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Este documento proporciona una guía detallada sobre el tratamiento de las fracturas de metacarpianos y falanges, incluyendo información sobre la clasificación, diagnóstico, tratamiento conservador y quirúrgico, así como la rehabilitación. Se abordan diferentes tipos de fracturas, como las de la falange proximal, media y distal, y se describen las técnicas de reducción, inmovilización y osteosíntesis. Útil para estudiantes de medicina y profesionales de la salud que se especializan en traumatología y ortopedia.
Typology: Cheat Sheet
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Las fracturas de los huesos de la mano son una de las causas más frecuentes de atención en los servicios de urgencias y las fracturas de las falanges suponen más del 50% de todas las fracturas de la muñeca y de la mano. Presentan dos curvas de incidencia, la primera en jóvenes deportistas en la tercera década de la vida y la segunda por accidentes laborales en la quinta década de la vida. Son más frecuentes en varones, sobre todo coincidiendo con estos grupos de edad.
Los factores a considerar en las fracturas de los metacarpianos y de las falanges, que permiten su clasificación, son la localización (intra o extraarticular), la presencia de conminución, el desplazamiento y la asociación de fracturas múltiples o lesiones de tejidos blandos.
Las falanges proximales y medias se dividen en: base, diáfisis, cuello y cóndilos. Están rodeadas circunferencialmente por las superficies deslizantes de tendones extrínsecos e intrínsecos que condicionan el desplazamiento y la angulación de la fractura.
En el caso de la falange proximal , la inserción de los músculos interóseos en la base produce una desviación palmar del fragmento proximal y la tracción de la banda central en la falange media desvía el fragmento distal a dorsal.
En las falanges medias, las fracturas de tercio distal, se angulan hacia palmar mientras que las del tercio proximal lo hacen hacia dorsal por la tracción del flexor superficial del fragmento distal y de la banda central en el proximal.
La falange distal proporciona en sus dos tercios distales el soporte para el aparato de la uña y el pulpejo. En la base se encuentran los tubérculos, puntos de inserción terminal de los sistemas flexor y extensor del dedo.
Los metacarpianos forman la concavidad palmar de la mano. El 2º y 3er metacarpiano permanecen prácticamente fijos a la articulación del carpo, mientras que el resto son más móviles. El primer radio o columna del pulgar presenta la articulación trapecio-metacarpiana, que tiene una gran movilidad en los tres ejes, con el movimiento de oposición del pulgar, característico del hombre.
La morfología de la cabeza de los metacarpianos provoca una rotación de los ejes de los dedos durante el movimiento de flexión, así, mientras en extensión son paralelos, en la flexión conjunta de los cuatro dedos largos convergen hacia el tubérculo del escafoides (Figura 1). De igual manera en la flexión de la articulación MF del primer dedo se produce una rotación que hace que se dirija hacia los demás dedos; esto es importante al evaluar posibles
Figura 1. Los cuatro dedos convergen hacia el tubérculo del escafoides en la flexión conjunta.
defectos de rotación en la reducción de las fracturas de los metacarpianos.
El examen debe comenzar con la historia clínica en relación al mecanismo de lesión. La inspección y los signos específicos, tales como la tumefacción, la equimosis, la crepitación o la deformidad, y la presencia o no de lesión de tejidos blandos asociados puede condicionar el tratamiento final. Esta valoración de los tejidos blandos debe incluir la integridad de tendones y ligamentos, la afectación neurológica, la vascularización y las alteraciones o defectos cutáneos. La alineación de los dedos se debe examinar tanto en extensión como en flexión y si es preciso se debe explorar bajo una anestesia local.
El examen radiográfico debe incluir tres proyecciones, frente, lateral y oblicua. La proyección oblicua puede descubrir desplazamientos periarticulares no apreciados en las proyecciones antero-posterior y lateral. En casos de fracturas articulares que implican un hundimiento de la superficie articular está indicada la tomografía axial computerizada.
Una vez clasificada la fractura en función de: deformidad, estabilidad o tipo de trazo se debe decidir qué tratamiento es el más adecuado. Las fracturas inestables e irreducibles precisan de tratamiento quirúrgico, así como las fracturas asociadas a lesiones tendinosas que precisen una rehabilitación rápida e intensa. No obstante se estima que hasta en un 85% de estas fracturas se podrá realizar un tratamiento conservador.
Al reducir la fractura se debe hacer de la forma menos traumática posible, siendo en muchas ocasiones necesario realizar un bloqueo anestésico para evitar el dolor y facilitar la colaboración del paciente.
