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Golpes de Estado en Argentina: Un Análisis Histórico, Resúmenes de Historia Política

Decada Infame - 1930-1943 Argentina

Tipo: Resúmenes

2021/2022

Subido el 03/02/2023

MoriDidomenico
MoriDidomenico 🇦🇷

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Golpes de estado en Argentina
En Argentina se realizaron seis golpes de Estado durante el siglo XX, en 1930, 1943, 1955,
1962, 1966 y 1976. Los cuatro primeros establecieron dictaduras provisionales en tanto que
los dos últimos establecieron dictaduras de tipo permanente según el modelo de Estado
burocrático-autoritario (EBA). El último impuso un Terrorismo de Estado, en el que se
violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron decenas de miles de
desaparecidos.
En los 53 años que transcurrieron desde el primer golpe de Estado en 1930, hasta que cayó
la Última dictadura cívico-militar en 1983, los militares gobernaron 25 años, imponiendo
14 dictadores con el título de «presidente», uno cada 1,7 años en promedio. En ese período
todas las experiencias de gobierno elegidas democráticamente (radicales, peronistas y
radical-desarrollistas) fueron interrumpidas mediante golpes de Estado.
Golpe del 6 de septiembre de 1930
Artículo principal: Década Infame.
El golpe militar del 6 de septiembre de 1930 fue liderado por el General José Félix Uriburu
y derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical, quien había sido
elegido democráticamente para ejercer su segundo mandato en 1928. Paradójicamente el
general Uriburu había sido uno de los organizadores de la Revolución de 1890, un
levantamiento cívico-militar que dio origen a la Unión Cívica Radical.
El 10 de septiembre, Uriburu fue reconocido como presidente Provisional de la Nación por
la Corte Suprema mediante la acordada que dio origen a la doctrina de los gobiernos de
facto y que sería utilizada para legitimar a todos los demás golpes militares.
Uriburu designó a un civil en el cargo de Ministro de Economía, José S. Pérez, vinculado a
los grandes terratenientes y a los sectores más conservadores.
El gobierno militar se proponía establecer un gobierno de inspiración fascista y le encargó
la redacción de su proclama inicial al escritor Leopoldo Lugones, quién había adherido a
las ideas fascistas en 1924, al pronunciar ante los jefes militares un difundido discurso «La
hora de la espada», donde el escritor anunciaba el deterioro de la democracia, su
inestabilidad y su devenir hacia la demagogia. Una de las primeras medidas de Uriburu fue
establecer una estructura estatal represiva ilegal, creando una "sección especial" de la
policía para utilizar sistemáticamente la tortura contra los opositores, siendo la primera en
utilizar la electricidad con tal fin, mediante las picanas diseñadas para el ganado.
Al no poder instaurar el régimen político que se proponía ante la falta de apoyo político,
Uriburu llamó a elecciones pero dispuso proscribir la participación en ellas de la Unión
Cívica Radical. La reinstauración democrática fue falaz, restringida y controlada por las
Fuerzas Armadas que dio origen a una serie de gobiernos conservadores fraudulentos y
corruptos que fueron conocidos como la Década Infame.
El 20 de febrero de 1932, el general José Félix Uriburu le entregó el poder al general
Agustín P. Justo, verdadera fuerza material del golpe de Estado; que si bien proponía este,
pretendía un gobierno democrático conservador y restringido.
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Golpes de estado en Argentina En Argentina se realizaron seis golpes de Estado durante el siglo XX, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Los cuatro primeros establecieron dictaduras provisionales en tanto que los dos últimos establecieron dictaduras de tipo permanente según el modelo de Estado burocrático-autoritario (EBA). El último impuso un Terrorismo de Estado, en el que se violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron decenas de miles de desaparecidos. En los 53 años que transcurrieron desde el primer golpe de Estado en 1930, hasta que cayó la Última dictadura cívico-militar en 1983, los militares gobernaron 25 años, imponiendo 14 dictadores con el título de «presidente», uno cada 1,7 años en promedio. En ese período todas las experiencias de gobierno elegidas democráticamente (radicales, peronistas y radical-desarrollistas) fueron interrumpidas mediante golpes de Estado. Golpe del 6 de septiembre de 1930 Artículo principal: Década Infame. El golpe militar del 6 de septiembre de 1930 fue liderado por el General José Félix Uriburu y derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical, quien había sido elegido democráticamente para ejercer su segundo mandato en 1928. Paradójicamente el general Uriburu había sido uno de los organizadores de la Revolución de 1890, un levantamiento cívico-militar que dio origen a la Unión Cívica Radical. El 10 de septiembre, Uriburu fue reconocido como presidente Provisional de la Nación por la Corte Suprema mediante la acordada que dio origen a la doctrina de los gobiernos de facto y que sería utilizada para legitimar a todos los demás golpes militares. Uriburu designó a un civil en el cargo de Ministro de Economía, José S. Pérez, vinculado a los grandes terratenientes y a los sectores más conservadores. El gobierno militar se proponía establecer un gobierno de inspiración fascista y le encargó la redacción de su proclama inicial al escritor Leopoldo Lugones, quién había adherido a las ideas fascistas en 1924, al pronunciar ante los jefes militares un difundido discurso «La hora de la espada», donde el escritor anunciaba el deterioro de la democracia, su inestabilidad y su devenir hacia la demagogia. Una de las primeras medidas de Uriburu fue establecer una estructura estatal represiva ilegal, creando una "sección especial" de la policía para utilizar sistemáticamente la tortura contra los opositores, siendo la primera en utilizar la electricidad con tal fin, mediante las picanas diseñadas para el ganado. Al no poder instaurar el régimen político que se proponía ante la falta de apoyo político, Uriburu llamó a elecciones pero dispuso proscribir la participación en ellas de la Unión Cívica Radical. La reinstauración democrática fue falaz, restringida y controlada por las Fuerzas Armadas que dio origen a una serie de gobiernos conservadores fraudulentos y corruptos que fueron conocidos como la Década Infame. El 20 de febrero de 1932, el general José Félix Uriburu le entregó el poder al general Agustín P. Justo, verdadera fuerza material del golpe de Estado; que si bien proponía este, pretendía un gobierno democrático conservador y restringido.

