Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

La falta de aproximación sociológica al consumo en las producciones teóricas posmodernas, Resúmenes de Sociología

Este documento analiza la confusión generada por las visiones erróneas sobre el consumo en el contexto del sistema capitalista post feudal. El autor critica la percepción de consumo como una práctica individual y descontextualizada, y la desconexión entre las manifestaciones socioculturales y las relaciones y condiciones de producción. Se destaca la importancia de profundizar en estos vínculos para una comprensión verdadera de la práctica del consumo y su lugar en los sistemas económicos, políticos y culturales.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se conceptualiza erróneamente el consumo en las producciones teóricas posmodernas?

Tipo: Resúmenes

2019/2020

Subido el 13/11/2021

giuliano-garofalo
giuliano-garofalo 🇦🇷

5 documentos

1 / 5

Toggle sidebar

Esta página no es visible en la vista previa

¡No te pierdas las partes importantes!

bg1
1
SISTEMA PRODUCTIVO Y CONSUMO
Osvaldo Gagliardo. Ficha de Cátedra
Introducción
La falta de un adecuado abordaje sociológico en las producciones teóricas
“posmodernas” que se refieran a una de las prácticas sociales más importantes en el
contexto del sistema capitalista post feudal, como lo es el consumo, ha generado un
importante grado de confusión en su conceptualización, en la significación y el
sentido que se le adjudica dentro de este sistema; así como la tergiversación de su
lugar en los procesos histórico sociales. Esto, en conjunto, ha colaborado a formar
una caracterización sesgada del devenir de la estructura social capitalista post
feudal.
Aislado del contexto sociohistórico en que se produce, el “consumo” se conceptualiza
erróneamente. Se lo presume como una práctica del “ser humano”, se lo naturaliza y
se lo ubica en el lugar de causa eficiente de un supuesto “tipo” de sociedad “de
consumo”, “consumista”, “de consumidores”, que aparece en la segunda mitad del
Siglo XX, y que se presume constituida por un conjunto de “individuos” consumistas
que interactúan y se interrelacionan por medio de sus prácticas consumistas.
Estas visiones que cargan las tintas en el “individuo”, sus acciones, interacciones y
relaciones; y a partir del conjunto de individuos interrelacionados construyen la idea
de una supuesta “sociedad” -a veces denominada “civil”- que deviene y se desarrolla
con importantes grados de autonomía, o aún, con independencia de los sistemas
económicos, políticos y culturales; tienden a percibir, considerar, analizar y
conceptualizar la práctica del consumo en el contexto de las expresiones
socioculturales, disociada de las prácticas productivas, que se presumen como parte
de otro universo o “esfera” donde se manifiestas las cuestiones económicas.
En este sentido influye en gran medida que los desarrollos teóricos posmodernos
tiendan a percibir, describir y comentar profusamente lo que aparece en la superficie,
lo manifiesto, lo que se hace visible en el plano de las prácticas socioculturales, y
que no se esmeren de la misma forma por profundizar los vínculos entre esas
manifestaciones socioculturales que aparecen en la superficie y las relaciones y
condiciones de producción, -entre otras cuestiones elementales de los sistemas
económico y político integrantes de la estructura social- que no son tan evidentes, y
que por el contrario y como todo lo esencial, no son vivibles a simple vista, y deben
ser detectadas, “leídas”, analizadas y ponderadas según las metodologías
adecuadas, so pena de sesgar y contaminar los resultados de las prácticas teóricas.
Fredric Jameson señala que los cambios que se verifican en el siglo XX, en términos
de la emergencia de un modo completamente nuevo de vivir lo cotidiano, no se deben
a un nuevo modo de producción sino a una mutación dialéctica de un sistema
capitalista “hace tiempo vigente”, que los rasgos formales del posmodernismo
reproducen y refuerzan la lógica del capitalismo “consumista” y que lo que se percibe
como “posmodernismo” es la hegemonía de una lógica que conduce a la
transformación de la esfera cultural de la sociedad contemporánea. Consigna como
rasgos que forman parte de esa mutación, a partir de la segunda guerra mundial, el
ritmo cada vez más acelerado de cambios en la moda y los estilos, la penetración de
la publicidad, la televisión y los medios en general, de nuevos tipos de consumo y de
la obsolescencia planificada.
pf3
pf4
pf5

