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guerra civil española, entre republicanos y conservadores
Tipo: Diapositivas
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La patria es en España un sentimiento sencillamente popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los trances más duros, los señoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la mienta siquiera. A. Machado. Prof. Félix González Chicote.
3.1. Un contexto internacional complicado: Ascenso del nazismo, política de apaciguamiento y No intervención_._ 3.2. Apoyos fascistas y nazis a los rebeldes. 3.3. La soledad de la República.
Es fundamental utilizar la cartografía para comprender mejor el desarrollo de la guerra.
Pero el fracaso más grave se produjo, sin duda en Madrid y Barcelona. En la capital catalana, la CNT lanzó a los obreros a las calles y se hizo con armas para enfrentarse a las tropas golpistas. Cuando en la mañana del día 19 éstas abandonaron sus cuarteles se encaminaron hacia la Plaza de Cataluña, los militantes anarquistas, en colaboración con los Guardias de Asalto y la Guardia Civil, que permaneció leal al gobierno de la Generalitat , rechazaron el avance y sitiaron a los insurrectos en el edificio de Telefónica. Cuando llegó el general Goded, que debía tomar el mando de los sublevados, era tarde, y sólo pudo rendirse ante el gobierno de Companys. En Madrid, en la mañana del 19 los golpistas, dirigidos por el general Fanjul, se atrincheraron en el Cuartel de la Montaña. Esa misma noche formó gobierno el doctor José Giral , que había desempeñado un papel clave como ministro de Marina para detener la sublevación en la Armada. Lo primero que hizo fue entregar armas a las milicias obreras, formadas apresuradamente por socialistas y comunistas con la ayuda de algunos oficiales, y cuya primeras unidades asediaron el cuartel durante todo el día 19, hasta que a mediodía del 20 se inició el asalto. Los oficiales republicanos y la Guardia de Asalto consiguieron a duras penas evitar el linchamiento de Fanjul. Los demás cuarteles sublevados, en Getafe y Campamento, fueron reducidos rápidamente. En general, el golpe triunfó en función de dos condiciones fundamentales: la rapidez y coordinación de sus protagonistas, y la capacidad de reacción de las fuerzas populares. En las primeras horas, sin reacción gubernamental, sólo la indecisión de muchos golpistas les llevó al fracaso, pese a que la sublevación no tuvo apenas respaldo mayoritario, si exceptuamos Pamplona o Burgos. Desde el día 19, sin embargo, la clave estuvo en las dudas de muchos gobernadores y alcaldes, que rehusaron la orden de entregar armas a la población, temerosos de su uso posterior. La entrega fue decisiva para sofocar la intentona en Madrid y Barcelona, mientras que la negativa fue fatal en otras ciudades. También fue fundamental la actitud, leal o rebelde, que tuvieron las unidades de la Guardia Civil, que en varias ciudades inclinaron la decisión de tomar partido por una de las opciones posible: legalidad o rebeldía. Por tanto, la rebelión fracasó en la España más desarrollada e industrializada del este (Cataluña y Valencia) y norte (Asturias, Cantabria, Guipúzcoa y Vizcaya), con un mayor número de obreros, junto con Castilla-La Mancha, Madrid, Murcia y gran parte de Andalucía, donde los golpistas eran escasos o estuvieron indecisos o los partidos y sindicatos de izquierdas reaccionaron rápidamente resistiendo. No era, por supuesto, la primera vez que los militares intentaban salvar a la patria. Pero la sublevación no era un mero pronunciamiento como había sucedido tantas veces en la historia contemporánea de España. El general Emilio Mola, cabecilla del golpe ya lo había anunciado “Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo”. Estaba claro que si había resistencia, y las iba haber, aquello acabaría en exterminio, en una guerra de conquista para salvar a España de la anarquía. Si de salvadores se trataba, ahí estaba el general Francisco Franco, que creía, efectivamente, que ésa era su misión, salvar un patria de la que no deberían formar parte los liberales, los republicanos, los militantes de organizaciones obreras o los votantes del Frente Popular. Todo ellos eran izquierdistas, rojos, enemigos despreciables a los que Mola, otro salvador, ya el día 19 de julio recomendaba “eliminar sin escrúpulos ni vacilación a todos lo que no piensen como nosotros”. Y ahí residía una de las claves de lo que se avecinaba: aniquilar a quien no pensara igual, “echar al carajo toda esa monserga de derechos del hombre, humanitarismo y filantropía” o si se prefiere en boca Queipo de Llano, otro salvador, borrar del diccionario de la lengua las palabras piedad y amnistía. Frases para la historia, incitadoras de la violencia, y que Franco le repitió al periodista norteamericano Jay Allen el 28 de julio de 1936, quien, sorprendido por la estatura del general, “asombrosamente pequeña” sentenció: “Otro enano que quiere ser dictador”. Más no se quedaron en frases y, en este caso, de los dichos a los hechos no hubo un trecho. Dijimos que José Giral dio el paso decisivo de armas a los militantes obreros y republicanos que salieron a la calle a combatir a los sublevados allí donde la fidelidad de los mandos militares lo permitió. Madrid o Barcelona constituyen buenos ejemplos, aunque también Valencia, Jaén, San Sebastián, o Huelva durante unos días. Es importante comprender que el Estado republicano al perder el monopolio de las armas, no pudo impedir que allí donde los insurgentes fueron derrotados se abriera un proceso revolucionario, súbito y violento, dirigido a destruir las posiciones de los privilegiados. Las calles se llenaron de hombres y mujeres armados, nuevos protagonistas, muchos de los cuales no estaban allí para defender la República, a quien ya se le había pasado su oportunidad, sino para hacer la revolución. A donde no había llegado la República con sus reformas, llegarían ellos con la revolución. Los medios políticos dejaban paso a los procesos armados. La vieja teoría, ahora desempolvada y bien vendida mediáticamente a las nuevas generaciones de que el golpe de estado fue preventivo ante una posible revolución comunista en España es tan tediosa de discutir como difícil de demostrar, todos los estudios serios y científicamente elaborados están de acuerdo en lo siguiente: el golpe de Estado contrarrevolucionario, que intenta frenar la revolución, acabó finalmente desencadenándola.
En la mañana del 21 el golpe triunfaba en 29 capitales de provincia , mientras el 21 permanecían leales al Gobierno. La zona bajo control de los militares sublevados ocupaba amplias regiones, al Sur y Norte de la Península, además del control total del Norte de África, Canarias y Baleares. También la zona republicana estaba partida en dos, si bien el núcleo principal permanecía mucho más aglutinado que el territorio rebelde. El mal llamado bando nacional,
TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) IES FRAY LUIS DE LEÓN
como pronto fue conocido, controlaba buena parte de la frontera portuguesa, mientras que la zona del Pirineo mejor comunicada con Francia permanecía leal a la República. Ésta dominaba, además, la costa mediterránea y buena parte de la Atlántica. La relación de fuerzas era bastante equilibrada, en términos generales. La República superaba a la zona rebelde en el dominio de las regiones industriales: toda la siderurgia, la industria mecánica, la textil, buena parte del hierro y del carbón, estaban en sus manos. Además contaba con reservas suficientes de trigo en La Mancha y de cultivos de arroz o los cítricos levantinos. Los rebeldes, por su parte, tenían reservas de cereal y ganado de la meseta norte y Galicia, además del carbón leonés y las minas de Riotinto. La República aventajaba en otro aspecto importante a los sublevados: contaba con las reservas de oro del Banco de España. Pero esa superioridad se resquebrajaba si atendemos a los efectivos militares. Teóricamente, la mitad de las unidades del ejército de tierra permanecía bajo el control del Gobierno republicano. Pero la gran mayoría de los oficiales se habían sublevado, y las unidades estaban prácticamente desarticuladas, lo que obligó al gobierno republicano a empezar casi desde cero para recomponer un ejército sobre la base de las entusiastas milicias obreras. Giral tuvo que improvisar prácticamente un Estado Mayor a base de jefes y oficiales leales, en vez de generales, habida cuenta de que varios de ellos se habían sublevado, y otros muchos habían caído prisioneros o fueron ejecutados por su resistencia a la rebelión. Además, los rebeldes contaba con varias divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía, y sobre todo con el ejército de África, el mejor equipado y entrenado. No ocurrió lo mismo con la flota y la aviación. Ya vimos cómo los marineros detuvieron a sus mandos siguiendo órdenes del Ministerio; sólo en algún caso aislado hubo resistencia y violencias a bordo, y apenas media docena de buques quedó en manos de los rebeldes. El día 20, la escuadra republicana ancló en Tánger, con órdenes de bloquear el Estrecho e impedir el traslado del ejército de África. Sí hubo lucha sangrienta en las bases, y el Ferrol y San Fernando quedaron bajo dominio de los rebeldes, que en pocas semanas pudieron utilizar los buques en reparación situados en ellas, incluidos un acorazado y dos cruceros. Respecto a la aviación, la República tenía en sus manos la mayor parte de los aviones, si bien muchos de ellos habían sido inutilizados por los oficiales sublevados antes de ser reducidos, como ocurrió en el aeródromo de Getafe.
3.1. Un contexto internacional complicado: Ascenso del nazismo, política de apaciguamiento y No intervención****. Aunque la opinión democrática mundial estuvo a favor de la República, la guerra de España suscitó de forma inmediata el temor a su extensión por Europa en medio de una delicada situación internacional. Para evitar su generalización, se consideró necesario aislar el conflicto. Francia y Gran Bretaña, ya habían puesto en marcha la política de apaciguamiento con la Alemania nazi. La defensa de la República se identificó con la lucha por la democracia y la libertad, y muy especialmente la lucha contra el fascismo que se expandía por Europa y que apoyó decididamente la causa franquista desde sus dos grandes bastiones: el nazismo alemán y la Italia de Mussolini. Los partidos obreros de todo el mundo y la URSS , se manifestaron decididamente a favor de la República. Stalin apoya la política de Frente Populares contra el nazismo. → El Papado tardó en pronunciarse y lo hizo a favor de Franco. → Gran Bretaña defendía una política de apaciguamiento ante la Alemania nazi y quería evitar un conflicto, además el gobierno conservador veía en el alzamiento de Franco un buen freno a la expansión del comunismo. Gran Bretaña pagaría muy cara durante la Segunda Guerra Mundial su actitud conciliadora con Hitler. → Francia era la potencia más afectada por sus simpatías hacia la causa republicana, dado que también tenía un gobierno de Frente Popular, pero los gobernantes fueron demasiado prudentes y no ayudaron al gobierno republicano después de que Gran Bretaña le advirtiese de que si intervenía en España no apoyaría su política internacional ante la amenaza de Hitler. Francia se plegó a esas exigencias, aceptando (le hace un verdadero chantaje Inglaterra) la creación de un Comité de No Intervención. Este Comité se creó en 1936 en Londres , y a él acabaron asociándose veintisiete países, entre los que se encontraban los que más asistencia prestaron a los combatientes, Alemania, Italia y la URSS, con la sola intención de vigilarse los unos a los otros. No se puede entender la guerra civil española sin el condicionante de la política de No Intervención que fue muy perjudicial para la República y una de las causas de su derrota, ya que Francia y Gran Bretaña no impidieron que Alemania e Italia colaborasen con Franco. Los intentos de Juan Negrín, presidente del gobierno de la República por intentar involucrar a Gran Bretaña y Francia se truncaron tras los vergonzosos pactos de Munich, el 29 de septiembre de 1938 Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier aceptan las exigencias de Hitler tras la ocupación de los Sudetes. Múnich fue el punto de partida de nuevas exigencias e incorporaciones; en marzo de 1939 caía Praga, pero también la capital de la II República: Madrid. Hitler hacia caso omiso de sus compromisos internacionales mientras que Gran Bretaña había sacrificado la República
TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote
aceptar simplismos ya se sabe. Con Madrid amenazado, la Administración medio hundida, la No intervención haciendo de las suyas y las adquisiciones encubiertas llegando a cuentagotas, la República jugo a fondo sus cartas. Intento trasladarlo a Francia, donde tras un primer envió le fue devuelto. No debemos olvidar que en el contexto internacional las posibilidades de adquirir grandes cantidades de armamento no existían fuera de la Unión Soviética para la República, más si tenemos en cuenta el sabotaje bancario al que fue sometida. El oro era un arma de guerra, se necesitaba financiación y armamento, Negrín intentó negociar créditos a largo plazo con la Unión Soviética. Pudo hacerlo cuando el oro ya estaba en Moscú. No podía hacerlo con él en Cartagena. El depósito de oro constituía el único modo de financiar la guerra, por tanto el famoso oro perdido, robado, expoliado, etc.. simplemente fue el único aval del gobierno legítimo de una República abandona por las Democracias. El material enviado por la Unión Soviética fue pagado a cuenta con el oro español, la supuesta dependencia de Negrín con el comunismo soviético es una falacia, la URSS era el suministrador principal, no el guía ideológico. No se puede olvidar la solidaridad de México, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, o la acogida de refugiados en países como Bélgica, Gran Bretaña o la Unión Soviética. Pese a estas ayudas, la República estaba en clara desventaja con respecto a los rebeldes, de modo que el Gobierno trato de contrarrestar infructuosamente la situación con constantes apelaciones a la Sociedad de Naciones para que decretase la retirada de todos los extranjeros.
4. EL DESARROLLO DE LA GUERRA (Es fundamental utilizar los mapas, tanto generales como de los diferentes teatros de operaciones).
La sublevación militar del 18 de julio provocó, en un primer momento, la división de España en dos partes: una controlada por los rebeldes y otra por el gobierno de la República. → Rebeldes. Controlaban Canarias, protectorado marroquí, Cáceres, Castilla y León, La Rioja, Navarra, Galicia, la isla de Mallorca y la costa desde Cádiz al estrecho de Gibraltar. Además, entre los sublevados reencontraban casi todas las fuerzas armadas, incluido el ejército de África, que llevó a cabo operaciones clave en la guerra, y los altos mandos. → Republicanos. Dominaron el resto del país, es decir, las principales zonas industriales (Cataluña y la franja cantábrica) y grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia. Además poseía todo el oro del Banco de España y el control de las fuerzas aéreas y navales que, posteriormente, resultaron poco eficaces.
4.1. La marcha hacia Madrid: la guerra de columnas (julio-noviembre de 1936).
En un primer momento la lucha adoptó la forma de enfrentamientos sucesivos entre agrupaciones de fuerzas de ambos contendientes sin un frente muy preciso. Fue habitual que la disparidad de efectivos y de calidad resultara grande, por lo que casi siempre uno de los dos bandos estaba en situación manifiesta de defensiva. La composición de esos núcleos armados -las columnas- solía ser muy heterogénea pues formaban parte de ellos a la vez unidades militares, fuerzas del orden público y voluntarios. Las decisiones en cada uno de los contendientes fueron no sólo muy descentralizadas, sino que a veces dan la sensación de inexistencia de un plan de conjunto. Si estos rasgos son comunes en los dos contendientes hay, sin embargo, una diferencia fundamental entre ellos. Mientras que es posible que entre los sublevados las unidades de voluntarios favorecieran el incremento de moral en las columnas, el entusiasmo revolucionario en el Frente Popular contribuyó a la disolución de las unidades y a poner en peligro la jerarquía y disciplina militar.
TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote
Los primeros días de la guerra sirvieron para consolidar los frentes. En la sierra madrileña , las columnas rebeldes, cuyo objetivo inmediato era tomar la capital, fueron contenidas por las milicias obreras en Somosierra, Navacerrada y Guadarrama. Los milicianos conseguían también recuperar Guadalajara y Alcalá de Henares. En Andalucía Queipo de Llano se adueñaba de las regiones vecinas y conseguía enlazar con Córdoba y Granada, abriendo una cuña en la Andalucía republicana. En Aragón, las columnas dirigidas por los líderes anarquistas, comunistas y socialistas consiguieron recuperar terreno, pero no pudieron conquistar ninguna de las tres capitales. Todos estos frentes permanecerían bastante estables durante el resto de la guerra. * Paso del Estrecho y avance de la columna de la muerte de Yagüe. El 5 de agosto, gracias a la ayuda alemana , se inició el traslado masivo del ejército de África a la Península. Con el objetivo inicial de marchar sin dilación hacia Madrid, las tropas de legionarios y regulares dirigidas por Yagüe se desviaron para atacar Badajoz. Tras una breve y dura resistencia, los rebeldes tomaron la ciudad al asalto el 14 de agosto, iniciando a continuación una durísima represión que provocó un escándalo internacional. El periodista John T. Whitaker, alarmado por lo que le contaba su colega y amigo Jay Allen, se presentó ante Yagüe y le preguntó si era verdad que habían sido asesinados varios miles de personas. Y el teniente coronel Yagüe respondió sonriendo: “Naturalmente que los hemos matado. ¿Qué suponía usted? ¿Iba a llevar 4.000 prisioneros rojos con mi columna, teniendo que avanzar contra reloj? ¿0 iba a dejarlos en mi retaguardia para que Badajoz fuera rojo otra vez?” Se calcula que entre 2000 y 4000 personas fueron ejecutadas. La toma de Badajoz permitió enlazar las dos zonas del bando sublevado, y el suministro de ayudas al ejército de Mola, que el día 16 tuvo su primera entrevista con Franco. Durante septiembre y octubre, el avance de las tropas nacionales fue continuo. En el Norte , el objetivo primordial de Mola fue la conquista de Irún , para aislar a las provincias vascas de la frontera francesa. Tras una larga resistencia, el 4 de septiembre caía la ciudad, completamente arrasada, y nueve días después se rendía San Sebastián. Las fuerzas republicanas consiguieron detener el avance en el río Deva a finales del mes, estabilizando el frente. En el sur la situación era similar. Ronda caía en manos de los rebeldes, que terminaban también con la resistencia de los mineros de Riotinto. El 3 de septiembre Yagüe entró en Talavera , y tras reorganizar sus fuerzas el día 21 tomaba Maqueda. El camino de Madrid parecía ahora abierto, pero, entonces, Franco tomó una decisión que posiblemente fue decisiva para el resto de la guerra: opto por desviar el esfuerzo para liberar Toledo, en cuyo Alcázar venían resistiendo un grupo de sublevados, mandados por el coronel Moscardó. El día 27 las fuerzas mandadas por Varela entraban en la ciudad, y la “liberación” de Toledo se convirtió en una baza propagandística para los rebeldes. Toledo fue una más de las muchas veces que Franco tomó una decisión no profesional, si por un lado se puede hablar de cierta incompetencia militar, no es menos cierto que lo que verdaderamente le interesaba, después del fracaso del golpe y de los apoyos extranjeros que inesperadamente había logrado, era ir haciéndose con el control político de la sublevación. 4.2. La batalla por Madrid. La toma de Toledo retrasó el asalto a Madrid, que fue preparándose durante todo el mes de Octubre. El día 18 las fuerzas de Varela llegaban a Illescas y se iniciaba una operación de tenaza sobre la capital, desde el Sur y el Oeste. El Gobierno comenzó a preparar la defensa: se decidió que el presidente Azaña se trasladara a Barcelona, se militarizaron las milicias y se organizaron las primeras Brigadas Mixtas , compuestas por tropas del ejército y milicianos. Ya desde septiembre se había trasladado a Cartagena todo el oro y la plata del Banco de España. La capital recibía decenas de miles de refugiados y los problemas de abastecimiento comenzaban a acuciar, mientras se producían los primeros bombardeos. Llegaron los primeros tanques rusos y varias columnas de los frentes del Norte, entre ellas la columna Durruti, convertido ya su jefe en un personaje legendario. Pese al riesgo, la vida en la ciudad continuaba, con las calles en plena efervescencia y un espíritu de resistencia popular continuamente alimentado por la propaganda de los partidos. El 2 de noviembre las tropas franquistas avanzaron hasta Móstoles y Pinto , y dos días después dominaban el sur de Madrid, incluidos Getafe, Leganés y Alcorcón. El Gobierno abandonó la capital rumbo a Valencia, lo que produjo la indignación del pueblo madrileño, y se constituyó la Junta de Defensa de Madrid , presidida por el general Miaja , con el teniente coronel Vicente Rojo como Jefe del Estado Mayor. Se estableció un dispositivo de defensa, que formaba un arco desde Vallecas, por todo el Sur y Oeste, hasta el Puente de los Franceses. Ese mismo día entraban en Madrid los soldados de las primeras Brigadas Internacionales , voluntarios de todo el mundo reclutados por la Komintern y preparados durante las semanas anteriores por técnicos soviéticos. Su bautismo de fuego se produjo al día siguiente, y aunque su acción no fue decisiva, el refuerzo moral que supuso para la defensa de la ciudad sí fue fundamental. También en esos días comenzaron las primeras incursiones de los aviones soviéticos, al tiempo que en los bombardeos de los asaltantes intervenían los junkers de la Legión Cóndor alemana. La dura resistencia de Madrid se prolongó aún varios días. El 16 los asaltantes consiguieron atravesar el Manzanares a la altura de la Ciudad Universitaria, pero no pudieron ampliar la cuña antes la resistencia de los defensores atrincherados en el Puente de los Franceses. En los días siguientes, se combatió palmo a palmo en los edificios de la Universidad, que quedaron arrasados, al tiempo que arreciaban los bombardeos sobre el centro de la ciudad. Finalmente, tras estrangularse la cuña, Franco decidió desistir del asalto frontal a Madrid. Era evidente la
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desde el Sur, y el Gobierno francés impedía utilizar sus suelos para hacer escalas. A partir del 11 de junio, el avance de los rebeldes hacia Bilbao resultó ya imparable, derrumbándose el frente. El Gobierno vasco decidió abandonar la capital, y se negó a cumplir la orden del Gobierno central de destruir las industrias para que no cayeran en manos del enemigo. El día 19 las tropas navarras e italianas entraban en Bilbao , y cuatro días más tarde Franco derogaba el Estatuto Vasco y los conciertos económicos. Las milicias vascas, los gudaris nacionalistas, todavía resistían, pero entre ellos cundía el desaliento, primero porque la situación era desesperada, segundo porque muchos de ellos eran católicos y no terminaban de simpatizar con el laicismo republicano. Todo esto se resolvió con su rendición en manos del ejército italiano en la localidad cántabra de Santoña. Esta decisión dejó desguarnecida la defensa de la zona occidental, de modo que a finales de agosto caería Santander y en octubre Gijón. Durante la campaña vasca, el día 3 de junio, Mola moría al estrellarse su avión cerca de Burgos. Si la jefatura de Franco era sólida, ahora desaparecía el único general que podía disputarle la primacía en el Ejército. 4.3.2. Contraofensivas republicanas: La Granja, Huesca y Brunete. A falta de apoyos directos a los vascos, el ejército republicano había intentado dos ofensivas para distraer fuerzas del enemigo, en L a Granja y en Huesca, pero la rápida respuesta rebelde impidió avanzar de forma apreciable. Una vez caído Bilbao, el coronel Rojo, ahora Jefe del Estado Mayor, planeó una ofensiva en Brunete, con el objetivo de romper el cerco de Madrid y aliviar la presión sobre las maltrechas fuerzas del norte, 50.000 hombres, 150 tanques y unas 200 piezas de artillería, con fuerte apoyo aéreo, se lanzaron el día 5 de julio; consiguieron avanzar unos 15 kilómetros, gracias al efecto sorpresa, y tomar varios pueblos, entre ellos Brunete. Pero fallos de coordinación impidieron profundizar la brecha, y a partir del día 18 las tropas del general Varela contraatacaron con éxito. A finales de mes, Franco ordeno detener la ofensiva y estabilizar el frente: era más importante continuar las operaciones en el Norte. La batalla había supuesto, de nuevo, numerosas bajas por ambas partes. 4.3.3. Santander, objetivo inmediato. La ofensiva sobre Santander se inició el 14 de agosto. Ahora, pese a que los efectivos republicanos eran mayores, su inferioridad en aviación, artillería y carros era ya notoria. El día 15 cayó Reinosa , y el avance franquita a toda costa, desde el día 23, ante el avance franquista fue rápido. Pese a la consigna de Prieto, desde Valencia, de resistir a toda costa, se decidió una evacuación que se llevo a cabo apresuradamente. El día 26 caía Santander, en medio del júbilo de una población mayoritariamente derechista. 4.3.4. Segunda contraofensiva republicana: Belchite. De nuevo el Estado Mayor republicano intentó una maniobra de distracción desesperada. El día 24 de agosto se lanzaron 80.000 hombres en el frente próximo a Zaragoza, con el objetivo de romperlo y sitiar la ciudad, y aunque el avance llegó a ser notable, hasta unos 30 kilómetros, la pronta reacción defensiva, en torno al pueblo de Belchite, evitó que la brecha pudiese ampliarse. El pueblo cayó, arrasado, el 3 de septiembre, pero el mando republicano ordenó detener la operación, ante la imposibilidad de alcanzar los objetivos. 4.3.5. Ataque y defensa de Asturias. El día 1 de septiembre comenzó la ofensiva sobre Asturias. Curiosamente, aunque la inferioridad republicana era ya clara, la resistencia fue aquí mayor; tanto la compleja topografía como el espíritu de resistencia de los mineros asturianos hicieron que durante más de un mes las fuerzas nacionalistas no consiguieran apenas avances, pese al insistente fuego y a los bombardeos. Pero el día 10 de octubre, las unidades de Solchaga rompieron el frente, y de ahí las líneas se fueron derrumbando. La evacuación, en este caso, resultó imposible, al estar los puertos bloqueados por la escuadra franquista. El día 21 caía Gijón , y se iniciaba una violenta operación de limpieza contra las cuencas mineras, cuya vieja tradición revolucionaria fue castigada con especial dureza. Con la caída de Gijón, la zona republicana del Norte dejaba de existir. No sólo se trataba de un durísimo golpe moral a la República: las cuencas mineras de carbón y hierro, y una buena parte de la industria pesada pasaban a manos de los franquistas, y en buena parte intactas. La escuadra se limitaría, a partir de entonces, a bloquear el Mediterráneo. Los insurrectos podían desguarnecer la retaguardia, y concentrar todo el esfuerzo militar en el largo frente que iba desde Andalucía al Pirineo. Y, además, la caída del Norte reafirmaba la tendencia de la guerra hacia la victoria del Gobierno de Burgos, lo que relanzó su imagen hacia el exterior y permitió iniciar contactos más serios con las potencias.
4.4. Contraataque republicano: la batalla de Teruel. Tras la pérdida de la zona cantábrica, el Estado Mayor republicano necesitaba con urgencia recuperar la iniciativa. Tras un mes de preparativos y de estructuración del nuevo Ejército de Maniobra , el 15 de diciembre 40. soldados atacaron desde tres puntos hacia Teruel; la contundencia del ataque rindió sus frutos, y el día 22, bajo un frío glacial, los republicanos tomaban la ciudad aragonesa. Aún resistieron los últimos defensores, atrincherados en el Gobierno Civil y edificios próximos, hasta que el 8 de enero se rindieron. El éxito republicano era pequeño, pero Franco optó por responder, por razones de prestigio, pero también porque era consciente de la superioridad de fuerzas que tenía en la reserva, y de que se presentaba una buena oportunidad de desgastar las mejores unidades republicanas. Lanzó cerca de 125.000 soldados, y durante más de un
TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) IES FRAY LUIS DE LEÓN
mes ambos ejércitos lucharon denodadamente en condiciones climáticas tremendas (se alcanzaron los 18 grados bajo cero), hasta que los últimos defensores republicanos, cercados, optaron por abandonar la ciudad. Una noche abrieron por sorpresa una brecha en las líneas enemigas y consiguieron huir. El 25 de febrero de 1938 las fuerzas franquistas ocupaban de nuevo de nuevo Teruel, pero sus adversarios consiguieron recomponer el frente, unos pocos kilómetros más atrás de sus posiciones iniciales. Puede considerarse que el resultado era de empate, pero el mayor desgaste había corrido a cargo del bando republicano. 4.5. La guerra en 1938. Campañas de Aragón y Levante.
4.5.1. La lucha en Aragón y Levante. La carrera hacia el mar. Inmediatamente, el ejército nacionalista retomó la iniciativa y lanzó, el 9 de marzo, una ofensiva general en el frente de Aragón. La superioridad en apoyo artillero, en reservas y en aviación hizo que las líneas republicanas cedieran por todos lados: los franquistas tomaron Belchite, Alcañiz y Montalbán , al tiempo que avanzaban también por el Pirineo. Tras unos días de reacción republicana, que permitió sujetar el avance, el día 21 éste se reanudo. En los días siguientes, Barbastro y Fraga cayeron en poder de los franquistas, que el día 3 de abril tomaron Lérida. Finalmente, el día 15 las tropas dirigidas por Camilo Alonso Vega alcanzaban el Mediterráneo, a la altura de Vinaroz, partiendo en dos la zona republicana. Franco podía haber atacado Cataluña desde Lérida, las consultas oficiosas al gobierno francés aseguraban que no existiría una reacción por su parte, sin embargo, Franco quería una guerra larga que consolidara su poder y le permitiera realizar meticulosamente su labor de limpieza de la anti-España, provocando con ello un dolor innecesario. 4.4.2.1. Valencia. A partir de ahí, el plan de operaciones franquista se dirigió hacia el Sur, con el objetivo de tomar Valencia. Pero de nuevo la resistencia republicana se hizo ahora determinante, a la hora de defender una gran ciudad. Los sucesivos ataques hacia el Sur chocaron con la tenacidad de un ejército popular que, si bien había demostrado poco capacidad ofensiva, sí era capaz de defender las posiciones. Tras varias semanas de intento, a mediados de julio la ofensiva se estancó, en buena parte por el agotamiento de los contendientes. Otra gran ciudad, otro fracaso: Valencia no sería ocupada hasta marzo de 1939. 4.5.2. La batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938). La llegada franquista al Mediterráneo produjo una grave crisis interna en el gobierno republicano, que se saldó con la salida de Prieto del Ministerio de Defensa. LA sensación de derrota comenzaba a cuajar en la retaguardia, y se hacía imprescindible reaccionar con prontitud. Se preparo entonces un ataque de gran envergadura para contrarrestar los avances del enemigo. En la noche del 24 de julio las fuerzas republicanas atacaron en masa y consiguieron atravesar el río Ebro a través de tres puntos, estableciendo cabezas de puente y procediendo a trasladar carros, artillería, equipo y munición. La operación, considerada pocos menos que imposible por los técnicos, pilló por sorpresa al mando franquista. En tres días las avanzadillas republicanas atacaban Mequinenza, Amposta y habían conquistado una serie de posiciones elevadas en torno a Gandesa , profundizando unos treinta kilómetros. Ahí se detuvo la ofensiva, la falta de apoyo aéreo se unió, a partir de finales del mes, a la acumulación de unidades con que Franco respondió al ataque, alarmado por la brecha que se estaba produciendo. Desde entonces, los republicanos pasaron a la defensiva, iniciando una larguísima batalla de desgaste y soportando varias contraofensivas, con enormes pérdidas de hombres y material por ambos lados. El 28 de octubre se inicia la última contraofensiva, y esta vez la aplastante superioridad de artillería y aviación permitió a las tropas franquistas avanzar e ir ocupando posiciones, mientras los mandos republicanos iban retirando lo más ordenadamente posible sus unidades al otro lado del río, proceso que terminó el 15 de noviembre. La batalla del Ebro había terminado. Había costado 100.000 vidas y un enorme desgaste de material, pero mientras que para los sublevados hombres y pertrechos eran rápidamente repuestos, el ejército republicanos había agotado allí sus últimas reservas. La batalla del Ebro tuvo otro frente abierto: el diplomático. Tras la ocupación de los Sudetes por Hitler, Juan Negrín, presidente del gobierno de la República intento convencer a las democracias de crear un frente común contra el fascismo. Los acuerdos de Múnich frustraron la esperanzas de Negrín de internacionalizar (formalmente) el conflicto. 4.5.3. La ofensiva sobre Cataluña El 23 de diciembre el ejército franquista desencadeno su última gran ofensiva sobre Cataluña. El ejército popular apenas pudo sostener los frentes unos pocos días, y a partir del 1 de enero el avance franquista se hizo imparable. Las unidades republicanas retrocedían, dando la posibilidad de que pudieran evacuar Barcelona las autoridades civiles y militares, e iniciándose un tremendo éxodo de la población civil hacia la frontera. La capital catalana caía el día 26, Gerona el día 5 de febrero, y las últimas unidades republicanas pasaban la frontera el día 13.
4.6. La República se resquebraja. Golpe de Estado de Casado y la caída de Madrid.
Durante varias semanas más, el Gobierno Negrín continuó sosteniendo sus tesis de resistencia a ultranza, con la esperanza de que la guerra mundial en ciernes estallara y cambiara la situación española. Pero las diferencias internas
TEMA 9. LA GUERRA CIVIL (1936-1939) Prof. Félix González Chicote
La ocupación de tierras estuvo a la orden del día. En los centros urbanos las empresas fueron colectivizadas. En suma, una revolución social espontánea con escaso orden que condicionó el futuro de la República. Los aparatos del Estado quedaron dislocados y el poder real pasó a manos de un conjunto de juntas de carácter local o regional. En gran medida, la historia política de la España republicana a lo largo de la Guerra Civil se tradujo en un esfuerzo de reconstrucción del Estado , que encontró su primera expresión en el gobierno de Largo Caballero, constituido en septiembre de 1936.
5.1.2. El Gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937) Largo Caballero formó un Gobierno de concentración (compuesto por republicanos, socialistas y comunistas y desde noviembre por anarquistas que por primera vez participaban en un gobierno con cuatro ministros, entre ellos Federica Montseny, la primera mujer que fue ministra en la historia de España) que intentó aunar los esfuerzos en la distintas facciones. Para ello, puso en marcha una serie de iniciativas: → Crear una gran alianza antifascista. → Recuperar el control del orden público. Los desmanes de grupos incontrolados del verano de 1936 perjudicaban la imagen exterior de la República, y legitimaban la acción de los sublevados. Para restaurar el Estado de derecho, creó el cuerpo de Carabineros. → Constituir un ejército republicano. Las milicias populares fueron sustituidas paulatinamente por el Ejército Popular de la República (militarización de las milicias). Hasta mediados de 1937 la abolición de las milicias se convirtió en un foco permanente de tensión, sobre todo entre anarquistas y comunistas. → Afianzar el apoyo del nacionalismo vasco. El 1 de septiembre de 1936, las Cortes aprobaron el Estatuto de Autonomía del País Vasco. José Antonio Aguirre fue el primer Lehendakari de un Gobierno que no tenía el control de todo el territorio. Pese a ello, los gobiernos autónomos de Cataluña y País Vasco rechazaron las exigencias del gobierno de centralizar las decisiones clave de la producción y de las industrias de guerra. → Establecer una economía de guerra. Tras el caos inicial, Largo Caballero intentó aglutinar todos los esfuerzos económicos del país en pos de la victoria. Las dramáticas circunstancias del asedio de Madrid obligaron al Gobierno a trasladarse a Valencia y a crear una Junta de Defensa que asumió todo el protagonismo de la resistencia de la capital, erosionando la imagen del Gobierno.
La tensión entre ambos modelos se fue polarizando entre los comités obreros, y estalló en forma de insurrección y combates callejeros en mayo de 1937 en Barcelona. El gobierno de la Generalitat había decidido eliminar los comités de vigilancia, controlados por anarquistas, sobre todo, y centralizar la dirección del orden público. A raíz del intento el consejero Ayguade de tomar Telefónica, se produjo una insurrección el día 3 de mayo, y la ciudad se llenó de barricadas y tiroteos entre grupos de anarquistas y miembros del POUM, por un lado, y comunistas y cuerpos de seguridad, por otro. Tras varios días de tensión, el 7 se recupero la normalidad. La insurrección había ocasionado más de 200 muertos, y fue esgrimida por PCE para exigir la disolución del POUM, acusándole de trabajar para el fascismo. El día 13, tras la oposición del Jefe del Gobierno a aprobar la disolución, los comunistas abandonaron el gabinete y provocaron la dimisión de Largo Caballero, con quien tenían profundas diferencias sobre la dirección de la guerra.
