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Control cerebral y emocional - P. Narciso Irala.pdf, Apuntes de Psicología

Control cerebral y emocional - P. Narciso Irala.pdf

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 15/06/2020

FedeHanssen2020
FedeHanssen2020 🇦🇷

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NARCISO IRALA, SJ
CONTROL CEREBRAL Y EMOCIONAL
MANUAL PRÁCTICO DE FELICIDAD Y SALUD
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NARCISO IRALA, SJ

CONTROL CEREBRAL Y EMOCIONAL

MANUAL PRÁCTICO DE FELICIDAD Y SALUD

INDICE

INTRODUCCION

Vida moderna descontrolada

PRIMERA PARTE. —La Felicidad y sus Mecanismos Psíquicos

Cap. I. Felicidad falsa y verdadera Describamos la Felicidad verdadera Fórmulas de Felicidad

Cap. II. Reeducarnos para la Felicidad Advertencia importante Cansancio - Insuficiente Control - Malestar Psicosomático Mente Receptora y Emisora La actividad de nuestra mente es doble

Cap. III. Receptividad Todo está en la receptividad Reeducación de la conciencia receptiva Sensaciones visuales Sensaciones auditivas Sensaciones del tacto Sensaciones de movimiento en mí Actos conscientes Efectos beneficiosos de la receptividad Aplicaciones para vencer repugnancias

Cap. IV. Emisividad Atención perfecta o concentración Causas de la atención defectuosa Reeducación de la emisividad Reeducación más psíquica Axioma fundamental Del dominio imperfecto al control Control cerebral Concentración máxima normal de nuestro cerebro Esquema

Cap. V. Voluntad Definición Actos ineficaces de voluntad Actos eficaces Prepararse para querer de veras Requisitos psíquicos Ejecución Esquema

Cap. VI. Sentimientos y emociones Maquinaria emocional Ocasión. Disposición Desarrollo de la emoción negativa Efectos orgánicos Emoción reforzada más consciente o "fase hormonal" Emociones positivas: Amor - confianza - alegría Esquema

Cap. VII. Control de las emociones 1.° No dar lugar a la idea perturbadora 2.º Cambiar la apreciación del suceso que nos impresiona 3.º Descubrir y cambiar la idea perturbadora 4.º Poner el sentimiento y tendencia contraria 5.º Vivir las emociones positivas: amor, confianza, alegría 6.º Cambiar la expresión controlable

Grados de temor Cómo controlarlo Vencer la obsesión del escrúpulo 19 remedios Sentimiento de inferioridad Cohete dirigido Remedio preventivo Remedio curativo Eritrofobia o rubor inmotivado Pensamientos de valor Actitudes de heroísmo en mi misión Esquema

Cap. XV. Vencer la tristeza Predisposición orgánica Predisposición psíquica Causa inmediata Remedios: 1º Por "Pérdida circunstancial" 2° Por "Pérdida total" 3.° Cambiar las actitudes y hábitos negativos 4.° Expresión de alegría, sonrisa

Cap. XVI. Saber ser feliz Felicidad negativa Felicidad positiva Pensamientos para cambiar el dolor en alegría Pensamientos sobre la felicidad y alegría Esquema

Cap. XVII. Escoger un ideal Ideal falso o pasión desenfrenada Escoger el ideal Ideal de ideales Psíquicamente conseguiremos Esquema Directivas de salud y eficiencia

INTRODUCCION

Vida moderna descontrolada

Los peligros de la era nuclear en que vivimos son signos exteriores de otra fuerza interna mucho más terrible, explosiva, destructora y atomizadora. La vida psíquica de pensamientos, impulsos, instintos, emociones y sentimientos descontrolados que se dan en el hombre moderno, su proceder y deseos inconfesados, sus prisas, preocupaciones y quebrantos nerviosos son más amenazadores que la bomba atómica. Cada mes se modifican las fronteras de la ciencia, de la industria y de la política. Cada día nos vemos expuestos a impresiones explosivas de periódicos, radio, cine y televisión Se viaja a 1. kilómetros por hora sobre la prolongada explosión de los potentes reactores alados, y aun los negocios y la vida social se van complicando hasta Llegar a situaciones explosivas. El vivir en el marco de 24 horas se hace cada día más y más difícil por los mil detalles embarazosos a los que hay que atender. Tan fuerte y tan terrible es la presión que esto ejerce en nuestra mente, que para muchos la vida se asemeja a una explosión tras otra.

