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Libro cuarto Teoría general de la ciudad perfecta, Resúmenes de Politica Social

Resumen del libro la politica segun aristoteles

Tipo: Resúmenes

2019/2020
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Subido el 13/03/2020

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Libro cuarto Teoría general de la ciudad perfecta
Capítulo I: De la vida perfecta
Es natural que un gobierno perfecto procure a los ciudadanos a él sometidos, en el curso
ordinario de las cosas, el goce de la más perfecta felicidad, compatible con su condición. Y
así, convengamos ante todo en cuál es el género de vida preferible para todos los
hombres en general, y después veremos si es el mismo o diferente para la totalidad que
para el individuo.
Un primer punto, que nadie puede negar, porque es absolutamente verdadero, es que los bienes
que el hombre puede gozar se dividen en tres clases: bienes que están fuera de su persona, bienes
del cuerpo y bienes del alma; consistiendo la felicidad en la reunión de todos ellos
Capítulo II De la felicidad con relación al Estado
Nos queda por averiguar si la felicidad, respecto del Estado, está constituida por elementos
idénticos o diversos que la de los individuos. Evidentemente, todos convienen en que estos
elementos son idénticos: si se hace consistir la felicidad del individuo en la riqueza no se vacilará
en declarar que el Estado es completamente dichoso tan pronto como es rico; si se estima que
para el individuo es la mayor felicidad el ejercer un poder tiránico el Estado será tanto más dichoso
cuanto más vasta sea su dominación; si para el hombre la felicidad suprema consiste en la virtud,
el Estado más virtuoso será igualmente el más afortunado. Dos puntos llaman aquí principalmente
nuestra atención. En primer lugar, ¿debe preferir el individuo la vida política, la participación en
los negocios del Estado, a vivir completamente extraño a ella y libre de todo compromiso público?
Y en segundo, ¿qué constitución, qué sistema político, debe adoptarse con preferencia: el que
admite a todos los ciudadanos sin excepción a la gestión de sus negocios, o el que, haciendo
algunas excepciones, llama por lo menos a la mayoría? Esta última cuestión interesa a la ciencia y
a las teorías políticas, que no se cuidan de las conveniencias individuales; y como precisamente
son consideraciones de este género las que aquí nos ocupan, dejaremos aparte la segunda
cuestión, para limitarnos a la primera, que constituirá el objeto especial de esta parte de nuestro
tratado.
El Estado más perfecto es evidentemente aquel en que cada ciudadano, sea el que sea, puede,
merced a las leyes, practicar lo mejor posible la virtud y asegurar mejor su felicidad.
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Libro cuarto Teoría general de la ciudad perfecta

Capítulo I: De la vida perfecta

Es natural que un gobierno perfecto procure a los ciudadanos a él sometidos, en el curso

ordinario de las cosas, el goce de la más perfecta felicidad, compatible con su condición. Y

así, convengamos ante todo en cuál es el género de vida preferible para todos los

hombres en general, y después veremos si es el mismo o diferente para la totalidad que

para el individuo.

Un primer punto, que nadie puede negar, porque es absolutamente verdadero, es que los bienes que el hombre puede gozar se dividen en tres clases: bienes que están fuera de su persona, bienes del cuerpo y bienes del alma; consistiendo la felicidad en la reunión de todos ellos Capítulo II De la felicidad con relación al Estado Nos queda por averiguar si la felicidad, respecto del Estado, está constituida por elementos idénticos o diversos que la de los individuos. Evidentemente, todos convienen en que estos elementos son idénticos: si se hace consistir la felicidad del individuo en la riqueza no se vacilará en declarar que el Estado es completamente dichoso tan pronto como es rico; si se estima que para el individuo es la mayor felicidad el ejercer un poder tiránico el Estado será tanto más dichoso cuanto más vasta sea su dominación; si para el hombre la felicidad suprema consiste en la virtud, el Estado más virtuoso será igualmente el más afortunado. Dos puntos llaman aquí principalmente nuestra atención. En primer lugar, ¿debe preferir el individuo la vida política, la participación en los negocios del Estado, a vivir completamente extraño a ella y libre de todo compromiso público? Y en segundo, ¿qué constitución, qué sistema político, debe adoptarse con preferencia: el que admite a todos los ciudadanos sin excepción a la gestión de sus negocios, o el que, haciendo algunas excepciones, llama por lo menos a la mayoría? Esta última cuestión interesa a la ciencia y a las teorías políticas, que no se cuidan de las conveniencias individuales; y como precisamente son consideraciones de este género las que aquí nos ocupan, dejaremos aparte la segunda cuestión, para limitarnos a la primera, que constituirá el objeto especial de esta parte de nuestro tratado. El Estado más perfecto es evidentemente aquel en que cada ciudadano, sea el que sea, puede, merced a las leyes, practicar lo mejor posible la virtud y asegurar mejor su felicidad.