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Élites sociales y políticas en Argentina (1880-1916) - resúmen, Apuntes de Historia Moderna

Estructura y composición de las élites de Buenos Aires entre 1880 y 1930

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 22/10/2019

maxilopez86
maxilopez86 🇦🇷

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Élites sociales y élites políticas en Argentina. Buenos Aires
1880-1930
Leandro Losada
CONICET (Argentina)
DOI: http://dx.doi.org/10.7440/colombiaint87.2016.09
RECIBIDO: 22 de octubre de 2015
APROBADO: 15 de diciembre de 2015
MODIFICADO: 20 de enero de 2016
RESUMEN: El artículo analiza la estructura y composición de las élites de Buenos
Aires entre 1880 y 1930. Para ello, se presenta un acercamiento prosopográfico
que revela indicadores referidos a capitales políticos, económicos, culturales y
simbólicos (orígenes familiares) entre integrantes de las élites políticas, económicas
y sociales. Los argumentos se centran especialmente en la relación entre élite
social y élite política. A partir de ello, se esgrimen hipótesis sobre el impacto de la
ampliación democrática del sistema político (ocurrida en 1912) y más en general, de
la transformación de Argentina en una sociedad de masas a principios del siglo XX.
PALABRAS CLAVE: Argentina • élites • democracia (Thesaurus) • sociedad de masas •
siglo XIX • siglo XX (palabras clave autor)
H
Este artículo hace parte de una investigación más amplia, referida a la composición, estructura
e identidades de las élites argentinas entre 1880 y 1930. Cuenta con financiación del CONICET
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,) Argentina.
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¡Descarga Élites sociales y políticas en Argentina (1880-1916) - resúmen y más Apuntes en PDF de Historia Moderna solo en Docsity!

Élites sociales y élites políticas en Argentina. Buenos Aires

Leandro Losada CONICET (Argentina)

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/colombiaint87.2016. RECIBIDO: 22 de octubre de 2015 APROBADO: 15 de diciembre de 2015 MODIFICADO: 20 de enero de 2016

RESUMEN: El artículo analiza la estructura y composición de las élites de Buenos Aires entre 1880 y 1930. Para ello, se presenta un acercamiento prosopográfico que revela indicadores referidos a capitales políticos, económicos, culturales y simbólicos (orígenes familiares) entre integrantes de las élites políticas, económicas y sociales. Los argumentos se centran especialmente en la relación entre élite social y élite política. A partir de ello, se esgrimen hipótesis sobre el impacto de la ampliación democrática del sistema político (ocurrida en 1912) y más en general, de la transformación de Argentina en una sociedad de masas a principios del siglo XX.

PALABRAS CLAVE: Argentina • élites • democracia (Thesaurus) • sociedad de masas • siglo XIX • siglo XX (palabras clave autor)

H

Este artículo hace parte de una investigación más amplia, referida a la composición, estructura e identidades de las élites argentinas entre 1880 y 1930. Cuenta con financiación del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,) Argentina.

Colomb. i n t. 87 •     0121-5612 • e 1900- yo-agostoMa2016 •   .219-241 •    : h t t p ://dx.doi.org/10.7440/colombiaint87.2016.

Social Elites and Political Elites in Argentina. Buenos Aires,

ABSTRACT: The article analyzes the structure and composition of the elites of Buenos Aires between 1880 and 1930. A prosopographical approach is presented that reveals indicators related to political, economic, cultural and symbolic capital (family origins) among members of the political, economic and social elites. The arguments are especially focused on the relationship between social elite and political elite. Based on this, the article presents hypotheses regarding the impact of the democratic expansion of the political system (which occurred in 1912) and, more generally, of Argentina’s transformation into a mass society in the early 20th century.

KEYWORDS: Argentina • elites • democracy (Thesaurus) • mass society • XIX century

  • XX century (author’s keywords)

H

Elites sociais e elites políticas na Argentina. Buenos Aires

RESUMO: Este artigo analisa a estrutura e a composição das elites de Buenos Aires entre 1880 e 1930. Para isso, apresenta-se uma aproximação prosopográfica que revela indicadores referentes a capitais políticos, econômicos, culturais e simbólicos (origens familiares) entre integrantes das elites políticas, econômicas e sociais. A partir disso, discutem-se hipóteses sobre o impacto da ampliação democrática do sistema político (ocorrida em 1912) e, mais em geral, da transformação da Argentina numa sociedade de massas a princípios do século XX.