Golpe del 4 de junio de 1943 Artículo principal: Revolución del 43. Generales Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell, los tres dictadores sucesivos de la Revolución del 43. La Revolución del 43 originada en el golpe militar del 4 de junio de 1943 tuvo características distintivas a todos los demás: Ramón Castillo, el presidente derrocado, era parte del régimen conservador conocido como década infame, originado en el golpe militar de 1930 y apoyado en el fraude electoral generalizado, la represión y la corrupción. Único golpe militar que se desenvolvió en medio de una guerra mundial. No mantuvo relaciones de alianza con los grandes terratenientes y empresarios. Su desencadenamiento estuvo vinculado a las presiones de Estados Unidos para que la Argentina abandonara su tradicional neutralismo frente a la Segunda Guerra Mundial, con el fin de afectar los intereses británicos en el país y reemplazar a Gran Bretaña como poder económico dominante en la Argentina. Fue el único golpe de Estado en Argentina que fue pura y exclusivamente militar, sin apoyo civil. Acabó a todo un sistema de gobierno conservador y de fraude instaurado desde 1930 y que tenía intenciones de permanencia. Al igual que todo quiebre institucional de la República Argentina, fue muy nocivo en términos de democracia, ya que aún eliminando el «fraude patriótico» de la década anterior, continuó a futuro la nefasta línea de sucesiones de facto al frente del Gobierno. La Revolución del 43 fue un confuso proceso político durante el cual diversos grupos, muchos de ellos sin protagonismo anterior en la historia argentina, se disputaron el poder. El golpe no tenía pretensiones de permanencia en el poder, por lo que fue una dictadura de tipo transitoria.Todos los grupos militares que lucharon por el poder durante la Revolución del 43 eran marcadamente anticomunistas y mantenían estrechas relaciones con la Iglesia Católica que recuperó una sólida presencia (perdida desde el siglo XIX), sobre todo en el ámbito de la educación. Las luchas internas desencadenaron dos golpes de palacio, sucediéndose en el poder tres dictadores que llevaron el título de «presidente»: Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell.[7] Durante este período los sindicatos argentinos, principalmente los socialistas y los sindicalistas revolucionarios (pero también algunos pocos comunistas), realizaron una alianza con un sector de oficiales jóvenes del ejército liderado por el coronel Juan Perón, constituyendo una exitosa corriente laborista- nacionalista, que finalmente terminó predominando y ganando el apoyo de la clase obrera en ese momento en plena expansión y adquiriendo el nombre de peronismo. El período se caracterizó por una extrema polarización de las clases sociales, y llevó también a la conformación de un gran bloque social fuertemente antiperonista, mayoritariamente integrado por los sectores medios y altos.[8]Económicamente la Revolución del 43 se caracterizó por continuar la política de industrialización por sustitución de importaciones que venía de años anteriores.La dictadura finalizó con un llamado a elecciones democráticas realizadas el 24 de febrero de 1946, que todos los sectores aceptaron como impecables, en las que triunfó Juan Domingo Perón, quien asumió el 4 de junio de 1946. Perón sería derrocado por un golpe militar en 1955 antes de finalizar su segundo

