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Los principales exponentes de la Psicoterapia Cognitiva, originalmente venían del Psicoanálisis, entre ellos Ellis (1962) y Beck (1967), ambos se alejaron de esa escuela por considerar que la misma no aportaba evidencia empírica relevante ni resultados favorables en el trabajo clínico. Por esta razón la Psicoterapia Cognitiva puso un acento especial en la comprobación, validación e investigación de sus teorías y fundamentalmente de su práctica.
Tipo: Resúmenes
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UNIDAD III: Principales perspectivas teóricas en psicología de la personalidad. Teorías cognitivas conductuales: Albert Ellis –Aaron Beck Unidad 3: principales perspectivas teóricas en Psicologia de la Personalidad Los principales exponentes de la Psicoterapia Cognitiva, originalmente venían del Psicoanálisis, entre ellos Ellis (1962) y Beck (1967), ambos se alejaron de esa escuela por considerar que la misma no aportaba evidencia empírica relevante ni resultados favorables en el trabajo clínico. Por esta razón la Psicoterapia Cognitiva puso un acento especial en la comprobación, validación e investigación de sus teorías y fundamentalmente de su práctica. Ellis desarrolló lo que se conoce como la Terapia Racional Emotiva Conductual o TREC, en donde todos los componentes eran tomados en cuenta, lo revolucionario de su aporte fue la actitud del terapeuta que para él debía ser activa y directiva, sustituyó la clásica escucha pasiva por un diálogo con el paciente, en donde se debatía y se cuestionaba sus pensamientos distorsionados que se creía eran los determinantes de sus síntomas. Beck en su ya clásico libro “Terapia Cognitiva de la Depresión” (1979), cuenta como comenzó a cuestionar primeramente algunos aspectos teóricos del Psicoanálisis, hasta que sus propias investigaciones con pacientes deprimidos, los pocos éxitos que encontraba entre sus colegas que estaban siendo sometidos a largos e ineficaces tratamientos y las inconsistencias que fue encontrando en el trabajo con pacientes depresivos, según sus propias palabras: “Me llevaron a evaluar de un modo crítico la teoría psicoanalítica de la depresión y, finalmente toda la estructura del psicoanálisis”. Es así que comienza a desarrollar lo que posteriormente se transformaría en una de las psicoterapias más eficaces para el tratamiento de la Depresión. La otra línea de desarrollos que conformó los orígenes de la Terapia Cognitiva corresponde a los autores que provenían del Conductismo y viendo las limitaciones del mismo comenzaron a incorporar y ampliar sus concepciones, entre ellos los más destacados fueron Bandura (1969), Meichenbaum (1969) y Lazarus (1971). Es por eso que a veces se habla de la Terapia Cognitivo-conductual, para mostrar este carácter integrador de dos modelos que en aquel entonces comenzaban a confluir. El aporte fundamental de estos autores fue la inclusión del determinismo bidireccional entre el individuo y el medio y en el aspecto práctico la inclusión de probadas técnicas de intervención clínica, tales como la desensibilización sistemática. El modelo de Aaron Beck se centra, básicamente, en pensamientos automáticos y en las distorsiones cognitivas, y la Terapia Racional Emotiva Conductual de Albert Ellis, está centrada principalmente en las creencias irracionales. La Terapia Cognitiva de Beck se basa en el empirismo colaborativo; en cambio, Ellis utiliza como principal herramienta terapéutica el diálogo o debate socrático. La terapia cognitiva se basa en trabajar el esquema de pensamientos para que este accione el mecanismo necesario que derive en la modificación de la conducta, lo cual nos permite interactuar con la realidad de una forma que nos resulte satisfactoria.