Las naciones de técnica más avanzada y muchos hombres de ideales elevados y de gran capacidad mental y afectiva, lo van sintiendo en su organismo. En 1956 las estadísticas norteamericanas nos hablaban de 19.000.000 de personas que necesitaban cada noche píldoras para dormir; de 10.000.000 de nerviosos o neuróticos declarados; de otros 20.000.000 sin esa etiqueta oficial, y de 800 millones de dólares gastados aquel año en psicotropos, estimulantes o calmantes. En 1971 esta cifra había subido a 70.000 millones y las otras se habían casi duplicado. Son tantos los ejecutivos o gerentes de la industria o comercio con úlceras gastrointestinales que se ha llegado a clasificar esa dolencia como propia de ellos. Hay allí tanta hipertensión y tantas enfermedades de corazón que a ellas atribuyen el 60 por ciento de las defunciones. Es que en nuestro pensar ya no hay aquella calma socrática en que las ideas se suceden ordenadas y gradualmente, ni aquel recibir con nitidez,, paz y alegría las impresiones con que el mundo de los colores, de las formas y de los sonidos iba a enriquecernos, alegrarnos y tranquilizarnos. Apenas nos damos cuenta de lo que vemos u oímos porque tenemos la mente ocupada con ambiciosos proyectos, con tristezas y preocupaciones. Hemos cambiado la sofrósine griega o la ecuanimidad clásica por un tumulto de imágenes o ideas que se agolpan en nosotros sin poderse grabar ni asentar en la mente, sin paz para concentrar la atención en una cosa sola. De donde: confusión, nerviosidad, cansancio cerebral, inquietud, insomnio, etc.

En la vida afectiva de sentimientos y emociones, aquella moderación de nuestros abuelos,

aquellas sanas y santas expansiones de la vida de familia van cediendo lugar a multitud de impresiones anormales, o sin cohesión, a excitaciones precoces o brutales, a temores o deseos exaltados, que se graban o se exageran o se transfieren a objetos indebidos, dando origen a variadísimas fobias, obsesiones, angustia, preocupaciones y tristezas.

En la vida volitiva de deseos y decisiones, tampoco son ya aquellas personalidades con normas

fijas a que atenerse, esos caracteres que saben encarar la vida y superar sus dificultades, sino por el contrario, son gentes sin principios, sin fuerza de voluntad, hombres y aun jóvenes derrotados hasta el suicidio. O bien, es una multiplicidad de impulsos incoherentes o de deseos inmoderados, procedentes de las excitaciones externas o del instinto desenfrenado, que eliminan la decisión deliberada, gobernada por la razón y van produciendo la indecisión, la abulia, la inconstancia y el desaliento, hasta que el "Yo consciente y superior" deja de ejercer el control sobre el "Yo bajo e inconsciente", y la voluntad pierde las riendas para gobernar su mundo psíquico. Vida agitada y bulliciosa, divertida si se quiere, pero triste, vacía, desaprovechada, atormentada, anárquica. Vida en que no se sabe descansar reposadamente, ni trabajar eficientemente, ni querer de veras, ni dominar los sentimientos y el instinto sexual. Vida, en fin, en que no se sabe ser íntimamente feliz, sino a lo sumo se encubre la tristeza y vacío en un montón de diversiones y pasatiempos. "Encontré mi propia vida", era la frase que repetía una joven de la alta sociedad de Sao Paulo internada hacía meses en un sanatorio de tuberculosos. "Hasta aquí no sabía lo que era pensar, sentir y querer por cuenta propia. Viví vida ajena, esclava de las conveniencias sociales. Por fin, en esta soledad e impotencia física, me encontré a mí misma y comienzo a ser íntimamente feliz".

PRIMERA PARTE

LA FELICIDAD Y SUS MECANISMOS PSÍQUICOS

superficial y pasajera, quedando vacío el estrato más profundo del alma. Muchos millonarios, sintiendo ese vacío, o agobiados de preocupaciones, han añorado los años de su juventud laboriosa. Suele encontrarse más paz y alegría entre los' pobres sin miseria que entre los ricos y potentados. Nunca ha habido tanta diversión, comodidad y placer como ahora, y nunca se han quejado tantos de aburrimiento, insatisfacción interna y angustia. La felicidad es altruista, juega al escondite, se oculta cuando la buscamos con egoísmo. Pero nos sale al encuentro cuando, sin. mirarnos a nosotros, nos abrazamos con lo más noble: el deber, la virtud, el bien del prójimo, Dios. Un día de buscar nuestro gusto o capricho, deja un vacío profundo. Otro día de sacrificarnos por el prójimo o por Dios, produce plenitud de satisfacción. La felicidad es tranquila y recogida. Huye de la agitación y del desorden. Se da en lo más íntimo del ser racional. Consiste en esa conciencia íntima de satisfacción plena (sobre paz imperturbable), que absorbe todo nuestro pensar y desear. La felicidad no es causada por los acontecimientos, pues del mismo suceso unos sacan resignación, paz y alegría, y otros desesperación y tristeza. La Señora del castillo vive conociendo, compartiendo y saboreando sus tesoros. Aquí tenemos los tres mecanismos o factores psíquicos de la felicidad.

