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Masculinidad y neurociencias, Monografías, Ensayos de Neurociencia

Una mirada hacia la construcción de la masculinidad desde la explicación del dimorfismo cerebral y las neurociencias.

Tipo: Monografías, Ensayos

2020/2021

Subido el 21/04/2021

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La construcción de la masculinidad, una explicación neurocientífica
Octavio González Mejía
La neurociencia explica diferencias funcionales entre los cerebros masculino y
femenino a partir de una composición diferenciada que inicia en el vientre materno
desde la séptima semana de gestación (Pallarés, 2011), momento en que la
citoarquitectura estructural encefálica toma definición según el sexo del nonato e incide
en el desarrollo de las conductas a posteri por la influencia social (Fernández &
Escobedo, 2020), cuando el comportamiento químico del cerebro presenta
particularidades según el sexo de la persona y le permite la interacción con el mundo
circundante, así como el procesamiento del mismo.
En la crianza hacia los hombres, por mandato de la masculinidad tradicional, se
apela a la fuerza y se reprime la tristeza o manifestaciones de debilidad emocional por
creerse sinónimas de vulnerabilidad. No se educa a los hombres para el manejo sano
de las emociones, sino que se les enseña a ignorarlas y fingir no sentirlas, pues el
estereotipo de la masculinidad hegemónica juzga al sentir como algo femenino e
indeseable para el ser hombre; por tal, se enseña que el elaborar sentimientos debe
ser vergonzoso (Buenfil, 2021). Aunado a la diferenciación sexual del cerebro, se forja
un paradigma específico y determinado para cada sexo y definición del rol genérico.
Con ello, las conductas masculinas y femeninas.
En su investigación, Pallarés (2011) sugiere la construcción del concepto de
género a partir de las bases neuronales sin menoscabo a la intervención de diversos
factores históricos, sociológicos y psicoanalíticos para la formación de la identidad.
García y Juárez (2015) abundan que los factores sociales influyen en la diferencia
intersexual, a partir de un estudio realizado en poblaciones emanadas de distintos
estratos socioculturales y económicos. Aun con las condiciones diferenciadas del
cerebro por su sexo, la determinación de mayor relevancia figura por la interacción de
factores sociales que rodean al individuo y que definirán su sistema de creencias y
valores.
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La construcción de la masculinidad, una explicación neurocientífica Octavio González Mejía La neurociencia explica diferencias funcionales entre los cerebros masculino y femenino a partir de una composición diferenciada que inicia en el vientre materno desde la séptima semana de gestación (Pallarés, 2011), momento en que la citoarquitectura estructural encefálica toma definición según el sexo del nonato e incide en el desarrollo de las conductas a posteri por la influencia social (Fernández & Escobedo, 2020), cuando el comportamiento químico del cerebro presenta particularidades según el sexo de la persona y le permite la interacción con el mundo circundante, así como el procesamiento del mismo. En la crianza hacia los hombres, por mandato de la masculinidad tradicional, se apela a la fuerza y se reprime la tristeza o manifestaciones de debilidad emocional por creerse sinónimas de vulnerabilidad. No se educa a los hombres para el manejo sano de las emociones, sino que se les enseña a ignorarlas y fingir no sentirlas, pues el estereotipo de la masculinidad hegemónica juzga al sentir como algo femenino e indeseable para el ser hombre; por tal, se enseña que el elaborar sentimientos debe ser vergonzoso (Buenfil, 2021). Aunado a la diferenciación sexual del cerebro, se forja un paradigma específico y determinado para cada sexo y definición del rol genérico. Con ello, las conductas masculinas y femeninas. En su investigación, Pallarés (2011) sugiere la construcción del concepto de género a partir de las bases neuronales sin menoscabo a la intervención de diversos factores históricos, sociológicos y psicoanalíticos para la formación de la identidad. García y Juárez (2015) abundan que los factores sociales influyen en la diferencia intersexual, a partir de un estudio realizado en poblaciones emanadas de distintos estratos socioculturales y económicos. Aun con las condiciones diferenciadas del cerebro por su sexo, la determinación de mayor relevancia figura por la interacción de factores sociales que rodean al individuo y que definirán su sistema de creencias y valores.

