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Este documento aborda el concepto y la importancia del apego en el desarrollo infantil. El apego se refiere a las conductas y vínculos afectivos que permiten al niño conseguir o mantener la proximidad con personas consideradas competentes y seguras. Se discute la importancia de la interacción entre el bebé y sus cuidadores en la formación de vínculos afectivos seguros y la diferencia entre la conducta de apego y el vínculo de apego. Además, se presentan las diferentes fases en el desarrollo del sistema de apego y los patrones de apego según Mary Ainsworth.
Qué aprenderás
Tipo: Apuntes
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El comportamiento de apego es todo aquel que permite al sujeto conseguir o mantener proximidad con otra persona diferenciada y considerada más competente, que motiva la búsqueda de proximidad entre el niño pequeño y sus padres o cuidadores. La experiencia del niño con sus padres tiene un rol fundamental en la capacidad del infante de establecer vínculos afectivos siendo su función principal la de proporcionarles una base segura para animarlos a explorar. Es importante que el infante pueda depender de sus figuras de apego y que estas puedan contener y proteger al niño cuando lo necesita. La interacción que se produzca entre el cuidador y el pequeño podrá dar cuenta de la calidad del vínculo, lo cual se identifica como modelos operantes internos, que serían las expectativas que posee el niño acerca de sí mismo y de los demás, y que le hacen posible anticipar, interpretar y responder a la conducta de sus figuras de apego ya que integran experiencias presentes y pasadas en esquemas cognitivos y emocionales. Para Bowlby el apego forma parte de la necesidad del infante de mantener proximidad con que le den lo necesario para supervivencia. Esta necesidad da a lugar a un sistema conductual de control, que se apoya en cinco respuestas instintivas humanas: chupar, llorar, aferrarse, aproximarse y sonreír. Estas respuestas son independientes pero serían integradas a través de sucesivas experiencias con los cuidadores, que al ser internalizadas, irían conformando la conducta global de apego. Diferencia entre la conducta de apego y el vínculo de apego:
- El vínculo de apego es un lazo afectivo desarrollado con las personas que tienen una significación especial en su vida. Decir que un niño o persona tiene apego a alguien significa que está dispuesto a buscar la proximidad y contacto con ese individuo, sobre todo ante la sensación de seguridad. - La conducta de apego se refiere a cualquiera de las diversas formas de conducta que tiene como resultado el logro o la conservación de la proximidad con otro individuo identificado al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo. Este tipo de conductas comenzaría aprox a los 3-4 meses de edad, a partir de los cuales el bebé empieza a sonreír y vocalizar frente a la madre así como también empieza a seguirla con la mirada. La función biológica-evolutiva de la conducta de apego sería la protección y supervivencia (por ejemplo, frente a animales de presa). El rol activo en este acercamiento lo tiene en un primer momento la madre. Posteriormente, el niño asume este rol desarrollando las “conductas de acercamiento” cuyo objetivo es llevarlo a él hacia la madre.
En la construcción en el sistema de apego en el vínculo madre-hijo, se identifican una serie de fases: 1- Fase de pre apego: (primeros dos meses). Orientación y señales sin discriminación de figura. Serian aquellos comportamientos de las primeras semanas de vida del bebé, que forman parte de su bagaje genético y que se activan frente a la presencia humana. Se caracteriza por la aparición de un amplio repertorio de señales en él bebe que son de carácter reflejo, aunque también posee otras capacidades sensoriales y perceptivas que le permiten comunicarse y conocer a las personas que le rodean. Ejemplos de estas conductas serían orientar la mirada hacia una persona, sonreírle, dejar de llorar, tratar de aferrar. 2- Fase de formación del apego (2 a 6 meses) El bebé empieza a dar muestras de poder diferenciar a las personas familiares de las desconocidas, tiene una mayor tendencia a iniciar interacciones sociales con el cuidador o cuidadores principales. Por lo tanto, los comportamientos reseñados en la fase anterior se orientan ahora hacia el cuidador. 3- Fase clara de apego (seis meses a tres años) Se producen cambios que dan lugar a la consolidación de la vinculación afectiva. No sólo el sistema de apego (como conjunto de conductas que se encuentra organizado en torno una meta, a saber la proximidad y el contacto físico con la figura de apego) se consolida en esta fase. Otros tres sistemas conductuales relacionados con él también hacen su aparición en ella. El sistema de miedo contiene el conjunto de conductas de cautela, temor e inhibición que aparecen cuando el niño se enfrenta a una estimulación novedosa, sobre todo si proviene de personas no familiares. El sistema afiliativo recoge el repertorio de conductas encaminadas a la búsqueda de la proximidad e interacción con personas conocidas. El sistema exploratorio , favorecido por las nuevas posibilidades de desplazamiento autónomo, contribuye a que el niño pueda mostrar conductas encaminadas a conocer y explorar el entorno físico. Se buscará en consecuencia el mantenimiento de la proximidad con la figura discriminada por medio de la locomoción y de las señales. Cuando el niño logra moverse por sí mismo, agrega este nuevo repertorio conductual a sus recursos para obtener la proximidad de la madre. Esta situación novedosa introduce el equilibrio entre las conductas del niño orientadas hacia la exploración y hacia la seguridad. Ambas son imprescindibles para su desarrollo. En un proceso normal, en función de la sucesión de conductas de exploración-acercamiento el niño empieza a construir el concepto de “base segura”: la madre como elemento independiente, permanente en tiempo y espacio, al que puede recurrir más allá de no estar en contacto presente.