Vista previa parcial del texto

¡Descarga La falta de aproximación sociológica al consumo en las producciones teóricas posmodernas y más Resúmenes en PDF de Sociología solo en Docsity!

SISTEMA PRODUCTIVO Y CONSUMO

Osvaldo Gagliardo. Ficha de Cátedra

Introducción

La falta de un adecuado abordaje sociológico en las producciones teóricas “posmodernas” que se refieran a una de las prácticas sociales más importantes en el contexto del sistema capitalista post feudal, como lo es el consumo, ha generado un importante grado de confusión en su conceptualización, en la significación y el sentido que se le adjudica dentro de este sistema; así como la tergiversación de su lugar en los procesos histórico sociales. Esto, en conjunto, ha colaborado a formar una caracterización sesgada del devenir de la estructura social capitalista post feudal.

Aislado del contexto sociohistórico en que se produce, el “consumo” se conceptualiza erróneamente. Se lo presume como una práctica del “ser humano”, se lo naturaliza y se lo ubica en el lugar de causa eficiente de un supuesto “tipo” de sociedad “de consumo”, “consumista”, “de consumidores”, que aparece en la segunda mitad del Siglo XX, y que se presume constituida por un conjunto de “individuos” consumistas que interactúan y se interrelacionan por medio de sus prácticas consumistas.

Estas visiones que cargan las tintas en el “individuo”, sus acciones, interacciones y relaciones; y a partir del conjunto de individuos interrelacionados construyen la idea de una supuesta “sociedad” -a veces denominada “civil”- que deviene y se desarrolla con importantes grados de autonomía, o aún, con independencia de los sistemas económicos, políticos y culturales; tienden a percibir, considerar, analizar y conceptualizar la práctica del consumo en el contexto de las expresiones socioculturales, disociada de las prácticas productivas, que se presumen como parte de otro universo o “esfera” donde se manifiestas las cuestiones económicas.

En este sentido influye en gran medida que los desarrollos teóricos posmodernos tiendan a percibir, describir y comentar profusamente lo que aparece en la superficie, lo manifiesto, lo que se hace visible en el plano de las prácticas socioculturales, y que no se esmeren de la misma forma por profundizar los vínculos entre esas manifestaciones socioculturales que aparecen en la superficie y las relaciones y condiciones de producción, -entre otras cuestiones elementales de los sistemas económico y político integrantes de la estructura social- que no son tan evidentes, y que por el contrario y como todo lo esencial, no son vivibles a simple vista, y deben ser detectadas, “leídas”, analizadas y ponderadas según las metodologías adecuadas, so pena de sesgar y contaminar los resultados de las prácticas teóricas.

Fredric Jameson señala que los cambios que se verifican en el siglo XX, en términos de la emergencia de un modo completamente nuevo de vivir lo cotidiano, no se deben a un nuevo modo de producción sino a una mutación dialéctica de un sistema capitalista “hace tiempo vigente”, que los rasgos formales del posmodernismo reproducen y refuerzan la lógica del capitalismo “consumista” y que lo que se percibe como “posmodernismo” es la hegemonía de una lógica que conduce a la transformación de la esfera cultural de la sociedad contemporánea. Consigna como rasgos que forman parte de esa mutación, a partir de la segunda guerra mundial, el ritmo cada vez más acelerado de cambios en la moda y los estilos, la penetración de la publicidad, la televisión y los medios en general, de nuevos tipos de consumo y de la obsolescencia planificada.

