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Tipo: Apuntes
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PEDRO ÁLVAREZ CASELLI
ISBN: 978-956-14-1378- Inscripción Nº 234.
Pontificia Universidad Católica de Chile Vicerrectoría de Comunicaciones y Educación Continua Alameda 390, Santiago, Chile
investigación Pedro Álvarez
asistente investigación Gonzalo Morales
edición Luz Márquez de la Plata
corrección de estilo Marcela Campos
diseño y producción Pedro Álvarez Alejandra Neira Mariana Muñoz
digitalización y retoque Gonzalo Morales Alejandra Neira
impresión Maval
pedro álvarez caselli Diseñador, Magíster y Doctor© en Historia Pontificia Universidad Católica de Chile
Académico e investigador Escuela de Diseño Pontificia Universidad Católica de Chile
Palabras del Rector
Evolución del escudo oficial
Introducción
Albores de la Universidad
Presencia de la Universidad en el medio nacional
La imprenta de la Universidad
Modernización de las comunicaciones corporativas de la Universidad
Primera normativa del escudo oficial
Proyecciones recientes de la marca universitaria
Fuentes
Muestra de imágenes con diversas aplicaciones del escudo oficial de la Universidad
Índice
En el marco de las celebraciones de los 125 años de la Pontificia Universidad Católica de Chile, nos ha parecido oportuno realizar una investigación sobre el escudo de nuestra casa de estudios. Para ello, el profesor de la Escuela de Diseño, Pedro Álvarez, desarrolló un acucioso estudio en diversas fuentes que se tradujo en este libro que sin duda será un aporte a la memoria histó- rica de la UC. Nacida en el seno de la Iglesia, nuestra Universidad trabaja día a día para transformarnos en un país desarrollado, más humano, justo y solidario. Ese fue nuestro sueño en 1888: una institución que entregara profesionales con una formación académica integral y al servicio de Chile. Formada por más de 30.000 personas, la Universidad Católica es actual- mente la elegida por los mejores alumnos para su preparación académica y formación a lo largo de la vida. También es el lugar donde los más destaca- dos investigadores trabajan incansablemente en la búsqueda de soluciones novedosas e innovadoras para los problemas de Chile. El escudo es parte importante de nuestra identidad visual y en él se representan actualmente características que para la Universidad son fun- damentales: su condición de Pontificia, de chilena y una representación de algunas de las numerosas áreas de estudio que hoy abarca. Estoy seguro que este libro será un aporte para la comunidad en general ya que ver la evolución de algo tan distintivo para la UC, es también obser- var cómo ha ido cambiando nuestra Universidad a lo largo de los años para adecuarse a su objetivo de buscar la excelencia para el servicio de Chile.
IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ
Palabras del Rector
mediados década 1930 hasta 1973 Durante las celebraciones de las Bodas de Oro de la Universidad surgió una nueva interpretación del escudo, sin el agregado del término “Pontificia”, que a partir del decenio de 1940 desplazó al diseño anterior, aplicándose en las comunicaciones de algunas escuelas y facultades, así como en la impresión de diplomas, folletos, libros y prospectos, aunque no de manera sistemática. Esta cuarta versión consideró dos diseños homólogos diferenciados en el tratamiento de la Cruz de San Juan de Dios: una con su fondo lleno y otra con su interior achurado, para el uso particular de la Rectoría y las principales autoridades del plantel.
primera mitad década 1930 En 1930, la Universidad fue erigida canónicamente por la Santa Sede. Ello motivó un cambio importante en el diseño del escudo oficial que incorporó en su parte superior una corona conformada por el Sagrado Corazón, la Tiara Papal, las Llaves del Reino y el Escudo Nacional. La forma redonda del emblema se cuarteló en forma de cruz, incorporándose los símbolos de las facultades y en la cartela exterior se añadió la palabra “Pontificia”.
Evolución del escudo oficial
En 1974, en tiempos del rectorado de Jorge Swett, se encargó a Publicidad Universitaria el rediseño y trazado de los caracteres del emblema original. Inspirándose en la primera versión del escudo con corona que incorporó el término “Pontificia”, y que se estrenó durante la administración de monseñor Carlos Casanueva en los inicios de la década de 1930, las diseñadoras Eddy Carmona, Pepa Foncea, Ana Maksimović y Ximena Ulibarri ejecutaron la reactualización del símbolo gráfico para ser aplicado en la extensión y comunicaciones de la Dirección Superior y unidades académicas.
fines década 1930 hasta 1973 Particularmente desde los inicios de la década de 1940, este diseño fue destinado al uso de la papelería y correspondencia de la Dirección Superior. En relación a la otra variante del escudo universitario (descrita en la página anterior), además del cambio en el achurado de la Cruz de San Juan de Dios, se eliminó la decoración interior del cuartelado en forma de cruz y se modificó la tipografía de caja alta glífica (cincelada), ubicada en el interior de la divisa circular, por un trazado más caligráfico. A partir de la década de 1960 se comenzó a incorporar –de forma gradual– la palabra “Pontificia”.
