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PRINCIPIOS DE LA FILOSOFIA- CARPIO ADOLFO- RESUMEN
Tipo: Resúmenes
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Los principios ontológicos Se llama ente todo aquello que “es”. Puede tratarse de una silla, de una montaña, de un ángel, de Don Quijote, de la raíz cuadrada de -1, o aun de absurdos como los triángulos redondos o las maderas de hierro: todo esto “es”, de todo ello puede predicarse el término “es”, y en la medida en que ello ocurre, se trata de “entes” -así como “pudiente” es “el que puede”, “viviente” lo que vive, “floreciente” lo que florece, “amante” el que ama, “lo que es” se llama “ente”-. A lo que hace que los entes sean, se lo llama ser; los entes, por tanto, son porque participan del ser -tal como el pudiente participa del poder, lo viviente del vivir, etc. La disciplina que se ocupa de estudiar los entes se llama ontología. Esta disciplina enuncia una serie de principios, válidos para todos los entes, que se denominan principios ontológicos. Principios de la ontología (estudio de los entes):
Por lo menos según la experiencia corriente, puede decirse que no hay una sola especie de entes, sino varias. a) Los entes sensibles (que algunos autores llaman "reales") son los que se captan por medio de los sentidos, trátese de los sentidos fisiológicamente considerados, como la vista, el olfato, el tacto, etc., sea el sentido íntimo o autoconciencia, que nos permite en un momento dado darnos cuenta -por ejemplo- de que estamos tristes o alegres, o de que estamos ejecutando un acto de atención o evocando un recuerdo. Los entes sensibles se subdividen en físicos y psíquicos. Los entes físicos son espaciales, es decir, están en el espacio, ocupan un lugar; como la mesa, la silla o nuestro cuerpo. Los entes psíquicos, en cambio, son inespaciales; no tiene sentido, en efecto, hablar del espacio que ocupa un acto de voluntad o un sentimiento de avaricia. b) En tes ideales: puede mencionarse los entes matemáticos: los números, las figuras, los cuerpos geométricos (otros entes ideales son las relaciones, como la identidad, la igualdad, la diferencia, la relación de mayor o menor, etc.) Los entes ideales se caracterizan por su intemporalidad, por no ser temporales. Porque si lo fueran, hubieran tenido un comienzo en el tiempo, es decir que tendría que pensarse que hubo una época en la cual, por ejemplo, no existía aún el número 5, y que llegará un momento en que el número 5 desaparezca. Pero los entes matemáticos, y las relaciones que la matemática establece, no son nada que esté en el tiempo; éste no los afecta en absoluto. Una segunda característica de los entes ideales es la relación de principio a consecuencia, o relación de implicación, con la que se alude al especial tipo de vinculación que enlaza unos entes ideales con otros. Esta relación se diferencia de la relación causal, entre otras cosas, porque mientras esta última está enlazada con el tiempo, tal enlace no se da entre los entes ideales c) El tercer género de entes lo constituyen los valores : la belleza, la fealdad, la justicia, la injusticia, la utilidad, etc. Se trata de entes muy diferentes de todos los anteriores, y la característica que los separa de ellos reside en que los valores valen: esto significa que frente a ellos no podemos permanecer indiferentes, porque ante un valor siempre se despierta en nosotros una reacción, una respuesta -la valoración o estimación- , que puede ser de adhesión -si el valor es positivo- o de rechazo -si el valor es negativo-. La disciplina que se ocupa del estudio de los valores se denomina axiología. A los objetos sensibles en los cuales se dan los valores, o en los cuales éstos encarnan, se los llama bienes -como una estatua, en que se da el valor belleza, o una máquina de escribir, que es útil. Todo el mundo conoce la expresión "bienes de consumo", que se oye a diario, o qué quiere decir que "Gómez posee cuantiosos bienes". De manera que "bienes" son todas las cosas valiosas, como una sinfonía, o un acto de honradez, una heladera o un automóvil.