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Patrimonio Cultural de la Nación, Monografías, Ensayos de Arte

El hecho de que el patrimonio cultural se conforme a partir de un proceso social y cultural de atribución de valores, funciones y significados, implica que no constituye algo dado de una vez y para siempre sino, más bien, es el producto de un proceso social permanente, complejo y polémico, de construcción de significados y sentidos. Así, los objetos y bienes resguardados adquieren razón de ser en la medida que se abren a nuevos sentidos y se asocian a una cultura presente que los contextualiza,

Tipo: Monografías, Ensayos

2019/2020

Subido el 26/05/2022

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Antecedentes y Valoración del
Patrimonio Cultural del Perú
Tesina para optar la Suficiencia Investigadora del Programa de Doctorado
en Humanidades
Autor: Jorge Luis Narro Carrasco
Director: Dr. Daniel Rico Camps
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Antecedentes y Valoración del

Patrimonio Cultural del Perú

Tesina para optar la Suficiencia Investigadora del Programa de Doctorado

en Humanidades

Autor: Jorge Luis Narro Carrasco Director: Dr. Daniel Rico Camps

INDICE

Primera Parte

I. Valoración del Patrimonio Cultural del Perú y lo más importante del

2.2.2. Los Centros Históricos 52

2.2.3. Valoración Integral 53

Tercera Parte

IIl. EL Patrimonio Documental de la Nación.

  1. Evaluación de los repositorios públicos y privados de Lima 55
  2. Archivos históricos en Lima y en el Perú 56

2.1. Lima: Repositorio documental de la Colonia 57

2.2. La documentación religiosa 57

2.3. Las Guerras de Independencia 58

2.4. La Guerra con Chile 59

  1. El Archivo y la documentación histórica 59
  2. Legislación Vigente 60

Cuarta Parte

IV. El Patrimonio Artesanal

  1. A manera de preámbulo 62
  2. Referencia histórica de la Artesanía 63
  3. Las necesidades del artesano y la promoción de la artesanía 65
  4. Las materias primas y la actividad artesanal 69

Quinta Parte

V. La Tradición Oral en el Perú

  1. Rescate de la tradición oral 71
  2. Situación de la tradición oral 73

Sexta Parte

VI. El Patrimonio Artístico Virreinal

  1. Visón del Patrimonio Artístico 78

Discusión y Conclusiones

  • Breve Visión Presentación
  • Introducción
    1. Precedentes del Patrimonio Cultural en el Perú Patrimonio Cultural reconocido
    1. Valoración del Patrimonio Cultural
    1. Patrimonio Cultural más importante reconocido a la actualidad
  • 3.1 Arqueológico
  • 3.1.1 Zonas Arqueológicas y Sitios de Excavación:
    • a) Huaca Rajada. Tumbas Reales del Señor de Sipán
    • b) El Señor de Sicán. Batan Grande Lambayeque
    • c) Chan Chan. Trujillo. La Libertad
    • d) La Dama de Ampato. Arequipa
    • e) Ciudadela de Caral. Lima
  • 3.1.2 Zonas Arqueológicas Turísticas
    • a) Macchu Picchu
    • b) Las Líneas de Nazca
  • 3.2 Histórico - Artístico
    • a) Zonas Monumentales
    • b) Ambientes Urbano Monumentales
    • c) Monumentos Históricos Artísticos
  • 3.3 Bibliográfico y Monumental
    • a) Patrimonio Bibliográfico
    • b) Patrimonio Documental
    • c) Patrimonio Artístico
    • d) Patrimonio Fotográfico
    • e) Patrimonio Filmográfico
  • 3.4 Patrimonio cultural de la humanidad
  • 3.5 En el campo del Folklore
  • 3.6 En el campo de la Música
    1. Arqueológico II. Diversos enfoques sobre el Patrimonio en el Perú
  • 1.1. El Patronato Nacional de Arqueología
  • 1.2. Coleccionistas y defensores: - 1.2.1. Bancos - 1.2.2. Testamentarias - 1.2.3. Universidades - 1.2.4. Asociaciones Culturales - 1.2.5. Inmobiliarias - 1.2.6. Hoteles - 1.2.7. Agencias de Turismo - 1.2.8. Museos Escolares - 1.2.9. Colecciones Privadas
  • 1.3. Tráfico Ilícito
    1. Arquitectónico
  • 2.1. El Patrimonio Monumental
  • 2.2. Valoración del Patrimonio Monumental
    • 2.2.1. Valoración por el Turismo
    1. Los inventarios y catalogación del Patrimonio Artístico
    1. La investigación del Arte Virreinal
    1. La conservación del Patrimonio
    • 4.1. Conceptualización de la Conservación en el Perú
    • 4.2. La conservación en el Perú
    1. Museos y Musealización
    1. Las publicaciones
  • Discusión
  • Conclusiones
  • Bibliografía
  • Anexo 1: Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación Anexos
  • Anexo 2: Ley del Artesano y del Desarrollo de la Actividad Artesanal
  • Anexo 3: Ley del Sistema Nacional de Archivos
  • Anexo 4: Cuadro de Cronológica de la historia del Perú

