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La lucha por la verdad penal: del duelo a la inquisición, Apuntes de Derecho Penal

Este capítulo explora la genealogía del pensamiento penal y su relación con la filosofía. Desde la lucha entre caballeros en el derecho penal hasta la confiscación de la víctima y el secuestro de dios, el autor analiza cómo la verdad procesal se estableció y cómo el poder punitivo buscó arrancarle la verdad al sospechoso. Además, se discute la impresionante fuerza verticalizadora de la inquisición y la fundación del discurso de emergencia en el malleus maleficarum.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se estableció la verdad procesal en el derecho penal?
  • ¿Cómo la inquisición obtuvo una impresionante fuerza verticalizadora en la sociedad?
  • ¿Qué fue el Malleus Maleficarum y por qué fue fundacional para el derecho penal?

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 13/10/2021

Dcholala95
Dcholala95 🇦🇷

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¡No te pierdas las partes importantes!

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Capítulo 7
Genealogía del pensamiento penal
Derecho penal y filosofía
De la lucha al interrogatorio: hasta la confiscación de la víctima la verdad procesal se establecía por duelo (lucha). Las partes nombraban a
sus caballeros, armados que intentaban atravesarse: dios decidía quien terminaba atravesando al otro y con esto señalaba que decía la
verdad: era dios quien asignaba el triunfo a quien decía la verdad.
No solo sucedía en el derecho, sino que toda la verdad científica se obtenía mediante luchas, incluso en la filosofía se cultivaba el arte de
cuestionarse recíprocamente en un duelo entre sabios (las cuestiones).
Cuando se confisco a la víctima y el soberano o señor usurpo su lugar en el proceso penal, fue innecesario garantizar la imparcialidad de Dios
para que exprese su voluntad, porque no había lucha entre partes, sino lucha entre el bien (en manos del señor soberano) y el mal (enemigo
del señor. No solo se confisco a la víctima, sino que también se secuestró a Dios, porque a partir de ese momento no podía sino estar del lado
del bien, (por su puesto era del señor).
El juez dejo de ser árbitro de boxeo que cuida solo que nadie viole las reglas de la lucha, sino que con la victima confiscada y Dios
secuestrado, pasó a actuar en nombre de Dios y del señor.
Dado que el juez estaba siempre del lado del bien, no podía imponérsele limitación alguna en su lucha contra el mal. ¿Para qué limitar al que
siempre hace el bien? No eran necesarios acusadores ni defensores. ¿Para que defender al acusado, si dios buscaba el bien? ¿De quién había
que defender al acusado, si dios y el señor lo tutelan y protegen buscando su bien?
El poder verticalizador de la inquisición: en la búsqueda del bien, el poder punitivo (el señor) debía arrancarle la verdad al sospechoso del
mal y era natural que si este se negase a responder se utilice la violencia (tortura), por su propio bien (trataba de salvarle el alma, aunque le
destruyese el cuerpo que era lo menos importante frente a la eternidad).
Este poder tenía una impresionante fuerza verticalizadora de la sociedad, en forma de ejército disciplinado, por que daba a la autoridad un
poder formidable sobre disidentes y enemigos. Por ello no resulta extraño que el papado en un momento de gran disolución, la haya
asimilado para reforzar su poder central, combatiendo las disidencias (herejías), fue como en 1215 se oficializo la inquisición como un
tribunal dependiente del papado, que eliminaba cualquier otra competencia en materia de fe y ortodoxia.
La fundación del discurso de emergencia: el Malleus Maleficarum.
La emergencia diabólica: la primera aparición del discurso de emergencia que tuvo lugar contra el diablo, que perdía las almas llevándolas a
disentir con la autoridad (herejías), no obstante sus poderes terrenales se consideraban limitados. Un antiguo texto eclesiástico afirmaba
que los viajes de las brujas eran solo sueños inspirados por el diablo, que carecía de poder de causar otros males. No obstante comenzó la
inquisición a perseguir brujas y a quemarlas.
Una bula papal que consagro oficialmente un libro como manual inquisitorial contra brujas, afirmando la realidad de los poderes del diablo y
de las brujas, el Malleus Maleficarum o martillo de las brujas, 1484 escrito por dos inquisidores fanáticos y alucinados, kraemer y sprenger.
Este libro funda no solo el discurso legitimante de emergencia sino que además el del propio poder punitivo en la etapa de su consolidación
definitiva.
Es la primera gran obra del derecho penal y la criminalística. El martillo fue un best seller con más de treinta ediciones, la divina comedia y el
martillo son dos obras fundamentales para obtener una visión cultural completa del medioevo.
El texto cayo en el olvido y la nula atención que le dedicaron los penalistas y criminólogos, se explica porque el saber jurídico moderno no
´podía mostrar como obra fundacional un trabajo que racionaliza crueldades increíbles sustentadas en disparates.
Tampoco se puede reconocer su origen en un texto de repugnante misoginia, como cualquier conocimiento adquirido por la inquisitio (saber
de dominio) presupone que el inquisidor interiorice al ente que interroga y en este caso redujo a las mujeres a una condición sobrehumana,
lo que explicaba que conspirasen con el diablo.
Se trata de una visión policial del saber que luego se convertirá en visión policial de la historia, que siempre halla la causa del mal en un
grupo inferior o sobrehumano que conspira. Esta causalidad diabólica se laicaliza acabando en los genocidios de los siglos posteriores.
Entonces cuando el estado solo se ocupaba de matar o no matar, bastaba con una sola agencia o corporación, porque era una tarea sencilla.
El discurso criminológico en su momento fue elaborado por la inquisición y se plasmó en el “martillo de las brujas” 1484.
Allí se explica que la causa del mal es el diablo, que no puede actuar solo, y es por ello que debe asociarse con otros seres humanos más
débiles, que son las mujeres y por ende estas se convierten en brujas de lo que sigue que es la necesidad de controlarlas estrechamente y
asegurar su sometimiento al hombre, quemándolas en cuanto se detecta su alianza con el diablo.
La inferioridad biológica construida a partir de una costilla masculina (que determinaba una vida opuesta a la rectitud del hombre) es la
causa del mal.
Cuatrocientos años después se les llamaría criminales natos y se les atribuía la misma etiología biológica.
