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Aquellos que conocen el funcionamiento de las Leyes de la naturaleza y lo utilizan a su favor hacen magia en su vida. Si usted se ha preguntado ¿Qué hacemos en este planeta? ¿Por qué unos viven cierto tipo de experiencias y otros vivimos otras? ¿Por qué a unos les va bien y a mí no? Las respuestas las encuentra en este libro basado en las Leyes de la Naturaleza, las cuales son inmovibles, invisibles, inviolables, incambiables, pero sí comprobables. Su funcionamiento fue creado por El Todo para el Universo de forma absoluta y nosotros funcionamos con relación a ellas a través de los pensamientos. El Despertar de la Conciencia ofrece
Tipo: Tesis
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Liberarse es dejar atrás el yo para fluir en “El”. En esa condición se cura y se es curado, aparece la sabiduría y la ignorancia se diluye en su propio jugo, se recupera la fe y se recobra el Poder. En el fluir en “El” sin yo, no existe pasado ni futuro, todo contesta en un presente eterno, pleno y misterioso. En este libro, se discute un nuevo procedimiento para la educación de la niñez, se analizan los niveles de la Conciencia y sus modelos explicativos y se presentan pensamientos novedosos en relación a la Conciencia de Unidad. Jacobo Grinberg-Zylberbaum, autor de más de 40 libros, es un pensador original y un investigador en el área de la Psicofisiología en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Jacobo Grinberg-Zylberbaum, 1991 Imagen de portada: Lizette Arditti S Diseño de cubierta: Factor 02 Editor digital: Titivillus ePub base r1.
A Indele
Es jueves por la mañana y la Ciudad de México amanece brumosa. Me preparo para la experiencia más regocijante de la semana; el trabajo con los niños de Toluca. Los 60 kilómetros que separan la Ciudad de México de la Ciudad de Toluca son una delicia; bosques, lagos y montañas llenos de verdor y frescura. Llego al Instituto Torres Quintero puntual a las 10 de la mañana. 400 niños estudian aquí utilizando métodos de entrenamiento que les permiten aprender a leer a los dos años y medio de edad. Hay niños que a los 10 años han leído más de 500 libros. La primera vez que visité este Instituto, me invitaron a platicar con los niños de un grupo de quinto año de primaria. Los infantes me rodearon dentro de un salón redondo construido dentro de la tierra. Me presenté y a los 15 minutos discutíamos de las relaciones entre Dalí, la Teoría de la Relatividad y el posmodernismo en la pintura mural mexicana. Salí de allí pensando que aquello no era real y sin embargo sí que lo era. Confieso que me preocupé; esos niños geniales demostraban la inexistencia de límites en la educación y precisamente eso era lo preocupante. Seguramente sobrepasarían a sus maestros dentro de muy poco y nuevas funciones tendrían que aparecer en sus cerebros sobre estimulados. ¿Quiénes los guiarían y por dónde transitarían? Externé mi preocupación ante los directores del Instituto y me pidieron colaborar con ellos Cinco años antes había participado en un programa de desarrollo para los niños de otra escuela mexicana situada en la Ciudad de Cuernavaca. Les había enseñado Visión Extraocular y un método de observación que resultó un éxito pera provocó un gran rechazo en la comunidad de padres de familia, los que se asustaron pensando que sus hijos se volverían atípicos. El error fue no haber hecho participes del programa a los padres. Esta vez no sucedería lo mismo. Una semana después reunimos a todos los padres de familia y compartí con ellos la preocupación acerca de las nuevas funciones y la necesidad de que sus hijos aprendiesen técnicas para convertirse en sus propios guías y maestros, ya que pronto sobrepasarían a todos sus mentores. Me pidieron explicaciones más completas. Les dije que en los sistemas convencionales de educación, el conocimiento se imparte desde fuera pero no se hace énfasis ni existe interés en enseñar a aprender. Si se lograra impartir conocimientos y simultáneamente activar la guía y el maestro que todos llevamos dentro, este último señalaría el camino adecuado. Estuvieron de acuerdo. El trabajo con los niños se inició 15 días más tarde. Escogimos un grupo piloto, representativo de los niños de entre 9 y 12 años de edad Durante más