Primer factormental o depensamiento, por el que conocemos y pensamos en el gran bien

poseído o asegurado, y en los medios de aumentarlo.

Segundo factorvolitivo-ejecutivo, que posee, comparte y aumenta este tesoro por el amor, la

voluntad y la acción criadora.

Tercer factorafectivo-emotivo, que lo riente y saborea.

De aquí los capítulos siguientes: III, IV, V, VI. Reducida a esquemas, forzosamente demasiado simplificados, sería ésta la

1ª FORMULA DE FELICIDAD

Pre-requisito = Un Tesoro: poseído o asegurado.

Constitutivo:

Conciencia del Tesoro. Voluntad que lo posee y comunica. Sentimiento de satisfacción Complemento — Expresión de alegría: Sonrisa.

2ª FORMULA DE FELICIDAD

Vivir = la Belleza, Verdad, Bondad, Gracia el Presente = no el Pasado, ni el Futuro. con Unidad = de Pensamiento y Acción. con Plenitud = de Satisfacción, Paz y Seguridad.

En elvivir está la dicha, y cuanto más noble y activa sea esta vida, mayor será la felicidad. En el

hombre (animal de deseos, con capacidad de descubrir y desear bienes superiores), esta vida noble y dicha verdadera consiste en conocer los tesoros que le pueden saciar y en conseguirlos y gozarlos. No es felicidad el Nirvana budista que pretendiendo la deificación va mutilando la vida psíquica anulando toda actividad y deseo (anulación negativa que implica empobrecimiento). Lo es y suma la dicha del cielo y, en proporción, también grande, la de la tierra, cuando los tesoros poseídos, divinos y humanos de tal manera llenan las aspiraciones y absorben toda la conciencia, que anulan el pensamiento del pasado y del futuro y hacen imposible cualquier deseo. Anulación, ésta, positiva, porque incluye la posesión de todo lo deseable. La vida presente es el tesoro poseído, y la vida futura, el tesoro esperado que necesitamos para hacernos felices. Al vivir nos podemos adueñar del mundo de los colores, de las formas y de los sonidos: del mundo de la amistad y la sociedad; de la ciencia, de la belleza y del amor y, sobre todo, de los tesoros sobrenaturales que Dios ha puesto en su Iglesia. Tenemos que vivir la belleza, dejando que los colores, formas y sonidos entren hasta nuestra mente e impresionen nuestra afectividad. Para eso hay que recibirlos con plena conciencia. Nos darán felicidad estética (capítulo III). Hay que vivir la verdad, y cuanto mayores y más trascendentales conocimientos adquiramos y con mayor claridad y menor fatiga, mayor satisfacción intelectiva tendremos (capítulo IV). Hay que vivir la bondad activa, amando y haciendo felices a los demás y sobre todo amando a Dios; y vivir la bondad pasiva, sintiendo el amor y bondad de los demás y la infinita de Dios, volcándose sobre nosotros (plenitud afectiva). Finalmente, para los que tenemos fe, hemos de vivir, activar y aumentar la vida de la Gracia, que nos diviniza y nos hace capaces de realizaciones y de felicidad más que humanas.

