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Tipo: Apuntes
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14 de mayo de 2019
La sociedad de la desinformación: propaganda, «fake news» y la nueva geopolítica de la información Ángel Badillo | Investigador principal, Real Instituto Elcano | @angelbadillo Ilustración 1. Frecuencia diaria de aparición de ciertos términos en los medios estadounidenses
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano Ilustración 1. Frecuencia diaria de aparición de ciertos términos en los medios estadounidenses Aparición de los términos disinformation , fake news y post truth en los medios nacionales estadounidenses desde el 1 de enero de 2000 hasta mayo de 2019. Los círculos representan el total; el gráfico de barras, la evolución diaria. Elaboración propia sobre datos de MediaCloud. Datos en noticias por día.
Desde finales del siglo xix, las condiciones de la circulación de la información han cambiado a un ritmo y en una proporción sin precedentes. La extensión de lo público es la consecuencia del iluminismo, de la pujanza de la burguesía, del aumento de la población, el crecimiento de las ciudades y la generalización de la alfabetización, la extensión de la democracia como forma de gobierno y la consolidación del Estado nación. Todos ellos dan como resultado la aparición de una sociedad política, que produce información y que necesita de esa información para la toma de decisiones , la celebrada imagen de la esfera pública ( Ö ffentlichkeit ) como espacio para la discusión razonada de los asuntos colectivos para llegar a un acuerdo conjunto de la que hablaba Habermas ( 1981 ). La aceleración del intercambio informacional corre en paralelo a la profusión de las comunicaciones físicas, igual que los postes del telégrafo hilvanan los nuevos trazados del ferrocarril. Para cuando Marconi consigue transmitir telegramas sin usar cables, los periódicos ya se han convertido en parlamentos de papel, aceleradores de las reformas políticas impulsadas por sus dueños o por los movimientos sociales que los publican. Del mismo modo que la extensión de la imprenta en Europa potencia la revolución intelectual de la ilustración (Eisenstein, 1983 , McLuhan, 1962 ) o las identidades nacionales que sustentarán los Estados nación (Thompson, 1995), las transformaciones políticas de los últimos doscientos años son la consecuencia —pero también la causa— de la explosión informacional y la coetánea expansión de la esfera pública.
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano Los primeros “periódicos de masas”, escuelas de lenguas para los millones de inmigrantes que cambian de continentes, son también soporte de la literatura romántica por capítulos del fin de siglo, de la primera crónica roja o negra , de la circulación de noticias del mundo y la economía colonial y poscolonial y de la consolidación de una nueva profesión: la de los periodistas. No tenemos pruebas empíricas de los efectos sociales de esos medios escritos en el siglo xix, pero sí sabemos del peso social, económico y político de la palabra impresa, del caso Dreyfus en Francia (Zola, 1898) al impacto del crimen de la calle Fuencarral en España, pasando por la importancia que tuvo la prensa sensacionalista estadounidense para movilizar a la opinión pública contra España en la que terminaría siendo la guerra hispano-estadounidense de 1898 —pese a la probablemente falsa leyenda de los telegramas entre Hearst y su corresponsal en La Habana (Campbell, 2000)—. Cuando en los primeros años veinte la radiotelegrafía sin hilos pasa a ser simplemente la radio, los medios audiovisuales conducen a una revolución incomparable de extensión del espacio público a partes de la sociedad hasta entonces excluidas , bien por no poder leer, bien por vivir lejos de los nodos urbanos de la circulación informativa. La guerra mundial de 1914 se produce ya bajo esas nuevas condiciones de conformación de la esfera pública; es entonces cuando comienza a utilizarse el término propaganda , la palabra latina usada por la Iglesia católica para definir su estrategia religiosa en la contrarreforma desde 1621 (Auerbach et al., 2014). Propaganda: construyendo el consenso social El término propaganda se define por la voluntad finalista de influir en el público , por un fin (ideológico, político) superior que justifica utilizar información —sin importar si es verdadera, completamente falsa o parcialmente modificada— para persuadir. La idea