Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

adminpujojs,+E_tica+Ambiental+-+Alfredo+Marcos, Apuntes de Matemáticas

adminpujojs,+E_tica+Ambiental+-+Alfredo+Marcos

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 04/06/2022

jhon-ospina-mrtnz
jhon-ospina-mrtnz 🇨🇴

4 documentos

1 / 27

Toggle sidebar

Esta página no es visible en la vista previa

¡No te pierdas las partes importantes!

bg1
UNIVERSITAS PHLLOSOPHICA 33, (pp. 31-57)
diciembre 1999, Bogotá, Colombia
ÉTICA AMBIENTAL
ALFREDO MARCOS *
RESUMEN
El presente artículo pretende ofrecer una información básica,
rigurosa y fundamentada sobre la Etica Ambiental. En los seis
apartados en que se divide el texto se abordan los temas
siguientes: La urgente necesidad de seguir avanzando en la
construcción de una teoría ética (para la que no hallamos
paradigmas en la tradición occidental) que sea capaz de
enfrentar los problemas morales planteados al hombre de hoy,
por la extensión y la profundidad de su poder sobre la
naturaleza. Los cambios radicales, operados en nuestro siglo
por los desarrollos de la tecnociencia, en la concepción
tradicional sobre las relaciones del hombre con la naturaleza.
La dignidad ontológica de los seres vivos y la capacidad real
de transformación o de reelaboración de las posibilidades que
nos ofrece la naturaleza, como límites morales de las acciones
humanas sobre el mundo. Tres tipos fundamentales de
problemas a los que se enfrenta la Etica Ambiental:
internacionales, intergeneracionales e interespecíficos. Las dos
grandes corrientes de pensamiento en la ética ambiental: el
antropocentrismo y el anti-antropocentrismo, cada uno de
ellos con fragmentaciones y diferencias más o menos
profundas. Finalmente se ofrecen algunas indicaciones
bibliográficas sobre obras que, desde algunas perspectivas, han
marcado alguna pauta.
*
Universidad de Valladolid.
pf3
pf4
pf5
pf8
pf9
pfa
pfd
pfe
pff
pf12
pf13
pf14
pf15
pf16
pf17
pf18
pf19
pf1a
pf1b

Vista previa parcial del texto

¡Descarga adminpujojs,+E_tica+Ambiental+-+Alfredo+Marcos y más Apuntes en PDF de Matemáticas solo en Docsity!

UNIVERSITAS PHLLOSOPHICA 33, (pp. 31-57) diciembre 1999, Bogotá, Colombia

ÉTICA AMBIENTAL

ALFREDO MARCOS *

RESUMEN

El presente artículo pretende ofrecer una información básica, rigurosa y fundamentada sobre la Etica Ambiental. En los seis apartados en que se divide el texto se abordan los temas siguientes: La urgente necesidad de seguir avanzando en la construcción de una teoría ética (para la que no hallamos paradigmas en la tradición occidental) que sea capaz de enfrentar los problemas morales planteados al hombre de hoy, por la extensión y la profundidad de su poder sobre la naturaleza. Los cambios radicales, operados en nuestro siglo por los desarrollos de la tecnociencia, en la concepción tradicional sobre las relaciones del hombre con la naturaleza. La dignidad ontológica de los seres vivos y la capacidad real de transformación o de reelaboración de las posibilidades que nos ofrece la naturaleza, como límites morales de las acciones humanas sobre el mundo. Tres tipos fundamentales de problemas a los que se enfrenta la Etica Ambiental: internacionales, intergeneracionales e interespecíficos. Las dos grandes corrientes de pensamiento en la ética ambiental: el antropocentrismo y el anti-antropocentrismo, cada uno de ellos con fragmentaciones y diferencias más o menos profundas. Finalmente se ofrecen algunas indicaciones bibliográficas sobre obras que, desde algunas perspectivas, han marcado alguna pauta.

