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Hermes the three times great shares a little of his knowledge with us trying to make known the laws of this universe.
Typology: Translations
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Tenemos mucho gusto en presentar a la atención de los estudiantes e investigadores de las doctrinas secretas esta pequeña obra basada sobre las antiquísimas enseñanzas herméticas. Ha habido tan poco escrito sobre este tema, a pesar de las innumerables referencias a las enseñanzas en las muchas obras sobre ocultismo, que los muchos diligentes buscadores de las verdades arcanas darán indudablemente la bienvenida a la aparición del presente volumen. El propósito de esta obra no es la enunciación de ninguna filosofía o doctrina especiales, sino más bien dar a los estudiantes una exposición de la verdad que servirá para reconciliar los muchos pedacitos de conocimiento oculto que puedan haber adquirido, pero que aparentemente son opuestos uno al otro y que sirven a mentido para desanimar o distraer al principiante en el estudio. Nuestro intento no es erigir un nuevo templo de conocimiento, sino más bien situar en las manos del estudiante una llave maestra con la que pueda abrir las muchas puertas internas en el templo del misterio a través de cuyos portales principales ya ha entrado. No hay porción de las enseñanzas ocultas poseídas por el mundo que haya sido tan cuidadosamente guardada como los fragmentos de las enseñanzas herméticas que han llegado hasta nosotros a lo largo de las decenas de centurias que han transcurrido desde la vida de su gran fundador, Hermes Trismegistus, el «escriba de los dioses», que residió en el antiguo Egipto en los días en que la raza presente de los hombres estaba en su infancia. Contemporáneo de Abraham, y, si las leyendas son verdaderas, un instructor de ese venerable sabio, Hermes fue, y es, el gran sol central del ocultismo, cuyos rayos han servido para iluminar las innumerables enseñanzas que han sido promulgadas desde su tiempo. Todas las enseñanzas fundamentales y básicas contenidas en las enseñanzas esotéricas de toda raza pueden ser atribuidas a Hermes. Incluso las más antiguas enseñanzas de la India tienen indudablemente sus raíces en las enseñanzas herméticas originales. Desde la tierra del Ganges muchos avanzados ocultistas viajaron a la tierra de Egipto, y se sentaron a los pies del maestro. De él obtuvieron la llave maestra que explicaba y reconciliaba sus puntos de vista divergentes, y así fue firmemente establecida la doctrina secreta. De otras tierras vinieron también los instruidos, todos los cuales consideraban a Hermes como el maestro de maestros, y su influencia fue tan grande que a pesar de las desviaciones del sendero por parte de los cientos de instructores en estas diferentes tierras, aún puede encontrarse un cierto parecido y correspondencia básicos que subyacen a las muchas y a menudo divergentes teorías mantenidas y enseñadas por los ocultistas de estas diferentes tierras hoy en día. El estudiante de las religiones comparadas será capaz de percibir la influencia de las enseñanzas herméticas en toda religión merecedora del nombre, conocida ahora por el hombre, sea una religión muerta o una en completo vigor en nuestro propio tiempo. Hay siempre una cierta correspondencia a pesar de los rasgos contradictorios, y las enseñanzas herméticas actúan como el gran reconciliador. El trabajo de la vida de Hermes parece haber sido en la dirección de plantar la gran semilla de la verdad que ha crecido y florecido en santísimas formas extrañas, más que en establecer una escuela de filosofía que dominara el pensamiento del mundo. Pero, no obstante, las verdades originales enseñadas por él han sido conservadas intactas en su pureza original por unos pocos hombres en cada edad, que, rehusando a grandes números de estudiantes y seguidores desarrollados a medias, siguieron la costumbre hermética y reservaron su verdad para los pocos que estaban listos para comprenderla y amaestrarla. De labio a oído, la verdad ha sido transmitida entre los pocos. Siempre ha habido unos pocos iniciados en cada generación, en los diversos países de la tierra, que mantuvieron viva la llama sagrada de las enseñanzas herméticas, y ésos siempre han estado deseosos de usar sus lámparas para reencender las lámparas menores del mundo externo, cuando la luz de la verdad se volvía sombría, y nublada por la negligencia, y cuando las mechas se obstruían con materia extraña. Siempre hubo unos pocos para atender fielmente al altar de la verdad, sobre el que se mantenía encendida la lámpara perpetua de la sabiduría. Estos hombres dedicaron sus vidas a la labor de amor que el poeta ha establecido tan bien en sus versos: «¡Oh, no dejes que se extinga la llama! Protegida edad tras edad en su oscura caverna en sus santos templos cuidada. Alimentada por sacerdotes puros de amor- ¡no dejes que se extinga la llama!» Estos hombres nunca han buscado la aprobación popular ni una multitud de seguidores. Son indiferentes a estas cosas, pues saben cuán pocos hay en cada generación que estén preparados para la verdad, o que la reconocerían si les fuera presentada. Reservan la «carne fuerte para los hombres», mientras otros proporcionan la
«leche para los bebés». Reservan sus perlas de sabiduría para los pocos elegidos, que reconocen su valía y que las llevan en sus coronas, en vez de arrojarlas delante del vulgar puerco materialista, que las pisotearía en el fango y las mezclaría con su repugnante alimento mental. A pesar de eso, estos hombres nunca han olvidado las enseñanzas originales de Hermes, considerando el traspaso de las palabras de la verdad a esos preparados para recibirlas, enseñanza que está establecida en El Kybalion como sigue: «Donde caen las pisadas del maestro, los oídos de aquellos listos para su enseñanza se abren de par en par.» Y de nuevo: «Cuando los oídos del estudiante están listos para oír, vienen los labios a llenarlos con sabiduría.» Pero su actitud acostumbrada ha estado siempre estrictamente de acuerdo con el otro aforismo hermético. También en El Kybalion: «Los labios de la sabiduría están cerrados, excepto para los oídos del entendimiento.» Hay quienes han criticado esta actitud de los hermetistas, y han proclamado que no manifestaban el espíritu apropiado en su política de reclusión y reticencia. Pero una ojeada momentánea hacia atrás sobre las páginas de la historia mostrará la sabiduría de los maestros, que sabían de la estupidez de intentar enseñar al mundo algo para lo que no estaba ni preparado ni deseoso de recibir. Los hermetistas nunca han buscado ser mártires, y se han sentado, en cambio, a un lado con una compadecedora sonrisa en sus labios cerrados, mientras los «paganos se enfurecían ruidosamente alrededor suyo» con su perversa costumbre de llevar a la muerte y la tortura a los entusiastas honestos, pero descaminados, que imaginaban que podían forzar, sobre una raza de bárbaros, la verdad capaz de ser entendida sólo por el elegido que había avanzado a lo largo del sendero. Y el espíritu de persecución no ha muerto aún en la tierra. Hay ciertas enseñanzas herméticas que, si se promulgasen públicamente, atraerían sobre los instructores un gran grito de escarnio y contumelia proveniente de la multitud, que elevaría de nuevo el grito de «¡Crucificad! ¡Crucificad!». En esta pequeña obra nos hemos esforzado por daros una idea de las enseñanzas fundamentales de El Kybalion, haciendo lo posible por daros los principios funcionales, dejándoos que los apliquéis vosotros mismos, antes que intentar desarrollar la enseñanza en detalle. Si eres un verdadero estudiante, serás capaz de desarrollar y aplicar estos principios; si no, entonces debes convertirte en uno, pues de otro modo las enseñanzas herméticas serán como «palabras, palabras, palabras» para ti.
LOS TRES INICIADOS
«dioses». Así fue con la Grecia y la Roma antiguas. Así fue con las enseñanzas herméticas de los gnósticos y los cristianos primitivos, que se perdieron en el tiempo de Constantino, cuya mano de hierro asfixió la filosofía con la manta de la teología, perdiendo para la Iglesia cristiana lo que era su misma esencia y espíritu, y haciéndola buscar a ciegas a lo largo de varios siglos antes de que encontrase el camino de vuelta a su antigua fe, siendo las indicaciones evidentes para todos los observadores cuidadosos en este siglo XX el que la Iglesia esté ahora pugnando por volver a sus antiguas enseñanzas místicas. Pero hubieron siempre unas pocas almas fieles que mantuvieron viva la llama, atendiéndola cuidadosamente, y no permitiendo que su luz se extinguiese. Y gracias a estos corazones leales y mentes valientes tenemos aún la verdad con nosotros.