- Una segunda característica de los valores es la polaridad : que los valores poseen polaridad significa que frente a todo valor hay siempre un contravalor o disvalor o valor negativo -frente a la justicia, la injusticia; frente a la bondad, la maldad; frente a la utilidad, la inutilidad. En tercer lugar, los valores tienen jerarquía. Esto quiere decir que no valen todos uniformemente, sino que hay valores que valen más que otros, que son más "altos", como suele decirse, en tanto los otros son más "bajos"; uno: son "superiores" y otros "inferiores". Según tal jerarquía los valores se ordenan en una serie o tabla de valores, desde los que valen menos o son menos importantes, hasta los que valen en grado máximo. Hay valores económicos, como la utilidad; valores vitales, como la salud, la enfermedad, la lozanía; valores religiosos, como lo santo y lo demoníaco; valores éticos o morales, como el bien y el mal; valores jurídicos, como la justicia y la injusticia; etc
Tales, el agua; Anaximandro, lo indefinido o indeterminado; Anaxímenes, el aire; Pitágoras, los números; los materialistas, la materia; Otros filósofos, Dios; Platón, las ideas; Hegel, el espíritu; etc. La historia de la ciencia es una historia progresiva, donde cada etapa elimina o supera las anteriores. La historia de la filosofía -por lo menos en primera instancia- no parece tener carácter progresivo, si con ello se entiende que Platón, por ejemplo, ha sido superado por Descartes. Aristóteles, o Plotino, o Descartes, o Kant, son tan "actuales" como los filósofos vivientes. Platón es tan actual como Heidegger, y es por ello por lo que en cada momento de la historia de la filosofía no hay acuerdo (al revés de lo que pasa en la ciencia). Éste es el fenómeno de lo que se llama la "anarquía de los sistemas filosóficos". Segundo origen de la filosofía: la duda El primer origen de la filosofía se lo encontróó en el asombro. Pero la satisfacción del asombro, lograda mediante el conocimiento filosófico, pronto comienza a vacilar y se transforma en duda en cuanto se observa la multiplicidad de los sistemas filosóficos y su desacuerdo reciproco, y, en general, la falibilidad de todo conocimiento. Esta situación lleva al filosofo a someter a crítica nuestro conocimiento y nuestras facultades de conocer, y es entonces la duda, la desconfianza radical ante todo saber, lo que se convierte en origen de la filosofía. Ahora bien, la duda filosófica puede asumir dos formas diferentes: la duda por la duda misma, la duda sistemática o pirroniana, y la duda metódica o cartesiana. a) Al escepticismo absoluto o sistemático se lo llama también pirroniano porque fue Pirrón de Elis (entre 360 y 270 a.C, aproximadamente) el que lo formuló. Si puede decirse que lo haya formulado, porque Pirrón era un escéptico absoluto, es decir, negaba la posibilidad de cualquier conocimiento, fuera de lo que fuese; y por lo mismo negaba que pudiera siquiera afirmarse esto, que "el conocimiento es imposible", puesto que ello implicaría ya cierto conocimiento -el de que no se sabe nada. Pirrón, por tanto, consecuente con su pensamiento, prefería no hablar, y en ultima instancia, como recurso final, trataba de limitarse a señalar con el dedo. b) Pero interesa más la duda metódica, la duda de Descartes. Esta duda no se la practica por la duda misma, sino como medio para buscar un conocimiento que sea absolutamente cierto, como instrumento o camino (método) para llegar a la certeza. Tercer origen de la filosofía: las situaciones limites El filósofo pregunta a causa del asombro que en él despierta el espectáculo del mundo. Ahora bien, en el asombro el hombre se encuentra en una actitud directa, simplemente referido al mundo, objeto de su mirada. Pero cuando aparece la duda, ocurre que esa mirada se repliega sobre sí, porque aquello sobre lo que la dirige no es ya el mundo, las cosas, sino él mismo, o, con mayor exactitud, su propia actividad de conocer; su mirada entonces está dirigida a esa mirada misma. Puede decirse que con la duda se inaugura la reflexión del hombre sobre sí mismo -reflexión sobre sí que llega a su forma más honda y trágica cuando el hombre toma conciencia de las situaciones limites.
