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Moravcik español TEORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES, Traducciones de Relaciones Internacionales

ANDREW MORAVCSIK es Profesor de Política y Director del Programa de la Unión Europea en la Universidad de Princeton. Es autor de más de 125 publicaciones académicas, incluidos cuatro libros, sobre integración europea, teoría de las relaciones internacionales, métodos cualitativos/históricos, derechos humanos, derecho y organización internacional y otros temas. La American Historical Review llamó a su historia de la Unión Europea, The Choice for Europe, "la obra más importante en este campo". Des

Tipo: Traducciones

2019/2020

Subido el 13/05/2020

tamara-cheroki
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Tomando las preferencias en serio:
Una teoría liberal de
Política internacional
Andrew Moravcsik
Este artículo reformula la teoría liberal de las relaciones internacionales (RI) de una forma
no ideológica y no utópica apropiada para la ciencia social empírica. La teoría liberal de las
RI elabora la idea de que las relaciones entre el Estado y la sociedad -la relación de los
Estados con el contexto social nacional y transnacional en el que están insertos- tienen un
impacto fundamental en el comportamiento del Estado en la política mundial. Las ideas, los
intereses y las instituciones de la sociedad influyen en el comportamiento del Estado al dar
forma a sus preferencias, es decir, a los propósitos sociales fundamentales que subyacen a
los cálculos estratégicos de los gobiernos. Para los liberales, la configuración de las
preferencias del Estado es lo más importante en la política mundial, no, como sostienen los
realistas, la configuración de las capacidades y no, como sostienen los institucionalistas (es
decir, los teóricos del régimen funcional), la configuración de la información y las
instituciones. Este artículo codifica esta visión liberal básica en forma de tres supuestos
teóricos básicos, deriva de ellos tres variantes de la teoría liberal y demuestra que la
existencia de una teoría liberal coherente tiene importantes implicaciones teóricas,
metodológicas y empíricas. Reiterada de esta manera, la teoría liberal merece ser tratada
como una alternativa paradigmática empíricamente equivalente y analíticamente más
fundamental que las dos teorías dominantes en los estudios contemporáneos de la RI: el
realismo y el institucionalismo.
Por los detallados comentarios y críticas, agradezco sobre todo a Anne-Marie Slaughter,
que estuvo presente desde el principio, y a Lea Brilmayer, Lawrence Broz, Marc Busch,
James Caporaso, Dale Copeland, David Dessler, Jeffry Frieden, Martha Finnemore, Charles
Glazer, Michael Griesdorf, Stefano Guzzini, Ernst Haas, Stanley Hoffmann, Stephen Holmes,
Ted Hopf, Alan Houston, David Lumsdaine, Robert Keohane, Yuen Khong, Larry Kramer,
David Long, Steven Lukes, James Marquart, Lisa Martin, Jonathan Mercer, Henry Nau,
Kalypso Nicolaı¨dis, James Nolt, Joseph Nye, John Odell, Kenneth Oye, Robert Paarlberg,
Daniel Philpott, Gideon Rose, Judith Shklar, David Skidmore, Allison Stanger, Janice Stein,
Andrew Wallace, Celeste Wallander, Stephen Walt, Alexander Wendt, Mark Zacher, Fareed
Zakaria, Michael Zu¨rn, y tres árbitros anónimos. Agradezco también a otros dos críticos:
Peter Katzenstein alentó una comparación más directa con los enfoques constructivistas y
John Mearsheimer me invitó a exponer el caso liberal frente al realismo en una serie de
debates públicos. También estoy en deuda con los participantes en los seminarios del
Programa de Política, Economía y Seguridad Internacionales (PIPES) de la Universidad de
Chicago; la Universidad de Constanza; la Universidad de Toronto; la Universidad de
California, San Diego; el Instituto Olin y el Centro de Asuntos Internacionales de la
Universidad de Harvard; el Coloquio de Jurisprudencia Internacional de la Facultad de
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Tomando las preferencias en serio: Una teoría liberal de

