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Este documento ofrece una introducción a la metodología cualitativa y su importancia en el análisis de políticas públicas. El texto explica cómo la metodología cualitativa permite abordar aspectos ocultos y entender las opiniones de profesionales diferentes, además de complementar resultados cuantitativos. Se discuten las diferentes posturas epistemológicas sobre el objeto de estudio y se explora cómo la metodología cualitativa puede ayudar a estudiar al sujeto que se investiga y al estudio del objeto.
Tipo: Resúmenes
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La metodología cualitativa permite aproximarse a la evaluación de las políticas públicas a partir de técnicas metodológicas distintas a las que se utilizan habitualmente. Nos permite abordar cuestiones que los métodos cuantitativos no son capaces de responder de forma totalmente satisfactoria. Así pues, la perspectiva cualitativa en investigaciones con métodos mixtos nos permite: -1 explorar aspectos que se dan por sentado y que se presentan como evidentes en la política pública evaluada, (2) entender las opiniones de distintos profesionales ante una misma política pública, (3) comprender la cultura de la organización y cómo se gestiona el cambio en la política pública evaluada. Además, a nivel metodológico, la perspectiva cualitativa nos sirve para complementar la interpretación de resultados cuantitativos, formular hipótesis y marcos teóricos, comprobar su robustez, definir variables y elaborar cuestionarios o, incluso, ayudarnos a definir tipologías muéstrales en el momento de definir la representatividad de una encuesta. Para beneficiarse de todas estas posibilidades, Bericat (1998) nos propone tres formas de otorgar un rol a la metodología cualitativa en investigaciones sociales con métodos mixtos: la complementación, la combinación y la triangulación con metodologías cuantitativas. De forma análoga, estas tres propuestas son aplicables a la evaluación de políticas públicas. Teniendo en cuenta lo anterior, uno de los temas de amplia discusión en la teoría y producción del conocimiento es la cuestión del objeto de estudio. El debate pueden resumirse en tres posturas epistemológicas, la primera de ellas la positivista, considera los fenómenos de estudio como objetos del resultado de la experiencia empírica; que sólo pueden ser explicados a través de regularidades y relaciones causales entre sus elementos constituyentes, es decir, pre- construyen un objeto para después contrastarlo con la realidad, mediante el uso de metodologías pertenecientes al paradigma de investigación cuantitativo, caracterizado por centrarse en el mundo objetivo, asignando números a sus observaciones (Schwartz, 1979). La segunda de ellas, la perspectiva interpretativita, considera al objeto como producto de la experiencia subjetiva, es decir, el mundo es tal como aparece en la consciencia. El objeto sólo es entendible desde el interior de los individuos, no desde el exterior como en el positivismo. Mientras que la tercera postura, argumenta que todo el conocimiento está determinado por los procesos sociales y culturales, y que dicotomías tales como sujeto/objeto y la epistemología/ontología son arbitrarias e intrínsecamente inestables, que son simplemente el producto de un conjunto de procesos sociales y culturales que operan en un punto específico en el tiempo, en un lugar determinado. En lo que respecta a la investigación aplicada, la forma de responder a la pregunta sobre cuál es el método más adecuado para lograr los objetivos del objeto de estudio, dependerá, entre
otras cosas, de la complejidad de la política pública que quiera evaluarse. Será necesario definir desde un principio qué abordaje será más adecuado: cualitativo, cuantitativo o una integración de ambos.