Pero no se encuentra en los libros, en ninguna gran extensión. Ha sido transmitida de maestro a estudiante, de iniciado a hierofante, de labio a oído. Cuando fue escrita, su significado fue velado en términos de alquimia y astrología, de modo que sólo aquellos que poseyesen la clave pudieran leerla correctamente. Esto se hizo necesario a fin de impedir las persecuciones de los teólogos de la Edad Media, que combatieron la doctrina secreta con fuego y espada, estaca, horca y cruz. Incluso en este día no se encontrarán sino pocos libros dignos de confianza sobre la filosofía hermética, aunque haya innumerables referencias a ella en muchos libros escritos sobre diversas fases del ocultismo. ¡Y, sin embargo, la filosofía hermética es la única llave maestra que abrirá todas las puertas de las enseñanzas ocultas! En los primeros días hubo una compilación de ciertas doctrinas herméticas básicas, pasadas de instructor a estudiante, que fue conocida como El Kybalion, habiendo sido perdido por varios siglos el significado y la importancia exacta del término. Esta enseñanza, sin embargo, es conocida por muchos a quienes ha descendido, de boca a oído, continuamente a lo largo de los siglos. Sus preceptos nunca han sido escritos, o impresos, hasta donde sabemos nosotros. Era meramente una colección de máximas, axiomas y preceptos, que eran ininteligibles para los intrusos, pero que eran fácilmente entendidos por los estudiantes, después que los axiomas, las máximas y los preceptos hubiesen sido explicados y ejemplificados por los iniciados herméticos a sus neófitos. Estas enseñanzas constituían realmente los principios básicos del «Arte de la alquimia hermética», el cual, contrariamente a la creencia general, trataba del dominio de las fuerzas mentales, antes que de los elementos materiales -la transmutación de una clase de vibraciones mentales en otras, en vez del cambio de una clase de metal en otro-. Las leyendas de la «piedra filosofal» que convertiría el metal bajo en oro, eran una alegoría relacionada con la filosofía hermética, rápidamente entendida por todos los estudiantes del verdadero hermetismo. En este pequeño libro, del que ésta es la primera lección, invitamos a nuestros estudiantes a examinar las enseñanzas herméticas, tal como están expuestas en El Kybalion, y tal como son explicadas por nosotros mismos, humildes estudiantes de las enseñanzas, que, mientras que llevamos el título de iniciados, somos todavía estudiantes a los pies de Hermes, el maestro. Aquí os damos muchas de las máximas, axiomas y preceptos de El Kybalion, acompañados por explicaciones e ilustraciones que estimamos idóneas para hacer las enseñanzas más fácilmente comprensibles por el estudiante moderno, particularmente por cuanto el texto original está velado a propósito en términos oscuros. Las máximas, axiomas y preceptos originales de El Kybalion están impresos aquí, entre signos de acotación, dado el crédito apropiado. Nuestro propio trabajo está impreso en el modo regular, en el cuerpo de la obra. Confiamos que los muchos estudiantes a los que ofrecemos ahora esta pequeña obra derivarán tanto beneficio del estudio de sus páginas como lo han hecho los muchos que han pasado antes, recorriendo el mismo sendero hacia la maestría a lo largo de los siglos que han pasado desde los tiempos de Hennes Trismegistus -el maestro de maestros-, el gran grande. En las palabras de El Kybalion:
«Donde caen las pisadas del maestro, los oídos de aquellos preparados para su enseñanza se abren de par en par.»
El Kybalion.
«Cuando los oídos del estudiante están listos para oír, entonces vienen los labios a llenarlos con sabiduría.»
El Kybalion.
Así que, de acuerdo con las enseñanzas, el pasar este libro a aquellos listos para la instrucción atraerá la atención de esos que están preparados para recibir la enseñanza. Y, del mismo modo, cuando el pupilo esté listo para recibir la verdad, entonces este pequeño libro le vendrá a él, o a ella. Tal es la ley. El principio hermético de causa y efecto, en su aspecto de la ley de atracción, juntará labios y oído, pupilo y libro en compañía. ¡Así sea!
«Los principios de la verdad son siete; aquel que conoce éstos, con comprensión, posee la llave mágica ante cuyo toque todas las puertas del templo se abren de repente.»
El Kybalion.
Los siete principios herméticos, sobre los que está basada toda la filosofía hermética, son como sigue:
Estos siete principios serán discutidos y explicados según procedamos con estas lecciones. Puede bien darse, sin embargo, en este punto una corta explicación de cada uno.
«EL TODO es MENTE; el universo es mental.»
El Kybalion.
Este principio incorpora la verdad de que «todo es mente». Explica que EL TODO (que es la realidad sustancial que subyace a todas las manifestaciones y apariencias externas que conocemos bajo los términos de «el universo material», «el fenómeno de la vida», «materia», «energía», y, en breve, todo lo que es evidente a nuestros sentidos materiales) es ESPÍRITU, que en sí mismo es INCOGNOSCIBLE e INDEFINIBLE, pero que puede ser considerado y concebido como UNA MENTE UNIVERSAL, INFINITA Y VIVIENTE. Explica también que todo el mundo o universo fenomenal es simplemente una creación mental del TODO, sujeto a las leyes de las cosas creadas, y que el universo, como conjunto, y en sus partes o unidades, tiene su existencia en la mente del TODO, en cuya mente «vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser». Este principio, estableciendo la naturaleza mental del universo, explica fácilmente todos los variados fenómenos mentales y psíquicos que ocupan una porción tan grande de la atención pública, y que, sin tal explicación, son incomprensibles y desafían el tratamiento científico. Una comprensión de este gran principio hermético de mentalismo capacita al individuo para captar fácilmente las leyes del universo mental, y para aplicar las mismas a su bienestar y avance. El estudiante hermético está capacitado para aplicar inteligentemente las grandes leyes mentales, en vez de usarlas de una manera fortuita. Con la llave maestra en su posesión, el estudiante puede abrir las muchas puertas del templo mental y psíquico del conocimiento, y entrar al mismo libre e inteligentemente. Este principio explica la verdadera naturaleza de «energía», «poder» y «materia», y por qué y cómo están todos éstos subordinados a la maestría de la mente. Uno de los viejos maestros herméticos escribió hace mucho tiempo: «El que capta la verdad de la naturaleza mental del universo está bien avanzado en el sendero hacia la maestría.» Y estas palabras son tan verdaderas hoy como en el tiempo en que fueron escritas por primera vez. Sin esta llave maestra, la maestría es imposible, y el estudiante llama en vano a las muchas puertas del templo.
«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.»
El Kybalion.
manifiesta como «calor» y «frío» es meramente una forma, una variedad y una frecuencia de vibración-. Así que «calor» y «frío» son simplemente los «dos polos» de eso que llamamos «calor»-y los fenómenos que le acompañan en consecuencia son manifestaciones del principio de polaridad-. El mismo principio se manifiesta en el caso de «luz y oscuridad», que son la misma cosa, consistiendo la diferencia de grados variables entre los dos polos del fenómeno. ¿Dónde cesa la «oscuridad» y comienza la «luz»? ¿Cuál es la diferencia entre « grande» y «pequeño»? ¿Entre «duro» y «blando»? ¿Entre «negro» y «blanco»? ¿Entre «agudo» y «romo»? ¿Entre «bulla» y «calma»"? ¿Entre «alto» y «bajo»? ¿Entre «positivo» y «negativo»? El principio de polaridad explica estas paradojas, Y ningún otro principio puede suplantarlo. El mismo principio opera en el plano mental. Tomemos un ejemplo radical y extremo: el de «amor y odio», dos estados mentales totalmente diferentes aparentemente. Y sin embargo hay grados de odio y grados de amor, y un punto medio en el que usamos los términos «gusto» e, «disgusto». que se solapan tan Gradualmente que a veces no atinamos a saber si «gustamos» o «disgustamos» o «ninguna de ambas cosas». Y todos son simplemente grados de la misma cosa, como veréis si queréis pensar tan sólo un momento. Y más que esto (y considerado de más importancia por los hermetistas), es posible cambiar las vibraciones de odio a las vibraciones de amor, en la propia mente de uno y en las mentes de otros. Muchos de vosotros, que leéis estas líneas, habéis tenido experiencias personales de la rápida transición involuntaria del amor al odio, y al contrario, en vuestro propio caso y en el de otros. Y realizaréis por tanto la posibilidad de que esto se consiga por el uso de la voluntad, por medio de las fórmulas herméticas. «Bien» y «mal» no son sino los polos de la misma cosa, y el hermetista entiende el arte de transmutar el mal en bien, por medio de una aplicación del principio de polaridad. En breve, el «arte de polarización» se convierte en una fase de la «alquimia mental» conocida y practicada por los maestros herméticos antiguos y modernos. Un entendimiento del principio le capacitará a uno para cambiar su propia polaridad, así como la de otros, si quiere dedicar el tiempo y el estudio necesarios para amaestrar el arte.