Conceptualización del Consumo

“Precisamente porque esta disciplina aborda cosas a las que nos referimos constantemente –la familia, la sociedad, el delito, etc.- a menudo el sociólogo cree inútil ofrecer una definición previa y rigurosa. Tanto nos hemos acostumbrado a usar esas palabras, que reaparecen constantemente en el curso de las investigaciones, que se nos antoja inútil precisar el sentido en que las empleamos.” “Toda investigación científica se refiere a un grupo determinado de fenómenos que responden a una misma definición. Por lo tanto la primera actividad del sociólogo debe ser la definición de las cosas que él trata, a fin de que se sepa –y se sepa bien- a que se refiere.”

El consumo es una práctica social y como tal está determinada por y se inscribe en la lógica subyacente a la organización material del colectivo social. Todo grupo humano prescribe, determina, inculca e impone a los sujetos que son sus socios , determinadas reglas de funcionamiento que posibilitan y garantizan la vida en común. No es posible la conformación y subsistencia de un colectivo social sin pautas de comportamiento aceptadas, compartidas e internalizadas por los sujetos sociales que lo integran. Para la resolución de cuestiones básicas como la alimentación, el hábitat, el apareamiento, la conservación y transmisión del saber hacer, o la defensa de las amenazas externas o internas y otras cuestiones derivadas de éstas, los colectivos sociales generan formas de organización que a su vez definen una lógica de funcionamiento cuyas dinámicas acompañan el devenir histórico del colectivo.

Estas formas de organización, lógicas de funcionamiento y reglas de comportamiento prescriben e imponen a los sujetos y grupos sociales ciertos modos y formas de prácticas sociales que se construyen a lo largo del devenir histórico y se performan según las características de la estructura social o modo de producción específico en que se inscribe el colectivo social en ese devenir.

Entre esas prácticas se inscriben las relativas a la producción, distribución, circulación, acceso, uso, descarte y reposición de los objetos, bienes y servicios que se producen a través del sistema de producción de bienes materiales y simbólicos predominante en cada estructura social específica. Todas esas prácticas, desde la producción hasta el descarte y reposición están articuladas y forman parte de un proceso material que se ajusta a la lógica de funcionamiento imperante en el sistema.

Lo concerniente a las formas de producción y distribución remite a las prácticas involucradas en los respectivos sistemas productivos y distributivos que constituyen el sistema económico imperante en cada estructura social específica.

Lo concerniente a los modos y formas de uso, descarte y reposición remite a las prácticas sociales y culturales prescriptas en esa estructura social para el tratamiento que los sujetos sociales deben dar a los bienes y servicios a los que pueden acceder.

La cualidad de ese proceso articulado de prácticas de producción y de tratamiento de los bienes se define por un lado según el tipo y cualidades de los sistemas económico, político, cultural y social de la estructura social en que se desarrolla y de la interacción y relaciones que se den entre esos sistemas, y por otro lado según el lugar, funciones y significaciones que se atribuyen a esos bienes en los planos imaginarios, simbólicos e ideológicos que integran el sistema cultural imperante en el colectivo social.

Destaca Mike Featherstone que en la cultura de consumo contemporánea el estilo de vida denota individualidad, expresión personal y autoconciencia estilística y que los

función social para la que se los producía. Esto configura el sustrato de lo que se entiende como valor de uso.

Bajo la lógica del sistema feudal, la producción artesanal se subordinaba a la demanda de la población así como el sistema económico se subordinaba a los sistemas político, cultural y social.

La Revolución Industrial cambió drásticamente los términos de esta ecuación al desprender el proceso productivo de los requerimientos y necesidades de la población usuaria de los bienes y servicios (demanda), y subordinarlo a las necesidades de las empresas privadas con fines de lucro que van a competir -entre ellas- por la supervivencia y predominio en cada rubro de la producción industrial. Esta revolución –en sentido pleno, como cambio de la estructura- en el sistema productivo, impactó directamente sobre los sistemas que conforman la estructura social (económico, político, cultural y social) y en la relación entre ellos.