Política internacional

Andrew Moravcsik

Este artículo reformula la teoría liberal de las relaciones internacionales (RI) de una forma no ideológica y no utópica apropiada para la ciencia social empírica. La teoría liberal de las RI elabora la idea de que las relaciones entre el Estado y la sociedad -la relación de los Estados con el contexto social nacional y transnacional en el que están insertos- tienen un impacto fundamental en el comportamiento del Estado en la política mundial. Las ideas, los intereses y las instituciones de la sociedad influyen en el comportamiento del Estado al dar forma a sus preferencias, es decir, a los propósitos sociales fundamentales que subyacen a los cálculos estratégicos de los gobiernos. Para los liberales, la configuración de las preferencias del Estado es lo más importante en la política mundial, no, como sostienen los realistas, la configuración de las capacidades y no, como sostienen los institucionalistas (es decir, los teóricos del régimen funcional), la configuración de la información y las instituciones. Este artículo codifica esta visión liberal básica en forma de tres supuestos teóricos básicos, deriva de ellos tres variantes de la teoría liberal y demuestra que la existencia de una teoría liberal coherente tiene importantes implicaciones teóricas, metodológicas y empíricas. Reiterada de esta manera, la teoría liberal merece ser tratada como una alternativa paradigmática empíricamente equivalente y analíticamente más fundamental que las dos teorías dominantes en los estudios contemporáneos de la RI: el realismo y el institucionalismo. Por los detallados comentarios y críticas, agradezco sobre todo a Anne-Marie Slaughter, que estuvo presente desde el principio, y a Lea Brilmayer, Lawrence Broz, Marc Busch, James Caporaso, Dale Copeland, David Dessler, Jeffry Frieden, Martha Finnemore, Charles Glazer, Michael Griesdorf, Stefano Guzzini, Ernst Haas, Stanley Hoffmann, Stephen Holmes, Ted Hopf, Alan Houston, David Lumsdaine, Robert Keohane, Yuen Khong, Larry Kramer, David Long, Steven Lukes, James Marquart, Lisa Martin, Jonathan Mercer, Henry Nau, Kalypso Nicolaı¨dis, James Nolt, Joseph Nye, John Odell, Kenneth Oye, Robert Paarlberg, Daniel Philpott, Gideon Rose, Judith Shklar, David Skidmore, Allison Stanger, Janice Stein, Andrew Wallace, Celeste Wallander, Stephen Walt, Alexander Wendt, Mark Zacher, Fareed Zakaria, Michael Zu¨rn, y tres árbitros anónimos. Agradezco también a otros dos críticos: Peter Katzenstein alentó una comparación más directa con los enfoques constructivistas y John Mearsheimer me invitó a exponer el caso liberal frente al realismo en una serie de debates públicos. También estoy en deuda con los participantes en los seminarios del Programa de Política, Economía y Seguridad Internacionales (PIPES) de la Universidad de Chicago; la Universidad de Constanza; la Universidad de Toronto; la Universidad de California, San Diego; el Instituto Olin y el Centro de Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard; el Coloquio de Jurisprudencia Internacional de la Facultad de

Derecho de la Universidad de Nueva York; la Escuela Fletcher de la Universidad de Tufts; y el Instituto Universitario Europeo. Por el apoyo a la investigación, agradezco a Amit Sevak, Brian Portnoy y PIPES. Para versiones más detalladas y documentadas de este artículo, 514 Organización Internacional Basar la teoría liberal en un conjunto de supuestos científicos sociales básicos ayuda a superar la disyunción entre la investigación empírica contemporánea sobre la política mundial y el lenguaje empleado por los académicos para describir la RI como un campo. Las hipótesis liberales que hacen hincapié en la variación de las preferencias de los estados desempeñan un papel cada vez más importante en la investigación de la RI. Entre ellas figuran explicaciones que destacan la importancia causal de las relaciones entre el Estado y la sociedad, tal como están conformadas por las instituciones nacionales (por ejemplo, la "paz democrática"), por la interdependencia económica (por ejemplo, la teoría de los aranceles endógenos) y por las ideas sobre la provisión de bienes públicos nacionales, políticos y socioeconómicos (por ejemplo, las teorías sobre la relación entre nacionalismo y conflicto). Las hipótesis liberales no incluyen, por razones que se aclararán más adelante, la teoría del régimen funcional. Sin embargo, el lenguaje conceptual de la teoría del régimen funcional no se ha puesto al día con la investigación contemporánea. Los teóricos de la RI siguen hablando como si la división teórica dominante en este campo fuera la dicotomía entre el realismo y el institucionalismo (''neoliberal''). El resultado: la teoría liberal de la RI del tipo descrito anteriormente es generalmente ignorada como una alternativa paradigmática importante. Peor aún, su falta de estatus paradigmático ha permitido a los críticos caricaturizar la teoría liberal como una ideología normativa, incluso utópica. Críticos realistas de posguerra como Hans Morgenthau y E. H. Carr aprovecharon retóricamente el papel histórico del liberalismo como ideología para contrastar su supuesto altruismo (''idealismo'', ''legalismo'', ''moralismo'', ''moralismo'') o "utopía") con la "preocupación teórica" del realismo por la naturaleza humana tal como es en realidad [y] los procesos históricos tal como tienen lugar".1 Cuarenta años después, poco ha cambiado. La influyente tipología de Robert Gilpin en la economía política internacional yuxtapone una visión mercantilista positiva ("la política determina la economía") contra una visión liberal más estrecha y notoriamente normativa ("la economía debería determinar la política"). Kenneth Waltz, un crítico realista, afirma que "si los objetivos..... de los estados se convierten en asuntos de... preocupación central, entonces nos vemos obligados a volver al nivel descriptivo; y de descripciones simples no se pueden extraer generalizaciones válidas."' Los liberales han respondido a esas críticas no proponiendo un conjunto unificado de supuestos científicos sociales positivos en los que pueda basarse una teoría liberal no ideológica y no utópica, como se ha hecho con considerable éxito en el caso del realismo y el institucionalismo, sino admitiendo su incoherencia teórica y recurriendo en cambio a la