Presentación

El Patrimonio Cultural del Perú, es uno de los más ricos y variados que

existen en Sudamérica y nivel mundial. A nadie es ajena la grandeza de sus culturas precolombinas así como su pasado virreinal, pero también es conocida

la situación de desidia, abandono y en algunos casos de precariedad en que

subsisten sus monumentos y los diversos tipos de objetos, sobre todo aquellos

que no son atractivos para los coleccionistas y el mercado negro de piezas

patrimoniales. Tampoco es ajeno en el Perú, que existe un divorcio marcado

entre los diferentes sectores de especialistas en la materia (arqueólogos,

arquitectos, historiadores del arte, conservadores, etc.), ni los problemas

burocráticos que existen dentro de ellos; además de la inoperancia del ente regulador encargado de velar por él, así como los irrisorios presupuestos del

Estado, a favor de este sector y lo escueta de sus leyes.

Ante todo este panorama, el presente trabajo de tesina, pretende realizar un

análisis de todo lo acontecido en la senda que ha recorrido a través del tiempo,

un recuento histórico desde las primeras concepciones del Patrimonio en el

Perú hasta nuestros días, y a través de ese recorrido intentare hacer una

valoración de los diferentes campos que tiene el Patrimonio Cultural del Perú,

procurando visualizar sus avances y dificultades que presenta y analizar las causas que lo aquejan.

De esta forma, espero cumplir las expectativas para optar a la suficiencia

investigadora, agradeciendo de antemano el apoyo e infinita paciencia de mi

director de tesis, Dr. Daniel Rico Camps.

Jorge Luis Narro Carrasco

Breve Visión

En el Perú, la combinación de una privilegiada y a la vez contrastante geografía, así como una historia de ocupación de sus diferentes regiones han originado en sus pobladores retos continuos de desarrollo con la naturaleza y desafíos constantes para dominar los más diversos medios y escenarios. El desarrollo histórico de sus pueblos es patente en sus vestigios dejados a través del tiempo en sus edificaciones, su arte, su tecnología y su cultura, basado en el notable espectáculo de la adaptación de los grupos humanos a ecologías singularmente dispares.

Los duros y agrestes territorios de la región de los Andes Centrales, ahora denominado Perú, fue el escenario de la creación de la “alta cultura”, siendo uno de los cinco lugares de la tierra donde se generaron civilizaciones originales, privilegio que comparte junto a regiones como China, India, Egipto a la Mesopotamia y la América Central. Es por tanto de mayor transcendencia la contribución de esta área a la cultura universal.

