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Una investigación de todos los aspectos importantes sobre rotavirus y la importancia de su conocimiento en la clínica.
Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones
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El uso del laboratorio ésta condicionado a los programas docentes, de servicios e investigación, autorizados por la dirección de la Escuela de Medicina General.
Es un género de virus ARN bicatenario de la familia Reoviridae, son agentes etiológicos habituales de la diarrea infantil en todo el mundo. Los rotavirus conforman un extenso grupo de virus causantes de gastroenteritis que afectan a muchos mamíferos y aves distintos. Los viriones de los rotavirus son relativamente estables a condiciones ambientales adversas, como a los tratamientos con detergentes, pH extremos de 3,5 a 10, e incluso procesos de congelación y descongelación. Su infectividad se refuerza en el intestino por la acción de enzimas proteolíticas como la tripsina. Es la causa más común de diarrea grave en niños de hasta 5 años y neonatos de distintas especies de mamíferos. Es uno de los varios virus que a menudo causan las infecciones denominadas gastroenteritis. Es un virus altamente contagioso, por lo que cualquier niño puede enfermarse, independientemente de su condición socioeconómica. El rotavirus puede sobrevivir durante varias horas en las manos y por días en superficies sólidas. De hecho, los rotavirus son los responsables de aproximadamente el 50% de los casos de diarrea en los niños que ingresan en un centro hospitalario debido a deshidratación
En 1943, Jacob Light y Horace Hodes demostraron que un agente filtrable en las heces de los niños con diarrea infecciosa también causaba diarrea en el ganado. Tres décadas más tarde, las muestras conservadas del agente demostraron que era un rotavirus. En los años siguientes, el virus inoculado en ratones demostró la relación entre el virus y las diarreas. En 1973, Ruth Bishop y sus compañeros describieron el virus relacionado con la gastroenteritis infantil. En 1974, Thomas Henry Flewett sugirió el nombre de rotavirus tras observarlo por el microscopio electrónico, dónde vio que parecía una rueda (rotaen latín); el nombre fue oficialmente reconocido por el Comité Internacional de Taxonomía de Virus cuatro años más tarde. En 1976, se describió el virus relacionado con otras especies. Fue reconocido como un agente infeccioso para los humanos y animales por todo el mundo. Los serotipos del rotavirus fueron descritos por primera vez en 1980, y al año siguiente, se lograba su obtención en cultivos celulares derivados de riñones de simios mediante la adición de tripsina (una enzima que se encuentra en el duodeno de los mamíferos y que se sabe que es esencial contra la replicación del rotavirus) en el medio de cultivo. La capacidad de hacer crecer el rotavirus en cultivos aceleró el ritmo de la investigación, y a mediados de la década de 1980 se empezaron a evaluar las primeras vacunas. En 1998, el uso de la vacuna contra el rotavirus fue aprobada por los Estados Unidos. Se realizaron ensayos clínicos en Estados Unidos, Finlandia y Venezuela que tuvieron una efectividad del 80-100% en la prevención de la diarrea grave causada por el rotavirus A. No obstante, los investigadores detectaron efectos adversos serios estadísticamente significativos. El fabricante la retiró del mercado en 1999 cuando se descubrió que la vacuna podía haber contribuido a un aumento del riesgo de invaginación intestinal, un tipo de obstrucción intestinal, en uno de cada 12.000 niños vacunados. La experiencia provocó un intenso debate sobre los riesgos y beneficios relativos de la vacuna contra el rotavirus. En 2006, aparecieron dos nuevas vacunas contra el rotavirus A que demostraron ser seguras y efectivas en los niños, y en junio de 2009 la Organización Mundial de la Salud recomendó que la vacunación contra el rotavirus se incluyera en todos los programas nacionales de inmunización para brindar protección contra este virus.
Los rotavirus humanos y animales se clasifican en serotipos, grupos y subgrupos. Los serotipos se distinguen fundamentalmente por las proteínas de la cápside externa VP (glucoproteína, G) y VP4 (proteína sensible a proteasa, P). Los grupos se determinan principalmente en función de la antigenicidad de VP6 y la movilidad electroforética de los segmentos del genoma. Se han identificado siete grupos (A a G) de rotavirus humanos y animales dependiendo de la proteína de la cápside interna VP6. La enfermedad del ser humano está provocada por los rotavirus pertenecientes al grupo A, y ocasionalmente de los grupos B y C. Siendo el grupo A el más importante. ESPECIE
Los rotavirus y los reovirus comparten muchas características estructurales, replicativas y patogénicas. Los rotavirus tienen una morfología icosaédrica con una cápside de doble capa (60 a 80 nm de diámetro y un genoma bicatenario segmentado.