Por último, demuestro que la identificación de supuestos teóricos coherentes no es simplemente una cuestión abstracta y semántica. Tiene importantes implicaciones metodológicas, teóricas y empíricas. La utilidad de un replanteamiento paradigmático debe evaluarse sobre la base de cuatro criterios, cada uno de los cuales es pertinente para el investigador empírico: parsimonia superior, coherencia, exactitud empírica y consistencia multicausal. En primer lugar, una reafirmación teórica debe ser general y parsimoniosa, demostrando que un número limitado de hipótesis microfundamentales puede vincular una amplia gama de teorías e hipótesis anteriormente inconexas. Esta reafirmación lo hace mostrando cómo el liberalismo proporciona una teoría general de la RI que vincula áreas de investigación aparentemente no relacionadas. La teoría que aquí se esboza se aplica por igual a los Estados liberales y no liberales, a los asuntos económicos y de seguridad nacional, a las situaciones conflictivas y no conflictivas, y al comportamiento tanto de los Estados individuales ("política exterior") como de las agregaciones de Estados ("relaciones internacionales"). La teoría liberal, además, explica importantes fenómenos pasados por alto por las teorías alternativas, entre ellos el contenido sustantivo de la política exterior, el cambio histórico y el carácter distintivo de las relaciones interestatales entre los Estados occidentales modernos.

  1. Véase Keohane 1990, 166, 172-73; Doyle 1986, 1152; Zacher y Matthew 1992, 2; Matthew y Zacher 1995, 107-11, 117-20; Hoffmann 1987, 1995; y Nye 1988.
  2. Para otras distinciones de este tipo, véanse Keohane 1990; y Doyle 1983. @xyserv1/disk3/CLS_jrnl/GRP_inor/JOB_inor619/DIV_619z kris 516 Organización Internacional En segundo lugar, un replanteamiento teórico debe ser riguroso y coherente, ofreciendo una clara definición de sus propios límites. Esta reafirmación lo hace demostrando que las teorías institucionalistas de los regímenes -tratados comúnmente como liberales por sus connotaciones ideológicas e históricas- se basan de hecho en supuestos más cercanos al realismo que al liberalismo. Esto ayuda a explicar por qué a los teóricos de la RI les ha resultado difícil destilar un conjunto de supuestos microfundamentales coherentes para la teoría liberal. En tercer lugar, una reafirmación teórica debe demostrar la exactitud empírica frente a otras teorías; debe exponer las anomalías de los trabajos existentes, obligando a reconsiderar las conclusiones empíricas y las posiciones teóricas. Este replanteamiento de la teoría liberal cumple este criterio al revelar importantes sesgos metodológicos en las evaluaciones empíricas de las teorías realistas de la "búsqueda de ganancias relativas" y los

análisis constructivistas de las ideas y el RI debido a la omisión de alternativas liberales. Si se corrigieran estos sesgos, las cuentas liberales bien podrían suplantar muchas explicaciones realistas e institucionalistas ampliamente aceptadas, así como constructivistas, de fenómenos particulares en la política mundial. Cuarto, un replanteamiento teórico debe demostrar consistencia multicausal. Al especificar las condiciones precedentes en las que es válida y los vínculos causales precisos con los resultados de las políticas, una teoría debe especificar rigurosamente cómo puede sintetizarse con otras teorías en una explicación multicausal coherente con los principios de la teoría social fundamental. Esta reafirmación lo hace invirtiendo la presunción casi universal entre los teóricos contemporáneos de la RI de que las teorías "sistémicas" como el realismo y el institucionalismo deben emplearse como un "primer corte" analítico, con teorías de La formación de preferencias "domésticas" se introdujo sólo para explicar las anomalías, una prescripción que es a la vez metodológicamente sesgada y teóricamente incoherente. En su lugar, esta reafirmación dicta lo contrario: La teoría liberal es analíticamente anterior tanto al realismo como al institucionalismo porque define las condiciones en las que se basan sus supuestos. Si esta propuesta de reformulación de la teoría liberal de la RI cumple estos cuatro criterios, como sostengo que lo hace, hay buenas razones para darle una posición paradigmática empíricamente equivalente y analíticamente anterior al realismo y al institucionalismo, así como al constructivismo, en la teoría y la investigación de la política mundial. Supuestos básicos de la teoría liberal del IR La premisa fundamental de la teoría liberal de la RI -que la relación entre los estados y la sociedad doméstica y transnacional circundante en la que se insertan moldea críticamente el comportamiento del estado al influir en los propósitos sociales que subyacen a las preferencias del estado- puede reafirmarse en términos de tres supuestos básicos. Estos supuestos son los fundamentos apropiados de cualquier teoría social de la RI: especifican la naturaleza de los actores sociales, el Estado y el sistema internacional. Supuesto 1: La primacía de los actores sociales Los actores fundamentales de la política internacional son los individuos y los grupos privados, que en promedio son racionales y reacios al riesgo y que organizan intercambios y acciones colectivas para promover intereses diferenciados bajo las limitaciones impuestas por la escasez material, los valores en conflicto y las variaciones en la influencia de la sociedad. Teoría liberal de la política internacional 517 La teoría liberal se basa en una visión "de abajo hacia arriba" de la política en la que las demandas de los individuos y grupos sociales son tratadas como analíticamente previas a

de los bienes, surgen incentivos para un comportamiento explotador y de búsqueda de rentas, incluso si el resultado es ineficiente para la sociedad en su conjunto. 8

  1. Esto no implica una concepción ''prosocial'' del individuo que no está comprometido con la nación, la comunidad, la familia u otras identidades colectivas, sino sólo que estas identidades entran en el ámbito político cuando los individuos y los grupos se comprometen en el intercambio político sobre la base de ellas; véase, por ejemplo, Coleman

