funciones son
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12 La situación de las mujeres en las distintas épocas y ciudades ha sido analizada en general por prestigiosas helenistas. Recomendamos la lectura de Pomeroy, S. Diosas, Rameras, Esposas y Esclavas. Mujeres de la Antigüedad Clásica. Madrid, Akal, 1987. mosse , C., La mujer en la Grecia Clásica, Madrid , Nerea, 1986, F antHam y otras, Women in the Classical World , Oxford University Press, 1994, CantareLLa, eVa, La calamidad ambigua , Madrid, Ediciones Clásicas, 1996, Duby, G. y P errot, M. Historia de las mujeres. La Antiguedad. Madrid, Taurus, 1991.
legítimas y están aceptadas socialmente, lo cual explica por qué en Grecia nunca hubo objeción a la existencia de la monogamia. De esos cuatro papeles, el que proporciona ma- yor independencia y libertad es, curiosamente, el último. La cortesana o hetaira , siempre extranjera, es un término medio entre la prostituta y la mujer de compañía, con libertad para salir a la calle, participar en banquetes masculinos e incluso tener propiedades. Algunas de estas mujeres han pasado a la historia por la influencia que ejercieron so- bre destacadas personalidades del mundo griego: Aspasia, de quien se cuenta, entre otras muchas cosas, que convenció a Pericles para que hiciera la guerra contra Samos; Diotima, frecuentada por Sócrates e inmortalizada por Platón en el Banquete o Friné, a quien Praxí- teles usaba de modelo para sus esculturas.
2.3. La mujer y la vida social
Confinadas a estar en casa y a esmerarse en las labores del telar, las mujeres griegas contaban con solo escasos derechos en otras áreas de la vida social. Durante gran parte de la historia antigua griega, el papel de la mujer se relegaba únicamente a la casa. Las excepciones a esta convención social rígida eran bodas, los nacimientos y los fu- nerales en los cuales su participación como plañideras alcanzaba, en ocasiones, grados de profesionalidad. Dadas esas condiciones, las reuniones femeninas más comunes y diarias, sucedían cuando se encontraban las mujeres de un mismo sector en el pozo de agua. Las ocasiones de distracción para las mujeres se las brindaban determinadas fiestas en la que su presencia era admitida y en celebraciones de carácter oficial. Las fiestas propias de las mujeres eran las Tesmoforias , en honor a Deméter y Perséfone. En el trascurso de la vida de una mujer, el único día en que se convertía en protagonista social, era el día de su boda, programado de acuerdo con unos tradicionales preparativos y ceremonias organizadas con el consentimiento paterno. En las bodas, el principal rito era el baño de la novia, para lo que había una procesión de mujeres que transportaban el agua desde el manantial. La novia era rociada con ungüentos por sus asistentes, mujeres también y durante la ceremonia, se sentaba al lado de la Nimfeu- tria , una mujer cuya tarea era guiar a la novia a lo largo de la ceremonia. La novia era dirigida a casa del novio en carroza, seguida por sus parientes y amigos, hombres y mujeres, cantando canciones de matrimonio y con la madre de la novia llevando la antorcha. Para las mujeres, una boda era probablemente uno de los acontecimientos sociales más importantes al que podían acudir y uno en el que no solo eran parte del público, sino parte activa del evento.
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masculinos y las mujeres lo hacían en la de las diosas; aunque de esta regla había excepcio- nes como las relacionadas con los oráculos de Delfos, dedicado al Dios Apolo, y Dódona, dedicado a Zeus. El funcionamiento de ambos santuarios era distinto. En Dódona, la sacerdotisa, una mujer ya mayor, extraía las respuestas de una jarra, con símbolos supuestamente interpretables como una afirmación o una negación; sin embargo en Delfos la posesión de la sacerdotisa por parte de la deidad sería más dramática y obvia. Esta mujer recibía el nombre de Pitia. El método de selección de las sacerdotisas no se conoce. Lo que interesa destacar, es que la Pitia tenía cierta autoridad reconocida, ya que era consultada a menudo por hombres que ocupaban diferentes cargos públicos de las ciudades y era una de las pocas figuras fe- meninas activas a un nivel que relacionaba lo religioso con lo político y entendiendo que la legitimación de esta autoridad venía del hecho de ser una mera mensajera de una deidad. En la Grecia clásica el único cargo público que podía tener una mujer era el sacerdocio y más de cincuenta cultos tenían mujeres vinculados a su desarrollo. El más importante de estos cultos fue el dedicado a la patrona de la ciudad de Atenas, Atenea. La sacerdotisa era la única mujer respetable que se conocía en público por su propio nombre personal y esto es indicativo de su importancia, incluso en algún momento tuvo alguna importancia política, revestida de una cierta autoridad por su función religiosa, que puede participar visiblemente en la vida de la Polis.
