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Demencia y Epilepsia: Síntomas, Diagnóstico y Tratamiento, Resúmenes de Anatomía

Este documento ofrece información sobre la demencia y la epilepsia, incluyendo sus síntomas, diagnósticos y tratamientos. Se abordan temas como la importancia de excluir otras condiciones que causan pérdida de memoria, el diagnóstico clínico de la demencia y la epilepsia, el manejo y prevención de cefaleas, el tratamiento de la esclerosis múltiple y el aneurisma cerebral. Además, se discuten diferentes tipos de tratamientos para la epilepsia, como la dieta cetogénica y la radiocirugía.

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 10/11/2021

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ENFERMEDADES NEUROLÓGICAS
Bajo el término de enfermedad neurológica se engloba a todas aquellas enfermedades que
afectan al sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal) y el sistema nervioso periférico
(músculos y nervios).
Aunque las enfermedades más frecuentes son las demencias (entre las que se incluye la
enfermedad de Alzheimer), el ictus, la epilepsia, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple
o la migraña; también hay que desatacar otras enfermedades neurodegenerativas y
neuromusculares como la esclerosis lateral amiotrófica, las distrofias musculares o las disfonías.
1) DEMENCIA.
La demencia es un síndrome causado por enfermedad del cerebro, usualmente de
naturaleza crónica o progresiva, en el cual existe perturbación de las funciones corticales
superiores, incluyendo memoria, razonamiento, orientación, comprensión, cálculo,
capacidad de aprendizaje, lenguaje y juicio.
No hay obnubilación de conciencia. La demencia afecta principalmente a las personas
mayores: solo 2% de los casos se inician antes de los 65 años de edad. A partir de
entonces, la prevalencia se duplica cada cinco años. La demencia es una de las principales
causas de discapacidad en edades avanzadas Existen muchas causas subyacentes de la
demencia. La enfermedad de Alzheimer (EA), caracterizada por placas amiloideas
corticales y nudos neurofibrilares es la más común y constituye de la mitad a las tres
cuartas partes de todos los casos. La demencia vascular (DVa) se presenta cuando el
suministro de sangre oxigenada al cerebro se interrumpe repetidamente debido a
enfermedad cerebrovascular u otra patología de los vasos sanguíneos, lo que acarrea un
daño significativo en el tejido y funciones cerebrales. Se ha puesto en duda la distinción
entre EA y DVa dado que la combinación de sus patologías es bastante común. Tal vez, el
daño vascular no es más que un cofactor que acelera la aparición de síntomas
clínicamente significativos en personas con EA. Existen algunas causas desusadas de
demencia que se pueden tratar efectivamente mediante la intervención médica o
quirúrgica oportuna; entre ellas están la hipercalcemia, hematoma subdural, hidrocefalia
de presión normal y deficiencias de la hormona tiroidea, vitamina B12 y ácido fólico.
Desafortunadamente, en la mayoría de los casos no es posible alterar el curso progresivo
de la enfermedad. Sin embargo, los tratamientos sintomáticos y el apoyo que se de al
paciente pueden transformar el resultado final de las personas con demencia.
La demencia es usualmente una enfermedad progresiva y solo se puede curar en los casos
en que una condición reversible es identificada como causa y es tratada efectivamente,
afecta a cada persona en forma diferente. Su impacto puede depender de cómo
era el individuo antes de la enfermedad: su personalidad, estilo de vida, relaciones
significativas y salud física.
TRATAMIENTO Y ATENCIÓN
El diagnóstico temprano ayuda al proveedor de cuidados personales (o cuidador) a estar
mejor preparado para tratar la enfermedad y saber qué esperar. Un diagnóstico es el
primer paso hacia la planificación de actividades, pero conviene notar que no existe una
prueba sencilla que facilite el diagnóstico. El diagnóstico de EA se hace interrogando
detenidamente a un familiar cercano o amigo sobre los problemas que afligen a la
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ENFERMEDADES NEUROLÓGICAS