de poder llegar a una “manufactura del consenso”, aportada por el sociólogo Walter Lippmann en los años veinte del siglo pasado (Lippmann, 1945), no está lejos de la “mentira noble” que Platón atribuye explícitamente como prerrogativa del Gobierno y que “han de usar muchas veces nuestros gobernantes por el bien de sus gobernados” (Platón, 2014). La aparición de los medios masivos hacía entender, ya a inicios del siglo xx, que “the knowledge of how to create consent will alter every political calculation and modify every political premise” (Lippmann, 1945), pero es solo a partir del surgimiento de medios masivos cuando ese modelo de influencia puede desarrollarse; como explica Edward Bernays, “it was not until 1915 that governments first systematically deployed the entire range of modern media to rouse their populations to fanatical assent” (Bernays, 1928 ). El propio Bernays, sobrino de Sigmund Freud, contribuyó a aplicar a las relaciones públicas las ideas de su tío, que alcanzaban por entonces su máximo impacto y conducían hacia una psicología social en la que el comportamiento se vinculaba a impulsos inconscientes, miedos y deseos irracionales y fantasías infantiles. La propaganda se vuelve particularmente relevante las dos décadas siguientes, no solo en la difusión de información interesada, sino en lo que Joseph Goebbels llamará propaganda negra , el falseamiento de la fuente ensayado en la guerra española y ampliamente utilizado por todos los bandos durante la Segunda Guerra Mundial (Doob, 1950 ). Desde entonces, el término ha caído en cierto desuso y ha adquirido
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano establecen la fábula, el relato, la norma o el discurso social desde la óptica de quienes los poseen (las élites económicas y sus lógicas capitalistas), los dirigen y orientan (las élites intelectuales) o los producen (los periodistas). En busca de explicaciones que permitan comprender los efectos sociales de los medios sin menospreciar las capacidades de los individuos, aparecen nuevas explicaciones: las agendas —los medios no nos dicen qué pensar, sino sobre qué pensar—, el priming y el framing —los medios nos orientan en torno a cómo pensar sobre ciertos temas— (McCombs, 2004). Una nueva oleada de discusión en torno a la complejidad de los efectos de los medios llega aún a finales del siglo xx cuando la arrolladora aparición de las redes digitales renueva inmediatamente el catálogo de experiencias dispuestas a confirmar el imparable poder de los medios para convertir su discurso en realidad indiscutible. La revolución no será televisada: medios y política La llegada de las redes digitales —o, para ser más precisos, su salto de las universidades y los centros militares a los bolsillos de todos los ciudadanos desde finales de los noventa— obliga, como mínimo, a una redefinición del modelo de negocio de los medios tradicionales, cuando no a plantear dudas respecto a su futuro (Jarvis, 2018). Pero, sobre todo, las redes agudizan un proceso anterior y más profundo: la pérdida de legitimidad de los medios de comunicación como actores de las democracias contemporáneas. Dejando a un lado el papel de los medios en los sistemas no democráticos, la relación entre medios y democracia se ha entendido en Occidente desde dos paradigmas: el modelo liberal, anglosajón, en el que el “mercado de las ideas” es la garantía del pluralismo, y el modelo socialmente responsable, más habitual en la Europa continental, en el que la acción pública compensa los desequilibrios del mercado (Siebert et al., 1956 ), lo que es tanto como reconocer el paralelismo entre sistemas políticos y sistemas mediáticos. Conforme los modelos de democracia se volvían más complejos, también las explicaciones respecto a los modelos de comunicación los han acompañado (Christians, 2009 , Hallin and Mancini, 2004). Pero lo han hecho siempre separando los efectos sociales de los medios de los propios sistemas de medios: los medios son piezas del engranaje democrático; otra cosa es qué efectos produzcan sobre las sociedades. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo xx las posiciones críticas con los medios han subrayado que el sistema mediático existe, precisamente, para producir ciertos efectos sociales. Los discursos críticos con los medios comienzan a consolidarse con las revoluciones ideológicas de los años sesenta en todo el mundo, y para los setenta la mayor parte de los medios masivos son ya percibidos como actores del establishment , instrumentos diseñados para producir la “ingeniería del consenso” de la que hablaban los sociólogos de principios de siglo —cuando no para producir otro tipo de efectos, como el adormecimiento social—. Gil Scott-Heron rapeaba en 1970 que “la revolución no será televisada” (Scott-Heron, 1970), una síntesis de la idea de que los medios son los