El principal problema del gobierno de Largo Caballero fue el enfrentamiento que latía entre los dos modelos revolucionarios que coexistían en el lado republicano. El primero estaba encabezado por los anarquistas y el POUM, partido comunista internacionalista, antisoviético y enfrentado al PCE. Ambas organizaciones defendían la inmediata colectivización de tierras y fábricas y la constitución de las comunas como células de producción. Este modelo estaba, en los primeros meses de 1937, muy extendido en Valencia, Aragón y Cataluña, y tenía en la industria catalana y en los servicios públicos de Barcelona su expresión más significativa, a través del control que ejercía la CNT en el entorno de la Generalitat gracias al Comité de Milicias Antifascistas.
El segundo modelo, establecido el principio de expropiación de tierras y empresas, defendía la necesidad de controlar su producción y encaminarla directamente hacia la organización de una economía de guerra, lo que excluía los comités de autogestión y el control descentralizado que venía funcionando en muchas fábricas. Era también la línea defendida por la mayor parte de los socialistas y republicanos, aunque contaba con la oposición de los nacionalistas. Pero sobre todo era la postura en la que insistía una y otra el PCE, que comenzaba a influir decisivamente por su posición sólida en los cuadros militares de origen miliciano, y por el apoyo exterior de la URSS, que le daba una autoridad muy superior a sus efectivos reales.
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Tras su dimisión el PCE conseguía su propósito: el POUM fue declarado ilegal, clausurados sus locales y prensa y detenidos sus dirigentes. Días después, el dirigente del POUM Andreu Nin fue sacado de la cárcel y eliminado por agentes de la policía rusa que actuaban en España. Los sucesos de Barcelona son un ejemplo de que la República no tuvo únicamente que hacer una guerra contra los rebeldes sino que afrontar los problemas internos derivados de la dialéctica guerra o revolución. Largo Caballero quedó muy debilitado tras estos sucesos y dimitió.
5.1.3. El gobierno de Negrín (mayo de 1937 a marzo de 1939). Resistir es vencer. En mayo de 1937 Juan Negrín, socialista y catedrático de Medicina de la Universidad Central, sustituyó a Largo Caballero. Su prioridad fue clausurar el caos revolucionario. El Gobierno guardaba un equilibrio entre el PSOE, los pequeños partidos republicanos y el PCE, con dos figuras importantes, Negrin y el ministro de la guerra, Indalecio Prieto. La misión del Gobierno sería consolidar la reconstrucción del Estado republicano y diseñar una imagen de república democrática que recuperara el apoyo de Gran Bretaña y Francia. El reforzamiento gubernamental permitió lanzar las primeras contraofensivas, pero el fracaso de estas acciones significó la ruptura de los equilibrios internos y la extensión de un creciente derrotismo. Al tiempo, la expansión del PCE provocó el rechazo de los demás partidos. Se produjo entonces la crisis gubernamental por la algunos socialistas encabezados por Prieto se retiraron del gobierno, que quedo formado por personas afines a Negrín. El mundo político republicano se redujo a dos tendencias:
5.1.4. Evolución económica. Al iniciarse la guerra, los republicanos contaban con una clara superioridad demográfica, así como el control de las principales zonas industriales del país y de las regiones agrícolas orientadas a la exportación. El que las áreas cerealísticas estuvieran en manos de los sublevados dificultó el abastecimiento, por lo que en algunas ciudades se extendió la precariedad y el hambre. El descontrol político y los planteamientos revolucionarios permitieron la aparición de las colectivizaciones, realizadas tanto en las zonas rurales (reparto de tierras), sobre todo en Aragón, como en la industria catalana. No es fácil evaluar el fenómeno de las colectivizaciones, si la distribución de la tierra constituyó la gran esperanza republicana (aunque sabemos que el método de reparto era otro) la ocupación de tierras debe entenderse también como una reacción lógica por parte de una clases sociales secularmente marginadas y humilladas (poema de Miguel Hernández). Las colectivizaciones, que en muchos casos funcionaron de forma eficiente, extendieron la idea de que en España se estaba llevando a cabo una revolución, lo que desacreditó más a la República. Igualmente, dicha política hizo que muchas empresas extranjeras parasen la producción y retirasen los capitales del país. El resultado fue que la producción descendió de forma ostensible, de modo que el Gobierno, incapaz de conseguir la confianza internacional para acceder a empréstitos, tuvo que recurrir a las reservas de oro del Banco de España para hacer frente al pago de suministros, fundamentalmente ofrecidos por la Unión Soviética.
5.1.5. La represión en la zona republicana. Derrumbe del Estado republicano y aparición de la justicia revolucionaria. ¡No los imitéis! ¡No los imitéis! (Completarlo con el dossier adjunto al tema).
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partidos más importantes de la derecha durante la República: Renovación Española y CEDA se disolvieron, y sus miembros se integraron en el Movimiento Nacional. FET de las JONS adopto unas señas de identidad características: militarización de sus miembros, uniforme propio, saludo fascista y jerarquización. Se establecía una Junta Política y un Consejo Nacional como órganos del partido, pero a título meramente consultivo e integrados, en su mayor parte, por miembros elegidos por el propio caudillo. Los grupos de falangistas se caracterizaron por reprimir violentamente a los políticos republicanos y de izquierdas a nivel local. No obstante, el decreto de unificación provoco diferencias dentro del carlismo (Manuel Fal Conde) y del falangismo (Manuel Hedilla), esas diferencias fueron rápidamente eliminadas y la estructura de partido único se impuso. Pero si hay algo que dio cohesión ideológica al bando rebelde fue el apoyo de la Iglesia. Tradicional opositora de la República, la persecución en la zona republicana la vinculó aún más a los sublevados, lo que llevo a adoptar una postura radical y de unívoca adhesión. En septiembre de 1936, el obispo Plá y Deniel publicó su pastoral Las dos ciudades , legitimando una sublevación definida como cruzada. En julio de 1937, el cardenal Gomá encabezó la Carta colectiva del Episcopado Español explicitando la identificación de la Iglesia con los sublevados y justificando la acción a causa del mal gobierno y de la amenaza de una revolución bolchevique. Solo los sacerdotes vascos y los obispos de Tarragona y Vitoria permanecieron fieles a la República. La identificación entre el nuevo Estado y la Iglesia pronto dio lugar a un nuevo término, el nacional-catolicismo, en imitación del nacional-socialismo alemán. 5.2.3. Evolución económica. Los rebeldes carecían del control de las zonas industriales y su potencial económico se basaba en el dominio de los principales centros agrarios. Esta circunstancia dificultaba, a priori, su viabilidad económica, pero en la práctica no fue tan problemática: → El control de la agricultura y el control de las zonas con menor presión demográfica eliminaron los problemas de abastecimiento tan acuciantes en la zona republicana. → El en curso de la guerra incorporaron las zonas mineras e industriales (1937) compensando el desequilibrio inicial. → Pese a las restricciones por la diplomacia internacional en tal sentido Franco contó con el apoyo incondicional de Alemania e Italia, dispuestas a conceder créditos a los sublevados. De igual forma, algunas empresas petroleras, como la estadounidense TEXACO, se convirtieron en benefactoras del bando franquista. → El apoyo mayoritario de las élite económicas del país también proporcionaron a los rebeldes aportaciones efectuadas por los principales empresarios y financieros. Especialmente intensa fue la contribución de algunos miembros de la burguesía, caso de Francesc Cambó o Juan March, sin falta viejo aristócratas como el duque de Alba, embajador franquista en Londres.