La geografía de los andes centrales, en los que se asienta el Perú, es típicamente contrastante. Contribuyen a esta situación tres elementos: la corriente peruana o de Humboldt, la corriente de “El Niño” y la Cordillera de los Andes. Estos tres elementos han producido una situación peculiar en cuanto a climas produciéndose a través de todo este vasto territorio 28 tipos de climas de los 32 que existen en el planeta, lo que originan a su vez la gran diversidad de flora y fauna y la gran variedad de productos para la subsistencia del los pueblos que la habitan. En un espacio relativamente pequeño se da una sucesión ecológica extrema a diferentes niveles o pisos ecológicos: desiertos costeros bañados por un mar rico en plankton, altas mesetas, cordilleras nevadas y selvas húmedas tropicales; y al interior de cada una de ellas, valles con una variedad de microclimas, flora y fauna.

Esto no pasaría de ser una curiosidad geográfica, de valor para la ciencia y de interés para los especialistas, si no fuera también un área de larga historia cultural; pues en estos territorios quebrados y difíciles existe una historia cultural continua que llega a 20.000 años de antigüedad. Se ha dicho que pueden encontrarse en el Perú quizás 50,000 sitios arqueológicos, pero este número, a pesar de lo irreal que pueda parecer, podría todavía quedar pequeño en vista del avance de los estudios de catastro que han iniciado las autoridades nacionales del ramo.

Estos datos tampoco tendrían otro interés que el que le corresponde como estadística cultural, si no fuera leído en su significado trascendente, es decir, como la demostración de la existencia de numerosas formas de adaptación a condiciones ecológicas variadas (fenómenos que todavía permanecen activos), y como medio de observación de las interacciones de las sociedades con el espacio, con las formidables condicionantes y oportunidades que ofrece la naturaleza. Estos procesos son particularmente importantes en el Perú y van más allá de lo que corresponde a los intereses locales o nacionales. En una zona de recursos relativamente escasos y menos fértil o explotable con menor facilidad que otros ambientes, fue posible el desarrollo consistente de sus

Introducción

El Perú es un país de variada cultura, un país multiétnico y multilingüista. A través de su extenso desarrollo histórico, ha logrado constituirse en uno de los países que alberga una riqueza cultural muy nutrida y variada, y que comprende todas aquellas expresiones o testimonios de creación humana que tienen especial relevancia en relación con la arqueología, la historia, la literatura, la educación, el arte, las ciencias y la cultura en general de este país, además mantiene vivos elementos específicos que distinguen sus diferentes y múltiples contextos culturales. De ahí la importancia por su protección, conservación y transmisión a las generaciones futuras, así como la lucha por evitar su depredación, la misma que se inició desde el momento de la conquista española.

El patrimonio cultural peruano, desde el aspecto legal, está bajo el amparo del Estado y de la Comunidad Nacional y se rige por la Ley 28296 denominada “Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación”, la cual manifiesta que todos sus miembros están en la obligación de cooperar en su conservación y para el campo artesanal la Ley 29073 denominada “Ley del Artesano y del Desarrollo de la Actividad Artesanal”.

Su patrimonio se divide mayormente en Arqueológico, Histórico-Artístico, Bibliográfico y Documental, siendo los organismos estatales competentes para su preservación y cuidado, el Instituto Nacional de Cultura (INC), la Biblioteca Nacional del Perú y el Archivo General de la Nación. Es responsabilidad de estas instituciones el identificar, reglamentar, conservar, proteger, investigar y difundir el Patrimonio Cultural del Perú en los ámbitos de su competencia.

El Instituto Nacional de Cultura está encargado de proteger y declarar el Patrimonio Cultural Arqueológico y el Patrimonio Cultural Histórico y Artístico, así como también las manifestaciones culturales orales y tradicionales del país. La Biblioteca Nacional y el Archivo General de la Nación están encargados de proteger y declarar el Patrimonio Bibliográfico y Documental, respectivamente.

El Instituto Nacional de Cultura es el principal organismo encargado de la preservación, conservación y restauración de bienes culturales muebles e inmuebles, es por ello que su autorización es imprescindible para la realización de investigaciones nacionales y/o extranjeras de nuestro patrimonio.

