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Tipo: Monografías, Ensayos
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De acuerdo con las cifras del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en Colombia hay casi un millón de menores que en cambio de asistir al colegio y a las universidades, hacen parte de los trabajadores de este país, a pesar de que la ley exige lo contrario.
Niños, niñas y adolescentes que venden dulces, limpian carros, hacen malabares, interpretan canciones, cocinan, lavan ropa, cargan agua, etc., en el tiempo en que deberían estar en la escuela. Es algo tan común y cotidiano que la sociedad parece ya haberse acostumbrado a verlo como un “mal inevitable” de los difíciles tiempos que corren.
Una de las principales razones por las que en la actualidad los niños son víctimas de este tipo de situaciones va más allá de que haya individuos capaces de traficar o explotar niños, sino más bien que el sistema se ha vuelto cada vez más despiadado y la búsqueda de la gente por mano de obra barata o incluso de cualquier forma de acceder al capital da como resultado problemas como la esclavitud infantil.
Un niño o niña trabaja o lo esclavizan con las peores formas de trabajo infantil, porque en su hogar no existen suficientes ingresos para subsistir, y no existen ingresos porque no hay oportunidades equitativas para las personas adultas, y la falta de oportunidades es consecuencia de una política económica excluyente empobrecedora de pobres y enriquecedora de los dueños del capital.
El menor problema de los niños es cuando se les obliga a trabajar, sino cuando también son víctimas de trata de personas para trabajos forzados, sobrevivir a abusos y torturas como si se tratara de un animal de carga maltratado y más nada, abusos sexuales, sobreexplotación y en casos de las niñas, son vendidas para consumar matrimonios.
Pero, ¿Que estamos haciendo con todo esto? Genera inconformidad el hecho de que el futuro del país está siendo explotado en la calles con trabajos agotadores, inadecuados para su edad y para colmo explotados por todos. Si, por todos; porque si nos quedamos callados y sin hacer nada, entonces también participamos de la explotación infantil. Hay tantas formas para luchar contra esta situación, por ejemplo algo tan sencillo como nuestro derecho a la participación. Pero creemos que somos los únicos importantes en este mundo, o para ser más precisa en este país. Es decir, nuestros hijos si están bien educados, mantenidos y protegidos, pero aquellos que no tienen que ver nada con nosotros o no tienen nuestra sangre, no importan. ¿Así de egoístas podemos llegar a ser? ¿Cuando será el día en que dejemos de pensar en nosotros y pensemos en esos niños que son el futuro del país? Son el futuro, pero no cambiamos su presente.
Imagino el dolor, el cansancio, la desesperación, el hambre, el miedo, la tristeza y soledad que sienten todos aquellos niños y no puedo contener mi impotencia. Debemos hacer algo por cambiar eso, o siempre estaremos viviendo un país de miseria y lleno de niños que manejan y luchan como si tuvieran vida de adultos.