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano controladores del orden social que será la más habitual en la crítica a la comunicación en la segunda mitad del siglo xx, ejercida desde una izquierda ideológica y política consciente de las dificultades de acceder a la agenda pública, controlada económica y políticamente por las élites. Los medios son parte de los “aparatos ideológicos del Estado”, como los llamó Althusser (Enzensberger, 1971, Althusser, 1974), son la pieza de poder blando que sostiene la hegemonía , es decir, la dominación social de unos grupos sobre otros. Edward S. Herman y Noam Chomsky lo sintetizan en el “modelo de propaganda”, resumido en los cinco factores (propiedad privada de los medios, dependencia de la publicidad, necesidad de mantener fuentes de información, presiones organizadas sobre los medios y anticomunismo) que convierten al conjunto del sistema de medios en un efectivo instrumento de propaganda (Herman and Chomsky, 1994). Con la aceleración de la mundialización, ese proceso de control del consenso por parte de las élites económicas y políticas se trasladó de la esfera nacional a la mundial, del sistema de comunicación de los Estados nación al sistema mundo , lo que produjo tensiones entre los países recién descolonizados en los setenta y las antiguas metrópolis. La Unesco encargó entonces a Sean MacBride un informe sobre los “desequilibrios mundiales de la información” (Mac Bride, 1980) que indignó a los grandes grupos mundiales y condujo a la primera salida de Estados Unidos — acompañado de Reino Unido y Japón— de la organización durante veinte años. La discusión en torno al Informe MacBride y la ola liberal de los años noventa —que transformó los medios en grandes grupos económicos— no hizo sino agudizar aún más la crítica a los medios como instrumentos de las élites para influir y controlar la opinión pública. Junto al proceso de plena transformación de los medios como empresas mundiales, a finales del siglo pasado se intensifica el paralelismo entre el sistema político y el sistema mediático. En los países del sur de Europa, el “pluralismo polarizado” (Sartori, 1980) del sistema político se traslada también a los medios (Hallin and Mancini, 2004), pero un proceso similar se produce también en países en los que el sistema de medios no reproducía tan literalmente el político, como el liberal anglosajón. En un análisis anterior ya advertíamos de cómo en Estados Unidos ese proceso tenía que ver con la desaparición del principio de la fairness doctrine y la explosión de la talk radio en ese país (Badillo, 2018). Como explica un reciente estudio sobre los medios en EE. UU., la polarización política se ha trasladado a los medios: The American media ecosystem consists of two distinct, structurally different media ecosystems. One part is the rightwing, dominated by partisan media outlets that are densely interconnected and insular and anchored by Fox News and Breitbart. The other part spans the rest of the spectrum ( Benkler et al., 2018, p. 75 ). El discurso crítico, estrechamente vinculado a la izquierda durante todo el siglo xx, es entonces adoptado también por la extrema derecha cuando encuentra dificultades parecidas para llegar a la agenda pública a través de los medios de comunicación. Aunque el discurso anti medios de comunicación es uniforme en la ultraderecha europea, es más evidente en los últimos años en el argumentario de Donald Trump. Su afirmación ante los veteranos en 2018, “What you're seeing and what