«Todo fluye, fuera y dentro; todo tiene sus mareas; todas las cosas suben y bajan; la oscilación del péndulo se manifiesta en todo; la medida de la oscilación hacia la derecha es la medida de la oscilación hacia la izquierda; el ritmo compensa.»
El Kybalion.
Este principio incorpora la verdad de que en todo hay manifestada una moción medida, a un lado y otro; un flujo y un reflujo; un vaivén hacia atrás y hacia adelante; una mengua y una crecida como una marea; una pleamar y una bajamar; entre los dos polos que existen de acuerdo con el principio de polaridad descrito hace un momento. Hay siempre una acción y una reacción; un avance y un retroceso; una elevación y un hundimiento. Esto es así en los asuntos del universo, soles, mundos, hombres, animales, mente, energía y materia. Esta ley está manifiesta en la creación y destrucción de mundos; en la elevación y caída de naciones; en la vida de todas las cosas; y finalmente en los estados mentales del hombre (y es con este último que los hermetistas encuentran el entendimiento del principio sumamente importante). Los hermetistas han captado este principio, encontrando su aplicación universal, y han descubierto también ciertos medios de superar sus efectos en ellos mismos por el uso de las fórmulas y métodos apropiados. Ellos aplican la ley mental de neutralización. No pueden anular el principio, o hacerle cesar su operación, pero han aprendido cómo escapar a sus efectos sobre ellos mismos hasta un cierto grado dependiendo de la maestría del principio. Han aprendido cómo USARLO, en vez de ser USADOS POR él. En este método y en otros similares, consiste el arte de los hermetistas. El maestro de las enseñanzas herméticas se polariza en el punto en el que desea reposar, y neutraliza entonces la oscilación rítmica del péndulo que tendería a conducirle al otro polo. Todos los individuos que han alcanzado cualquier grado de auto-maestría hacen esto hasta un cierto grado, más o menos inconscientemente, pero el maestro hace esto conscientemente, y por el uso de su voluntad, y alcanza un grado de aplomo y firmeza mental casi imposible de creer por parte de las masas que son balanceadas hacia atrás y hacia adelante como un péndulo. Este principio y el de polaridad han sido estudiados estrechamente por los hermetistas, y los métodos de contrarrestarlos, neutralizarlos y USARLOS forman una parte importante de la alquimia mental hermética.
«Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley-. casualidad no es sino un nombre para la ley no reconocida; hav muchos planos de causación, pero nada se escapa a la ley.»
El Kybalion.
Este principio incorpora el hecho de que hay una causa para todo efecto; un efecto a partir de toda causa. Explica que: «Todo sucede de acuerdo con la ley»; que nada nunca «meramente sucede»; que no hay tal cosa como la casualidad; que núentras que hay diversos planos de causa y efecto, dominando los planos superiores a los inferiores, a pesar de eso nada se escapa nunca enteramente a la ley. Los hennetistas entienden el arte y los métodos de elevarse por encima del plano ordinario de causa y efecto, hasta un cierto grado, y elevándose mentalmente a un plano superior se vuelven causantes en vez de efectos. Las masas de gente son conducidas, obedientes al entomo; a las voluntades y deseos de otros más fuertes que ellos; a la herencia; a la sugestión; y a otras causas externas que les mueven de un lado para otro como peones en el tablero de ajedrez de la vida. Pero los maestros, elevándose al plano superior, dominan sus humores, caracteres, cualidades y poderes, así como el entomo que les rodea, y se convierten en movedores en vez de peones. Concurren a JUGAR EL JUEGO DE LA VIDA, en vez de ser jugados y movidos de un lado para otro por las voluntades de otros y el entomo. USAN el principio en vez de ser sus herramientas. Los maestros obedecen la causación de los planos superiores, pero la ayudan a REGIR en su propio plano. En esta afirmación está condensado un tesoro de conocimiento hermético - léalo el que pueda.
«El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino: el género se manifiesta en todos los planos.»
El Kybalion.
Este principio incorpora la verdad de que hay un GÉNERO manifestado en toda cosa – los principios masculino y femenino están siempre en funcionamiento-. Esto es verdadero no sólo del plano físico, sino de los planos mentales e incluso espirituales. Sobre el plano físico, el principio se manifiesta como SEXO, sobre los planos superiores toma formas más ligeras, pero el principio es siempre el mismo. Ninguna creación, física, mental o espiritual, es posible sin este principio. lJn entendimiento de sus leyes arrojará luz sobre muchos temas que han dejado perplejas a las mentes de los hombres. El principio de género trabaja siempre en la dirección de la generación y la creación. Toda cosa, y toda persona, contiene los dos elementos o principios, o este gran principio, dentro de sí, de él o de ella. Toda cosa macho tiene también el elemento hembra; toda hembra contiene también el principio macho. Si queréis entender la filosofía de la creación, la generación y la regeneración mentales y espirituales, debéis entender y estudiar este principio hermético. Contiene la solución de muchos misterios de la vida. Os precavernos que este principio no tiene referencia alguna a las muchas teorías, enseñanzas y prácticas bajas, perniciosas y degradantes, que se enseñan bajo títulos antojadizos, y que son una prostitución del gran principio natural del género. Tales bajos revivires de las antiguas e infames formas del falicismo tienden a arruinar la mente, el cuerpo y el alma, y la filosofía hermética siempre ha hecho sonar la nota de advertencia contra estas degradadas enseñanzas que tienden hacia la lujuria, la licenciosidad y la perversión de los principios de la Naturaleza. Si buscáis tales enseñanzas, debéis ir a otra parte por ellas -el hermetismo no contiene nada para vosotros a lo largo de estas líneas-. Para el puro, todas las cosas son puras; para el bajo, todas las cosas son bajas.
«La mente (así como los metales y los elementos) puede ser transmutada, de estado a estado; de grado a grado; de condición a condición; de polo a polo; de vibración a vibración. La verdadera transmutación hermética es un arte mental.»
El Kybalion.
Como hemos establecido, los hermetistas fueron los alquimistas, astrólogos y psicólogos originales, habiendo sido Hermes el fundador de estas escuelas de pensamiento. A partir de la astrología ha crecido la astronomía moderna; a partir de la alquimia ha crecido la química moderna; a partir de la psicología mística ha crecido la
modernos son bastante ignorantes comparados con los antiguos maestros, pues carecen del conocimiento fundamental sobre el que está basado el trabajo. No sólo son cambiados o transmutados los estados mentales, etc., de uno mismo por los métodos herméticos; sino que también los estados de otros pueden, y son, constantemente transmutados del mismo modo, usualmente de modo inconsciente pero a menudo conscientemente, por algunos que entienden las leyes y principios en casos en los que la gente afectada no está informada de los principios de autoprotección. Y más que esto, como muchos estudiantes y practicantes de la moderna ciencia mental saben, toda condición material dependiente de las mentes de otra gente puede ser cambiada o transmutada de acuerdo con el deseo sincero, la voluntad y «tratamientos» de la persona que desea condiciones de vida cambiadas. El público está tan generalmente informado respecto a estas cosas en el presente, que no estimamos necesario mencionarlas en largura, siendo nuestro propósito en este punto meramente mostrar el principio y el arte herméticos que subyacen a todas estas diversas formas de práctica, buenas y malas, pues la fuerza puede ser usada en direcciones opuestas de acuerdo con los principios herméticos de polaridad. En este pequeño libro estableceremos los principios básicos de la transmutación mental, de modo que todos los que lo lean puedan captar los principios subyacentes, y poseer así la llave maestra que abrirá las muchas puertas del principio de polaridad.