518 Organización Internacional 2: Representación y preferencias estatales Los Estados (u otras instituciones políticas) representan algún subconjunto de la sociedad nacional, sobre la base de cuyos intereses el Estado offıcials define las preferencias estatales y actúa con determinación en la política mundial. En la concepción liberal de la política interna, el Estado no es un actor sino una institución representativa constantemente sujeta a la captura y recaptura, construcción y reconstrucción por coaliciones de actores sociales. Las instituciones y prácticas representativas constituyen la ''correa de transmisión'' crítica por la que las preferencias y el poder social de los individuos y grupos se traducen en la política del Estado. Los individuos recurren al Estado para alcanzar objetivos que el comportamiento privado no puede lograr de manera eficiente9. La política gubernamental se ve por lo tanto limitada por las identidades, intereses y poder subyacentes de los individuos y grupos (dentro y fuera del aparato estatal) que presionan constantemente a los responsables centrales de la toma de decisiones para que apliquen políticas coherentes con sus preferencias. No se trata de adoptar una visión estrechamente pluralista de la política interna en la que todos los individuos y grupos tengan igual influencia en la política estatal, ni una en la que la estructura de las instituciones estatales sea irrelevante. Ningún gobierno se basa en una representación política universal o imparcial; cada gobierno representa a algunos individuos y grupos más plenamente que otros. En un caso hipotético extremo, la representación podría dar poder a una clase burocrática estrecha o incluso a un solo individuo tiránico, como el idealista Pol Pot o Josef Stalin. Entre los extremos teóricos de la tiranía y la democracia existen muchas instituciones y prácticas representativas, cada una de las cuales privilegia demandas particulares; de ahí que la naturaleza de las instituciones estatales, junto con los propios intereses de la sociedad, sea un determinante clave de lo que hacen los Estados a nivel internacional. La representación, según la opinión liberal, no es simplemente un atributo formal de las instituciones del Estado, sino que incluye otras características estables del proceso político, formales o informales, que privilegian intereses sociales particulares. Los regímenes autoritarios clientelistas pueden distinguir a los que tienen vínculos familiares, burocráticos o económicos con la élite gobernante de los que no los tienen. Incluso cuando

las instituciones gubernamentales son formalmente justas y abiertas, una distribución relativamente desigual de la propiedad, el riesgo, la información o las capacidades organizativas puede crear monopolios sociales o económicos capaces de dominar la política. Del mismo modo, la forma en que un Estado reconoce los derechos individuales puede configurar las oportunidades de tener voz.10 Ciertos procesos de representación nacional pueden tender a seleccionar como líderes a personas, grupos y burocracias socializadas con actitudes particulares hacia la información, el riesgo y la pérdida. Por último, las opciones de salida rentables, como la emigración, el incumplimiento o la transferencia de activos a nuevas jurisdicciones o usos, en la medida en que limiten a los gobiernos, pueden considerarse sustitutos de la representación oficial11.

  1. Las instituciones y prácticas políticas representativas son el resultado de contratos anteriores y, por lo general, pueden darse por sentadas al explicar la política exterior; pero cuando los intereses y lealtades primordiales de los individuos y grupos privados se transfieren a instituciones subnacionales o supranacionales facultadas para representarlos eficazmente, un análisis liberal pasaría naturalmente a esos niveles.
  2. Doyle 1997, 251-300. Teoría liberal de la política internacional 519 Las presiones sociales transmitidas por las instituciones y prácticas representativas alteran las "preferencias del estado". Este término designa un ordenamiento entre los resultados sustantivos subyacentes que pueden resultar de la interacción política internacional. Aquí es esencial- particularmente dada la inconsistencia del uso común, para evitar la confución conceptual manteniendo las ''preferencias'' de los estados distintas de las ''estrategias'' nacionales, ''tácticas''. y "políticas", es decir, las posiciones de negociación transitorias particulares, las demandas de negociación, o las metas políticas que constituyen la moneda corriente de la política exterior. Las preferencias de los Estados, como se emplea el concepto aquí, comprenden un conjunto de intereses fundamentales definidos a través de los "Estados del mundo". Las preferencias son, por definición, causalmente independientes de las estrategias de otros agentes y, por lo tanto, anteriores a las interacciones políticas interestatales específicas, incluidas las amenazas externas, los incentivos, la manipulación de la información u otras tácticas. En cambio, las estrategias y tácticas -a veces también denominadas "preferencias" en los análisis teóricos de los juegos- son opciones de política definidas a través de objetivos políticos intermedios, como cuando los gobiernos declaran un "interés" en "mantener el equilibrio de poder", "contener" o "apaciguar" a un adversario o ejercer un "liderazgo mundial".12 La teoría liberal se centra en las consecuencias para el comportamiento de los Estados de los cambios en las preferencias fundamentales, no en los cambios en las circunstancias estratégicas en las que los Estados los persiguen.