de dos horas analizamos juntos lo que les sucedía y les propuse trabajar un día a la semana para aprender a aprender. La concentración Aprender de uno mismo significa tener la capacidad de observarse y de deducir, a partir de la observación, el estado en el cual funcionamos y lo que necesitamos corregir del mismo. Para poder observar nuestro interior, la herramienta fundamental es la concentración. El trabajo con los niños de Toluca se basó en el razonamiento anterior. Empezábamos las sesiones sintiendo nuestros cuerpos, recorriéndolos internamente concentrándonos en la respiración. 25 niños y yo nos parábamos en diferentes lugares del salón, cerrábamos nuestros ojos y sentíamos nuestros brazos, el peso de nuestro cuerpo sobre las piernas, la tensión de la espalda y los movimientos respiratorios. Después brincábamos y gritábamos a todo pulmón intentando extraer tensiones de nuestro organismo y nos volvíamos a observar, atentos a cualquier cambio interno. Los niños me asombraron por su seriedad. Se observaban atentos y concentrados y algunos expresaban su asombro al notar señales corporales que nunca antes habían detectado. Una niña nos contó que al concentrarse en su corazón lo había podido ver bombeando su propia sangre. Bastaba una afirmación como la anterior para que los demás niños comprendiesen que esa observación era posible y para que la intentasen con sus propios cuerpos. La observación Después nos relajábamos acostándonos boca arriba. Durante la sesión de análisis ya habíamos discutido la posibilidad de modificar la localización del Observador. Yo les habla contado de experiencias con otros niños, los que eran capaces de cambiar la perspectiva de observación situándose incluso en localizaciones extracorpóreas. Les habla advertido que aquello no era ningún efecto paranormal o esotérico, sino una función accesible para todos pero no muy conocida. Los mayores no la ejercitaban y se les había olvidado que podía existir. Ni siquiera la enseñaban en la escuela, pero nosotros íbamos a practicarla. Los niños me preguntaron por qué la escuela no enseñaba lo más importante. Les conteste que la misma pregunta me la había planteado muchas veces sin encontrar respuesta. La escuela debía enseñar a aprender a conocernos desde adentro, a observarnos, a volvernos nuestros propios maestros, a desarrollar todo nuestro potencial, pero esto raramente sucedía y ahora lo íbamos a intentar Continuamos observando y sintiendo nuestro cuerpo, pero acostados y relajados. La observación, para ser eficaz, debe ser acompañada de una actitud de aceptación. Sin aceptación, la observación no cumple su propósito y éste es conocer la realidad tal y como es, tanto de nuestros cuerpos y procesos internos como la del entorno. Se acepta para tener información fidedigna y veraz. Se acepta para lograr el autoconocimiento y éste modifica. Por ello, si se quiere transformar algo, primero es necesario aceptarlo y amarlo tal cual es.
Regresaron al cabo de 20 minutos. Cada uno me quería contar lo que había descubierto. Estaban verdaderamente entusiasmados. Una niña habló primero. Había decidido conocer una flor. La había observado con atención durante varios minutos y después se metió en ella. Era amarilla y se volvió flor amarilla. El viento la mecía y de pronto sintió cosquillas. Una abeja se había posado en su interior. Un niño habló después. Había decidido conocer el agua. Se acercó al pequeño estanque de la escuela y observó la superficie plácida del líquido. Comenzó a ser el agua y de pronto se mareó; alguien lanzó una piedra al estanque y las olas lo habían sorprendido y mareado. Otro niño encontró un insecto. Lo vio hasta que comenzó a sentir el palpitar de un corazón verde diminuto. El caso más sutil fue otro niño que decidió conocer el espacio. Se sentó en una banca y se concentró en el aire y después en el fundamento del aire y después en lo que sostenía al fundamento del aire. Sin querer había incursionado en una de las técnicas budistas de meditación más sofisticadas. La meditación Los niños de Toluca comenzaron a hablar de SAMYAMA con la mayor naturalidad. Lo aplicaban para conocer cientos de objetos y la originalidad de sus descripciones hacía delicioso escucharlos. Decidí enseñarles técnicas de meditación. En realidad, la concentración