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Este trabajo práctico explora la obra de hans-georg gadamer y su contribución a la filosofía de las ciencias humanas, particularmente en relación con la transformación de las llamadas 'ciencias del espíritu'. El texto discute el concepto de 'geisteswissenschaften' y su traducción a otras lenguas, así como la importancia de wilhelm dilthey y su proyecto de 'crítica de la razón histórica'. Además, se abordan temas como la medida de la verdad, la dimensión temporal y la duda filosófica del historicismo.
Qué aprenderás
Tipo: Resúmenes
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Terminología con la que se fue aludiendo a las Ciencias Sociales: Sobre la transformación de las ciencias humanas (1985) ¿Existe en realidad algo así? Basta con intentar traducir el término “Geisteswissenschaften” a otras lenguas para que surjan ya problemas. “Moral sciences”, este fue el término que utilizo John Stuart Mill y que el traductor Schiel reprodujo en 1854 con “Geisteswissenschaften”, ciencias del espiritud. En Francia se dice más bien “lettres”, y una vez que las ciencias “verdaderas “, las ciencias naturales, les hubieran ocupado a los ojos de la opinión publica un lugar preminente, tambien la expresión original inglesa de “moral sciencies” tuvo que batirse en retirada. Se pasa entonces a decir “humanities” o en todo caso “human sciencies”, que es lo que se usa en el ámbito más tolerante de Norteamérica, lo cual se corresponde con “las ciencias del ser humano” de los países del este. Incluso este término de “ciencias de la cultura” (kulturwissenschaften), que es el que prefiere el neokantismo del suroeste de Alemania. La cuestión en torno a Dilthey: Wilhelm Dilthey (1833-1911) es el pensador más importante del historicismo alemán. Su obra más conocida, la Introducción a las ciencias del espíritu (1883), da inicio a su proyecto de “crítica de la razón histórica”, que tenía como objetivo encontrar un fundamento epistemológico sólido para las ciencias humanas. La "filosofía de la vida", Dilthey y Nietzsche, Bergson y el neorromanticismo alemán, eso fue lo que las ciencias filológico-históricas reconocieron ahora como algo nuevo y efectivo. Esto tenía que llevar a un conflicto con el neokantismo dominante, con lo cual la conciencia histórica, ese gran logro del siglo XIX, acabó por convertirse en un historicismo radical. Y a Dilthey hablaba de la faz inextricable de la vida, e intentaba evitar el "fantasma del relativismo" a través de su doctrina de tipos de concepciones del mundo, que se corresponden, según Dilthey, con la pluralidad de la vida. La medida de la verdad y la creencia en el progreso: Por un lado estaba el problema de la conciencia histórica en vista de la validez general y el carácter absolutamente vinculable de la verdad. Por otro lado, se trataba de la cuestión de cuál era para el filósofo la forma adecuada, y quizá obligada, de hablar de lo divino. La conciencia histórica elevó a la conciencia la imposibilidad interna de toda simple imitación del pasado. Dicho con las famosas palabras de Goethe: que cada cual sea a su manera un griego, pero que lo sea. Con ello, Goethe quiere decir explícitamente que no se debe imitar a los griegos y que no puede haber "una vuelta atrás". La frase de Goethe descansa sobre la conclusión de que no se puede optar por los "antiguos", y que a pesar de todo, es algo hacia lo que hay que elevar permanentemente la vista: hacia la imperiosidad de la pregunta socrática y hacia la claridad de pensamiento que esta solicita. Se trata de hacer realidad ambas cosas.
todavía. En todo caso, es sobre el otro noventa por ciento sobre el cual construimos nuestra vida en común y la solidaridad humana. Nos abren posibilidades de conversación hacia la verdad que es el logos común a todos, aun cuando no sea más que un diez por ciento lo que pueda satisfacer las normas de lo científico.