Después de la unión al receptor, los rotavirus penetran al interior de la célula y pierden la capa externa, con lo cual se activa la transcripción. Los ARNs recién sintetizados cumplen dos funciones: como ARNs mensajeros que dirigen la traducción de las proteínas del virus, y como templados para la síntesis de los ARNs complementarios para la replicación del genoma. La selección, el empaquetamiento, y la replicación de los segmentos del genoma, así como la morfogénesis de las particulas de doble capa (DLPs), se llevan a cabo en estructuras electrodensas denominadas viroplasmas, que están compuestos de grandes cantidades de ARN y proteínas virales. Una vez formadas, las DLPs abandonan el viroplasma, y adquieren la capa externa al gemar a través de la membrana del retículo endoplásmico modificada por proteínas virales, finalmente los viriones maduros son liberados de la célula por lisis. Todo el ciclo replicativo de los rotavirus se lleva a cabo en el citoplasma celular, sin necesitar el núcleo de la célula. La infección por rotavirus in vivo está restringida a las células de las puntas de las vellosidades del intestino delgado, lo que sugiere la existencia de receptores específicos del huésped.
contacto directo fecal-oral se considera la manera más importante de transmisión. El virus es altamente infectante y muy estable en el medio ambiente: puede sobrevivir horas en las manos e incluso días en superficies sólidas, y permanece estable e infeccioso en heces humanas, hasta por una semana. Las personas con rotavirus excretan grandes cantidades de partículas virales antes de que comiencen los síntomas de la enfermedad, durante todo el curso de la diarrea y, en un tercio de los casos, hasta una semana después de que los síntomas terminan. Muchas personas excretan el virus sin presentar diarrea. El contagio de persona a persona a través de las manos parece ser responsable de diseminar el virus en ambientes cerrados, como hogares y hospitales. La transmisión entre niños en guarderías es causada por el contacto directo y mediante alimentos o juguetes contaminados. Las heces suelen contener 100 billones de partículas virales por mililitro, y la dosis infecciosa es de 10.000 a 10 millones de partículas virales. Aunque el rotavirus ha sido identificado en varias especies animales, tanto salvajes como domésticas, los animales no parecen tener un papel importante como reservorios ni en la transmisión a seres humanos. En general, el período de incubación es de 24- horas. Los niños menores de cinco años son las personas de mayor riesgo de enfermarse, evolucionar a condición grave y fallecer. Prácticamente cada niño menor de cinco años fue infectado por rotavirus por lo menos una vez y la primera infección suele ocurrir antes de los tres años. En los países en desarrollo, entre el 65% y el 80% de los niños tienen anticuerpos contra el rotavirus a la edad de 12 meses y el 95% a la edad de 24 meses. Por este motivo, la incidencia de la enfermedad sintomática disminuye rápidamente después de los 24 meses de edad, y las infecciones repetidas pueden ser asintomáticas o acompañarse de sintomatología leve. En general, los niños infectados por rotavirus durante los tres primeros meses de edad son asintomáticos, mientras que los que se infectan por primera vez después de esa edad en su mayoría presentan síntomas. La explicación de este hallazgo no está del todo clara, pero parece estar vinculada a la presencia de anticuerpos maternos. Infección por Rotavirus. Vías de transmisión Fecal – oral Contacto persona – persona Contacto con superficies contaminadas La transmisión ocurre independientemente de las condiciones sanitarias Secreciones respiratorias ¿? Se elimina hasta 1 semana después de la infección y por más de 30 días en inmunocomprometidos.
