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Enrique de la garza elabora un texto en el cual pone su punto central que le marxismo aborde la metodología.
Tipo: Monografías, Ensayos
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Finalmente, en la perspectiva obrerista de Panzieri el marxismo aparece como la ciencia de la revolución y, en esta medida, no es simple ciencia para conocer relaciones sociales ni competitiva con otras teorías, ni tampoco un método más eficiente p a r a explicar lo dado, sino una ciencia con un campo específico que implica: pri mero, que no sirve p a r a todo, que sirve para revolucionar y no para integrar, p a r a subvertir y no p a r a contemplar. En segundo término, que el ángulo de análisis que caracteriza al marxismo es perma nentemente el del poder y la dominación, que si bien pretende dar cuenta de la totalidad de las relaciones sociales lo hace con el ángulo de lo político. Sociología vestida de ciencia política es el marxismo, añadirá Panzieri.
Es posible que el marxismo de Marx, hijo de su tiempo, esté sujeto a dos tensiones en cuanto a su concepto de ciencia. Por un lado, u n a concepción que proviene de la tradición anglosajona de ciencia empírica cercana a la ciencia natural. Por el otro, la de la tradición romántica alemana en cuanto recuperación de la es pecificidad del fenómeno histórico, su irreductibilidad a leyes uni versales y la reivindicación de la voluntad como su especificidad. Es probable que esta doble tensión sintetizada en u n a nueva concep ción de realidad tenga en Marx profundas repercusiones en el plano epistemo-rnetodológíco:
(^3) No estamos entendiendo por mediación el planteamiento acerca de
3a variable interviniente. Mediación desde el punto de vista teórico tendrá que ser entendida como nivel conceptual intermedio entre lo más abstracto y lo más concreto, teóricamente hablando. Estableciéndose entre estos niveles conceptuales una relación lógico-histórica.
nes viables de los sujetos; asimismo, el futuro no puede concebirse predeterminado por leyes objetivas sino presentarse simplemente como futuro potencial a diferentes niveles de abstracción que im plican diferentes niveles de potencialidad, de una potencialidad abstracta a una potencialidad concreta.
al menos dos implicaciones para la ciencia natural: por un lado, el predominio del experimento que fija sus propias condiciones de verdad y que por la vía del control de las variables permite re ducir la tarea de la ciencia a la definición de cadenas causales (o de asociación, si se prefiere un término menos fuerte). Por el otro, una angustia por la predicción, soluble prácticamente en el terreno del experimento, traducible en la angustia de la cuantifi- cación y la precisión. La conversión de la ciencia natural en tec nología no es ajena a esta angustia: en última instancia el cálculo y la predicción precisa de la tasa de ganancia, pasa ahora por la predicción precisa de las variables físico-química y mecánicas de los procesos productivos.
El imperio de la razón instrumental es también el de la cien cia de la contemplación de lo dado. Con el predominio material deí capitalismo se refuerza la visión positivista del mundo en cuanto ver la■ realidad,, en particular la social, independiente de los sujetos y refuerza la idea de ley como ley desubjetivada y uni versal. Asimismo, el predominio del experimento apuntala la re ducción del campo de la experiencia a la recolección del dato empírico y el concepto de verdad a la verificación.
Ley universal y realidad prácticamente reducida al mundo empírico conducen al concepto positivista de la teoría en tanto teoría homogénea (conjunto de hipótesis relacionadas entre sí en forma deductiva). A una teoría homogénea le corresponde por tanto en el positivismo una concepción homogénea de la reali dad, realidad de un solo plano y reducible por la vía de la veri ficación y de los enunciados elementales a lo empírico.
A esta concepción de realidad, de ciencia, de ley, de teoría (que le fija a la teoría la función deductiva de permitir explicar lo singular a partir de la ley universal o de la hipótesis universal deducida de la teoría), le corresponde un método, el método hipotético deductivo, Ese concepto de ciencia y de método se va convirtiendo en paradigma dominante desde finales del siglo xrx, pero no es sólo paradigma dominante, sino también hegemónico. El marxismo, entre otros, no escapa a su influencia. Es la época del marxismo de la Segunda Internacional; un marxismo que no logra dar cuenta cabal de la revolución que se está produciendo en las ciencias naturales (excepto su ubicación dentro de una dialéctica ingenua) y, por tanto, muchos de los nuevos problemas empiezan a ser definidos y "resueltos" dentro de los cánones del positivis-
mo. Hasta antes de la Revolución de Octubre, ni siquiera el ala revolucionaria de la socialdemocracia logra configurar una alter nativa de peso a la potencia positivista. En este contexto Mate rialismo y empiricriticismo resulta hasta cierto punto una excep ción. Excepción porque disputa con el positivismo de moda, lo* grando desenmascarar su carácter idealista dentro de un aparente materialismo, cuyo texto es a la vez insuficiente para dar cuenta de los complejos problemas reales que está enfrentando la ciencia natural de la época. De una manera o de otra 3 dejando fuera exponentes bastante conocidos de la izquierda minoritaria de la Segunda Internacio nal, lo que se va imponiendo en este periodo en el marxismo es una concepción naturalista de la historia —a la manera del po sitivismo.