Pero nuestra vida ha de ser en el presente momento, que es el único que está en nuestras manos, el único en que podemos hacernos felices. El pasado ya no existe, dejémoslo a la Misericordia Infinita. El futuro aún no tiene existencia; confiémoslo a Su Providencia paternal, y nosotros hagamos del presente un momento eficiente y feliz. No será eficiente si diferimos siempre la acción pues "repitiendo siempre "mañana" —como dice un viejo refrán—, se pierde toda la vida". Tampoco se será feliz si no lo son nuestros pensamientos. El presente con pensamientos alegres es un camino placentero (a pesar de zarzas y espinas) que lleva a la felicidad, pero pasando por entre dos abismos: el "pasado" y el "futuro". Quien, por la tristeza, añoranza, resentimientos o escrúpulos, cae e el pasado" o se hunde por la preocupación en el "porvenir" deja de avanzar hacia su felicidad. Claro que a veces hay que prever el futuro, hay que preocuparse de él. Pero que sea tanto cuanto nos lleve a la decisión y nada más. Previa ocupación serena, sí; preocupación angustiosa, jamás. Hoy que vivir el "presente" con unidad de pensamiento y de acción. La unidad y concentración mental dan eficiencia y alegría (capítulo IV). Quien tiene al mismo tiempo muchas cosas en que pensar o que hacer se encontrará nervioso, agitado, o angustiado, pero no feliz. Sobre todo, y esto nos dará también unidad, hay, que vivir el momento actual con plenitud de paz y satisfacción. Cuando el "presente" no nos da esa plenitud,"como acontece con el placer, riqueza, poder, que sólo satisfacen aspiraciones menos nobles, entonces queda tendencia y capacidad para suspirar por el "pasado" (añoranza), o soñar en el "futuro". Estos ocuparán la mente y nos robarán felicidad en la medida en que se lo permite la "pobreza" del presente que no ha conseguido absorber todo nuestro interés y atención. Pero si el presente va creciendo en riqueza de valores hasta llenar nuestras aspiraciones más nobles, entonces, la conciencia se agotará toda, dándose, cuenta y gozando de la realidad actual, que le llena, sin que se le ocurra pedir nada al pasado, o al futuro, ni le quede lugar para pensar en ellos. Momentos de esa plenitud los experimenta el místico enajenado de sus sentidos y, en grado inferior, los experimentamos todos en una consolación espiritual (cuando al orar con fervor nos sentimos unidos a Dios); en una inspiración poética o concierto musical; en un descubrimiento o clarividencia científica; en un amor puro; al hacer feliz al prójimo. Momentos continuados de satisfacción plena nos los dará siempre el cumplimiento del deber de cada momento, al caer en la cuenta que estamos realizando en ese momento lo más noble y útil posible, que es la voluntad de Dios. Esos momentos llenos pierden su plenitud y sobre todo su duración si hay algo que nos quita la paz y seguridad. La repetición o prolongación duradera de este presente lleno, sería la felicidad, limitada sí, pero verdadera y profunda que es posible poseer en esta vida, aun en medio del dolor. En la otra, la gozaremos cumplidísima y eterna sin posibilidad de sufrir. Eternidad feliz es la fruición perfecta y sin fin de este presente lleno. Pero estas dos fórmulas de felicidad se hacen imposibles a los que buscan la dicha en el vicio, vanidad o desorden, .y se hacen difíciles a las muchísimas víctimas de la vida moderna descontrolada.

Lausanne por el Dr. Henry Arthus, según los preceptos del Dr. Roger Vittoz.

Ello me dio la clave de mi curación por lareeducación del control cerebral, y esto mismo,

confirmado por el estudio y la práctica con el Dr. Arthus y por el trato con muchos enfermos, me enseñó a orientar y consolar a los que sufren de mal semejante.

A orientar y consolar digo, no a prescindir de la asistencia médica, pues, aunque los síntomas

parezcan semejantes, suelen a veces tener raíces tan profundas que sólo la consulta de un psiquiatra espiritualista puede ofrecer seguridad y provecho.

Tragedia estudiantil. —"Tengo 18 años; antes era un roble: podía leer horas y horas sin fatiga,

me sentía optimista y capaz de todo. Pero el curso pasado estudié muy poco y me divertí mucho con otros compañeros. Al acercarse el examen pasamos varias noches estudiando juntos hasta las tres de la madrugada, apartando el sueño a fuerza de café. Pasada la prueba no sé lo que me sucedió. El sueño es para mí un tormento: es una cinta de imágenes, o una sola que se repite continuamente. De día también me bulle el cerebro. No puedo atender a la conversación, me cansa la lectura, no sé distraerme, me aterra la vida, tengo miedo de todo y hasta de mí mismo". Este joven perdió el control por exceso y desorden en el trabajo mental. Tenga ánimo, fortalezca un poco su sistema nervioso sobreexcitado, viaje un poco, descanse, y comience luego el trabajo de reeducación psíquica. Lector amigo, si no sientes todos esos síntomas ni tienes necesidad de tratamiento psíquico, con todo es posible que te moleste alguno de ellos. Si logras eliminarlo tendrás más salud y felicidad. Reconozcamos que las emociones nos dominan con frecuencia. "Soy muy nervioso, muy sensible, tengo demasiado corazón", dicen algunos para cohonestar sus faltas. "Soy poco señor de mis pensamientos y sentimientos", deberían decir. Ahora bien, para gobernar los sentimientos es necesario dominar los actos y las ideas, pues la idea precede e inclina al acto; y los actos y las ideas modifican los sentimientos^1. Los sentimientos son una fuerza anárquica, como el vapor de la locomotora. Nuestras ideas y nuestra voluntad son el maquinista que los utiliza y dirige. Los sentimientos son una fuerza anárquica, como el vapor de la locomotora. Nuestras ideas y nuestra voluntad son el maquinista que los utiliza y dirige. Necesitamos, pues, controlar bien nuestras ideas. Pero, cuántos hay que no saben lo que piensan, o que no piensan lo que quieren, dominados como están por continuas distracciones, en el estudio, durante el trabajo, en la oración. ¡ Cuánto cansancio innecesario! Cuántas energías perdidas por falta de unidad psíquica! Y podrían ser grandes genios, inventores, artistas, santos, si aprendiesen a concentrar sus fuerzas intelectivas y volitivas^2 en un ideal. ¡Cuántas personas quieren, o les parece que quieren! Pero no ejecutan sus propósitos, porque de hecho no tuvieron actos verdaderamente volitivos: no saben utilizar esa fuerza sublime, inmensa, que llamamos "voluntad". Cuántos no saben ser felices, ni siquiera en el grado más bajo y fundamental, gozando por lo menos del descanso psíquico en el sueño sereno, o en las sensaciones conscientes, tranquilas y perfectas, que nos ponen en comunicación y en posesión de la bondad y belleza objetiva de la creación. Trataremos, pues, de reeducar nuestra receptividad, esforzándonos por tener sensaciones y actos conscientes y voluntarios, con el consiguiente descanso y paz. Luego conseguiremos el dominio de nuestros pensamientos de cosas sensibles o espirituales, concretas o abstractas, hasta llegar a pensar cuando queramos y en lo que queramos, y a desviar la atención de lo que nos molesta o perjudica, reeducando para ello la emisividad intelectual. Finalmente, pudiendo pensar clara y libremente en la acción que proyectamos y en los motivos o bienes que con ella pretendemos, podremos quererla de veras y pasar libre y fácilmente a su ejecución, aun bajo la repugnancia o el temor subconsciente 3. Y con el pensamiento y la voluntad expeditas podremos modificar y controlar nuestros sentimientos y emociones. En otras palabras, conseguiremos ser hombres racionales, señores de nosotros mismos, y no esclavos de pensamientos o de impulsos irracionales.

