






Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity
Prepara tus exámenes con los documentos que comparten otros estudiantes como tú en Docsity
Los mejores documentos en venta realizados por estudiantes que han terminado sus estudios
Estudia con lecciones y exámenes resueltos basados en los programas académicos de las mejores universidades
Responde a preguntas de exámenes reales y pon a prueba tu preparación
Consigue puntos base para descargar
Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium
Comunidad
Pide ayuda a la comunidad y resuelve tus dudas de estudio
Descubre las mejores universidades de tu país según los usuarios de Docsity
Ebooks gratuitos
Descarga nuestras guías gratuitas sobre técnicas de estudio, métodos para controlar la ansiedad y consejos para la tesis preparadas por los tutores de Docsity
Breve biografía de Carl Jung, su relacion con Freud y aportes a la psicología
Tipo: Monografías, Ensayos
1 / 12
Esta página no es visible en la vista previa
¡No te pierdas las partes importantes!
Carl Gustav Jung nació el 26 de julio de 1875 en Kesswil, en Suiza. Su padre era clérigo protestante, y su madre Emilie Preiswerk, pasaba largas temporadas recluida en instituciones debido a diversos trastornos psiquiátricos. De familia educada, Carl no estuvo fuera de esto, iniciando su aprendizaje del latín a los 6 años. No tardó mucho en volverse políglota y dominar muchas lenguas muertas. Se caso con Emma Rauschenbach, quien era cuatro años menor que él y con quien tardo siete años en lograr casarse. Ella le ayudaba a escribir sus informes diarios. Ya casados, los domingos Jung le contaba la historia y evolución de sus pacientes, también la psicoanalizaba y analizaban juntos algunos casos. El problema era el carácter de Jung: narcisista y desequilibrado, resultaba tan atractivo como egoísta. Trabajaba con sus pacientes día y noche,” como un poseído” según la biógrafa, y descuidaba la vida familiar, al tiempo que se comportaba como un coqueto enfermizo incapaz de no flirtear con cualquier mujer. Tuvieron cinco hijos, pero en el curso de su largo matrimonio estuvieron a punto de divorciarse al menos en tres ocasiones, siempre por las infidelidades de Jung con pacientes como María Moltzer, Sabina Spielrein o Antonia Wolff. Como él mismo le explicó a Freud en una carta del 30 de enero de 1910, creía firmemente que “el prerrequisito de un buen matrimonio es el permiso para ser infiel”. Obviamente, Emma Jung no estaba de acuerdo, así que cada vez que la traición sentimental de su marido le resultaba intolerable, amenazaba con abandonarle primero y divorciarse después. Entonces Jung caía enfermo con dolores de estómago, depresión…. Más aún, cada vez que alguna de sus amantes empezaba a exigir cosas y ponía en peligro su familia, “sufría verdaderos ataques de pánico”. Y no eran pocas, pues, como la propia Emma escribiría a Freud, “todas las mujeres se enamoran de él, y yo, con los hombres de inmediato quedo fuera de circulación como la esposa del padre o del amigo”.
Una antigua paciente enferma de depresión, Toni Wolff, lo cambiaría todo a partir de 1910 al convertirse en su discípula e iniciar un insólito “ménage à trois”. Jung estaba deslumbrado ante su “intelecto notable” y “excelente sensibilidad”. Emma Jung, consciente de lo que significaba Wolff para la parte más compleja de la personalidad de su marido, no sólo la aceptó, sino que perdonó sus desprecios y que a menudo exigiera al doctor Jung que se divorciara de inmediato. Lo cierto, es que Carl amaba a su esposa, pero no cedía en sus ideas sobre la poligamia, asegurándole a ella que eso no implicaba ninguna diferencia en cómo la quería. Emma, por su parte, intentaba ser justa con su amante. Las dos compartían a Carl de manera más o menos equitativa, cada una con su propio papel. Emma representaba la vida estable, cotidiana. Toni, la pasión, lo oculto, lo prohibido. Sólo el tiempo (varias décadas) acabaría por diluir la pasión entre el psicoanalista suizo y Wolff, pero las heridas que causó acompañarían siempre a Emma Jung. Carl Jung fundó la psicología analítica en un intento por profundizar en el misterio del inconsciente y los símbolos oníricos del tejido de nuestra psique Carl Jung fue uno de los psicólogos más destacados de la historia. Su legado es una alquimia fascinante donde se traza un itinerario entre la psicología analítica, el inconsciente colectivo, la espiritualidad, el humanismo y la mitología. Para este pionero de la ciencia de lo onírico, comprender la psique suponía por encima de todo, revelar el Yo, hacer consciente lo inconsciente. Casi al final de su vida, realizó una serie de reflexiones que a día de hoy nos resultan altamente inspiradoras. Para él la psicología era una herramienta básica para el ser humano. Es ese canal de autoconocimiento con la cual, entender el origen de nuestras sombras, de esos miedos vetadores que limitan la vida. Las personas somos capaces de desencadenar las más terribles guerras y los conflictos más irracionales. Sin embargo, si lográramos conocer un poco más nuestra psique, y esas energías adheridas a nuestra arquitectura profunda, tendríamos según Jung, vidas más iluminadas, respetuosas y felices. Porque el conocimiento es revelación y es libertad.