conductas de distanciamiento, no lloran cuando se separan, se concentran en los juegos y evitan el contacto cercano. No hay angustia ni enojo ante la separación de su madre y son indiferentes cuando ella vuelve. Hay distancia y evitación en la interacción niño-cuidador. Tienen autonomía activa en la exploración del mundo, pero ignoran a su cuidador cuando se sienten estresados, preocupados o insatisfechos, tienen independencia en los vínculos afectivos. No le gusta recibir apoyo y son autosuficientes. Puede ser por dos experiencias: 1- Perdida del progenitor en la infancia 2- Progenitor con una actitud crítica y sin empatía con respecto al deseo natural del niño a obtener amor. 3- Apego Inseguro-Ambivalente : Se observan comportamientos combinados de ansiedad y acercamiento. Los niños que presentan este tipo de apego, cuando se reúnen con sus madres luego de un período breve de separación, emiten señales de ansiedad al mismo tiempo que un comportamiento de apego. Reaccionan fuerte a la separación con conductas ansiosas y protestas (llorar, aferrarse o rabia) No se calman fácilmente, no retoman la exploración. Tienen una historia vincular marcada por una frustración en sus conductas de apego, provocado por los cuidadores, lo que generó una gran ambivalencia: por un lado buscan apoyo y cariño, por otra parte sienten miedo a ser excluidos. Hay dificultades en la relación materno-infantil relacionada con protestas por parte de la madre, comunicaciones de culpa y críticas hacia el niño. Se produce cuando las respuestas obtenidas por la madre no solo no satisfacen las necesidades afectivas del niño, sino también generan estrés. En ese caso, la estrategia adoptada por el niño es la inhibición de las conductas de apego y de su mundo emocional para evitar el dolor del rechazo. Main y Solomon introdujeron un cuarto tipo de codificación de apego (por las condiciones de poblaciones infantiles en condiciones de alto riesgo siendo víctimas de maltrato o madres psiquiátricas): 4- Apego Inseguro Desorganizado/Desorientado : los niños parecen no tener una estrategia consistente para manejar el alejamiento y la proximidad de su figura de apego. Tienen signos de depresión clínica y comportamientos evitativo, hostil y de apego. Se trata de niños con experiencias tempranas dolorosas, lo que provoca que sus estrategias defensivas colapsen, quien debería ser su máxima fuente de protección, en realidad es una de sus principales causas de amenaza y daño. Mary Main también introdujo un procedimiento de investigación del apego en adultos, Se trata de una entrevista semi-estructurada desarrollada para evaluar las formaciones adultas equivalentes a las estrategias de apego infantiles. La entrevista dura una hora y busca obtener información acerca de cómo la persona procesa sus relaciones con sus padres a partir de sus experiencias en su temprana infancia. Como el individuo organiza su atención y su discurso relativo a las situaciones de apego. Un discurso flexible o coherente sobre sus experiencias positivas o negativas de apego se entiende como Autónomo (el equivalente a seguro en la infancia), estrategias para evitar la referencia de la misma se entiende como Rechazante (Evitativo en la infancia) y
estrategias de discurso hiperactivadas en la referencia de apego se entiende como preocupado (Ambivalente en niños). No resuelto (Unresolved) apareció en el discurso de adultos que se referían a experiencias de pérdida y trauma. Se caracteriza por no mostrar una estrategia de abordaje consistente de estas situaciones, que no habían sido elaboradas por la persona.
Estadio pre-objetal: Spitz plantea la fase de no diferenciación yo-objeto. La madre es como un yo externo ya que no hay aun formación del yo en el neonato. Se define esta fase como “carente de objeto” predominan las percepciones internas (por ej. el neonato exhibe la mueca de sonrisa como resultado de un estado interno de satisfacción, “sonrisa gástrica) sobre las externas. Primer Organizador: la sonrisa social 2-3 meses aparece en el niño la sonrisa como respuesta al rostro humano. Con esta sonrisa intencional se llama “precursor de objeto”, el primer esbozo del Yo. Sin embargo, la sonrisa al rostro humano no indica una “verdadera” relación de objeto, ya que para Spitz el niño no reconoce del otro lado a un humano sino que toma el signo del rostro configurado por el gestal o configuración de “frente, ojos y nariz”. Segundo Organizador: la angustia del octavo mes Aquí el bebé ya diferencia claramente el rostro materno del resto de los rostros humanos y comenzará a sentir desagrado o temor si se le aproxima una persona desconocida. El infante distingue claramente los rostros amigos de los extraños y si un extraño se acerca a él mostrará rechazo y angustia. Tercer Organizador: el “no” Hacia el final del primer año, empieza a imitar gestos o actitudes, a responder abiertamente a expresiones de los otros y a comprender normas sociales mediante órdenes y prohibiciones. Es capaz de expresar posesión, celos, cólera, alegría, afecto y apego hacia su madre.