La Terapia Cognitiva de Aaron Beck La idea principal de la Terapia Cognitiva es que las personas sufren por la interpretación que realizan de los sucesos y no por éstos en sí mismos. Por tanto, Aaron Beck, interesado por el tratamiento de la depresión, desarrolló un modelo para el tratamiento de esta patología que posteriormente extendió a otros trastornos. En esta teoría, los procesos cognitivos son los mecanismos de codificación, almacenamiento y recuperación de la información existentes en las estructuras cognitivas (esquemas). Por tanto, se incluyen entre los procesos cognitivos: la percepción, la atención, la memoria y la interpretación. En el procesamiento de la información pueden producirse errores en cualquiera de sus fases que tienen como consecuencia una alteración o distorsión en la valoración e interpretación de los hechos, lo que el autor llama “distorsiones cognitivas”. Las estructuras cognitivas de organización de la información en la memoria son los esquemas, que representan el conjunto de experiencias previas y actúan como moldes que dirigen la atención, influyen en la interpretación de los acontecimientos y facilitan el recuerdo. Para Beck, “los esquemas son patrones cognitivos estables que constituyen la base de la regularidad de las interpretaciones de la realidad. Las personas utilizan sus esquemas para localizar, codificar, diferenciar y atribuir significaciones a los datos del mundo”. En otras palabras, los esquemas son construcciones mentales subjetivas, más o menos estables, que actúan como filtros a la hora de percibir el mundo por parte del individuo. Los esquemas provienen en gran medida de experiencias previas de aprendizaje (en general, tempranas) y pueden permanecer latentes hasta ser activadas por un evento significativo que interactúa con ellos. Este es uno de los conceptos más importantes que ha aportado la psicología cognitiva, y aunque que fue introducido originalmente por Frederick Bartlett para referirse a procesos relacionados con la memoria en el contexto social, y también fue utilizado, entre otros, por Jean Piaget en el ámbito educativo, Beck (junto con Ellis) lo introdujo en el ámbito psicoterapéutico. Las creencias Las creencias son los contenidos de los esquemas, las creencias son el resultado directo de la relación entre la realidad y nuestros esquemas. Podemos definir a las creencias como todo aquello en lo que uno cree, son como mapas internos que nos permiten dar sentido al mundo, se construyen y generalizan a través de la experiencia. Beck distingue dos tipos de creencias: Creencias centrales o nucleares : Se presentan como proposiciones absolutas, duraderas y globales sobre uno mismo, los demás o el mundo. Por ejemplo, “soy un incompetente”. Representan el nivel cognitivo más profundo, son difíciles de cambiar, dan el sentido de identidad y son idiosincrásicas. Creencias periféricas : Son influidas por las nucleares, por tanto, están ubicadas entre las éstas y los productos cognitivos o pensamientos automáticos. Consisten en actitudes, reglas y presunciones (o supuestos). Por lo tanto, influyen en la forma de ver la situación, y esa visión
En las relaciones afectivas por ejemplo, es importante para reducir la incertidumbre y hacer predecible dicha relación, establecer ciertos parámetros y reglas de funcionamiento, por eso necesitamos ponerle un nombre a la relación, ya sea decir somos novios, amantes, amigovios, etc., habitualmente cuando no sabemos bien que tipo de relación tenemos el nivel de incertidumbre aumenta y puede transformarse en un foco estresogénico. Si no se sabe bien quien es el otro para nosotros y que tipo de relación tenemos, tampoco queda claro que tenemos que esperar del otro o que se espera de nosotros mismos respecto de dicha relación. La dinámica entre las creencias y los esquemas son la base de sustento de los síntomas según la Terapia Cognitiva, por lo tanto el trabajo sobre las creencias es una labor central en este tipo de abordaje. El modelo explicativo de la depresión de Beck Para Beck, los trastornos psicológicos derivan de distorsiones cognitivas (errores en los procesos cognitivos), que son maneras equivocadas de pensar que aparecen en forma de pensamientos automáticos (productos cognitivos) ante determinadas situaciones, y que provocan estados emocionales negativos y conductas inadecuadas. Por tanto, estas distorsiones cognitivas son provocadas por creencias irracionales o supuestos personales aprendidos en el pasado, que condicionan inconscientemente la percepción e interpretación del pasado, presente y futuro. Las personas que sufren depresión se vuelven vulnerables ante ciertas situaciones, y es importante entender