Entre 1900 y 1906, Carl Jung trabajó con Eugene Bleuler, un psicólogo pionero en la comprensión de las enfermedades mentales. Fue en esta época en la que descubrió cómo ciertas palabras provocaban en los pacientes respuestas emocionales. Algo que, a su parecer, representaba ni más ni menos que asociaciones subconscientes, pistas de los propios complejos de cada persona. Todos estos análisis los recogió en su libro Studies in Word Association, un trabajo que no dudó en enviar a otra figura de aquella época y todo un referente para él: Sigmund Freud. Freud se convirtió al poco tiempo en el mentor de Jung. Aquella unión duró unos 10 años, sin embargo, tal y como explicó años después el propio Jung, Freud no tenía educación filosófica y las conversaciones con él eran rígidas, limitadas y llenas de discrepancias. Así, y aunque ambos coincidían en la relevancia del mundo inconsciente en el ser humano, Jung defendía una idea colectiva sobre el mismo, mientras Freud abogaba por un inconsciente individual. Esta diferencia, sumada a las teorías sobre la sexualidad, terminó por poner distancias insalvables entre ambos psiquiatras.
Romper con el universo personal y teórico de Freud tuvo consecuencias para Carl Jung. Se le cerraron las puertas en los círculos académicos más relevantes, como, por ejemplo, la Sociedad Psicoanalítica Internacional. Sin embargo, y después de sufrir una crisis nerviosa, se puso como propósito desarrollar sus ideas, defenderlas y asentar su propio enfoque personal: la psicología analítica. Argumentó que la evidencia empírica no era la única forma de llegar a las verdades psicológicas o científicas. Para Jung, el alma también desempeñaba un papel clave en el conocimiento de la psique. De ese modo, las principales contribuciones de esta perspectiva fueron las siguientes:
El inconsciente colectivo también es llamado por otros autores, como C. George Boree, “herencia psíquica”, palabras que ayudan a comprender de mejor forma las implicaciones de este concepto. Así como la genética lleva el mapa de aportes heredados de nuestros antepasados, el inconsciente colectivo lleva este mismo mapa, pero de lo psíquico. Y así como no se puede tener consciencia (en el pleno sentido de la palabra) de cuáles son los contenidos genéticos que hemos heredado, tampoco se tiene consciencia de ese reservorio de experiencias colectivas. Pero, en ambos casos es igual de evidente que afectan la forma de actuar y comprender el mundo de cada individuo. Poniéndolo, entonces, en palabras más simples, el inconsciente colectivo es la sumatoria de todos los inconscientes personales, tanto de las personas vivas como de las muertas, de todas las culturas humanas. Pero, aunque esto pueda parecer una idea mística, está firmemente atada a la lógica y a la ciencia. Es el inconsciente colectivo el que permite, por ejemplo, que los contenidos de sueños y pesadillas se hayan repetido por generaciones en diferentes sociedades que nunca tuvieron contacto entre sí. Igual que muchísimos preceptos religiosos, mucha de la ficción (cuentos, mitos, etc.) que conocemos, entre otras experiencias compartidas. Sea, entonces, que este inconsciente colectivo tenga un espacio específico en nuestra psique, que sea parte del código genético de la especie, o cualquier otra explicación posible, condiciona la forma en la que se reacciona al mundo y a sus personas. Los arquetipos serían, según Jung, el contenido principal del inconsciente colectivo.
