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La interpretacion de los sueños, resúmen capítulo 7 , Apuntes de Psicoanálisis

Psicología de los procesos oníricos

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 22/10/2019

alejandromata
alejandromata 🇦🇷

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La interpretacion de los sueños
Capítulo 7. Psicología de los procesos oníricos - Resúmen
Freud enumera aquí una serie de características psicológicas del sueño, que nos ayudarán a entenderlo
mejor.
En primer lugar encontramos el olvido de los sueños, lo cual se debe a la censura. Al revés, el estado de
reposo hace posible la formación de sueños, al debilitarse aquella censura endopsíquica.
Otra característica del sueño es la regresión, y en este sentido el sueño se opone a muchas de nuestras
actividades de la vigilia. En el estado vigil vamos desde lo sensorial, desde la huella mnémica, hacia el polo
motor. Por ejemplo, una emoción o una idea suscita una acción. En el sueño ocurre a la inversa, habiendo
una regresión del polo motor hacia la huella mnémica. Este mismo proceso regresivo podemos tenerlo
incluso despiertos, como por ejemplo cuando recordamos algo (vamos hacia la huella mnémica). Lo que en
el sueño sucede es lo siguiente: la excitación toma un camino regresivo, y en lugar de avanzar hacia el
extremo motor del aparato, se propaga hacia el extremo sensible y acaba por llegar al sistema de las
percepciones, produciendo alucinaciones. En los síntomas neuróticos aparecen también fenómenos
regresivos. El mecanismo regresivo del sueño es explicado por Freud mediante un esquema, que se conoce
habitualmente con el nombre de 'esquema del peine'.
Otra característica es el sueño como realización de deseos. No obstante, Freud aclara que un deseo
insatisfecho durante el día no basta para producir un sueño esa noche: el deseo conciente sólo es un
estímulo para un sueño cuando consigue despertar un deseo inconciente de efecto paralelo con el cual
reforzar su energía, y este deseo inconciente es un deseo infantil.
Otra característica: el sueño de alguna forma interrumpe el reposo porque recibe excitaciones o
estimulaciones que no vienen del exterior pero sí de la intimidad anímica. Sueños muy intensos pueden
llegar a despertarnos, tales como los sueños de angustia. Cuando la realización de deseos en el sueño
conmueve intensamente lo preconciente amenazando con interrumpir el reposo, el sueño deja de cumplir
su otra función, que es preservar el dormir.
También podemos decir que el sueño se rige por el proceso primario, (y no el secundario que dirige el
pensamiento lógico de la vigilia). Este proceso primario lo lleva a cabo el sistema inconciente, mientras el
secundario el sistema pre-conciente.
El proceso primario se denomina de esta manera no sólo por su mayor importancia, sino porque está
presente desde el principio, mientras que los procesos secundarios van desarrollándose después en forma
paulatina con el fin de coartar o someter a los procesos primarios, y así poder dominarlos.
Los procesos primario y secundario son dos modos de derivación de la excitación. Por ejemplo, los primeros
surgen siempre que las representaciones son abandonadas por la carga pre-conciente, quedando
entregadas a sí mísmas y pudiendo realizarse con la energía no coartada de lo inconciente, que aspira a una
derivación o descarga de esa excitación.
No debemos pensar por esto que la representación psíquica circula de un lugar a otro dentro del psiquismo
(sentido tópico), sino mas bien que está inervada de distinta manera (sentido dinámico). Entonces
inconciente y conciente no son estrictamente hablando lugares sino cualidades de la representación
psíquica: esta podrá ser conciente, preconciente o inconciente no según el lugar que ocupa sino según su
modo de inervación.
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La interpretacion de los sueños