***** Universidad de Valladolid.

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33, (pp. 31-57)

diciembre 1999, Bogotá, Colombia

ENVIRONMENTAL ETHICS

ALFREDO MARCOS *

ABSTRACT

Present article attempts to offer basic, rigourous and grounded information about Environmental Ethics. In its six parts it treats the following issues: The pressing necessity of advancing in the construction of an ethical theory, capable of dealing with moral problems arosen to the mankind by the extent and profoundity of its power over nature. The radical changes operated in our century by technoscience developments, on the traditional conception of the relations man-nature. The ontological dignity of living beings and the real capacity of transformation or reelaboration of possibilities offered by nature, as moral limits for human action over the world. Three foundamentals types of problems for Environmental Ethics: International, Intergenerational, Interspecific. Two great strands in Environmental Ethics thought: anthropocentrism and anti- anthropocentrism, each one with its fragmentations and more or less profound differencies. Finally some bibliographical indications are offered about leading works on the issue.

  • Universidad de Valladolid.

ALFREDO MARCOS 34

naturaleza y los seres naturales tienen un valor en sí, en el que se basa nuestra obligación moral para con ellos, o todo se reduce a su utilidad para el ser humano? ¿Cuáles tienen más valor y por qué, y cómo se puede comparar ese valor con el bienestar de los humanos cuando hay que conciliar ambos? ¿Qué sucede cuando el interés de la especie se opone al de ciertos individuos? Por ejemplo, para que puedan vivir los elefantes a veces hay que eliminar a algunos elefantes. ¿Qué vale más un individuo con mayor valor intrínseco (por ejemplo, un primate) o un viviente que pertenezca a una especie en peligro de extinción? ¿Bajo qué criterios se debe decidir el conflicto entre los intereses de distintas generaciones? Todas estas cuestiones dificilmente se pueden abordar sólo con nuestras intuiciones morales y buenos sentimientos (aunque evidentemente sin ellos tampoco podemos resolverlas).

En definitiva, la teoría ética es necesaria. Se requiere una base racional para tomar decisiones ambientales correctas desde el punto de vista moral. Aún más cuando hoy día tenemos que tomar muchas decisiones difíciles de este tipo. Éste es un fenómeno reciente, pues las relaciones entre el hombre y la naturaleza, entre lo artificial y lo natural, han sufrido en poco tiempo un gran cambio debido al desarrollo de la tecno-ciencia. Veremos, pues, en lo sucesivo, en qué han consistido esos cambios (apartados 2 y 3), qué cuestiones de ética ambiental nos-han planteado (apartado 4) y qué líneas de pensamiento tratan actualmente de darles respuesta (apartado 5). Al final del artículo (apartado 6) aportaré unas indicaciones bibliográficas para quien desee adentrarse más en la ética ambiental.

2. RELACIONES ENTRE LA CIUDAD Y LA NATURALEZA

LA ÉTICA AMBIENTAL es una disciplina naciente, fruto de los problemas estrictamente actuales de la relación del hombre con la naturaleza. El hombre siempre pensó en la naturaleza como en un ser de dos caras, según la metáfora de Darwin. Por un lado es la madre amorosa que provee de todo lo necesario para la vida y de algunos placeres que exceden lo estrictamente necesario y que hacen la vida más humana y digna de ser vivida. Por otra parte, la naturaleza con frecuencia se muestra avara y exige del ser humano el esfuerzo del trabajo y del ingenio para arrancarle sus bienes más preciados, y en los peores momentos se vuelve un monstruo que atormenta y devora a sus hijos con la enfermedad, con el rayo o con las sacudidas de la tierra,

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33, DIC. 99

ÉTICA AMBIENTAL 35

los sorprende en el mar con el soplo invernal o les niega el agua para sus campos.

Frente a ello, como podemos leer en la Antígona^ de Sófocles, el hombre aprendió "costumbres de civil convivencia y a huir de la helada lluvia. Infinitos son los recursos con que afronta el futuro":

Muchas son la maravillas. Pero el hombre es la mejor. Por el mar canoso corre Sin miedo al soplo invernal Del Noto y a su destino Llega entre olas encrespadas; Atormenta a la diosa Soberana entre todas, la Tierra incansable Y eterna, y cultiva cada año los surcos. Con la prole del caballo.

