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explicacion de las diferentes redes que pueden hallarse en una comunidad
Tipo: Apuntes
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Maritza Montero
El objetivo de este trabajo es mostrar un recorrido crítico de la presencia de la Psico. Comunitaria den la República Argentina. El origen de la Psicología en Argentina ha condicionado la formación teóricos las prácticas, orientándolas básicamente hacia la psicología clínica psicoanalítica. Complementariamente, las sucesivas interrupciones provocadas por los golpes de Estado, y en particular la sangrienta dictadura entre los años 1976 – 1983, determinó que la teoría y la práctica social fueran consideradas equivalentes a subversión, confinando los posibles desarrollos de una Pisco. Comunitaria a experiencias personales de un reducido número de psicólogos/as con una escasa producción teórica y sistematización. Identificamos históricamente las experiencias personales e institucionales, que fuera del ámbito académico sin ser denominadas como Psico. Comunitaria, tenían como base principios de la subdisciplina. En este marco, analizamos las contribuciones de universidades nacionales que, movilizadas por el espíritu de la Reforma Estudiantil de 1918, a través de la Extensión Universitaria, fueron creando las bases para una lenta legitimación de la Psico. Comunitaria como ámbito de incumbencia de los psicólogos/as. Sin embargo, se evidencia un escaso impacto en las políticas públicas de salud debido a la vigencia de modelos asistenciales centrados en la enfermedad, como así también modos de gestión política clientelares que tensan los principios conceptuales y metodológicos de la Psico. Comunitaria, basando en el fortalecimiento de capacidades, en la autonomía de la población en la toma de decisiones, en el fortalecimiento de sus capacidades como actor social y político. Hay ciertos obstáculos que desafían a la Psico. Comunitaria en Argentina: La utilización ambigua del concepto de comunidad. El oportunismo que puede transformar a la Psico Comunitaria en un discurso progresista vaciado de los principios que le dieron origen.
Los márgenes estrechos de la demanda laboral en una sociedad de relaciones fugaces. Las imitaciones al fortalecimiento de la población como consecuencia de políticas clientelares. Existen ciertas dificultades para la construcción de una identidad de psicólogos/as comunitarias, apoyada en la construcción de redes de pares en torno a objetivos comunes y del rol asignado a las universidades en la formación de los recursos humanos. No escapan de nuestra mirada los desafíos de la consolidación de la Psico. Comunitaria en una sociedad condicionada por l consumo, atravesada por la creciente presencia de las tecnologías de información y comunicación (TIC) que cuestionan el sentimiento de comunidad, de continuidad e historicidad de la experiencia humana. Orígenes de la Psicología Comunitaria en Argentina Partimos de la idea de que la reglamentación académica de los estudios universitarios de psicología es una de las más antiguas de Cono Sur y que su origen ligado a la psicología clínica condicionó profundamente la construcción social de la identidad profesional y académica, influenciando la representación social en la sociedad de lo qué es y hace un psicólogo/a. Ser un psicólogo/a era un sinónimo de ser un psicoanalista o de un psicoterapeuta, esta identidad acabó por condicionar los desarrollos posteriores. Quienes intentaron otros caminos (psico. Educacional, psico. Experimental, psico laboral, etc.) Tuvieron que forjar una nueva identidad académica y profesional de lo que es ser psicólogo en Argentina. Toso estos otros ámbitos de práctica profesional y modelos teóricos fueron absorbidos y forzadas a ser reescritas a fin de poder incorporarse a la cultura dominante. En este sentido, es posible rastrear en actas de congresos, publicaciones científicas, escritos y materiales de difusión, diversos relatos de experiencias y prácticas que por su concepción, metodología o instrumentos hubieran podido ser descritas dentro de la tradición de la Psicología Social Comunitaria o de la Psicología Comunitaria de la Salud y que por el contrario aparecen forzadas conceptualmente a fin de encajar en los sistemas descriptivos y explicativos de la clínica psicoanalítica dominante. Ejemplo de esto son Bleger, Pichón Rivière, Ulloa, Rodríguez, etc. Que describían prácticas e instrumentos que ya habían sido desarrollados por la psicología social estadounidense,
