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Tipo: Apuntes
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El embarazo por sí solo produe cambios en la anatomía y fisiología de la mujer, que suponen una adaptación continua para permitir el adecuado desarrollo del feto, preparación al parto y la lactancia.
El aumento de peso es mayor, por el crecimiento y desarrollo del bebé, esto ocasiona que en ciertas posiciones o actividades (acostada boca arriba, subir escaleras o caminar largas distancias) se presente un poco de dificultad para respirar y agitación.
En algunas mujeres se “salta” el ombligo, sienten incomodidad con los movimientos del bebé y tienen calambres e hinchazón en las piernas.
Al final del embarazo se incrementan las ganas de orinar, se pone duro el abdomen (contracciones, sin dolor).
La altura del abdomen disminuye, se percibe presión en la parte baja de la pelvis y el bebé empieza a acomodarse para nacer.
Es normal un aumento de peso en promedio de 10 a 12 kilos en todo el embarazo.
Amanecer hinchada de cara, manos y piernas no es normal.
Los cambios son más perceptibles. Los senos aumentan de tamaño en forma gradual, están más sensibles e incluso llegan a doler. Ganas de orinar más frecuentemente.
En algunas mujeres aparece una línea obscura en la línea media del abdomen (línea morena) y pueden hincharse los pies y piernas, conforme pasa el día.
Se espera un aumento de peso de 1 a 1.2 kg por mes.
Inicia la percepción de los movimientos del bebé que se irán incrementando conforme avanza el embarazo.
El aumento de peso es mayor, por el crecimiento y desarrollo del bebé, esto ocasiona que en ciertas posiciones o actividades (acostada boca arriba, subir escaleras o caminar largas distancias) se presente un poco de dificultad para respirar y agitación.
En algunas mujeres se “salta” el ombligo, sienten incomodidad con los movimientos del bebé y tienen calambres e hinchazón en las piernas.
Según avanza el embarazo se produce un incremento en la necesidad de volumen respiratorio y de cantidad de oxígeno.
El crecimiento del útero provoca que el diafragma se eleve y que la respiración se realice con los músculos del tórax sin la ayuda de los músculos abdominales, provocando una sensación de mayor dificultad al respirar junto a un aumento en la frecuencia respiratoria.
Debido a este aumento en la necesidad de oxígeno y al mayor esfuerzo para respirar debido al crecimiento uterino se produce una menor disponibilidad de oxígeno para la práctica de ejercicio aeróbico durante el embarazo.
En el embarazo se producen muchos cambios en la actividad y los niveles hormonales. Se produce un incremento en los niveles de estrógenos, progesterona y otras hormonas, así como cambios en el metabolismo de los carbohidratos.
Estos cambios son necesarios para cubrir los requerimientos metabólicos de la madre y del crecimiento del feto, cuya principal fuente de alimento es la glucosa que se halla presente en la sangre materna.
La práctica de ejercicio físico durante la gestación es beneficiosa para la adaptación a los cambios en la resistencia a la insulina que se produce en la segunda mitad del embarazo.
Si la realización del ejercicio físico no supera la intensidad recomendada, es decir, una intensidad moderada, no hay razón para que existan riesgos o problemas para cubrir los requerimientos energéticos del feto.
Durante la gestación, la mujer experimenta numerosos cambios destinados a adaptar su organismo al embarazo. Se produce un aumento en el volumen y peso de los pechos, un aumento del volumen uterino, la parte baja de la espalda se curva y el centro de gravedad se desplaza, aumenta el peso corporal, las articulaciones ganan elasticidad y existe un menor retorno venoso en las piernas debido al aumento de tamaño del útero.
Por todos estos cambios es necesario, a la hora de la práctica de una actividad física, tener en cuenta:
En el embarazo y el ejercicio físico se produce un aumento de la temperatura corporal materna.
La mujer embarazada posee un sistema de regulación de la temperatura mucho más eficiente que la mujer no gestante. Este sistema es un sistema de protección frente las elevaciones de temperatura que puedan ser perjudiciales para el feto. Algunos estudios indican que elevar la temperatura materna en 1,5ºC o más de manera continuada puede suponer un grave riesgo para el desarrollo embrionario y fetal, especialmente si ocurre durante el primer trimestre.
Es importante que la mujer gestante no realice una actividad deportiva que produzca un sobrecalentamiento corporal y siempre mantener un adecuado estado de hidratación y una buena reposición de líquidos durante y después del ejercicio físico.