3. Conclusión
Haciendo una síntesis que alude a algunos de los elementos integrantes del discurso de la inferioridad de la mujer en la Grecia antigua, recorriendo desde un punto de vista filosófico, jurídico y social, constituirían estos aspectos la construcción de una conducta valórica y normativa por parte de la sociedad griega. Se trata por tanto, de un rápido recorrido por el universo griego desde la perspectiva de la inferioridad femenina, sin caer en el absurdo de hacer anacrónicos juicios de valor. Pero es necesario destacar que las mujeres, como sexo, grupo o clase –si así se quiere–, han sido el sujeto pasivo de la Historia. Definitivamente, la mujer durante este periodo -y durante muchos siglos- no tuvo un papel protagónico en la historia, esto debido a que era considerada un ser inferior al hombre, pues no era importante en el ámbito político, social, ni cultural. El ámbito donde realmente era importante no estaba bajo el ojo de la sociedad, pues la mujer administraba la casa y el dinero del hogar y no solo eso, cocinaba, tejía la ropa de toda su familia, es decir, cumplía una labor determinada dentro de la sociedad, una labor que no era apreciada en la misma medida que lo eran las funciones de la vida política en ese entonces, porque el mundo era liderado por los hombres que tenían ideales muy diferentes. A la luz de este recorrido, podemos inferir que la situación de inferioridad de derechos de la mujer no la excluyó de la sociedad, sino más bien, de la administración de esta. La quitó del centro y la puso en la
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periferia de la sociedad, pero no al margen de la misma. La mujer sustentaba la vida social desde su papel no protagónico, pero muy necesario para el desarrollo equilibrado de la cultura griega antigua. La toma de conciencia en relación con este problema nos permite percibir cual es la situación de la mujer en la Edad Contemporánea y de este modo, vincular el estudio del pasado con las inquietudes del presente. La religión griega fue la única esfera en que la mujer adquiría cierto protagonismo, pero como en otras culturas, también hay mitos que explican las propias limitaciones de esta. En este caso, es necesario mencionar aquí la leyenda de Pandora, la madre de todas las mujeres, concebida como venganza de Zeus a la humanidad por haber aceptado el regalo del fuego que les hizo Prometeo. Pandora, hecha de arcilla, adornada por las diosas (hecho curioso este último), y proveída de vida por Hermes, portadora de la caja que contenía todos los males del mundo. Dotada de curiosidad y sentimientos, enviaba a una humani- dad esencialmente masculina, y debido a sus cualidades impuestas (revelador este hecho, pues Pandora es finalmente, creación de Zeus, deidad masculina), desencadenadora por su curiosidad de las fatalidades que asolarían la humanidad con su llegada. Sorprende en este sentido, conociendo este mito y el de Deméter, el papel protagonista de la mujer en la reli- gión. Es probable que este papel fuera una herencia directa de las sociedades matriarcales pre-históricas que rendían culto a la fertilidad de la mujer. En cualquier caso, resulta muy interesante y al mismo tiempo contradictorio. En definitiva, a partir del siglo VIII A.C es posible evidenciar como se perfila la condición de inferioridad de la mujer griega con respecto al hombre, en una sociedad dual, paradójica y fascinante, que a través de la mitología y las diversas expresiones literarias definiría un discurso que condicionaría la vida de las mujeres, no en un afán de represión ni de discri- minación, sino más bien en un entendimiento de la sociedad que tendría como centro al hombre, construyendo una sociedad viril que se caracterizaría por la idea del equilibrio, donde el hombre es el componente activo y la mujer el pasivo.*
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