Echa la red y persigue A la raza de los pájaros De mentes atolondradas Y a las fieras de los bosques Y a las criaturas marinas El hombre lleno de^ ingenio; Y con sus artimañas Domina a la fiera que el monte recorre, Pone yugo al corcel en su crin ondeante Y al fuerte toro silvestre.

Y lenguaje^ adquirió y^ pensamiento Veloz como el viento y costumbres De civil convivencia y a huir aprendió De la helada lluvia. Infinitos son los recursos con que afronta El futuro, mas de Hades no escapará, por más que sepa a dolencias graves sustraerse.

Pero así como mal puede usar De su arte sutil e increíble, Le es posible aplicarla a lo bueno.^ Si cumple La ley de su país De acuerdo con los dioses Por que jura, patriota será. mas no. en cambio.

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33, DIC 99

ÉTICA AMBIENTAL 37

naturales. Estamos a un paso de pensar la naturaleza como hija del ser humano, situada dentro de su ámbito de responsabilidad.

3. LO ARTIFICIAL Y LO NATURAL

LA DISTINCIÓN ENTRE lo natural y lo artificial merece ser repensada y puesta al día, pues a cada instante la acción del hombre llega más lejos y más hondo en la naturaleza, y es ya de tal grado y extensión que se funde con la acción de la propia naturaleza en casi cada una de sus manifestaciones, al menos dentro del planeta que nos acoge. Sólo en el espacio, y en algún rincón abisal o escondido de nuestro planeta queda lo natural puro, para el resto el hombre pastorea el ser y, por lo mismo, debe hacerse responsable. Ni siquiera se puede hablar con propiedad de reservas naturales. De hecho no hay nada más artificial que un parque natural, donde todo está legislado, regulado, medido y contado. Tales parques contiene ecosistemas bajo estricta vigilancia humana, normalmente orientada hacia la conservación, pero aun este fin no siempre es viable y no tiene por qué ser siempre deseable, pues los propios ecosistemas naturales han sido siempre cambiantes. Incluso los llamados santuarios de la biosfera son, como mínimo, espacios cuyo aspecto virgen se consiente y muchas veces se protege. De hecho, el tradicional objetivo de la primera generación de conservacionistas era la preservación de espacios naturales no tocados por la mano del hombre. Actualmente este objetivo ha sido desplazado por la búsqueda de la biodiversidad. Obsérvese que la biodiversidad se puede obtener, aumentar o preservar por medios naturales o artificiales. La biodiversidad como objetivo no distingue entre lo natural y lo artificial, lo cual era clave para el conservacionismo más tradicional. Un buen ejemplo de la actitud del conservacionista clásico lo tenemos todavía en un reciente y lúcido artículo del Príncipe Carlos de Inglaterra sobre alimentos transgénicos, reproducido en The Ecologist:^ "¿Tenemos derecho a experimentar y comerciar con los elementos básicos de la vida? [...] Creo que esta clase de modificación genética lleva a la humanidad a campos que pertenecen a Dios, y sólo a Dios"2.

Están, pues, bajo la mano del hombre. bajo su tutela, casi todos los espacios de la Tierra. Cualquier vuelta a una naturaleza realmente

2. "Semillas del desastre", en The Ecologist,^ vol. 28, n' 5, Sept.-Oct, 1998, p. 6. Todo el número está dedicado a los alimentos transgénicos.

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33. DIC. 99

ALFREDO MARCOS 38

salvaje, con su doble faz, bondadosa y terrible, con la estabilidad inatacable que le atribuían los antiguos, una naturaleza en la que la acción de nuestros ancestros se diluía como una gota en un océano, no pasa de ser una romántica ilusión. Hasta el "desmontaje" de nuestro sistema tecnológico, si tal fuera posible, tendría que ser conducido tecnológicamente para evitar la simple catástrofe, y su resultado seria ya para siempre en cierta medida artificial. La naturaleza ha pasado decididamente a estar, en su conjunto, a expensas de la decisión del hombre; es vista en todas sus partes como recurso3, cómo recurso para paliar las necesidades humanas y aumentar el bienestar, incluso como recurso para satisfacer el anhelo humano de contemplar algo aún virgen, o al menos de saberlo existente. Así pues, casi todo en nuestro planeta, y en un entono cada vez más amplio del mismo, se ha vuelto, en cierto sentido artificial.

