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Reflexiones sobre la autoridad en la educación: Claudio Lopez Rodriguez, Diapositivas de Ciencias de la Educación

En este texto, claudio lopez rodriguez explora las preguntas fundamentales sobre la autoridad pedagógica planteadas por martín heidegger en su obra 'sólo por la educación'. El autor analiza la crisis actual de la autoridad y propone reconstruir el concepto de autoridad en el vínculo pedagógico. Además, examina las teorías de filósofos como foucault, castoriadis, stiegler y kojève sobre la autoridad y su relación con la educación.

Tipo: Diapositivas

2020/2021

Subido el 26/10/2021

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FILOSOFÍA DE LA
EDUCACIÓN
CLAUDIA LOPEZ
RODRIGUEZ
S H A R O N S O L I S
P L A N T E L C H A P U L T E P E C
6 T O C U A T R I
L I . E N P E D A G O G I A
03.10.2021
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¡Descarga Reflexiones sobre la autoridad en la educación: Claudio Lopez Rodriguez y más Diapositivas en PDF de Ciencias de la Educación solo en Docsity!

FILOSOFÍA DE LA

EDUCACIÓN

CLAUDIA LOPEZ

RODRIGUEZ

S H A R O N S O L I S

P L A N T E L C H A P U L T E P E C

6 T O C U A T R I

L I. E N P E D A G O G I A

¿Es posible educar sin autoridad? ¿Sobre qué se funda la autoridad del maestro? ¿Qué puede hoy una autoridad? ¿Qué ejercicios diversos de la autoridad pueden ser pensados hoy? Estos son los interrogantes fundamentales que se hace Greco sobre la autoridad pedagógica y sobre los cuáles reflexiona en su obra. En primer lugar, demarca que la autoridad de hoy está en crisis, que se encuentra devaluada, y qué este es un problema complejo donde intervienen factores culturales, económicos, sociales y políticos. ¿Qué hacer frente a ello? ¿Paralizarnos? No. La invitación es a reconstruir el concepto de autoridad en el vínculo pedagógico. Es decir, construir una nueva idea de pensar y sostener la autoridad pedagógica hoy frente a la crisis, ya que no se puede educar sin autoridad. ¿Por qué reflexionar sobre la autoridad pedagógica? Greco dice: porque “todo acto educativo implica un acto de autoridad”. Educar implica una noción de autoridad, porque significa dominar los contenidos que debemos transmitir, manejar técnicas pedagógicas adecuadas a las edades y contextos en los cuales viven los estudiantes, estar a la escucha de sus problemas y de la marcha del proceso de enseñanza- aprendizaje. ¿Se puede sostener una autoridad individualmente? Greco dice que no, que “la autoridad es institucional”. La autoridad se sostiene en el trabajo en equipo, en la coherencia, en el clima institucional de la escuela. Con lo cual, si bien la autoridad pedagógica es labor de cada docente, es también una tarea colectiva y social que se asume entre todos los docentes de un colegio. Ahora bien, si la autoridad pedagógica hoy está en crisis, es en función de que el concepto de autoridad que sosteníamos hasta el momento ya no funciona, y debemos re- pensarlo nuevamente para que se legitime. Debemos animarnos al terreno de la invención, detener la queja y forjar una autoridad pedagógica de otro tipo. ¿ D E D Ó N D E V I E N E E S T A C R I S I S D E A U T O R I D A D? Foucault (filósofo e historiador francés) retoma a Kant (filósofo alemán) para decir que en la modernidad hubo un quiebre respecto a la autoridad externa, la consigna del sujeto moderno era “no obedecerse más que a sí mismo”. La autoridad entonces estaba del lado de la razón misma y su afán de autonomía y dominio en el camino del progreso ilimitado. El maestro aparecía como aquel que “hacía nacer en el niño al alumno”, que lo acompañaba en el trayecto de su relación con el conocimiento, consigo mismo y con los otros. Nacía alguien que aprende y desea aprender. Hoy, la razón también aparece cuestionada a partir de no haber logrado el progreso ilimitado que proponía, y, por ende, la autoridad no se desplaza hacia ningún lado, tiene dificultades para ser encarnada y reconocida. Para Castoriadis (filósofo y psicoanalista francés) vivimos en tiempos de insignificancia, de desamparo, por ausencia de significaciones que nos otorguen un mejor vivir juntos. Bajo la consigna de “sálvese quien pueda”, y del hombre actual instalado como sujeto consumidor; se ha roto un proyecto identificatorio colectivo, en términos de Silvia Bleichmar (psicoanalista argentina), que es aquello que nos posibilita reconocernos en un “nosotros” y proyectarnos hacia el futuro. Stiegler (filósofo francés) habla de una época signada por el “sufrimiento narcisístico del nosotros”. ¿Qué quiere decir esto? Que estamos en un momento histórico donde no podemos conformarnos como un “nosotros”. Cada uno vive “individualmente”, y ello habilita a todo tipo de transgresiones (es posible hacer “desaparecer” a los otros”). Thomas Hobbes (filósofo inglés), habla de la “guerra de todos contra todos”, al disolverse la noción de un colectivo social que nos cuida y proteja más allá de nuestras diversidades. Antes, en un mundo pre- moderno, dice Castel (filósofo francés), el sometimiento a la autoridad estaba dado, porque esta, aseguraba una protección y por ello uno era obediente.