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano calidad del contenido de los medios, mercantilizando el espacio público y deteriorando la imagen de los medios. c. La polarización de la política ha invadido los medios : el paralelismo entre la polarización política y la mediática ha degradado la percepción pública en torno a la independencia de los medios, convertidos a menudo en instrumentos evidentes de los intereses de ciertas élites políticas y económicas y, por tanto, en la diana de los rivales. d. Los flujos de la información son inevitablemente mundiales : mientras un ciudadano de los años ochenta o noventa solo podía escuchar radios de su ciudad, leer diarios de su país o ver canales de televisión nacionales, la situación hoy es muy distinta. La mundialización de la comunicación ha ido permitiendo, progresivamente, la aparición de medios con una voluntad de influencia más allá de los Estados nación. Muchos han consolidado así referentes informacionales mundiales (CNN, NYT , The Guardian , El País , BBC, etc.) y muchos otros buscan producir en el exterior influencia para sus países (desde Al Jazeera hasta HispanTV, RT o TVE Internacional). La digitalización y la universalización de las redes han acelerado este proceso. e. La comunicación ha tendido a desmediarse : el aumento de la información disponible gracias a las redes ha permitido que organizaciones políticas y sociales busquen difundir sus mensajes de forma no mediada, a través de sus propios sitios web o sus cuentas en redes sociales, a veces complementando, pero a veces negando, la legitimidad de los medios en esa labor. Pese a ello, los medios siguen teniendo nuestra confianza como ciudadanos , especialmente en los países en los que sus condiciones de funcionamientos son mejores. El índice anual “Freedom of the Press” de Freedom House reconoce a España un sistema de medios libre (28 puntos) (Freedom House, 2018) y lo mismo hace Reporteros sin Fronteras (22 puntos) (Reporteros sin Fronteras, 2019), y la confianza de los españoles en los medios está en la media de la Unión Europea (65%) (Eurobarometer, 2018a). Los datos del Eurobarómetro muestran que las condiciones de libertad del sistema de medios son completamente paralelas a la confianza que los ciudadanos tienen en él: las peores condiciones para la libertad de expresión (según FH o RSF) generan escasa confianza en los medios y las mejores, mucha más.
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano Ilustración 2. La confianza en los medios y la libertad de prensa en Europa (2019) Elaboración propia sobre datos de Freedom House (Freedom House, 2018), Reporteros sin Fronteras (Reporteros sin Fronteras, 2019) y el Eurobarómetro (Eurobarometer, 2018a). Los datos de FH y RSF se han convertido a base cien para facilitar la representación gráfica; los datos de confianza en medios se han obtenido con el promedio de prensa, radio y televisión. En el mapa, promedio de la confianza por países en los medios tradicionales (prensa escrita, radio y televisión) según el Eurobarómetro. UE BE BG CZ DK DE EEIE EL ES FR HR IT LV LT LU HU MT NL AT PL PT RO SI SK SE FI UK 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100% 0% 20% 40% 60% 80% 100% Freedom of the Press 2017 (base 100) Trust in Traditional media DE (^) EE^ DK IE EL ES FR HR IT LT CYLV LU HU MT NL AT PL PT RO SI SK SE FI UK 0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100% 0% 20% 40% 60% 80% 100% Reporters sans frontières 2019 (base 100) Trust in Traditional media
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano
Para intentar desgranar todos los elementos de los que estamos hablando, hemos elaborado el siguiente modelo (Ilustración 3 ), que intenta integrar (aún de un modo seguramente provisional) las manifestaciones actuales de la desinformación en la geopolítica contemporánea como parte del escenario de amenazas híbridas. Lo hacemos definiendo tres niveles:
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano Primer nivel: estratégico El nivel estratégico entremezcla las operaciones de información y las que afectan a la ciberseguridad, lo que se conoce conjuntamente como cyberwarfare. Por más que en ambos casos hablemos de la gestión de la información digital en redes transnacionales, se trata de ámbitos muy diferentes, aunque paralelos y autónomos , como demuestra el hecho de que en muchos países parecen estar impulsadas por las mismas unidades de inteligencia y defensa. Las operaciones de información gestionan información (poder blando, propaganda) destinada a ser finalmente difundida hacia el público y producir ciertos efectos sociales (que a priori no pueden considerarse mecánicos ni previsibles); las operaciones de ciberseguridad gestionan información entre máquinas , es decir, están orientadas a producir determinados efectos —mecánicos, programables y previsibles— dentro de sistemas de gestión de la información. Las operaciones de ciberseguridad han crecido exponencialmente en los últimos años de un modo simultáneo al del abaratamiento y universalización de las