La finalidad del Instituto Nacional de Cultura es afirmar la identidad nacional mediante la ejecución descentralizada de acciones de protección, conservación, formación, promoción, puesta en valor y difusión del Patrimonio Cultural de la Nación y las manifestaciones culturales para contribuir al desarrollo nacional, con la participación activa de la comunidad y el sector público y privado.

Pero hay otra categoría que se define también como bien cultural, la artesanía republicana que afloro en pleno auge del movimiento cultural conocido como “Indigenismo” a comienzos del siglo XX, comúnmente llamada arte popular o folklore. Esta faceta del Perú profundo ha sido conocida a través

de pinturas difundidas por pintores indigenistas como José Sabogal y Julia Codesido, aunque este arte también comprende alfarería, mates, retablos, trabajos en paja, madera, platería, tejidos y música vernacular, a lo que habría que añadir la tradición oral, los mitos y el curanderismo; por cierto, existen algunos esfuerzos por documentar la tradición oral, pero aún estamos lejos de ese objetivo.

Si bien el Perú actual está inexorablemente inmerso en los procesos de globalización cultural, es importante señalar que ha sabido mantener vivas sus características culturales propias.

republicano (1895 – 1930, véase anexo 4) está marcado por un desinterés hacia lo cultural, particularmente por aquellas expresiones que brotan de la realidad autóctona contemporánea y por el legado monumental y artístico de nuestra historia prehispánica y colonial (Basadre, 1929). En su afán por desarrollar un Estado moderno y competir con el desarrollo de otros países, las élites dominantes de la república prefirieron mirar más hacia afuera que hacia adentro y privilegiaron la imitación a la creatividad, la técnica al arte y la ciencia, la economía a las humanidades (Millones, 1986). No es pues de extrañar, ante semejante contexto, que nuestro pasado se presente deformado y que el sistema educativo oficial haya estimulado la memorización y no tanto la reflexión y la confrontación de los conceptos y teorías con la observación de la realidad. Como consecuencia de todo esto, nuestras nuevas generaciones siguen ignorando y despreciando a nuestras minorías étnicas y, en general, a la mayor parte de nuestros valores autóctonos.

Homogeneización del país, actitud despreciativa y discriminatoria hacia los grupos percibidos como diferentes, y menosprecio por lo cultural , son los rasgos característicos de los grupos dominantes de este Perú republicano. Lo primero es el fruto de forzar una nacionalidad coincidente con la república; lo segundo es el resultado de las relaciones de dominación; y, lo tercero, el producto de un malentendido proceso de modernización.

Las expresiones concretas de esta situación se pueden apreciar en lo siguiente: La falta de una legislación adecuada que defienda al patrimonio artístico, documental, monumental y que se adapte al pluralismo cultural que reina en el país. Es cierto que en la Constitución se contempla la defensa de los yacimientos y restos arqueológicos, de los objetos artísticos y testimonios de valor histórico, de las minorías étnicas y de la enseñanza bilingüe; sin embargo, las últimas leyes de defensa del patrimonio cultural que se han preparado, están muy lejos de cumplir con estos propósitos. Para empezar, todas estas leyes se han presentado como la “Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación” (anexo 1) y ésta tan sólo legisla lo concerniente a los bienes muebles e inmuebles dejando de lado todas aquellas manifestaciones que conocemos como folklore, por lo que en los últimos años de aprobó la “Ley del Artesano y del Desarrollo de la Actividad Artesanal” (anexo 2). Pero aquí no termina el problema, pues en el caso de la ley aprobada, la tipificación de estos bienes monumentales como patrimonio cultural es tan controvertible que no llega a defender nada y, muy por el contrario, deja resquicios abiertos para que nuestro patrimonio se fugue al exterior.