(^1) Véanse explicaciones y pruebas en Eymieu "Le gouvernement de soi méme". (^2) Volitiva = de la voluntad. Intelectiva = del entendimiento. (^3) Al hablar de subconsciente o subconsciencia no que remos en este manual práctico hacer hincapié en

distinciones filosóficas, sino únicamente poner de un lado lo consciente y del otro sin más distinción, lo inconsciente y subconsciente. Fenómenos conscientes son aquellos de que tenemos conciencia (nos damos cuenta) o porque en ese momento los estamos percibiendo, pensando o sintiendo, o porque podemos después traerlos voluntariamente a la conciencia. Inconscientes: ideas, sentimientos, etc., de que no tenemos conciencia, ni podemos fácilmente tenerla. Subconscientes: aquellos de que no nos damos cuenta sino rutinaria y deficientemente.

MENTE RECEPTORA Y EMISORA

Prenotandos para los capítulos III y IV

Señorío mental.—El Rey de la Creación debe gobernar ante todo el reino de su mente;

debe poder abrir sus puertas cuando quiera a las realidades maravillosas de fuera y a

los pensamientos alegres y elevadores, y cerrarlas a los tristes y deprimentes.

La actividad de nuestra mente es doble

a) Receptora del mundo exterior mediante sensaciones conscientes (aparato fotográfico o receptor); atención externa suave, a colores, formas, objetos, movimientos, sonidos, etc. Esta atención no cansa. Es tónico del sistema nervioso. Produce alegría, enriquecimiento, paz y descanso. Es un retorno a las realidades materiales o corpóreas. b) Emisora de imágenes (representación de sensaciones previas) o de nuevas ideas enriquecidas con otras experiencias, o de raciocinios elaborados consciente o inconscientemente (aparato proyector o transmisor); atención interna, creadora. Es trabajar, producir, y puede causar fatiga. Es retornar a las realidades intelectuales internas.

Basamos la reeducación de la mente en la distinción entre receptividad y emisividad de nuestro mundo psíquico, y en el axioma de que simultáneamente no podemos ser plenamente receptores y emisores; estar fotografiando un objeto y proyectándolo al mismo tiempo. Si nos damos cuenta exacta de lo que vemos u oímos, no podemos al mismo tiempo pensar en si lo hacemos bien, o en lo que nos entristece o atemoriza. Y, al revés, si pensamos en la injuria o peligro dejamos de darnos cuenta nítida de los colores y sonidos. De ahí sacaremos dos consecuencias: 1º Poder descansar en la fatiga cerebral y en las tensiones que vienen de la mente emisora descontrolada, haciéndonos meramente receptores de sensaciones y actos conscientes. 2º Poder frenar las ideas que nos iban a irritar, entristecer o atemorizar, dándonos cuenta nítida de lo que vemos, oímos, palpamos, y hacemos.