redes. Pese al comprensible secretismo que rodea a estas cuestiones, algunas informaciones públicas han aparecido refiriéndose a ciertas unidades dedicadas a la ciberseguridad en algunos países del mundo, como Estados Unidos —especialmente la NSA, National Security Agency—, el Reino Unido —la 77th Brigade (Miller, 2018)—, Rusia —las web-brigades de la Federal Security Service of the Russian Federation, FSB—, Corea del Norte — Bureau 121, dependiente del Reconnaissance General Bureau (Kiyuna and Conyers, 2015, p. 31)— o China —PLA Unit 61398 (Kiyuna and Conyers, 2015, p. 212)—, a las que habría que añadir los grupos sin adscripción orgánica a los Estados, pero que parecen actuar para estos, como el Iranian Cyber Army (ICA), supuesto responsable de la Operación Comodo en 2011 (Fojón, 2013). Subrayamos tres formas de actuación de las operaciones de ciberseguridad que afectan a nuestro ámbito de discusión: En primer lugar, la destrucción de sistemas de información financiera, militar o estratégica o la intervención de cualquier forma sobre infraestructuras críticas (energía, transportes, defensa, comunicaciones, etc.). La introducción de malware en equipamiento militar para hacerlo inservible o no fiable es el caso más conocido gracias al supuesto hackeo de las plantas de enriquecimiento de uranio iraníes a través de un virus, Stuxnet , que supuestamente había sido inoculado en los equipos de ese país por agentes de inteligencia de una potencia interesada en boicotear el programa nuclear de Irán (The Economist, 2010). España define la protección de infraestructuras críticas y estratégicas a partir de la Directiva 2008/114/CE de Protección de Infraestructuras Críticas y su desarrollo en la Ley 8/2011 y el RD 704/2011. El Centro Nacional de Protección de Infraestructuras y Ciberseguridad (CNPIC), dependiente de la Secretaría de Estado de Seguridad, es el encargado de su protección. En segundo lugar, el hackeo de los sistemas de cómputo para manipular los resultados electorales. Aunque no se ha producido ningún escándalo en grandes procesos electorales, muchas acusaciones aparecidas en los últimos años apuntan a Rusia. En 2014 el muy activo grupo de hackers prorruso llamado CyberBerkut atacó los ordenadores de la comisión electoral ucraniana con un virus “diseñado para borrar los
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano Ilustración 4. Mapa de los cables submarinos de telecomunicaciones (2019) Reproducido de https://www.submarinecablemap.com Las grandes filtraciones canalizadas sobre todo —pero no solo— por WikiLeaks, como el cuarto de millón de cables diplomáticos obtenidos por Chelsea Manning y difundidos por ese portal (Wikileaks, 2010), refuerzan además la descarnada distancia entre la realidad y su discurso oficial. Por más que sean cinco medios de comunicación los que canalicen y amplifiquen el Cablegate, las filtraciones de documentos directamente en la red contribuyen a minar la credibilidad del discurso oficial y, en consecuencia, del relato mediático que —demasiado a menudo— lo reproduce acríticamente , a veces con complicidad, a veces sin alternativa posible. En esta década, decenas de sitios web dedicados a la filtración inmediata de informaciones políticas o empresariales han saltado a la red, como recogen directorios como leakdirectory.org. Los datos robados electrónicamente se obtienen de las formas más variadas. En ocasiones, diseñando software malicioso (llamado malware ) encargado de recopilar determinados datos de los dispositivos infectados; en otros, mediante redes inalámbricas falsas colocadas en lugares claves o incluso mediante otro tipo de dispositivos, como falsos cargadores que extraen la información de los dispositivos que se conectan a ellos. En 2016 varios diarios británicos reproducían recomendaciones de la inteligencia de ese país a los participantes en una reunión del G20 en Hangzhou (China) en las que se les advertía de los riesgos de usar ciertos dispositivos electrónicos que les pudieran regalar —tarjetas SIM, cargadores o pendrives — (Ross, 2016). Al tiempo, en los últimos años varios fabricantes chinos de teléfonos móviles han sido acusados de venderlos con malware instalado (Gibbs, 2014a, b). En parte, esas acusaciones han servido para justificar con argumentos de seguridad la batalla tecnológica que las grandes compañías occidentales libran contra las asiáticas —en particular Huawei— por equipar el despliegue de las nuevas redes 5G en estos próximos años.