Se trata entonces de situaciones insuperables, situaciones más allá de las cuales no se puede ir, situaciones que el hombre no puede cambiar porque son constitutivas de su existencia, es decir, son las propias de nuestro ser-hombres. Porque el hombre no puede dejar de morir, ni puede escapar al sufrimiento, ni puede evitar sentirse siempre culpable de una manera u otra. En cuanto que tales situaciones limitan al hombre, le fijan ciertas fronteras más alláó de las cuales no puede ir, puede decirse también que manifiestan la radical finitud del hombre -una de cuyas expresiones se encuentra en las famosas palabras de Sócrates, "sólo sé que no sé nada", en las que se revela la primordial menesterosidad del hombre en general, y de todo conocimiento humano en particular Y bien, en la conciencia de las situaciones limites, o de la finitud del hombre, se encuentra el tercer origen de la filosofía. Epicteto (5 0-138 d.C, aproximadamente) fue un filósofo de la escuela estoica y sostuvo que el origen del filosofar reside "en la conciencia de la propia debilidad e impotencia" del hombre (lo que hemos llamado su finitud). Enseñaba que hay dos órdenes de cosas y de situaciones: las que dependen de nosotros, y las que no dependen de nosotros No depende de mí mi muerte, ni la fama, ni las riquezas, ni la enfermedad; porque todas éstas son cosas sobre las que no tengo poder ninguno, sino que están determinadas por el destino. Por tanto, tratándose de cosas que no dependen de mí, sobre las cuales no tengo influencia ninguna, es insensato que me preocupe o impaciente. Según se desprende de lo que acaba de decirse, el interés fundamental de la reflexión de Epicteto se centra en la conducta del hombre: problema del que, se ocupa la ética o moral. Puede concluirse, por tanto, a modo de resumen, que la filosofía brota de tres principales estados de ánimo -asombro, duda, y angustia o preocupación por la finitud y por lo que se debe hacer o no hacer-, a cada uno de los cuales corresponde, en líneas generales, una disciplina filosófica: metafísica, gnoseología y ética, respectivamente. CAPITULO 2- CAMBIO Y PERMANENCIA I: Devenir e inmutabilidad Hay dos doctrinas capitales, y justamente en los comienzos mismos del filosofar griego, que constituyen como dos modelos primordiales, y a la vez contrapuestos, que han determinado de manera decisiva todo el pensamiento ulterior -el cual, en este sentido, puede describirse como serie de posibles compromisos o transacciones entre aquellos dos modelos. Lo que movió a los griegos a filosofar fue el asombro y ese asombro fue ante todo asombro por el cambio, es decir, por el hecho de que las cosas pasen del ser al no-ser y viceversa. Heráclito, afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante; que el ente deviene, que todo se transforma, en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. El otro, al contrario. Parménides, enseña que el fundamento de todo es el ente inmutable, único y permanente; que el ente "es", simplemente, sin cambio ni transformación ninguna. II: Heráclito: el fuego Heráclito se vale de numerosas imágenes, la más famosa de las cuales compara la realidad con el curso de un río: "no podemos bañarnos dos veces en el mismo río" porque cuando regresamos a él sus aguas, continuamente renovadas, ya son otras, y hasta su lecho y sus riberas se han transformado, de manera que no hay identidad estricta entre el río del primer momento y el de nuestro regreso a él.
Es preciso saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es discordia, y que todas las cosas ocurren según discordia y necesidad. Que la guerra es "común" a todas las cosas, significa una vez más que constituye el principio universal que todo lo domina, "todas las cosas ocurren o se generan según la discordia"; y ello acontece inexorablemente según la necesidad. El logos , pues, entendido como el ser en tanto dador de unidad, es el fundamento de todo, que todo traspasa y domina. IV: Parménides: el ente y sus caracteres. Parménides es el primer filósofo que procede con total rigor racional, convencido de que únicamente con el pensamiento (no con los sentidos ) puede alcanzarse la verdad y de que todo lo que se aparte de aquél no puede ser sino error; sólo lo racionalmente pensado "es", y, a la inversa, lo que es, responde rigurosamente al pensamiento.. El pensar no puede ser sino pensar del ente: no hay posibilidad de alcanzar el ser sino mediante la razón. La posibilidad de concebir algo y, en consecuencia, la posibilidad de expresarlo es criterio y prueba de la realidad de lo que es concebido y expresado porque solamente lo real puede concebirse y expresarse y lo irreal no puede hacerlo Parménides comienza por colocarse ante la alternativa más amplia que pueda uno enfrentar (la filosofía) ,ante las dos máximas posibilidades pensables: o hay algo, algo es, es decir, hay ente -o bien no hay nada. O lo uno o lo otro; pero sin que quepa una tercera posibilidad. Ahora bien, es asimismo evidente que la segunda posibilidad enunciada -que no sea nada- es un