en la respiración, en el cuerpo o en diversos objetos (incluyendo el espacio) ya era meditar, así que pude introducir el tema con la mayor naturalidad. Les dije que meditar era concentrarse en un objeto y que la técnica era más valiosa mientras más sutil fuese el objeto de observación. El espacio era bastante más sutil que una roca, pero lo más sutil y lo más valioso era meditar sobre uno mismo intentando hacer SAMYAMA sobre el yo para llegar a saber quiénes somos. Dudé si lo habían entendido y los guié la primera vez. Nos dedicamos a observar nuestro cuerpo, nuestra respiración y por último nuestro yo mismo. ¿Qué palabras describen la sensación de mismidad y el encuentro con el yo? No existen descripciones de "aquello" porque su existencia no se puede reducir a una descripción. Por ello, los niños no fueron solicitados para explicarse. Bastaba ver sus caras sonrientes para darse cuenta que algunos se habían encontrado. Volar El mismo niño que había decidido hacer SAMYAMA sobre el espacio, descubrió que esa podría ser una técnica adecuada para volar. Se lo comunicó a sus compañeros y a partir de allí empezó todo un
movimiento aeronáutico entre los críos. Descubrieron que aquello era más difícil de lo que se imaginaron. En primer lugar, no era suficiente fundirse con el espacio ni hacer esfuerzos. Es más, hacer esfuerzos parecía incrementar el peso en lugar de disminuirlo. Después descubrieron que el deseo de volar impedía la levitación. Parecía que era necesario desearlo sin desearlo y fundirse sin fundirse. Hasta hoy, ninguno lo ha logrado, aunque algunos dicen que ya han sentido un ligero desprendimiento. Visión Extraocular Lo que la mayoría de estos niños sí logró fue la Visión Extraocular. Antes de explicar en qué consiste quisiera mencionar lo que aprendimos de la experiencia de volar y en general de todos los procedimientos hasta este momento descritos, incluyendo el SAMYAMA. Descubrimos que no importa tanto llegar al cumplimiento del deseo, sea este convertirse en una flor, ver la Tierra desde el espacio o volar. Lo que importa es el proceso. Los mismos niños descubrieron lo anterior. Cuando alguno de ellos presumía de haber logrado algo mejor que sus compañeros o simplemente distinto, los demás lo criticaban. Le decían que de continuar presumiendo por los resultados de sus intentos se iba a perder de lo más divertido, que era precisamente todo el proceso independientemente de su éxito o fracaso. Creo que esto ya no es conocimiento únicamente, sino verdadera sabiduría. La Visión Extraocular la introduje después de toda una discusión acerca de la realidad y la percepción de la misma. Lo que menos deseaba era introducir la Visión Extraocular como un fenómeno aislado y desligado del resto. Más bien, deseaba que los niños pudieran ver en él una demostración de un acto perceptual extremo pero normal e ilustrativo de las mismas bases de la creación de la experiencia consciente. Me basaba en las enseñanzas de los más grandes Chamanes mexicanos, los que opinan que, conociendo la forma en la que percibimos, podemos conocerlo todo porque entenderemos los fundamentos de la creación de la realidad. La Visión Extraocular consiste en la capacidad de ver imágenes, pero sin utilizar los ojos, sino alguna otra parte de nuestro cuerpo, generalmente las palmas de las manos. El entrenamiento de la Visión Extraocular consiste en concentrarse en el cuerpo, en la respiración y en activar una línea de energía que conecta las palmas de las manos con el entrecejo. Niños con una buena capacidad de concentración y que no sean mayores de 16 años aprenden a "ver" con las manos desde la primera sesión de entrenamiento. Mientras más libre sea el niño; es decir, menos rígido, su aprendizaje será más rápido. Como mencioné antes, yo ya había probado, con éxito, el método con los niños de Cuernavaca, con quienes descubrí que la activación de la Visión Extraocular estimulaba una serie de funciones correlativas con ella. Éstas, en
En la actualidad, el Instituto Torres Quintero de la Ciudad de Toluca es la primera institución educativa de México que ha incorporado estas técnicas de autoconocimiento dentro de sus planes de estudio. Yo espero que este modelo se extienda a otras escuelas y, en un futuro, a todo el Sistema Educacional Mexicano.