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano Segundo nivel: la producción y recolección de información Los contenidos difundidos por las redes de desinformación pueden ser, por tanto, contenidos objeto de filtraciones ( leaks ) masivas, pero también pueden ser construidos ex profeso por equipos especializados de propaganda para ser difundidos en medios afines o en redes sociales. Puede tratarse de noticias inexactas, pero más comúnmente se trata simplemente de noticias falsas, destinadas a producir efectos en el público. La formidable acumulación de bulos durante la campaña a favor del brexit es un buen ejemplo de cómo los datos manipulados —los 350 millones que el Reino Unido supuestamente enviaba cada semana a la UE rotulados en el autobús de campaña de Boris Johnson— pueden operar con el tiempo a favor: cuando puedan demostrarse falsos, ya habrán producido el efecto electoral buscado. La producción de noticias falsas destinadas a las redes ha encontrado un especial eco en los países occidentales a partir de las revelaciones en torno a la Internet Research Agency rusa, la conocida como “factoría de troles” con sede en la calle Savushkina de San Petersburgo. Un extenso artículo del New York Times explicaba su funcionamiento y su implicación en la difusión de varias falsas noticias en Estados Unidos en los meses anteriores, como un supuesto accidente químico en Columbia, varios casos de ébola en Atlanta o casos de abusos policiales (Chen, 2015). Las falsas noticias son después difundidas por cuentas, muchas de ellas con identidades falsas y otras simplemente generadas mediante software —los llamados bots —. Esas cuentas son las encargadas de inundar las redes de información y producir tendencias por acumulación para que sean finalmente recogidas por los algoritmos de selección de buscadores y redes sociales o sean reenviadas a sus contactos por personas de todo el mundo. Es importante resaltar aquí el papel de los algoritmos como sistemas lógicos de toma de decisiones automatizadas. Frente a los criterios periodísticos de los medios tradicionales, los buscadores o las redes sociales actúan a través de estos sistemas de software , cuyo diseño está sometido a la protección de las patentes industriales, pero cuyos efectos sobre la opinión pública son muy importantes. Como llegó a decir Angela Merkel, “algorithms, when they are not transparent, can lead to a distortion of our perception, they can shrink our expanse of information” (Connolly, 2016 ). Tercer nivel: la difusión de información Los medios transnacionales Una vez generada la información —robada, manufacturada, manipulada, reinventada— , queda hacerla llegar al público para que produzca sus efectos. En muchas ocasiones los destinatarios de la información son medios convencionales, pero esto es más habitual en los leaks que en las noticias falsas. La base del funcionamiento de los medios de comunicación convencionales es ejercer una labor de gate-keeping , es decir, de selección de las noticias que cumplen un conjunto de criterios —los a veces llamados valores noticia — para alcanzar la opinión pública. Las organizaciones informativas se encargan de triangular fuentes, contrastar datos, escrutar declaraciones y descubrir contradicciones para determinar la veracidad de las noticias: el periodismo ejerce de verificador permanente de la información que pretende alcanzar (o incluso de la que ya