electoralmente, aunque manteniendo la prohibición a Juan Perón de presentarse como candidato y volver al país. Frondizi inmediatamente intervino las provincias en las que había ganado el peronismo, pero el golpe era imparable.Producido el levantamiento militar el 29 de marzo de 1962, el presidente Frondizi, detenido por los militares en la Isla Martín García, se negó a renunciar («no me suicidaré, no renunciaré y no me iré del país»).[13] Eso llevó a interminables movimientos, amenazas y gestiones que agotaron a los líderes de la insurrección, quienes se fueron a dormir antes de asumir formalmente el poder. En la mañana del 30 de marzo, el general Raúl Poggi, líder de la insurrección victoriosa, se dirigió a la Casa Rosada para hacerse cargo del gobierno, y se sorprendió con el hecho de que los periodistas le comentaban que un civil, José María Guido, había jurado esa mañana como presidente en el palacio de la Corte Suprema de Justicia.[14] Guido era un senador radical intransigente que presidía provisionalmente la Cámara de Senadores, debido a la renuncia del Vicepresidente Alejandro Gómez. Teniendo en cuenta esto, la noche del golpe, algunos abogados relacionados con la Corte Suprema de Justicia de la Nación, entre ellos Julio Oyhanarte, resolvieron que el derrocamiento de Frondizi era un caso de acefalía y le propusieron a Guido asumir la presidencia por encontrarse en la línea sucesoria, algo que éste hizo jurando ante la Corte Suprema la mañana del 30 de marzo.Entre incrédulos, sorprendidos e indignados, los militares golpistas terminaron aceptando a regañadientes la situación y convocaron a Guido a la Casa Rosada para comunicarle que sería reconocido como presidente, en tanto y en cuanto se comprometiera por escrito a ejecutar las medidas políticas indicadas por las Fuerzas Armadas, siendo la primera de ellas anular las elecciones ganadas por el peronismo. Guido aceptó las imposiciones militares, firmó un acta dejando constancia de ello y recién entonces fue habilitado por estos para instalarse con el título de «presidente», pero con la obligación de clausurar el Congreso Nacional e intervenir las provincias.Efectivamente Guido cumplió las órdenes militares, anuló las elecciones, clausuró el Congreso, volvió a proscribir al peronismo, intervino todas las provincias y designó un equipo económico de derecha que incluía a figuras como Federico Pinedo y José Alfredo Martínez de Hoz.Finalmente en 1963 volvió a convocar a elecciones limitadas, con proscripción del peronismo, en las que resultó elegido presidente Arturo Illia (radical del pueblo), saliendo segundo el voto en blanco que muchos peronistas utilizaron como forma de protesta. El Presidente Illia asumió el 12 de octubre de 1963 y también sería derrocado por un golpe militar el 28 de junio de 1966.↑Ir atrás una secciónGolpe del 28 de junio de 1966Artículos principales: Revolución Argentina y Juan Carlos Onganía. Generales Juan Carlos Onganía, Marcelo Levingston y Alejandro Lanusse, los tres dictadores sucesivos de la autodenominada «Revolución Argentina».El 28 de junio de 1966 un levantamiento militar liderado por el general Juan Carlos Onganía derrocó al presidente Arturo Illia perteneciente a la Unión Cívica Radical del Pueblo. El golpe dio origen a una dictadura autodenominada «Revolución Argentina», que ya no se presentó a sí misma como «gobierno provisional», como en todos los golpes anteriores, sino que se estableció como un sistema de tipo permanente. Este tipo de dictaduras militares permanentes, se instalaron por entonces en varios países latinoamericanos en esos años (Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay, etc.) y fue analizado detalladamente por el destacado politólogo Guillermo O'Donnell quien lo denominó con la expresión de Estado burocrático autoritario (EBA).[15]La Revolución Argentina dictó en 1966 un Estatuto que tenía nivel jurídico superior a la Constitución y en 1972 introdujo reformas constitucionales, algo que también la distinguió de las dictaduras anteriores. En general la dictadura adoptó una ideología fascista-católica-anticomunista, apoyada abiertamente tanto por Estados Unidos como por