En lo concerniente a la producción y distribución, el cambio se afinca en el proceso de producción industrial en gran escala para su distribución y comercialización masiva.

En lo referente al acceso, uso, descarte y reposición, el cambio se expresa en la transformación del tratamiento “utilitario”, impulsado por una motivación de acceso y utilización del producto basadas en su función material, para que dure el mayor tiempo posible hasta su gasto y agotamiento físico; a un tratamiento depredatorio centrado en un acceso y utilización motivados predominantemente por el valor simbólico fetiche de la mercancía, durante el menor tiempo posible y hasta que resulte socialmente obsoleto por la emergencia de una nueva mercancía investida de un valor simbólico que se significa socialmente como superior.

Esta forma que asume el tratamiento de mercancías dentro del sistema o modo de producción capitalista es lo que pasa a llamarse consumo , una vez que comienzan a manifestarse en la superficie y a evidenciarse las nuevas y llamativas prácticas sociales y culturales en que se materializa esa forma de tratamiento.

El rol prioritario que pasa a ocupar el tratamiento de las mercancías en la sociedad capitalista en la forma “consumo” es, como señalan las definiciones del término hasta principios del siglo XX, la de gastar, destruir, aniquilar, en definitiva dilapidar las mercancías como forma necesaria e imprescindible de tratamiento –depredatorio- que permita relanzar la demanda y mantener el ritmo de descarte de los bienes y servicios al ritmo requerido por las condiciones de producción del sistema productivo y de sus propias condiciones de reproducción.

Esto es lo que constituye el estatuto del “consumo” como práctica social históricamente producida en el contexto del modo de producción capitalista post feudal y derivada de las condiciones de producción y reproducción de su sistema productivo. En ese sentido el fenómeno del consumo es un efecto de las condiciones que impone ese sistema, que lo inviste de su doble carácter de variable dependiente y de variable de ajuste.

Las condiciones del sistema productivo y los aceleradores que operan sobre ese sistema, determinan la dinámica tanto de la producción como del proceso de tratamiento y descarte de lo producido. En ambos casos determinan una dinámica de aceleración progresiva que va a ser percibida por todas las generaciones de pensadores y escritores, que destacan como una particularidad específica de “su” época el ritmo de los cambios, que configuran una enorme sobredemanda sobre las posibilidades de adaptación de las poblaciones a partir del siglo XVIII. El ritmo del

cambio social se asume como voraginoso y todas las perspectivas desde las que se lo

ha encarado involucran el componente de su sobredimensionamiento en relación a las

características y posibilidades físicas y psíquicas de las poblaciones involucradas.

Bibliografía

Baudrillard, Jean (2007) El sistema de los objetos, Méjico, Siglo XXI. Baudrillard, Jean (2005) Crítica de la economía política del signo, Méjico, Siglo XXI. Bauman, Zygmunt (2008) Vida de consumo, Buenos Aires, FCE Dogana, Fernando (1984) Psicopatología del consumo cotidiano, Barcelona, Gedisa Durkheim, Emile (1985) Las Reglas del Método Sociológico, Buenos Aires, Ed. Gorla. Featherstone, Mike (2000) Cultura de consumo y posmodernismo, Buenos Aires, Amorrortu. Jameson, Fredric, (1999) El giro cultural, Buenos Aires, Manantial Kotler, Philip et alt. (1998) Fundamentos de mercadotecnia, Méjico, Prentice Hall Lipovetzky, Gilles (1996) El imperio de lo efímero, Barcelona, Anagrama. Rifkin, Jeremy, (1999). El Fin del Trabajo, Buenos Aires, Paidos. Toffler, Alvin, (1980) La Tercera Ola, Barcelona, Plaza & Janes. Touraine, Alain (2006) Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy, Buenos Aires, Paidós.