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un informe sobre los acuerdos del tratado de tokio
Tipo: Monografías, Ensayos
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GOBIERNO REGIONAL CAJAMARCA DIRECCIÓN REGIONAL DE EDUCACIÓN CAJAMARCA EESP PÚBLICA“ARÍSTIDES MERINO MERINO” – CELENDÍN Resolución de Creación R.M. N° 13672, del 26 de julio de 1961 ”56 años al servicio de la Educación Superior Pedagógica”
“Formando líderes y transformadores sociales con identidad y responsabilidad” AÑO: 2021
Aplicación conjunta Lo ideal sería que estos mecanismos alentaran a que la reducción de los GEI comenzara donde fuera más eficaz en función de los costos, por ejemplo, en el mundo en desarrollo. No importa dónde se reduzcan las emisiones, siempre y cuando se eliminen de la atmósfera. Esto tiene los beneficios paralelos de estimular las inversiones verdes en los países en desarrollo e incluir al sector privado en este esfuerzo por reducir y mantener las emisiones de GEI a un nivel seguro. También hace que el salto, es decir, la posibilidad de saltarse el uso de la tecnología más antigua y sucia para obtener una infraestructura y unos sistemas más nuevos y limpios, con evidentes beneficios a largo plazo, sea más económico. Seguimiento de los objetivos de emisiones El Protocolo de Kyoto también estableció un riguroso sistema de seguimiento, revisión y verificación, así como un sistema de cumplimiento para garantizar la transparencia y hacer que las Partes rindan cuentas. En virtud del Protocolo, las emisiones reales de los países deben ser supervisadas y se deben llevar registros precisos de los intercambios realizados. Los sistemas de registro supervisan y registran las transacciones de las Partes en el marco de los mecanismos. La secretaría de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, con sede en Bonn (Alemania), lleva un registro de transacciones internacionales para verificar que estas se ajustan a las normas del Protocolo. Las Partes presentan a intervalos regulares inventarios anuales de emisiones e informes nacionales con arreglo al Protocolo. Un sistema de cumplimiento garantiza que las Partes cumplan sus compromisos y les ayuda a cumplirlos si tienen problemas para hacerlo. Adaptación El Protocolo de Kyoto, al igual que la Convención, también tiene por objeto ayudar a los países a adaptarse a los efectos adversos del cambio climático. Facilita el desarrollo y el despliegue de tecnologías que pueden ayudar a aumentar la resistencia a los impactos del cambio climático.
El Fondo de Adaptación se estableció para financiar proyectos y programas de adaptación en los países en desarrollo que son Partes en el Protocolo de Kyoto. En el primer período de compromiso, el Fondo se financió principalmente con una parte de los ingresos procedentes de las actividades de proyectos del MDL. En Doha, en 2012, se decidió que, para el segundo período de compromiso, el comercio internacional de derechos de emisión y la aplicación conjunta también proporcionarían al Fondo de Adaptación una parte del 2 % de los fondos devengados. LA RESPUESTA DE LAS GRANDES POTENCIAS ESTADOS UNIDOS En 1981 James Hansen, el profesor estadounidense de la Universidad de Columbia y con un puesto directivo en la NASA, fue el primer científico en publicar un estudio sobre el calentamiento global y la amenaza ambiental que representa. Siete años después, el 23 de junio de 1988, Hansen acusó ante el Senado de los Estados Unidos a la industria del petróleo, el gas y el carbón de ser culpable del aumento de las temperaturas en el siglo XX. Hansen fue el primero en vaticinar la realidad de hoy en el sentido de que los fenómenos climáticos cada vez serían más extremos e impredecibles. Los argumentos de Hansen se centran en el contubbernio entre los gobiernos de turno de los Estados Unidos y la industria de combustibles fósiles. La implantación del Tratado de Kioto cumplido por todos los países del mundo, incluidos los Estados Unidos, causará una reducción de 28 partes por millón (ppm) para 2050, o reducirá la temperatura predicha para ese año en 0,06 ºC, o sino retrasará la fecha en que debería cumplirse el aumento dicho en 16 años. Por lo que se puede concluir que el protocolo fue un buen comienzo en el tema del “cambio climático” pero que necesita urgentes modificaciones. A fines de la década de 1990, a pesar de que ya existía un consenso general entre los científicos del clima a nivel mundial acerca de que el calentamiento global causado por la obra humana era la principal amenaza de la humanidad, se publicaron los dos primeros libros que se suponía exponían la realidad sobre las industrias del petróleo y el carbón. Se titularon The Heat Is On y Boiling Point, los cuales fueron escritos por el periodista Ross Gelbspan en un esfuerzo planeado para engañar a la ciudadanía en la