requiere de una intrínseca relación con la ecología social. Es en este marco que la Psico. Comunitaria en Argentina ha ido construyendo un perfil en el que, con frecuencia, las llamadas prácticas comunitarias antecedieron a las sistematizaciones académicas. El camino de la legitimación: de las experiencias a la academia Cabe comenzar con la idea de que las políticas de Extensión Universitaria, a partir de la Reforma Universitario en 1918, ocupan un lugar destacado en las universidades públicas del país, este ambiente ha sido un terreno fértil para la inserción de la Psicología Comunitaria. Por lo tanto, los desarrollos más estables y productivos se han desarrollado en la interacción y transacción de información valiosa entre las universidades y la sociedad. Ejemplo de esto son: la Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Tucumán, Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Nacional de Rosario, entre otras. Estas Universidades el país, a veces en sus facultades de Psicología, se fueron consolidando como ámbitos académicos en los cuales se encuentran rastros de la historias del desarrollo de la Psico. Comunitaria. Estos centros de estudio se han encargado de sistematizar experiencias y producir conocimiento en este ámbito de las Psicología. En la UNC, en el año 1894, se creó la materia “Estrategias para la intervención comunitaria”, que incorporó la perspectiva de la Psico. Comunitaria. Esta cátedra propuso como eje de intervención la herramienta social y solidaria que en desarrollos posteriores dio origen a metodologías de intervención en red en el campo de la Salud Pública, y en este espacio de formación incorporó una forma de investigación epidemiológica apoyada en la participación activa de la población y de los equipos institucionales. El desafío propuesto en ese momento consistía: especialmente para psicólogos/as comunitarios, reconocer la existencia de movimientos comunitarios emergentes y articularse a ellos, para desde allí lograr impactar en el tema ce la salud en específico que al población priorice en ese momento. En esta cátedra se profundizó en la propuesta de salud mental comunitaria acentuando su perfil de compromiso ideológico fundamentado en el pensamiento crítico contemporáneo. Con esto la UNC fue desarrollando actividad al interior de la Facultad y un diálogo con las “prácticas de terreno” de base comunitaria.
Esta práctica siempre se basó en darle mucho valor a la recuperación de las experiencias de terreno existentes en lo local de la provincia. Tal es así que en el año 2007 se formalizó como práctica pre-profesional al área de social-comunitaria. Con respecto a las prácticas socio-comunitarias tenemos para decir que hay un escenario vigente a lo largo del territorio nacional: las numerosas prácticas de psicólogos/as ligadas al trabajo en comunidades nunca fueron identificadas, llamadas o pensadas desde y como “Psicología Comunitaria”. Sucede que estos psicólogos/as no reconocen a tas prácticas como referenciadas a la Psico. Comunitaria. Po otro lado, hay otro problema que radica en que en los equipos de salud mental los psicólogos/as como profesionales ocupan un segundo lugar después de los trabajadores sociales e inclusive en otros equipos ni si quiera existen. En un estudio citado en el texto un alto porcentaje de personas consultadas afirmaba la importancia de contar con psicólogos/as en los equipos. Esto se cuestión desde el ámbito académico, por lo tanto, se considera al ámbito académico como un gran responsables a la hora de