absurdo ; porque decir "no hay nada" es como afirmar que "lo que hay es la nada", que "la nada es", o, en otras palabras, que "e l no-ente es" : esto es claramente contradictorio, y por tanto debe rechazarse (principio de contradicción) Entre estos indicios, signos o caracteres del ente, nos limitamos a señalar que el ente es único, inmutable, inmóvil, inengendrado, imperecedero, intemporal, e indivisible. El ente es único. Porque si no, sería múltiple, o, para suponer el caso más simple, habría dos entes. Ahora bien, si hubiese dos entes, tendría que haber una diferencia entre ambos, puesto que si no se diferenciasen en nada no serían dos, sino uno solo. Pero lo que se diferencia del ente, es lo que no es ente, esto es, el no-ente, la nada. Mas como la nada no es nada, resulta que no puede haber diferencia algún y no puede haber en consecuencia sino un solo ente. Y así procede con todos los caracteres del ente V: Parménides: impugnación del mundo sensible Todas las cosas sensibles y sus propiedades -movimiento, nacimiento, color, etc.- no son más que ilusión, nada verdaderamente real, sino fantasmas verbales en los que sólo pueden creer quienes, en lugar de marchar por el camino de la verdad, andan perdidos por el camino de la mera "opinión". Los hombres en general -los hombres corrientes tanto como los filósofos-, apoyándose, no en el "pensar" , sino en la mera "opinión" en lo que les "parece", coinciden en creer en la realidad del
mundo sensible, mundo de diversidad en que todo es y no es. Pero entonces carecen de saber firme, en el fondo son víctimas de la más total ignorancia, y van arrastrados de un lado hacia otro, sin rumbo fijo, porque están perdidos, desde el momento en que para ellos "el ser y el no ser son lo mismo / y no son lo mismo". En efecto "creen que lo que es puede cambiar y devenir lo que no era antes. Ser y no ser son lo mismo en cuanto que ambos se encuentran en todo hecho; y sin embargo es obvio que son opuestos y por tanto, en sentido más exacto, no son lo mismo". A esos hombres Parménides los llama "bicéfalos" j ustamente porque unen ser y no ser, que son inconciliables. VI: El descubrimiento de la razón Con Parménides comenzó el filosofar propiamente dicho, y con ello se echa de ver la elevación al reino de lo ideal. Un hombre se libera de todas las representaciones y opiniones, les niega toda verdad, y dice que sólo la necesidad, el ser, es lo verdadero. Con Parménides se inicia la filosofía en el sentido más propio de la palabra porque sólo con Parménides el pensamiento se ciñe a lo ideal o racional. Los filósofos anteriores -Tales y otros como Anaximandro, Anaxímenes, los pitagóricos-, no habían alcanzado aún el pensamiento en toda su pureza, y por ello afirmaban como fundamento el agua, por ejemplo, es decir, algo todavía físico, sensible, ligado al mundo de las percepciones y representaciones. Con Parménides, en cambio, el pensamiento se libera del mundo de las percepciones y representaciones y se atiene sólo a sí mismo, al dominio del concepto, y rechaza todo lo que tenga origen en lo sensible y en las "opiniones" de los hombres, que se nutren de lo sensible. Afirmar que Parménides descubrió la razón, significa en este contexto dos cosas: a) Que fue el primero en darse cuenta de que hay un conocimiento necesario y universal (el conocimiento racional) , diferente del conocimiento empírico o sensible, que es contingente y particular. b) Que enunció por primera vez los tres primeros principios ontológicos: el principio de identidad (lo que es, es; o: el ente es), el de contradicción (el ente no puede no-ser), y el de tercero excluido (o es o no es). Con Parménides, entonces, nos encontramos con algo que no solo tiene interés para la filosofía; sino con un acontecimiento histórico cuya importancia difícilmente puede exagerarse. VII: La ejemplaridad de Heráclito y Parménides Estos dos ilustran dos modos antitéticos de considerar el fundamento de los entes, porque representan dos posibilidades extremas de enfocar la realidad: o bien como algo dinámico, en continuo cambio, donde lo real es devenir, transformación incesante, formación y desintegración irrestañable de todas las cosas, sin que nada permanezca inmutable (a no ser la ley misma del cambio) o bien como algo absolutamente estático, fijo, inmóvil, donde lo verdaderamente real es lo permanente, el ente que es presencia constante. Cualquier otro modo de considerar la realidad no consistirá más que en diferentes maneras de combinar aquellos dos puntos de vista opuestos. Porque, según parece, no se puede pensar la realidad satisfactoriamente sin tener en cuenta, por un lado, que hay cosas que cambian, y, por el otro, sin pensar que en la realidad ha de haber también algo permanente, puesto que para pensar hay que establecer relaciones, y las relaciones no pueden establecerse si no hay constancias, semejanzas, identidades. De manera que todas las demás teorías posibles se reducirían, en el fondo, a una combinación más o menos armoniosa o afortunada de estas dos posiciones extremas.