Bajo el término de enfermedad neurológica se engloba a todas aquellas enfermedades que afectan al sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal) y el sistema nervioso periférico (músculos y nervios). Aunque las enfermedades más frecuentes son las demencias (entre las que se incluye la enfermedad de Alzheimer), el ictus, la epilepsia, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple o la migraña; también hay que desatacar otras enfermedades neurodegenerativas y neuromusculares como la esclerosis lateral amiotrófica, las distrofias musculares o las disfonías. 1) DEMENCIA. La demencia es un síndrome causado por enfermedad del cerebro, usualmente de naturaleza crónica o progresiva, en el cual existe perturbación de las funciones corticales superiores, incluyendo memoria, razonamiento, orientación, comprensión, cálculo, capacidad de aprendizaje, lenguaje y juicio. No hay obnubilación de conciencia. La demencia afecta principalmente a las personas mayores: solo 2% de los casos se inician antes de los 65 años de edad. A partir de entonces, la prevalencia se duplica cada cinco años. La demencia es una de las principales causas de discapacidad en edades avanzadas Existen muchas causas subyacentes de la demencia. La enfermedad de Alzheimer (EA), caracterizada por placas amiloideas corticales y nudos neurofibrilares es la más común y constituye de la mitad a las tres cuartas partes de todos los casos. La demencia vascular (DVa) se presenta cuando el suministro de sangre oxigenada al cerebro se interrumpe repetidamente debido a enfermedad cerebrovascular u otra patología de los vasos sanguíneos, lo que acarrea un daño significativo en el tejido y funciones cerebrales. Se ha puesto en duda la distinción entre EA y DVa dado que la combinación de sus patologías es bastante común. Tal vez, el daño vascular no es más que un cofactor que acelera la aparición de síntomas clínicamente significativos en personas con EA. Existen algunas causas desusadas de demencia que se pueden tratar efectivamente mediante la intervención médica o quirúrgica oportuna; entre ellas están la hipercalcemia, hematoma subdural, hidrocefalia de presión normal y deficiencias de la hormona tiroidea, vitamina B12 y ácido fólico. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos no es posible alterar el curso progresivo de la enfermedad. Sin embargo, los tratamientos sintomáticos y el apoyo que se de al paciente pueden transformar el resultado final de las personas con demencia. La demencia es usualmente una enfermedad progresiva y solo se puede curar en los casos en que una condición reversible es identificada como causa y es tratada efectivamente, afecta a cada persona en forma diferente. Su impacto puede depender de cómo era el individuo antes de la enfermedad: su personalidad, estilo de vida, relaciones significativas y salud física. TRATAMIENTO Y ATENCIÓN El diagnóstico temprano ayuda al proveedor de cuidados personales (o cuidador) a estar mejor preparado para tratar la enfermedad y saber qué esperar. Un diagnóstico es el primer paso hacia la planificación de actividades, pero conviene notar que no existe una prueba sencilla que facilite el diagnóstico. El diagnóstico de EA se hace interrogando detenidamente a un familiar cercano o amigo sobre los problemas que afligen a la

persona. Lo anterior se complementa con un examen del estado físico y mental. Es importante excluir otras condiciones o padecimientos que causan pérdida de memoria, entre los cuales están la depresión, problemas de alcohol y algunas enfermedades físicas con efectos cerebrales orgánicos. Actualmente, no hay tratamientos que curen la demencia. Sin embargo, lo que sí existe es evidencia del efecto beneficioso de ciertos medicamentos (inhibidores de colinesterasa). En algunos casos pero no en todos, desaceleran temporalmente la declinación cognitiva progresiva que ocurre en la EA, y quizás en otras formas de demencia neurodegenerativa. Estos medicamentos actúan sobre los síntomas, pero no sobre la enfermedad en sí y solo contribuyen en pequeña medida a mantener las funciones. Existen terapéuticas basadas en la evidencia utilizables en el tratamiento de síntomas psicológicos, tales como depresión, ansiedad, agitación, ideas delirantes y alucinaciones que pueden ocurrir en las personas con demencia. 2) PARKINSON: El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso, de alta prevalencia en la población; la segunda en frecuencia después de la enfermedad de Alzheimer. La edad de inicio más frecuente está entre los 60 y 69 años. Su aparición está en relación con la edad, ya que el envejecimiento es causa conocida de las enfermedades neurodegenerativas. Así, afecta a 3-4 casos por 100.0000 habitantes en población menor de 40 años y más de 500 casos por 100.0000 habitantes en población mayor de 70 años. Causas del Parkinson Hasta la fecha, la causa que la produce es desconocida. Se han involucrado algunas sustancias tóxicas y se han descrito diferentes mutaciones genéticas que condicionan formas de la enfermedad (con mayor frecuencia en población joven). Hoy día se cree que la causa está probablemente relacionada con la interacción de factores genéticos y medioambientales. Su forma clínica de manifestarse es con enlentecimiento en la iniciación y realización de los movimientos, llamado bradicinesia. De forma gradual, todos los actos motores de un sujeto se van enlenteciendo precisando cada vez más tiempo para actividades de la vida diaria como vestirse, comer, asearse, etc. Si esto aparece en personas mayores, al ser un proceso gradual el paciente lo percibe como algo en relación con el envejecimiento y puede no darle importancia y por tanto no consultar al médico. Algunos pacientes presentan temblor de reposo en una extremidad, signo más fácil de identificar como algo anormal para que el paciente consulte. Cuando la enfermedad comienza en las extremidades de un lado del cuerpo, el paciente puede notar dificultad para escribir, abotonarse la ropa o partir la comida, pero si el lado que primero se afecta es el izquierdo, puede pasar desapercibida por más tiempo. Desde su descripción la clínica de la enfermedad está representada por problemas motores: temblor, bradicinesia, rigidez, y en la evolución problemas de la marcha estabilidad. Estos signos son además, a día de hoy, la clave para el diagnóstico, es decir el diagnóstico es “clínico” y no existe ninguna prueba diagnóstica que sustituya la información que proporcionan los síntomas y la exploración del paciente.