definir la imagen del psicólogo/a como un académico intramuros. O sea, pareciera ser que las facultades interfieren en la consolidación de la identidad de un psicólogo/a comunitario cuando quiere establecer al profesional dentro de la institución. (Eso entiendo yo). En un relevamiento realizado entre el 2008 y 2009, intentando comprender la formas en que os psicólogos/as construyan su posicionamiento conceptual e instrumental, un equipo entrevistó a trabajadores/as en el que se desempeñaban en el ámbito de la comunidad (tanto por parte del Estado o como por parte de ONGs) y se encontró que: los entrevistados presentaban una gran diferencias para especificar marcos teóricos e ideológicos desde los cuales desarrollaban su trabajo comunitario, aunque pudimos encontrar claves compartidas: participación, necesidad, estrategias de intervención, autogestión. Se evidencias asimismo la una ausencia de políti8cvas de formación sostenida y dirigida al trabajo comunitario, ya que el apoyo institucional aparece solo a través de la facilitación de información y de espacios físicos y temporales para el desarrollo de las actividades. En el año 1987 en la UBA se creó una cátedra llamada Estrategias de Intervención de la Psicología Comunitaria, algo que tendría su impacto histórico en el desarrollo de la Psico. Comunitaria. El impulsor y coordinador de las misma era Antonio Lapalma, quien comenzó su recorrido participando en proyectos de apoyo psicosocial a poblaciones
aparecieron numerosas prácticas denominadas “comunitarias”, aunque esta denominación con frecuencia se refería a las prácticas de tipo educativas que se hacían “fuera del consultorio”, o bien, a procesos participativos construidos a partir de la inserción y permanencia de psicólogo/as en esos espacios. En el texto se menciona la necesidad de adoptar una perspectiva holística y sistémica, que permitirá comprender la vida cotidiana, los hábitos, las historia de las personas, sus vínculos familiares y sociales, considerando creencias, mitos, valores e los que se apoyan, de igual modo se menciona la necesidad de marcos ideológicos que permitan posicionarse en frente a inequidades de clase, género y etnias de manera coherente. En Salta en el año 1999 se inauguró la Residencias de Psicología Comunitaria inserta en el sistema de la Salud Pública Provincial. Es6ta ha sido desde entonces una experiencia de formación por fuera del ámbito académico que aún hoy sigue realizando destacables contribuciones a la formación de recursos humanos y a la difusión de la Psicología Comunitaria en la región. Desde la UNT Ana Gloria Ferullo realizó análisis del rol del psicólogo/a comunitario y lo definió como un trabajador de la salud superador del enfoque negativo o restrictivo de la salud, remarcando su orientación hacia el logro del desarrollo humano integral, de un mayor bienestar, del mejoramiento de la calidad de vida del ser humano. Esta autora profundizó en el análisis teórico de la noción de participación entendiéndola como un eje trasversal a la Psico. Comunitaria. Asimismo, analizó el concepto de poder desplegando en su estudio la dimensión política inherente a la psico. Comunitaria. Entre 1992 y 1995 surgieron cursos de posgrado y una consecuente maestría en la UNT. En la Facultad Nacional de Mar del Plata se creó la primera maestría en Psicología Social Comunitaria del país; un estudio que tuvo discontinuidades. En las Facultad de Psicología de la UNR surgieron posgrados que estaban orientada a la Psicología Comunitaria, y desde el 199 hay una carrera de especialización en Psicología Clínica, Institucional y Comunitaria, donde se das contenido académico de la Psico. Comunitaria Latinoamericana. Sin embargo, en estas experiencias académicas se dio el efecto que en paralelo con los discursos oficiales y las reglamentaciones, se dio un vaciamiento de la ética, la epistemología y los principios de la Psicología Comunitaria a fin de transformarla en una tecnología de intervención que pudiera utilizarse en otros marcos teóricos.