3: La interdependencia y el sistema internacional La configuración de las preferencias de estado interdependiente determina el comportamiento del estado. Para los liberales, el comportamiento del estado refleja patrones variables de preferencias estatales. Los Estados requieren un "propósito", una percepción de interés subyacente en el asunto en cuestión, para provocar un conflicto, proponer cooperación o tomar cualquier otra medida significativa de política exterior. La naturaleza precisa de estos intereses impulsa la política. No se trata de afirmar que cada Estado simplemente sigue su política ideal, sin tener en cuenta a los demás, sino que cada Estado trata de hacer realidad sus preferencias distintivas bajo las diversas limitaciones impuestas por las preferencias de los demás Estados. Así pues, la teoría liberal rechaza no sólo el supuesto realista de que las preferencias estatales deben tratarse como si fueran naturalmente conflictivas, sino también el supuesto institucionalista de que deben tratarse como si fueran parcialmente convergentes, lo que compromete un problema de acción colectiva18. Por el contrario, los liberales privilegian causalmente la variación de la configuración de las preferencias estatales, mientras que tratan las configuraciones de las capacidades y la información como si fueran limitaciones fijas o endógenas a las preferencias estatales. El vínculo teórico crítico entre las preferencias de los estados, por un lado, y el comportamiento de uno o más estados, por el otro, está dado por el concepto de interdependencia política. La interdependencia política se define aquí como el conjunto de costos y beneficios creados para las sociedades extranjeras cuando los grupos sociales dominantes de una sociedad tratan de hacer realidad sus preferencias, es decir, el patrón de externalidades transnacionales resultantes de los intentos de perseguir fines nacionales distintivos. La teoría liberal supone que el patrón de preferencias estatales interdependientes impone una limitación vinculante al comportamiento del Estado. Las pautas de interdependencia o las externalidades inducidas por los esfuerzos por hacer realidad las preferencias de los Estados pueden dividirse en tres categorías amplias, que corresponden a la situación estratégica (la pauta de las externalidades de política) resultante19. Ruggie 1983, 265.

  1. Ruggie 1982, 1983.
  2. Sobre las contradicciones en el esfuerzo de Waltz por evitar estas ambigüedades, ver Baldwin 1997, 21-22.
  3. Keohane 1984, 10; 1986, 193. Nótese que todas estas son suposiciones "como si". El mundo debe ser coherente con ellas, pero no necesita cumplirlas con precisión.
  4. Véase Stein 1982; Snidal 1985; y Martin 1992. Teoría liberal de la política internacional 521 ciones son óptimas para otros (o insignificantes), hay fuertes incentivos para la coexistencia con un bajo nivel de conflicto.

En cambio, cuando las preferencias estatales subyacentes son de suma cero o están estancadas, es decir, cuando el intento de los grupos sociales dominantes de un país de hacer realidad sus preferencias mediante la acción estatal impone necesariamente costos (externalidades negativas) a los grupos sociales dominantes de otros países, los gobiernos se enfrentan a un juego de negociación con pocos beneficios mutuos y un alto potencial de tensión y conflicto interestatal. La condición previa decisiva para los costosos intentos de coerción, por ejemplo, no es ni una configuración particular de poder, como afirman los realistas, ni de incertidumbre, como sostienen los institucionalistas, sino una configuración de preferencias lo suficientemente conflictiva como para motivar la disposición a aceptar altos costos y riesgos. Las preferencias revisionistas -intereses subyacentes y con base social en la revisión del statu quo- son distintas de las "estrategias" revisionistas, es decir, la necesidad de alterar el statu quo para proteger intereses duraderos en nuevas circunstancias estratégicas. Los liberales se centran en las primeras, los realistas (e institucionalistas) en las segundas. Por lo tanto, si bien ambas teorías predicen un conflicto de seguridad, lo hacen en circunstancias diferentes. Por ejemplo, el aumento del gasto militar en respuesta a la acumulación de armas de un adversario es un cambio de estrategia con preferencias fijas y coherente con el realismo; el aumento del gasto iniciado por una nueva élite gobernante ideológicamente comprometida con el engrandecimiento territorial es un cambio de estrategia inducido por las preferencias y coherente con el liberalismo21. Cuando, por último, se mezclan los motivos de tal manera que un intercambio de concesiones en materia de políticas mediante la coordinación o el compromiso previo puede mejorar el bienestar de ambas partes en relación con el ajuste unilateral de políticas (es decir, un problema de acción colectiva), los Estados tienen un incentivo para negociar la coordinación de políticas. Juegos como la coordinación, la garantía, el dilema del prisionero y la persuasión tienen una dinámica distintiva, además de imponer costos, beneficios y riesgos precisos a las partes. Dentro de cada categoría cualitativa, los incentivos varían aún más según la intensidad de las preferencias. Para los liberales, la forma, el fondo y la profundidad de la cooperación depende directamente de la naturaleza de estas pautas de preferencias. De ahí que cuando se observan resultados "pareto ineficientes" -la protección del comercio es un ejemplo comúnmente citado-, los liberales recurren primero a las preferencias sociales compensatorias y a los conflictos distributivos internos y transnacionales no resueltos, mientras que los institucionalistas y los realistas, respectivamente, recurren a la incertidumbre y a configuraciones particulares de poder interestatal22. La teoría liberal como teoría sistémica Estas suposiciones liberales, en particular la tercera, en esencia, "lo que los estados quieren es el principal determinante de lo que hacen", pueden parecer de sentido común, incluso tautológicas. Sin embargo, la corriente principal de la teoría de la RI ha rechazado uniformemente tales afirmaciones durante los últimos 20 años. Obsérvese que algunos