El intestino delgado es un tubo estrecho que se extiende desde el estómago hasta el colon. Consta de 3 partes, duodeno, yeyuno e íleon. El duodeno tiene unos 25 cm de longitud y se extiende desde el píloro hasta el ángulo duodeno-yeyunal, rodeando la cabeza del páncreas. Con fines descriptivos se divide en 3 porciones: primera, segunda y tercera. Igual que sucede con el páncreas, el duodeno está cubierto por peritoneo solamente por su cara anterior, por ello se le considera órgano retroperitoneal. Se relaciona con el estómago, el hígado y el páncreas con los que forma una unidad funcional y recibe el quimo del estómago, las secreciones del páncreas y la bilis del hígado. El colédoco y el conducto pancreático principal desembocan juntos en la segunda porción del duodeno, en la ampolla de Vater o papila duodenal, en donde existe un esfínter, el esfínter de Oddi que está relacionado, sobre todo, con el control del flujo del jugo pancreático al duodeno ya que el flujo de bilis hacia el duodeno está controlado por el esfínter del colédoco situado en el extremo distal de este conducto biliar. sus características morfológicas y funcionales son parecidas se les puede considerar una unidad: el yeyuno-íleon, que forma las llamadas asas del intestino delgado, situadas por debajo del colon transverso y recubiertas por el mesenterio, constituido por pliegues de peritoneo, que las sujeta a la pared abdominal posterior. La desembocadura del íleon en el colon, se produce en el ciego, en el orificio íleocecal a través del cual pasa el contenido del intestino delgado al intestino grueso, y que está rodeado por la válvula íleo-cecal cuya función principal es evitar el reflujo de materias fecales desde el colon al intestino delgado. En los últimos centímetros de íleon, que preceden a la válvula, la pared intestinal posee una pared muscular engrosada, el esfínter íleocecal que, en condiciones normales, se encuentra medianamente contraído y no permite que el contenido del íleon se vacíe en el ciego de un modo brusco y continuado. La mucosa y la submucosa del intestino delgado están dispuestas en forma de pliegues circulares que se extienden sobre toda su superficie interna y se proyectan a la luz intestinal, se llaman válvulas conniventes de Kerckring. Son más pronunciadas en el duodeno y el yeyuno en donde sobresalen hasta 8 mm en la luz o hueco del tubo. Estos pliegues circulares, a su vez, están cubiertos totalmente de minúsculas proyecciones de la mucosa, en forma de dedo, con una longitud de 0.5 a 1 mm, llamadas vellosidades intestinales o villi. La superficie de esta villa está formada por un epitelio columnar simple con las células unidas fuertemente entre sí, cada una de las cuales presenta en su superficie apical un borde en cepillo formado por unas 600 prolongaciones citoplasmáticas de aproximadamente 1 micra de largo, llamadas microvellosidades. Las vellosidades o villi tienen un aspecto diferente en las distintas partes del intestino delgado. Son anchas en el duodeno, más delgadas en el yeyuno y más cortas en el íleon. En el interior de cada vellosidad se encuentra un capilar linfático o quilífero, músculo liso que le permite modificar su longitud, tejido conjuntivo y una red capilar. Esta disposición es ventajosa para la absorción de líquidos y sustancias disueltas hacia la sangre de la vena porta, así como hacia el sistema linfático. Entre una vellosidad y otra, en la parte basal, se sitúan glándulas tubulares simples llamadas criptas de Lieberkühn cuya secreción líquida recubre a las vellosidades, proporcionando un medio acuoso para la absorción de sustancias desde el quimo cuando entra en contacto con las vellosidades. Además de las criptas, en el duodeno existen las glándulas de Brunner que segregan un líquido alcalino rico en mucina para proteger la mucosa duodenal.
La enfermedad por rotavirus está caracterizada por vómitos y diarrea líquida durante 3 a 8 días. Con frecuencia también está acompañada de fiebre y dolor abdominal. Otros síntomas incluyen pérdida del apetito y deshidratación. Los síntomas de deshidratación incluyen: ▪ Orinar menos, ▪ Boca y garganta secas, ▪ Sentirse mareado al estar de pie, ▪ Llorar sin lágrimas o con pocas lágrimas, y ▪ Somnolencia o irritación inhabitual. El periodo de incubación de la enfermedad por rotavirus es de aproximadamente 2 días. Los niños pueden enfermarse por rotavirus más de una vez, ya que ni la vacuna ni la infección adquirida de manera natural proporcionan inmunidad total contra futuras infecciones. Los niños suelen presentar síntomas más graves la primera vez que se enferman por rotavirus. Recientemente, investigadores médicos han manifestado que el rotavirus, al tratarse de una infección sistémica, podría no limitarse solo a la producción de gastroenteritis, afectando a otros órganos y desencadenando otras manifestaciones agudas, fundamentalmente de tipo neurológico como las convulsiones afebriles asociadas a gastroenteritis (CGB).
Para confirmar el diagnóstico de gastroenteritis por rotavirus es necesario realizar un análisis de heces. Si existieran sospechas de la presencia de otros gérmenes responsables de la diarrea se podrían realizar un coprocultivo.