El objetivo del tratamiento es la consolidación de la fractura y la reconstrucción de la superficie articular (en caso de estar afectada) evitando los defectos angulares y rotacionales para conseguir restaurar la funcionalidad previa. El tratamiento será ortopédico o quirúrgico, pero siempre intentará evitar a los tres enemigos de las lesiones en la mano: el edema, las adherencias y las rigideces articulares. Las férulas deben inmovilizar el menor número de articulaciones posible (una articulación proximal y una distal a la lesión afecta), e inmovilizar en la posición en que las estructuras capsulares estén distendidas para evitar la posterior rigidez (1). La posición neutra será en “intrínseco plus”: carpo en extensión de 30º, flexión de articulación MF entre 70-90º y extensión a 0º de articulaciones interfalángicas. Se debe asociar una sindactilia del radio afecto con uno adyacente para evitar los trastornos rotacionales.
La movilización debe siempre realizarse lo antes posible. La consolidación clínica tardará, aproximadamente, entre tres y cuatro semanas mientras que la radiográfica se apreciará hacia las seis u ocho semanas.
En las fracturas estables, no desplazadas o mínimamente desplazadas y no articulares se debe intentar de entrada un tratamiento conservador. Si la lesión es reductible se conseguirá con tracción longitudinal y, en algunos casos, con maniobras de rotación.
En caso de **fracturas con desplazamiento de fragmentos articulares, alteraciones rotacionales, angulaciones de
15º o >6mm de acortamiento** se recomienda tratamiento quirúrgico (8). Las técnicas percutáneas disminuyen la tumefacción postoperatoria y la rigidez que, en ocasiones, acompaña a la reducción abierta (2), aunque debemos asegurarnos de la correcta reducción porque mínimas angulaciones en el plano sagital producen grandes defectos rotacionales. Las fracturas intraarticulares precisan de la síntesis con tornillos de pequeños fragmentos, con un diámetro entre 1,1 y 2,7 mm. No deben quedar escalones articulares mayores de 1 mm, sobre todo en la IFP. La disección necesaria para colocación de una placa puede alterar la consolidación (4) o necrosar el fragmento a sintetizar, por lo que intentaremos desvascularizar lo mínimo posible.
5.1.1. Fractura de la tuberosidad
Es la zona más frecuente de fractura en las falanges por ser la más expuesta. Se producen generalmente por un mecanismo de aplastamiento que en muchos casos suele implicar conminución y gran afectación de partes blandas. Habitualmente son fracturas estables por la presencia de la uña en el dorso y los septos cutáneos fibrosos en el pulpejo.
Las fracturas cerradas son muy dolorosas debido al hematoma subungueal. Es prioritaria su evacuación mediante punción transungueal. Si se acompaña de una avulsión del lecho ungueal, deberá reintroducirse la uña o bien tul graso de cara a mantener lecho ungueal permeable. La reparación de la uña y de los tejidos blandos mejora la estabilidad de la fractura.
El tratamiento se realizará mediante férula digital entre 14 y 21 días.
5.1.2. Fractura diafisaria
Se producen como resultado de aplastamiento o carga axial directa de la punta del dedo. Son fracturas generalmente estables siempre que la uña esté íntegra. Se realizará tratamiento conservador mediante férula digital. En fracturas más inestables o con lesiones partes blandas asociadas se requerirá tratamiento quirúrgico que se realizará mediante agujas de Kirschner.
5.1.3. Fractura de la base
Se clasifican en dos grupos:
Figura 2. Osteosíntesis mediante la técnica descrita por Ishiguro (3).
5.2.1. Fracturas de la Epífisis distal
Las clasificaremos en 2 tipos de fracturas: extra-articulares e intra-articulares, siendo éstas últimas las más complejas.
a) Las fracturas Tipo I o coronales tienen un alto riesgo de desvascularización ya que el riego al
El tratamiento dependerá de si la fractura es reducible o no y de si es estable o inestable. La mayor parte de las fracturas se pueden tratar conservadoramente.
El tratamiento quirúrgico queda reservado para las fracturas irreducibles, fracturas abiertas, lesiones importantes de partes blandas asociadas, defectos óseos, fracturas múltiples y fracturas intraarticulares y malrotaciones no corregibles de forma conservadora (9).
Las clasificamos en función del segmento afectado: Cabeza, cuello, diáfisis y base.
6.1.1. Fracturas de la diáfisis
La geometría de la fractura puede ser transversa, oblicua corta o larga, espiral o conminuta. Las fracturas transversas suelen tener un ápex dorsal debido a la acción de los músculos interóseos.
De las deformidades, la rotacional es la que más secuelas funcionales producirá y debe ser buscadas con los dedos en flexión, donde el dedo afecto pierde el paralelismo con los demás.
El tratamiento conservador está indicado para fracturas reducibles y estables y aquellas fracturas con angulaciones menores de 10º en los dedos segundo y tercero, 20º en el cuarto dedo y 30º grados en el quinto dedo (9).
En las fracturas transversales y oblicuas cortas se puede realizar una reducción cerrada y estabilización mediante agujas de Kirschner intramedulares, agujas cruzadas, y mediante técnica de Iselin cuando exista defecto óseo o bien fractura-luxación. Estos métodos requieren una inmovilización similar a la del tratamiento ortopédico. También se puede realizar una reducción abierta y fijación mediante una placa que permite una movilización precoz.