En estas circunstancias, no es de extrañar que la huaquearía (saqueos) prospere, que se incremente la comercialización ilícita, que algunas empresas constructoras destruyan sitios arqueológicos impunemente y que nuestras piezas prehispánicas y coloniales inunden el mercado extranjero de antigüedades. En lo que se refiere a nuestras minorías étnicas, casos como el Bagua, Uchuraccay, o el de Huayanay*, revelan que nuestros magistrados tienen graves problemas para juzgar los hechos que se dan en contorno cultural distinto al que es reconocido oficialmente, el cual responde básicamente a patrones culturales occidentales, además de ellos, el Presidente del Perú, Alan García luego de los hechos de Bagua, los denomino ciudadanos

de segunda. En cada caso, la fijación de diferencias limitan la demarcación de los conceptos básicos “adentro” de la etnia, del nosotros; también la sociedad, como expone Ana María Portal (1989), delimita sus fronteras culturales hacia “afuera”, es decir, el “otro” (u otredad) frente a lo “propio” (o mismidad). Estos elementos no pueden ser vistos como rasgos particulares y contrapuestos, sino como elementos de un mismo y único proceso, obligándonos a pensar la identidad grupal no como un fenómeno cerrado en sí mismo, auto definible en abstracto, sino como un proceso abierto en continua confrontación y reformulación. En este sentido, hablar de identidad es hablar de un proceso histórico concreto, constituido por prácticas sociales contradictorias tanto en el interior de los grupos humanos como en su correlación con otros grupos sociales.

La debilidad del aparato institucional el cual debería velar por nuestro patrimonio cultural contrariamente es un obstáculo. Podemos comprobar en la actualidad que, no obstante las reformas introducidas, el Instituto Nacional de Cultura está lejos de cumplir una tarea eficaz para la cultura. La falta de apoyo estatal adecuado y una excesiva burocracia lo han convertido en una entidad inoperante. Por otro lado, los Consejos Provinciales (Municipalidades), a quienes se les ha asignado la conservación de monumentos arqueológicos e históricos, incumplen frecuentemente la misión que les encomienda la Constitución y la Ley Orgánica de Municipalidades. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, a través de entidades como FOPTUR (Fondo de Promoción Turística), prefiere dedicarse a problemas de infraestructura y abandona la atención de los focos mismos de la atracción turística. Igualmente sucede con la política artesanal, que favorece a los intermediarios en deterioro de los productores.

Con respecto a nuestra cultura vernácula contemporánea, instituciones que podrían velar por las minorías étnicas no tienen el rango, las atribuciones ni el respaldo necesario para poder desempeñar una labor eficiente. Este es el caso del Instituto Indigenista, revivido por el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, y de la Oficina de Comunidades Campesinas y Nativas del Ministerio de Agricultura. Igualmente, aunque el Instituto Nacional de Cultura ha tomado muchas veces entre sus consideraciones a la cultura vernácula, sus proyectos

*Bagua: El 5 de junio de 2009, un contingente de 600 efectivos de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (DINOES) pretendió dispersar y desalojar poblaciones amazónicas levantadas para protestar contra las nuevas leyes del gobierno de Alan García que promueven la expropiación de tierras nativas contraviniendo la propia Constitución Política del Perú, estos hechos culminaron con una brutal matanza de nativos y policías. La DINOES con equipamiento de combate y con apoyo de helicópteros se enfrentó a los nativos, quienes no tenían más armas que sus lanzas y flechas. Los nativos no son ciudadanos para esta democracia, solo salvajes chunchos (adjetivo despectivo para personas de la región selvática de quienes se comenta que están escasamente incorporada a la civilización occidental), a los que hay que expoliar como en la época del caucho. (Fuentes: Prensa escrita y otros medios de comunicación junio de 2009) *Uchuraccay: El 26 de enero de 1983, ocho periodistas, un guía y un comunero fueron asesinados en esta comunidad situada en la provincia de Huanta (Ayacucho), cuando se dirigían a realizar una investigación periodística que presuntamente comprometía a las Fuerzas Armadas en eliminaciones forzadas a miembros de comunidades campesinas. La comisión investigadora presidida por Mario Vargas Llosa y el enjuiciamiento posterior, señalaron como responsables a 3 comuneros locales, sin más pruebas y sin tomar en cuenta su justicia ancestral. (Léase Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional, Tomo V, Capítulo 2, pág. 121, 2003)

