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Apuntes de História Económica de España y Mundial sobre la Inversión española en Iberoamérica, Del Pacto Ibérico a la Comunidad Europea, Juntos en Europa, Convergencia Irreversible, Perspectiva histórica de las relaciones entre España y América Latina.
Tipo: Apuntes
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permitió una coyuntura favorable que permitiera una reintroducción económica de España en la región. Antes de la primera Guerra Mundial fue Inglaterra la que copó el primer puesto en el ranking de inversores. Controlaba muchos puertos en Argentina y Brasil y los medios de transporte (en su mayoría ferroviarios), entre éstos centros navieros y los centros de producción o de extracción de materias primas, también en ocasiones en manos británicas. Estados Unidos, que se convierte en potencia colonial gracias a la victoria en la guerra con los españoles en los últimos años del siglo XIX, comienza a invertir en sus vecinos del sur a partir de ese instante, sin embargo, la gran crisis del 29 le obligará a retirar la mayoría de sus inversiones, en muchos casos relacionadas con la industria manufacturera, a la espera de una coyuntura más favorable. Esta coyuntura surgirá tras el final de la segunda Guerra Mundial, cuando Europa está en plena reconstrucción después del conflicto que ha devastado su territorio en todos los sentidos. De esta manera consiguen los estadounidenses desbancar a los británicos y ser el primer inversor en la región. Sus inversiones irán dirigidas de nuevo al sector manufacturero (química, maquinaria, alimentación) y también a la explotación de recursos naturales en la minería y los hidrocarburos.
España no reaparece en los mercados latinoamericanos hasta los años 70 del pasado siglo y lo hace de manera bastante superficial. España ha vivido una época de aislamiento internacional en lo político y en lo económico y el despegue que comienza a experimentar su mercado interno le permite trasladar ciertos flujos de capital a mercados exteriores, como es el caso del latinoamericano. Sin embargo, su incidencia real no supera el 0'3% del total. Ya entonces nuestra inversión se dirigía en un 75% a los sectores comercial y financiero, apartándonos de sectores que otras inversiones extranjeras −estadounidenses, británicas o francesas− ya copaban, como era el caso del manufacturero.
El hecho que realmente va a condicionar la realidad de la inversión española en Latinoamérica será el que se conoce como `década perdida'. Este periodo de tiempo comienza con la crisis de la deuda externa y la suspensión de pagos a la que México llega ante la imposibilidad de abonar sus deudas. Esta crisis se extendió por toda Latinoamérica a través del llamado efecto tequila y tiene sus últimas manifestaciones con la crisis del real brasileño en 1999 y la crisis argentina y el corralito de 2001, influidas también por la crisis del sureste asiático. En 1986 España, tras unas duras negociaciones que serán la principal prioridad de los primeros gobiernos democráticos en España, se adhiere a la Comunidad Económica Europea. Las IED que se habían mantenido en unas cifras mínimas a través de las actividades financieras renacen gracias a las nuevas oleadas de capital con origen en la mejoría económica que vive el país a través de la llegada de los fondos europeos. La competencia se hace cada vez más dura en el mercado interno español, donde también acuden inversiones extranjeras y ello permite que bancos y empresas dirijan sus miradas a Latinoamérica ahora que no cuentan con las diferentes restricciones que no les habían permitido hacerlo con anterioridad.
No fue, sin embargo, Latinoamérica el principal destino de nuestras inversiones tras la adhesión comunitaria. Fue a este mercado, el europeo, que se liberalizaba gradualmente en mayor medida en busca del mercado único, el que facilitaba en todos los sentidos las inversiones españolas. Pero las grandes empresas encontraron la necesidad de reposicionarse en ambientes más competitivos para ellas y de las que pudieran obtener un beneficio mayor. Este lugar era sin dudas en aquel momento el mercado latinoamericano.
Como cuenta William Chislett en su libro sobre la IED española en América Latina fueron las de Telefónica las primeras grandes inversiones en el continente, en Chile y Argentina en 1991. A esta nueva etapa se la va a conocer como la época dorada' en contraposición a la
década perdida' a la cual ya nos hemos referido anteriormente.
La década dorada (1990 − 2000)
La decisión de dirigir el grueso de las IED españolas ha Latinoamérica no ha sido tan sencilla como en un principio pueda parecer. Son muchos los factores que influyen en este tipo de decisiones más allá de los lazos culturales y lingüísticos existentes. Comprobemos cuáles pueden ser y cuáles han sido en realidad los españoles.
Las principales razones para instalarse en el exterior son la voluntad de diversificar mercados y la saturación del mercado nacional. Esto pone de relieve que la inversión exterior responde a un planteamiento estratégico. La empresa interesada en establecerse en el extranjero se regirá por diversos criterios para ubicar el país receptor de la inversión prevista. En primer lugar, estarán los intereses comerciales y de negocio previsibles tanto en forma de facturación adicional como en posible reducción de costes de producción.