No sólo los ecosistemas están recorridos por la voluntad del hombre, voluntad de hacer o de dejar, sino que los mismos vivientes individuales pueden ser hoy fruto de la intervención humana. De hecho en cierta medida siempre ha habido vivientes moldeados por la mano del hombre, al menos desde el Neolítico. La cría y el cultivo selectivo han esculpido nuestro trigo y nuestro perros, nuestro maíz y nuestros caballos. Hoy, la posibilidad de intervenir sobre el genoma constituye una herramienta mucho más poderosa y precisa para esta tarea de moldeado. Y mucho más peligrosa. De modo que también en los vivientes puede haber algo de artificial. Cada vez más seres vivos son "híbridos" de naturaleza y artificio. En el límite se podría pensar en un viviente constituido artificialmente a partir de sus compuestos moleculares por métodos bioquímicos.

Por otro lado, cuando imaginamos que los objetos artificiales se revelan con claridad como tales, no podemos perder de vista la existencia de presas construidas por castores, de nidos elaborados minuciosamente por aves, de telas urdidas por arañas y así sucesivamente. De hecho, como bien observó Aristóteles, el arte imita a la naturaleza, no sólo en el sentido trivial de que imita sus productos,

3. Véase HEIDEGGER, (^) M., "La pregunta por la técnica", en Medina, M. y Sanmartín, J. (eds.), Tecnología, ciencia, naturaleza y sociedad, (^) Anthropos, Barcelona, 1989.

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33. DIC. 99

ALFREDO MARCOS 40

se extiende más allá de nuestro poder, no alcanza a lo puramente natural. Nada nos puede hacer responsables de la muerte y del sufrimiento que de ninguna manera podemos evitar. Pero los límites de nuestro poder son cada vez más amplios y fluidos y la responsabilidad nos llega por acción y por omisión. Dejar a su aire un santuario de la bioesfera sobre el que podríamos intervenir no nos exime de responsabilidad sobre el mismo, como tampoco el dejar morir a alguien nos hace automáticamente inocentes de ' su muerte, pues la mera decisión de no intervenir, pudiendo hacerlo, nos hace contraer ya una responsabilidad. Lo mismo podemos decir en el terreno de la economía y en otros muchos. La responsabilidad llega hasta donde llega nuestro poder, no sólo nuestro hacer efectivo, y hay que ver la mano del hombre tanto cuando se cierne sobre los vivientes como cuando, por decisión propia, se mantiene sobre ellos sin tocarlos.

En cuanto al valor de los seres, tenemos que reconocer que no depende estrictamente de que sobre ellos haya intervenido o no el hombre, sino de su condición de vivientes. Debemos hacer, pues, la distinción entre lo que el hombre hace con seres no vivos y lo que hace con seres vivos. Hay en ambos casos un distinto grado de artificialidad. La mano del hombre en la cría de ganado, en la agricultura, en la genética, pone artificialidad en los seres que toca, pero no los hace por ello meros artefactos. El maíz transgénico y el ratón mutado en un laboratorio siguen siendo seres vivos a efectos ontológicos y éticos. Por otro lado, los artefactos evolucionan hacia la simulación de la inteligencia y la vida, pero no son ni inteligentes ni vivos ni merecen el mismo trato; sus fines, estructura, dinamismo y sentido es puesto por el hombre y no es propio. La fuente de su valor es externa, valen, sobre todo, en la medida •en que son fruto de la creatividad humana y sirven al hombre. Establecemos la cautela del "sobre todo" para no negar por completo un valor intrínseco a los artefactos, un valor que en cierta medida tienen, especialmente las obras de arte, las complejas obras ingenieriles y los sistemas conceptuales. Sabido es que hasta cierto punto la obra se independiza del autor, y a veces incluso del uso previsto, pero no cabe duda de que la fuente principal de su valor está en el autor y en el usuario.