De la asistencia técnica a la construcción de sistemas colaborativos y participativos En la URN se creó en 1984 el CeAC (Centro de Asistencia a la Comunidad) como un programa de extensión. Esta experiencia se ha ido transformando conforme pasaba el tiempo, se modifican las condiciones de su realidad y las relaciones de la población. En la actualidad esto es uno de los más antiguos exponentes de la Psicología Comunitaria en el país. Originalmente se ha diseñado como un proyecto de atención primaria dxe la Salud pero luego ha devenido como un complejo programa con eje de salud, dopnjde la participación (como valor y como metodología) es el punto de confluencia de la diversidad de aportes y el horizonte de sus acciones. El equipo fundador era uno conformado por profesionales, que en su mayoría, adopta el modelo sistémico. Algo bastante particular para la época ya que la perspectiva sistémica era un movimiento contracultural respecto al modelo psicoanalítico dominante, que contaba con poco acceso a los medios académicos, aunque con una notable presencia de las experiencias del terreno. Este contexto generó que se tratase de un clima en constante desarrollo, innovación para fomentar la apertura y exploración alternativas. En esta época también sucedía que el ámbito académico estaba muy marcado por la especialización y la fragmentación en el campo de trabajo (individualismo profesional en la práctica) y los equipos interdisciplinarios eran menos comunes y más difíciles de formar. No obstante a esto, se pudo lograr el desarrollo y mantenimiento de la idea del equipo sobre la inclusión de los/as habitantes del barrio como actores plenos (política y racionalmente) del programa. Quienes con su presencia impulsaron y crearon la necesidad de contar con modelos participativos de gestión y planificación. El programa rescató algunas fuentes que ayudaron a salir de las limitaciones teóricas e instrumentales de la época: teoría cibernético-ecológico aportó su visión holística y compleja y fue utilizada también como una herramienta pare la reflexión y creación de estrategias multidimensionales y creativas. Sucedió que algunos autores había demostrado que el estudio de las organizaciones como sistemas autoorganizados dieron opciones a la visión limitada de los modelos institucionalistas vigentes, por lo tanto, fue bastante fácil la introducción del modelo sistémico en este campo académico como herramienta para el acompañamiento de procesos colectivos y de cooperación y manejo de conflictos.
El Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires fue el primero en reconocer a la Psico. Comunitaria como una especialización profesional. A partir de entonces FEPRA abrió espacios de inserción y de dictado de cursos/seminarios para dar lugar a una mayor presencia manifiesta y oficializada de la Psico. Comunitaria. En el año 2008 la Dirección de Educación y Cultura de la Subsecretaria de la Provincia de Buenos Aires, creó la dirección de Psicología Comunitaria y Pedagogía Social, en un intento de cambio institucional que proponía transformar el rol tradicional asignando a la psicología y la asistencia social en los contexto escolares incorporando valores y paradigmas propios de la Psico. Comunitaria y la Pedagogía Social. Con esto se intentaba dar co un cambio institucional teniendo en cuenta la complementariedad que ambas disciplinas podría conseguir de cada debido a que se enfocan en la realidad, en “el contexto del mundo real”. Desafíos actuales para la Psicología Comunitaria argentina Hay varias cuestiones cuando hablamos de la legitimación de la Psico. Comunitaria en Argentina. En el mapa de situación revelado en este trabajko existe un cierto concesnso en cuanto a que los psicólogos/as comunitarios ya se consideran iunterlocutores legítimos en temáticas del trabajo con comunidades. La participación comunitaria y su ambigüedad Uno de los articuladores teóricos y pilares de la Psico. Comunitaria latinoamericana –la participación comunitaria- es un emergente de las Ciencias Sociales que ha expandido su sentido original hasta ser utilizado en campos tan diversos como los de la salud colectivas, la salud ambiental, educación, cultura popular, participación ciudadana, etc. Sin embargo, el uso instrumental que se le ha dado siempre se sostiene por la ecología de las ideas que lo sustentan en el campo de la Psic. Comunitaria. Un detallado análisis de las variadas forman en las que se los utiliza muestra que en otras áreas se lo vacía de sentido transformándolo en una mera herramienta o en un ingrediente de un discurso populista y demagógico. La diversidad de sentidos y su uso mencionado podría tener tanto efecto de expandir y enriquecer el concepto como el riesgo de vaciarlo de contenido; a fin de preservar lo innegociable de su sentido, esto desafía a la Psico. Comunitaria y la invita a producir una constante recuperación de este concepto “llave”.
