No hay, en efecto y de ordinario, un signo más claro de distribución igual de una cosa, que
el hecho de que cada hombre esté satisfecho con la porción que le corresponde
De la igualdad procede la desconfianza. De esta igualdad en cuanto a la capacidad se
deriva la igualdad de esperanza respecto a la consecución de nuestros fines. Esta es la
causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla
ambos, se vuelven enemigos, y en el camino que conduce al fin (que es, principalmente, su
propia conservación, y a veces su delectación tan sólo) tratan de aniquilarse o sojuzgarse
uno a otro.
Las pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo de las
cosas innecesarias y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo.
La razón sugiere adecuadas normas de paz, a las cuales pueden llegar los hombres por
mutuo consenso. Estas normas son las que, por otra parte, se llaman leyes de la naturaleza.
El hombre es malo por naturaleza, cada quien pretendía a adueñarse de lo del otro: estado
de guerra permanente. Para esto propone un pacto, el cual garantice en cierta forma la paz.
Leviatán poder constituido por la de que tantas personas deciden que ese sea el
gobernante y después es muy difícil elegir lo contrario
Quienes dan a un hombre el derecho de gobernar, en plena soberanìa, se comprenden que
le conceden el derecho de recaudar impuestos para mantener un ejército, y de pagar
magistrados para la administración de justicia. Es imposible hacer pactos con las bestias,
porque como no pueden entender nuestro lenguaje, no entienden ni aceptan ninguna
traslación de derecho, ni pueden transferir derecho a otro:por eso no hay pacto, sin
excepción alguna.