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DOCUMENTO ACERCA DE LA LECTURA
Tipo: Apuntes
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Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV). Graciela N. RICCI. El proceso de la lectura y los aporte...
En el sueño hay formas que se repiten, quizá no hay otra cosa que formas .. J. L. BORGES, Otras Inquisiciones
Introducción Los COMIENZOS DEL SIGLO XXI marcan la entrada simbólica a un milenio acelerado y paradójico en el cual la cantidad de información, cada vez más acrecentada, se concentra en unidades (los microchips) cada vez más pequeñas, produciendo una aceleración de procesos de tal magnitud que hace que el mundo padezca las consecuencias que el exceso de información genera, es decir, hermetismo y segregación, y nos lleva a repetir las proféticas palabras de Thomas S. Eliot:
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?^1
El conocimiento, desde la perspectiva actual, se ha convertido en el capital de un número restringido de individuos que tienen la capacidad de acceder a la información
; Cit. por R. Simone, en su libro La Terza Fase, Laterza, Roma-Bari 2000, p. V. op. cit., p. 55.
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el principal punto de referencia en todos los campos de la actividad humana. La acumulación del rumor, incluido el de las técnicas multimediales, además de obstaculizar el fluir comunicativo en general, constituye una forma invisible de violencia social que puede fácilmente generar sentimientos reprimidos de angustia, por miedo a la pérdida de control del mundo que nos rodea, el propio y el exterior. Las características que contradistinguen al nuevo milenio en el campo del saber, la aceleración, la segregación y el conocimiento hermético a nivel tecnológico, hacen que gran parte de los profesionales cuyo trabajo requiere profundizar en la lectura de textos especializados, encuentren difícil abocarse a una dimensión de lectura atenta y concentrada, en la cual el movimiento temporal parece todavía más lento de lo que es, mientras a su alrededor una civilización de la imagen se mueve frenéticamente procesando datos a velocidades supersónicas. Se ha constatado que el resultado de una sociedad superacelerada es la desestimación inflacionada de la psique humana. A causa del cambio acelerado del ambiente circundante y la multiplicación de mundos virtuales que las técnicas abren como posibilidad al hombre, éste desarrolla simultáneamente un sentimiento de pérdida de identidad y de vida privada que se asemeja mucho al sentimiento que suscitan las conocidas frases de Jorge Luis Borges: un hombre es todos los hombres y yo es nadie. Por todo lo dicho, y teniendo en cuenta que la lectura tradicional, en una época vertiginosa como la nuestra, va paulatinamente declinando, reemplazada por la lectura multimedial, es importante preguntarse cómo es que la obra de Borges, de no fácil lectura, se ha vuelto tan famosa y sus textos leídos, citados y estudiados internacional- mente en tantos centros especializados. Este trabajo trata de dar respuesta a dicha pregunta, analizando las implicaciones cognitivo-afectivas del proceso de la lectura, su importancia en la escritura de Borges y los aportes innovadores que Borges ha proporcionado a la metodología de la lectura, reexaminados desde la perspectiva de las ciencias neuro-cognitivas.
El proceso de la lectura Hay dos acepciones principales del concepto de lectura: una restringida a la comunicación escrita y la otra a todo tipo de comunicación. Consideramos aquí el sentido restringido, que entiende por lectura el conjunto de las actividades perceptivas y cognitivas que mira al reconocimiento y a la comprensión de los mensajes escritos. La lectura, según el sentido etimológico de la palabra latina (<recoger, reunir>, pero también
(^3) Cfr. Gumbrecht, lser, Jauss et al.(1989), Teoria della ricezione, trad.it., Einaudi, Torino.
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sentido y las va acumulando en su memoria. El tiempo de fijación necesario para la transformación de los signos visivos en unidades de significado permanece constante, un tercio o un cuarto de segundo, más allá de la cantidad de información adquirida, y no depende de la forma o dimensión del carácter tipográfico ni de la mayor o menor inteligencia del lector. La duración de la fijación constituye uno de los límites de la lectura. El otro límite es la capacidad de absorción de la memoria de breve duración (MBT), que conserva la información durante unos segundos solamente (más o menos una frase entera, entre 8 y 20 palabras). En cambio, la memoria de larga duración (MLT) funciona como un archivo donde se depositan las informaciones de los códigos y del conocimiento del mundo y también las informaciones recibidas de lo que actualizamos durante la lectura. La duración de lo que retenemos puede ser de algunas horas o de toda una vida. Durante el proceso de la lectura, la cantidad de información consciente que una persona puede percibir en un momento determinado con la MBT es, como media, de 7
no releemos un libro sólo para reencontrar ciertas impresiones placenteras ... (sino también) para comprenderlo mejor en el rol especial de su explicación estética.,[ ... ] para hacer de modo que la impresión evolucione en profundidad. 5
(^5) Cit. por Paul Cornea, op. cit.,p. 230.