El día en que te acostumbres a dejar entrar en ti los ruidos exteriores, sin tratar de protegerte contra ellos; cuando renuncies a estar a la defensiva y los aceptes siendo mero receptor, caerás en la cuenta de que hay muy pocos ruidos que te puedan molestar. "He aprendido a beber el sonido", decía graciosamente una paciente. Si recibes así los turbulentos movimientos de carruajes, muebles, o personas vecinas, o el ronquido de tu compañero de alcoba, esos ruidos serán para ti suave murmullo u ocasión de ejercicio de receptividad y medio de distensión nerviosa o muscular. Yo mismo empecé a mejorar del insomnio, del que sufrí varios años, cuando aprendí a ser mero receptor de ruidos durante el día; y me curé la semana en que, en lugar de taparme los oídos en la cama, quise oírlos recibiéndolos tales como eran. El remedio llegó a ser radical, cuando, tratándose del ronquido de un vecino, conseguí deleitarme en el ritmo y variedad de aquellas ondas sonoras, sin dar lugar a los pensamientos que antes me ponían tenso. Uno era éste: "Ya podía ese vecino esperar a que yo me durmiera"; y el otro: "Si ahora no duermo, no podré trabajar mañana". Pensamientos que fácilmente dominará quien practique los cap. XIII y XIV.

Sensaciones del tacto

Tu mano está sobre la mesa o agarra algo. Recoge esa sensación del contacto de tu piel con el objeto. Lo difícil al principio es no pensar en el objeto, sino sólo sentir algo en los dedos, darse cuenta de esa sensación. Si me digo: "Está frío, es duro, es un lápiz", no hice bien el ejercicio. Me di a interpretar, cuando solo tenía que percibir sencillamente una sensación. Esta toma de conciencia es un fenómeno que tiene que efectuarse en los dedos o en la parte del cuerpo que se 'pone en contacto con los objetos: pie y suelo, espalda y respaldo, etc., etc. No te extrañes si, al principio experimentas gran dificultad y no sientes nada. La atención táctil está poco desarrollada en el hombre moderno, incluso a veces puede estar completamente inhibida. Con todo, al recuperarla o encontrarla te habrás enriquecido con uno de los mejores medios para distenderte y descansar cuando lo desees. Caso práctico. Estás acostado; un torbellino de ideas te invade y no puedes dormir. Si te pones a recibir por unos segundos las sensaciones que te vienen del contacto con las sábanas, llegarás rápidamente a frenar las ideas, aflojar los músculos y facilitar el sueño. Lo mismo puedes conseguir si, dejando que tu mano o brazo derechos se posen sobre el colchón con todo su peso, sin tú sostenerlos, te das cuenta de ese peso, y luego, que van pesando más y más cada vez. Hazlo después con tu brazo izquierdo, y luego con tus piernas y pies. Pronto llegarás a no sentir nada, porque estarán como muertos, sin movimiento, o lo más probable es, que no lo percibirás porque estarás dormido. El entrenamiento autógeno del profesor Schultz se basa en esto y en la fuerza de la concentración de la atención, como veremos en el capítulo siguiente.

Sensación de movimiento en mí

Muchos se mueven como autómatas y, aun sin tener enfermedad orgánica, sólo sienten su cuerpo en la fatiga y dolor. La experiencia enseña, que, quien llega a sentir de nuevo las sensaciones normales que vienen del cuerpo, acaba pronto con los síntomas de cansancio. Lo mismo pasa, dice el Dr. Arthus, con los calambres, agujetas, espasmos, movimientos involuntarios y muchas manifestaciones dolorosas ligadas a estos estados. A condición, por supuesto, de que no provengan de una enfermedad orgánica del sistema nervioso, diagnosticable por el médico. Ejemplos: a) En el que se halla dominado por tics, la contracción involuntaria de los músculos del rostro desaparece en cuanto el enfermo se da cuenta nítida de su movimiento involuntario y siente que sus músculos se contraen. Como consecuencia el fenómeno entra en el campo de su atención voluntaria y queda bajo el control de su YO consciente. b) La falta de precisión, los movimientos sin sentido, los temblores, sin causa orgánica, se pueden corregir por el desarrollo de la receptividad de sensaciones cinestésicas, es decir, las que acompañan a los movimientos.

Entrenamiento. Siéntate cómodamente en un sofá y abandónate enteramente. Siente que tus

brazos se relajan, que todos tus músculos se aflojan... brazos, piernas, espalda, cuello, rostro. Te asombrarás al notar cuan tenso estabas sin saberlo, y cuan necesaria es a veces una suave pero obstinada paciencia para conseguir una relajación general y completa. Después, cuando hayas aprendido a producir esta relajación, podrás también fijarte en los músculos de la respiración. Siente el diafragma (vientre) y el tórax (pecho) que se dilatan y vuelven por sí mismos a la posición normal. Sólo por unos segundos. ¡Pero cuidado! No hagas de este entrenamiento un ejercicio de gimnasia respiratoria. Nada de violencia. No hay que forzar nada. Se trata sólo de sentirse respirar y nada más. Más tarde, después de tres o cuatro días de entrenamiento, comenzarás a tener conciencia de algunos movimientos.