Como ya se mencionó, los arquetipos son el contenido del inconsciente colectivo. Sin embargo, en este artículo no se abordará con detalle el tema de los arquetipos, ya que, debido a su importancia en las teorías junguianas, es necesario dedicarle un artículo entero. Los arquetipos plantean la tendencia que tiene cada persona a experimentar la realidad de una forma específica. Pero hay que acotar que esta tendencia es innata. Por ejemplo, ante un obstáculo que impida lograr el aprendizaje de un tema u otra meta, cada cual tendrá una tendencia sobre cómo lo vivencia y cómo responde.
Deriva del anterior y explica que la energía resultante de la oposición se distribuye de forma equitativa en ambos polos. Esto adquiere mucha importancia, en tanto que la conducta del individuo casi nunca satisface a ambos polos y uno de estos dos polos quedará desatendido, con energía que no se utilizó. Por ejemplo, si alguien tiene la idea de ayudar a un mendigo y simultáneamente le surge la idea de ignorarlo, pero se decanta al final por ayudarlo, ya que la energía psíquica se distribuyó equitativamente en ambos polos, el que manejaba la idea de ignorarlo quedó desatendido y ahora hay un remanente de energía que nuestra psique usará. La adaptación del humano al entorno depende de cómo se administre esa energía restante. Si se acepta de forma consciente ese pensamiento opuesto al realizado (por ejemplo, ignorar al mendigo), la energía se usa para mejorar el funcionamiento psíquico. Si no se acepta, la energía se usa en la formación de complejos. Estos complejos tienen que ver con las interpretaciones que hace el sujeto sobre sus pensamientos. El inconsciente personal es amoral; no considera nada ni bueno ni malo por principio. Estas etiquetas se las pone cada persona. Y muchos complejos tienen que ver con no aceptar los pensamientos que surgen y se etiquetan como negativos.
Este último principio cierra las premisas de los anteriores, indicando que existe una tendencia entre los opuestos a atraerse entre sí. Ello pues la psique intenta disminuir la energía vital usada y ya se indicó que mientras más extremos los polos, más energía gastan. Si los opuestos se acercan paulatinamente, la energía requerida será menor. Esto ocurre a lo largo de toda la vida y es la razón de que durante la infancia o la juventud las personas tengan ideas y conductas tan polares u opuestas, mientras que a medida que se envejece, el individuo se vuelve mucho más centrado y conciliador consigo mismo. A este proceso de reconciliarse con los opuestos propios (y por ende limpiarse de complejos), se le conoce como trascendencia. A la trascendencia de todos los opuestos
(masculino-femenino, maduro-infantil, valiente-cobarde, bueno-malo, etc.) se le conoce como “self” y es la meta de toda persona para la psicología profunda.
La sincronicidad es una forma en la que dos acciones, eventos o pensamientos pueden conectarse. Dos eventos pueden conectarse, por ejemplo, por medio de una relación causa efecto, o por casualidad. O una acción podría deberse a los valores de una persona, o su propósito vital. En la sincronicidad no obran ninguna de estas cosas. Así pues, la sincronicidad explica la presencia simultánea de dos acciones, eventos o pensamientos, que no son obra de la causalidad, casualidad o conexión teleológica. Y estas dos acciones, eventos o pensamientos conectados por la sincronicidad tienen una relación real y significativa. Un ejemplo de sincronicidad sería pensar en un familiar al que no se ve en años (y casi nunca se piensa en él), justo segundos antes de que este toque a la puerta, pues vino de visita. Esto es lo que muchos llamarían casualidad y lo que otros atribuirían a hechos místicos, pero que Jung llamó, simplemente, sincronicidad. Así como los arquetipos serían el contenido del inconsciente colectivo, la sincronicidad sería la forman en que se comunican dos inconscientes individuales o, dicho de otra forma, sería el lenguaje del inconsciente colectivo. De acuerdo a Jung existen personas más sensibles que otras para entender este lenguaje o comunicarse por medio de él. En otras palabras, de nuevo parece todo producto de ideas supersticiosas. Y esa es la razón de que Carl Jung retrasara tanto la publicación de este concepto. Él tenía clara su existencia, pero no sabía cómo presentarla de forma científica. Ante el temor de morir, lo publicó sin haber dado todavía con las pruebas científicas requeridas, y por ello sigue siendo uno de los puntos más debatidos de su obra. Sin embargo, en la actualidad, nuevos hallazgos, incluso en áreas tan lejanas como la física cuántica, prometen dar una respuesta definitiva y científica a este complejo tema.