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Con esta frase Vianu manifiesta, implícitamente, que el nivel de la comprensión, en su sentido simultáneamente emocional y cognitivo, es, en la relectura, el aspecto predominante, conectado a la capacidad de recepción sensorial y afectiva del sujeto; y que, contrariamente a lo que se piensa, el nivel intelectual-analítico es secundario. A nivel de la comprensión, lo indeterminado actúa como inductor semántico que permite el desencadenamiento del fluir asociativo, según distintos modelos de interacción cognitivo- emotiva. Modelos que van de la identificación plenamente proyectiva, típica del modo empático, que anula las distancias entre el lector y el héroe, a la polaridad extrema del rechazo proyectivo, tal como se verifica en la identificación irónica, tan usada por Borges. Actualmente, el rol del factor emocional ha adquirido una enorme importancia en los enfoques de las distintas escuelas psicológicas, en los seminarios de formación, en las publicaciones de carácter semiótico, en las investigaciones interdisciplinarias. Este fenómeno confirma, por una parte, la relevancia que ha asumido el destinatario en el proceso comunicativo y, por la otra, la importancia de la imaginación del lector en la activación de la indeterminación textual. De estos dos aspectos, Borges hablaba ya en los años 40. Basta citar la conocida frase:
Una literatura difiere de otra , ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída; si pudiéramos leer cualquier página actual como la leerán en el año dos mil, sabríamos cómo será la literatura en el año dos mil. (01, p. 218)
Hoy, como lectores del nuevo milenio, pudiendo hablar desde esa perspectiva del futuro al que se refería Borges, debemos reconocer la enorme validez de sus palabras, que anticipan los aportes de la teoría de la recepción. Además, el momento actual es particularmente privilegiado para entender su modo de lectura y de re-escritura, si se tienen en cuenta los descubrimientos de las nuevas ciencias neuro-cognitivas. Comentaré, entonces, brevemente el modo de escritura borgesiano, para luego considerarlo a la luz de los nuevos enfoques.
El modo de escritura de Jorge Luis Borges Dijimos, al principio, que la aceleración, la segregación y el conocimiento hermético, son tres características que contradistinguen nuestra época. De estas tres, la primera se pone en neta oposición con la escritura de Borges quien, como es sabido, necesitaba días enteros para escribir un cuento o una poesía. Es, precisamente, esa lentitud de elaboración, unida a la enorme activación de sus dos tipos de memoria, uno de los motivos que contribuirá a provocar, en el escritor argentino, un modo de escritura hermética y compleja. La lentitud de elaboración, en Borges, obedecía a esa constante indagación en los secretos del lenguaje que caracterizó desde siempre su forma de trabajar y que hizo decir a Cortázar:
.. La gran lección de Borges no fue una lección temática, ni de contenidos, ni de mecánicas. Fue una lección de escritura. La actitud de un hombre que, frente a cada
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otorgaba cuando escribía:
He renunciado a las sorpresas de un estilo barroco---dice Borges en el Prólogo a El informe de Brodie-también a las que quiere deparar un final imprevisto. He preferido, en suma, la preparación de una expectativa a la de un asombro.
Por ese motivo, para Borges la redacción del prólogo era fundamental, no solamente porque le permitía un metadiálogo explicativo de sus ideas sobre la literatura y sobre el mundo, sino porque le permitía recrear-precisamente-un sentimiento de expectativa. Perplejidad y expectativa Borges las suscitaba de varios maneras: con los ya mencionados prólogos, con su estilo conciso y densamente semantizado, con sus preguntas indagado- ras, que introducían una mirada alerta sobre el universo, proponiendo una lectura del texto en múltiples niveles. Podríamos agregar también su utilización de elementos cifrados, la confusión de géneros y de mundos reales y virtuales que, años atrás, desorientaban al lector incauto y lo sumían en un sentimiento de estupor muy borgesiano. Todos estos factores no bastan, sin embargo, para explicar por qué la lectura reiterada de sus textos puede provocar, en el lector asiduo de Borges, una especie de
La metodología revolucionaria de Borges Para Borges, la estructuración simbólica de sus relatos fantásticos era manifestación de sus conflictos más profundos, como él mismo ha comentado en más de una ocasión:
Porque los he vivido muy profundamente. Los he vivido tan profundamente que los he contado empleando extraños símbolos para que la gente no descubriera que todos eran mas o menos auto^ ,^ b" 10gra^ 'fi 1cos.^8
El tipo de proyección que el escritor utiliza es, paradójicamente, por una especie de pudor que le hacía reprimir sus manifestaciones emotivas, lo que se denomina «identificación irónica», que crea distancia entre el lector y el texto. Esta poética del desapego produce un efecto de descentralidad que causa perplejidad en quien lo lee y que, unida a la complejidad intrínseca de su escritura, transgrede las expectativas habituales del cerebro y provoca, en el sistema nervioso, un estado de alerta y de parálisis del pensar que puede producir dos efectos: una respuesta de provocación y entonces el lector acepta el desafio y prosigue la lectura, o una respuesta de escepticismo y cansancio, que le hace interrumpir su actividad. Sesenta años atrás, el lector se des-motivaba y
(^8) Cfr. R. J. Christ, «J. L .Borges, an Interview». En Paris Review, XL, Winter-Spring, New York 1967, p.155 (la trad. es mía).
