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Lectura: debate sobre el conocimiento y la ciencia
Tipo: Resúmenes
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¡No te pierdas las partes importantes!
Lectura segunda práctica de Filosofía Debate sobre el conocimiento y la ciencia.
EL MÉTODO CIENTÍFICO Es un conjunto de procedimientos para verificar o refutar hipótesis o proposiciones sobre hechos o estructuras de la naturaleza. Estas estructuras pueden ser una ley natural (estructura simple) y hasta un conjunto de leyes naturales (estructura compleja).
Conviene recalcar que, el método científico:
Pasos del método científico:
1. Determinación del problema científico específico. Los problemas explicativos se suelen formular por medio de preguntas, tales como; ¿Por qué caen los cuerpos?, ¿Cuál es la causa de la fiebre puerperal?, ¿Qué ha producido la expansión del universo?, ¿A qué se debe la extinción de los dinosaurios? También se pueden expresar en forma no interrogativa, como cuando mencionamos el problema ge la causa del cáncer. Cuando el problema científico no se formula en una pregunta específica, como: ¿Cuál es la causa de la vida?, o cuando el problema es demasiado general, como; ¿Por qué existe la ley de gravitación?, la ambigüedad en primer lugar y los límites de nuestro conocimiento en segundo lugar hacen difícil plantear hipótesis adecuadas. 2. Planteamiento de una hipótesis. Esta es una propuesta de solución al problema o una solución provisional. A los cuatro primeros problemas se puede presentar las siguientes hipótesis o propuestas de respuesta: los cuerpos caen por la ley de gravitación universal, la causa de la fiebre puerperal es la materia cadavérica, la expansión del universo ha sido producida por una gran explosión de la materia concentrada del universo y los dinosaurios se extinguieron por el impacto de un gran meteorito sobre la Tierra. 3. Deducción, a partir de la hipótesis, de una consecuencia contrastable , es decir que se pueda someter a observación o experimentación. Carl Hempel denomina “implicación contrastadora” a esta deducción. La consecuencia contrastable debe ser un hecho. Este paso es necesario porque rara vez se puede someter una hipótesis a verificación o refutación directa a través de la observación o experimentación. Son deducciones a partir de las hipótesis de los ejemplos: Si la gravitación universal causa la caída de los cuerpos, entonces una fuerza que la equilibre hará orbitar al cuerpo correspondiente. Si la materia cadavérica es la causa de la fiebre puerperal, entonces la eliminación de la materia cadavérica de las manos de los
contrastación similar, pero se enteraron de los resultados obtenidos por Penzias y Wilson.
Luis Álvarez y Walter Álvarez, padre e hijo, plantearon en 1980 la hipótesis del impacto del meteorito como causa de la extinción de los dinosaurios. Desde entonces han ubicado en más de setenta lugares, donde se había desenterrado restos fósiles de dinosaurios, una cantidad de iridio, un metal raro en la Tierra, compatible con la hipótesis del meteorito.
5. Análisis de resultados. En los ejemplos mencionados, el descenso de la mortalidad de la fiebre puerperal fue dramático. Aunque impactante, la muerte posterior de once pacientes revisadas por el mismo Semmelweis, indicó dolorosamente que ningún resultado, ninguna verificación puede tomarse como definitiva. Cuando en 1959 los soviéticos pusieron por primera vez un satélite artificial en órbita circunterrestre obtuvieron una verificación más de las leyes de Newton. Poner en órbita un satélite bastaba para la confirmación, pero ¿si a pesar de ello, el satélite no tenía la fuerza equilibrante necesaria o tenía una fuerza superior?
La contrastación que sin quererlo hicieron Penzias y Wilson de la hipótesis de la gran explosión se ha repetido varias veces. Recientemente se ha reportado que la radiación de fondo es homogénea en todos los puntos medidos del universo con una exactitud de uno en diez millones de partes. ¿y si éste no hubiera sido el caso? ¿Se seguiría pensando que la radiación de fondo es una buena implicación contrastadora?
En Escocia se han encontrado pruebas fósiles de una extinción masiva de especies, similar a la de dinosaurios que desaparecieron con cerca de 2, especies más. Pero aquella extinción data de hace 243 millones de años, mientras que, la de dinosaurios es de hace 65 millones de años. Sin embargo, un miembro del equipo de investigación de los Alvarez, de la Universidad de Berkeley, Estados Unidos, se ha dirigido a Escocia en 1986 para estudiar las posibles trazas de iridio
en los fósiles encontrados y si están relacionados con un cráter prehistórico ubicado en la zona. A pesar de los hechos que acabamos de mencionar, la ciencia ha considerado que la contrastación de las cuatro hipótesis tuvo como resultado la verificación de las mismas, en mayor o en menor grado. Los detalles mencionados y las posibilidades planteadas revelan que siempre es necesario un análisis de los resultados de la contrastación. Pocas veces los resultados son unívocamente rotundos. EI análisis puede revelar, por ejemplo, como en el caso de la hipótesis sobre la extinción de los dinosaurios, que se necesitan otras implicaciones contrastadoras. O, como en las preguntas planteadas sobre la puesta en órbita de los satélites artificiales, que es necesario medir otros aspectos aparte de la puesta en órbita. Sanz Elguera- Introducción a la ciencia
De la distinción del conocimiento puro y el empírico
No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿por dónde iba a despertarse la facultad de conocer, para su ejercicio, como no fuera por medio de objetos que hieren nuestros sentidos y ora provocan por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento nuestra capacidad intelectual para compararlos, enlazarlos, o separarlos y elaborar así, con la materia bruta de las impresiones sensibles, un conocimiento de los objetos llamado experiencia? Según el tiempo, pues, ningún conocimiento precede en nosotros a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella.
Mas si bien todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no por eso origínase todo él en la experiencia. Pues bien podría ser que nuestro conocimiento de experiencia fuera compuesto de lo que recibimos por medio de impresiones y delo que nuestra propia facultad de conocer (con ocasión tan sólo de las impresiones sensibles) proporciona por sí misma, sin que distingamos este añadido de aquella materia fundamental hasta que un largo ejercicio nos ha hecho atentos a ello y hábiles en separar ambas cosas.
primero: si se encuentra una proposición que sea pensada al mismo tiempo con su necesidad, es entonces un juicio a priori; si además no está derivada de ninguna otra que no sea a su vez valedera como proposición necesaria, es entonces absolutamente a priori. Segundo: la experiencia no da jamás a sus juicios universalidad verdadera o estricta, sino sólo admitida y comparativa (por inducción), de tal modo que se debe propiamente decir: en lo que hasta ahora hemos percibido no se encuentra excepción alguna a esta o aquella regla.
Así pues si un juicio es pensado con estricta universalidad, de suerte que no se permita como posible ninguna excepción, entonces no es derivado de la experiencia, sino absolutamente a priori. La universalidad empírica es pues solo un arbitrario aumento de la validez: que, de valer para la mayoría de los casos, pasa a valer para todos ellos, por ejemplo en la proposición: todos los cuerpos pesados. Pero en cambio cuando un juicio tiene universalidad estricta, ésta señala una fuente particular de conocimiento para aquel juicio, una facultad del conocimiento a priori. Necesidad y universalidad estrictas son pues, señales seguras de un conocimiento a priori y están inseparablemente unidas. Mas como, en el uso, es a veces más fácil mostrar la contingencia que la limitación empírica de los juicios, o a veces también es más claro mostrar la universalidad ilimitada, atribuida por nosotros a un juicio, que su necesidad, es de aconsejar el uso separado de ambos criterios, cada uno de los cuales por sí es infalible.
Es fácil mostrar ahora que hay realmente en el conocimiento humano juicios necesarios y universales, en el más estricto sentido, juicios por tanto puros a priori. Si se quiere un ejemplo sacado de las ciencias, no hay más que fijarse en todas las proposiciones de la matemática. Si se quiere un ejemplo del uso más ordinario del entendimiento, puede servir la proposición: todo cambio tiene que tener una causa. Y aun en este último ejemplo, encierra el concepto de causa tan manifiestamente el concepto de necesidad del enlace con un efecto y de universalidad estricta de la regla, que se perdería completamente, si se le quisiera derivar, como hizo Hume, de una conjunción frecuente entre lo que ocurre y lo que precede y de una costumbre nacida de ahí (por tanto de una necesidad meramente subjetiva) de enlazar representaciones. Y también, sin necesidad de
semejantes ejemplos para demostrar la realidad de principios puros a priori en nuestro conocimiento, podría mostrarse lo indispensable que son éstos para la posibilidad de la experiencia misma y por tanto exponerlos a priori. Pues ¿de dónde iba a sacar la experiencia su certeza si todas las reglas, por las cuales progresa, fueran empíricas y por ende contingentes? Por eso no se puede fácilmente dar a éstas el valor de primeros principios. Podemos empero contentarnos aquí con haber expuesto el uso puro de nuestra facultad de conocer, como un hecho, con todas sus señales. Pero no sólo en juicios, sino también en conceptos muéstrase que algunos tienen un origen a priori. Prescindid poco a poco, en el concepto que la experiencia os da de un cuerpo, de todo lo que es en él empírico: color, dureza o blandura, peso, impenetrabilidad; siempre queda el espacio que aquel cuerpo (que ahora ha desaparecido por completo) ocupaba; de este no podéis prescindir. De igual modo, si en vuestro concepto empírico de todo objeto, corporal o incorporal, prescindís de todas las propiedades que os enseña la experiencia, no podréis sin embargo suprimirle aquella por la cual lo pensáis como substancia o como adherente a una substancia (aunque este concepto encierra más determinación que el de un objeto en general). Así pues, tenéis que confesar, empujados por la necesidad con que se os impone ese concepto, que tiene un lugar en vuestra facultad de conocer a priori.
Lo que hemos querido decir es que nuestra intuición no es otra cosa más que la representación de los fenómenos; que las cosas que percibimos por la intuición no son en sí mismas tal como la percibimos, y que sus relaciones no son tampoco en sí tales como se nos aparecen; y que si hacemos abstracción de nuestro sujeto, o incluso solamente de la constitución subjetiva de los sentidos en general, todas las propiedades, todas las relaciones de los objetos en el espacio y en el tiempo, e incluso el espacio y el tiempo mismos, se desvanecen, puesto que todo esto, como fenómeno que es, no puede existir en sí mismo, sino solamente en nosotros.
En cuanto a la naturaleza de los objetos considerados en ellos mismos y con independencia de toda receptividad por parte de nuestra sensibilidad, esa naturaleza permanece enteramente desconocida para nosotros. No conocemos