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano Sputnik News en 2014. Sputnik comenzó su actividad en 30 idiomas y 34 países en el año 2015 y completa, con RT, el aparato exterior de medios rusos. Ilustración 5. Canales de televisión con cobertura paneuropea (2019) Canales de televisión con cobertura europea y categoría “news/business” o “generalist”, tanto libres como codificados, identificados por el Observatorio Audiovisual Europeo en su base de datos Mavise (2019). El total es de 33 canales sobre los 429 identificados por Mavise en todas las categorías. En los casos en los que el canal no emite desde el país, se ha señalado entre paréntesis el origen legal de la señal. Las redes sociales La última pieza —o quizá la primera— del sistema de difusión de desinformación son las redes sociales. Aunque con antecedentes en los BBS y la ICQ de los primeros años de internet, la historia de las actuales redes sociales comienza en la segunda mitad de los años dos mil con la fiebre de los blogs y la creación de MySpace (2003), Hi5 (2003), LinkedIn (2003), Facebook (2004), Orkut (2004), Youtube (2005), Twitter (2006) o Vk
Documento de trabajo 8/2019 - 14 de mayo de 2019 - Real Instituto Elcano (2007), una renovación de la world wide web producida por usuarios cada vez más activos en la producción y difusión de contenidos conocida como “web 2.0” (O'Reilly, 2007 ). La extensión del acceso a redes móviles a través de los teléfonos se completará con otras de ámbito privado, como WhatsApp (2009), WeChat (2011) o Telegram (2013), entre otras. Las redes sociales proporcionan un entorno inédito para la difusión de información al combinar dos elementos completamente nuevos: (1) la producción de contenidos no es ya el fruto de las organizaciones de medios, sino de los individuos anónimos que suben sus historias e interactúan con los contenidos producidos por otros, y (2) la personalización de los contenidos a los que accede el usuario en función de los otros a los que sigue y de la publicidad que recibe en función de sus intereses —los que declara en su perfil y los que la plataforma deduce de su actividad en línea—. Esto permite además la creación de un modelo de negocio totalmente nuevo —inicialmente ideado por Google— basado en la recolección de las grandes masas de datos ( big data ) generadas por los millones de usuarios y su comercialización para publicidad comercial o política. Esa es la clave que explica la gratuidad de los servicios que prestan empresas como Facebook o Google —cuyo valor en bolsa ronda en 2019 el billón de dólares sin que comercialice masivamente ningún servicio de pago—. ¿Por qué son relevantes las redes sociales en el modelo de desinformación? En un entorno de progresiva erosión del rol institucional de los medios de comunicación tradicionales , las redes sociales y su adaptación al entorno digital se han convertido en un nuevo espacio de difusión de noticias de información general , no solo de la información generada por los usuarios acerca de sus vidas y sus actividades. Y mucha de esa información está previamente manipulada para ser enviada a grupos especialmente sensibles a ciertos temas o enfoques. Así ocurrió no solo con el microtargeting diseñado por Cambridge Analytica para el brexit o las presidenciales estadounidenses, sino también con las redes de ultraderecha desactivadas por Facebook en España antes de las elecciones generales de abril de 2019 que habían sido detectadas por Avaaz, la mayor de las cuales tenía 758.964 seguidores y cuyos contenidos —anti-LGTB, antiislámicos o antiinmigración, “incluyendo en algunos casos datos falsos o tergiversados”— alcanzaron a 1,7 millones de usuarios y produjeron 7, millones de interacciones (Avaaz, 2019). Los datos de Pew Research para Estados Unidos de hace unos meses muestran que las redes sociales ya son más importantes como fuente de noticias de información general en ese país que la prensa escrita (Shearer, 2018). En todo caso, en Europa la encuesta del Eurobarómetro de 2018 muestra que las redes sociales son el soporte que menos confianza produce a los europeos —el 54% desconfía de ellas— (Eurobarometer, 2018a, b), pese a que el 50% las usa diariamente.