PALAVRAS-CHAVE: Argentina • elites • democracia (Thesaurus) • sociedade de massas

  • século XIX • século XX (palabras-chave autor)

Colomb. i n t. 87 •     0121-5612 • e 1900- yo-agostoMa2016 •   .219-241 •    : h t t p ://dx.doi.org/10.7440/colombiaint87.2016.

cercano a la existencia de tantas élites como dimensiones sociales? La atención se ha concentrado en la ciudad de Buenos Aires, pues además de ser el escenario en el que los cambios sociales tuvieron mayor alcance, fue allí donde se establecieron las élites de gravitación nacional. Para responder a los interrogantes se ha realizado un estudio prosopo- gráfico. Se relevaron los integrantes de instituciones, corporaciones y entidades políticas, sociales, económicas y académicas en tres cortes temporales (1885, 1905 y 1925) y se seleccionaron 347 casos por medio de un “muestreo aleatorio siste- mático” (Levin y Rubin 2004, 238-242). Los casos fueron distribuidos de acuerdo a su “puerta de entrada” en la muestra: políticos; directivos de clubes sociales (en adelante DCS); directivos de corporaciones económicas (en adelante DCE); y profesores universitarios. La indagación empírica rastreó, para cada caso, un con- junto de variables entendidas como relevantes para ocupar una posición de gra- vitación social: poder político, riqueza, prestigio social, saber (o capital cultural) y orígenes familiares. Como se puede advertir, por un lado, se buscó identificar variables ocupacionales, a falta de un término más apropiado en tanto es difícil establecer hasta qué punto la participación en determinada esfera de la sociedad implicaba, recurriendo a Max Weber, un “vivir de” o al menos un “vivir para” a comienzos del período (Weber 1992, 1066-1068). Por otro lado, se pretendió detectar atributos simbólicos, por ejemplo el prestigio.^2 La naturaleza de la sociedad sobre la que se vuelca esta pesquisa, que de- limitaba en gran medida la vida pública a los hombres, hace que las variables e indicadores nos enfrenten con un universo exclusivamente masculino. A su vez, las cantidades sectoriales son: 136 DCS; 94 DCE; 63 políticos; y 54 profesores uni- versitarios. Es importante subrayar que este diferente peso relativo entre los casos

2 Las variables se definieron sobre los siguientes indicadores. “Poder político”: desempeño de cargos en los tres poderes del estado (ejecutivo, legislativo y judicial) en los tres niveles juris- diccionales (nacional, provincial —no sólo provincia de Buenos Aires—, municipal —ciudad de Buenos Aires—). “Riqueza”: membresía a corporaciones económicas (Sociedad Rural, Bolsa de Comercio, Club Industrial, Unión Industrial), vinculación a grupos familiares terratenientes de más de 10.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires, accionista o socio de entidades, compañías y sociedades agropecuarias, industriales, de transporte y ferrocarriles, financieras y comerciales. “Prestigio”: membresía a clubes sociales distinguidos (Club del Progreso, Jockey Club y Círculo de Armas). “Saber”: docentes, académicos o autoridades de la Universidad de Buenos Aires. Orígenes familiares: procedencia espacial y antigüedad de orígenes familiares patrilineales. En segundo lugar, los indicadores para la selección de los casos de la muestra fue- ron: “Políticos”: integrantes de los gabinetes nacionales de ministros, y diputados y senadores nacionales por la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires; “Directivos de corporaciones económicas”: dirigentes de la Sociedad Rural, Bolsa de Comercio, Unión Industrial Argentina, entidades financieras, comerciales y de servicios, y terratenientes; “Directivos de clubes socia- les”: dirigentes del Jockey Club y del Club del Progreso; “Profesores universitarios”: docentes y autoridades de la Universidad de Buenos Aires.

Élites sociales y élites políticas en Argentina. Buenos Aires 1880- Leandro Losada

no implica sesgos en los resultados obtenidos. Metodológicamente fueron enten- didos como diferentes categorías de análisis para el abordaje de un problema y de un universo social, considerado formalmente común en principio: las altas capas sociales. Concluir que cada una de esas categorías refleja grupos sociales históricamente existentes es un resultado posible, pero no un punto de partida.^3 El objetivo de la reconstrucción prosopográfica, por lo tanto, fue rastrear las características de la participación de los casos en la esfera social por la que ingresaron a la muestra (el poder político, la riqueza, la sociabilidad distingui- da, el capital cultural), el alcance y los rasgos de su participación en aquellas dimensiones distintas a las de su vía de entrada, y sus orígenes familiares. Aun con las limitaciones explicativas intrínsecas a la prosopografía como opción metodológica (Stone 1986, 61-94), un análisis del entrecruzamiento de las élites desde diferentes vías de acceso, permite obtener evidencias sobre el grado de homogeneidad o de heterogeneidad de su composición, estructura y evolución a lo largo del período. Además de ponderar la escala de unidad o de diversidad, el ejercicio aquí presentado brinda un panorama sobre la composición social de cada uno de los sectores elegidos. El artículo propone un abordaje de conjunto. De todos modos, algunas consideraciones interpretativas se concentrarán especialmente en las élites políti- cas. Las razones son que, como se ha dicho, algunas de las transformaciones más emblemáticas del período ocurrieron en la esfera política (la sanción del sufragio secreto, obligatorio y universal en 1912) y que nociones muy transitadas para retratar a los sectores dominantes, como oligarquía, proceden de un vocabulario político extrapolado luego para trazar semblanzas generales.

1. Poder, riqueza y prestigio

Una pregunta central es si se advierte la existencia de una élite o varias y cuán- do es apreciable una u otra posibilidad. En términos operativos, este problema podría desagregarse en diversos interrogantes: ¿Qué grado de superposición y proximidad social existe entre los casos? ¿Puede identificarse un conjunto de indi- viduos con actuaciones en múltiples esferas de la sociedad, o por el contrario, más definidamente volcados a determinadas dimensiones? ¿Qué vínculos se delinean

3 La disparidad en la cantidad de casos por año y por sector surge del distinto grado de éxito en la recolección de información. Para los DCS se agrega un elemento puntual: las comisiones directivas del Jockey y del Club del Progreso se renovaban anualmente por mitades. Así, se tomaron comi- siones de dos períodos sucesivos: por ejemplo, para 1905, 1904-1905 y 1905-1906, y así seguido. De esta manera, una cantidad variable de individuos, por año y por club, podía integrar comisiones de dos períodos sucesivos distintos. A este tipo de casos, por supuesto, se lo consideró sólo una vez.

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De acuerdo a las ponderaciones del cuadro 1, es apreciable que en el pri- mer año considerado (1885) una importante mayoría de los casos proviene de un universo social común. Podría decirse que se está frente a una élite relativamente homogénea y polifuncional, cuyos integrantes están socialmente próximos y con- jugan diversos capitales gravitantes. Los políticos, directivos de corporaciones económicas (DCE) y directivos de clubes sociales (DCS) de 1885 se destacan por tener poder, prestigio y riqueza en proporciones significativas y/o relativamente similares entre sí. Casi la mitad de los DCS ocupan cargos políticos y prácticamente todos tienen una importante posición económica. Esta última es una característica que cubre a un porcentaje similar de los políticos (95%), cuyo 70%, aproximadamente formaba parte de clubes sociales distinguidos. El único contraste notorio es que sólo la mitad de los DCE integran las entidades sociales de prestigio y apenas un tercio ejercía car- gos políticos. Aun así, los profesores universitarios son quienes menos próximos están al resto de la muestra: la membresía a clubes sociales alcanza a un tercio de estos casos (contra el casi 70% de los políticos y el 50% de los DCE); y sólo la mitad de ellos tiene un destacado estatus económico (contra prácticamente la totalidad de los DCS y de los políticos). Si se considera el período en su conjunto, es posible identificar una más cercana relación entre prestigio y riqueza que entre prestigio, poder político y capital cultural. Por ejemplo, al observar los indicadores globales de los tres años incluidos en el análisis (“Total del período” del cuadro 1), para los directivos de clubes sociales la riqueza y/o una destacada actuación en el campo económico es un eje con un peso relativo definitivamente más importante que la participación política o académica. El primer rasgo incluye a casi el 80% de los DCS, mientras que los dos últimos, a alrededor del 33% y del 16% respectivamente. A su vez, su gravitación económica es mayor que la constatada en políticos y profesores universitarios. De nuevo, sumando el total del período, dicha variable aparece en el 68% de los políticos (proporción que incluye además un pronunciado descenso a lo largo de los años: de un 95% en 1885 a un 44% en 1925) y en un 37% de los profesores universitarios. Un matiz que merece destacarse es que la presencia de los DCE de la muestra en los clubes distinguidos no resulta muy significativa. En ninguno de los tres años relevados supera el 50% (aunque en el último año, 1925, su parti- cipación allí es mayor que la de políticos y profesores universitarios: 44% y 39% respectivamente). Tampoco es muy destacable la proporción de DCE que ocupó cargos políticos (para todo el período 23,4%). Posiblemente ambos indicadores se deriven del perfil de los casos. Entre las corporaciones y entidades relevadas, se incluyeron las que representaban sectores novedosos de la economía, como la

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industria o las finanzas, y no sólo los más tradicionales, como el agropecuario. Ello quizá incida en la moderada participación en los espacios de sociabilidad, para la cual, sin embargo, hay también algunos matices según los clubes, como se verá enseguida. Paralelamente, el desempeño al frente de entidades sectoriales o corporaciones pudo haber desalentado la participación política al ofrecer canales alternativos para la relación con el poder público. La interrelación entre prestigio, poder, riqueza y capital cultural que se desprende de estos índices sugiere, por otro lado, un cambio respecto al panora- ma que caracterizaba a la ciudad de Buenos Aires a mediados de siglo XIX. Por entonces, la actuación política, el perfil intelectual y la gravitación económica eran ejes con un peso relativamente similar en las élites porteñas, aunque, pau- latinamente, la riqueza y el poder económico comenzaran a adquirir relevancia (González Bernaldo de Quirós 2001, 257-261). Estas torsiones tienen una expresión singular en el propio campo de la alta sociabilidad. Junto al Club del Progreso —centro social creado en 1852—, símbolo de la Buenos Aires anterior a las grandes transformaciones del fin de siglo, y en cuyo perfil fundacional la dimensión política había tenido importante protagonismo, aparece el Jockey Club —fundado en 1882— que simboliza un proceso de refinamiento de conductas y consumos alentado por la belle époque de preguerra (Losada 2008). Al desagregar la membresía de uno y otro club, la pertenencia al Jockey es mayoritaria en todos los casos de la muestra. Pero a su vez, su preeminencia es más equilibrada entre políticos y profesores universitarios, y más acentuada en los directivos de corporaciones económicas. Entre los políticos, los socios del Jockey son un 47,5%, y los del Club del Progreso un 40,7%; entre los profesores universitarios, un 32,7% y un 26,6% respectivamente. En cambio, el 51,5% de los DCE fueron socios del Jockey, y sólo el 23,5% lo fue del Progreso. A la vez, la actuación económica fue un rasgo más preponderante entre los círculos directi- vos del Jockey que entre los del Progreso (alcanza a un 93% de los primeros y a un 65% de los segundos), mientras que la actuación política, menos notoria en ambos grupos, es ligeramente mayor entre los del Progreso (38% contra el 31% entre los del Jockey) (Losada 2006). En suma, los casos de la muestra que pertenecieron al club social que nace y se consolida en este período, el Jockey Club, reflejan la estrecha relación entre prestigio y riqueza que se afirma en estos años. Las novedades en la edificación del prestigio social tienen un indicio en el hecho de que la pertenencia al Jockey era un capital más valioso que la membresía al Progreso para acceder a la entidad más exclusiva de la ciudad, el Círculo de Armas (creado en 1885, a diferencia del Progreso y del Jockey, estableció un tope de 400 socios).

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En otras palabras, se advierte un proceso de distanciamiento de los políti- cos respecto a los espacios de estatus y de gravitación económica. Esta tendencia, vale destacar, fue pausada antes que súbita. Algunos indicadores así lo constatan. Por ejemplo, los directivos de clubes sociales y de corporaciones económicas que ocuparon cargos políticos se reducen de manera apreciable ya entre 1885 y 1905. Este índice pasa de un 48% a un 30%, y de un 33% a un 20% respectivamente. Puede notarse que el descenso continúa en 1925, pues ese año los indicadores arrojan un 24% para los DCS y un 17% para los DCE. Pero aun así la disminución de la ocupación de cargos políticos es más pronunciada entre 1885 y 1905, que entre 1905 y 1925. Semejantes indicadores podrían interpretarse como indicios de cierta au- tonomía sectorial de la política, delineada desde finales del siglo XIX y acentuada desde entonces (Botana 1994; Gallo 2000; Halperin Donghi 1992). Es importante resaltar que es una tendencia identificable en tiempos en que existía un universo social relativamente homogéneo, pues, como se vio previamente, los casos inicia- les de la muestra conjugan poder, prestigio y riqueza. También merece subrayarse que sería un proceso visible antes de los cambios políticos e institucionales de 1912-1916. Es decir, del punto de inflexión tradicionalmente asociado con la re- forma electoral de 1912 y con el cambio de régimen aparejado por el triunfo de la Unión Cívica Radical (UCR) con Hipólito Yrigoyen en 1916, que desplazó del poder al elenco gobernante desde 1880, el Partido Autonomista Nacional (PAN). Al mismo tiempo, entre los políticos de la muestra, la actuación aca- démica tiene un mayor peso que entre los DCS o los DCE (un 28,5% frente a un 16% y apenas un 7,5% respectivamente para todo el período). De manera recíproca, la actuación política de los profesores universitarios tiene un índice próximo a los DCS y mayor a los DCE (31%, 32% y 23% respectivamente, otra vez considerando los totales para el conjunto del período). Son indicadores sugestivos, teniendo en cuenta que se ha entendido a la formación universita- ria como un signo de la profesionalización de la política (en tanto supone la necesidad de ciertos saberes especializados para desempeñarse en funciones es- tatales, González Bernaldo 2001, 124-131 y 266-278). Además, a lo largo de este arco temporal, la gravitación de la formación universitaria aumentó a raíz de la ampliación y complejización del entramado institucional del Estado (Plotkin y Zimmermann 2012; Zimmermann 1995). Cabe agregar que hubo cambios en la sociabilidad, que posiblemente también distendieron la relación entre alta sociedad y política. Por ejemplo, a co- mienzos del siglo XX el Jockey Club otorgaba la membresía a los integrantes del poder ejecutivo nacional, los gobernadores provinciales, el intendente de Buenos Aires, los representantes y funcionarios diplomáticos, y a diputados y senadores

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nacionales (estos últimos bajo la figura, en sí moderada, de “socios transeúntes”). Pero a la vez, ninguno de ellos tenía “la facultad de deliberar en las asambleas de socios efectivos” (La Nación, “Notas sociales. Jockey Club”, 30 de septiembre de 1902). Es decir, no podían intervenir en la vida institucional del club. La disposición fue una manifestación puntual de un fenómeno más extendido: la huella de conflictividad y fractura que la política había dejado en los clubes sociales a lo largo del siglo XIX y que, por ejemplo, había afectado al propio Jockey Club en las elecciones de sus comisiones directivas (Gálvez 1999; Losada 2007). Lo interesante es que posiblemente por la conjugación de todos estos aspectos (la profesionalización, o al menos la especialización de la política; una relación entre alta sociabilidad y política recorrida por mediaciones), se aprecia un alejamiento progresivo de la política de individuos con gravitantes posiciones en la sociedad o en la economía. Con todo, vale igualmente subrayar que el contexto 1912-1916 (reforma electoral y triunfo de la UCR) parece haber resignificado esta brecha. Al focalizar la atención en los DCS, en 1925 se ve que perdura un des- censo en la participación política, ya advertido entre 1885 y 1905. De todos modos, asoman algunas peculiaridades entre los dirigentes del Jockey Club. Los casos de 1925 que reconocen en sus trayectorias biográficas la ocupación de cargos políticos, los ejercieron antes de 1916 (o lo volverían a hacer con el golpe de estado de 1930 que desplazó al radicalismo del poder). Sólo hay una excepción, correspondiente a Benito Villanueva, quien concluyó su segundo mandato como senador en 1922. Por lo tanto, aun cuando se ha matizado la renovación social que supuso el cambio de régimen aparejado por el ciclo de las presidencias radicales de 1916-1930, y, aún más, se ha subrayado una importante pertenencia al Jockey Club de sus elen- cos ministeriales (al menos hasta la segunda presidencia de Yrigoyen de 1928-1930, Gallo y Sigal 1963; Smith 1976), la ausencia de hombres del radicalismo entre los cír- culos directivos de clubes sociales de la muestra constituye un sugestivo indicador a favor de los desplazamientos que implicó este recambio político. Al menos, pone de presente que la identificación radical no fue un rasgo especialmente valorado en la alta sociabilidad al momento de perfilar sus núcleos más representativos o gravitantes (en una misma dirección apunta el dato de que los directivos relevados hayan vuelto a tener actuación política después de 1930). Por otro lado, debe contemplarse que la importante participación de los directivos del Jockey Club en el mundo de la economía seguramente los convertía en hombres influyentes, con herramientas para ejercer poder en sentido weberiano (capacidad de influencia para imponer la propia voluntad, Weber 1992, 43). La misma conducción de un centro social como el Jockey, que a diferencia del Progreso tuvo

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Se encontraron matices entre los parlamentarios y los miembros de los gabinetes presidenciales, y, en general, las evidencias indican que entre conservadores y radicales, en estos últimos hubo más indicios de la renovación poblacional pro- vocada por la movilidad social y la inmigración masiva (Cantón 1964; Ferrari 2008; Smith 1974, 25-26). Mirando las cosas en perspectiva, puede concluirse que las rupturas que supuso 1916 en general, y el radicalismo en particular, en la composición social de la élite política fueron importantes —al menos— en los integrantes de la cámara baja. El panorama fue más atenuado al contemplar conjuntamente diputados y senadores, y los contrastes, prácticamente inexistentes, si la atención se dirige a los gabinetes nacionales (al menos hasta 1928).

2. Orígenes familiares

La consideración de los orígenes familiares, precisamente, brinda evidencias adicio- nales sobre el grado de proximidad entre los casos de la muestra. Al mismo tiempo, permite visualizar la recomposición provocada por la inmigración masiva y la movilidad social del período. A tal efecto, en el cuadro 2 se presentan los índices re- lativos al origen temporal patrilineal y en el cuadro 3 al origen espacial patrilineal.^5

Cuadro 2. Orígenes familiares patrilineales temporales de directivos de clubes sociales, directivos de corporaciones económicas, políticos y profesores universitarios 1885-1905-1925 (N= 252)

Total Colonial No colonial 1885 DCS 26 20 6 DCE 20 9 11 Políticos 16 12 4 Profesores universitarios 12 8 4 1905 DCS 38 26 12 DCE 24 8 16 Políticos 11 7 4 Profesores universitarios 15 8 7

5 De los 347 casos, se obtuvo información sobre orígenes temporales de un 72% (252 casos) y sobre orígenes espaciales, de un 71% (247 casos).

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Total Colonial No colonial 1925 DCS 34 22 12 DCE 27 11 16 Políticos 17 3 14 Profesores universitarios 12 5 7 Total del período DCS 98 68 30 DCE 71 28 43 Políticos 44 22 22 Profesores universitarios 39 21 18 Fuentes: base de datos del autor.

Cuadro 3. Orígenes familiares patrilineales espaciales de directivos de clubes sociales, directivos de corporaciones económicas, políticos y profesores universitarios 1885-1905-1925 (N= 247).

Total Porteños Provincianos Inmigrantes 1885 DCS 26 10 7 9 DCE 20 4 5 11 Políticos 15 7 2 6 Profesores universitarios 12 4 4 4 1905 DCS 35 16 6 13 DCE 21 6 1 14 Políticos 14 4 6 4 Profesores universitarios 16 3 7 6 1925 DCS 37 14 11 12 DCE 26 10 1 15

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En primer lugar, al volver sobre los índices de los cuadros 2 y 3, es iden- tificable un panorama de relativa porosidad en la ciudad de Buenos Aires desde los momentos iniciales del período, en distintas esferas sociales. Considérese, a modo de ejemplo, que en 1885 más de la mitad de los DCE, la cuarta parte de los políticos y un tercio de los profesores universitarios no tienen orígenes coloniales. Lo mismo se observa en 1905 para dos tercios de los DCE, la tercera parte de los políticos, casi la mitad para los profesores universitarios, e incluso aproximadamente un tercio de los DCS. De todos modos, también se advierte que la porosidad se atenúa, o al menos se difiere, en un plano generacional. De los 106 casos de origen inmigrante (de todo el período), 71 nacen en Argentina. Semejantes índices sugieren que estos eran argentinos de primera o segunda generación, pero ya no, ellos mismos, extranjeros. En segundo lugar, debe considerarse que en una sociedad inmigratoria la antigüedad familiar y de residencia podían ser un valioso capital simbólico, de prestigio y distinción, frente a la sociedad en su conjunto, pero quizá más en el interior de las élites. Significativamente, los políticos, DCE y profesores universitarios de orígenes familiares coloniales de todo el período (71 casos) pertenecieron en una importante proporción a la alta sociabilidad (el 73% — casos—). En cambio, sólo un 42% (35 casos sobre 83) de los políticos, DCE y profesores universitarios de orígenes no coloniales integró los clubes sociales distinguidos de la ciudad. Por último, cabe agregar que si se desagregara esta pertenencia según las entidades aquí relevadas, el Jockey Club volvería a ser el más importante: los orígenes tempranos predominan entre los directivos del Club del Progreso a comienzos del período (todos ellos tienen orígenes coloniales en 1885) y lo hacen entre los del Jockey a finales del mismo (más significativo, teniendo en cuenta que para entonces ya es patente el cambio estructural de la sociedad). En 1925 las tres cuartas partes de estos (contra un 60% de sus pares de 1885) poseían ascendientes familiares patrilineales coloniales (sólo dos del Progreso poseen esa característica por entonces). A la luz de estas evidencias, bien puede concluirse que la sociabilidad (y más específicamente el Jockey Club) es el indicador más pertinente, de todos los aquí contemplados, para identificar durante el período en su conjunto a las “familias tradicionales”, o al grupo social frecuentemente denominado “clase alta” porteña. Líneas arriba se ha señalado que es razonable argumentar que la re- novación de las élites en un país de inmigración y de movilidad social es una consecuencia esperable, así como lo es que los espacios de sociabilidad hayan implementado filtros más estrictos en semejante contexto. Los indicadores pre- sentados muestran que, en efecto, las transformaciones desplegadas en Argentina

Élites sociales y élites políticas en Argentina. Buenos Aires 1880- Leandro Losada

de inicios del siglo XX atenuaron la centralidad de las familias tradicionales en la integración de las élites y, por lo tanto, en la conducción de la sociedad. Pero asimismo puede identificarse otro proceso, en relación con el anterior, pero sin- gular. Los cambios de la sociedad erosionaron además el carácter de las familias tradicionales como grupo social de referencia o de arbitraje en la construcción y consagración de reputaciones (Merton 1964, 230-283). La política vuelve a ofrecer casos ilustrativos al respecto. Por ejemplo, vale presentar someramente las relaciones establecidas por dos políticos de la muestra con una misma familia de la “aristocracia”, la Alvear, en distintos momentos: Ramón Cárcano en los años 1880 y José Tamborini a mediados de la década de 1910 y en la de 1920.^6 Estos personajes exponen puntos ya señalados, como tam- bién precisan los alcances de algunas afirmaciones. Por un lado, Cárcano y Tamborini ilustran la renovación de la élite política que supusieron en sus momentos respectivos 1880 y 1916. Cárcano provenía de la élite política cordobesa, e integró los elencos del PAN que llegaron al poder en 1880. Tamborini refleja la promoción de hombres nuevos en la sociedad a través de la política que aparejó el radicalismo. Asimismo, el caso de Cárcano da cuenta de la permeabilidad de la sociedad anterior a la inmigración masiva, y en particular del campo político anterior a 1916, sin olvidar por ello las diferencias cualitativas de la inmigración temprana: su padre era un profesor universitario italiano afincado en la provincia de Córdoba a mediados del siglo XIX. Ahora bien, el presidente de la República entre 1922 y 1928, proveniente además de la Unión Cívica Radical, fue Marcelo T. de Alvear. La gravitación en la política posterior a 1916 de un individuo proveniente de la élite social marca pun- tualmente los límites de la renovación social del radicalismo, y en un plano más general, ilustra la ausencia de uniformidad política que recubrió a las familias tradicionales (en este sentido, las ponderaciones presentadas anteriormente sobre la ausencia de ocupación de cargos políticos entre los directivos del Jockey Club después de 1916 se recortan como un signo de sus propias orientaciones políticas antes que de las de su círculo social en su conjunto). Este podría pensarse, enton- ces, como un ejemplo que matiza el progresivo desplazamiento de la élite social.

6 Ramón Cárcano, nacido en Córdoba en 1860, abogado, fue diputado nacional por esa provin- cia en varios períodos, ministro de Justicia, y gobernador en dos oportunidades; presidente del Consejo Nacional de Educación; embajador en el Brasil y organizador de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires, entre otros cargos. José Tamborini, nacido en 1886 en Buenos Aires, médico, tuvo una dilatada actuación dentro del radicalismo, llegando a ser cabeza de la fórmula de la Unión Democrática en las elecciones de 1946 que consagraron presidente a Juan D. Perón. Ver por ejemplo Quién es quién en la Argentina 1939, 91 y 416.

Élites sociales y élites políticas en Argentina. Buenos Aires 1880- Leandro Losada

Conclusiones

¿Coincidieron las élites sociales y las élites políticas en Buenos Aires entre 1880 y 1930? ¿Los grupos dominantes fueron un bloque indiviso y polifuncional? Las evidencias que ofrece el trabajo prosopográfico aquí presentado indica que, al comienzo del período, quienes ocupaban posiciones destacadas en diferentes esferas de la sociedad provenían de un universo social relativamente próximo. Sus perfiles tienen fuertes puntos de contacto. El rastreo empírico no permite elucidar, per se, si esta relativa homogeneidad implicó a ciencia cierta una indivisa “clase dominante” (semejante conclusión exigiría conocer la naturaleza y carac- terísticas de la relación recíproca entre estos individuos). También es arriesgado proponer específicos perfiles socio-ocupacionales para individuos que actuaban en diferentes escenarios. En todo caso, a partir de la prosopografía sí se aprecia, por un lado, la creciente relevancia de la riqueza o del poder económico en la construcción de gravitación social, signo de la consolidación de una economía capitalista. Por otra parte, detrás de la inicial proximidad y de actuaciones múltiples, se percibe la especificidad que van cobrando ciertas esferas de la sociedad ya en el fin de siglo. El campo político es revelador al respecto, al menos en el sentido weberiano de “vivir para”. Sin olvidar la incidencia de un complejo haz de factores (formas alternati- vas a la política para ejercer cierta capacidad de influencia; el capital social ofre- cido por vínculos familiares que no volverían necesaria la ocupación de cargos para tener contactos con el poder; la recomposición social de la clase política), el hecho de que la participación en política no sea mayoritaria entre los directi- vos de clubes sociales y de corporaciones económicas de 1885 (alcanzaba a poco menos de la mitad de los primeros y a un tercio de los segundos), posiblemente ilustre la profesionalización o especialización política por la negativa. Esto es, que las exigencias y reglas específicas que conlleva la definición de campos au- tónomos y profesionales (acudiendo al concepto de Pierre Bourdieu), intrínseca manifestación de la complejización de la sociedad, pudieron volver indeseable o crecientemente imposible abocarse a una actuación intensa en la política, al menos por medio de la ocupación de cargos (Bourdieu 1967). Por otro lado, en un sentido positivo, es sugestivo ver la afirmación de esa tendencia a través de trayectorias sociales que avanzando el período no reconocen otras inserciones que aquellas correspondientes a su vía de entrada en la muestra. Nuevamente, por la mayor formalidad institucional, esto puede observarse sobre todo entre los políticos (también en los profesores universitarios). Para un tercio de los políticos y algo más de la mitad de los profesores universitarios de 1925,

Colomb. i n t. 87 •     0121-5612 • e 1900- yo-agostoMa2016 •   .219-241 •    : h t t p ://dx.doi.org/10.7440/colombiaint87.2016.

no pudieron constatarse ocupaciones adicionales. A su vez, esta tendencia corre paralela a una recomposición social de los casos. También en 1925, alrededor del 80% de los políticos y del 60% de los profesores universitarios no reconocen orí- genes familiares coloniales. Cabe precisar, de todos modos, que la permeabilidad es relativamente notoria en la política, en la universidad e incluso en la economía a lo largo de todo el período, habiendo sido sus beneficiarios extranjeros o hijos de extranjeros llegados al país hacia 1860-1870. En segundo lugar, vale destacar que no hay que esperar a 1925 para encontrar itinerarios biográficos delimitados a áreas determinadas. La especialización o la profesionalización no necesariamente fueron paralelas o simultáneas con la renovación social de los casos ni un pro- ducto inaugurado en momentos de cambio puntuales, como los años 1912- en el campo político. Por último, al mirar el período en su conjunto, la muestra señala que quie- nes poseían un alto estatus (por sus orígenes familiares o por su pertenencia a los clubes de prestigio) ocuparon posiciones de gravitación en distintas dimensiones de la sociedad. Pero su proporción disminuyó avanzando los años. La importante superposición de un comienzo se desdibuja a lo largo del tiempo, licuándose entonces la exclusividad de la “clase alta” del cambio de siglo en la conducción de la sociedad. La aristocracia o la clase alta habría pasado de ser una élite social en un sentido amplio (una minoría conductora de la sociedad) a una en sentido específico o restringido, en tanto la esfera en la que mantuvo vigencia y gravi- tación entre 1880 y 1930 fue la más específicamente social (la sociabilidad, en la cual asimismo se visualiza una progresiva preeminencia del Jockey Club sobre el Club del Progreso). En conclusión, la reconstrucción prosopográfica aquí presentada permite aprehender un conjunto de cambios sensibles en la estructura y composición de las élites entre 1880 y 1930: procesos de recomposición social de sus integrantes; una decreciente superposición entre las familias tradicionales y las distintas élites, que atenúa su protagonismo en la conducción de la sociedad pero también su carácter como grupo social de referencia; la compleja relación entre la recompo- sición y la autonomización de campos sociales. Mirando las cosas en perspectiva, resulta difícil visualizar para este perío- do en su conjunto y sobre la base empírica aquí abordada “una élite unificada, coherente, y consciente que domine el conjunto del sistema social”.^7 Se aprecia, en cambio, la paulatina afirmación de un panorama signado por élites diferenciadas, por quienes las componen y por la especialización o autonomización profesional

7 La expresión, extraída de un artículo abocado a las élites francesas, es de Saint-Martin 2001, 61, nota 5.