Una crisis o ataque epiléptico se define como “una ocurrencia transitoria de señales y/o síntomas debidos a una actividad neuronal anormal excesiva o sincrónica en el cerebro” Estas definiciones reconocen que un diagnóstico de epilepsia implica la existencia de una anormalidad epileptogénica persistente que está presente independientemente de que ocurran o no las convulsiones. Además de los ataques existe la posibilidad de que las consecuencias de esta anormalidad puedan motivar discapacidad ininterrumpida entre una y otra crisis. Debido a que con frecuencia es difícil identificar definitivamente una predisposición persistente a generar crisis convulsivas, una definición funcional común de epilepsia es la ocurrencia de dos o más crisis no provocadas con un lapso de más de 24 horas entre ellas. El diagnóstico diferencial de los eventos transitorios que pudieran equivaler a crisis convulsivas involucra primero determinar que dichos eventos son epilépticos, y luego distinguir si se trata de crisis provocadas o de una condición epiléptica crónica. Las convulsiones febriles en lactantes y niños pequeños y las convulsiones por abstinencia en alcohólicos son ejemplos comunes de crisis provocadas que no justifican un diagnóstico de epilepsia. Si las crisis son recurrentes, es necesario entonces buscar una causa subyacente que se pueda tratar. Si no se encuentra dicha causa, o si es tratada y las crisis persisten, entonces el tratamiento es guiado por el diagnóstico del tipo específico de crisis y síndrome epiléptico. Mortalidad La tasa anual de mortalidad de la epilepsia va de 1 a 8 muertes por cada 100. habitantes, según los países; pero las estadísticas vitales internacionales arrojan tasas de mortalidad anual de 1 a 2 por cada 100.000 habitantes Tratamiento de la epilepsia Existen numerosas formas de tratamiento para la epilepsia. En algunos tipos de crisis epilépticas, puede no ser necesario el tratamiento, esta decisión debe ser adoptada por el médico, nunca por el paciente o su familia de forma unilateral. La mayoría de los casos de epilepsia requieren tratamiento médico. Para ello existen numerosos medicamentos disponibles. La selección del medicamento adecuado la realiza el médico, para lo cual tiene en cuenta diferentes factores como tipo de epilepsia, tolerancia del paciente a las diferentes familias de fármacos, enfermedades asociadas, otros tratamientos que está tomando el paciente, etc. Cada medicamento tiene unos efectos secundarios que el paciente debe conocer; cuando se presentan debe informa a su médico con prontitud para realizar los cambios que sean precisos. Algunos efectos secundarios son transitorios y no necesitan modificar la dosis del fármaco, otros desaparecen al cambiar la dosis del fármaco antiepiléptico o de otro medicamento que se esté tomando, mientras que en caso de efectos secundarios graves puede ser necesario suspender la medicación por completo. La decisión de qué hacer en cada caso debe ser consultada siempre con el médico. La mayoría de las epilepsias se controlan con un fármaco antiepiléptico utilizado de forma adecuada. Si con el fármaco a las dosis habituales no se consigue el control completo de los ataques suele ser necesario incrementar la dosis, cambiar de medicamento. Cuando se han probado varios medicamentos antiepilépticos sin obtener resultados aceptables es

