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ES un frrrrrr fvfgtexto ilosofico
Typology: Summaries
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El propósito de este ensayo es tratar de responder una pregunta que cuenta con muchos puntos de vista, pero para este escrito me basare en lo que dice el filósofo prusiano Immanuel Kant acerca de la moral y todos los componentes con los que esta cuenta. Para el desarrollo de este ensayo tomare en cuenta una de las obras kantianas más indicadas para tener un porque creo que ser moralmente pensante es una de las características del ser humano. Pero primero que todo tenemos que saber que es la moral. La “moral” (una palabra de origen latino, que proviene del término “morís”: costumbre) es un concepto escurridizo. “Moral” es un constructo creado para compilar ideas del ser humano que tienen que ver con justicia, bondad, maldad… Es decir: el conglomerado de creencias, opiniones y normas que orientan el comportamiento de las personas -individual y grupalmente- en una sociedad y cuyo objetivo es ser el modelo de conducta aceptado. Ideas sobre cómo “ha de ser” el proceder humano, una serie de reglas no escritas, algo así como un fuero interno con que la especie humana “mide” lo “acertado” de sus acciones en una escala en donde lo alto está esa idea denominada “Bien” y en lo más bajo esa idea denominada “Mal”. Es determinante saber que lo moral es “relativo (dependiente, condicional)”, pues lo moralmente aceptado por una colectividad (una cultura, una religión, etc.) (Páez, C. ,2017). Teniendo ya la definición de lo que es la moral, se puede hablar un poco de los postulados que tiene Immanuel Kant acerca de la moral en los seres humanos. La obra que se analizará será La Crítica de la razón práctica, la cual, tiene por base general la distinción, que nutre las inclinaciones naturales y deseos sensibles de un lado, y la ley racional o moral de otro. Kant, después de decir que fin es “un objeto, en virtud de cuya representación el libre albedrío se determina a realizarlo por medio de una acción”, añade que el hombre puede proponerse realizar con sus acciones, o la felicidad sensible y material, o la realización de la ley moral, la cual abraza dos deberes fundamentales, de los cuales se derivan los demás, que son el deber de perfeccionarse a sí mismo y el deber de procurar la felicidad de los otros. Esta realización de la ley moral o cumplimiento del deber como fin propio de la voluntad humana, es, no solamente superior a los fines particulares de la sensibilidad, o sea del hombre como ser sensible, sino que está generalmente en oposición con éstos. Si consideramos la ley moral, no como objeto o término y fin de la acción, sino como regla subjetiva y máxima general determinante de la voluntad, en cuanto principio y sujeto de moralidad, puede resolverse en el siguiente principio o imperativo categórico: “Obra de manera que la máxima de tu voluntad pueda servir al propio tiempo como principio de legislación universal” ,principio que, después de todo, equivale a decir: obra en conformidad con el dictamen de la recta razón, y de manera que tu acción pueda servir de norma y ejemplo para los que se encuentran en las mismas circunstancias. Considerado en sí mismo, este imperativo categórico cabe dentro de los límites de la ética cristiana, como caben también las demás afirmaciones de Kant relativas a la moral que quedan expuestas. Pero no sucede lo mismo con algunas otras afirmaciones e ideas, que en gracia de la brevedad vamos a indicar, más bien que
impuestos al segundo por el primero. Esto vale tanto como afirmar que el hombre, considerado como ser libre y como cosa en sí, no está sujeto a deberes u obligaciones, deducción muy conforme, por lo demás, con la autonomía que Kant atribuye a la razón práctica y a la voluntad humana. Séptima: En conformidad también con esta autonomía de la voluntad, que convierte al hombre en Dios, y como arrepentido de haber afirmado la existencia de éste, siquiera como postulado solamente, el filósofo de Königsberg niega para la razón humana pura o abandonada a sus fuerzas la existencia de deberes del hombre para con Dios. (Kant, I. ,1967). Aunque en lo anteriormente expuesto están las líneas generales de la teoría ética de Kant, conviene tener presentes algunas otras ideas y afirmaciones del mismo relacionadas con dicha teoría, si se ha de formar concepto cabal de su Filosofía práctica, la cual no merece, como veremos después, los exagerados elogios de que ha sido y sigue siendo objeto. Conviene no olvidar, en efecto, que el filósofo de Königsberg, después de afirmar “que la autonomía de la voluntad es la propiedad, por razón de la cual esta facultad es para sí misma una ley”, enseña que “el hombre no puede conocerse a sí mismo, tal como es, por el conocimiento que le viene del sentido íntimo”, toda vez que éste sólo puede suministrarle el fenómeno de su naturaleza. Cierto es que, impulsado y compelido por las exigencias de su teoría moral, admite la existencia de cosas en sí o noúmenos detrás de los fenómenos; pero aun en este caso se ve precisado a confesar paladinamente que es un conocimiento que no nos dice ni puede decirnos lo que son estas cosas en sí mismas, ni en su esencia real; un conocimiento meramente conjetural, y que, más que conocimiento, merece apellidarse hipótesis, e hipótesis inventada para responder a las necesidades de una teoría a priori. La libertad, añade Kant, es una simple idea, cuya realidad objetiva no puede ser demostrada de manera alguna, que no está comprendida ni puede entrar dentro de los límites de ninguna experiencia posible, y que, por consiguiente, jamás puede ser comprendida ni siquiera percibida, de suerte que, en definitiva, la libertad no es más que una idea de la razón, cuya realidad objetiva es problemática y dudosa. El autor de la Crítica de la razón práctica no se limita a negar toda relación y dependencia entre la moral y la religión, según queda indicado, sino que pretende cortar toda relación real entre los deberes morales, entre los deberes de la moral pura y la idea de Dios como legislador supremo. El sentimiento de la obligación moral, como procedente de Dios y relacionado con la voluntad divina, no es más que una ilusión sin realidad, puesto que la obligación o deber que concebimos con relación a la Divinidad, a un ser extranjero, o digamos mejor y con propiedad, con relación a la idea que nos formamos de un ser semejante, no es una obligación objetiva que entrañe el cumplimiento de ciertos deberes respecto de otro ser, o sea de Dios como ser en sí distinto y superior al hombre, sino que se resuelve en obligación puramente subjetiva, sin más objeto y resultado que afianza y robustecer nuestra propia razón como legisladora única en el orden moral.
Para concluir, si tomamos en cuenta lo que dice Kant en su obra, la moral y el pensamiento moral, es fundamental para un ser humano, ya que, a diferencia de los animales que se rigen por unas pautas instintivas que no les permiten elegir su modo de actuar, el ser humano, por el contrario, tiene libertad de acción, esto es, puede elegir y decidir por propia voluntad, cómo actuar. Esta libertad no es total, está condicionada por su naturaleza genética y por el medio sociocultural, la época y el lugar en el que vive. Pero, aun así, le queda bastante libertad para decidir racionalmente cómo actuar, lo cual, le convierte en responsable moral de sus actos. Bibliografía Kant, I. (1967). Critica de la razón práctica. México: Editora Nacional. Páez, C. (2017). La moral y el comportamiento humano - El Carabobeño. Retrieved 21 September 2019, from https://www.el-carabobeno.com/la-moral- comportamiento-humano/