que en esta teoría no se plantea que las cogniciones sean la causa de la depresión o de otro trastorno emocional, lo que realmente se postula es la primacía de los síntomas: la activación de esquemas negativos y las distorsiones cognitivas consiguientes, serían el primer eslabón de la cadena de síntomas depresivos. Pensamientos automáticos En general se dice que el pensamiento se relaciona con el fluir de la conciencia y que tiene tres elementos: La direccionalidad: hacia donde está dirigido dicho pensamiento. El curso: o la velocidad del pensamiento. El contenido: es lo que se piensa concretamente. En el caso de los pensamientos automáticos, estos se definen por su carácter impuesto, son pensamientos que aparecen en el fluir del pensamiento normal y condicionan su dirección o curso; se les atribuye una certeza absoluta, por eso no son cuestionados y condicionan la conducta y el afecto. En general son breves, telegramáticos, pueden ser verbales o aparecer en forma de imágenes, a la persona se le imponen, por eso son automáticos. Los pensamientos automáticos son fugaces, conscientes, pueden entenderse como la expresión o manifestación clínica de las creencias. Ya que en general las personas no son plenamente conscientes de sus creencias, pero si lo son o lo pueden llegar a ser de sus pensamientos automáticos. Un ejemplo de pensamiento automático podría ser el de una mujer que estando en una fiesta mira a un hombre 7 que le gusta
y se dice: “Estás fea”, “No te va a dar bola”, “Igual te vas a quedar sola” o “Te va terminar dejando”. Estos pensamientos automáticos podrían corresponder a una creencia nuclear del tipo: “No merezco el amor de nadie”. La Psicoterapia Cognitiva trabaja con esos diálogos internos que todos tenemos, gran parte de nuestra vida la pasamos hablándonos a nosotros mismos, este fenómeno que ya sorprendió a los griegos es responsable de muchas de las cosas que nos pasan tanto las buenas como las malas. Al repetirnos tantas veces los mismos contenidos, terminamos creyendo con un nivel muy alto de certeza, lo que ellos afirman, sin someterlos a un juicio crítico. Los pensamientos automáticos son los diálogos internos, pensamientos o imágenes que aparecen ante una situación determinada, y los pacientes suelen considerarlos afirmaciones verdaderas no distorsionadas. Éstos muestran una serie de características y son las siguientes: Son mensajes o proposiciones específicas referidas a una situación concreta Siempre serán creídos, independientemente de que sean irracionales o no Son aprendidos Entran de forma espontánea en la conciencia, dramatizando y exagerando lo negativo de la situación No son fáciles de detectar ni controlar, pues aparecen en el flujo del diálogo interno. La tríada cognitiva en las personas con depresión La Psicoterapia Cognitiva es un procedimiento que se desarrolló originalmente para tratar la depresión, pero actualmente se desarrollaron diseños que permitieron tratar otros trastornos y otras diversas problemáticas humanas. El tratamiento se basa fundamentalmente en el supuesto teórico de que la conducta y los afectos de una persona se encuentran determinados por su forma de estructurar el mundo (Beck, 1976). El esquema básico de la Terapia Cognitiva puede ser graficado como un triángulo en donde en cada vértice podemos ubicar a los pensamientos o cogniciones, la conducta y la emoción. Pensamiento Emoción Conducta Los pensamientos se relacionan estrechamente con las emociones y las conductas, entre todas existe una influencia recíproca pero ésta no debe ser entendida como una causación. Analicemos un ejemplo: un paciente depresivo que se dice (pensamiento): “No sirvo para nada”, esto probablemente lo haga sentirse angustiado (emoción) y seguramente esto hará que llore, se tire en la cama, intente suicidarse (conductas), al verse así corroborará su creencia inicial: “No sirvo para nada”. Cuando el circuito está establecido basta que aparezca un leve pensamiento o emoción para que todo se active. Recordemos que las creencias las personas las construyeron a partir de experiencias y procesos cognitivos particulares, por eso la Terapia Cognitiva se valdrá de estos
Personalización : hace referencia a la costumbre de relacionar los hechos del entorno con uno mismo, mostrándose susceptible. Visión catastrófica : adelantar acontecimientos y, de entre las distintas opciones, pensar que siempre va a ocurrir lo peor. Deberías : consiste en mantener reglas rígidas y exigentes sobre cómo deben suceder las cosas. Etiquetas globales : consiste en poner etiquetas globales a nosotros mismos o a los demás sin tener en cuenta otros matices. Culpabilidad : consiste en atribuirse a uno mismo o a los demás toda responsabilidad de los acontecimientos, ignorando otros factores que contribuyen a los mismos. Al activarse estos esquemas característicos de las personas depresivas, los productos cognitivos serán desadaptativos y negativos. Las estrategias del tratamiento son las siguientes:
Personalidades Normales y trastornos de la personalidad Las dimensiones de personalidad normales representan pautas duraderas de percibir, pensar y relacionarse con el mundo y con uno mismo y se manifiestan en un amplio abanico de situaciones cotidianas importantes (pelechano, De Miguel y Hernandez, 1995). Los trastornos de personalidad, por el contrario, se corresponden con pautas inflexibles y no adaptativas y conducen a limitaciones graves (sociales y laborales), a una dificultad en el aprendizaje de estrategias de afrontamiento nuevas ante las dificulta; des cotidianas y, en último término, a un aumenten el malestar subjetivo (Sarason y Sarason, 1996) Hay tres características que diferencian a las personalidades normales de los trastornos de la personalidad (Millon, 1996, Millon y Davis, 1998): La capacidad de funcionar de un modo autónomo y competente. La posibilidad de ajustarse de una manera eficiente y flexible al medio social. De hecho, la transición de la personalidad se produce cuando una persona deja de ser peculiar para convertirse en molesta para los demás. La capacidad de conseguir las metas propias, con el subsiguiente sentimiento de satisfacción subjetiva. En suma, las alteraciones se manifiestan en los siguientes ámbitos:
“Así, la personalidad se ve como una organización de sistemas integrados -cognitivos, afectivos, motivacionales y conductualescada uno englobando estructuras estables denominadas esquemas y programas denominados modos, que trabajan juntos para mantener la homeostasis y promover la adaptación al ambiente. Rasgos de la personalidad, como la autonomía y la dependencia, son la expresión abierta de esos esquemas. La estabilidad de los esquemas en una persona se refleja en la consistencia de sus respuestas sistémicas a lo largo de un rango de situaciones. En los trastornos de personalidad, los esquemas, y por tanto las respuestas, son disfuncionales y operan casi de forma continua, conduciendo a patrones crónicos, autoderrotistas (Beck et al., 1990, 2004)”. El modelo de Beck (1999) se relaciona con la clínica, sobre todo, con la clínica de los trastornos de personalidad. Para Beck, parte de su modelo teoriza sobre la personalidad, al menos, tal y como él la entiende. Beck habla de la personalidad y de sus trastornos y lo hace desde una perspectiva evolutiva, relacionada con la herencia filogenética (Beck, Freeman, et al., 1990). Desde su punto de vista, Beck considera a la personalidad como el conjunto de características en el que se incluyen muchas de las estrategias de ajuste (Beck, 1999). Para Beck, Freeman y cols. (1990) el trastorno de la personalidad es una de las representaciones más destacadas del concepto de “esquema”. Los esquemas, como estructuras cognitivas, nos facilitan dar significado a los acontecimientos, lo que provoca una reacción en cadena que culmina en conductas manifiestas (estrategias) atribuidas a los rasgos de personalidad. Para estos autores los rasgos de personalidad o disposiciones (por ejemplo, “honesto”) llevan adscritos patrones conductuales, representando estrategias interpersonales desarrolladas a partir de la interacción entre disposiciones innatas e influencias ambientales. En este sentido, las estrategias se consideran formas de conducta programada designadas para servir a metas biológicas. La diferencia entre las personalidades normales y las anormales estriba en que éstas presentan creencias centrales disfuncionales o esquemas provocados con más facilidad por un amplio rango de acontecimientos que además, son más generalizados, estables y resistentes al cambio que en el caso de las personalidades normales (Weishaar y Beck, 2006). Pero el “problema” surgió cuando se dieron cuenta de que sólo con el concepto de esquema no se podía explicar los trastornos de la personalidad. De los esquemas cognitivos dependen no solo los síntomas emocionales (ansiedad, depresión, etc.), sino también estilos de comportamiento relativamente estables. Según este enfoque cognitivo, hay que identificar los esquemas nucleares (origen de las pautas de conducta disfuncionales), pero a diferencia de lo postulado por el psicoanálisis, son fácilmente accesibles a la conciencia con el entrenamiento adecuado. Al ser esquemas estructuras inferidas, una persona puede no darse cuenta de sus propios esquemas ni de cómo operan en el procesamiento de la información.