Procederemos a una consideración del primero de los siete principios herméticos -el principio de mentalismo-, en el que está explicada la verdad de que «EL TODO es mente; el universo es mental», en palabras de El Kybalion. Pedimos la atención estrecha, y el cuidadoso estudio de este gran principio, de parte de nuestros estudiantes, pues es realmente el principio básico de toda la filosofía hermética y del arte hermético de la transmutación mental.
«Bajo y tras del universo de tiempo, espacio y cambio, ha de encontrarse siempre la realidad sustancial, la verdad fundamental.»
El Kybalion.
«Sustancia» significa: «aquello que subyace a todas las manifestaciones externas; la esencia; la realidad esencial; la cosa en sí», etc. «Sustancial» significa: «existiendo realmente; siendo el elemento esencial; siendo real», etc. «Realidad» significa: «él estado de ser real; verdadero, duradero; válido, fijo, permanente; efectivo», etc. Bajo y detrás de todas las apariencias o manifestaciones externas, debe haber siempre una realidad sustancial. Ésta es la ley. El hombre, al considerar el universo del que es una unidad, no ve sino cambio en la materia, las fuerzas y los estados mentales. Ve que nada realmente ES, pero que todo está VINIENDO A SER y CAMBIANDO. Nada permanece quieto -todo está naciendo, creciendo, muriendo-, el mismo instante en que una cosa alcanza su cima empieza a declinar -la ley del ritmo está en operación constante-, no hay ninguna realidad, cualidad duradera, fijeza o sustancialidad en nada; nada es permanente sino el cambio. Él ve todas las cosas evolucionando a partir de otras cosas, y resolviéndose en otras cosas -una constante acción y reacción; influjo y eflujo; edificación y derrumbamiento; creación y destrucción; nacimiento, crecimiento y muerte-. Nada dura sino el cambio. Y si es un hombre que piensa, realizará que todas estas cosas cambiantes no deben ser sino las apariencias o manifestaciones externas de algún poder subyacente -alguna realidad sustancial. Todos los pensadores, en todas las tierras y en todos los tiempos, han asumido la necesidad de postular la existencia de esta realidad sustancial. Todas las filosofías merecedoras del nombre han estado basadas sobre este pensamiento. Los hombres le han dado muchos nombres a esta realidad sustancial -algunos la han llamado por el término de deidad (bajo muchos títulos); otros la han llamado «la energía infinita y eterna»; otros han tratado de llamarla «materia»-, pero todos han reconocido su existencia. Es auto-evidente -no necesita ningún argumento. En estas lecciones hemos seguido el ejemplo de algunos de los más grandes pensadores del mundo, tanto antiguos como modernos -los maestros herméticos- y hemos llamado a este poder subyacente -esta realidad sustancial- por el nombre hermético de «EL TODO», término que consideramos el más comprensivo de los muchos términos aplicados por el hombre a ESO que trasciende nombres y términos. Aceptamos y enseñamos el punto de vista de los grandes pensadores herméticos de todos los tiempos, así como el de esas almas iluminadas que han alcanzado planos superiores del ser, ambos de los cuales afirman que la
naturaleza interna del TODO es INCOGNOSCIBLE. Esto debe ser así, pues nada sino EL TODO mismo puede comprender su propia naturaleza y ser. Los hermetistas creen y enseñan que EL TODO, «en sí mismo», es y debe ser siempre INCOGNOSCIBLE. No consideran todas las teorías, conjeturas y especulaciones de los teólogos y metafísicos concernientes a la naturaleza interna del TODO, sino como pueriles esfuerzos de mentes mortales por captar el secreto del infinito. Tales esfuerzos han fallado siempre y siempre fallarán, por la naturaleza misma de la tarea. Uno que persigue tales pesquisas viaja dando vueltas y vueltas en el laberinto del pensamiento, hasta que está perdido a todo razonamiento, acción o conducta sanos, y del todo inadecuado para el trabajo de la vida. Él es como la ardilla que corre frenéticamente dando vueltas a la redonda rueda de molino de su jaula, viajando siempre y sin embargo no llegando a ninguna parte -al final todavía una prisionera-, y hallándose justo donde comenzó. Y aún más presuntuosos son aquellos que intentan adscribir al TODO la personalidad, cualidades, propiedades, características y atributos de ellos mismos, adscribiendo al TODO las emociones, sentimientos y características humanos, incluso hasta las más mezquinas cualidades de la humanidad, tales como celos, -susceptibilidad a la adulación y la alabanza, deseo de ofrendas y adoración, y todas las otras supervivientes de los días de la infancia de la raza. Tales ideas no son dignas de hombres y mujeres crecidos, y están siendo rápidamente descartadas. (En este punto puede ser apropiado que establezca que hacemos una distinción entre religión y teología, entre filosofía y metafísica. Religión, para nosotros, significa esa realización intuitiva de la existencia del TODO, y la relación de uno con él; mientras que teología significa los intentos de los hombres por adscribirle personalidad, cualidades y características; sus teorías concernientes a sus asuntos, voluntad, deseos, planes y designios; y su asunción del oficio de «mediadores» entre EL TODO y la gente. Filosofía significa, para nosotros, la pesquisa tras el conocimiento de las cosas cognoscibles y pensables; mientras que metafísica significa el intento por llevar la pesquisa sobre y más allá de los límites y a regiones incognoscibles e impensables, y con la misma tendencia que la de la teología. Y consecuentemente, tanto religión como filosofía significan para nosotros cosas que tienen raíces en la realidad, mientras que la teología y la metafísica parecen como cañas rotas, enraizadas en las arenas movedizas de la ignorancia, y no proporcionando nada sino el más inseguro soporte para la mente o el alma del hombre. No insistimos en que nuestros estudiantes acepten estas definiciones, las mencionamos meramente para mostrar nuestra posición. En cualquier caso, oiréis muy poco sobre teología y metafísica en estas lecciones.)
Pero mientras que la naturaleza esencial del TODO es incognoscible, hay ciertas verdades conectadas con su existencia que la mente humana se encuentra compelida a aceptar. Y un examen de estos dictámenes forma un tema de investigación apropiado, particularmente por cuanto que coinciden con los dictámenes de los iluminados en los planos superiores. Y a esta investigación os invitamos ahora.
«AQUELLO que es la verdad fundamental -la realidad sustancial- está más allá de toda denominación verdadera, pero los sabios lo llaman EL TODO.»
El Kybalion.
«En su esencia, EL TODO es INCOGNOSCIBLE.»
El Kybalion.
«Pero el dictamen de la razón debe ser hospitalariamente recibido, y tratado con respeto.»
El Kybalion.
La razón humana, cuyos dictámenes debemos aceptar mientras pensamos, nos informa como sigue con respecto al TODO, y eso sin intentar apartar el velo de lo incognoscible:
energía y la materia mecánicas. El espíritu trasciende nuestra comprensión, y usamos el término merarnente a fin de que podamos pensar o hablar del TODO. Para los fines del pensamiento y el entendimiento, estamos justificados de pensar en el espíritu como mente viviente infinita, reconociendo al mismo tiempo que no podemos entenderlo plenamente. Debemos o bien hacer esto o parar de pensar del todo en la cuestión. Procedamos ahora a una consideración de la naturaleza del universo, como un todo y en sus partes. ¿Qué es el universo?