Desafíos de la Psicología Comunitaria en políticas públicas y demanda laboral Las formas en que en Argentina se han incluido los instrumentos de la Pisco. Comunitaria en las políticas sociales del Estado y en los proyectos de ONGs interroga acerca de la factibilidad de una Psico. Comunitaria utilizada en contextos que diluyen tanto su rigor metodológico como sus valores. En las ONG la constante incertidumbre sobre el financiamiento, las turbulencias políticas y la presión de los modelos de planificación ponen en riesgo las bases de la participación ciudadana sobre las que se asientan la sustentabilidad, la apropiación y el fortalecimiento de las transformaciones. En el marco de la Psico. Comunitaria latinoamericana, las metodologías participativas han concebido el tiempo como un recurso estratégico valioso en los procesos de empowerment o fortalecimiento comunitario. La creciente a la fugacidad y la eventualidad de las relaciones, una cultura de superficialidad (modernidad líquida),i imponen un modo de construcción social que entra en contradicción con una perspectiva de experiencias y su sistematización. Este escenario mundializado propone un desafío mayúsculo a la Psico. Comunitaria que ha basado su identidad en la construcción de relaciones solidarias, identidades comunes, horizontes y futuros compartidos. En nuestro país, y siguiendo una tendencia mundial, las formas de gobierno basadas en democracia delegativas en los que el clientelismo político es llevado a la cate3goría de “política de Estado” se impone el desafío que proponen los dobles discursos. Estos consisten en que: a nivel oficial –y en apariencia- los objetivos de las políticas parecen ser de participación ciudadana, aunque las acciones estén impregnadas de una metodología de intercambio de favores propios de una cultura que condiciona las micropolíticas relacionales. Estas lógicas de clientelismo cuestionan la posibilidad de creación de relaciones solidarias y colaborativas, desafiando los principios de ética con las que los psicólogos/as comunitario construyen propuestas. Desafíos en la construcción de identidad Dentro de los factores que desempeñan un papel importante para producir una identidad profesional, juega un rol central la construcción de una comunidad de pares, esta comunidad de aprendizaje mediante la construcción de rede formales e informales, la creación de ámbitos institucionales de participación, de espacios de encuentro e intercambio (científico y relacional) va delineando y legitimando un perfil que validarán antes la sociedad.
criterios pedagógicos, lo que las vuelve refractaria a los cuestionamientos e impermeables a los cambios. Esta situación ha producido un efecto de empobrecimiento tanto para las prácticas como para el mundo académico, dejando a quienes están o insertos/as en las prácticas “de terreno” desprovistos de modelos que den cuenta de la riqueza de sus experiencias. En tal escenario, los psicólogos/as comunitarios se encontraron ante el desafío de tener que repensar sus presupuestos sin contar con el ámbito de lo “natural“ para esa tarea: la comunidad académica. Desafíos de la psicología comunitaria ante una sociedad fugaz y fragmentada Sumado a lo expuesto, los psicólogos/as comunitarios argentinos enfrentan el hecho de tener que convivir y pensar sus acciones en medio de los cambios culturales de las últimas décadas, en los que se destacan los generados por el nuevo capitalismo, ya que afectan las formas de construcción de suvjetividade4s yu la producción de las tramas relacionales. Se trata de escenarios sociales que parecería ir en dirección contrario a las relaciones de cooperación, de solidaridad y de construcción de sociedades más justas. ¿Qué valores y prácticas puede mantener unida a la gente cuando se framnetan las instituciones en las que viven? Se criticará la visión de la sociedad de consumo, de la cultura de la superficialidad del nuevo capitalismo que impacta negativamente en la psicología de las personas al proponer un ideal de sujeto orientado al corto plazo y desligado del valor de las experiencias del pasado. A pesar de los ideales vendidos por la sociedad de consumo, los psicólogos/as comunitarios suponeos que los sujetos necesitan aún construir con los otros/as las narrativas y relatos de vida que sostengan y generen sentimientos de continuidad e historicidad para sus existencias, que permitan enorgullecerse es sus habilidades, competencias y creatividades, y que permitan atesorar la memoria de lo vivido como capital relacional y simbólico. Entendemos que es un aspecto vital de nuestras misión de psicólogos/as comunitarios es co-construir alternativas de fortalecimiento y confrontar creativamente los desafíos de las complejas subjetividades emergentes. Al tomar en cuenta los valores y principios de la Psico. Comunitaria latinoamericana, una parte innegociable de su misión radica en facilitar procesos reflexivos de dimensión local, a fin de permitir la emergencia de alternativas a los ideales promovidos (vendidos) como lo
nuevo, lo avanzado y lo deseable que aparecen como transversales a las categorías socioeconómicas.