Para decidirse por un país u otro, también contaran una serie de factores ajenos a la influencia de la empresa como son:
ð Entorno
ð Estabilidad política y económica
ð Participación activa de la población y preparación de la mano de obra
ð Inversión en recursos humanos
ð Gestión pública adecuada y eficiente
ð Confianza en los mecanismos de mercado del país en cuestión
ð Atención al medio ambiente
ð Sector privado dinámico
ð Ausencia de corrupción.
En los últimos años la liberación, privatización y reforma fiscal son expresiones que están generando un gran número de nuevas oportunidades para las inversiones extranjeras. Parece que las actividades que generan valor añadido se extienden por el mundo en busca de mayor beneficio y productividad, jugando la empresa, y no el Estado, el papel fundamental. Las empresas no quieren oír hablar de largos procedimientos burocráticos, prefieren la transparencia, la objetividad y las prácticas económicas liberales, tanto en la toma de decisiones como en su aplicación, huyendo de los cambios continuos de las reglas del juego y, por supuesto, de la corrupción.
En los últimos años se observa que la inversión internacional se dirige cada vez mas a los países menos desarrollados, en detrimento de los países desarrollados. Este proceso se ha visto respaldado por la decisión de la mayoría de los países en desarrollo de apostar decididamente por la liberalización de sus regímenes de inversiones y, en general, de proceder a una apertura de sus mercados de trabajo y capital. Todo ello ha provocado que la tasa de crecimiento del comercio internacional y la inversión en el extranjero hayan crecido de forma espectacular, a la que España no ha sido ajena.
Las inversiones pueden ser directas, en carteras, en inmuebles u otras. Aquí se reflejan exclusivamente las directas, que son:
La participación en sociedades extranjeras que permita al inversor la influencia efectiva o el control de la sociedad, o como mínimo la compra del 10% del capital de la sociedad.
La concesión a sociedades extrajeras de prestamos cuya vida media ponderada sea superior a cinco años, con el fin de establecer o mantener vínculos económicos duraderos.
Calidad de las infraestructuras
39%
Disponibilidad de materias primas
23%
Potencial de producción agraria
Fuente: Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades ; Madrid; 2003; p. 38
Las razones de por qué América Latina se constituye como centro casi exclusivo de los flujos de capital español, son muy variadas, y unas y otras están fuertemente entrelazadas. Sin duda, un determinante esencial lo constituye la ventaja competitiva derivada de una comunidad cultural compartida fruto del idioma, el impagable recurso que cobra cada vez más valor económico, que permite transitar en un mercado de 450 millones de personas, permitiendo a su vez adaptar con rapidez productos, tecnología y modalidades de gestión.
Otro de los grandes determinantes de la opción estratégica latinoamericana y que no ha perdido fuerza en ninguno de estos años es su calificativo como región emergente. El potencial de su fuerte desarrollo poblacional que hemos comprobado con los datos demográficos es una solución al embudo demográfico que sufre nuestro país. A este enorme crecimiento de la población, hay que añadirle el aumento de los stocks de capital y de productividad, cuyos índices, actualmente están en niveles muy bajos, lo cual permite obtener grandes mejoras. La posibilidad de concluir exitosamente reformas estructurales futuras, es, indudablemente, un incentivo inversor muy destacado, así como las perspectivas generales de crecimiento, durante los próximos años.
CRECIMIENTO MEDIO INTERANUAL LATINOMERICANO (1994 −
Fuente: BBVA; Latinwatch 2004.
También, encontramos un factor determinante que presionaba cada vez más, en el alto grado de maduración de sectores españoles tales como el bancario o el de las telecomunicaciones. Este factor perseguía en los mercados exteriores, impulsar rápidamente las ventas con el fin de compensar el saturado mercado nacional, ligado a la necesidad de alcanzar el tamaño suficiente que garantizase su supervivencia en los mercados que cada día se tornaban más competitivos. Por consiguiente, el mercado latinoamericano no representa únicamente una válvula de escape, sino una estructura necesaria para el desarrollo empresarial dentro y fuera
de las fronteras, y como en toda inversión internacional, la posibilidad de construir estructuras empresariales diversificadas geográficamente.
Por último el factor económico, que podemos dividir en dos: la liberalización y la privatización, que han abierto multitud de sectores de la economía latinoamericana, hasta ahora fuertemente restringidos, al mercado global; sectores que necesitan un importante flujo de capital extranjero que les ayude a desarrollar la infraestructura de toda la región.