Una infección por rotavirus no se puede tratar de forma etiológica con fármacos de ningún tipo, es decir: no existen medicamentos contra el propio virus. La única opción es la prevención mediante la vacunación. Para que la vacunación sea completa y adecuada se tiene que completar antes de que el niño cumpla los 6 meses de edad. El tratamiento para la infección por rotavirus se basa, principalmente, en tratar la pérdida de líquidos y electrolitos producida por la diarrea y los vómitos mediante soluciones orales. Esto es importante, sobre todo, en los lactantes en los cuales se puede producir fácilmente una deshidratación. Los adultos que sufren una infección por rotavirus y manifiestan los síntomas característicos pueden compensar la pérdida de líquidos aumentando la ingesta de líquidos. De esta manera es posible la rehidratación. Los bebés y los niños más pequeños, sin embargo, pueden necesitar en muchas ocasiones que sean rehidratados en el hospital porque no son capaces de tolerar los líquidos de forma oral. También puede precisarlo un adulto o niño mayor cuando los vómitos no cesan. Si la infección por rotavirus es leve, es suficiente con aumentar la ingesta de líquidos de los más pequeños. Atendiendo a la edad del bebé, se pueden ofrecer agua o infusiones. Es importante que el niño ingiera alimentos sólidos siempre que sea posible. En caso de deshidratación es necesaria una rehidratación con suero y electrolitos. En casos de deshidratación grave y aumento de diarrea se necesita una rehidratación intravenosa inmediata. Actualmente se recomienda ingerir alimentos sólidos sin restricciones tras el periodo de rehidratación, al contrario, de las recomendaciones tradicionales que preferían una dieta blanda o astringente con arroz, manzana, etc. En este sentido, se recomienda consumir carne magra, yogurt o carbohidratos complejos, por su buena tolerancia. Si el niño está con lactancia natural no se debe interrumpir en ningún momento. Será necesario el ingreso en el hospital en casos de: ▪ Deshidratación grave ▪ Apariencia séptica ▪ Vómitos ▪ Empeoramiento de la diarrea o de la deshidratación. ▪ Diarrea en pacientes de riesgo (menores de 3 meses, paciente con inmunosupresión u otra patología de base. Vacunación:
Las dos vacunas contra el rotavirus que fueron aprobadas en los Estados Unidos para usarse en los bebés fueron probadas en ensayos clínicos de gran tamaño y mostraron ser seguras y eficaces. Durante aproximadamente el primer año de vida del niño la vacuna contra el rotavirus proporcionó entre un 85 y un 98 % de protección contra la enfermedad grave y la hospitalización por rotavirus, y entre un 74 y un 87 % de protección contra enfermedades por rotavirus de cualquier intensidad. Se recomienda la vacunación de rutina en los bebés, con cualquiera de las dos vacunas disponibles: La vacuna RotaTeq® (RV5), aprobada en el 2006, se administra en 3 dosis a los 2, 4 y 6 meses de edad. La vacuna Rotarix® (RV1), aprobada en el 2008, se administra en 2 dosis a los 2 y 4 meses de edad. Estas vacunas son diferentes por la forma en que se preparan y el número de dosis, pero ambas se administran por vía oral.
Una infección por rotavirus suele cursar con diarreas leves, pero pueden evolucionar a síntomas muy graves, sobre todo, en lactantes donde el sistema inmunitario todavía no está desarrollado completamente. Una infección por rotavirus suele durar de 2 a 6 días, siendo la duración media de una semana. La complicación más grave es la deshidratación que puede presentarse como consecuencia de la diarrea y los vómitos. El rotavirus es la principal causa de gastroenteritis aguda en niños menores de dos años y causa alrededor de 600.000 muertes infantiles al año. En los países subdesarrollados una infección de este tipo puede ser mortal. Se estima que en los países en vía de desarrollo se infectan cada año 100 millones de niños por rotavirus y de 600.000 a 1 millón fallecen a causa de la gastroenteritis por este virus. Estos datos se refieren a niños menores de 2 años. En los países desarrollados las muertes por rotavirus se producen de forma muy esporádica, pero conllevan una importante carga económica. Los adultos también se pueden infectar por rotavirus. Lo más frecuente es que el virus se transmita de los niños a sus padres. Los mayores de 60 años y los ancianos también son susceptibles a padecer gastroenteritis por rotavirus, sobre todo, aquellos que están ingresados en hospitales o en residencias de ancianos. Una infección por rotavirus suele superarse sin complicaciones y, a veces, sin apenas síntomas. De hecho, muchos adultos ni siquiera son conscientes de que se han infectado. Por este motivo, es muy fácil que transmitan el virus a familiares y, sobre todo, a niños pequeños. Los adultos no suelen necesitar un tratamiento específico porque el cuerpo es capaz de recuperarse de síntomas como los vómitos o la diarrea sin la necesidad de un tratamiento farmacológico específico.