Hace calor en Rishikesh, tanto que el único remedio para no sofocarse es sumergirse en el Ganges helado y refrescante. En una pequeña librería colindante con el río, he hallado un tesoro; un texto original describiendo una técnica de meditación milenaria: el Mahamudra. Me ha fascinado leerlo; afirma que toda experiencia surge de la misma fuente y que ésta puede ser conocida observando el origen de todo pensamiento, de toda imagen o sonido. La he practicado sentado en la arena viendo las diminutas olas que se forman en la orilla del rio. Después, al caminar por el mercado de la ciudad he intentado focalizar mi atención en el origen de las órdenes que activan mis pasos. Más adelante, al enojarme con el dependiente de una tienda que me ha querido engañar. El texto tiene razón, si se atiende al origen de toda experiencia se establece un contacto con una especie de espejo de la realidad que se ve inafectado por las modificaciones de la experiencia y que sólo refleja sus fundamentos, su luminosidad básica y autorrefulgente. Pronto, empiezo a encontrar obstáculos y a necesitar un guía, un maestro. Estoy en la India y Mahamudra es una técnica Budista; los Gurús no la conocen. Decidí buscar en Nepal y en un lamasterio en la cercanía de Katmandú, Lama Lundrup me contesta con un lacónico —Mahamudra eres tú —cuando le pregunto por algún Lama que me quiera guiar en la práctica. Regreso a Rishikesh y medito junto a la tumba de Sivananda en el Templo de la Divine Life Society. Me observo y mantengo la observación hasta que reconozco mi "Centro" y me integro en mí mismo. El ambiente es claro y sereno y la luz del Sol penetra por la puerta principal del Templo entibiando la atmósfera. Salgo y una muchacha morena y de complexión robusta me llama la atención; algo en su energía me es familiar. Me acerco a ella y al confesarme su origen judío confirmo mi impresión, yo también lo soy. Me llaman la atención unas cicatrices en sus brazos. Me dice que antes de la India vivía en Cancún, dedicada a cazar cocodrilos y aprender de sí misma ayudada por su maestro, Don Panchito de Tixhualactun, un chamán maya de 130 años de edad. Reconozco en el encuentro una señal y sé que mi próximo destino será la Península Yucateca. La única forma de llegar con Don Panchito es a través de Doña Sara, su discípula principal. Encuentro a Doña Sara en Cancún y me somete a una docena de pruebas y a un intenso interrogatorio antes de acceder a presentarme a su maestro. Quiere estar segura de la bondad de mis intenciones y de la calidad de mi energía. Por fin accede y en la madrugada le
Estoy acostado en una hamaca en el interior de la choza de Don Panchito con él a mi lado, también recostado en una hamaca. No entiendo maya y Don Panchito parece no entender español. De vez en cuando me dice algo y yo le respondo con un murmullo de interrogación. La comunicación, sin embargo, existe entre nosotros pero en un plano que trasciende lo verbal. Llevamos varios días así. Mi mente, al igual que durante la primera visita, parece ser una con la de Don Panchito y con el entorno. Me he acostumbrado a la ausencia de la separación entre lo interno y lo externo y sigo percibiendo la creación de mi propia experiencia desde un "mirador" que me permite atestiguar el origen de mis percepciones, sus cambios y procesos de interacción. Mis pensamientos forman una especie de malla o tejido que los interconecta. Puedo ver el surgimiento de cada uno, pero lo más extraño es no poder vivir así siempre. Quizás la ciudad tenga la culpa con sus ruidos y distracciones. Aquí, en este silencio sólo interrumpido por el canto de los pájaros o los ladridos de los perros, todo parece ser posible. Don Panchito se levanta muy temprano, antes de que salga el Sol. Permanece sentado en su hamaca en una actitud meditativa contemplando el amanecer. Su gato se sienta a sus pies y la imagen de este anciano centenario, cubierta su cabeza con una gorra y su gato descansando debajo de él, su hamaca, la choza y la atmósfera maya, forman un cuadro de tal belleza y significado que me hacen sentir pleno y bendecido. En las noches, la luz blanquecina de la luna penetra a través de los huecos de las paredes y Don Panchito me enseña, durante mi sueño, a recorrer Universos. Desde la Ciudad de México no fui capaz de detectarlo, pero aquí no tengo que hacer ningún esfuerzo para que suceda Los Universos que veo son variados y muy raros. En ocasiones aparecen estrellas, en otras parajes montañosos y de vez en cuando submarinos. Lo más importante es el conocimiento y la observación de los procesos mentales y cerebrales. Poseemos un instrumento extraordinario dentro de nuestra cabeza y es una lástima no saber utilizarlo ni verlo. Estoy agradecido con Don Panchito por este regalo magnífico que me ha dado y quisiera ser capaz de poder hacer lo mismo con todas las personas. Los pacientes De vez en cuando vienen a consultar a Don Panchito. Se quejan con él y escuchan sus consejos. Los casos difíciles requieren el consejo de las estrellas. En la noche, Don Panchito sale al jardín, se sienta en una banca y permanece absorto contemplando el cielo. A la mañana siguiente, y dependiendo del contenido de sus sueños, ofrece el consejo o comparte la videncia con sus pacientes. Las estrellas y sus sueños parecen ser los consejeros de este Chamán que es 90 años mayor que yo. En otras ocasiones, Don Panchito extrae de una bolsa una esfera de cristal, prende una vela y coloca la esfera frente a la flama y se concentra observando el interior de la esfera. Dice que las imágenes que aparecen le dicen lo que
debe hacer con sus pacientes y le hablan de sus destinos. Del futuro, Don Panchito no dice nada. La primera vez que lo vi trabajar con sus esferas le pedí que me viera a través de ellas y que me dijera lo que vendría. Él se escandalizó cuando quise grabar sus palabras:—eso no se puede hacer, ¡no te das cuenta que hacerlo fijaría el futuro!—. Los cristales de cuarzo Los mayas conocían los cristales de cuarzo y su uso cientos de años antes de que Occidente "descubriera" la Gemoterapia. Don Panchito guarda varios, pero es muy cuidadoso con ellos. Dice que todo lo amplifican, el bien y el mal, y que deben ser alimentados para que no pierdan su poder y energía. Eso sólo lo puede hacer un Chamán entrenado. Lástima que no entiendo maya. Aprovecho una visita de Doña Sara para hacer preguntas acerca del cuarzo. —Dice Don Panchito que los antiguos sacerdotes mayas poseían secretos. Eran capaces de construir sus monumentos moviendo las piedras a distancia con el uso de su mente y unos sonidos que emitían. Chiflaban y dependiendo de la secuencia tonal y la agudeza de los sonidos lograban controlar la materia y la energía. Los grandes sacerdotes se reunían alrededor de grandes mesas hechas integralmente de cristales. Cada sacerdote impregnaba un cristal con su energía para que, en caso de morir, el cristal lo sustituyera en su trabajo mientras se preparaba a otro iniciado. El trabajo en la mesa de cuarzo servía para lograr un adecuado equilibrio de las influencias cósmicas— Acupuntura maya En el mismo pueblo de Don Panchito y en el resto de la Península viven chamanes dedicados a curar y mantener su tradición, aunque ninguno parece haber alcanzado el nivel de Conciencia de Don Panchito. La acupuntura se practica entre los chamanes mayas. Como agujas, utilizan los colmillos de las víboras de cascabel o los pelos de zorra. Mediante su uso, extraen los daños que los pacientes han adquirido. El acupunturista maya localiza la zona corporal afectada y luego introduce sus "agujas" en ella. Para las afecciones nerviosas, la zona escogida es el cráneo, para las renales las zonas de la espalda adyacente a estos órganos, etc. El uso de la acupuntura parece provenir de un remoto pasado y su uso está muy extendido. El uso del fuego Don Rach Pech de la Ciudad de Motul es un chamán maya, especialista en el uso del fuego. Cuando un paciente le solicita ayuda, Don Rach Pech enciende un recipiente lleno de parafina y atiende a las formas de las flamas que surgen del combustible, mientras palpa al paciente ayudándose de una rama de ruda. La forma del fuego le "habla", indicándole el diagnóstico y las hierbas que debe
