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Un estudio sobre conductas prosociales en el barrio Los Pinos de Barranquilla, Colombia. La conducta de ayuda al otro es considerada una forma importante de equilibrio social, y se ha estudiado extensamente en psicología y psicología social. El artículo discute la formación de conductas prosociales a través del reforzamiento y las variables presentes en la percepción social. Además, se incluyen nueve situaciones estímulo para evaluar la conducta de ayuda de las personas.
Qué aprenderás
Tipo: Apuntes
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Revista CES Psicología Volumen 2 - Número 2, Julio-Diciembre 2009 ISSN 2011-
Psicólogo y Magister en Desarrollo social, Universidad del Norte. Docente investigador del Programa de Psicología, Universidad Simón Bolívar.
Correspondencia: jcamarin@unisimonbolivar.edu.co
Este trabajo pretende identificar y conocer las conductas prosociales de un grupo de personas residentes en el barrio los Pinos de la ciudad de Barranquilla. La muestra obtenida de manera intencional fue de 22 personas a las cuales se les plantearon escenas naturalistas relacionadas con conductas prosociales del tipo: cooperación, ayuda, altruismo y condolencia. Los resultados permitieron establecer que aproximadamente 40% de las personas consultadas se mostraron dispuestos a ayudar a sus semejantes. En términos generales las personas ayudaron más si la situación involucraba niños o personas cercanas física ó psicológicamente.
Palabras clave: Conductas prosociales, Altruismo, Ayuda, Cooperación.
CONDUCTAS PROSOCIALES EN EL BARRIO LOS PINOS DE LA CIUDAD DE BARRANQUILLA, COLOMBIA
This test intends to know the extent to which people manifest prosocial behaviors toward their peers. The research was conducted in Los Pinos district of Barranquilla.The sample obtained intentionally was 22 families. Some natural scenes were proposed which structures were related with prosocial behaviors such as: cooperation, help, altruism and sympathy. The study also investigated the reasons that people had to help or to be indifferent. The results obtained allowed to establish that approximately 40% of respondents were willing to help. Overall the people helped more if the situation involved children or someone close physically or psychologically affected.
Key words: Prosocial Behaviors – Altruism – Help – Cooperation.
La conducta de ayuda al otro se considera un aspecto importante en la vida social del ser humano, tanto así que puede distinguirse como una forma de equilibrio de la sociedad, en la medida en que permite a cada uno de los miembros del grupo percibir que hace parte de una gran red de apoyo de la cual puede disponer en cualquier momento y sentirse protegido. Este comportamiento en beneficio de otras personas ha sido estudiado por la Psicología y particularmente por la Psicología social, acuñado bajo el nombre de conductas prosociales; entendiéndose bajo esta categoría aquellas acciones que realizan las personas en beneficio de otras, sin esperar recompensa e incluso, en ocasiones, suponiendo un riesgo para quienes la ejercen. Según R. Roche (1991) son prosociales aquellos comportamientos que sin buscar una recompensa externa,
favorecen a otras personas o grupos sociales, según el criterio de éstos, y aumentan la probabilidad de generar una reciprocidad positiva de calidad y solidaridad en las relaciones interpersonales o sociales, preservando la identidad, creatividad y la iniciativa de los individuos o grupos implicados. En los últimos años se ha generado un interés teórico y práctico hacia las conductas prosociales. Autores como Molero, Candela y Cortés (1999) sostienen que esta tendencia responde al incremento de fenómenos como la agresión entre las personas, las conductas de indiferencia hacia el prójimo e incluso hacia la naturaleza y la cultura; además de los tratos discriminatorios hacia mujeres, niños con discapacidades, ancianos, homosexuales, entre otros. Según Rafael Yus Ramos (1997) más de 100 millones de personas han fallecido a causa de la intransigencia del hombre por el hombre. Estas circunstancias sociales han
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que tiene el efecto de renovar esa conducta de que hablamos, se denomina reforzador. Esta idea se refiere a que las conductas más frecuentes en nuestro medio; bien sean “buenas” o “malas”, son de algún u otro tipo reforzadas (1973, p 40). Esta premisa aporta, entonces, una explicación sobre la formación de las conductas prosociales: Si tras la aparición de una conducta prosocial, el medio procura reforzamiento, es más probable que la persona que la presentó continúe actuando solidariamente; mas si la conducta prosocial no es reforzada tiende a extinguirse y aparecen comportamientos indiferentes, así se presenten circunstancias favorables a las conductas de ayuda. Otro elemento que sirve para comprender las conductas prosociales viene derivado de la percepción humana. La percepción se entiende como aquel proceso psíquico mediante el cual las personas captan información del medio, comparan esta información con elementos ya asimilados del pasado, efectúan una interpretación y generalmente dan una respuesta. En el caso de la percepción social se pueden identificar, con fines didácticos, cuatro variables: la persona que percibe, el suceso percibido, la relación entre objeto percibido y sujeto que percibe, y el contexto donde se da la percepción. Este análisis de las variables presentes en la percepción social, también fue señalado por Mc David y Harari (1979) en su libro Psicología y conducta social : Para comprender las causas por las cuales una persona decide ayudar a otra es necesario analizar situaciones asociadas a las
categorías presentes en todo el proceso perceptivo. Además de la motivación y la percepción, existen otros elementos que pueden explicar la prosocialidad, como la personalidad. Por personalidad se entiende la estructura más o menos estable que caracteriza a los individuos, conformada por elementos afectivos, volitivos, motivacionales y cognitivos, y es producto de la influencia de aspectos biológicos, sociales, culturales e históricos. Graciela Celener (1996) concibe la personalidad como la forma de ser de una persona producto de una configuración peculiar de sus rasgos psicológicos, que constituye una estructura dinámica modelada por condiciones fisiológicas y psico-socio- culturales. Este constructo se manifiesta en la conducta, que a su vez expresa la relación entre demandas internas y situacionales, y constituye un intento por adaptarse a las mismas. Para esta autora, la personalidad también contiene un aspecto latente que puede inferirse en parte mediante las pruebas proyectivas, y que determina gran parte de la conducta. En torno a la relación existente entre ciertas características de personalidad y la aparición de conductas de ayuda se han generado diversos aportes y discusiones. Hay quienes plantean que las personas egocéntricas, aventureras, de naturaleza extrovertida, interesadas en vivir experiencias intensas y que les gusta tomar riesgos, son más dadas a ayudar a quien lo necesite. Otros consideran que las circunstancias en que se necesita auxilio tienen un efecto poderoso sobre la percepción de los actos que convienen para el caso (Worchel, Cooper, Goethals y Olson,
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Respecto a la conducta prosocial y el estado de ánimo Isen menciona que bajo la influencia del afecto positivo, las personas tienen significativamente más probabilidades de ser más sociables, cooperativas y ayudar a los demás (1987, citado por Cortese, 2006). Quizás, un antecedente positivo en relación con el estado anímico de una persona puede operar como un refuerzo para querer ayudar al otro en el evento que lo necesite. Además, sentirse útil y “héroe” puede constituir un nuevo reforzamiento. Sin embargo, hay autores que afirman, muy al contrario, que un mal estado anímico puede ser el desencadenante de una conducta de ayuda. En cierta forma, después de un episodio de enfado, por ejemplo en el trabajo o con la familia, que haya provocado un estado de ánimo considerablemente negativo, la persona puede evaluar que no tiene nada que perder al ayudar a otro. Es más, esta posibilidad de ayuda puede ser vista por la persona enfadada como un mecanismo para sentirse mejor. Bajo esta óptica, no necesariamente quien está de buen humor ayuda y quien está enfadado se muestra indiferente. En muchos casos se da, que quien se encuentra de buen humor no quiere perder este estado comprometiéndose en situaciones angustiosas asociadas a la persona que se encuentra en dificultades. Al respecto, Isen y Simmonds (citados en Worchel, Cooper, Goethals y Olson,
la conducta prosocial es el de la posibilidad de asociar este rasgo del ser humano con su dimensión sociobiológica. Catarina Casanova, Luís Vicente y Antonio Viera (2000) señalan cierto continuo entre las conductas de los seres humanos y las conductas manifestadas por animales inferiores, dado que el hombre comparte con los otros animales una filogenia, de la cual no se pueden excluir los patrones de comportamiento. Desde ésta perspectiva, la conducta altruista y prosocial no es exclusiva del hombre y puede ser comprendida mediante el estudio del comportamiento de los otros animales, en particular de sus parientes más próximos: los chimpancés, que presentan altos niveles evolutivos. Otro aspecto importante de las conductas prosociales se refiere a cómo éstas pueden ser inculcadas y reforzadas en el seno familiar o por acción de la escuela, esto es, el papel de la socialización en las mismas. Tradicionalmente, la psicología social entiende por socialización el medio utilizado por determinada estructura social para introducir a sus miembros en las normas y reglas que están presentes en ella. Incluye elementos asociados a conductas alimenticias, religiosas, normas de interacción, roles, conductas sexuales, formas de recreación y descanso, entre muchas otras. Desde cierta óptica, toda conducta humana es una derivación de procesos de socialización. Igualmente, las conductas prosociales pueden ser objeto de formación y una sociedad determinada bien puede caracterizarse por enseñar a sus miembros conductas altruistas o, en su defecto, conductas de indiferencia, o en el peor de los casos conductas
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fenómeno (Hernández. R, Fernández. C, Baptista. P, 2003). Para el desarrollo de la investigación se utilizó una técnica naturalista, ampliamente utilizada en diferentes contextos para el conocimiento de la conducta social (Milgram, 1974; Menit y Flowler, 1948; Simony y Guiller, 1971, citados en Chacon, 1985 en González Portal 2000), que consiste en la observación de la conducta ó de patrones conductuales de los seres humanos y aún de los animales inferiores en su hábitat natural (Kotliarenco y Mendez 1988). Para el caso concreto de esta investigación, a los sujetos participantes se les plantearon unas situaciones (situaciones estímulo) en las que se esperaba de ellas una conducta de ayuda, enmarcadas en el continuo de las conductas prosociales. Y la observación se realizó sobre las respuestas dadas. Es importante considerar que en la aplicación de esta técnica en la investigación psicosocial se deben ocultar los propósitos originales que se persiguen en el estudio para que no se presenten conductas socialmente esperadas. El procedimiento sugerido por la investigación naturalista da lugar a registrar las respuestas tal y como se producen. En cuanto a implicaciones éticas de este estudio, hay que decir que con el hecho de solicitar ficticiamente una ayuda a alguien no se incurre en daño alguno.
Participantes
El estudio se llevó a cabo con 22 personas del barrio Los Pinos de la ciudad de Barranquilla. Este barrio pertenece al estrato socioeconómico 3,
el cual identifica un asentamiento urbano de clase media baja. Las viviendas que lo conforman cuentan con los servicios públicos básicos de agua, luz, alcantarillado, gas domiciliario y teléfono, y aproximadamente el 70% tienen servicio de televisión por cable. En el barrio no existen sitios públicos como bibliotecas y parques. Se encuentra ubicado en un sector denominado “ciudadela de la salud” debido a su cercanía al principal hospital universitario de la ciudad, al centro de atención los Andes del Seguro Social y a la Liga de Lucha contra el Cáncer, seccional Atlántico. En el sector también se ubica un colegio llamado Jorge N. Abello. Sus calles están pavimentadas y por ellas circulan gran cantidad de rutas de transporte público que facilita la movilización a varios puntos de la ciudad. Cada una de las 22 personas fue escogida de manera intencional. Por tanto se trata de un muestreo no probabilístico, definido como la elección de los elementos de un estudio que no depende de la probabilidad, sino de causas relacionadas con las características de la investigación o de quien hace la muestra (Hernández. R., Fernández, C., Baptista, P., 2003).
Instrumentos
En una primera fase, se construyó un instrumento que contiene 46 situaciones estímulo, es decir, situaciones ante las que se espera que una persona reaccione con una conducta de ayuda. Para ello se tuvo en cuenta las definiciones, tanto conceptuales como operacionales, de la variable de estudio y sus manifestaciones: cooperación, condolencia, donación, altruismo y
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ayuda. Por cooperación se entiende la manifestación de ayuda para el desarrollo de una tarea que implica un proceso más o menos duradero en el tiempo; la condolencia es el afecto positivo que se despierta en una persona por la situación que vive otra por la cual se dispone a colaborar con la causa; la donación consiste en obsequiar un bien tangible, sin esperar retribución alguna; el altruismo hace referencia a cualquier conducta a favor de otra inspirada en procurarle un beneficio, y, finalmente, la ayuda implica el socorrer o auxiliar a alguien que lo necesita. Este primer instrumento fue sometido a una revisión de contenido a través de la figura de jueces expertos. Y a partir de su evaluación el instrumento definitivo quedó conformado por nueve (9) situaciones estímulo (Ver anexo: Instrumento final sobre conductas prosociales).