El alcance de la degradación ambiental despertó preocupación a fines de la década de 1970, pero el desarrollo económico todavía se consideraba más importante que la protección ambiental (Kingsyhon y Ming-Sho, 2014, p.33). Fue a partir de la segunda mitad de la década de 1990 que comenzó a hacerse pública la evidencia científica de las consecuencias alarmantes de la estrategia económica de rápido crecimiento y los altos costos humanos y ambientales que ésta conlleva. A fines de la década de 1990, el gobierno central comenzó a tomar medidas y gradualmente comenzó a equilibrar la importancia de la protección ambiental y la necesidad de un rápido crecimiento económico, para lo cual designó a la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (el supra-ministerio que supervisa el desarrollo económico integral de China) para que desarrollara planes de desarrollo sostenible a partir de 1998 (Ong, 2012). La Administración Estatal de Protección del Medio Ambiente (SEPA por sus siglas en inglés) se estableció bajo la supervisión directa del Consejo de Estado en 1998 con el propósito de proteger el medio ambiente mediante la implementación de políticas ambientales y para hacer cumplir las regulaciones pertinentes, como las relativas a la contaminación del aire. Para fortalecer su función, SEPA se convirtió luego en uno de los ministerios del Consejo de Estado y pasó a llamarse Ministerio de Protección del Medio Ambiente (MEP por sus siglas en inglés) en 2008. El control de la contaminación del aire y la preocupación por el cambio climático se incorporaron en los planes nacionales desde mediados de la década de 2000, dado que la demanda de petróleo de China aumentó más de un 55 % entre el 2000 y el 2006. A ese momento, la Energy Information Administration de Estados Unidos estimó que el crecimiento en la demanda china de petróleo era el mayor del mundo. Durante la Cumbre del Clima de París, China e India sostuvieron que los países desarrollados deberían hacer recortes más profundos en las emisiones de carbono antes de que China e India hicieran nuevas promesas sobre la reducción de las emisiones de carbono, temiendo que cualquier otro acuerdo perjudicaría su derecho al crecimiento económico en relación con los países desarrollados (Vidal et al. 2015). En abril de 2016 China entró en el primer lote de países en firmar el Acuerdo de París. En septiembre de 2016, se celebró una ceremonia en la ciudad china de Hangzhou para depositar los instrumentos jurídicos para la ratificación del Acuerdo de París, donde el presidente chino Xi Jinping y el hoy ex presidente de los Estados Unidos Barack Obama presentaron los respectivos instrumentos de ratificación al secretario general de las Naciones Unidas. El Acuerdo de París entró en vigor formalmente el 4 de noviembre de
generar un liderazgo reciente en los asuntos medioambientales, particularmente en espacios como el G20, Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y los BRICS. En septiembre de 2017, China, Canadá y la Unión Europea fueron co-anfitriones de la Primera Reunión a Nivel de Ministros sobre Acción Climática (MoCA) para construir un mayor consenso de todas las partes y agregar un nuevo momento político al proceso multilateral de abordar el cambio climático (NDRC, 2017, p.61). China se ratificó en 2017 como país el líder en la inversión en energía renovable, representando casi la mitad del total mundial de la producción de energías renovables. Cinco de los seis mayores fabricantes de módulos solares del mundo son chinos, al igual que cinco de los mayores fabricantes de turbinas eólicas. Mientras la inversión china en energías renovables aumentó un 58% en 2017 con respecto al año anterior, la inversión en los EE. UU. cayó un 6% y en Europa un 36%. China también se ha convertido en una fuente importante de inversión extranjera directa, invirtiendo $44 mil millones en energía renovable como parte de su Iniciativa Belt and Road (Pennington & Kastner, 2018). El país asiático está tomando la delantera en la producción de vehículos eléctricos y tiene establecida una estrategia de descarbonización consistente en que para 2021, China se propone producir el 70% de las baterías de vehículos eléctricos del mundo. Además de ayudar a reducir la contaminación, la inversión en vehículos eléctricos se produce cuando China consume actualmente 11,5 millones de barriles por día de petróleo, de los cuales solo 4 se producen en el país, el resto lo importa (Pennington & Kastner, 2018). La electrificación del sector del transporte por parte de China da forma a los mercados energéticos mundiales y sus prioridades, comenzando por el hecho de que con el transporte marítimo eléctrico este país solucionaría uno de sus grandes desafíos en materia geopolítica, el denominado “dilema de Malaca”, el cual se saldaría debido a que el 80% de sus importaciones pasan en la actualidad por el estrecho de Malaca, una de sus más grandes debilidades estratégicas (Gómez, 2019). Si bien la conducción de vehículos eléctricos por parte de China podría ayudar a minimizar esta vulnerabilidad estratégica, podría abrir nuevos desafíos y hacerse a grandes socios como la República Democrática del Congo que produce el 58% del cobalto del mundo, un componente vital para la fabricación de baterías de los vehículos. Las transformaciones que están teniendo lugar en materia de nuevas fuentes energéticas podrían dar paso a un nuevo mapa geopolítico de la energía.