los países europeos.[16]La alta conflictividad política y social generada durante la Revolución Argentina y las luchas entre los diversos sectores militares produjeron dos golpes internos, sucediéndose en el poder tres dictadores militares: Juan Carlos Onganía (1966-1970), Marcelo Levingston (1970-1971) y Alejandro Agustín Lanusse (1971- 1973).Onganía entregó el Ministerio de Economía a los sectores civiles más conservadores- liberales, cuyo máximo exponente fue Adalberto Krieger Vasena, quien ya había sido ministro de la Revolución Libertadora. Sin embargo durante la dictadura de Levingston, predominó un sector nacionalista-desarrollista de las Fuerzas Armadas, que nombró Ministro de Economía al radical Aldo Ferrer.[17][18]Acosada por una insurrección popular creciente y generalizada, la dictadura organizó una salida electoral con participación del peronismo (aunque impidiendo la candidatura de Perón), en 1973, en la que triunfó precisamente el candidato peronista Héctor J. Cámpora, con el 49,53% de los votos, asumiendo el 25 de mayo de 1973.Cámpora renunció para permitir elecciones libres, en las que ganó Juan Perón con el 62% de los votos, quien moriría menos de un año después de haber sido electo, y el gobierno peronista, en manos ahora de la Vicepresidente María Estela Martínez de Perón, sería también derrocada por un golpe militar en 1976.↑Ir atrás una secciónGolpe del 24 de marzo de 1976Artículos principales: Proceso de Reorganización Nacional, Terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980 y Golpe de Estado en Argentina de 1976.El 24 de marzo de 1976 una nueva sublevación militar derrocó a la Presidenta María Estela Martínez de Perón instalando una dictadura de tipo permanente (Estado burocrático autoritario) autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional», gobernada por una Junta Militar integrada por tres militares, uno por cada fuerza. A su vez la Junta Militar elegía a un funcionario con el título de «presidente», con funciones ejecutivas y legislativas.Al igual que la dictadura anterior, la Junta Militar sancionó en 1976 un Estatuto y dos Actas de carácter complementario con jerarquía jurídica superior a la Constitución.[19]El Proceso fue gobernado por cuatro juntas militares sucesivas:1976-1980: Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti1980-1981: Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini y Omar Domingo Rubens Graffigna1981-1982: Leopoldo Fortunato Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo1982-1983: Cristino Nicolaides, Rubén Franco y Augusto Jorge HughesEn cada una de estas etapas, las juntas designaron como «presidentes» de facto a Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Benito Bignone respectivamente, todos ellos integrantes del Ejército. Bignone, fue el único "presidente" que no perteneció a la junta.El «Proceso de Reorganización Nacional» llevó adelante una guerra sucia en la línea del terrorismo de Estado que violó masivamente los derechos humanos y causó la desaparición de decenas de miles de personas.Internacionalmente, la dictadura argentina y la violación de derechos humanos contó con el apoyo activo del gobierno de Estados Unidos (salvo durante la administración de James Carter) y la tolerancia de los países europeos, la Unión Soviética y la Iglesia Católica. Asimismo, en ese momento se instalaron con apoyo estadounidense dictaduras militares en todos los países del Cono Sur de Sudamérica (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay) que coordinaron entre sí y con Estados Unidos la represión, por medio de una organización terrorista internacional denominada Plan Cóndor.En materia económica, la dictadura entregó formalmente los ministerios económicos a las asociaciones empresarias más conservadoras que impulsaron una política económica abiertamente desindustrializadora y neoliberal, con máxima expansión de una deuda externaTras algunos años de política conservadora que no rendía frutos reales, y uso de procedimientos

Seguridad Nacional.[21]Durante la Convención Constituyente que en 1994 reformó el texto de la Constitución Argentina se discutió largamente la doctrina de los gobiernos de facto y la forma de evitar que la misma pudiera volver a invocarse en un eventual golpe de Estado futuro. El resultado fue la aprobación del primer párrafo del artículo 36 de la Constitución Nacional, conocido también como de "defensa de la democracia o defensa del orden constitucional":“ «Esta Constitución mantendrá su imperio, aún cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán insanablemente nulos».”