Hemos visto que no puede haber nada fuera del TODO. Entonces, ¿es el universo EL TODO? No, no puede serio, porque el universo parece estar constituido de MUCHOS, y está cambiando constantemente, y en otros modos no se ajusta a las ideas que estamos compelidos a aceptar concernientes al TODO, como se estableció en nuestra última lección. Entonces si el universo no es EL TODO, ha de ser nada -tal es la inevitable conclusión de la mente al primer pensamiento-. Pero esto no satisfará la pregunta, pues estamos persuadidos de la existencia del universo. Entonces si el universo no es ni EL TODO ni nada, ¿qué puede ser? Examinemos esta cuestión. Si el universo existe en modo alguno, o parece existir, debe proceder de algún modo a partir del TODO debe ser una creación del TODO-. Pero puesto que algo nunca puede venir a partir de nada, ¿a partir de qué pudo haberlo creado EL TODO? Algunos filósofos han respondido a esta cuestión diciendo que EL TODO creó el universo a partir de Sí MISMO -esto es, a partir del ser y sustancia del TODO-. Pero esto no servirá, pues no puede sustraerse del TODO, ni puede éste ser dividido, como hemos visto, y entonces de nuevo si esto fuera así, no se apercibiría cada partícula en el universo de que fuese EL TODO. EL TODO no podría perder su conocimiento de sí mismo, ni CONVERTIRSE realmente en un átomo, o una fuerza ciega, o una cosa viviente vil. Algunos hombres, en verdad, realizando que EL TODO es en verdad TODO, y reconociendo también que ellos, los hombres, existían, han saltado a la conclusión de que ellos y EL TODO eran idénticos, y han llenado el aire con gritos de «YO SOY DIOS», para diversión de la multitud y lamento de los sabios. La exclamación del corpúsculo de que: «¡Soy el hombre!» sería modesto en comparación. Pero ¿qué es en verdad el universo, si no es EL TODO ni ha sido creado por EL TODO habiéndose separado en fragmentos? ¿Qué otra cosa puede ser, de qué otra cosa puede estar hecho? Ésta es la gran cuestión. Examinémosla cuidadosamente. Encontramos aquí que el «principio de correspondencia» (ver Capítulo 1) viene aquí en nuestra ayuda. El viejo axioma hermético, «Como es arriba es abajo», puede ser puesto en servicio en este punto. Tratemos de conseguir un vislumbre de los trabajos en planos superiores examinando aquéllos en el nuestro propio. El principio de correspondencia debe aplicarse a éste, así como a otros problemas. ¡Veamos! En su propio plano de existencia, ¿cómo crea el hombre? Bien, primero, puede crear haciendo algo a partir de materiales externos. Pero esto no servirá, pues no hay materiales fuera del TODO con los que pueda crear. Bien, entonces, en segundo lugar, el hombre pro-crea o reproduce su especie por el proceso de engendramiento, que es automultiplicación conseguida transfiriendo una porción de su sustancia a su retoño. Pero esto no bastará, porque EL TODO no puede transferir o sustraer una porción de sí mismo, ni puede reproducirse o multiplicarse -en el primer lugar habría una separación, y en el segundo caso una multiplicación o adición al TODO, siendo ambos pensamientos un absurdo-. No hay un tercer modo en que cree el HOMBRE? ¡Sí, lo hay; él CREA MENTALMENTE! Y al hacerlo así no utiliza ningunos materiales externos ni se reproduce a sí mismo, y sin embargo su espíritu compenetra la creación mental. Siguiendo el principio de correspondencia, estamos justificados en considerar que EL TODO crea el universo MENTALMENTE, de una manera semejante al proceso por el que el hombre crea imágenes mentales. Y aquí es donde el dictamen de la razón concuerda con el dictamen de los iluminados, como se muestra por sus enseñanzas y escritos. Tales son las enseñanzas de los sabios. Tal fue la enseñanza de Hermes. EL TODO no puede crear en ningún otro modo excepto mentalmente, sin usar material (y no hay ninguno que usar), o reproduciéndose a sí mismo (que es también imposible). No hay escape de esta conclusión de la razón, que, como hemos dicho, coincide con las más elevadas enseñanzas de los iluminados. Igual que tú, estudiante, puedes crear un universo propio en tu mentalidad, así crea EL TODO universos en su propia mentalidad. Pero tu universo es la creación mental de una mente finita, mientras que el del TODO es la creación de una infinita. Las dos son similares en clase, pero infinitamente diferentes en grado. Examinaremos más de cerca el proceso de creación y manifestación, conforme procedamos. Pero éste es el punto a fijar en vuestras mentes en esta etapa: EL UNIVERSO, Y TODO LO QUE CONTIENE, ES UNA CREACIÓN MENTAL DEL TODO. ¡Ciertamente, en verdad, TODO ES MENTE!
«EL TODO crea en su mente infinita innumerables universos, que existen por eones de tiempo; y sin embargo, para EL TODO, la creación, desarrollo, declinación y muerte de un millón de universos es como el tiempo del parpadeo de un ojo.»
El Kybalion.
«La mente infinita del TODO es la matriz de los universos.»
El Kybalion.
El principio de género (ver Capítulo 1 y otros que seguirán) está manifestado en todos los planos de la vida material, mental y espiritual. Pero como hemos dicho antes, «género» no significa «sexo» - el sexo es meramente una manifestación material del género-. «Género» significa «relativo a la generación o creación».Y donde quiera que algo se genera o crea, sobre cualquier plano, el principio de género debe estar manifestado. Y esto es verdad incluso en la creación de universos. Ahora bien, no saltéis a la conclusión de que estamos enseñando que hay un dios, o creador, macho y hembra. Esa idea es meramente una distorsión de las antiguas enseñanzas sobre el tema. La verdadera enseñanza es que EL TODO, en sí mismo, está por encima del género, como está por encima de toda otra ley, incluyendo las del tiempo y el espacio. El es la ley, de donde proceden las leyes, y no está sujeto a ellas. Pero cuando EL TODO se manifiesta sobre el plano de generación o creación, entonces actúa de acuerdo a la ley y el principio, pues se está moviendo sobre un plano inferior de existencia. Y consecuentemente manifiesta el principio de género, en sus aspectos masculino y femenino, sobre el plano mental, desde luego. Esta idea puede pareceres alarmante a algunos de vosotros que la oís por primera vez, pero todos la habéis realmente aceptado pasivamente en vuestras concepciones de cada día. Habláis de la paternidad de Dios, y la maternidad de la Naturaleza de Dios, el Padre Divino, y la Naturaleza la madre universal- y habéis, por tanto, reconocido instintivamente el principio de género en el universo. ¿No es así?
Pero la enseñanza hermética no implica una dualidad real -EL TODO es UNO-; los dos aspectos son meramente aspectos de manifestación. La enseñanza es que el principio masculino manifestado por EL TODO se halla, en un sentido, aparte de la creación mental real del universo. Proyecta su voluntad hacia el principio femenino (que puede ser llamado «Naturaleza»), a lo que el último comienza el verdadero trabajo de la evolución del universo, desde simples «centros de actividad» hasta el hombre, y después continuamente aún más arriba, todo de acuerdo con leyes de la Naturaleza bien establecidas y firmemente forzosas. Si preferís las viejas figuras de pensamiento, podéis pensar en el principio masculino como DIOS, el padre, y en el principio femenino como la NATURALEZA, la madre universal, de cuya matriz han nacido todas las cosas. Esto es más que una mera figura poética del habla; es una idea del proceso real de la creación del universo. Pero recordad siempre que EL TODO no es sino uno, y que en su mente infinita el universo es generado, creado y existe. Puede ayudaros a obtener la idea apropiada, si queréis aplicar la ley de correspondencia a vosotros mismos y a vuestra propia mente. Sabéis que la parte de vosotros que llamáis «yo», en un sentido, se halla aparte y es testigo de la creación de imágenes mentales en vuestra propia mente. La parte de vuestra mente en la que se lleva a cabo la generación mental puede ser llamada el «mí», en distinción al «yo» que se halla aparte y presencia y examina los pensamientos, ideas e imágenes del «mí». «Como es arriba, es abajo», recordad, y los fenómenos e un plano pueden ser empleados para solucionar las quisicosas de planos más altos o más bajos. ¿Es extraño que vosotros, niños, sintáis esa reverencia instintiva por EL TODO, sentimiento al que llamamos «religión», ese respeto y reverencia por EL PADRE MENTE? ¿Es extraño que, cuando consideráis los trabajos y maravillas de la Naturaleza, seáis abrumados por una poderosa sensación que tiene sus raíces abajo en vuestro ser más interno. Es la MADRE MENTE a la que estáis comprimiéndoos, como un bebé al pecho. No cometáis el error de suponer que el pequeño mundo que veis,alrededor vuestro -la Tierra, que es un mero grano de polvo en el universo- es el universo mismo. Hay millones sobre millones de tales mundos, y mayores. Y hay millones de millones de tales universos en existencia dentro de la mente infinita del TODO. E incluso en nuestro propio pequeño sistema solar hay regiones y planos de vida mucho más elevados que los nuestros, y seres comparados con los cuales nosotros mortales ligados a la tierra somos como las legamosas formas de vida que habitan sobre el lecho del océano cuando se comparan con el hombre. Hay seres con poderes y atributos superiores a lo que el hombre haya soñado nunca que poseyeran los dioses. Y sin embargo estos seres fueron una vez como vosotros, y aun inferiores, y vosotros seréis igual que ellos, y aun superiores, con el tiempo, pues tal es el destino del hombre tal como es referido por los iluminados. Y la muerte no es real, incluso en el sentido relativo -no es sino nacimiento a una nueva vida- e iréis adelante, y adelante, y adelante, a planos de vida superiores y más altos todavía, por eones sobre eones de tiempo. El universo es vuestro hogar, y exploraréis sus más alejados escondrijos antes del fin del tiempo. Estáis habitando en la mente infinita del TODO, y vuestras posibilidades y oportunidades son infinitas, tanto en tiempo como en espacio. Y al final del gran ciclo de eones, cuando EL TODO atraiga de vuelta hacia sí todas sus creaciones, iréis contentos, pues entonces seréis capaces de conocer toda la verdad de ser uno con EL TODO. Tal es el dictamen de los iluminados -aquellos que han avanzado mucho a lo largo del sendero.