recomendable reevaluar el diagnóstico y puede ser el momento indicado para evaluar terapias alternativas. Cirugía de la epilepsia : La selección de los pacientes que pueden responder al tratamiento con cirugía se realiza en centros o programas especializados. El neurólogo especialista en epilepsia debe realizar una evaluación completa con el apoyo de neuropsicólogo, neuroradiólogo y otros especialista. En esta evaluación se identifica si el paciente presenta una epilepsia que puede responder al tratamiento quirúrgica, si ha recibido el tratamiento médico correcto, y qué tipo de intervención es la más idónea. En los casos que van a ser intervenidos es importante que el paciente reciba el tratamiento médico correcto antes de someterse a la intervención, pues el periodo inmediatamente después de la intervención puede dar lugar a crisis epilépticas diferentes que ensombrezcan los resultados. La selección de candidatos para cirugía se basa en varias líneas de diagnóstico; las más importantes son la historia clínica, la revisión de los ataques grabados en sistema de vídeo-EEG, la resonancia magnética cerebral y el estudio neuropsicológico. Existen otras pruebas que pueden ser necesarias en otros casos: test de Wada, tomografía por emisión de fotón simple (SPECT), tomografía por emisión de positrones (PET), magnetoencefalografía (MEG). Además, existen muchos tipos de intervenciones quirúrgicas para tratar la epilepsia. La cirugía de la epilepsia tiene unos riesgos más elevados que el tratamiento médico (tabla complicaciones de la cirugía de la epilepsia). En las epilepsias temporales la eficacia puede alcanzar hasta el 80%, principalmente por tratarse de pacientes con el síndrome de esclerosis mesial temporal, un tipo de epilepsia temporal con respuesta favorable a la cirugía. En las epilepsias extra temporales las probabilidades de éxito de la cirugía son mucho menores, aproximadamente el 30 al 40% de éxitos, esto se debe a que las epilepsias extra temporales son mucho más difíciles de localizar. La dieta cetogénica es un tratamiento muy antiguo que vuelve a utilizarse. Consiste en disminuir al mínimo imprescindible el aporte de hidratos de carbono y aumentar al máximo el aporte de grasa; con ello se inducen cambios en el metabolismo que dan lugar a la acumulación de cuerpos cetónicos y en muchos casos a la disminución de la excitabilidad neuronal. Este tratamiento está indicado principalmente en niños con epilepsias severas y puede ser eficaz hasta en el 40% a 50% de los enfermos tratados. El resurgir de la dieta cetogénica se debe entre otras causas al mejor etiquetado de los alimentos, que permite conocer bien su composición. La dieta cetogénica requiere que el tipo de epilepsia esté bien identificado, acontinuación es necesario el ingreso en el hospital durante un periodo variable de 6 a 10 días, los tres primeros días se mantiene al paciente en ayuno completo, excepto agua, la dieta se inicia poco a poco en los tres días siguientes. Generalmente, las personas tratadas con la dieta continúan tomando la medicación. En muchos casos es posible reducir la dosis o el número El estimulador del nervio vago es un instrumento eléctrico que se coloca en el pecho, debajo de la piel y tiene un electrodo que se conecta al nervio vago en el cuello. El sistema se instala mediante una intervención quirúrgica. Este instrumento emite un impulso eléctrico de baja frecuencia y baja intensidad que puede ser regulado por el propio paciente.