Los esquemas son las unidades fundamentales de las que dependen los patrones cognitivos, afectivos y motivacionalesidiosincráticos y relativamente estables que se denominan personalidad, que es resultado del temperamento y de la interacción con el medio. Los esquemas se aprenden durante la infancia y luego se auto-perpetúan sesgando las interpretaciones de las experiencias posteriores. Los esquemas se pueden clasificar de la siguiente manera: Esquemas cognitivos: asignan significado a los estímulos. Esquemas afectivos: son responsables de la generación de sentimientos. Esquemas motivacionales: están relacionados con los deseos. Esquemas instrumentales: preparan para la acción. Esquemas de control: están involucrados en la inhibición o dirección de las acciones. Todos estos esquemas están interrelacionados. Un esquema particular puede situarse en el continuo de dos dimensiones, que van desde lo activo (hipervalente o Valente) a lo inactivo (reposo, latente) y desde lo impermeable a lo modificable. En los pacientes con trastornos de la personalidad, sus esquemas nucleares se sitúan más en los polos activos e impermeables, están muy generalizados, tienen un carácter más compulsivo y son más resistentes al cambio. Es más difícil tratar la hipervalencia y la falta de permeabilidad que el contenido específico de los esquemas. Cada trastorno de personalidad presenta un perfil cognitivo específico Ejemplo de dos perfiles cognitivos de los trastornos de la personalidad Dependiente y obsesiva:
Las pautas conductuales, que comúnmente adscribimos a los rasgos de la personalidad, son estrategias interpersonales desarrolladas a partir de la interacción entre las disposiciones innatas y lo aprendido. Los diferentes rasgos de personalidad, representan importantes diferencias estructurales reflejadas en las creencias o esquemas básicos de cada persona. En los trastornos de personalidad hay esquemas básicos que son: Desadaptativos Hiperactivos Rígidos Sobreaprendidos y resistentes al cambio. Estos esquemas básicos, se forman en la infancia y son los responsables de la conducta manifiesta típica de cada trastorno. La modalidad (configuración de esquemas que dirigen el procesamiento de la información) del trastorno de la personalidad, es más estable que las de los trastornos del eje I, del DSM-V (ansiedad, depresión, etc.) Esto se debe a que las creencias disfuncionales del trastorno de la personalidad están “estructuralizadas”, es decir, incorporadas a la organización cognitiva “normal” de manera estable. Por eso son más difíciles de cambiar. El individuo, no puede renunciar a ellas, hasta que haya creado otras más adaptativas. Son su forma de dar significado a la experiencia, de explicarse los hechos y de predecir los eventos para poder manejarse en ellos. Unidad 3: principales perspectivas teóricas en Psicologia de la Personalidad Distorsiones cognitivas Las distorsiones cognitivas son maneras equivocadas de interpretar los hechos que nos rodean, errores en el procesamiento de la información, que generan múltiples consecuencias negativas: alteraciones emocionales como consecuencia de la perjudicial creencia en los pensamientos negativos, conflictos en las relaciones con los demás, o en la manera de ver la vida dando lugar a una visión simplista y negativa. Los acontecimientos no son los únicos responsables de cómo nos sentimos o de cómo actuamos, sino que nuestros pensamientos, es decir, la interpretación y el significado que damos a las situaciones, son los que nos hacen sentir de una determinada manera y nos impulsan a actuar en una cierta dirección.
Todos tenemos algunos pensamientos que son razonables y beneficiosos, que nos hacen sentir de una forma adecuada para poder actuar y conseguir nuestros objetivos y otros pensamientos no razonables y perjudiciales, que nos producen emociones desagradables, nos originan problemas y nos impiden buscar soluciones a los mismos. A continuación se detallan algunas de las distorsiones cognitivas más habituales, que todos tenemos o hemos tenido alguna vez, pero que comienzan a ser problemáticas cuando las asumimos como verdades absolutas y comienzan a generarnos emociones negativas o conductas poco adaptativas. Listado de distorsiones cognitivas más frecuentes (adaptado de Burns, 1980):
me apreciara no me diría eso". Palabras claves son: "No hay derecho a...”, "Es injusto que...”, "Si de verdad tal, entonces...cual". Alternativas: Dejar de confundir lo que se desea con lo justo. Escuchar los deseos de otros. Preguntarse: ¿Tiene esa persona derecho a una opinión distinta a la mía? ¿Si las cosas no salen como quiero son injustas, o tan solo suceden de manera distinta a como me gustaría?