5.2.4. “Limpiar España de elementos indeseables”. La represión en la zona franquista: La tragedia oculta. (Completarlo con el dossier adjunto al tema).
Uno de los aspectos más controvertidos entre los historiadores es el de las pérdidas humanas ocasionadas por el conflicto, pudiendo precisarse en 500.000 entre ambos bandos y 400.000 heridos en operaciones militares (160. muertos en combate, 150.00 de represión: 100.000 en la zona sublevada, 60.000 en la zona republicana). Con todo, las constantes investigaciones sobre la represión a no entender estas cifras como definitivas. Los presos superaron los 300.000, de los cuales fueron ejecutados entre 35.000 y 50.000. La España de Franco se convirtió en una “inmensa prisión” con un sistema de campos de concentración, trabajos forzados y cárceles desbordadas, en estos campos se llevaron a cabo experimentos con los presos republicanos, en especial con los niños, el psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera se distinguió por su laboriosa labor en busca del gen marxista o gen rojo que tanto esfuerzo estaba costando erradicar. «En contestación a su escrito del 10 del actual proponiendo la creación de un Gabinete de Investigaciones Psicológicas cuya finalidad primordial será investigar las raíces psicofísicas del marxismo, manifiesto que de conformidad con su mencionada propuesta, autorizo la creación del mismo». Francisco Franco Bahamonde. Otro capítulo lo constituyeron los depurados o expulsados de la Administración y de determinadas profesiones (profesores). El devastador efecto psicológico por el trauma del sufrimiento durante el conflicto y la represión posterior dio lugar a un clima de revancha, de persecución y de imposición de los valores de los vencedores. Esta sangría demográfica influyó más tarde en la caída de la natalidad, ya que las víctimas fueron, principalmente, población joven y activa. A ello se sumaron los exiliados que se encaminaron a Francia y México y, en menor grado, a la URSS (niños de Asturias y del País Vasco) y a otros países iberoamericanos. Para los que emigraron a Europa, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el avance nazi complicó aún más su situación, puesto que muchos españoles acabaron en campos de concentración alemanes. El exilio afectó a la capacidad productiva y fue demoledor para la vida cultural española (artistas, catedráticos, escritores, científicos).
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En el terreno económico, la guerra significó la vuelta a una estructura activa predominantemente agraria, tras la destrucción masiva del tejido industrial. Una buena parte de las ciudades del país, sobre todo en el Norte, estaban arrasadas; se calcula que unas 250.000 viviendas habían sido destruidas. Lo mismo ocurría con buena parte de la red de comunicaciones terrestres y con el parque automovilístico. Al enorme endeudamiento causado por la guerra (se ha cifrado en unos 300.000 millones de pesetas) hay que añadir la pérdida del oro del Banco de España. Además se produjo un descenso de la producción agraria (20%) e industrial (30%), el nivel de renta per cápita cayó, recuperándose en 1952, lo que provocó hambre y miseria. Los grupos beneficiados fueron, como ya era una constante, el viejo bloque de poder: terratenientes, ejército e Iglesia que se convirtieron en grupos hegemónicos de la sociedad franquista. Junto a ellos surgió la figura del excombatiente y del falangista del pueblo, recompensados con puestos en la Administración y concesiones a sus negocios. Como ejemplo, observar el expediente de indulto que os voy a pasar en clase y veréis quien eran los hombres de orden en cada localidad: cura, alcalde falangista y el terrateniente. Queda por último, el efecto moral. La guerra dejó marcadas a varias generaciones por el trauma del sufrimiento durante los tres años de conflicto, pero también por la represión posterior y la atmósfera de la España postbélica, un clima de revancha, de persecución y de imposición de una escala de valores unilateral, la de los vencedores, que prolongó durante muchos años la división y enfrentamiento entre los españoles. Fue un tiempo de silencio. Un último dato: el 26 de agosto de 1944 se liberaba París del poder nazi y por los Campos Elíseos desfiló la 2ª División Blindada del general Leclerc compuesta por antiguos miembros del Ejército Popular Republicano. Un total de 120 hombres a bordo de tres carros ligeros denominados Guadalajara, Teruel y Guernica.
Un epílogo abierto I Todo hombre necesita ser lo que es para hacer lo que hace. Y viceversa. Es una sentencia de mi maestro – habla Juan de Mairena a sus alumnos- la cual, aceptada, podría llevarnos a un exceso de tolerancia. Yo no os aconsejo que la adoptéis como norma ética. Pero conviene que no la olvidéis nunca, si no queréis cometer graves injusticias. II La unión constituye la fuerza. Es una noción elementalísima de dinámica contra la cual nada tendríamos que oponer, si no hubiera tontos y pillos (los tontos y los pillos distan muchos menos entre sí de lo que vulgarmente se piensa) que pretenden acomodarla a sus propósitos, y que propugnan el acercamiento y la unión de elementos heterogéneos, dispares y contrapuestos, que sólo pueden unirse para estrangularse. A. Machado.
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