Capítulo 7. Psicología de los procesos oníricos - Resúmen

Freud enumera aquí una serie de características psicológicas del sueño, que nos ayudarán a entenderlo mejor. En primer lugar encontramos el olvido de los sueños, lo cual se debe a la censura. Al revés, el estado de reposo hace posible la formación de sueños, al debilitarse aquella censura endopsíquica. Otra característica del sueño es la regresión, y en este sentido el sueño se opone a muchas de nuestras actividades de la vigilia. En el estado vigil vamos desde lo sensorial, desde la huella mnémica, hacia el polo motor. Por ejemplo, una emoción o una idea suscita una acción. En el sueño ocurre a la inversa, habiendo una regresión del polo motor hacia la huella mnémica. Este mismo proceso regresivo podemos tenerlo incluso despiertos, como por ejemplo cuando recordamos algo (vamos hacia la huella mnémica). Lo que en el sueño sucede es lo siguiente: la excitación toma un camino regresivo, y en lugar de avanzar hacia el extremo motor del aparato, se propaga hacia el extremo sensible y acaba por llegar al sistema de las percepciones, produciendo alucinaciones. En los síntomas neuróticos aparecen también fenómenos regresivos. El mecanismo regresivo del sueño es explicado por Freud mediante un esquema, que se conoce habitualmente con el nombre de 'esquema del peine'. Otra característica es el sueño como realización de deseos. No obstante, Freud aclara que un deseo insatisfecho durante el día no basta para producir un sueño esa noche: el deseo conciente sólo es un estímulo para un sueño cuando consigue despertar un deseo inconciente de efecto paralelo con el cual reforzar su energía, y este deseo inconciente es un deseo infantil. Otra característica: el sueño de alguna forma interrumpe el reposo porque recibe excitaciones o estimulaciones que no vienen del exterior pero sí de la intimidad anímica. Sueños muy intensos pueden llegar a despertarnos, tales como los sueños de angustia. Cuando la realización de deseos en el sueño conmueve intensamente lo preconciente amenazando con interrumpir el reposo, el sueño deja de cumplir su otra función, que es preservar el dormir. También podemos decir que el sueño se rige por el proceso primario, (y no el secundario que dirige el pensamiento lógico de la vigilia). Este proceso primario lo lleva a cabo el sistema inconciente, mientras el secundario el sistema pre-conciente. El proceso primario se denomina de esta manera no sólo por su mayor importancia, sino porque está presente desde el principio, mientras que los procesos secundarios van desarrollándose después en forma paulatina con el fin de coartar o someter a los procesos primarios, y así poder dominarlos. Los procesos primario y secundario son dos modos de derivación de la excitación. Por ejemplo, los primeros surgen siempre que las representaciones son abandonadas por la carga pre-conciente, quedando entregadas a sí mísmas y pudiendo realizarse con la energía no coartada de lo inconciente, que aspira a una derivación o descarga de esa excitación. No debemos pensar por esto que la representación psíquica circula de un lugar a otro dentro del psiquismo (sentido tópico), sino mas bien que está inervada de distinta manera (sentido dinámico). Entonces inconciente y conciente no son estrictamente hablando lugares sino cualidades de la representación psíquica: esta podrá ser conciente, preconciente o inconciente no según el lugar que ocupa sino según su modo de inervación.

Lo inconciente es lo psíquico verdaderamente real: su naturaleza interna no es tan desconocida como la realidad exterior, y nos es revelada por el testimonio de nuestra conciencia tan incompletamente como el mundo exterior nos es revelado por los sentidos. A continuación de resume con mayor detalle el punto B de este capítulo 7 En sus intentos por explicar el mecanismo de los sueños, Freud desarrolla en esta sección de "La interpretación de los sueños" su primera teoría del aparato psíquico, también llamada primera tópica freudiana. El sueño es un acto psíquico importante y completo, y su fuerza impulsora es siempre un deseo por realizar. Su aspecto, en el que nos es imposible reconocer tal deseo, y sus muchas singularidades y absurdidades proceden de: 1) la influencia de la censura psíquica que ha actuado sobre él durante su formación, pero a más de la necesidad de escapar a esta censura, han colaborado en su formación, 2) una necesidad de condensar el material psíquico, 3) un cuidado de que fuera posible su representación por medio de imágenes sensoriales y, 4) además - aunque no regularmente-, el cuidado de que el producto onírico total presentase un aspecto racional e inteligente. Deberemos investigar la relación recíproca existente entre el motivo optativo y las cuatro condiciones indicadas, así como las de estas últimas entre sí. Por último, se incluirá al sueño en la totalidad de la vida anímica. En un sueño analizado anteriormente, quedó establecido que fue para permitir una realización de deseos que el proceso mental del reposo quedó convertido en un sueño. En dicho sueño, la idea latente sería: «Veo un resplandor que viene de la habitación en la que está el cadáver. Quizá haya caído una vela sobre el ataúd y se esté quemando el niño.» El sueño reproduce sin modificación alguna el resultado de esta reflexión, pero lo introduce en una situación presente y percibida por los sentidos como un suceso de la vigilia. Este es, como sabemos, el carácter psicológico más general y evidente del sueño. Una idea, casi siempre la que entraña el deseo, queda objetivizada en el sueño y representada en forma de escena vivida. Un examen más detenido nos hace observar que la forma aparente de este sueño nos muestra dos caracteres casi independientes entre sí. El primero es la representación en forma de situación presente, omitiendo el «quizá». El otro es la transformación de la idea en imágenes visuales y en palabras. Por ejemplo, en el sueño de la inyección de Irma la idea latente aparece en optativo: «¡Ojalá fuese Otto el culpable de la enfermedad de Irma!» El sueño reprime el optativo y lo sustituye por un simple presente: «Sí; Otto tiene la culpa de la enfermedad de Irma.» El presente es el tiempo en que el deseo es representado como realizado, lo que también se ve en la ensoñación diurna. El segundo de los caracteres es, en cambio, peculiar al sueño y lo diferencia de la ensoñación diurna, y consiste en que el contenido de representaciones no es pensado, sino que – por lo general- queda transformado en imágenes sensoriales a las que prestamos fe y que creemos vivir (al igual que en la alucinación). Asimismo hay en todo sueño algo externo, elementos que no han quedado transformados en imágenes sensoriales y que son simplemente pensados o sabidos del mismo modo que en la vigilia.