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dejaba de leer a Borges o lo criticaba ásperamente. En nuestra época el lector ha cambiado, y sus instrumentos receptivos se han afinado notablemente, tanto en lo instrumental como en lo metodológico; por eso Borges suscita hoy una reacción muy distinta. Pero es, en particular, su utilización procesual del enigma, del laberinto y de lo especular, lo que vuelve realmente innovadora su escritura y revolucionaria la lectura reiterada de sus textos. Sabemos que, para Borges, el espejo y el laberinto fueron símbolos que lo atrajeron desde su infancia y suscitaron en él sentimientos de terror y angustia. Citaré solamente dos comentarios sobre ellos, que Borges emite en varias ocasiones:
Yo conocí de chico ese horror de una duplicación o multiplicación espectral de la realidad pero ante los grandes espejos. Su infalible y continuo funcionamiento, su persecución de mis actos, su pantomima cósmica eran sobrenaturales. (H, p. 15)
Tengo la pesadilla del laberinto y esto se debe, en parte, a un grabado en acero que vi en un libro francés cuando era chico ... En ese edificio cerrado, ominosamente cerrado, había grietas. (SN, p.43).
En otra oportunidad, Borges se refiere al mito griego del laberinto y del minotauro como a una «tardía y torpe versión de mitos antiquísimos, la sombra de otros sueños más horribles» (MZF, p.102). En todas estas citas, se evidencia la conversión de lo objetivo en una vivencia emocional intensa y angustiada, que él transforma en elemento estructural de su obra. El escritor ha mencionado también, varias veces, la duplicidad de los espejos y la multiplicación de los espejos enfrentados, y el laberinto es, arquitectónicamente, una duplicación infinita de lo especular, así que podemos considerarlo como el aspecto dinámico del espejo. También el enigma (figura del secreto hermético) forma parte del recorrido laberíntico, porque el que lo recorre no conoce el camino que debe elegir para poder llegar al centro. De este modo, enigma, espejo y laberinto dejan de ser meros símbolos aislados para transformarse en una tríada sistémica, en parte basilar del modelo cognitivo con el cual Borges estructura sus textos. Ello significa que el lector de Borges, además de efectuar el proceso inverso al del autor, para decodificar sus textos, debe actuar la relectura múltiple como parte de un ritual especular obligado al cual conducen los enigmas de muchos de sus cuentos («La casa de Asterión», en El Aleph, es un ejemplo paradigmáti- co); ritual reiterativo, la relectura, que es un factor más de descentralidad y desapego en el recorrido laberíntico del texto. El resultado puede llegar a ser un estado de deslumbra- miento que presenta cierta analogía con lo que Thomas Kuhn denomina «estado iluminad0» 9 , es decir, el salto de un paradigma cognitivo a otro, provocado por una repentina re-estructuración del pensamiento y la consecuente sensación de
(^9) Cfr. T. S. Kuhn (1962), La struttura del/e rivoluzioni scientifiche, trad.it., Einaudi, Torino 1969, p.152.
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historias ajenas. Recordemos que, para Borges, el poeta ciego, escucharse mientras repetía incansablemente las frases que creaba era fundamental, para poder saborear la sensación de infinitud. Por eso, el término <infinitm se multiplica incesantemente en sus textos. Un modelo ejemplar en su brevedad, en lo estilístico y semántico, lo constituye «El laberinto» de Atlas, como demuestro en un trabajo anterior^12. En dicho laberinto, Borges resume magistralmente, como años atrás en «La casa de Asterión», su poética de la lectura y de la re-escritura: leer es re-leer cantidad de veces un único texto, que no será nunca el mismo porque cada nueva lectura provocará nuevos sentidos y añadirá nuevos elementos al texto original. Las diferentes re-lecturas llevarán de la comprensión inicial del contenido, a la comprensión de la forma del contenido y, sucesivamente, a la captación de la reiteración de la forma, de la forma del ritmo, del ritmo de la pausa, de la calidad del silencio (es decir, un viaje de exploración y descubrimiento que se transforma, sucesivamente, en un viaje de seducción y deslumbramiento estético).
Conclusión Podemos afirmar, entonces, que es esa sensación de infinito, de vastedad indiferen- ciada, provocada por las estrategias cognitivas y lingüísticas de Borges, lo que se experimenta con la lectura reiterada de su obra. El contenido incide relativamente poco; puede resultar interesante al principio, para atraer la atención del lector; pero quedarse en él lleva, incluso, a confundir las ideas en el momento de la valoración crítica. La escritura de Borges seduce porque nos pone en contacto, a través de la forma de la expresión, con lo inexpresable; con ese momento en el cual la intensidad de lo no dicho, atraviesa las fronteras del silencio y se expresa en el umbral de la pre-textualidad, en los entramados intralingüísticos del texto. Por eso Borges puede resultar indigerible para un lector joven o, por lo menos, no todavía maduro para una retórica del silencio. Es en esa dimensión que se expresa su sentimiento místico, enmascarado de desapego simbólico y de distanciación irónica. Es muy posible, también, que las experiencias místicas que Borges ha tenido cuatro o cinco veces en su vida, y que él confiesa solamente en sus últimas entrevistas, estén profundamente conectadas a su escritura. En trabajos anteriores 13 , muestro que sus textos están recorridos por un proceso de depuración que podría definirse <alquímico>; proceso que acompañó a Borges a lo largo de su vida y que es el verdadero código secreto que enhebra sus textos. La alquimia aconsejaba a sus adeptos la relectura constante y el trabajo con las imágenes, como muestran textos básicos como el Mutus Liber^14 ,de 1614, y Borges siguió fielmente ese consejo alquímico. Y en una época como la nuestra en que, aparentemente, la información está al alcance de todos, vuelve a encamar la perenne verdad encerrada en los movimientos gnósticos de la antigüedad: Lo realmente secreto no se hace en secreto
(^12) «Las formas de la dualidad: de <Boletín de una noche toda> a Siete Noches», en M. Lafon (coorpjnador), Borges Essayiste, CELCIRP, Paris 2000 (en imprenta). Cfr. Graciela N. Ricci, «Borges, el código secreto», en G. Ricci (coordinador), Borges, la lenfSU(j el mundo: las fronteras de la complejidad, Giuffre ed., Milano 2000, pp.133-166. «Üra - Lege Lege Lege Relege labora - et invenies.» En Altus, Mutus Liber, La Rochelle 1677, figura 4.
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sino que habla en secreto, porque se revela al lector que puede y quiere detener ese tiempo tan acelerado que nos devora, para penetrar las imágenes cifradas de textos como los de Borges, en los que imágenes icónicas y lingüísticas aluden a una experiencia esencial compartida por los gnósticos de todas las épocas. Por eso, con Borges, el texto literario se vuelve una experiencia de frontera, manifestación de una apertura dialógica que busca conocer al ser humano a través de la comunicación consigo mismo y con el Otro dentro de sí; reconocer el texto, reconocerse en y a través de la lectura de un texto. Texto-espejo, texto-diálogo que renueva las experiencias fundamentales, las que se dan en los confines: la piel del cuerpo, la superficie de la tierra, el nacimiento, el instante de la muerte. Concluyo con una de las tantas frases que Borges nos enseñó a apreciar y que nos permite compartir con él su amor por los libros. Decía Borges: «Cada palabra, aunque está cargada de siglos, inicia una página en blanco y compromete el porvenir» (Prólogo a MH). Su frase anticipa el milenio que él no logró comenzar pero sí prever con sus hilaciones irónicas y proféticas. Y si, como él mismo ha dicho en momentos diferentes, cada palabra presupone una experiencia compartida y cada autor crea a sus precursores, Borges ha puesto en práctica lo que aseveraba, pues nos ha permitido compartir, con la re-lectura de sus textos, los estados de infinitud que él experimentaba al escribir, creando y recreando, con su escritura esencial, a los lectores/autores que lo leen, lo han seguido y han quedado marcados para siempre por su estilo inimitable.
ÜBRAS DE J. L. BORGES CONSULTADAS Y RESPECTIVAS ABREVIA TURAS
O! Otras Inquisiciones (1937-1952), Sur, Buenos Aires 1952. A El Aleph (1949), Losada, Buenos Aires 1952. OM El otro, el mismo (1954), Emecé 1996. MZF Manual de zoología fantástica (en colab. con M. Guerrero) (1957), FCE, México. H El hacedor (1960), Emecé, Buenos Aires. IB El informe de Brodie (1970), Emecé, Buenos Aires. MH La moneda de hierro (1976), Emecé, Buenos Aires 1996. SN Siete Noches (1980), Emecé 1997. At Atlas (1984), Lumen, Barcelona 1999.