este punto de vista porque a primera vista parece estar basado en la expectativa utópica de que cada Estado puede hacer lo que le plazca. Esta crítica tan común es errónea por dos razones importantes. En primer lugar, las preferencias de los Estados pueden reflejar las pautas de la interacción social transnacional. Si bien las preferencias de los Estados son (por definición) invariables en respuesta a las cambiantes circunstancias políticas y estratégicas interestatales, bien pueden variar en respuesta a un contexto social transnacional cambiante. En la economía política para la política económica exterior, 23. ¿Qué pasa con el marxismo? El marxismo proporciona perspectivas normativas distintivas (Doyle 1997), pero sus supuestos positivos no teleológicos -la centralidad de los intereses económicos nacionales, la importancia de la interdependencia transnacional, el Estado como representante de las fuerzas sociales dominantes- son muy compatibles con esta reafirmación del liberalismo. Para ejemplos, véase la contribución de Frieden y Rogowski en Keohane y Milner 1996.

  1. Vals 1979, 60-67, 93-97.
  2. La resultante "autonomía de lo político" en la geopolítica da al realismo su "actitud intelectual y moral distintiva"; véase Morgenthau 1960, 5-7. El hecho de que Morgenthau distinguiera elementos no realistas de su propio pensamiento ilustra otro peligro de definir el realismo no en términos de supuestos científicos sociales, sino en términos de su historia intelectual, es decir, suponiendo que todo lo que un ''realista'' escribió constituye una teoría realista coherente; véase Morgenthau 1960, 5, 227.
  3. Vals sigue a Morgenthau casi al pie de la letra: "El neorrealismo establece la autonomía de la política internacional y hace así posible una teoría sobre ella"; véase Vals 1979, 29, y también 65-66, 79, 90, 108-12, 196-98, 271.
  4. Véase Keohane 1984, 6; y Hellmann y Wolf 1993.
  5. Powell 1994, 318.
  6. Ruggie 1983, 107-10. Teoría liberal de la política internacional 523 Por ejemplo, las demandas sociales se derivan no sólo de los activos y dotaciones económicas "nacionales", sino de la posición relativa de esos activos y dotaciones en los mercados mundiales. Análogamente, la posición de determinados valores en un discurso cultural transnacional puede ayudar a definir su significado en cada sociedad. A este respecto, el liberalismo no traza una línea estricta entre los niveles de análisis nacionales y transnacionales.

Una segunda razón, más valenciana, por la que la acusación de "reduccionismo" es errónea es que, según la teoría liberal, el comportamiento esperado de un Estado -las estrategias que selecciona y las limitaciones sistémicas a las que se ajusta- refleja no sólo sus propias preferencias, sino la configuración de las preferencias de todos los Estados vinculados por pautas de interdependencia política significativa. Los dirigentes nacionales deben pensar siempre de manera sistémica sobre su posición dentro de una estructura compuesta por las preferencias de otros estados. Dado que la pauta y la interdependencia entre las preferencias de los Estados, como la distribución de las capacidades y la distribución de la información y las ideas, está fuera del control de un solo Estado, se ajusta a la propia definición de la teoría sistémica de Waltz, según la cual las interacciones interestatales se explican por referencia al "cómo" y "cómo". Por lo tanto, la preeminencia causal de las preferencias de los estados no implica que los estados siempre obtengan lo que quieren. Una implicación de la calidad sistémica y estructural del liberalismo es que, contra Waltz, puede explicar no sólo los objetivos de "política exterior" de los estados individuales sino los resultados "sistémicos" de las interacciones interestatales. Además, al vincular la finalidad social con la simetría y la intensidad relativa de las preferencias estatales, el liberalismo ofrece una concepción distintiva del poder político en la política mundial, algo que tradicionalmente se ha considerado exclusivo de la teoría realista. La concepción liberal del poder se basa en un supuesto más coherente con las teorías básicas de la negociación y el regateo que las que subyacen al realismo: a saber, que la voluntad de los Estados de gastar recursos o hacer concesiones es en sí misma principalmente una función de las preferencias, no de las capacidades. Desde este punto de vista -el fundamento del análisis de la negociación de Nash, que ha sido ampliado a la RI por Albert Hirshman, Keohane, Joseph Nye y otros- los resultados de la negociación reflejan la naturaleza y la intensidad relativa de las preferencias de los actores33. La "solución mutuamente beneficiosa", la "mejor alternativa a un acuerdo negociado", el patrón de "interdependencia asimétrica", el costo de oportunidad relativo de la renuncia a un acuerdo, todos estos términos básicos en el análisis de las negociaciones se refieren a diferentes aspectos de la relación de los resultados de las negociaciones sobre las funciones de las preferencias de los agentes. El poder de amenaza basado en la capacidad, fundamental para el realismo, entra en la ecuación en circunstancias específicas y sólo a través de la vinculación con las amenazas y los pagos secundarios. Incluso cuando se emplean amenazas y promesas basadas en la capacidad, los determinantes de la tolerancia para soportar los costos de negociación, incluido el diferencial tem-30. Por ejemplo, véase Gourevitch 1976.

  1. Ruggie 1983, 90-91.
  2. Para un argumento más general, véase Elman 1996, especialmente 58-59.
  3. Véase Harsanyi 1977; Hirshman 1945; y Keohane y Nye 1987, 733.

El liberalismo ideológico se centra en la compatibilidad de las preferencias sociales entre los bienes colectivos fundamentales, como la unidad nacional, las instituciones políticas legítimas y la regulación socioeconómica. El liberalismo comercial se centra en los incentivos creados por las oportunidades de transacciones económicas transfronterizas. El liberalismo republicano se centra en la naturaleza de la representación nacional y las posibilidades resultantes de la conducta de búsqueda de rentas.

  1. Véase Raiffa 1982; Sebenius 1991; Evans, Jacobson y Putnam 1993; y Keohane y Nye
  2. Véase Morrow 1988, 83-84; y Mack 1975. Teoría liberal de la política internacional 525 : Identidad y Orden Social Legítimo Basándose en una tradición liberal que se remonta a John Stuart Mill, Giuseppe Mazzini y Woodrow Wilson, el liberalismo ideacional considera la configuración de las identidades y valores sociales nacionales como un determinante básico de las preferencias del Estado y, por lo tanto, del conflicto y la cooperación interestatal. La "identidad social" se define como el conjunto de preferencias compartidas por las personas en relación con el alcance y la naturaleza adecuados de la provisión de bienes públicos, lo que a su vez especifica la naturaleza del orden interno legítimo al estipular qué actores sociales pertenecen al sistema de gobierno y qué se les debe.36 Los liberales no adoptan una posición distintiva sobre los orígenes de las identidades sociales, que pueden ser el resultado de la acumulación histórica o construirse mediante una acción consciente colectiva o estatal, ni sobre la cuestión de si en última instancia reflejan factores ideológicos o materiales. Los tres elementos esenciales del orden público interno que suelen estar conformados por las identidades sociales son las fronteras geográficas, los procesos de adopción de decisiones políticas y la reglamentación socioeconómica. Cada uno de ellos puede considerarse un bien público o de club; la eficacia de cada uno requiere normalmente que se legisle universalmente en toda una jurisdicción38. Recordemos que para los liberales, incluso la defensa de (o, menos evidente pero no menos común, el compromiso voluntario de) la integridad territorial, la soberanía política o la seguridad nacional no es un fin en sí mismo, sino un medio de realizar las preferencias subyacentes definidas por las demandas de los grupos sociales. Según el supuesto 2, los agentes sociales prestan apoyo al gobierno a cambio de instituciones que concuerdan con sus preferencias basadas en la identidad; esas instituciones son, por lo tanto, "legítimas". Así pues, la política exterior estará motivada en parte por un esfuerzo por hacer realidad las opiniones sociales sobre las fronteras legítimas, las instituciones políticas y los modos de regulación socioeconómica. Las consecuencias de las preferencias por el RI basadas en la identidad dependen, según el supuesto 3, de la naturaleza de las externalidades transnacionales creadas por los intentos de realizarlas. Cuando las concepciones nacionales de fronteras legítimas, instituciones políticas e igualdad socioeconómica son compatibles, generando así externalidades positivas o insignificantes, es probable que haya armonía. Cuando las reivindicaciones

nacionales pueden hacerse más compatibles mediante un ajuste recíproco de las políticas, es probable la cooperación39. Cuando las identidades sociales son incompatibles y crean importantes externalidades negativas, es más probable que se produzcan tensiones y un conflicto de suma cero. Las predicciones paralelas sobre política internacional se derivan de cada una de las tres fuentes esenciales de preferencias ideológicas: identidad nacional, política y socioeconómica.

  1. Este concepto es similar pero más estrecho que el "propósito social legítimo" de Ruggie y el de Katzenstein. "identidad colectiva"; véase Ruggie 1983; Katzenstein 1996a, 6.
  2. He aquí un punto de tangencia con el reciente trabajo constructivista; véase Katzenstein 1996a, 5; Finnemore 1996, 27-28; y Wendt 1996, 7. La cuestión de si las fuentes fundamentales de las preferencias sociales son ideacionales es el centro de un debate entre los teóricos sociales generales para el que los teóricos de la RI carecen de toda ventaja comparativa distintiva.
  3. Fearon 1995.
  4. Oye 1986.
  5. La teoría liberal no necesita y en general no afirma que las identidades compartidas surjan de interacciones fortuitas entre individuos "atomísticos", o que la nacionalidad deba reflejar factores "atemporales" como el idioma, la religión o la etnia. Las identidades sólo deben traducirse en preferencias políticas mediante compromisos individuales y de grupo; compárese con Finnemore 1996, 147. 526 Organización Internacional El primer tipo fundamental de identidad social que es central para la legitimidad interna de la política exterior comprende el conjunto de preferencias sociales fundamentales relativas al alcance de la ''nación'', que a su vez sugieren la ubicación legítima de las fronteras nacionales y la asignación de los derechos de ciudadanía. Las raíces de la identidad nacional pueden reflejar un conjunto compartido de identificaciones lingüísticas, culturales o religiosas o un conjunto compartido de experiencias históricas, a menudo interpretadas y fomentadas tanto por grupos privados como por la política estatal. Al explicar el conflicto y la cooperación en torno a las fronteras y la ciudadanía, el realismo destaca el papel del poder relativo, y el institucionalismo destaca el papel de las normas jurídicas compartidas, mientras que el liberalismo ideológico destaca la medida en que las fronteras coinciden con las identidades nacionales de grupos sociales poderosos41. Sin embargo, cuando existen incoherencias entre las fronteras y las pautas de identidad subyacentes, hay más posibilidades de que se produzcan conflictos interestatales. En tales circunstancias, es probable que algunos agentes sociales y gobiernos tengan interés en unir a los nacionales