sus efectos en estado inconsciente. Aquello que denominamos nuestro carácter reposa sobre las huellas mnémicas de nuestras impresiones, y precisamente aquellas impresiones que han actuado más intensamente sobre nosotros, o sea las de nuestra primera juventud, son las que no se hacen conscientes casi nunca. Pero cuando los recuerdos se hacen de nuevo conscientes no muestran cualidad sensorial alguna o sólo muy pequeña, en comparación con las percepciones. Todo lo que hasta ahora hemos supuesto sobre la composición del aparato psíquico en su extremo sensible ha sido sin tener en cuenta para nada el sueño ni las explicaciones psicológicas que de su estudio pueden deducirse. Este estudio nos proporciona, en cambio, gran ayuda para el conocimiento de otro sector del aparato. Hemos visto que nos era imposible explicar la formación de los sueños si no nos decidíamos a aceptar la existencia de dos instancias psíquicas, una de las cuales somete a una crítica la actividad de la otra; crítica de la que resulta la exclusión de esta última de la conciencia. La instancia crítica mantiene con la conciencia relaciones más íntimas que la criticada, hallándose situada entre ésta y la conciencia a manera de pantalla. Hemos encontrado, además, puntos de apoyo para identificar la instancia crítica con aquello que dirige nuestra vida despierta y decide sobre nuestra actividad voluntaria y consciente. Si ahora sustituimos estas instancias por sistemas, quedará situado el sistema crítico en el extremo motor del aparato psíquico supuesto. Incluiremos, pues, ambos sistemas en nuestro esquema y les daremos nombres que indiquen su relación con la conciencia: ver FIGURA 3 al final. Al último de los sistemas situados en el extremo motor le damos el nombre de preconciente para indicar que sus procesos de excitación pueden pasar directamente a la conciencia siempre que aparezcan cumplidas determinadas condiciones; por ejemplo, la de cierta intensidad, etc. Este sistema es también el que posee la llave del acceso a la motilidad voluntaria. Al sistema que se halla detrás de él le damos el nombre de inconsciente porque no comunica con la conciencia sino a través de lo preconciente, sistema que impone al proceso de excitación, a manera de peaje, determinadas transformaciones. Situaremos el estímulo de la formación de los sueños en el sistema Inc., aunque, como más adelante explicaremos, no es esto rigurosamente exacto, pues la formación de los sueños se halla forzada a enlazarse con ideas latentes que pertenecen al sistema de lo preconciente. Pero también averiguaremos en otro lugar, al tratar del deseo onírico, que la fuerza impulsora del sueño es proporcionada por el sistema Inc., y esta última circunstancia nos mueve a aceptar el sistema inconsciente como el punto de partida de la formación de los sueños. Este estímulo onírico exteriorizará, como todos los demás productos mentales, la tendencia a propagarse al sistema Prec. y pasar de éste a la conciencia. La experiencia nos enseña que durante el día aparece desplazado por la censura de la resistencia, y para las ideas latentes, este camino que conduce a la conciencia a través de lo preconciente. Durante la noche se procuran dichas ideas el acceso a la conciencia, surgiendo aquí la interrogación de por qué camino y merced a qué modificación lo consiguen. Si el acceso de estas ideas latentes a la conciencia dependiera de una disminución nocturna de la resistencia que vigila en la frontera entre lo inconsciente y lo preconciente, tendríamos sueños que nos mostrarían el carácter alucinatorio que ahora nos interesa. El relajamiento de la censura entre los dos sistemas Inc. y Prec. no puede explicarnos, por tanto, sino aquellos productos oníricos exentos de imágenes sensoriales. Hay que pensar que en el sueño alucinatorio sucede lo siguiente: la excitación toma un camino regresivo: en lugar de avanzar hacia el extremo motor del aparato (como en la vigilia, dirección progresiva), se propaga hacia el extremo sensible, y acaba por llegar al sistema de las percepciones. Esta regresión es muy importante en el sueño pero se ve también en el recordar voluntario, la reflexión y otros pensamientos normales donde se retrocede desde un acto complejo de representación al material bruto de las huellas mnémicas en que se basa.