En consecuencia, el alcance del poder de acción del hombre mide su responsabilidad, pero no la dignidad de los seres que toca, que debe seguir siendo medida por su condición de vivientes o no

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33. DIC. 99

ÉTICA AMBIENTAL 41

vivientes. Es más. aun en el caso extremo de que el hombre fuese capaz de fabricar un auténtico viviente, de hacer con seres no vivos un viviente, éste sería a todos los efectos morales un viviente y no un mero artefacto.

Por una lado parece que pisamos casi el terreno de la ciencia ficción, de la novedad absoluta, pero por otro, la tradición filosófica ya nos había preparado para enfrentarnos con tales problemas ontológicos y morales. Al fin y al cabo, se trata de no confundir el ser con la génesis, de no reducir el primero a la segunda, como tantas veces de modo erróneo se hace. Por último, debe quedar al menos planteado el problema de si es o no deseable una confusión definitiva y extrema entre naturaleza y artefacto.

Nuestra relación con el entorno suscita hoy importantes problemas morales. Nos enfrentamos a dichos problemas con unas cuantas intuiciones, básicamente de carácter conservacionista, y muy pocos argumentos. Al fin y al cabo nuestra ética se apoya en tina tradición intelectual que nunca antes se enfrentó con semejantes problemas. Así, los antiguos no vieron nunca nuestras relaciones con la naturaleza como un problema moral, y la tradición ética de la modernidad se centró en las relaciones entre seres humanos autónomos e iguales, y, por supuesto, coetáneos.

4. PROBLEMAS ACTUALES DE ÉTICA AMBIENTAL: INTERNACIONALES, INTERGENERACIONALES INTERESPECIFICOS.

LOS PROBLEMAS ambientales debidos a la extensión de la acción humana son muchos y muy variados. Todos tenemos en mente la disminución de la capa de ozono, la subida de la temperatura media del planeta debido al efecto invernadero, el conflicto de hábitats entre el ser humano y otras especies, y en general la relación del hombre con los demás seres vivos, la gestión de algunos recursos no renovables, la disminución de los bosques, la gestión de los residuos radiactivos y de todo tipo, la posible contaminación biológica debido a cultivos transgénicos, por citar algunos. Junto con una distribución justa de la riqueza hace falta cada vez más una distribución justa de los riesgos. Cuando se discute sobre la ubicación de una central nuclear o de un vertedero, o de una balsa de residuos de una mina, o de cómo financiar

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33, DIC. 99

ETICA AMBIENTAL 43

ellas ciertas cuestiones ambientales que afectan claramente a una gran parte de la humanidad. Problemas como el efecto invernadero y la subida de temperatura del planeta y los consiguientes cambios climáticos, las fluvial ácidas, la disminución del ozono, la contaminación de las aguas y de la atmósfera, la extinción de ciertas formas de vida, la desaparición de masas vegetales, los accidentes radiactivos, por citar algunos, son problemas que tanto en su génesis como en sus efectos y posible control superan el ámbito nacional. En gran medida implican la distribución de riesgos entre distintas poblaciones humanas y ninguna de ellas querrá, sin más, asumirlos si le es posible esquivarlos. Para que la distribución sea justa se requiere una perspectiva general, desde los intereses globales de la humanidad, y no desde los parciales de un determinado grupo o país. Por ejemplo, todos estamos de acuerdo en que hay que reducir la emisión de gases de efecto invernadero, pero no hay acuerdo respecto a quién debe cargar con la reducción y en qué medida. Los países en desarrollo argumentan que tienen derecho a contaminar como han hecho los ya desarrollados, éstos alegan una propiedad adquirida sobre la atmósfera y la optimización de la inversión en depuración.

Se requieren, por tanto, un ámbito de discusión, un ámbito legislativo y un poder ejecutivo que estén a la altura de dichos problemas, además del desarrollo de técnicas contables que incorporen la riqueza ambiental, sin las cuales cualquier distribución justa es impensable. Pero, por otro lado, todos los organismos internacionales presentan lo que los teóricos de la política han denominado déficit democrático, pues en ellos están representadas de nuevo las naciones, no las personas, y con pesos proporcionales a su riqueza más que a su población y territorio. Esto nos obligará a discutir el problema de la legitimidad de los poderes supranacionales en las formas vigentes o propuestas. No cabe duda de que la política supranacional, o el derecho de gentes, se verán cada vez más marcados por los problemas ambientales de gran alcance.