Técnicas avanzadas de mapeado cerebral, como la Resonancia Magnética Funcional (MRI) o Tomografía de Emisión de Positrones (PET), han permitido el constraste de la actividad cerebral en ambos sexos mientras se somete al encéfalo a diversos estímulos. De acuedo con Pallarés (2011), confirman las bases teóricas del dimorfismo sexual (pp. 17-25) que afecta también las funciones ejecutivas superiores. Las diferencias irrefutables destacan en cuanto a la citoarquitectura y su neuroquímica de la masa encefálica (Gómez & Juárez, 2015), “por tanto la base orgánica de toda conducta y tendencia sexual se encuentra en el cerebro.” (p. 20). Si bien, estructuralmente no hay diferencias significativas, sí las hay en la funcionalidad de las hormonas y sus receptores que siguen una ruta química diferencida según el sexo. Carnine (1995) y Jessel et al. (1997) citados en De La Barrera (2009), aseguran que las células cerebrales están influidas por el entorno y las interacciones humanas con otros individuos, los contextos ambientales, la trayectoria educativa y el entorno cultural (Gómez & Juárez, 2015). Por su parte Fernández y Escobedo (2020) afirman que “dentro del enfoque científico el cerebro también actúa con influencias del ambiente; por lo tanto, la conducta sexual es una variante de los genes, las hormonas sexuales y la construcción de los entornos ambientales para el desarrollo emocional” (p. 94), siendo estos últimos, particularmente definitorios en la construcción de la masculinidad y la feminidad. La idea anterior refuerza la creencia del machismo que declara una superioridad masculina (de los machos) por la posesión de un cerebro 9% a 12% mayor al tamaño del cerebro de la mujer (Pallarés, 2011). Ese estereotipo mantiene un supuesto en la sociedad a la que pertenecen los hombres y les ofrece condiciones según las circunstancias de sus modelos masculinos (Machillot, 2013). La situación anterior, refuerza la idea de la construcción de la identidad personal y sexual con el otro y contra el otro; es decir, la construcción de la identidad masculina cumplimenta expectativas de la sociedad y cultura en que se desarrolla la persona, al mismo tiempo que se coloca en contra de las expresiones de la feminidad, al considerarlas como una vulnerabilidad

feminización del cerebro y la conducta que éste regula, tienen más que ver con las interacciones sociales de los sujetos desde sus primeros momentos de crianza. Favorecer a la expresión emocional, además del desarrollo del potencial cognitivo, podría repercutir en una construcción de la masculinidad con mayor empatía y responsabilidad social. Reducir la brecha en las oportunidades académicas y sociales que tienen hombres y mujeres podría dar como resultado una sociedad más justa y con las condiciones para el desarrollo óptimo de las personas en una identidad genérica de mayor salud personal y social. Referencias Buenfil V., R. E. (2021). Depresión masculinda y enojo. Peninsular Punto Medio. 17 febrero, 2021. Recuperado de https://www.puntomedio.mx/depresion-masculina- y-enojo/?fbclid=IwAR1bGsY0kz0dAOIh1ZpmHnahpewSb4ZNw- kbhVC5FfopWMBQ4dbTISPRs7c De la Barrera, M. L. (2009). Neurociencia y su importancia en contextos de aprendizaje. Revista Digital Universitaria. Vol. 10, No. 4. Recuperado de http://www.revista.unam.mx/vol.10/num4/art20/art20.pdf Fernández, E. & Escobedo, F.E. (2020). Neurociencia y los significados personales en sentido de identidad sexual. Revista Desafíos , 2020; 11(1); 88-95. doi: https://doi.org/10.37711/desafios.2020.11.1. Gómez A., L. M. & Juárez V., J. M. (2015). Diferencias cerebro-cognitivas intersexuales para favorecer currícula inclusivos: el caso de las habilidades cognitivo- espaciales. Debates en evaluación y currículum. Congreso Internacional de Educación. Año 1, No. 1. Posgrados Universidad Autónoma de Tlaxcala.

Machillot, D. (2013). El estudio de los estereotipos masculinos mexicanos en las ciencias humanas y sociales: un recorrido crítico-histórico. Los hombres en México: Veredas recorridas y por andar. Una mirada a los estudios de género de los hombres, las masculinidades. Juan Carlos Ramírez y José Carlos Cervantes Ríos (Coord.). (1ª ed.). México: Universidad de Guadalajara – CUCEA – AMEGH. Molina, N. (04 de marzo de 2021). Binarismo de género. Entrevista virtual. Pallarés D., D.V. (2011). La neurociencia aplicada al estudio del género: ¿una nueva perspectiva?. Fòrum de recerca nº 16, 2011; 17-35. Recuperado de http://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/77146/fr_2011_2.pdf? sequence=1&isAllowed=y