Los encargados de satisfacer estos requerimientos de la época son unos personajes que se conocen con el nombre de sofistas. Los sofistas eran maestros ambulantes que iban de ciudad en ciudad, enseñando, y que cobraban por sus lecciones, y en algunos casos sumas elevadas. No fueron más que meros profesionales de la educación. Su finalidad era responder a las necesidades educativas de la época. Los sofistas se consideraban a sí mismos maestros de “virtud” y se proponían enseñar “como manejar los asuntos privados lo mismo que los de la ciudad”: Algunos sofistas importantes:
Todo lo que el hombre pueda saber es siempre, por finitud interminable, casi nada; el hombre es profundamente ignorante de los más grandes problemas que lo conmueven, las grandes cuestiones de su destino y del sentido del mundo. Sócrates descubre límites de todo conocimiento humano, piensa a fondo esta radical situación de finitud que caracteriza al hombre; éste sólo llega a la conciencia adecuada de humanidad, de aquello en que reside su esencia, cuando toma conciencia de lo poco que sabe. La misión de Sócrates Sócrates, considera que, desde el momento en que la declaración de su “sabiduría” proviene de un dios, de Apolo, tal declaración ha de tener algún otro significado; el origen divino del oráculo lo convence de que tiene que cumplir una misión. Si su “sabiduría” se ha revelado mediante el examen practicado entre sus conciudadanos y en tanto los examinaba, ello significa que sólo es sabio cumplimiento esa tarea. Por tanto, que el dios lo llame sabio equivale a señalarle su misión, equivale a exhortarlo a que siga interrogando a sus conciudadanos. Su misión será la de recordarles a los hombres el carácter precario de todo saber humano y librarlos de la ilusión de ese falso saber, la de llevarlos a tomar conciencia de los límites de la naturaleza humana. Sócrates insiste una y mil veces en que él no sabe nada, y que lo único que pretende es poner a prueba el saber que los demás dicen tener. Su función es la de exhortar o excitar a sus conciudadanos atenienses. Persigue sin cesar a sus conciudadanos, por las plazas y los gimnasios, por las calles y casas; y los interroga constantemente, para saber si llevan una vida noble y justa, o no, y exigiéndoles además en cada caso las razones en que se fundan para obrar tal como lo hacen, y comprobar así si se trata de verdaderas razones, sólo de cuestiones aparentes. Él no comunica ninguna doctrina a los que interroga. Su objeto fue completamente diferente: consistió en un continuo examen de los demás y de sí mismo, en una permanente incitación y requerimiento a problematizarlo todo, considerando que lo más valioso del hombre, lo que lo define, está justo en su capacidad de preguntar, de plantearse problemas, que es lo que mejor le recuerda la condición humana, a diferencia de dios, el único verdaderamente sabio y por ello libre de problemas y de preguntas. Su “enseñanza ” no consistía en transmitir conocimientos, sino en tratar de que sus interlocutores tomaran conciencia de los problemas, que se percatasen de este hecho sorprendente y primordial de que hay problemas, y primordialmente problemas éticos, problemas referidos a la conducta, o si se quiere, problemas existenciales, esto es, referentes a la existencia de cada uno de nosotros. El hombre puede reaccionar de mil modos diferentes. Por eso cada vida humana es tan diferente como las demás. Primer momento del método socrático: la refutación Su filosofía, la ejercía Sócrates con aquellos a quienes somete a examen: su filosofar en co- filosofar. Sócrates filosofa conversando con los demás, mediante el diálogo como especial organización de preguntas y respuestas convenientemente orientadas, y en el que consiste el método socrático. Una característica general del método, sobre el sobre el tono general del mismo, es la ironía. En griego “ironía” significaba, disimulo o la acción de interrogar fingiendo ignorancia. En Sócrates se trata de su especial actitud frente al interrogado: disimulando hábilmente su propia superioridad, manifiesta Sócrates su falta de conocimiento acerca de tal o cual tema, y finge estar convencido del saber del otro, con objeto de que le comunique ese supuesto saber: para terminar, obligándolo intelectualmente a que reconozca su propia ignorancia. La ironía califica la actitud de Sócrates frente a la presunción del falso saber, y resulta del contrate entre el alto ideal que Sócrates tiene del conocimiento, y la orgullosa ignorancia o jactancia del interrogado. El método propiamente dicho tiene dos momentos: el primero, que es un momento negativo, se llama refutación; y el segundo, positivo, que es la mayéutica.