los sentimientos, Jung considera que esta es una función consciente, pues su centro está tanto en el sentir como en el pensar.
El mapa de la personalidad que plantea Jung se construye indicando, primero, qué rasgos de personalidad predomina más, y luego estableciendo la predominancia de las funciones de la personalidad, de mayor a menor. Ello pues cada sujeto usa estas funciones de una manera y en un nivel distinto. Partiendo de ese punto, cada uno tendrá una función principal (la más desarrollada y consciente), una secundaria (también consciente y usada como apoyo a la principal), una terciaria (poco desarrollada y poco consciente) y una inferior (muy poco desarrollada y, en la mayoría de los casos inconsciente). Para la psicología profunda, uno de los objetivos principales es lograr que el individuo desarrolle ambos polos de la personalidad y sus cuatro funciones, logrando que todas estas se hagan conscientes. La trascendencia antes indicada sobre los arquetipos opuestos, aplica también a estos factores de la personalidad. Como se puede notar, entonces, las teorías de Jung revelan a un ser humano complejo, lleno de polos opuestos y matices, que debe jugar a construirse, a encontrar su centro, por toda la vida. Es una teoría elegante que todavía es vigente y cuyo legado ha tocado a muchas más disciplinas que las interesadas en estudiar al humano. La literatura, el cine, las artes, la mitología, la filosofía, la antropología e incluso la física han aprovechado las ideas de Carl Jung para exponer nuevos conceptos, que han calado y son muy bien valorados por muchísimos profesionales. Queda por ver a dónde llagarán los aportes de esta compleja teoría en el futuro.
Gary Lachman señaló en la biografía que realizó sobre Jung, que gran parte de la comunidad académica de la época lo consideró más un místico que un científico. Pasó gran parte de su vida navegando entre lo tangible y lo espiritual, investigando culturas
primitivas, los ritos, las cosmogonías y esas mitologías donde ahondar todo lo posible en esa noche psíquica de la humanidad donde según él, se hallaban todas las respuestas. Gran parte de esas revelaciones quedaron reflejadas en El libro rojo, una obra extraña, críptica y fascinante que se publicó años después de su fallecimiento, llegados ya los 85. A pesar de estas corrientes gnósticas y espirituales, Carl Jung llegó a ser vicepresidente honorario de la Asociación Alemana de Psicoterapia y uno de los psicólogos más relevantes del siglo XX. A pesar de que no fundó ninguna escuela de psicología, a día de hoy contamos con la corriente junguiana, un enfoque terapéutico que aplica esas claves de analíticas donde seguir desvelando los misterios del inconsciente y ese psiquismo profundo habitado por nuestros arquetipos. «El recuerdo de los acontecimientos externos de mi vida se ha desvanecido o desaparecido en gran medida. Pero mis encuentros con la «otra» realidad, mis combates con el inconsciente, están grabados de forma indeleble en mi memoria». -C. G Jung, Memorias, sueños y reflexiones, 1961- «Tu visión se aclarará solo seas capaz de mirar a tu propio corazón. Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta». -Carl Jung-
Tipos psicológicos. Símbolos de Transformación Realidad del Alma. Teoría del Psicoanálisis Aion-contribución a los símbolos. Lo Inconsciente y otros: El Hombre y sus símbolos. Psicología de la Demencia Precoz. Psico génesis de las enfermedades mentales 1 Conflictos del Alma infantil Psicología y Religión. Las relaciones entre el Yo y el Inconsciente La Psicología de la Transferencia. Formaciones de lo Inconsciente. . Psicología y Simbología del Arquetipo.