La igualdad y la ignorancia: No se trata de borrar la asimetría, ni ponerse en lugares idénticos. Se trata de que el docente siguiendo a Rancière (filósofo francés) y Jacotot (pedagogo francés) no desiguala con el alumno, sino que, por haber recorrido un camino con el conocimiento, lo despliega con los alumnos y abre nuevos diálogos para que ellos promuevan sus propios caminos. Que no considera al otro inferior, sino que trabaja con voluntades, creando vínculos entre inteligencias y textos para arribar a otros mundos posibles. Ello implica romper con la idea de saber y poder, entre ignorantes y sabios, entre inteligentes y no inteligentes, entre buenos y malos alumnos. Un ser maestro sin ser amo y dueño. Un “maestro ignorante”, que enseña sin explicaciones ni indicaciones sobre las palabras que el alumno deberá decir ni en el lugar en el que deben ser colocadas, sin el despliegue de la inteligencia del maestro, sino que insista en la necesidad de que el alumno realice su trabajo intelectual, que no descanse en la inteligencia del maestro, sino que otorgue a su inteligencia todas las posibilidades de desplegarse. Un maestro que considera que todas las inteligencias son iguales, que cualquier alumno puede desplegarla, que lo arranca al alumno de su lugar de inferioridad, que lo valoriza, que lo reconoce y anima al trabajo. Un maestro que “enseña que lo que ignora”, que se ubica en igualdad, que considera que la ignorancia puede provocar el deseo de saber, que está allí no por ser sabio o superior. Un maestro que no aplasta la inteligencia de su alumno, sino que promueve sus propios caminos. Un maestro que considera que “el alumno hace al maestro”, lo cual significa que los caminos que vaya armando de enseñanza es a partir de lo que el alumno ensaya, escribe, improvisa. - La emancipación: Pasar de una “autoridad del dominio del otro” a una “autoridad emancipatoria”. Una autoridad que permita el despliegue de las posibilidades de todos y cada uno. Una autoridad que no sujete, sino que busque que sus alumnos no se sientan inferiores, que descubran el poder de su pensamiento, que no se menosprecien. Una autoridad que “subjetivice”, que acompañe, movilice y sostenga. Una autoridad que se “haga cargo” de sus alumnos y se responsabilice por sus aprendizajes. Una autoridad que transmita su voluntad, pero no su inteligencia o su saber, sin dejar que la pereza gane al alumno. Una autoridad que considere que la educación no proviene del maestro, sino que es un trabajo del alumno efectuado desde su lugar de “igual”. Una autoridad que retome las ideas previas de los alumnos, aún para corregirlas, que aggiorne las actividades de enseñanza, que estimule el interés, que secuencie actividades de enseñanza atractivas, que corrija veladamente, sin violencia, los conocimientos erróneos de sus alumnos. Una autoridad que no considere al alumno una cosa, sino un sujeto- palabra. Un sujeto que, al hablar, se va instituyendo como tal, donde su palabra cuenta. Por ello, siguiendo a la psicoanalista Piera Aulagnier, no debe ejercerse una “violencia secundaria” que es aquella que es desubjetivizante, que arrasa, que es excesiva, que, en lugar de hacer lugar, lo quita. Es decir, no ser un espacio áulico o de enseñanza- aprendizaje donde ya este todo dicho por el docente, para ser uno que no es aún, donde la palabra del docente se dona y deja que el otro hable desde el reconocimiento del semejante. “Lugares de habla” donde cada uno pueda hacer oír su voz. Para que, en el alumno, siguiendo a la psicoanalista argentina Silvia Bleichmar, no se produzca un “estallido de identificación”. Donde el alumno tenga la sensación de superfluidad (ser descartable, estar de más, de sobra), disminuyendo su autoestima y la ausencia de un proyecto futuro para vivir en la inmediatez. Una autoridad que forma inteligencia, que es mucho más que cargar memoria o repetir frases hechas, aprender de memoria o repetir el libro. Kammerer propone pensar que el lugar de los adultos es ser “prestadores de identidad”, de pasadores de cultura recibida con la responsabilidad de “hacer crecer”, proteger lo frágil que nace en niños y adolescentes.