por su falso saber y reconozca los límites de sí mismo. Sólo merced a éste proceso catártico puede colocarse al hombre en el camino que le conduzca al verdadero conocimiento: tan sólo el reconocimiento de la propia ignorancia puede constituir el principio o punto de partida del saber realmente válido. Lo que Sócrates busca es la eliminación de todo saber que no esté fundamentado. Su método se orienta hacia la eliminación de los supuestos. A su juicio, nada puede tener valor si resulta incapaz de sostener la crítica. Un conocimiento sólo merecerá el nombre de tal en la medida en que sea capaz de superar cualquier crítica que sobre él se ejerza: de otro modo, no puede pasar de ser una mera opinión. Segundo momento del método socrático: la mayéutica El segundo momento socrático, lo llama mayéutica, que significa arte de ayudar a dar a luz. Insiste Sócrates de continuo en que toda su labor consiste sólo en ayudar o guiar al discípulo, y no en transmitirle información. Por eso el procedimiento que utiliza es el diálogo. La verdad solamente puede hallarse de manera auténtica en el diálogo, en la conversación, lo que supone que no hay verdades ya hechas, listas, sino que el espíritu del que aprende, para que su propia actividad llegará al saber. Lo que se busca es “formar”. La verdadera ciencia, es el saber que cada uno encuentra por sí mismo: al maestro no le corresponde de otra tarea, sino la de servir de guía al discípulo. Así como la refutación, entonces, ha liberado, el alma de todos los falsos conocimientos, la mayéutica trata de que el propio interrogado, guiado por Sócrates, encuentre la respuesta. La condición de posibilidad de la mayéutica reside justo en que el alma a que se aplica esté grávida de conocimiento. La explicación de la cuestión se encuentra en la doctrina de la pre-existencia del alma, la cual ha contemplado en el más allá el saber que ha olvidado al encarnar en un cuerpo, pero que justamente “recuerda” gracias a la mayéutica: “conocer” y “aprender” son así “recuerdo” o “reminiscencia”. La anamnesis; pasaje a Platón ¿Cómo se explica que el espíritu, simplemente guiado por el maestro, pueda alcanzar por sí solo la verdad? Sócrates sostiene que el interrogado no hace sino encontrar en sí mismo, en las profundidades de su espíritu, conocimientos que ya poseía sin saberlo. De algún modo, el alma descubre en sí misma las verdades que desde su origen posee de manera "cubierta", des-oculta el saber que tiene oculto; la condición de posibilidad de la mayéutica reside justo en esto: en que el alma a que se aplica esté grávida de conocimiento. La explicación "mitológica" que Platón da de la cuestión se encuentra en la doctrina de la pre-existencia del alma. CAPÍTULO V: EL MUNDO DE LAS IDEAS, PLATON Platón nació en Atenas, a los veinte años entró en contacto con Sócrates, que determinaría decisivamente su pensamiento, y en cuya boca puso la mayor parte de sus propias doctrinas En el año 385 estableció su escuela, la Academia - cultivaron no sólo la filosofía sino todas las ciencias fue cerrada, y sus bienes confiscados, por el emperador Justiniano, en 529 d.C Platón fue uno de los más grandes artistas de la palabra, uno de los escritores más grandes de todos los tiempos Se ha dicho que la grandeza del arte griego reside en haber sabido armonizar de manera perfecta la claridad, la racionalidad y la seriedad, por un lado, con la imaginación, la pasión y el brillo, por el otro.