Siempre en el sofá, haz lentamente, pero sin paradas, movimientos de flexión del antebrazo sobre el brazo; el derecho, el izquierdo, luego los dos a la vez. XI principio hay peligro de mandar u ordenar el movimiento, o de convertirlo en gimnasia sueca. Pero pronto te acostumbrarás a dejar a tus brazos que se muevan, recibiendo simplemente las sensaciones que de ahí te vienen. Siempre por pocos segundos y teniendo mucha indulgencia consigo mismo. Pasados varios días, llegarás a sentir primero un movimiento, luego dos; más tarde tres movimientos sucesivos, y notarás que este ejercicio te da una impresión de relajación muy nítida y una tranquilidad mental y fisiológica muy apreciable. Dominadas las sensaciones motrices del antebrazo, puedes pasar a sentir las del brazo extendido hacia adelante o hacia atrás a un lado o al otro (movimientos horizontales); luego las de los movimientos verticales hacia arriba o hacia abajo. (Estos se hacen mejor de pie). Mas adelante los movimientos de flexión, de extensión y de torsión del tronco, y movimientos de la cabeza. Hay que dejar que ellos se hagan contentándonos con sentir que se hacen. Siempre por pocos segundos. Por fin puedes ejercitarte en sentir los movimientos de las piernas: De pie, apoyada la mano izquierda sobre una mesa, balancea la pierna derecha teniendo el muslo izquierdo algo inclinado e inmóvil en esa postura. El balanceo que sea pasivo, como un péndulo, como algo muerto. Luego haces lo mismo con la otra. Cuando hayas llegado a sentir bien los movimientos de las piernas, podrás pasar a entrenarte en

lo más útil de esta técnica, en lamarcha sentida, es decir, en el

Caminar conscientemente. —Según caminas con buen paso, ni muy lento ni demasiado rápido,

siente que se mueven tus piernas sin tú mandarlas; o siente el contacto del pie con el suelo, o la flexión de la pierna por la rodilla, etc., etc. Al principio sólo podrás captar una u otra de estas sensaciones, pero poco a poco, tendrás conciencia nítida de unas y otras. Más tarde llegarás a sentir en bloque el conjunto de esos movimientos y con ello la sensación de soltura. Este ejercicio es utilísimo para vencer la agorafobia, o amagos de mareo. Es también un medio práctico de distensión. En vez de ir a tu oficina o trabajo. con preocupación y tensión, haz algo de marcha sentida, camina conscientemente, y convertirás el tiempo "perdido" de ida y vuelta en tiempo consagrado a la higiene mental, a la relajación y a mejorar tu atención y control. Si lo haces al volver de tu trabajo, llegarás a casa descansado, libre de preocupaciones profesionales, y, lo que vale más, sonriendo y de buen humor, que contribuirá al mayor contento de tus familiares.

Actos conscientes

Los ejercicios de receptividad visual, auditiva, táctil, se pueden después aplicar a la vida ordinaria: hacer conscientemente algo de lo que antes hacíamos sin darnos cuenta. Por ejemplo: Oye el agua que fluye en el lavabo o en la ducha. Siente las medias en las piernas, los zapatos en los pies cuando te calzas. En tus manos siente el asidero del cajón o de la puerta, cuando los abres o cierras, o la barandilla de la escalera. Cuando salgas siente el viento en el rostro, los pasos que vas dando, la propia respiración, el aire que entra, el pecho que se Llena, etc., etc. Haz con paz algo de esto. El ideal sería sentirlo todo; ser mero receptor mientras no se necesite pensar. Pero esto implicaría para algunos esfuerzo, tensión, tal vez obsesión, sobre todo en los principios. Lo que sería convertir la medicina en veneno. Seamos, pues, realistas. Cuando no tengas que pensar, discurrir, proyectar, leer, etc., aprovecha esos ratos libres para sentir algo. La primera sensación percibida será la más consciente. Cuida al mismo tiempo de que los músculos de la frente y de los ojos estén sueltos y relajados, pues cuando hay tensión neuro-muscular, fácilmente habrá también tensión síquica y, con ella, falta de paz en las sensaciones; y. al revés: si los músculos se aflojan, también el espíritu tiende a aliviarse. Ejercítate en estas sensaciones varias veces por la mañana y por la tarde, por ejemplo, en tres o cinco ocasiones, distintas, empleando en ello dos o tres minutos cada vez, recibiendo tres o más sensaciones por cada sentido. Realiza en lo posible el "haz lo que haces", es decir, que te des cuenta nítida de lo que estás haciendo.

Efectos beneficiosos de la receptividad

Como esos ejercicios no implican trabajo alguno, sino sólo descanso y paz, no hay inconveniente en multiplicarlos, v. gr., 20 cada hora, (ya que cada ejercicio sólo dura unos segundos). El pensar inconscientemente tiende a ser impreciso, atropellado y obsesionante. "Nos bulle el cerebro", repiten a menudo los nerviosos. Cuanto más lo vayan frenando por estas paradas mediante las sensaciones y actos voluntarios conscientes, tanto más tranquilas, nítidas y normales serán sus

Los pintores chinos antes de pintar se retiran a la montaña para contemplar y sentir la

naturaleza, dejándola entrar en sí con todas sus bellezas y modalidades, para después trasladarlas al

lienzo tal como las sintieron, por eso tienen tanta vida y sentimiento sus cuadros. Este' dejar entrar

dentro de sí las bellezas exteriores es la primera cualidad del pintor y del poeta.

IV

EMISIVIDAD

BAJO este título abarcamos: las imágenes (elementos recibidos por las sensaciones y reproducidos o elaborados por la mente), las ideas abstractas, las asociaciones de ideas, los raciocinios, que emitimos voluntariamente, o que nos son impuestos por el inconsciente. Es una atención más activa, es producir, es trabajar. De ahí la posibilidad de cansancio que varía conforme a la especie de atención.

Atención perfecta o concentración

Cuando seguimos el curso de una idea con exclusión de toda otra, cuando estamos atentos solamente a lo que leemos, estudiamos u oímos, olvidándonos de todo lo demás y de nosotros mismos, el rendimiento intelectual es máximo, el placer natural grande y el cansancio mínimo. Podríamos llamarlo físico. Dos horas de esta concentración perfecta se reparan en 5 ó 10 minutos de descanso por medio de la receptividad tranquila. Un día de trabajo se repara con una noche de sueño. De este modo se puede trabajar intensamente durante muchos años.

El estudio intenso y ordenado, lejos de es gimnasia que fortalece al cerebro.

Atención deficiente. —Cuando seguimos^5 una idea con interposición de otra, con distracciones, el rendimiento y satisfacción son menores y el cansancio mayor. Atención perjudicial. —Cuando seguimos' varias ideas, por ejemplo, una lectura, una explicación o discurso, y al mismo tiempo no acertamos a desentendernos de otra idea parásita, por ejemplo: preocupación, temor, sensación de cansancio, disgusto, etc., la fatiga es desproporcionada, anormal. Podemos llamarla psíquica. Las ideas se graban menos profundamente y se olvidan con más rapidez. Es el trabajo de dos teclas de la máquina de escribir, pulsadas simultáneamente: la máquina se resiente y la escritura queda confusa. Así también nuestro cerebro se fatiga y las ideas se graban menos. En este estado no puede experimentarse satisfacción ni alegría. El cansancio de un cuarto de hora no se repara con otro cuarto de hora de reposo; una noche no basta para rehacerse del desgaste del día. Esta es la causa por qué cansa a veces la visita apresurada a un museo o la lectura nerviosa

de un periódico. Este trabajo, continuado así, acarrea finalmente el "surmenage" o agotamiento

cerebral.

Los grandes genios, artistas, inventores, héroes, santos, suelen ser silenciosos, concentrados. La disipación, dispersando las energías, debilita; la concentración, al reunirlas en haz apretado, las aumenta. La atención imperfecta es a veces responsable de los defectos visuales: miopía o presbicie funcional), pues los nervios de acomodación del ojo, al verse solicitados por una atención dividida o imperfecta, hacen que los músculos que lo ensanchan o acortan para enfocar el objeto se pongan en tensión excesiva y, con el tiempo, pierdan la elasticidad necesaria para acomodar el ojo a la visión. De ahí que muchos nerviosos, al practicar el "age quod agis" y mejorar su concentración, mejoran también de la vista.

Causas de la atención defectuosa

1ª La debilidad orgánica, o tensión neuromuscular. 2ª La tensión psíquica por problemas afectivos no resueltos, acompañada de tensión muscular y nerviosa. 3ª La falta de entrenamiento o mala educación de la atención. 4ª (La más frecuente). Falta de interés por el trabajo presente y, por el contrario, excesivo temor o deseo que arrastra el pensamiento en sentido diferente.

Reeducación de la emisividad

Según esto, además del fortalecimiento orgánico contra la debilidad, y de los ejercicios de relajación contra la tensión, la reeducación propiamente tal será doble: una, más mecánica y técnica, y otra, más psíquica. Para la primera partimos del siguiente

(^5) No que en el mismo instante haya varias ideas en el foco de la atención, sino que el cambio a la idea parásita

es tan rápido que nos parece que están allí simultáneamente.