La forma en que la metodología cualitativa puede ayudarnos a estudiar o investigar al sujeto que se investiga, es con información densa y detallada sobre qué está haciendo y cómo se desarrolla el programa en su día a día. Aunque esto no implique que con ello nos conduzca necesariamente a una posición meramente subjetivista, dado que su objeto puede ser confrontado con la realidad objetiva. Después de todo, como señala el mismo autor, no cabría hablar de ruptura entre el saber científico (objetivo) y el vulgar (subjetivo), porque son un continuo, se pasa del sentido común al saber científico, y de éste a un sentido común más esclarecido. En este sentido, el científico no puede deshacerse totalmente del sentido común, porque “la aprehensión del mundo social pasa por una actividad de selección e interpretación ligada a nuestros valores” (Laparrière, 1997: 368). Como muestra de ello basta revisar el estudio que realiza de Gaulejac (en Taracena, 2002) sobre el papel que juega la subjetividad en las investigaciones. El investigador es parte de este proceso, por ejemplo, Poupart (1997: 203) señala para el caso de las entrevistas que “el investigador no puede abstraer, en tanto actor social, su subjetividad que en la entrevista es más un aporte que un obstáculo para la objetivación de los fenómenos”, por lo que no es posible disociarlo de manera alguna, “la objetividad de la indagación está dada también por su intervención, y esto es gracias a la relación que construye entre la teoría y la práctica, un intercambio de saberes específicos entre los diferentes actores implicados (actor, grupo, investigador), lo que presupone una epistemología pluralista”. En general, este método no requiere autorización expresa ni formal para utilizarlos. Se aprovecha la dimensión pública del programa a analizar para extraer información relevante y útil sobre él y responder a las preguntas de evaluación.
Muchos programas públicos implementan actuaciones específicas para colectivos diferenciados de beneficiarios como estrategia para lograr los objetivos que se han propuesto. La metodología cualitativa puede en estos casos generar información para su evaluación en base a su especificidad. La comparación se basa en destacar lo que distingue cada caso y cómo el programa debe adaptarse para satisfacer sus objetivos en términos de impacto. Thöening (2004) argumenta que la administración pública y las políticas públicas se encuentran en un proceso de decadencia en la producción de conocimiento. Desde su punto de vista los estudios de políticas carecen de rigor analítico, son descriptivos y teóricamente inestables, semejan más a estudios prácticos e informes de consultoría, no producen mucho conocimiento, ni teorías sólidas. Añade además que nos hemos tardado en aplicar herramientas heurísticas para el estudio de ciertos fenómenos, y por el contrario hemos entrado en una confrontación mundana sobre la oposición de los métodos cualitativos y cuantitativos. Así que, los métodos cualitativos contribuyen a la doble dimensión de la orientación de políticas: al análisis del proceso y a la inteligencia de este proceso. Algunos estudios muestran la manera en que los métodos cualitativos constituyen una herramienta para profundizar en el funcionamiento de las políticas. Asimismo, son de utilidad para desentrañar la manera en que los legisladores o la burocracia deciden entre políticas o valores en disputa, y para conocer los intereses que están detrás de la configuración de una determinada acción de gobierno. Permiten conocer además si los objetivos de las políticas han sido logrados, cuáles han sido los efectos en los comportamientos tanto de la ciudadanía como la burocracia, la forma en que pueden operar adecuadamente y si es posible ampliar su cobertura.
Los métodos cualitativos son una parte esencial del abanico de instrumentos que tienen a su alcance los analistas para la evaluación de programas de política pública. Las aplicaciones de los métodos cualitativos son diversas en sí mismas. No obstante, sí puede definirse un denominador común en su aplicación y usabilidad en las políticas públicas. Una de las ventajas de esto, es que los métodos cualitativos tratan de ofrecer varios métodos y oportunidades para poder realizar las búsquedas y análisis de los problemas, sin embargo, el debate entre investigadores sociales sobre si la investigación cualitativa y la cuantitativa deben compartir criterios para evaluar su calidad tiene como consecuencia la falta de consenso sobre cómo evaluar investigaciones cualitativas. Se han dedicado muchos esfuerzos infructuosos en detrimento de una alternativa más pragmática para elaborar criterios aplicados que permitan a cada analista orientarse en su propia investigación/ evaluación. A pesar de que la metodología cualitativa tiene un carácter específico, esto no implica que no deba evaluarse su calidad. No obstante, hemos argumentado que, como en una investigación cuantitativa, la estrategia básica para asegurar el rigor y calidad en metodología cualitativa es un proceso sistemático y consciente de trabajo para la elaboración del diseño de la investigación, la recogida de datos, su interpretación y la comunicación de los resultados.