escogidos. Los Alushes son uno de estos temas de Poder. El Chamán es capaz de incorporar su fuerza a pequeñas estatuas de barro. Estos Alushes son utilizados para defender las casas, los cultivos o los lugares de trabajo de alteraciones energéticas, robos o intentos de destrucción. Viajando con Doña Sara, yo tuve la oportunidad de probar la energía de un Alushe en un pequeño poblado cercano a la costa. Se trataba de un muñeco de 25 centímetros de altura, el que me lanzó de espaldas cuando lo toqué. Comunicación directa Una de las características comunes a todo verdadero Chamán, independientemente de su localización geográfica, lugar de origen o linaje es su capacidad de establecer y mantener una comunicación directa con sus discípulos, pacientes y protegidos. Ya mencioné una de estas instancias en el procedimiento de velación. En éste, Doña Sara decodifica los movimientos de la flama de una vela para conocer los mensajes provenientes de Don Panchito, aunque este último no requiere utilizar otro instrumento más que su propia mente para comunicarse. Esta capacidad de comunicación directa es una consecuencia del estado de Unidad y Mahamudra de la mente de Don Panchito. La sensación al estar junto a este gran Chamán es que, de alguna forma, él sabe quién es uno, qué está pensando y cuáles son sus intenciones, pero sobre todo, qué tan lejos se encuentra de su Centro, esencia o fuente. El Centro en el Ser El Chamán verdadero puede diagnosticar y saber qué tan lejos se encuentra alguien de su verdadero Centro, porque él mismo ha logrado situarse allí. La dificultad para describir el sentido y la experiencia de estar en el "Centro" es mayúscula porque este estado trasciende cualquier descripción verbal. El Chamán reconoce la distancia que se encuentra entre la conciencia de un individuo y la suya propia y tiene el suficiente poder como para guiarlo a su encuentro Esta es la verdadera hazaña Chamánica más allá de los manejos energéticos o las manifestaciones de videncia. Hacer recordar el Centro o estimular su vivencia constituye el más grandioso milagro de la tradición Chamánica en general y de la maya en particular.
El término Conciencia se refiere a "aquello" que se encuentra en el fundamento de toda experiencia. Los "niveles de la Conciencia" son otros tantos estratos en los que se puede dividir tal fundamento. En la Realidad, la Conciencia es una y no se encuentra dividida porque toda experiencia está matizada por ella. Por ejemplo, la Conciencia auditiva y la visual constituyen dos niveles de la misma cualidad básica. A esta cualidad esencial le llamamos Conciencia y es posible postular que aun lo que denominamos materia posee o se sustenta en la misma base por lo menos a nivel perceptual. Acerca de los diferentes niveles de la Conciencia, existen escuelas, cada una de ellas con una particular concepción Todas, sin embargo, están de acuerdo en la existencia de estratos básicos, tajes como los antes mencionados: la Conciencia auditiva, visual, táctil, etc., y niveles más sutiles que cada tradición denomina en formas distintas. En dos capítulos intentaré describir seis de estas tradiciones, mencionando algunas de sus consideraciones y los postulados que las sostienen.
después, el modelo Teosófico, más adelante, el modelo Chamánico, después el modelo Budista, el modelo de la Psicología Transpersonal y por último, el modelo Sintérgico. Me atrevo a postular que lo común de todos ellos es la consideración de que los estratos de la Conciencia dependen de la percepción del Observador y ésta del "Territorio" con el cual éste se identifica. El Modelo Kabbalistico
Schocken Books. New York, 1969-1973), en ninguno de sus sistemas los Kabbalistas dejaron de afirmar la existencia de interpelaciones entre todos los mundos y niveles del Ser. Todo, según ellos, está conectado con el resto. De cualquier punto, las profundidades infinitas pueden ser contempladas. De acuerdo con el sistema de Moisés Cordovero, el ascenso del hombre hacia mundos superiores y a la frontera del "vacío" no involucra movimiento por parte suya, puesto que "en donde tú te halles, allí se encuentran todos los mundos".
solamente el "Todo" está contenido en cada parte, sino que también actúa