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Es un cuento para la clase de lectura y escritura académica
Typology: Cheat Sheet
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El Asesinato del Escritor de Misterios Era una noche lluviosa en el tranquilo barrio de la ciudad cuando la detective María Garcia recibió una llamada que la despertó de su sueño. Al otro lado de la línea, la voz del fiscal Poveda, su compañero, l informó con voz entrecortada : — garcia, necesitamos que vengas. Es el escritor de misterio más famoso del país… está muerto. El escritor al que se refería era Juan Guerrero, un autor de novelas policiales que había cautivado a millones de lectores. Sus libros siempre giraban en torno a crímenes perfectos y asesinos escurridizos, pero ahora Guerrero era la víctima. García llegó rápidamente a la casa de la familia Guerrero, una casa esquinera, vieja y llena de estanterías repletas de libros. La escena del crimen era perturbadora, aunque no del todo sorprendente pues era una muerta al estilo de escritura de Guerrero. El cuerpo de Guerrero se encontraba en su escritorio, con la cabeza recostada sobre un papel, y sus extremidades separadas de su cuerpo pero puestas cerca del mismo, como si siguieran pegadas, excepto el brazo derecho que reposaba también encima del papel sujetando un esfero con las letras grabadas JG, a parte de eso la habitación era inusualmente tranquila, sin rastros de que algo anduviera mal. —¿Alguna pista, fiscal? —preguntó garcia, examinando el lugar. —Nada, parece un asesinato limpio. Nadie ha entrado por la puerta, y las ventanas están cerradas. Pero esto —dijo poveda mientras señalaba el escritorio— es lo que no entiendo. Este cuaderno es el último de los escritos de guerrero y la página en la que está abierto describe exactamente este lugar de los hechos. García se acercó al cuaderno. Entre las páginas, había un relato tan fascinante como los libros de Guerrero solo que describiendo la muerte de él mismo. Una nueva pista llegó cuando García decidió abrir el primer cajón del escritorio y encontró varias cajas de esferos que Huerreo habia mandado a hacer para la anterior firma de autógrafos, un esfero igual al que la mano de fierro sostenía solo que estos solo llevaban grabada una G y no una JG Ese pequeño detalle significaba mucho, y es que era verdad el famoso escritor era reconocido como Guerrero, su nombre Juan era muy pocas veces nombrado. —García vea esto— en uno de los libros del estante, la primer obra de Guerrero que lo mandó al estrellato había una carta “Juan no me puedes hacer esto, sabes que la historia es mía ¿cómo pudiste ser tan descarado de cambiar tu nombre por el mío y mandar el libro a la editorial. García quedó en blanco, eso significaba que la carrera de Guerrero había nacido como producto de un engaño. —Ya tenemos un claro sospechoso- dijo poveda con una sonrisa del lado
Disculpar, detective García hay una persona merodeando la zona en un carro azul desde hace rato, dijo uno de los policías que resguardaban la zona. García salió para ver el carro que estaba estacionado frente a la casa u le preguntó al hombre dentro de él cuál era su nombre Julián Guerrero dijo el tipo, el hermano menor de Juan Guerrero, se había tardado mucho detective. —Caso cerrado —murmuró García. El Último Misterio de Juan Guerrero Era una noche lluviosa y silenciosa en el tranquilo barrio de la ciudad cuando la detective María García recibió una llamada que la despertó de su sueño. La voz al otro lado de la línea era la del fiscal Poveda, su compañero, y su tono entrecortado denotaba la gravedad de la situación. —García, necesitamos que vengas. Es el escritor de misterio más famoso del país… está muerto. El escritor al que se refería era Juan Guerrero, un autor de novelas policiales que había cautivado a millones de lectores con sus tramas intricadas y sus crímenes perfectos. Sus libros siempre giraban en torno a asesinos astutos y escenarios imposibles, pero esta vez, la historia tenía un giro mortal: Guerrero se había convertido en la víctima. García se vistió rápidamente y se dirigió a la casa de los Guerrero, una antigua mansión de esquina que parecía salida de una de las novelas de su hermano. La vivienda, llena de estanterías repletas de libros, tenía un aire nostálgico y desordenado, como si el tiempo hubiera decidido quedarse atrapado entre sus paredes. Al entrar, la escena del crimen la dejó fría, aunque no del todo sorprendida. Después de todo, el asesinato de Juan Guerrero parecía sacado directamente de uno de sus propios relatos. El cuerpo de Guerrero yacía sobre su escritorio, con la cabeza recostada sobre un papel. Pero lo más inquietante no era la postura, sino la forma en que sus extremidades se encontraban dispuestas. Las piernas y brazos estaban separadas de su torso, pero colocadas cerca de él, como si aún conservaran alguna conexión invisible. El brazo derecho reposaba sobre el escritorio, sosteniendo un esfero con las letras grabadas "JG", las iniciales de Guerrero. El ambiente en la habitación era extrañamente sereno, sin señales evidentes de lucha o alteración, como si la muerte hubiera sido tan meticulosa como uno de sus propios crímenes ficticios. —¿Alguna pista, fiscal? —preguntó García, mientras recorría el lugar con la mirada. Poveda frunció el ceño, observando el entorno. —Nada. Parece un asesinato limpio. La puerta no ha sido forzada y las ventanas están cerradas. Pero esto… —dijo, señalando el escritorio—, esto es lo que no entiendo. Este
El hombre dentro del coche levantó la vista, y sus ojos reflejaron una mezcla de cansancio y desdén. —Julián Guerrero —dijo, con voz grave—, el hermano menor de Juan. Se ha tardado mucho, detective. García lo observó por un largo momento, comprendiendo al fin la magnitud de lo que había ocurrido. La rivalidad fraternal, el robo de la obra de su hermano, y la envidia que había consumido a Julián durante años. Aquel plagio había sido el detonante de una tragedia que ahora terminaba en asesinato. La detective suspiró, ya con la respuesta clara en su mente. —Caso cerrado —murmuró García, mientras observaba al hombre desde la ventana del coche. Julián Guerrero nunca perdonó a su hermano por el despojo de su legado. Y finalmente, la justicia había llegado, pero con un precio terrible: un crimen que, de alguna manera, parecía haber sido escrito desde el principio en las páginas de una historia que nunca debió haberse contado.