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Este documento analiza la importancia de la religión en la sociedad y cómo afecta la salud reproductiva. Se discute el papel de las religiones en la definición del sagrado y lo profano, y cómo influyen en las creencias y prácticas relacionadas con la sexualidad y la reproducción. Además, se examina la oposición de algunas religiones al concepto de salud reproductiva y cómo ha evolucionado la discusión sobre este tema en el siglo xxi.
Qué aprenderás
Tipo: Resúmenes
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La importancia de la religión. La religión juega un papel importante en la sociedad, en las políticas de los gobiernos y en la vida de las personas. De acuerdo con Durkeim (1915:38), las religiones representan sistemas coordinados de creencias y prácticas específicas que definen lo sagrado - esto es, prescriben un orden sobre ciertos fenómenos o elementos cuya existencia tiene lugar en un más allá, fuera de la vida ordinaria. Lo que se define como sagrado es a menudo colocado en un plano inaccesible o prohibido – de allí se engendran creencias y prácticas que se enlazan unas con otras formando una comunidad moral única, llamada una Iglesia. Una Iglesia consiste en un conjunto de creencias específicas las cuales son enunciadas por sus líderes y aceptadas por sus adherentes que en su totalidad se reconocen como una religión. El propósito de las religiones es reglamentar la relación de sus adherentes con lo que se define como sagrado y con un contexto espiritual, a menudo representado por uno o varios dioses. Las grandes religiones, con algunas excepciones (budismo, hinduismo), son monoteístas. Al establecer lo sagrado, las religiones, por consiguiente, definen también lo profano, esto es las conductas y prácticas prohibidas dentro de sus códigos morales. Las religiones a través de múltiples prohibiciones ejercen una enorme influencia sobre las conductas de las personas. Entre los pueblos indígenas, las religiones mantienen sus creencias y ritos a través del tiempo gracias a una tradición oral. No todos los ritos son benignos en su implementación, especialmente entre pueblos llamados primitivos. Como testigo de ritos que tienen un carácter violento está el caso del dios Azteca - Mictlantecuhtli – (el Diablo)
comprende, se debe a que éste incluye elementos que se pueden interpretar como moral o culturalmente conflictivos. Entre ellos están: aborto, planificación familiar, igualdad de género, salud sexual, derechos reproductivos, derechos sexuales, orientación sexual, derecho a la vida, conducta sexual, educación sexual y otros. Las grandes religiones Las principales religiones comprenden cinco billones de adherentes en el mundo actual. Un tercio de la población es cristiana, 20 por ciento islámica, y un 13 por ciento hindú. Estas religiones contribuyen a definir, dentro de las sociedades o comunidades en que ellas operan, los términos que separan lo sagrado de lo profano, en otras palabras, el bien del mal. En general las religiones son importantes sistemas sociales, con complejas jerarquías, cuyos propósitos están orientados a celebrar la dignidad y capacidad del individuo y a estimular un sentido de unidad y comunidad. Esto es sin duda uno de los aspectos más positivos de las religiones. La gran mayoría de las religiones también adoptan códigos morales y sistemas de valores que deben ser observados por sus adherentes. Entre los objetivos de estos códigos están guías para las conductas en materias que incluyen el ejercicio de la sexualidad, formación de familia, roles de género, anticoncepción y aborto. Todas las religiones tienen normas detalladas que definen lo que es aceptable o condenable en estas áreas. También a través de sus instituciones y de sus representantes, las religiones influyen en forma importante sobre las políticas públicas, expresando o imponiendo posiciones que a menudo tienen resultados negativos sobre los derechos humanos, principalmente los derechos de la mujer. Las grandes religiones, en su mayoría patriarcales, generalmente sitúan a la mujer como el agente reproductivo central, cuyo destino es de sumisión frente al poder de protección y superioridad que atribuyen al hombre. También se le niega a la mujer la capacidad moral y de discernimiento en lo que concierne a su sexualidad y decisiones reproductivas. La Iglesia Católica Durante los primeros siglos del cristianismo, los llamados padres de la iglesia discutían en sus debates teológicos el significado y valor moral de la virginidad. Sus conclusiones con respecto al valor espiritual de la virginidad eran unánimes en que ésta es una de las formas en que el ser humano alcanza el más alto nivel de pureza. Esto significaba, por otro lado, que la sexualidad era vista como una actividad impura si no tenía por objeto la reproducción humana, la que sólo se permitía dentro del matrimonio. Toda otra actividad sexual era condenada por la religión. Una consecuencia de esta visión fue relegar a la mujer a un papel de agente reproductivo dependiente del hombre. En tiempos ya más recientes, el Segundo Concilio del Vaticano, en 1965, declara que: “La vida debe ser protegida con el mayor de los cuidados desde el momento de su concepción; el aborto y el infanticidio son crímenes