Reconocemos esto incluso en nuestro punto de vista ordinario, pues hablamos del mundo como «un fugaz espectáculo» que va y viene, nace y muere, pues el elemento de imperrnanencia y cambio, finitud e insustancialidad, debe estar siempre conectado con la idea de un universo creado cuando se contrasta con la idea del TODO, no importa cuáles puedan ser nuestras creencias concernientes a la naturaleza de ambos. Filósofo, metafísico, científico y teólogo coinciden todos sobre esta idea, y el pensamiento se encuentra en todas las clases de pensamiento filosófico y concepciones religiosas, así como en las teorías de las respectivas escuelas de metafísica y teología. Así que las enseñanzas herméticas no predican la insustancialidad del universo en ninguno de los términos más fuertes que aquellos que os son más familiares, aunque su presentación del tema pueda parecer algo más sobrecogedora. Todo lo que tiene un conúenzo y un final debe ser, en un sentido, irreal y falso, y el universo cae bajo la regla, en todas las escuelas de pensarmento. Desde el punto de vista absoluto, no hay nada real excepto EL TODO, no importa qué términos podamos usar al pensar en o discutir el asunto. Sea que el universo esté creado de materia, o sea una creación mental en la mente del TODO, es insustancial, no duradero, una cosa de tiempo, espacio y cambio. Queremos que realicéis este hecho concienzudamente, antes de pasarle juicio a la concepción hermética de la naturaleza mental del universo. Pensad sobre cualquiera y todas de las otras concepciones, y ved si esto no es verdad de ellas. Pero el punto de vista absoluto muestra meramente un lado del cuadro -el otro lado es el relativo-. La verdad absoluta ha sido definida como «las cosas tal como la mente de Dios las conoce», mientras que la verdad relativa es «las cosas tal como la razón más elevada del hombre las entiende». Y así mientras que para EL TODO el universo debe ser irreal e ilusorio, un mero sueño o el resultado de una meditacion; no obstante, para las mentes finitas que forman una parte de ese universo, y lo ven a través de facultades mortales, el universo es muy real en verdad, y debe ser considerado así. Al reconocer el punto de vista absoluto, no debemos cometer el error de ignorar o negar los hechos y fenómenos del universo tal como se presentan a nuestras facultades mortales -no somos EL TODO, recordad. Para tomar ilustraciones familiares, todos reconocemos el hecho de que la materia «existe» para nuestros sentidos -lo pasaríamos mal si no lo hiciéramos-. Y sin embargo, incluso nuestras mentes finitas entienden el dicho científico de que no hay tal cosa como la materia desde un punto de vista científico; lo que llamamos materia se sostiene que es meramente una agregación de átomos, átomos que son en sí mismos meramente un agrupamiento de unidades de fuerza, llamadas electrones o «iones», vibrando y en constante moción circular. Golpeamos una piedra y sentimos el impacto; parece ser real, pese a que sabemos que es meramente lo que hemos establecido arriba. Pero recordad que nuestro pie, que siente el impacto por medio de nuestros cerebros, es igualmente materia, constituido por tanto de electrones, y en cuanto a eso también nuestros cerebros. Y, en el mejor de los casos, si no fuera por nuestra mente, no sabríamos del pie o de la piedra en absoluto. Entonces de nuevo, el ideal del artista o escultor, que está tratando de reproducir en piedra o lienzo, le parece a él muy real. Igual lo hacen los caracteres en la mente del autor, o dramaturgo, que busca expresar de modo que otros puedan reconocerlos. Y si esto es verdad en el caso de nuestras mentes finitas, ¿cuál debe ser el grado de realidad en las imágenes mentales creadas en la mente del infinito? Oh, amigos, para los mortales este universo de mentalidad es muy real en verdad; es el único que podemos conocer nunca, aunque nos elevemos de plano a plano, cada vez más arriba en él. Para conocerlo de otro modo, por verdadera experiencia, tenemos que ser EL TODO "sino. Es verdad que cuanto más alto nos elevemos en la escala -cuanto más cerca nos llegamos de «la mente del padre» más evidente se vuelve la naturaleza ilusoria de las cosas finitas, pero la visión no se desvanece realmente hasta que EL TODO nos absorbe finalmente hacia sí.
Así que no necesitamos detenernos sobre el carácter de ilusión. Más bien, reconociendo la naturaleza real del universo, busquemos entender sus leyes mentales, y esforcémonos por usarlas hasta su mejor efecto en nuestro progreso hacia arriba a través de la vida, conforme viajamos de plano a plano de existencia. Las leyes del universo no son menos «leyes de hierro» por su naturaleza mental. Todo, excepto EL TODO, está atado por ellas. Lo que hay EN LA MENTE INFINITA DEL TODO es REAL en un grado segundo sólo a esa realidad misma que está investido en la naturaleza del TODO. Así que no os sintáis inseguros o temerosos, estamos SOSTENIDOS FIRMEMENTE EN LA MENTE INFINITA DEL TODO, y no hay nada que nos hiera o que hayamos de temer. No hay ningún poder fuera del TODO para afectamos. Así que debemos descansar calmos y seguros. Entonces «calmos y apaciblemente dormimos, mecidos en la cuna de lo profundo», reposando a salvo en el seno del océano de mente infinita, que es EL TODO. En EL TODO, en verdad, «vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser». La materia es de todos modos materia para nosotros, mientras habitamos en el plano de la materia, aunque sabemos que es meramente una agregación de «electrones», o partículas de fuerza, vibrando rápidamente y girando una alrededor de la otra en las formaciones de los átomos; los átomos a su vez vibrando y girando, fonnando moléculas, las cuales a su vez forman masas mayores de materia. No se vuelve la materia menos materia cuando
seguimos la pesquisa aún más lejos, y aprendemos de las enseñanzas herméticas que la «fuerza» de la que los electrones no son sino unidades es meramente una manifestación de la mente del TODO, y como todo lo demás en el universo es puramente mental en su naturaleza. Mientras estemos en el plano de la materia, debemos reconocer sus fenómenos; podemos controlar la materia (como lo hacen todos los maestros de mayor o menor grado), pero lo hacemos así aplicando las fuerzas superiores. Cometemos una insensatez cuando intentamos negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros -y eso correctamente-, pero no deberíamos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras residamos sobre su plano.