La primera página del libro explica quiénes son los mayores herejes y concluye que son los que niegan la existencia de las brujas, ante cada
nueva emergencia en los seiscientos años posteriores se dijo lo mismo: los más peligrosos son los que niegan la emergencia (por que niegan
la autoridad de los que la explotan: así fueron denostados como peligrosísimos quienes negaron que la culpa de todo la tuviese la droga, el
comunismo internacional, el terrorismo, los subversivos, etc.)
Resumiendo Foucault sostiene que en los 10 siglos siguientes el mundo tiene una visión teocrática, habla de dos sistemas:
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Capítulo 7 Genealogía del pensamiento penal Derecho penal y filosofía De la lucha al interrogatorio: hasta la confiscación de la víctima la verdad procesal se establecía por duelo (lucha). Las partes nombraban a sus caballeros, armados que intentaban atravesarse: dios decidía quien terminaba atravesando al otro y con esto señalaba que decía la verdad: era dios quien asignaba el triunfo a quien decía la verdad. No solo sucedía en el derecho, sino que toda la verdad científica se obtenía mediante luchas, incluso en la filosofía se cultivaba el arte de cuestionarse recíprocamente en un duelo entre sabios (las cuestiones). Cuando se confisco a la víctima y el soberano o señor usurpo su lugar en el proceso penal, fue innecesario garantizar la imparcialidad de Dios para que exprese su voluntad, porque no había lucha entre partes, sino lucha entre el bien (en manos del señor soberano) y el mal (enemigo del señor. No solo se confisco a la víctima, sino que también se secuestró a Dios, porque a partir de ese momento no podía sino estar del lado del bien, (por su puesto era del señor). El juez dejo de ser árbitro de boxeo que cuida solo que nadie viole las reglas de la lucha, sino que con la victima confiscada y Dios secuestrado, pasó a actuar en nombre de Dios y del señor. Dado que el juez estaba siempre del lado del bien, no podía imponérsele limitación alguna en su lucha contra el mal. ¿Para qué limitar al que siempre hace el bien? No eran necesarios acusadores ni defensores. ¿Para que defender al acusado, si dios buscaba el bien? ¿De quién había que defender al acusado, si dios y el señor lo tutelan y protegen buscando su bien? El poder verticalizador de la inquisición: en la búsqueda del bien, el poder punitivo (el señor) debía arrancarle la verdad al sospechoso del mal y era natural que si este se negase a responder se utilice la violencia (tortura), por su propio bien (trataba de salvarle el alma, aunque le destruyese el cuerpo que era lo menos importante frente a la eternidad). Este poder tenía una impresionante fuerza verticalizadora de la sociedad, en forma de ejército disciplinado, por que daba a la autoridad un poder formidable sobre disidentes y enemigos. Por ello no resulta extraño que el papado en un momento de gran disolución, la haya asimilado para reforzar su poder central, combatiendo las disidencias (herejías), fue como en 1215 se oficializo la inquisición como un tribunal dependiente del papado, que eliminaba cualquier otra competencia en materia de fe y ortodoxia. La fundación del discurso de emergencia: el Malleus Maleficarum. La emergencia diabólica: la primera aparición del discurso de emergencia que tuvo lugar contra el diablo, que perdía las almas llevándolas a disentir con la autoridad (herejías), no obstante sus poderes terrenales se consideraban limitados. Un antiguo texto eclesiástico afirmaba que los viajes de las brujas eran solo sueños inspirados por el diablo, que carecía de poder de causar otros males. No obstante comenzó la inquisición a perseguir brujas y a quemarlas. Una bula papal que consagro oficialmente un libro como manual inquisitorial contra brujas, afirmando la realidad de los poderes del diablo y de las brujas, el Malleus Maleficarum o martillo de las brujas, 1484 escrito por dos inquisidores fanáticos y alucinados, kraemer y sprenger. Este libro funda no solo el discurso legitimante de emergencia sino que además el del propio poder punitivo en la etapa de su consolidación definitiva. Es la primera gran obra del derecho penal y la criminalística. El martillo fue un best seller con más de treinta ediciones, la divina comedia y el martillo son dos obras fundamentales para obtener una visión cultural completa del medioevo. El texto cayo en el olvido y la nula atención que le dedicaron los penalistas y criminólogos, se explica porque el saber jurídico moderno no ´podía mostrar como obra fundacional un trabajo que racionaliza crueldades increíbles sustentadas en disparates. Tampoco se puede reconocer su origen en un texto de repugnante misoginia, como cualquier conocimiento adquirido por la inquisitio (saber de dominio) presupone que el inquisidor interiorice al ente que interroga y en este caso redujo a las mujeres a una condición sobrehumana, lo que explicaba que conspirasen con el diablo. Se trata de una visión policial del saber que luego se convertirá en visión policial de la historia, que siempre halla la causa del mal en un grupo inferior o sobrehumano que conspira. Esta causalidad diabólica se laicaliza acabando en los genocidios de los siglos posteriores. Entonces cuando el estado solo se ocupaba de matar o no matar, bastaba con una sola agencia o corporación, porque era una tarea sencilla. El discurso criminológico en su momento fue elaborado por la inquisición y se plasmó en el “martillo de las brujas” 1484. Allí se explica que la causa del mal es el diablo, que no puede actuar solo, y es por ello que debe asociarse con otros seres humanos más débiles, que son las mujeres y por ende estas se convierten en brujas de lo que sigue que es la necesidad de controlarlas estrechamente y asegurar su sometimiento al hombre, quemándolas en cuanto se detecta su alianza con el diablo. La inferioridad biológica construida a partir de una costilla masculina (que determinaba una vida opuesta a la rectitud del hombre) es la causa del mal. Cuatrocientos años después se les llamaría criminales natos y se les atribuía la misma etiología biológica. La primera página del libro explica quiénes son los mayores herejes y concluye que son los que niegan la existencia de las brujas, ante cada nueva emergencia en los seiscientos años posteriores se dijo lo mismo: los más peligrosos son los que niegan la emergencia (por que niegan la autoridad de los que la explotan: así fueron denostados como peligrosísimos quienes negaron que la culpa de todo la tuviese la droga, el comunismo internacional, el terrorismo, los subversivos, etc.) Resumiendo Foucault sostiene que en los 10 siglos siguientes el mundo tiene una visión teocrática, habla de dos sistemas:

a) en principio en un sistema dios regulaba la lucha en una disputa y el ganador como consecuencia tiene la verdad , aquí la victima está presente, es parte (eran las ordalías o juicios de la verdad) Nietzsche habla de ello también. b) en este sistema el cual la victima deja de ser parte, es estado como soberano confisca a la víctima, usurpa su lugar. Aquí hace su aparición el método de la inquisitio o inquisición, se preguntaba desde una verdad prefijada, el inquisidor ya sabía la respuesta, había como posible confesión una verdad que él quería escuchar, que le confirmen simplemente lo que el inquisidor sabia como cierto, no aceptaba otra respuesta como verdadera o valida. La criminología teológica plurifactorial: busca la causa del delito en diversos factores: a) permiso de dios; b) inferioridad de la mujer; c) poder del maligno. A todo esto se contrapone una obra fundacional para el derecho penal y aceptada, introducida por Beccaria en 1764, este no era un penalista, su obra permite poner coto a los abusos del poder estatal de la modernidad. Después de publicar algunos ensayos de economía, publicó De los delitos y las penas en 1764 , un breve escrito que tuvo mucho éxito en toda Europa, particularmente en Francia, donde obtuvo el aprecio entusiasta de los filósofos enciclopedistas. Partiendo de la teoría contractualista, que funda sustancialmente la sociedad sobre un contrato encaminado a salvaguardar los derechos de los individuos, garantizando el orden, Beccaria definió los delitos como violaciones de este contrato. La sociedad en conjunto goza por tanto del derecho a defenderse, el cual se debe ejercitar con medidas proporcionales a los delitos cometidos (principio de la proporcionalidad de la pena); en un segundo principio se establecería que ningún hombre puede disponer de la vida de otro. Frontispicio de la primera edición de De los delitos y las penas (1764) Beccaria sostenía por lo tanto la abolición de la pena de muerte, la cual ni impide los crímenes ni tiene un eficaz efecto disuasorio; por ello se interesó en la prevención de los delitos, que según él se conseguía más por la certeza de la pena que por su severidad (principio elaborado por primera vez por el inglés Robert Peel). Beccaria afirmaba que para cualquier criminal pasar la vida en la cárcel con privación de libertad era peor que una condena a muerte, mientras que la ejecución no sirve como disuasorio para el criminal, dado que las personas tienden a olvidar y borrar completamente los recuerdos de un acto traumático y lleno de sangre; además, en la memoria colectiva la ejecución no se encontraba ligada a un recuerdo concreto de culpabilidad (al no haber estado siguiendo el proceso). También Ugo Foscolo afirmará en Las últimas cartas de Jacobo Ortis que « las condenas crecen con los suplicios ». Por otro lado, Beccaria propugnaba la abolición de la pena capital pensando que esta, es una violación del principio de indisponibilidad de la vida humana (que sólo pertenecería a Dios, su creador) y una contravención en sí misma del contrato social, como queda dicho más arriba, que tiene como fin la protección del ciudadano y no su destrucción. Respecto al antes mencionado principio de proporcionalidad de las penas, Beccaria sostenía que éstas tienen un carácter preventivo, en sentido general y en sentido especial. La prevención especial es la que se dirige al delincuente que ha cometido la falta, mientras que la general se refiere al conjunto de la sociedad. Sostenía también que tanto los delitos como las penas deben ajustarse al principio de legalidad, anticipando la formalización definitiva de este principio por parte de Feuerbach. Beccaria retoma el principio del valor educativo de la condena, según una idea típicamente italiana iniciada por Tommaso Campanella, el cual había sufrido personalmente en la cárcel: descubre que como la pequeña delincuencia encuentra alojamiento y comida asegurado en la cárcel, se afana por cometer crímenes con tal de entrar. Por lo tanto, como es la duración de la condena y no la intensidad lo que impulsa a no cometer crímenes, lo que conviene es tener la certeza de la condena y que ésta sea extensa en el tiempo. Si bien Beccaria es contrario a la pena de muerte, la justifica solo por dos motivos:

 Que el delincuente, aún privado de su libertad, tenga poder que interese a la nación ejecutarlo. Se refiere a delitos de rebelión y traición a la

patria.

 Que la ejecución del delincuente fuese «el verdadero y único freno», que contuviera a otros y los separase de cometer delitos.

Otras medidas planteadas por Beccaria para la reforma del derecho penal del Antiguo Régimen fueron la abolición del tormento y la limitación del arbitrio judicial. El tormento público como procedimiento de prueba o como castigo fue ampliamente usado durante el Antiguo régimen, y en parte la obra de Beccaria es una reacción ante los suplicios y ejecuciones públicas de la época. La limitación del arbitrio judicial (es decir, que el juez esté atado al texto de la ley y no tenga capacidad para generar espontáneamente leyes penales) se explica desde el principio de separación de poderes y de la necesidad de aplicar penas prontas y seguras. Trascendencia Cesare Beccaria fue uno de los más importantes inspiradores del movimiento de reforma del antiguo derecho penal continental, un derecho caracterizado en toda Europa por su extrema crueldad, por su arbitrariedad y su falta de racionalidad. Es también un pilar imprescindible para la comprensión de la vasta reforma ilustrada del siglo XVIII, inspirada en las ideas de autonomía, emancipación y lucha contra el despotismo.^1