Procedimiento
En primera instancia se visitó el barrio Los Pinos, se reconoció el terreno, se levantó un plano del lugar, se contabilizaron las calles, las manzanas y las viviendas, y se realizó un estimativo de la población del lugar. Todo esto sirvió para seleccionar las manzanas, las cuadras y, finalmente, las viviendas y familias con los que se adelantaría el estudio. El criterio utilizado para ello fue obtener la muestra de la mayoría de las manzanas del barrio. Conforme a esta técnica de recolección, un grupo de personas (cada grupo conformado por tres estudiantes en prácticas comunitarias) visitaron las viviendas seleccionadas y "simularon" una situación de ayuda
esperando la respuesta prosocial o en su defecto la indiferencia. Cabe entonces anotar que no a todas las personas consultadas se les plantearon las mismas situaciones estímulo. Y, al día siguiente, se visitó a cada una de las personas que conformaron la muestra y se les indagó por las razones por las que habían decidido ayudar. En este momento se les explicó sobre los propósitos del estudio y la simulación efectuada. Posteriormente, se procedió a la tabulación de la información, a partir del conteo de las situaciones en las que las personas ayudaron, así como al análisis de las posibles motivaciones. Es importante anotar que la presente investigación corresponde a un estudio piloto de otras investigaciones sobre el tema de prosocialidad, en las que se utilizará la misma metodología pero con una muestra estadísticamente significativa.
RESULTADOS
Ante las situaciones estímulo planteadas se observaron diversas respuestas que se ubican en el continuo de ayuda-no ayuda, lo que se traduce en términos de existencia o ausencia de conductas prosociales. De nueve situaciones planteadas, trece (13) personas se mostraron renuentes a la solicitud de ayuda, mientras que nueve (9) dieron respuestas positivas, es decir, presentaron conductas de ayuda. De estas nueve personas seis ayudaron cuando la situación estímulo involucró niños y tres cuando se relacionó con un vecino o persona cercana al barrio. Otra motivación para ayudar, manifestada por algunas personas participantes, es haber pasado por
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ayudándolos a escapar. Se comprobó que la ayuda se daba más hacia las personas por las cuales sentían cierto grado de empatía. Es decir, las ayudas, en cierta forma obedecieron, a algún grado de identificación con las personas a quienes ayudaban. De alguna manera, este aspecto se relaciona con el concepto de reciprocidad Yo ayudo para que igualmente en un momento dado alguien me ayude a mi. Al respecto, Alvin Gouldner (citado por Vander Zanden, 1990) sostiene que: este concepto de reciprocidad es condición previa para la vida organizada en sociedad. De acuerdo a ello, esta norma estipula en primer lugar que una persona debe ayudar a quienes le han ayudado, y segundo no se debe perjudicar a quienes en un momento dado nos han ayudado (p. 356). Los resultados que sugieren que no se presentaron conductas de ayuda precisamente por la ausencia de percepción de la necesidad de ayuda, esto es, si el sujeto que observa no percibe en una escena determinada que alguien requiere ayuda, lo más probable es que ésta no se dé. Al respecto, Latané y Darley (Citados en: Worchel, Cooper, Goethals y Olson,
observar la motivación en forma directa; más bien lo que observamos es la conducta de las personas y el entorno en el cual se desenvuelven, y basados en estas observaciones, inferimos cuáles pueden ser sus estados interiores (Ball, citado en Vander Zanden, 1990, p. 334). Por otra parte, circunstancias de cada persona, como su situación económica, y sus condiciones afectivas, entre otras, influyen al momento de decidirse a ayudar. De esta manera, la conducta humana conserva su carácter de impredecible dentro de su mismo ambiente. Particularmente, respecto a la conducta prosocial y el estado de ánimo Isen (Citado por Cortese, 2006) menciona que bajo la influencia del afecto positivo, las personas tienen significativamente más probabilidades de ser sociables, cooperativas y ayudar a los demás. Otro aspecto relacionado con la no prestación de ayuda se asocia a las condiciones actuales de inseguridad. Algunas personas se muestran desconfiadas e inseguras ante el hecho que un particular llegue a la puerta de sus casas a solicitar alguna colaboración. Finalmente, factores como la información que se tenga de determinada situación o aspecto en particular, influye sobre la negativa de ayudar. En este caso, la solicitud de donar sangre recibió respuestas negativas, pues muchas personas dijeron sentir miedo por el riesgo que implica para la salud. Los temores están asociados al contagio por jeringas infectadas, al contagio del virus de inmunodeficiencia humano, al mal manejo hospitalario, entre otros aspectos. De esta manera, se puede observar qué aspectos, aparentemente