culpa de no saber educarlos mejor. Otra persona que estaba engordando culpaba a su cónyuge por ponerle alimentos demasiado grasos. Otra característica de la culpa es que a menudo no lleva a la persona a cambiar de conducta sino solo a darle vueltas a los malos actos. En este caso las palabras claves aparecen en torno a: "Mi culpa", "Su culpa", "Culpa de...”. Alternativas: Buscar otros motivos o razones para el caso. Comprobar la utilidad. Preguntarse: ¿Que pruebas tengo para creer eso? ¿Puede haber otros motivos distintos a los que yo achaco a esto? Culparme, ¿qué problema cambia?
Unidad IV: Clasificación de la personalidad Trastornos de Personalidad DSM – 5 TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD “Patrones de conducta arraigados y perdurables que se manifiestan como respuestas inflexibles a un amplio espectro de situaciones personales y sociales. Representan desviaciones extremas o relevantes de la forma en que el individuo promedio de una cultura dada percibe, piensa, siente y sobre todo, se relaciona con los demás. Estos perfiles tienden a ser estables y abarcar dominios conductuales y psicológicos múltiples.” CIE 10 – DSM IV- TR. Existe un patrón de comportamiento y experimentación interna (pensamientos, sentimientos, sensaciones) duradero que difiere con claridad del propio de la cultura del paciente. Este patrón incluye problemas del afecto (tipo, intensidad, labilidad, pertinencia), la cognición (el modo en que el individuo mira e interpreta su propia persona y el ambiente), el control de los impulsos y las relaciones interpersonales. Este patrón es fijo y encuentra aplicación en la vida social y personal del afectado. DSM – 5.
Entonces los trastornos de la personalidad son un grupo de afecciones mentales en las cuales una persona tiene un patrón prolongado de comportamientos, emociones y pensamientos que es muy diferente a las expectativas de su cultura. Estos comportamientos interfieren con la capacidad de la persona para desempeñarse en las relaciones interpersonales, el trabajo y otros contextos. Los rasgos de personalidad representan patrones de pensamiento, percepción, reacción y relación que se manifiestan relativamente estables a lo largo del tiempo. Hay un trastorno de la personalidad cuando estos rasgos son tan prominentes, rígidos e inadaptados que deterioran el funcionamiento laboral y/o interpersonal. Estas inadaptaciones sociales pueden causar malestar significativo en las personas con trastornos de la personalidad y en aquellos que los rodean. Para las personas con trastornos de la personalidad, la angustia causada por las consecuencias de sus comportamientos socialmente inadaptados suele ser la razón por la que buscan tratamiento , más que por malestar con sus propios pensamientos y sentimientos (egosintonia). Por lo tanto, los profesionales inicialmente deben apuntar a que los pacientes vean que sus rasgos de personalidad son la raíz del problema. Los tratamientos se tornan eficaces sólo cuando los pacientes logran ver que sus problemas son internos, no sólo a causa de factores externos. Los trastornos de personalidad por lo general comienzan a hacerse evidente durante la adolescencia tardía o adultez temprana, aunque a veces los signos se evidencian durante la infancia. Causas Las causas de los trastornos de personalidad se desconocen. Se cree que factores genéticos y ambientales están relacionados con su desarrollo. Conocer el nivel de funcionamiento de la personalidad de un individuo y su perfil de rasgos patológicos proporciona al clínico una rica base de información para la planificación del tratamiento y para la predicción del curso de muchos trastornos mentales, además del TP en sí mismo. Por lo tanto, la evaluación del funcionamiento de la personalidad y de los rasgos de personalidad patológicos puede ser relevante tanto si una persona tiene un TP como si no lo tiene. Cada trastorno de personalidad tiene su propio conjunto de criterios de diagnóstico. Sin embargo, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM-5), generalmente el diagnóstico de un trastorno