Ni se vuelven las leyes de la Naturaleza menos constantes o efectivas cuando sabemos, igualmente, que son meramente creaciones mentales. Ellas tienen pleno efecto en los diversos planos. Superamos las leyes inferiores, aplicando unas aún superiores -y sólo de este modo-. Pero no podemos escapar a la ley o elevamos por encima de ella enteramente. Nada sino EL TODO puede escapar a la ley -y eso porque EL TODO es la LEY en sí, de donde emergen todas las leyes-. Los maestros más avanzados pueden adquirir los poderes usualmente atribuidos a los dioses de los hombres; y hay incontables rangos de ser, en la gran jerarquía de la vida, cuyo ser y poder trasciende incluso el de los más elevados maestros entre los hombres hasta un grado impensable por los mortales, pero incluso el más elevado maestro, y el más elevado ser, deben inclinarse ante la ley, y ser como nada ante el ojo del TODO. Así que si incluso estos seres los más elevados, cuyos poderes exceden incluso aquellos atribuidos por los hombres a sus dioses; si incluso éstos están ligados y subordinados a la ley, imaginad entonces la presunción del hombre mortal, de nuestra raza y grado, cuando osa considerar las leyes de la Naturaleza como «irreales», visionarias e ilusorias, porque resulta ser capaz de captar la verdad de que las leyes son mentales en naturaleza, y simplemente creaciones mentales del TODO. Esas leyes que EL TODO pretende que sean leyes gobernantes no han de ser desafiadas o argüidas. Mientras el universo dure, ellas durarán, pues el universo existe por virtud de estas leyes que forman su armazón y lo mantienen junto. El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución. De hecho, la ciencia meramente corrobora las enseñanzas herméticas. Las últimas meramente enseñan que la naturaleza del universo es «mental», mientras que la ciencia moderna ha enseñado que es «material»; o (últimamente) que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas herméticas no tienen ningún fallo que encontrar en el principio básico de Herbert Spencer que postula la existencia de una «energía infinita y eterna, de donde proceden todas las cosas». De hecho, los herméticos reconocen en la filosofía de Spencer la más elevada afirmación externa del funcionamiento de las leyes naturales que haya sido nunca promulgada, y creen que Spencer ha sido una reencarnación de un antiguo filósofo que residió en el antiguo Egipto hace miles de años, y que posteriormente encamó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el 500 a. de J. C. Y consideran su afinnación de la «energía infinita y eterna» como directamente en la línea de las enseñanzas herméticas, siempre con la adición de su propia doctrina de que su «energía» es la energía de la mente del TODO. Con la llave maestra de la filosofía hermética, el estudiante de Spencer será capaz de abrir las muchas puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuya obra muestra los resultados de la preparación de sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas concernientes a la evolución y el ritmo están casi en perfecto acuerdo con las enseñanzas herméticas concernientes al principio de ritmo. Así que el estudiante de las enseñanzas herméticas no necesita dejar a un lado ninguna de sus acariciadas visiones científicas concernientes al universo. Todo lo que se le pide hacer es captar el principio subyacente de que «EL TODO es mente; el universo es mental, sostenido en la mente del TODO». Encontrará que los otros seis de los siete principios se «ajustarán» en su conocimiento científico, y servirán para extraer puntos oscuros y arrojar luz en rincones sombríos. Esto no ha de extrañarnos, cuando realizamos la influencia del pensamiento hermético en los primitivos filósofos de Grecia, sobre cuyos fundamentos de pensamiento descansan ampliamente las teorías de la ciencia moderna. La aceptación del primer principio hermético (rnentalismo) es el único gran punto de diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la ciencia está moviéndose gradualmente hacia la posición hermética en su tantear en la oscuridad por una vía de salida del laberinto en el que ha vagado en su búsqueda por la realidad. El propósito de esta lección es imprimir sobre las mentes de nuestros estudiantes el hecho de que, para todas las intenciones y propósitos, el universo y sus leyes, y sus fenómenos, son tan REALES, hasta donde el hombre está concernido, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo o el energismo. Bajo cualquier hipótesis el universo en su aspecto externo es cambiante, siempre fluyente y transitorio -y por consiguiente, vacío de sustancialidad y realidad-. Pero (notad el otro polo de la verdad) bajo cualquiera de las mismas hipótesis, estarnos compelidos a ACTUAR Y VIVIR como si las cosas fugaces fuesen reales y sustanciales. Con esta diferencia, siempre, entre las diversas hipótesis que bajo las viejas visiones el plano mental era ignorado como una fuerza natural, mientras que bajo el mentalismo se convierte en la fuerza natural más grande. Y esta única diferencia revoluciona la vida, a aquellos que entienden el principio y sus leyes y práctica resultantes.
mental se deriva de la «mente inmanente» del pensador, Considerad esto por un momento, hasta que se capte la idea. Para tomar un ejemplo moderno, digamos que Otelo, Yago, Hamlet, Lear, Ricardo II, existieron meramente en la mente de Shakespeare, en el tiempo de su concepción o creación. Y sin embargo, Shakespeare también existía dentro de cada uno de estos caracteres, dándoles su vitalidad, espíritu y acción. ¿De quién es el «espíritu» de los caracteres que conocemos como Micawber, Oliver Twist, Uriah Heep; es Dickens, o tiene cada uno de estos caracteres un espíritu personal, independiente de su creador? ¿Tienen la Venus de Medici, la Madonna Sixtina, el Apolo de Belvedere, espíritus y realidad propios, o representan el poder espiritual y mental de sus creadores? La ley de la paradoja explica que ambas proposiciones son ciertas, vistas desde los puntos de vista apropiados. Micawber es tanto Micawber como sin embargo Dickens. Y, de nuevo, mientras que puede decirse que Micawber es Dickens, sin embargo Dickens no es idéntico con Micawber. El hombre, como Micawber, puede exclamar: «El espíritu de mi creador es inherente dentro de mí, ¡y sin embargo yo no soy EL!». Cuán diferente esto de la conmocionante media-verdad tan vociferantemente anunciada por algunos de los medio-sabios, que llenan el aire con sus raucos gritos de: «¡Yo soy Dios!» Imaginad al pobre Micawber, o al vil Uriah Heep, gritando: «Soy Dickens», o a alguno de los ruines zoquetes en uno de los dramas de Shakespeare, anunciando grandilocuentemente que: «¡Soy Shakespeare!» EL TODO está en el gusano de tierra, y sin embargo el gusano de tierra está lejos de ser EL TODO. Y sin embargo permanece la maravilla de que aunque el gusano de tierra existe meramente como una cosa ruin, creada y teniendo su ser solamente dentro de la mente del TODO, sin embargo EL TODO es inmanente en el gusano de tierra, y en las partículas que constituyen el gusano de tierra. ¿Puede haber algún misterio mayor que éste de «todo en EL TODO, y EL TODO en todo»? El estudiante realizará, desde luego, que las ilustraciones dadas arriba son necesariamente imperfectas e inadecuadas, pues representan la creación de imágenes mentales en mentes finitas, mientras que el universo es una creación de la mente infinita, y la diferencia entre los dos polos les separa. Y sin embargo ésta es meramente una cuestión de grado -el mismo principio está en operación-; el principio de correspondencia se manifiesta en cada uno -«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba». Y en el grado en que el hombre realice la existencia del espíritu interno inmanente dentro de su ser, así se elevará en la escala espiritual de la vida. Esto es lo que significa el desarrollo espiritual: el reconocimiento, la realización y la manifestación del espíritu dentro de nosotros. Tratad de recordar esta última definición, la del desarrollo espiritual. Contiene la verdad de la verdadera religión. Hay muchos planos de ser, muchos subplanos de vida, muchos grados de existencia en el universo. Y todo depende del avance de los seres en la escala, de cuya escala el punto más bajo es la materia más grosera, estando el más elevado separado únicamente por la más fina división del ESPÍRITU de EL TODO. Y, hacia arriba y hacia adelante a lo largo de esta escala de la vida, todo se está moviendo. Todos están sobre el sendero, cuyo final es EL TODO. Todo progreso es un retomar al hogar. Todo va hacia arriba y hacia adelante, a pesar de todas las apariencias al parecer contradictorias. Tal es el mensaje de los iluminados. Las enseñanzas herméticas concemientes al proceso de la creación mental del universo son las de que al comienzo del ciclo creativo EL TODO, en su aspecto de «ser», proyecta su voluntad hacia su aspecto de «devenir», y el proceso de creación comienza. Se enseña que el proceso consiste en el rebajamiento de la vibración hasta que se alcanza un grado bajísimo de energía vibratorio, en cuyo punto se manifiesta la forma de materia más grosera posible. Este proceso es llamado la etapa de involución, en el que EL TODO se «envuelve» o «arropa» en su creación. Este proceso se cree por los hermetistas que tiene una correspondencia con el proceso mental de un artista, escritor o inventor, que se arropa de tal modo en su creacion mental que casi olvida su propia existencia y el cual, por el tiempo dado, casi «vive en su creación». Si en vez de «arropado» usamos la palabra «arrebatado», quizá daremos una mejor idea de lo que se quiere dar a entender. Esta etapa involuntaria de creación es llamada a veces la «efusión» de la energía divina, igual que el estado evolutivo es llamado la «absorción». El polo extremo del proceso creativo se considera que es el más apartado del TODO, mientras que el conúenzo de la etapa evolutiva se considera como el comienzo de la oscilación de retomo del péndulo del ritmo -una idea de «volver al hogar» sostenida en todas las enseñanzas herméticas-. Las enseñanzas son que durante la «efusión», las vibraciones se vuelven cada vez más bajas hasta que finalmente el impulso cesa y comienza la oscilación de retomo. Pero hay esta diferencia, que mientras que en la «efusión» las fuerzas creativas se manifiestan compactamente y como un conjunto, sin embargo desde el comienzo de la etapa evolutiva o de «absorción», se manifiesta la ley de individualización -esto es, la tendencia a separarse en unidades de fuerza-, de modo que finalmente aquello que abandonó al TODO como energía individualizada retorna a su fuente como incontables unidades de vida altamente desarrolladas, habiéndose elevado cada vez más alto en la escala por medio de la evolución física, mental y espiritual.