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sin relación, se unen para determinar una respuesta negativa ante una situación que requiere ayuda.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Las personas tienden a ayudar más cuando en las situaciones están involucrados niños ó menores de edad, ya que estos son considerados como una población vulnerable, que no puede hacer mucho por si mismo. Aunque en los resultados de esta investigación, las creencias religiosas o espirituales no constituyeron un factor determinante o concluyente con relación a la conducta prosocial, se observó que pertenecer a una religión o ser practicante de una congregación religiosa acelera la motivación para mostrarse benefactor o ayudar a otra persona. En este sentido, vale la pena ampliar para futuros estudios la posible relación entre religión y conductas prosociales. Puede observarse, además, que los vínculos sociales entre personas que viven en el mismo barrio o comunidad inciden notablemente para que presenten conductas de ayuda entre sí. La situación económica genera respuestas negativas, es decir, aunque algunas personas tengan la intención de ayudar, no lo hacen porque piensan que este comportamiento implique algún tipo de gasto de dinero. Hay que señalar que algunas personas no ayudan simplemente porque no perciben la situación planteada como una necesidad inminente que requiere su participación. Por otra parte, las conductas prosociales de algunas personas obedecen a cierto patrón de reciprocidad, es decir, quienes antes
han vivido situaciones similares en las cuales recibieron ayuda, consideran que vale la pena ayudar a otros. En esta misma vía, experiencias pasadas de engaños, fraudes o falta de seriedad, influyen negativamente en la predisposición de una persona a ayudar, debido a que no quieren sentirse nuevamente engañados por personas sin escrúpulos que se aprovechan e inventan situaciones para generar sentimientos de pesar en los demás. Teniendo en cuenta que los aprendizajes previos influyen de una u otra manera en la presentación o no de conductas prosociales, existe la posibilidad de educar a las personas, principalmente a las nuevas generaciones, para que sean más solidarios con los otros. En este sentido, el desarrollo de conductas prosociales entre niños y jóvenes se constituye en una alternativa de las conductas agresivas y antisociales, principalmente en barrios y comunidades con diversas problemáticas sociales. Generalmente las investigaciones buscan responder a problemáticas sociales y personales, en otras palabras, se centran más en lo patológico. Se propone romper esta tendencia, y continuar trabajando con los rasgos y variables que como la prosocialidad aportan a la construcción de la sociedad. Es importante, si se quiere caracterizar de forma amplia las conductas prosociales, que se amplíe la muestra del estudio, tomando como referencia diferentes barrios y estratos socioeconómicos. Además, es necesario efectuar comparaciones que permitan observar conductas prosociales, según edad, sexo, religión, nivel socioeconómico y procedencia. También se recomienda diseñar
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para prepararles el menú de la semana. Queríamos saber si usted podría regalar cualquier tipo de alimentación. Si es así, pasaríamos mañana por la colaboración”.
Segunda situación: “Somos estudiantes practicantes de psicología de la universidad Simón Bolívar en el seguro de los Andes. Nos han pedido nos acerquemos a los vecinos del seguro con la intención de solicitarles se acerquen a donar sangre por que el banco se esta quedando sin pintas, hay personas esperando por el suministro de dicho liquido. Quisiera saber si podemos contar con usted, dada la urgencia y la necesidad de ayudar a las personas hospitalizadas. Si es así regresaremos mañana con el formulario.
COOPERACIÓN:
Primera situación: “La próxima semana en el barrio se llevará a cabo una jornada de arborización. Queremos saber con que vecinos podríamos contar. Si es así podría usted anotarse en esta lista y pronto le avisaremos”.
Segunda situación: “Una señora vecina llamada Nelsy Pacheco que vive como a dos cuadras de aquí se enfermó gravemente a tal punto que se hizo necesario practicarle un trasplante de medula. En estos casos es habitual en los primeros días después del procedimiento obtener sangre de otros, pues la medula no tiene la capacidad de producir este precioso líquido, ella no conoce a mucha gente y requiere la ayuda de los vecinos. El asunto es que queremos saber si podemos contar con usted para que le done sangre a la señora Nelsy.
Artículo recibido: Agosto de 2009 Artículo aceptado: Noviembre de 2009