frecuencia de los ataques es generalmente de una o dos veces al mes, pero puede variar entre una vez al año y una vez a la semana, dependiendo a menudo del estilo de vida y de factores ambientales que sugieren que las personas con migraña reaccionan adversamente a los cambios en la rutina. La migraña produce más discapacidad en personas de 35 a 45 años de edad, pero puede afectar a personas mucho más jóvenes, incluyendo niños. Cefalea tensional El mecanismo de la cefalea tensional no es bien entendido, aunque por mucho tiempo se ha considerado a esta cefalea como de origen muscular (11). Puede estar relacionada con el estrés o asociada con problemas musculoesqueléticos en el cuello. La cefalea tensional tiene distintos subtipos. Gran cantidad de personas experimentan la cefalea tensional episódica que, al igual que en la migraña, se manifiesta en forma de episodios o ataques. Estos generalmente no duran más de unas cuantas horas, pero pueden persistir por varios días. La cefalea tensional crónica, uno de los síndromes de la cefalea diaria crónica, es menos común que la cefalea tensional episódica, pero está presente la mayor parte del tiempo y puede ser constante durante largos períodos. Esta variante es mucho más discapacitante. En cualquiera de los casos, el dolor de cabeza es generalmente leve o moderado, y usualmente generalizado, aunque puede estar limitado a un solo lado. Se la describe como una sensación de opresión o apretamiento, como si se tuviera una venda alrededor de la cabeza; algunas veces el dolor se irradia hacia o desde el cuello. No tiene características específicas, ni síntomas de migraña asociados. La cefalea tensional sigue un curso muy variable, y a menudo se inicia en la adolescencia, alcanzando los más altos niveles entre los 30 y los 40 años de edad. Afecta a tres mujeres por cada dos hombres. Cefalea en racimos La cefalea en racimos es uno de los tipos de cefalea primaria (cefalalgias trigémino- autonómicas) cuyo mecanismo es incierto. Está caracterizada por dolor de cabeza frecuentemente recurrente de poca duración, pero extremadamente severo. La cefalea en racimos también tiene formas episódicas y crónicas. La cefalea en racimos episódica ocurre en forma de ataques (racimos), con una duración típica de 6 a 12 semanas, aparece una vez al año o cada dos años y por la misma época. Un intenso dolor localizado estrictamente en un lado de la cabeza aparece alrededor del ojo, una o más veces al día, la mayoría de las veces en la noche. La persona afectada no puede permanecer en la cama, camina agitadamente de un lado al otro de la habitación, incluso sale de la casa, hasta que el dolor disminuye después de 30 a 60 minutos. El ojo se torna enrojecido y lloroso, la nariz gotea o está tupida en el lado afectado y el párpado puede estar caído. En los casos menos comunes de cefalea en racimos crónica no hay remisiones entre los ataques. La forma episódica se puede volver crónica y viceversa. Cefalea por el uso excesivo de medicamentos El uso excesivo crónico de medicación para tratar el dolor de cabeza es la causa de este tipo de cefalea, que es otro de los síndromes de cefalea diaria crónica. La cefalea por uso excesivo de medicamentos es opresiva, persistente y a menudo es peor por las mañanas, al despertar.

La historia típica de este tipo de cefalea comienza con un ataque de cefalea episódica (migraña o cefalea tensional). Cada vez que sobreviene un ataque éste es tratado con un analgésico u otra medicación. Con el tiempo, los episodios de dolor de cabeza se hacen más frecuentes, así como también la ingestión de medicamentos. En la etapa final, a la que no llegan todos los pacientes, el dolor de cabeza persiste durante todo el día, fluctuando con el uso repetido de medicamento cada pocas horas. Esta evolución ocurre por algunas semanas o por mucho más tiempo. Un factor común y probablemente clave, en cierta etapa de la evolución de este tipo de cefalea, es un cambio hacia el uso preventivo de la medicación, que se ingiere antes de que se presente el dolor de cabeza. Cefaleas secundarias graves Algunas cefaleas son indicativas de graves trastornos subyacentes que pueden precisar intervención inmediata. Aunque son relativamente raras, este tipo de cefaleas son causa de preocupación entre profesionales no especializados debido a que requieren que se llegue a un diagnóstico diferencial con los trastornos por cefalea primaria. La realidad es que las lesiones intracraneales dan origen a historias clínicas y signos que deben ser tomados en cuenta. Cefaleas sobrediagnosticadas El dolor de cabeza no se debe atribuir a enfermedad sinusal en ausencia de otros síntomas indicativos de esa dolencia. Muchos pacientes con dolor de cabeza consultan al optometrista, sin embargo, los errores de refracción se sobrestiman como causa de cefalea. Los problemas dentarios pueden causar dolor de mandíbula o facial pero rara vez dolor de cabeza propiamente dicho. MANEJO Y PREVENCIÓN El manejo exitoso de las cefaleas comprende cinco pasos esenciales: ■la persona que padece cefalea debe buscar tratamiento médico; ■se debe realizar un diagnóstico correcto; ■el tratamiento ofrecido debe corresponder al diagnóstico; ■ el tratamiento se debe cumplir acatando las indicaciones prescritas; ■el paciente debe ser objeto de seguimiento