España ha sido durante los últimos diez años un inversor de primera línea en Latinoamérica, llegando a superar la de Estados Unidos, mérito importante teniendo en cuenta que pese a situarse entre la octava y la undécima economía mundial, la española continúa siendo quince veces menor que la estadounidense. Una vez hemos podido comprobar cuáles han sido los motivos que realmente han conducido a los españoles a invertir en Latinoamérica, debemos comprender cuál ha sido la evolución de estas inversiones. De manera gráfica podemos comprobar dicha evolución a través del gráfico que proponen Edmund Amann y Ziga Bodusek en su estudio para el Banco Interamericano de Desarrollo y que recoge William Chislett en su libro sobre la IED española en la región latinoamericana:
EVOLUCIÓN DE LAS IED ESPAÑOLAS EN AMÉRICA LATINA (1990 − 2002)
Fuente: Edmund Amann y Ziga Bodusek; Foreign Direct Investment in Latinamerica, the role of European Investors ; IADB, 2001 y Chislett, William; La inversión española directa en América Latina: retos y oportunidades ; Madrid; 2003; p. 21
El importante despliegue inversor se produce a principios de los años noventa, cuando la inversión directa en
ya se ha conseguido por parte del FMI un aplazamiento de pagos por valor de 6.780 millones de dólares, lo que permitirá un mayor crecimiento del país. La que también puede proporcionar un índice orientativo para saber cual va a ser el grado de recuperación de América Latina es la economía estadounidense y, principalmente, de cómo va a afrontar los próximos años la economía mexicana, totalmente dependiente de la primera desde que se firmara en 1994 el TLCAN. La atención debe estar igualmente centrada en los precios del petróleo, factor clave para el desarrollo económico y que debido al crecimiento chino y la guerra de Irak está produciendo fuertes estragos en todo el mundo.
En septiembre de 2002 se presentó el informe sobre las inversiones en el mundo durante el 2001 de la UNCTAD. En él podemos comprobar como las inversiones directas extranjeras desde que comenzó el S XXI han descendido en número, exactamente en un 51%. Se trata del mayor descenso en los últimos 30 años y el primero en los últimos 10 años y los datos de los siguientes años no han sido mucho mejores.
Algunos han sido los factores que han influido en ello: los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, el conflicto de Irak, la subida del petróleo, etc. Todo ello certifica que la economía mundial está en crisis. Existe un clima de falta de confianza y de pesimismo en todos los mercados internacionales. La IED tiene una vinculación directa con el estado de la economía mundial y un ciclo negativo como el que estamos viviendo significa la perdida de confianza de las empresas y el descenso en el número de fusiones y adquisiciones en los mercados internacionales. España, aunque sigue siendo un inversor neto en el extranjero, no ha permanecido ajena a la coyuntura adversa. Ello ha supuesto que durante el 2001 los flujos de inversiones externas descendieron un 49%, siendo la media de la Unión Europea para esta misma magnitud del 62%. Era el segundo año consecutivo que descendían las IED en Latinoamérica, principalmente en Argentina debido a la crisis que sufría. Las crisis económico−políticas en países como Argentina y Venezuela, se han convertido en decisivos factores que han desacelerado el crecimiento y contribuido a la recesión global. También ha contribuido a todo ello que durante los últimos años no se hayan producido grandes procesos de privatización como los que se habían producido en Argentina anteriormente, principalmente en Brasil. Este cambio de tendencias supone volver a niveles de inversión de 1996, precisamente el año de partida del mayor apogeo inversor español de los años noventa.
El futuro de las inversiones en América Latina no parece excesivamente halagüeño como reflejo de la evolución de la economía mundial. Se han incrementado significativamente las desigualdades en la región de acuerdo con los diferentes informes de cada país de la CEPAL, ha aumentado el descontento social y el progreso ha sido incapaz de mitigar la pobreza existente. No son estos los mejores resultados que auguren la evolución de las economías latinoamericanas hacia escenarios mucho más estables y seguros que permitan un mejor establecimiento de la IED.
Características de la inversión directa española en América Latina
Existen diversos factores que deben ser tenidos en cuenta a la hora de analizar las inversiones españolas en Latinoamérica. Nuestras inversiones como país tienen ciertas características propias de las que carecen el resto de Estados por el momento en que entramos, por la idiosincrasia de nuestras empresas inversoras principales y por los factores que influyen en nuestro propio mercado interno. Podremos destacar seis.
La primera que podríamos destacar es la de la decisión. Pese a que nuestra entrada en este mercado fue tardía, una vez nos introdujimos (como hemos comprobado principalmente a partir de 1993) o hicimos con fuerza y ya en 1999 nuestro país alcanzó el sexto puesto en el ranking de países por volumen de IED.
La segunda tiene relación con su vocación de permanencia, característica que nos diferencia del resto de inversiones directas provenientes del extranjero. Nuestras empresas han invertido en Latinoamérica con la idea del largo plazo, buscando siempre insertar exitosamente su ventaja competitiva en el mercado objetivo. Otras inversiones, de cartera, buscan un ratio de beneficio mucho más amplio en un periodo de tiempo muchos más corto, en algunos casos haciendo uso de la especulación.