Ya que la soberanía reconocida reside en los estados, quizá lo mejor —y esto es sólo una mera conjetura— sea proseguir en la línea de la integración internacional, ponderada de algún modo con otros factores, como el territorio y, sobre todo, la población de cada estado, al menos en la medida en que dichos estados sean internamente democráticos.

Por debajo del nivel del estado se presenta de nuevo el problema de la distribución del riesgo y de los ámbitos de decisión. Por ejemplo

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33. DIC 99

ALFREDO MARCOS 44

¿quién tiene derecho a opinar o a votar en referéndum sobre el uso de un espacio natural como, en España, el de Los Picos de Europa? ¿Los vecinos, los habitantes de las comunidades afectadas, los del Estado en que se ubica, los afectados por los riesgos o limitaciones de actividad (piénsese que por ejemplo un seguro para los daños del lobo financiado por el Estado extiende el riesgo a todos los que pagamos impuestos), los turistas, toda la humanidad, los propietarios de terreno, los cazadores deportivos o tradicionales? La cuestión no es sólo quién decide, sino quién determina el ámbito de decisión; en última instancia esta cuestión remite a la de la soberanía y ésta, por ahora, reside en la nación-estado que se dota de una constitución. Los estados nacionales suponen, por tanto, una cierta garantía y limitan a. cauces legales la lucha por el derecho a decidir sobre ciertas cuestiones. Estos pueden ceder, como de hecho hacen, competencias, pero no deberían ceder soberanía a unidades menores, pues eso nos retrotrae a situaciones preconstitucionales y potencialmente violentas.

Problemas intergeneracionales

EN EL CASO de los problemas intergeneracionales, es decir, las obligaciones que supuestamente tenemos para con seres humanos que todavía no existen, nos encontramos también con intuiciones fuertes, como por ejemplo que debemos legar una tierra en buenas condiciones, y argumentos débiles. Está claro que la preservación del medio en ciertos casos puede ser una amenaza para el actual nivel de vida de algunos humanos, para el desarrollo del mismo y para la mejora en la injusta situación que sufren otros. Cuando se plantea este conflicto las intuiciones sin argumentos y sin base filosófica sirven de poco, pero, por otra parte, la tradición contractualista del pensamiento práctico moderno ilumina muy poco este tipo de situaciones no simétricas. Éticas pensadas para la convivencia de coetáneos libres e iguales poco nos dicen sobre la responsabilidad para con futuros seres humanos a los que nunca conoceremos y de los que nada nos cabe esperar. Éticas pensadas en términos de derechos poco nos dicen sobre nuestra conducta para con aquellos que no pueden tener actualmente derechos pues no tienen siquiera existencia actual. Necesitamos, pues, un nuevo fundamento para las responsabilidades frente a futuras generaciones.