Planteo del problema Platón está persuadido de que el verdadero saber no puede referirse a lo que cambia, sino a algo permanente; no a lo múltiple, sino a lo uno. la crítica de Platón- Sócrates: I. no se preocupó por aclarar convenientemente la naturaleza del concepto, su status ontológico; II. limitó su examen al campo de los conceptos morales -piedad, justicia, virtud, valentía, etc.-, de modo que no llegó a encarar el problema en toda su universalidad. Platón se propondrá completar estas dos lagunas: precisar, de un lado, la índole o modo de ser de los conceptos -que llamará "ideas"-, e investigar, de otro lado, todo su dominio: no sólo' los conceptos éticos, sino también los matemáticos, los metafísicos, etc. El llamado conocimiento sensible; en realidad, no debiéramos llamarlo "conocimiento", sino meramente opinión, porque es siempre vacilante, confuso, contradictorio: Eje. el remo fuera del agua nos parece recto, hundido en ella se nos muestra quebrado Este tipo de "conocimiento" es vacilante y contradictorio porque su objeto mismo es vacilante y contradictorio, se encuentra en continuo devenir. ○ Si nuestro saber se edificase sobre las cosas sensibles, la consecuencia entonces sería el relativismo, consecuencia que justamente sacó Protágoras: "el hombre es la medida de todas las cosas" El verdadero conocimiento deberá ser de especie totalmente diferente del que proporcionan los sentidos
tendríamos que decir: "hasta donde se ha observado, dos más dos es igual a cuatro; pero quizá mañana, o en otro lugar, no suceda así". El conocimiento a priori no se refiere a los hechos, no es un conocimiento de hecho (de facto), contingente, sino de derecho (de jure), necesario. La diferencia entre conocimiento empírico y conocimiento a priori es una diferencia, entonces, que se refiere al valor del conocimiento. (Por eso se trata de una cuestión que no puede resolver, por ejemplo, la psicología; ésta es una ciencia empírica) Los dos mundos; doxa y episteme Según Platón, entonces, resulta haber dos mundos o dos órdenes del ser: el mundo sensible , de un lado, el mundo de las ideas o mundo inteligible , del otro y consiguientemente hay dos modos principales de conocimiento, la doxa u opinión, y la episteme el conocimiento propiamente dicho o "ciencia" -entre el ser pleno -las ideas- y el no-ser absoluto, se intercala el mundo del devenir, el de las cosas sensibles, que son y no son, que participan, copian, dependen de las ideas. Sintéticamente, podríamos trazar el siguiente cuadro de los caracteres respectivos de los dos mundos: Ideas Cosas sensibles únicas (una sola idea de belleza, una sola idea de igualdad, etc.) inmutables (no devienen) idénticas a sí mismas intemporales necesarias y universales participadas modelos independientes realidades perfectas múltiples (muchas cosas bellas, etc.) mutables (devienen) contradictorias temporales contingentes y particulares participantes copias, imitaciones dependientes fenómenos imperfectas Las ideas son "trascendentes " respecto del mundo sensible, es decir, que constituyen una realidad que está más allá de este. Grados del ser y del conocer -un diagrama o esquema con que se representan las distintas zonas o grados del ser, desde la nada hasta el ser en toda su plenitud, y, paralelamente, los grados del saber, desde la ignorancia hasta el conocimiento absoluto.
El mundo de la dóxa EIKASIA (imaginación) El segmento AB corresponde a los entes cuyo ser es el más débil posible por así decirlo -entes como las sombras, las imágenes que se proyectan en los espejos o en cualquier otra superficie parecida, los sueños. -El estado de espíritu correspondiente lo llama Platón eikasía (imaginación o conjetura) -En la medida en que en estos casos tomaremos la sombra, la imagen o el sueño por la realidad, nos encontraríamos en un estado de eikasía. Ejemplo: las películas (nos hacen reír o llorar como si se tratase de la vida real) La justicia es una idea = segmento DE de nuestro esquema -Todo sistema jurídico o sistema de gobierno efectivamente existente en alguna parte, sería un tipo de cosa sensible (segmento BC), que, como toda cosa sensible, no podría realizar, sino de manera imperfecta, la idea de justicia Platón critica este tipo de arte imitativo que tiende a engañarnos, cosa que puede ocurrir, no sólo con la pintura, sino en general con todo arte -la función propia del arte consiste en colocar ante el alma imágenes de lo que es intrínsecamente grande o hermoso, y ayudar así al alma a reconocer lo grande o hermoso en la vida real; -cuando el arte hace equivocar a la gente haciendo que tomen por más que apariencia lo que sólo es apariencia, no cumple su debida función -Platón subordina el arte a la moral, mientras que a nosotros, en nuestra época, nos parece que el arte tiene valor en sí, independientemente de consideraciones morales, políticas o lo que fuese.