Pero la revolución europea de 1917-23 trae aires de renova ción en el marxismo; al influjo del movimiento real del pensa miento marxista revive y es capaz de romper con la hegemonía positivista. Es el periodo de las primeras reflexiones marxistas de Luckacs, de Korch, de Gramsci, de Bloch y de la corriente de Frankfurt. En esta oleada renovadora y de puesta al día del marxismo con el pensamiento occidental hay un punto en común a pesar de las diferencias específicas notorias: la reivindicación del papel del sujeto en la historia y la negación de una historia naturalistas y positivizante. Sin embargo, esta segunda oleada del renacer marxista no pasa de los años treinta (con excepción, posiblemente, de la corrien te de Frankfurt a la que salva y condena su academicismo e intelectualismo). La Tercera Internacional en proceso de estalini- zación condena esta visión marxista de la historia (Lukács es condenado por Zinoviev en el v Congreso de la Comitern; Korch es marginado del movimiento comunista alemán; Gramsci padece la obscuridad de la cárcel fascista y el olvido de sus camaradas, Bloch es aceptado sólo a condición de permanecer confinado a la academia). Es el periodo del estalinismo que marcará profunda mente el pensamiento marxista a través de los manuales de mar xismo-leninismo de la Academia de Ciencias de la URSS en un nuevo aire positivizante. Mientras el estalinismo se imponía a lo largo y a lo ancho del pensamiento marxista (las escuelas de Frankfurt y del trotskis- mo son sólo excepciones), el positivismo alcanzaba su máximo es plendor y hegemonía. En el campo de la metodología de las
cación y al significado de conocimiento del positivismo. A partir de Popper, resultaba lógicamente insostenible la aceptación de la verificación como algo probablemente verdadero y, por tanto, la razón deductiva sólo podía tener certeza de lo que no podía co nocer. Es decir, la crítica a la verificación se convertía en crítica a la capacidad de conocer. En segundo lugar, el proyecto positivista de convertir el pro ceso de investigación (al menos el del hipotético deductivo) en un proceso estrictamente lógico se mostró improcedente en sus momentos principales:
—A la teoría axiomatízada se ofrecía un perfil epistemológico más realista, —a la función estrictamente deductiva de la teoría se ofrecía un panorama más heurístico del conocimiento acumulado, —ante la propuesta de las definiciones operacionales se tenía que reconocer que la ciencia trabaja con conceptos "sólo parcial mente interpretados", —el dato empírico no podía sostenerse como algo simplemente dado (Carnap), ni era posible construir una teoría aceptable de la observación (en el sentido positivista de aceptable o sea redu- cible a una lógica de la observación) ys por lo tanto, no podía resolverse en el plano puramente lógico el problema de confron tar pensamientos con realidades (para una exposición más acaba da de esta crisis véase el capítulo i.)
En tercer término, la filosofía de la ciencia finalmente hacía suyas, a mediados de esta década, las componentes extralógicas del conocimiento científico que otras perspectivas venían postu lando desde hacaí tiempo. Khun se encargó de desatar la po lémica sobre todo con Popper y el logicismo metodológico; en este sentido, las críticas de Lakatos a la racionalidad instantánea pop- periana ayudarían a disolver las expectativas de un proyecto iniciado sistemáticamente con el Círculo de Viena.
A pesar de la crisis interna del positivismo, sintetizada en la incapacidad de responder rigurosamente y desde sus propios pre supuestos a los problemas culminantes que se impuso a sí mismo, la metodología de las ciencias sociales, al menos la "ciencia social normal", sigue basando su metodología en aquel paradigma ahora en crisis. Es decir, se presenta un desfase entre una epistemología en crisis y su metodología social todavía predominante. Sin em bargo, la crisis real capitalista iniciada en los setentas ha signifi-
cado, en primera instancia, u n a crisis de las teorías sociales fuertes —las teorías económicas—; crisis que se presenta como crisis de impredicibilidad y que abre u n a serie de discusiones que el auge capitalista de la posguerra y la soberbia de la lógica positivista habían mantenido soterradas: la función de las teorías sociales, su capacidad de conocer, su relación con la ideología y sobre todo, si sus criterios de cientificidad tendrían que ser los de las ciencias naturales.
Para el marxismo se abre una gran alternativa, producto de un gran viraje histórico en la realidad capitalista y posiblemente en las concepciones. En lo metodológico, se abre la posibilidad de que el marxismo, aprovechando la crisis del positivismo y de las teo rías fuertes que le sirvieron de legitimidad concreta, pueda desa rrollar u n a alternativa epistemológica y metodológica interrumpida durante largos periodos históricos.
En principio, habría dos condiciones abstractas p a r a que el marxismo llegara a generar una alternativa propia competitiva del positivismo:
No insistir en la adaptación del positivismo al marxismo, no insistir en u n a epistemología ahora en crisis.
Buscar desarrollar lo que en los clásicos del marxismo fue ron concepciones epistemológicas básicas, escasamente desarrolla das, en el contexto de los problemas modernos d e la ciencia. En este sentido, la vena de reflexión que nos parece más fructífera d e desarrollar es la que parte del método de la economía política de Marx. Reflexión que fue retomada por el marxismo después del estalinismo y que dio origen a la identificación d e problemas pro pios y algunos intentos de solución. Problemas como la distinción entre método de investigación y de exposición, el punto de partida, la relación entre abstracto y concreto, la relación entre lo histórico y lo lógico y el concepto metodológico de totalidad.
Sin embargo, esta reflexión marxista sobre el método pareció agotarse al inicio de la década p a s a d a 4 (el señor Colletti con tribuyó a que la reflexión se desviase hacia los problemas de la dialéctica hegeliana). Resulta importante y posible en la coyun tura actual tratar de desarrollar esta discusión interrumpida. Al-
(^4) Para ver los alcances de la discusión marxista sobre el método, en la década de los setenta, véanse los cuatro volúmenes de Ediciones de Cultura Popular, E! capital, teoría estructura y método, México, 1974.
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