Los antiguos hermetistas usan la palabra «meditación» al describir el proceso de la creación mental del universo en la mente del TODO, siendo empleada también frecuentemente la palabra «contemplación». Pero la idea pretendida
parece ser la del empleo de la atención divina. «Atención» es una palabra derivada de una raíz latina, que significa «extenderse, estirarse», y así el acto de atención es realmente una «extensión» mental de energía mental, de modo que la idea subyacente es atendida fácilmente cuando examinamos el significado real de la «atención». Las enseñanzas herméticas concemientes al proceso de evolución son que EL TODO, habiendo meditado sobre el comienzo de la creación, habiendo establecido así los fundamentos materiales del universo, habiéndolo pensado a la existencia, entonces gradualmente se despierta o levanta de su meditación y al hacerlo así comienza la manifestación del proceso de evolución, sobre los planos material, mental y espiritual, sucesivamente y en orden. Así comienza el movimiento hacia arriba, y todo empieza a moverse en dirección hacia el espíritu. La materia se vuelve menos grosera; las unidades brotan al ser; las combinaciones empiezan a formarse; la vida aparece y se manifiesta en formas cada vez más elevadas, y la mente se vuelve cada vez más en evidencia, volviéndose más elevadas constantemente las vibraciones. En breve, el proceso entero de evolución, en todas sus fases, comienza, y procede de acuerdo con las leyes establecidas del proceso de «absorción». Todo esto ocupa eones sobre eones del tiempo del hombre, conteniendo cada eón incontable millones de años, y sin embargo los iluminados nos informan que la creación entera, incluyendo involución y evolución, de un universo, no es sino «como el parpadeo de un ojo» para EL TODO. Al final de incontables ciclos de eones de tiempo, EL TODO retira su atención -su contemplación y meditación- del universo, pues la gran obra está acabada, y todo es atraído adentro del TODO de donde emergió. Pero misterio de misterios -el espíritu de cada alma no es aniquilado, sino que es infinitamente expansionado-, el creado y el creador se funden. ¡Tal es el dictamen de los iluminados! La ilustración de arriba de la «meditación», y subsiguiente «despertar de la meditación», del TODO, no es desde luego sino un intento de los instructores por describir el proceso infinito por un ejemplo finito. Y, sin embargo: «Como es abajo, es arriba.» La diferencia es meramente en grado. Y así como EL TODO se levanta de la meditación sobre el universo, así el hombre (con el tiempo) cesa de manifestarse sobre el plano material, y se retira cada vez más adentro del espíritu interno, que es en verdad «el ego divino». Hay una cuestión más de la que deseamos hablar en esta lección, y ésa viene muy cerca de una invasión del área metafísica de especulación, aunque nuestro propósito es meramente mostrar la futilidad de tal especulación. Aludimos a la cuestión que inevitablemente viene a la mente de todos los pensadores que se han aventurado a buscar la verdad. La cuestión es: «¿POR QUÉ crea universos EL TODO?» La cuestión puede ser preguntado en formas diferentes, pero la de arriba es el grano de la encuesta. Los hombres se han esforzado duramente por responder a esta pregunta, pero aún no hay ninguna respuesta digna del nombre. Algunos han imaginado que EL TODO tenía algo que ganar con ello, pero esto es absurdo, pues ¿qué podría ganar EL TODO que no poseyera ya? Otros han buscado la respuesta en la idea de que EL TODO «deseaba algo que amar»; y otros que creó por placer o entretenimiento; o porque «estaba solo»; o para manifestar su poder; todas ellas explicaciones e ideas pueriles, pertenecientes al período infantil del pensamiento. Otros han buscado explicar el nústerio asunúendo que EL TODO se encontró «compelido» a crear, en razón de su propia «naturaleza interna» -su «instinto creativo»-. Esta idea está más avanzada que las otras, pero su punto débil recae en la idea de que EL TODO sea «compelido» por algo, interno o externo. Si su «naturaleza interna», o «instinto creativo», lo compelió a hacer algo, entonces la «naturaleza interna» o «instinto creativo» sería el absoluto, en vez del TODO, y por tanto acordemente esa parte de la proposición cae. Y, sin embargo, EL TODO crea y manifiesta, y parece encontrar alguna clase de satisfacción en hacerlo así. Y es difícil escapar a la conclusión de que en algún grado infinito debe tener lo que correspondería a una «naturaleza interna», o a un «instinto creativo», en el hombre, con deseo y voluntad correspondientemente infinitos. No podría actuar a no ser que quisiera actuar; y no querría actuar a no ser que desease actuar; y no desearía actuar a no ser que obtuviese alguna satisfacción por ello. Y todas estas cosas pertenecerían a una «naturaleza interna», y podrían ser postuladas como existiendo de acuerdo con la ley de correspondencia. Pero aún preferimos pensar en EL TODO como actuando enteramente LIBRE de cualquier influencia, interna tanto como externa. Ése es el problema que yace en la raíz de la dificultad -y la dificultad yace en la raíz del problema. Hablando estrictamente, no podría decirse que hubiese una «razón» cualquiera para que actuase EL TODO, pues una «razón» implica una «causa», y EL TODO está por encima de causa y efecto, excepto cuando quiere convertirse en causa, en cuyo momento el principio se pone en movimiento. Así que, veis, la materia es impensable, igual que EL TODO es incognoscible. Igual que decimos que EL TODO meramente «ES», así estamos compelidos a decir que «EL TODO ACTÚA PORQUE ACTUA». Al final de todo, EL TODO es toda razón en sí mismo; toda ley en sí mismo; toda acción en sí mismo; y puede decirse, de modo plenamente cierto, que EL TODO es su propia razón, su propia ley, su propio acto; o aún más lejos, que EL TODO, su razón, su acto, su ley son UNO, siendo todos nombres para la misma cosa. En la opinión de aquellos que os están dando las lecciones presentes, la respuesta está encerrada en el SER INTERNO del TODO, junto con su secreto de existencia. La ley de correspondencia, en nuestra opinión, se extiende sólo hasta ese aspecto del TODO, del que puede hablarse como «el aspecto de DEVENIR». Detrás de ese aspecto está «el aspecto de SER», en el que todas las leyes se pierden en LEY-, todos los principios se funden en PRINCIPIO, y EL TODO, PRINCIPIO y SER, son