-Desde luego, el logro perfecto de tal conocimiento no es una posibilidad humana, sino un desiderátum, un ideal; pero un ideal que expresa, según Platón, la meta a que todo hombre aspira y a que todo conocimiento tiende. NÓESIS (inteligencia) ● Este modo de conocimiento, que Platón llama nóesis (inteligencia), se caracteriza en primer lugar por ser puramente intelectual, sin ningún elemento sensible, imágenes o ejemplos, como en el caso de la diánoia : es conocimiento de puras ideas donde todo queda perfectamente comprendido. ● En segundo lugar, es un conocimiento absoluto, no-hipotético, porque cada idea se ofrecerá dentro de una serie o escala, relacionada con las ideas superiores y con las inferiores, y de modo tal que la totalidad misma esté unificada por el principio supremo, que es la Idea del Bien. ● Resulta, entonces, que ciencia y filosofía (dialéctica) difieren en que el hombre de ciencia va de la hipótesis a las consecuencias que de ella se desprenden, en tanto que el filósofo parte de la hipótesis en busca de un principio no-hipotético. -Para la ciencia, la hipótesis es una barrera, más allá de la cual no puede proceder, en tanto que la filosofía trata de eliminar o superar las hipótesis -Platón, pues, concibe la filosofía "como la única esfera en la cual el pensamiento se mueve con perfecta libertad, no sujeto a ninguna limitación. la filosofía es lo mismo que el pensamiento (nóesis) Lo característico entonces de la naturaleza filosófica, y el rasgo que permite determinar si alguien tiene condiciones para la filosofía o no, es justamente la capacidad de ser "sinóptico" , es decir, la facultad de ver a la vez, conjuntamente, las relaciones entre las diversas ideas, lo múltiple en lo uno. La dialéctica ● El método de la nóesis es la dialéctica: el arte de la conversación que tiene por meta dar razón de alguna idea, buscando el principio de que depende unas letras se combinan con algunas pero no con otras; combinandolas y dividiéndolas según sus articulaciones naturales. Según que el orden seguido en el proceso vaya de una idea hacia las que le están subordinadas, o bien hacia las ideas superiores (o, simplemente, de los casos sensibles a la idea), en la dialéctica resaltará el momento de la división , o bien el de la combinación o sinopsis, la dialéctica descendente o la ascendente. ● procedimiento de división: Ejemplo Sofista: Pescar con caña es un arte. Pero hay dos formas de arte: productivo, cuando de lo que se trata es de fabricar algo nuevo, o adquisitivo, cuando el arte consiste simplemente en lograr algo que ya existe; está claro que la pesca pertenece al segundo grupo. A su vez hay dos formas de arte adquisitivo: uno que consigue su objeto mediante intercambio, otro por medio de su captura etc. etc. → De tal manera se ha llegado a la definición completa de lo que sea la pesca con caña: es el arte adquisitivo, mediante captura, de animales acuáticos, en forma cruenta e hiriendo al animal de abajo hacia arriba. Como en cada caso se ha hecho la división en dos, se tratará de una división "dicotómica". En el ejemplo se ha considerado sólo una de las divisiones; si se completase cada una de las dos en todos los casos, se obtendría el siguiente esquema: Conocimiento perfecto: un conocimiento (nóesis) para el cual el mundo inteligible se ofrece como gradación de ideas, cada una relacionada con las que le son superiores y con las inferiores, constituyendo un cosmos, una totalidad orgánica fundamentada y unificada por el Bien -Cmo tal tipo de conocimiento depende en definitiva de que se llegue a la idea del Bien como principio absolutamente incondicionado (anhipotético), la dialéctica propiamente dicha es la dialéctica ascendente , que va de lo sensible hacia las ideas, y en último término hasta el Bien.
-La dialéctica es entonces el " viaje " desde el devenir hacia el ser, desde lo múltiple hacia la suprema unidad, de las apariencias hacia la verdadera realidad, hasta llegar a algo absolutamente firmen superando las hipótesis o supuestos en que se apoya la diánoia La Idea del Bien ● La Idea del Bien es la idea suprema, la "Idea de las ideas"(es fundamento ontológico, gnoseológico y teleológico) -Es muy difícil alcanzarla y hablar de ella tal como es en sí misma; hay que no tratar del Bien en sí mismo; no basta con el "ojo" del alma y las cosas inteligibles o ideas, sino que es preciso además un principio que a las ideas las haga aptas para ser captadas, que las haga cognoscibles; esto es justamente lo que hace el Bien: es lo que otorga inteligibilidad a las ideas. -Ejemplo: comparándolo con el sol. En efecto, para ver algo no basta con el ojo y la cosa visible, sino que es preciso también la luz, que el sol otorga. El sol, con su luz y calor, les presta vida a las cosas de este mundo, y, en tal sentido, las hace ser -El Bien hace ser a las ideas. Y en cuanto que es origen o principio del ser, el Bien está más allá del ser mismo (de ahí, sin duda, la dificultad para hablar de él, según señala Platón) La idea del Bien constituye lo absoluto. Las palabras "bien" y "bueno" Heidegger traduce la palabra griega agathón [bien] por " lo que hace apto para " algo; y, en efecto, la Idea del Bien es lo que hace a las demás ideas (y, por ende, a las cosas sensibles) aptas para ser y para ser conocidas o inteligidas. Todo ente tiene como una dirección, algo hacia lo que se orienta o aspira, su propio "fin" (télos), que, en definitiva, es el Bien. La relación entre los dos mundos Las ideas: