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Por qué el teatro es el mejor espejo para entender nuestras emociones Para entender por qué ver una obra de teatro puede resultar liberador para el alma del espectador, es necesario conocer el origen y las características principales del teatro desde la Antigua Grecia. Durante siglos las personas han acudido a rituales sanadores para depurar y curar su alma. Normalmente estos ritos son trasmitidos por medio de la cultura, religión y costumbres propias de los individuos, las cuales son manifestadas a través de la oración, la meditación, cultos o consagraciones. Sin embargo, otra forma de manifestación para la purificación del alma, aunque no lo creas, ha sido el teatro. ¿Por qué? Porque también ha servido de escenario para la depuración de las emociones. Para hallar la razón viajaremos en el tiempo a sus orígenes griegos en el siglo VI a.C. Según la Poética de Aristóteles, desde los inicios de nuestra civilización el teatro cumplió una labor de purificación de nuestra alma o cuerpo emocional. La representación teatral nació como un ritual religioso en las fiestas que se celebraban en honor a Dionisio, el dios del teatro, pero poco a poco se fue desligando de la religiosidad. A pesar de esto, se ha mantenido hasta nuestros días el objetivo de la representación escénica: lograr que el espectador se emocione por medio de los sentimientos alegres, tristes, trágicos o irónicos. ¿Pero por qué se ha dicho que es el espejo del alma? El teatro es donde se reflejan todos los miedos, las limitaciones, lo más profundo y oculto del ser humano. Al ver su realidad recreada por medio de los actores, el público atraviesa por un proceso de liberación: la catarsis. Para los griegos, el término catarsis es utilizado para hacer referencia a la purificación que se produce en el espectador de una obra de teatro, cuando se identifica En la Poética de Aristóteles la definición de catarsis es descrita como la purificación emocional, corporal, mental y espiritual. Mediante la experiencia de la piedad y el temor, los espectadores experimentan la purga de sus bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra. El individuo luego de presenciar la obra teatral podrá entenderse mejor a sí mismo; tendrá más claro qué camino tomar de acuerdo al ejemplo ajeno, para no repetir las decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final. ¿Y cómo ocurre el proceso de depuración? En un Artículo de la Universidad Nacional Experimental de las Artes de Mérida (UNEARTE) llamado “La catarsis en la representación teatral”, describen al teatro como el templo de la revelación o desocultamiento. La palabra teatro significa ver y ser visto, viene del verbo griego antiguo Teomai. Teomai es una acción curativa de la conciencia. El ritual teatral está concebido desde la subjetividad producida por la interpretación del texto escénico. El texto es procesado en la creatividad del alma del actor para luego ser encarnadas y expresadas, lo cual produce una liberación en el actor que toca la sensibilidad y el ser interior del espectador, quien es responsable de permitir la revelación de sus sentimientos y pasiones para lograr su propia liberación emocional.con los personajes y transita por las mismas emociones
vividas en escena. Es así, como los creadores de la obra de arte explotan su creatividad ante los ojos del público. Ese proceso creador expulsa una carga anímica que es absorbida inevitablemente por los espectadores. La energía que llena la atmósfera en una sala de teatro puede ser percibida por todos los implicados (actores y espectadores). Estamos en plena retroalimentación de energías, por lo tanto, el proceso de purificación del alma ocurre tanto en el escenario como en las butacas. Que las personas salgan del teatro sintiéndose limpios y elevados, con una alta comprensión de los misterios del ser humano, dependerá de la entrega sincera de los actores y el público en el rito teatral. El teatro es un arte de carne y hueso. Quienes le dan vida interiorizan una verdad ajena, que al representarla puede llegar a ocasionar en el público un estado de purificación emocional. En otras expresiones artísticas no ocurre de la misma forma. El teatro podría ser considerado como la madre de las artes, pues tiene la capacidad de cobijar a cada una de ellas en su regazo. La danza está presente. Se pinta y se esculpe con el cuerpo. Hay creación de música y literatura. Para el cine no se tienen las cámaras, pero si el potencial humano: la actuación. Si bien es cierto que el teatro es una expresión artística antigua, propia de la civilización griega, es de esperarse que con el paso de los años la magia de la representación haya tenido algunos cambios. En el caso del rito de la catarsis y su carácter purificador, se ha ido perdiendo en el mercado del entretenimiento, debido a que son manipuladas para provocar emociones de la sociedad de consumo, lo que Marshall McLuhan llamó la aldea global. En el cine, a pesar de que el ritual de asistencia es semejante al de una función teatral, no sucede lo mismo luego de ver una película comercial. En el teatro ocurre algo distinto que en el cine. El teatro no busca controlar ni inducir emociones en los espectadores, porque su misión es liberar al público y actores de sus sentimientos negativos, ampliar la conciencia a una sociedad distinta. Toda la entrega anímica, espiritual y creativa de las artes está concentrada en una representación sobre las tablas teatrales. Razón por la cual se logra llegar al público de manera más directa, con resultados más concretos y trascendentales; por medio del reconocimiento del otro y del yo; con risas, miedo o drama se logra la purificación del alma.