Evolución del escudo oficial
En 1994, la Vicerrectoría de Asuntos Económicos y Administrativos inició un estudio de identidad visual para actualizar –entre otras cosas– la versión del escudo que se venía ocupando desde los inicios del rectorado de Jorge Swett. Al año siguiente, se estrenó oficialmente el nuevo diseño que, por primera vez, definió una fuente tipográfica institucional. El proyecto, dirigido por Ximena Ulibarri, se concretó en la edición del Manual de Normas de Comunicación Visual que a partir de 1997 estableció una serie de disposiciones que reglamentaron los usos del símbolo universitario tanto en soportes tangibles como intangibles.
A instancias del rector Ignacio Sánchez Díaz, la Vicerrectoría de Comunicaciones y Educación Continua de la Universidad impulsó un plan de coordinación de su identidad visual, que retomó el trabajo realizado con anterioridad por el Departamento de Estudios Tipográficos de la Escuela de Diseño. Finalmente, el equipo integrado por José Manuel Allard, Francisco Gálvez y Rodrigo Ramírez desarrolló una nueva versión del escudo, estableciendo un criterio de aplicación definitivo para el identificador gráfico institucional cuya entrada en vigencia coincide con la celebración de los 125 años de la casa de estudios.
audiencias se forman respecto de la organización. Dicho de otro modo, se articula como un concepto de recepción respecto a un determinado público. El término “identidad corporativa” aparece –en su sentido moderno– una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia del creci- miento económico y la expansión de las grandes empresas de Occidente. Si bien el concepto tuvo sus primeras aplicaciones concretas durante la prime- ra mitad del siglo XX y se instituyó como norma en las siguientes décadas, es posible encontrar el germen de su práctica hacia mediados del siglo XIX, momento en que “las compañías de ferrocarriles británicas, espoleadas por la dura competencia, buscaron la uniformidad y la identidad no solo en la ar- quitectura de las estaciones de ferrocarril, sino también en el equipamiento interior de trenes y en ciertas manifestaciones gráficas”.^2 La sumatoria de la identidad y la imagen de una determinada institu- ción propicia el surgimiento de una forma particular de identificación visual que la diferencia de otras organizaciones similares o del mismo rubro, y que está presente en sus proyectos y metas, pero también en su historia, hábitos, prácticas, funcionamiento, productos, servicios, infraestructura y aparien- cia de sus funcionarios. Esta identidad visual habitualmente se compone de una forma logotipada (logotipo), un símbolo (isotipo) y una gama cromática (color institucional) que se aplican a la identificación de una organización, marca, producto o servicio. En función de sus aspectos puramente formales, estos elementos básicos de la identificación institucional reconocen una serie de tipologías o mo- delos internos más o menos estandarizados.^3 El caso particular de las universidades permite dis- tinguir el uso frecuente de símbolos de carácter icónico (representación de algún referente reco- nocible del mundo real o imaginario), de natura- leza abstracta (forma que no representa objetos reconocibles o conceptos conocidos) y de orden alfabético (utilización de las iniciales del nombre de la organización, sin confundirse con el modelo
2. Hefting, Paul, “En busca de una identidad. Algo tan obvio y a la vez tan complejo”, en: De Jong, Cees (ed.), Manual de imagen corporativa. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1991, p. 33. 3. Chaves, Norberto y Raúl Belluccia, La marca corporativa. Gestión y diseño de símbolos y logotipos. Buenos Aires, Paidós, 2003, pp. 32-33.
de sigla). A su vez, y en lo referente a la denominación institucional, los re- cursos más utilizados son la codificación descriptiva (enunciación sintética de los atributos identificatorios de la universidad), la forma de la contracción (alzamiento de la marca mediante iniciales, fragmentos de palabras, etc.), la nominación simbólica (referencia a la institución mediante una imagen abs- tracta), la codificación patronímica (alusión al plantel mediante el nombre de una personalidad clave), y la variante toponímica (referencia al lugar de origen o influencia de la universidad).^4 Desde su nacimiento en 1888, la Pontificia Universidad Católica de Chi- le ha recurrido a la nominación descriptiva y el uso de un símbolo icónico, encarnado en la figura del escudo como forma identificativa institucional. Esta tipología de configuración heráldica reconoce sus orígenes en la baja Edad Media, cuando se estructura un nuevo modelo de sociedad mercantil caracterizada, en el campo de la producción, por el sistema corporativo que agrupó a artesanos, gremios y cuerpos de oficios, y en el ámbito político- militar, por el advenimiento de las Cruzadas que, en sus inicios, buscaron restablecer la dominación cristiana sobre Tierra Santa. El término “heráldica” proviene de la palabra “heraldo”, el mensajero, que en la Edad Media desempeñaba a menudo la fun- ción de diplomático. Su indumentaria y accesorios 4. Ibid. , p. 34.