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33. DIC. 99

ALFREDO MARCOS 46

Problemas interespecíficos

EL TERCER TIPO de problemas son los que atañen a las relaciones del hombre con otras especies vivas, y con los individuos de otras especies, y con la bioesfera en su conjunto, es decir, con seres no humanos. Aquí tampoco se da la situación de simetría sobre la que están construidas las éticas que nos resultan más familiares. Aquí se dirime si los otros seres vivos tienen también un valor en sí o solamente un valor utilitario, por lo que pueden aportar al hombre. Si les reconocemos valor en sí habría que introducir algún criterio de gradación, criterio que no amenazase por otro lado a la igualdad entre seres humanos. La búsqueda de tal criterio se está demostrando especialmente complicada y dificil. Es uno de los retos de la ética ambiental en nuestros días. El problema se conoce en la jerga especializada como "el dilema del anti-especista". El (^) especismo (^) sería una forma de discriminación análoga al racismo y, por tanto, injusta. El anti-especista pide que no se discrimine a ningún viviente en función de la'especie a la que pertenece. Pero esa posición llevada al extremo conduce al absurdo: si reconocemos valor en sí a los demás seres vivos, esto puede llevarnos hasta el suicidio por inanición. Se impone la introducción de algún criterio que nos permita juzgar el grado de valor de cada ser. Pero dicho criterio gradual se fijará en alguna característica de los vivientes, no en su mera pertenencia a una especie. Podemos establecer, por ejemplo, el valor en función de las capacidades de cada ser vivo, capacidad de sufrir o gozar, presencia de mente, capacidades lingüísticas o sociales. Mas de obrar así podría estar en riesgo la igualdad básica entre los seres humanos, pues tal criterio debería ser aplicado a los mismos, sin hacer una excepción por su pertenencia a la especie humana. Las capacidades de los seres humanos no son las mismas para todos, incluso la sensibilidad ante el dolor o el placer es variable según individuos, y también lo es la habilidad lingüística y la inteligencia. Sin embargo, la igualdad entre los humanos es un valor reconocido y deseado por muchos. Las grandes tradiciones de pensamiento político vigentes en Europa, socialdemócratas y democristianos, coinciden en este punto. Nos hace falta, pues, una teoría del valor de los seres vivos que cumpla tres desiderata: que reconozca valor objetivo a los seres vivos, que introduzca una cierta gradualidad y que no rompa la igualdad entre los humanos. Hay que aceptar que tal teoría aún no ha surgido y constituye un reto para la ética ambiental de nuestros días.

UNIVERSITAS PHrLOSOPHICA 33. DIC. 99

ÉTICA AMBIENTAL

5, LÍNEAS DE PENSAMIENTO EN ÉTICA AMBIENTAL

LAS LÍNEAS DE pensamiento ético que hasta el momento se han ocupado de cuestiones ambientales son básicamente de tres tipos: antropocentrismo fuerte, antropocentrismos moderados y anti- antropocentrismos. En pocos textos podemos encontrar estos tipos en estado puro, se trata más bien de tendencias. Así, podemos citar entre los más inclinados al antropocentrismo, al antropocentrismo fuerte o "cow-boy ethics", y entre los antropocentrismos moderados, al utilitarismo aplicado a la ética del ambiente, a la ecología de orientación católica, la ética de la responsabilidad. En el otro lado del espectro podemos situar al biocentrismo o ética de los derechos de la naturaleza, al ecocentrismo, a la denominada ética de la tierra, al movimiento llamado ecología profunda (deep ecology),^ y al ecofeminismo. Aludiré al final a una ética ambiental de inspiración aristotélica, en cuyo desarrollo trabajo actualmente.

El antropocentrismo fuerte

LAS LÍNEAS DE pensamiento antropocéntricas conceden al ser humano un puesto especial en la naturaleza y le reconocen también un valor superior al de los demás seres. Es importante distinguir el antropocentrismo fuerte y el moderado.

El antropocentrismo fuerte proclama el primado absoluto del hombre sobre la naturaleza, negando cualquier carácter moral a la relación entre el hombre y el resto de los seres naturales. Por el contrario el antropocentrismo moderado está fundado sobre la idea de protección y conservación de la naturaleza y admite que las relaciones del hombre con otros seres naturales pueden tener carácter moral. Con frecuencia se critica el antropocentrismo como un todo, atribuyendo a los moderados ideas que sólo defiende el antropocentrismo fuerte. Este a veces también es llamado ética del cow-boy. o ética de frontera, pues básicamente busca la conquista, colonización, urbanización y explotación de lo que quede de salvaje. El único valor que concede a la naturaleza es de carácter económico, para la satisfacción de las necesidades humanas, y reconoce el derecho absoluto del hombre sobre la naturaleza, en la confianza de que habrá solución tecnológica para cualquier próblema ambiental.

Los antropocentrismos moderados: el utilitarismo

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33. DIC. 99

ÉTICA AMBIENTAL 49

Los antropocentrismos moderados: la ética ambiental católica

LA ÉTICA AMBIENTAL de inspiración católica reconoce valor a los seres naturales precisamente en la medida en que son criaturas de Dios. Les reconoce, por tanto, una cierta sacralidad y previene contra el deterioro desaprensivo de la naturaleza creada por Dios. El valor del ser humano, como ser hecho a imagen de Dios, es superior al del resto de los seres naturales, puede servirse razonablemente de ellos, pero éstos no son nunca su absoluta propiedad —como sugiere la parábola evangélica de los talentos— y no puede obrar sobre ellos a capricho produciendo muerte y sufrimiento injustificados. Las bases textuales de esta posición se encuentran en algunos textos bíblicos (como Gen II), en la obra de Francisco de Asís, cuyo Cántico de las criaturas^ ha sido considerado por muchos como una suerte de manifiesto ecologista, y, más recientemente, en la Encíclica papal Evangelium Vitae, de 1995. Tenemos, como en los dos casos anteriores, una ética antropocéntrica moderada, que reconoce valor en sí a los seres naturales.

Los anti-antropocentrismos: el biocentrismo

LOS CRÍTICOS DEL antropocentrismo consideran que nuestra civilización occidental no ha sabido reconocer el valor intrínseco de la naturaleza, la cual ha sido puesta al servicio del ser humano de una manera abusiva y desconsiderada. No se satisfacen con una simple reforma de los modelos éticos tradicionales, sino que piden una auténtica refundación de la ética.

El biocentrismo, o ética de los derechos de los vivientes, concede importancia moral a todos los seres vivos, animales y plantas. El mayor problema de esta línea de pensamiento es el llamado dilema del anti-especista, del que ya hemos tratado antes. Es menos extrema en su crítica al antropocentrismo de lo que puede ser, por ejemplo, la ética de la Tierra o el ecocentrismo.

En esta corriente se inscriben los promotores de los llamados derechos de los animales, como Peter Singer, Tom Regan y, en

UNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33, DIC. 99

ALFREDO MARCOS 50

España, Jesús Mosterín6. Singer entiende que la importancia moral de otros seres deriva de su capacidad para sentir placer y dolor. La conducta del hombre será moralmente correcta en la medida en que evite el producir sufrimiento a los vivientes. Regan entiende que los animales no sólo pueden sufrir o gozar, sino que pueden experimentar deseos y frustraciones. En esta línea hay quien reconoce que todo ser vivo puede tener intereses propios, incluso las plantas (si bien, en su caso, sin conciencia de estos intereses). En la medida en que poseen tales intereses y finalidades, tienen también un valor propio.

Hay que notar que del hecho de que ciertas entidades tengan intereses propios no se sigue sin más que tengan derechos. Los derechos son considerados más bien como intereses que han tenido un reconocimiento de legitimidad en el seno de un sistema de reglas capaz de resolver los conflictos entre derechos que se oponen. Es más, para solucionar los problemas ambientales no es imprescindible reconocer dudosos derechos a todos los vivientes, sino que es suficiente con disponer un deber de respeto por parte del hombre. El propio Jesús Mosterín entiende que la solicitud de derechos para los animales (por ejemplo en el Proyecto Gran Simio) no supone una convicción seria, sino la adopción de una retórica socialmente conveniente.

Los anti-antropocentrismos: el ecocentrismo

ESTA CORRIENTE extiende la posibilidad de recibir consideración moral no sólo a los vivientes individuales, como hace el biocentrismo, sino también a otro tipo de entidades, como ecosistemas, incluso al agua o al aire, a los que Lawrence E. Johnson7 atribuye también intereses sin establecer un orden jerárquico entre ellos. Otros autores, como Rolston, entienden que, a pesar de que toda entidad tiene valor en sí, este valor es mayor en las entidades que pueden darse cuenta de sus intereses.

Los anti-antropocentrismos: la ética de la Tierra

  1. MosTERIN, J., ¡Vivan los animales! Debate, Madrid, 1998; SINCER, P., Liberación animal. Trotta, Madrid, 1998.
  2. JOHNSON, L.E., A Adorally Deep World. Cambridge University Press, 1991; ROLSTON, H. , Environmental Ethics, Temple University Press, 1988.

TNIVERSITAS PHILOSOPHICA 33. DIC. 99