En las fracturas oblicuas largas y espiroideas está indicada la osteosíntesis con tornillos interfragmentarios a compresión. Esta síntesis permitirá reducir el tiempo de inmovilización.
En fracturas abiertas hay que realizar las mismas pautas de tratamiento que las de cualquier otra localización.
6.1.2. Fracturas del cuello
Son lesiones secundarias a traumatismo directo sobre la cabeza del metacarpiano, provocando un desplazamiento en flexión de la cabeza con o sin desviación lateral o malrotación. La localización más frecuente es en el quinto metacarpiano, la denominada " fractura del boxeador ". El quinto metacarpiano es el más móvil y por tanto el que más tolera deformidades angulares. El riesgo reside en dejar un déficit de extensión de la articulación, dolor en la palma de la mano y ausencia de nudillo si no realizamos una correcta reducción. Esto se consigue controlar en la mayoría de los casos mediante el tratamiento conservador.
En las fracturas sin desplazamiento o poco desplazadas, el tratamiento consiste en una inmovilización de tres semanas, manteniendo la articulación metacarpo-falángica
en flexión de 80º y una sindactilización con el 4º radio para prevenir la rotación.
Cuando la fractura es desplazada se realiza la reducción mediante la maniobra de Jahss. La maniobra consiste en mantener en flexión las articulaciones metacarpo- falángicas e interfalángicas y realizar presión en el eje de la falange proximal a la vez que realizamos contrapresión en la cara dorsal del metacarpiano afecto (Figura 5).
Figura 5. Maniobra de Jahss.
En el tratamiento conservador son tolerables angulaciones volares de hasta 40º en el quinto metacarpiano, 30º para el anular y solo 10º en el segundo y tercer dedo (7). Ante una fractura con reducción inaceptable o con trastorno rotacional, debemos indicar un tratamiento quirúrgico, normalemte de forma cerrada mediante aguja de Kirschner.
6.1.3. Fracturas de la cabeza
Las fracturas de la cabeza de los metacarpianos son menos frecuentes pero requieren una mayor exigencia en cuanto a la reducción anatómica, por eso se intentará la reconstrucción con síntesis abierta siempre que sea posible. En caso de fractura conminuta de la cabeza del metacarpiano, sin posibilidad de reconstrucción, se tratará mediante una sindactilia para intentar la remodelación articular.
6.1.4. Base del MTC
Las fracturas de la base del 5º metacarpiano son más frecuentes que las del resto de metacarpianos. Ésta puede ser extraarticular, siendo tratada igual que el resto de metacarpianos, o puede ser una fractura-luxación, en cuyo caso se produce un desplazamiento hacia dorsal y proximal del fragmento distal por tracción del extensor cubital del carpo. Si este tipo de lesión no se reduce correctamente puede originar una consolidación viciosa, que producirá dolor articular y disminución de la prensión de la mano. El tratamiento consiste en reducción mediante tracción y presión digital en la base del metacarpiano, seguido de un enclavado percutáneo mediante agujas de Kirschner e inmovilización de cuatro semanas con yeso antebraquial.
En caso de secuelas artrósicas o consolidación viciosa de las fracturas articulares de la base del quinto metacarpiano, procederemos a la corrección mediante artroplastia de resección o artrodesis carpo-metacarpiana.
6.1.5. Luxaciones carpo-metacarpianas
Tal como acabamos de mencionar, es importante que no pase inadvertida una luxación carpo-metacarpiana, la cual
exige una reducción y estabilización quirúrgica por lo que en el estudio radiográfico será importante la proyección lateral. Aún así en la mayor parte de estas fracturas no existe desplazamiento o es mínimo, por lo que solemos tratarlas mediante férula dorsal o yeso antebraquial durante 3 semanas.
6.2.1. Fracturas de la base del 1r MTC
La fractura de la base del 1r metacarpiano presenta un fragmento distal desplazado en adducción y flexión. El tratamiento consiste en reducción cerrada de la fractura e inmovilización y fijación ya sea cerrada (tipo Iselin) o abierta en las inestables (6).
La integridad de la primera articulación carpo- metacarpiana es muy importante para la función del pulgar.
6.2.2. Otras fracturas del 1r MTC
El resto de fracturas del 1r metacarpiano son infrecuentes y su tratamiento sigue las pautas generales del tratamiento de las fracturas del resto de metacarpianos que acabamos de describir.
Figura 6. Posición de reducción de la fractura de Bennet.
Gracias a los movimientos compensadores de las articulaciones adyacentes, el pulgar es el dedo más respetado por las deformidades residuales. La malrotación raramente supone un problema y las deformidades en el plano frontal de hasta 15º y en el plano sagital de hasta 30º son tolerables (9).