Pero, porqué no sucede también esto en el sueño? Ya habíamos dicho que la elaboración del sueño llevaba a cabo una total transmutación de todos los valores psíquicos, despojando de su intensidad a unas representaciones para transferirlas a otras. Esta modificación del proceso psíquico acostumbrado es la que hace posible cargar el sistema de las P hasta la completa vitalidad en una dirección inversa, o sea partiendo de las ideas. En suma, hablamos de regresión cuando la representación queda transformada, en el sueño, en aquella imagen sensible de la que nació anteriormente. Considerando el proceso onírico como una regresión dentro del aparato anímico, puede ahora explicarse porqué las relaciones intelectuales de las ideas, latentes entre sí, desaparecen en la elaboración del sueño o no encuentran sino muy trabajosamente una expresión. En efecto, estas relaciones intelectuales no se hallan contenidas en los primeros sistemas Hm, sino en otros anteriores a ellos, y tienen que perder su expresión en el proceso regresivo hasta las imágenes de percepción. Mas ¿por qué transformaciones resulta posible esta regresión, imposible durante el día? Sospechamos que se trata de modificaciones de las cargas de energía de cada uno de los sistemas; modificaciones que los hacen más o menos transitables o intransitables para el curso de la excitación. Esta circunstancia constituiría aquel «apartamiento del mundo exterior» en el que algunos ven la explicación de los caracteres psicológicos del sueño. Sin embargo, al explicar la regresión del sueño habremos de tener en cuenta aquellas otras regresiones que tienen efecto en los estados patológicos de la vigilia; regresiones a las que nuestra anterior hipótesis resulta inaplicable, pues se desarrolla, a pesar de no hallarse interrumpida la corriente sensible, en dirección progresiva. Las alucinaciones de la histeria y de la paranoia y las visiones de las personas normales corresponden, efectivamente, a regresiones, esto es, son ideas transformadas en imágenes. Pero en estos casos no experimentan tal transformación más que aquellas ideas que se hallan en íntima conexión con recuerdos reprimidos o inconscientes. Freud menciona aquí algunos ejemplos, como el del niño que cuando quería dormir lo asaltaban visiones de caras verdes, que tenían relación con el aspecto de la cara que según su madre tenía por masturbarse. Estos y otros ejemplos robustecen la afirmación de que en estos casos de transformación represiva de las ideas hemos de tener en cuenta la influencia de un recuerdo reprimido o inconsciente, infantil en la mayoría de los casos. Este recuerdo arrastra consigo a la regresión; esto es, a la forma de representación, en la que el mismo se halla dado psíquicamente, a las ideas con él enlazadas y privadas de expresión por la censura. Si recordamos cuál es el papel que en las ideas latentes corresponde a los sucesos infantiles o a las fantasías en ellos basadas; con cuánta frecuencia emergen de nuevo fragmentos de los mismos en el contenido latente, y cómo los mismos deseos del sueño aparecen muchas veces derivados de ellos, no rechazaremos la probabilidad de que la transformación de las ideas en imágenes visuales sea también en el sueño la consecuencia de la atracción que el recuerdo, representado visualmente, y que tiende a resucitar, ejerce sobre las ideas privadas de conciencia, que aspiran a hallar una expresión. Según esta hipótesis, podría también describirse el sueño como la sustitución de la escena infantil, modificada por su transferencia a lo reciente. La escena infantil no puede conseguir su renovación real y tiene que contentarse con retornar a título de sueño. La importancia de las escenas infantiles en el sueño torna superflua la hipótesis de Scherner de que este se debe a una excitación interna del órgano de la visión. En todo caso, este estado de excitación ha sido creado por el recuerdo y constituye la renovación de la excitación visual experimentada en el momento real al que corresponde.