Esto es comprobable: ¿Es el nacionalismo violento un problema más internacional en Europa Central y Oriental que en Europa Occidental, como predice el liberalismo, o un problema igual en ambas áreas, como predice el realismo? Teoría liberal de la política internacional 527 Un segundo tipo fundamental de identidad social que es fundamental para la formulación de la política exterior es el compromiso de los individuos y grupos con determinadas instituciones políticas. El realismo da peso teórico al tipo de régimen interno sólo en la medida en que influye en la distribución de las capacidades, y el institucionalismo sólo en la medida en que contribuye a la certidumbre de la coordinación y el compromiso. El liberalismo ideológico, en cambio, sostiene que las diferencias en las percepciones de la legitimidad política interna se traducen en pautas de preferencias subyacentes y, por consiguiente, en una variación del conflicto y la cooperación internacionales. Cuando la realización del orden político interno legítimo en una jurisdicción amenaza su realización en otras, una situación de externalidades negativas, el conflicto es más probable. Cuando la realización de las concepciones nacionales de la adopción de decisiones legítimas se refuerzan o pueden ajustarse para que se refuercen mutuamente, es más probable que haya coexistencia o cooperación. Abundan los ejemplos plausibles. Tucídides otorga un papel importante al conflicto entre oligarcas y demócratas en la formación de alianzas durante la Guerra del Peloponeso. En los siglos XVII y XVIII, los reyes absolutistas lucharon para establecer reivindicaciones dinásticas y un gobierno religioso; en el siglo XIX, cooperaron para preservar el gobierno monárquico contra las presiones sociales para la reforma.47 El siglo XX ha sido testigo de una lucha entre los gobiernos que apoyan las ideologías fascistas, comunistas y liberales, así como, más recientemente, de un resurgimiento de las reivindicaciones religiosas y de la aparición de un grupo de países desarrollados que comparten normas democráticas de resolución de controversias legítimas, lo que constituye una explicación plausible del fenómeno de la "paz democrática".48 Puede surgir una pauta más compleja, coherente con las hipótesis anteriores, cuando los distintos agentes nacionales -la mayoría de las veces ejecutivos nacionales- explotan la legitimidad de determinadas políticas internacionales como instrumento de "dos niveles" para aumentar su influencia en el sistema de gobierno nacional. Este es un tema constante en la política del mundo moderno, desde la manipulación de Bismarck de las coaliciones nacionales hasta el uso actual de la integración monetaria por parte de los líderes europeos de hoy en día para "fortalecer el Estado" en casa49. Un tercer tipo fundamental de identidad social que es fundamental para la política exterior es la naturaleza de la regulación y redistribución socioeconómica legítima. La teoría liberal moderna (en contraposición al liberalismo del laissez faire que a veces invocan los críticos como quintaesencialmente "liberal") ha reconocido desde hace mucho tiempo que las preferencias de la sociedad en cuanto a la naturaleza y el nivel de la regulación imponen límites legítimos a los mercados.

Tales compromisos subyacen a diversas normativas nacionales sobre inmigración, bienestar social, fiscalidad, libertad religiosa, familias, salud y seguridad, medio ambiente y

  1. Los gobiernos pueden tener en realidad preferencias altruistas (véase Lumsdaine
  1. o pueden tratar de crear un entorno internacional propicio para la realización de los valores nacionales (véase Moravcsik 1995).
  1. Véase Nolt 1990; y Barkin y Cronin 1994.
  2. Russett 1993, 30-38.
  3. Véase Evans, Jacobson y Putnam 1994; Wehler 1985; y Moravcsik 1994.
  4. Holmes 1995.
  5. Ruggie 1992. 528 Organización Internacional la protección del consumidor, la promoción cultural y muchos otros bienes públicos que se debaten cada vez más en las negociaciones económicas internacionales. Según la opinión liberal, las preferencias estatales en relación con las prácticas socioeconómicas legítimas configuran el comportamiento interestatal cuando su realización impone importantes externalidades transfronterizas. Las pruebas de la Comunidad Europea (CE) sugieren que una convergencia previa sustancial de los valores subyacentes es un requisito previo necesario para la cooperación en esferas de cuestiones reglamentarias como la protección del medio ambiente y del consumidor, muchas políticas fiscales y sociales, la inmigración y la política exterior, así como para la cesión significativa de la toma de decisiones soberanas a los tribunales y burocracias supranacionales. El pluralismo reglamentario limita la cooperación internacional, en particular la liberalización económica. Los tribunales, los ejecutivos y los parlamentos reconocen mutuamente las "diferencias legítimas" de política en las jurisdicciones extranjeras52. La preocupación por el equilibrio adecuado entre la coordinación de políticas y la reglamentación interna legítima está dando lugar a formas de cooperación aún más complejas. De ahí que las cuestiones de reglamentación desempeñen un papel cada vez más importante en las negociaciones económicas internacionales, como la iniciativa de la CE de 1992, la Ronda Uruguay del GATT, el TLCAN y la Iniciativa sobre obstáculos estructurales entre los Estados Unidos y el Japón53. Liberalismo comercial: Activos económicos y Transacciones transfronterizas