Introducción
Desde sus inicios, la dirección de la Universidad utilizó timbres y matrices de madera para estampar sellos institucionales, habitualmente en tinta azul. La presencia de esta rúbrica permitía certificar la autorización de documentos redactados por la administración superior del establecimiento.
niveles de codificación visual que le daban sentido a la enseña: la forma del escudo, las segmentaciones geométricas de su campo, las figuras y los colo- res o esmaltes.^7 En buena medida, estas pautas y aplicaciones del código heráldico ante- cedieron y también anticiparon las funciones de las marcas actuales, here- deras directas de las enseñas corporativas que surgieron como corolario del modo de producción feudal, cuyo andamiaje se edificó sobre un estatuto de gremios que coordinaba el trabajo y el capital y que, además, velaba por los intereses comunes de artesanos, maestros, oficiales y aprendices. Como bien indica Joan Costa “toda marca de nuestro tiempo identifica , expresa propie- dad y origen , y señala las pertenencias de la empresa […] He aquí cómo las funciones de la marca en la actualidad no están lejos de aquellas que nacie- ron y se desarrollaron hace mil años.”^8 En el caso particular de la Pontificia Universidad Católica de Chile, desde la aparición de las primeras versiones de su escudo oficial hasta la actuali- dad, la forma redonda de origen hispano –emparentada con la tipología oval característica del orden eclesiástico– ha definido el estándar de representa- ción institucional de la Universidad. Esta modalidad de heráldica corporati- va (que también remite a la apariencia del sello), en la península ibérica se denominó “adarga”, cuando se trataba de un escudo de mayores dimensio- nes, y “targa”, si su diámetro era menor. La tendencia histórica, tanto en el contexto local como internacional, muestra que las universidades tradicionales o de mayor antigüedad han implementado identificadores gráficos basados en la forma del escudo. En nuestro país, la primera institución educacional en adoptar una forma herál- dica fue la Real Universidad de San Felipe, fundada en 1747; a continuación la Universidad de Chile, cuyo primer emblema distintivo fue aprobado en 1847 y, en 1920, la Universidad Católica de Santiago de Chile, que en ese entonces no reconocía el rango pontificio que más adelante le otorgaría la Santa Sede. Ahora bien, la atenta revisión de la identidad visual de las institucio- nes extranjeras de educación superior con mayor
7. Costa, Joan, La imagen de marca. Un fenómeno social. Barcelona, Paidós, 2004, p. 65. 8. Idem.
Introducción
9. Chaves, Norberto, La marca- país en América Latina. Buenos Aires, Ediciones La Crujía, 2011, p. 23.
prestigio o trayectoria –aunque no se trate de una regla aplicable a todos los casos– confirma la preferencia por el uso de formas heráldicas. Corrobo- ran esta tradicional tendencia las universidades de Yale, Oxford, Harvard, Standford, Cambridge, Toronto, Sao Paulo, Nacional Autónoma de México, Complutense de Madrid, Bologna, Copenhagen, Melbourne y Leiden, por mencionar solo algunas. Como medio de expresión de tradiciones, valores sociales y proyecciones institucionales, la heráldica ha logrado mantener su vigencia, adaptándose a las distintas épocas hasta llegar a nuestros tiempos. A su vez, la incorpo- ración de elementos icónicos en las segmentaciones de los escudos (ani- males, árboles, astros, coronas, figuras humanas, libros, llaves, torres, etc.) ha devenido en un patrón aplicado en diversas marcas universitarias como instrumento estratégico y microdiscurso de la identidad organizacional. La función narrativa y descriptiva de los motivos o símbolos se ve reforzada, además, por la semantización generada a partir de su uso sistemático, ya que “la reiteración del uso solidariza la marca con su referente institucional”.^9 Finalmente, cabe señalar que la imagen de marca monolítica de la Ponti- ficia Universidad Católica de Chile está compuesta por una serie de símbo- los fundamentales que van dispuestos en los cuarteles del blasón, expresa- dos a través de un lenguaje gráfico y visual característico. Dado el constante crecimiento de la organización y la compleja y variada gama de actividades académicas, de investigación y extensión que en ella se desarrollan, se hace necesaria una revisión permanente de estos identificadores gráficos que jue- gan un rol importante en la presencia visual y el capital de marca que posee la Universidad desde hace varias décadas.