para evaluar el resultado del tratamiento, el cual se debe cambiar si fuera necesario. 5) ESCLEROSIS MULTIPLE: La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad caracterizada por la desmielinización inflamatoria del sistema nervioso central (SNC), considerada generalmente de naturaleza autoinmune. En las personas con EM, no se conoce el factor desencadenante inmune, pero las áreas afectadas son regiones mielinizadas del SNC. En las regiones inflamadas ocurre una ruptura de la barrera hemato-encefálica seguida de la destrucción de la mielina con daño axonal, gliosis y la formación de placas escleróticas. Las placas pueden formarse en cualquier lugar de la sustancia blanca del SNC y también en la sustancia gris; por lo tanto, las formas clínicas pueden ser diversas. La continua formación de lesiones en la esclerosis múltiple a menudo conduce a la discapacidad física y muchas veces a un deterioro cognitivo. Síntomas de la esclerosis múltiple La EM afecta a cada persona de forma diferente, por ello no siempre es fácil de diagnosticar. Algunas personas tienen muchos síntomas, mientras que otras tienen pocos; en algunas los síntomas son leves, mientras que en otros, éstos pueden ser más graves; en algunas personas, los síntomas pueden presentarse y desaparecer, mientras que en otros casos, los síntomas pueden perdurar en el tiempo. Debido a que la EM puede afectar a diferentes funciones del cerebro, las personas sufren una amplia variedad de síntomas. Los más frecuentes son :

  • Síntomas motores: pérdida de fuerza, dificultad para caminar, para la coordinación, rigidez, espasmos musculares, problemas para el habla.
  • Síntomas visuales: visión borrosa por un ojo, visión doble.
  • Síntomas sensitivos: sensación de hormigueo, entumecimiento, acorchamiento, quemazón, tirantez de cara, tronco o extremidades.
  • Síntomas genitourinarios o sexuales: urgencia e incontinencia urinaria, estreñimiento, dificultad para la erección, disminución de la lubricación vaginal.
  • Síntomas mentales: alteraciones del estado de ánimo, pérdida de memoria, dificultad para concentrarse, cambios emocionales.
  • Síntomas paroxísticos: neuralgia del trigémino (dolor en la cara repetido e intenso), episodios breves y repetidos de dificultad para hablar, inestabilidad, hormigueos o calambres.
  • Fatiga: sentirse cansado, sin demasiada energía que no se correlaciona con el grado de actividad realizada es una queja frecuente.

Tratamiento de la esclerosis múltiple Al abordar el tratamiento de la EM hay que diferenciar varios tipos:  Tratamiento de los brotes agudos.  Tratamiento para modificar la historia natural de la enfermedad.  Tratamiento sintomático.  Tratamiento Rehabilitador El tratamiento de los brotes agudos se realiza con corticoides intravenosos (Metilprednisolona) a altas dosis durante3 a 5 días. La EM es una enfermedad que no tiene tratamiento curativo, pero sí existen hoy en día tratamientos que nos ayudan a modificar la evolución de la enfermedad. Hay diferentes tipos como son los Inmunomoduladores, llamados así porque “no bajan las defensas”, sino que modulan la respuesta de nuestro sistema inmunitario para reducir la probabilidad de tener brotes o recaídas. Estos son los Interferones: Betaferon, Avonex, Rebif y el Acetato de glatirámeto: Copaxone, todos ellos son inyectables y únicamente cambia en función del que se trate la posología y los efectos adversos. Para los interferones los efectos adversos más frecuentes son fiebre y síndrome pseudogripal, además de poder aumentar las transaminasas o disminuir rara vez las células de la sangre. El acetato de glatirámero puede producir más reacciones cutáneas en el lugar de la inyección y algunas veces una sensación de falta de aire u opresión en el pecho pasajera, tras la inyección. Estos se consideran tratamientos de primera línea. Otros son los tratamientos Inmunosupresores, llamados así porque “disminuyen las defensas”, de tal forma que deprime la capacidad de producir inflamación (positivo en el caso de la EM) pero también la capacidad de combatir infecciones (que resulta en un mayor riesgo de cara al paciente). Estos son considerados como tratamientos de segunda línea o en EM agresivas desde el inicio. Entre ellos se encuentra Natalizumab (Tysabri) se administra en el hospital una vez al mes por vía intravenosa. El efecto adverso más grave es el posible desarrollo de una infección del SNC por un virus llamada Leucoencefalopatía Multifocal Progresiva (afecta a menos 1% de los pacientes tratados). Otro es Fingolimod (Gilenya) se toma una capsula al día por vía oral. La primera dosis se pone en el hospital con monitorización cardíaca durante 6 horas por la posibilidad de enlentecimiento del ritmo cardíaco. Puede aumentar la frecuencia de ciertas infecciones virales y la tensión arterial. Actualmente, la investigación de nuevos fármacos en este ámbito es muy intensa en todo el mundo. El tratamiento sintomático se basa en el manejo de diferentes síntomas que van apareciendo a lo largo de la evolución de la enfermedad y que a veces requiere de la ayuda de otros profesionales. Estos síntomas son: la espasticidad, el dolor, la depresión, la fatiga, los trastornos urinarios y los trastornos sexuales.

Dependiendo de la gravedad de la hemorragia, se puede perder el conocimiento durante segundos o quedar en una situación de coma grave o incluso la muerte prácticamente instantánea. Por lo general, hay pocos signos focales de afectación del sistema nervioso. TRATAMIENTO DEL ANEURISMA CEREBRAL La rotura del aneurisma cerebral puede provocar la muerte en las primeras horas en más de un 10 por ciento de los casos. El tratamiento es complejo y debe ser realizado de forma coordinada por un equipo multidisciplinar en el que estén presentes Neurólogos, Neurocirujanos, especialistas en Terapéutica Endovascular e Intensivistas. El tratamiento del aneurisma consiste en excluirlo de la circulación arterial. Las técnicas quirúrgicas, en la mayoría de los casos, cierran el aneurisma colocando una pequeña pinza llamada clip en el cuello del aneurisma preservando el resto de la circulación. La cirugía consigue cerrar los aneurismas en casi el 100% de los casos. Como alternativa a la cirugía contamos con técnicas endovasculares. Éstas consisten en la cateterización selectiva de la arteria donde está localizado el aneurisma y la introducción, dentro de la cavidad aneurismática, de diferentes sustancias o elementos (“coils”) que consiguen el cierre de la dilatación aneurismática por trombosis. Pero es necesario que el cuello del aneurisma sea pequeño para que retenga el material de embolización. Sea cual sea el método seleccionado para cerrar el aneurisma, hay además siempre un tratamiento médico-quirúrgico de base, encaminado a ayudar al paciente a superar los efectos agudos de la hemorragia subaracnoidea (analgesia, sedación, protectores cerebrales, drenaje ventricular…), evitar el desangrado (control de presión arterial, medicación antifibrinolítico…), y prevenir y/o tratar el vasoespasmo (vasodilatadores y otras medidas para conseguir un aumento del flujo sanguíneo cerebral). CAUSAS DEL ANEURISMA CEREBRAL La mayoría de los aneurismas cerebrales son congénitos, debida a una anormalidad innata en la pared arterial y no suelen manifestarse hasta los 40 años. Otras posibles causas que pueden producir o favorecer la aparición de un aneurisma cerebral son la hipertensión arterial, arteriosclerosis, infecciones, tumores, además de hábitos de vida poco saludables, como el tabaquismo. Muy rara vez los traumatismos llegan a producir una dilatación aneurismática por lesión directa de la pared arterial. DIAGNÓSTICO DEL ANEURISMA CEREBRAL Para hacer un buen diagnóstico de los aneurismas cerebrales lo primero es pensar en ellos. En que esa cefalea súbita y de intensidad notable puede ser debido a una hemorragia subaracnoidea aneurismática. Este tipo de hemorragia es prácticamente debido, en un 80% de los casos, a la rotura aneurismática. Ante los síntomas de una hemorragia subaracnoidea, lo primero que hay que hacer es un TAC cerebral que permite ver si se ha producido ya una hemorragia, tanto subaracnoidea como intracerebral. Cuando existen dudas no despejadas por el TAC, se hace una punción

lumbar con el fin de ver si en el líquido cefalorraquídeo hay sangre o, si por el contrario, pudiéramos estar ante una posible meningitis. Una vez que se ha confirmado que hay hemorragia, se tiene que ver si hay un aneurisma roto y donde está localizado. Un Angio-TAC nos puede ayudar, por lo que cada vez más, ante la sospecha de hemorragia subaracnoidea, se prepara ya el TAC con esta posibilidad técnica. Si se ha confirmado el aneurisma en el Angio-TAC o la hemorragia subaracnoidea es clara, se ha de realizar una arteriografía cerebral. Esta prueba nos permite estudiar las arterias carótidas, vertebrales y todas sus ramas y, así, localizar el foco o focos de la hemorragia. Esta prueba, además, nos permite detectar si el paciente presenta algún otro aneurisma en distintas localizaciones, aunque no hubieran sangrado. Esto es frecuente en aneurismas congénitos. CÓMO PREVENIR EL ANEURISMA CEREBRAL En la prevención del aneurisma cerebral la clave está en controlar los factores de Riesgo cardiovascular, especialmente la tensión arterial, prevenir la aparición de arteriosclerosis, y seguir las recomendaciones generales sobre hábitos de vida saludables, alimentación sana, variada y equilibrada, y ejercicio físico moderado y regular. Si, tras realizar una Resonancia Magnética cerebral, por cualquier otra causa, se visualizara un aneurisma, se ha de estudiar el caso por dicho equipo multidisciplinario. En general, se ha de intentar clipar o embolizar dicho aneurisma, siempre que los riesgos sean mínimos. 7) ICTUS: El término ICTUS viene a sustituir a todos aquellos términos que han hecho historia en nuestro acervo cultural para referirse a la brusca obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral (trombosis, embolia), a su rotura (derrame) o a ambas (apoplejía). Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) se aboga para que este vocablo sea el único a la hora de referirse a cualquier tipo de patología cerebrovascular aguda. Según que el origen del problema sea la obstrucción de una arteria cerebral o su rotura hablaremos de ictus isquémico (infarto cerebral) o ictus hemorrágico (hemorragia cerebral). Esta patología representa la segunda causa de muerte en nuestro medio (la primera en la mujer), una de las principales causas de discapacidad permanente en el adulto y la segunda causa de demencia tras la enfermedad de Alzheimer. Síntomas de un Ictus A diferencia de los síntomas de alarma de la patología miocárdica aguda (dolor en el pecho entre otros), fácilmente reconocibles por la población, no sucede lo mismo con los síntomas de alarma de ictus, desconocidos para una gran mayoría de ciudadanos población. Es por ello que tanto Sociedades Científicas como Asociaciones de Pacientes han diseñado campañas para intentar mejorar este aspecto. En ellas se han enfatizado aquellos síntomas (de los muchos por los que puede expresarse un ictus) más comunes, a saber: Pérdida repentina de la fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.

prolongarse días, semanas o meses, en función de la situación de partida y los objetivos a alcanzar en un paciente dado. Cómo prevenir un Ictus El ictus es una patología que “se puede prevenir”. La prevención primaria, esto es, la que todos podemos hacer para minimizar nuestro riesgo personal de sufrir un ictus futuro, pasa por los siguientes consejos:

  1. Llevar una dieta rica y saludable, baja en sal y grasas.
  2. Realizar actividad física de forma regular.
  3. Controlar el peso, la presión arterial y los niveles de colesterol y azúcar en sangre (y, en su caso, tratar de forma correcta).
  4. Abandonar el tabaco y restringir el consumo de alcohol a niveles moderados.
  5. Controlarse el pulso de forma regular y, caso de apreciarlo rápido o con palpitaciones en una situación de reposo, consultar al médico.

BIBLIOGRAFIA

Datos de Publicación Catalogados en la Biblioteca de la OMS(2006) Trastornos neurológicos: desafíos para la salud pública

1. Enfermedades del sistema nervioso. 2. Salud pública. 3. Costo de la Enfermedad. Organización Mundial de la Salud. ISBN 92 4 156336 2 (Clasificación NLM: WL 140) ISBN 978 92 4 156336 9 infosalus.com Responsable: Eva Concha Martínez Paseo de la Castellana, 210 Planta 3 28046Madrid España.