  • Huayanay: ubicada en el distrito de Anta, en la provincia de Acobamba–Huancavelica. Describe los hechos ocurridos el 5 de setiembre de 1974, de abigeo, asesinato, abuso de autoridad e injusticias contra los comuneros de esta localidad y una vez más como el poblador del Ande recurre a su justicia ancestral como mecanismo de autodefensa. (El «otro derecho» y sus posibilidades actuales de rescate. María Victoria Cao Leiva. Revista de Antropología Nº 3 Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2005, pág. 225)

documental, artístico y técnico de nuestro pasado prehispánico y colonial; y segundo las manifestaciones contemporáneas de nuestro pluralismo cultural.

Definitivamente, cabe señalar que hoy más que nunca el tema de la preservación cultural debe ser realzado, pues cada vez es más patente que la gran crisis que se vive en el Perú, en la actualidad, no sólo es económica, sino también, en gran medida, cultural. Casos como los de Bagua y Uchuraccay han puesto de manifiesto, en forma dramática, el pluralismo cultural reinante en el Perú, pero también la falta de comunicación entre los peruanos. Fenómenos como la subversión senderista sugieren algo semejante y la importancia de la escuela como medio de expansión de dicho movimiento. Todos estos acontecimientos, más el incontrolable volumen de las migraciones, la informalidad expresada en la economía, la religión, etc. son manifestaciones de la falta de diálogo entre las élites dominantes y las poblaciones que viven en el resto del Perú y de la carencia de una política que haya permitido la integración en la pluralidad, y el reconocimiento de la igualdad en las diferencias.

En estas circunstancias, los gobiernos que dirijan la política del Perú deben poner mucha atención al problema de la cultura y aquellos que nos interesamos por este tema, debemos intentar un mínimo de coordinación de nuestras acciones para evitar duplicaciones y gastos inútiles que distraigan los escasos recursos de que se dispone en este país.

2. Valoración del Patrimonio Cultural

En primer lugar, observemos las características globales de los materiales y veámoslas en función de las estrategias o ausencia de ellas con respecto a su preservación. Comenzaremos por decir que sigue siendo evidente que la preocupación estatal y privada tiende a mostrar interés por los bienes monumentales (precolombinos o coloniales), deja en un segundo plano al material documental, y descubre tardíamente la artesanía (como parte del patrimonio) y la tradición oral. Que esto sea así resulta de dos condicionamientos generales: de una parte, el monumento es parte del paisaje y compromete al poblador no sólo porque interactúa con él como objeto tangible, sino porque el proceso de expansión urbana lo pone cada vez más en la disyuntiva (empujada por los especuladores de tierras) de construir o destruir, es decir, entre el lucro y el respeto a sus pasados, con los resultados previsibles. De otra parte, entendemos por monumentos no sólo a los remanentes de construcciones pasadas, sino también a la multitud de objetos metálicos, de cerámica, de tejidos, etc. que nos han legado nuestros mayores y cuyo precio en el mercado se valoriza al ritmo de los intereses de coleccionistas privados, instituciones culturales o simplemente de turistas y aficionados (peruanos y extranjeros). Hay en todo esto un factor psicológico que deriva del hecho de que el objeto monumental que debe preservarse es visible, tiene una expresión material, que incluso puede ser de gran belleza, aun en los términos de la apreciación estética contemporánea. Y por lo tanto, la incitación a su cuidado puede derivarse de su propia imagen, que además tiene el prestigio de su antigüedad.

Como veremos más adelante, otros tipos de nuestro patrimonio tienen por el

contrario que luchar contra la percepción cotidiana del objeto mismo (tal es el caso de los documentos), o la ausencia física del mismo (como sucede con la tradición oral). Preservar el patrimonio monumental llevó a dos frentes de batalla: uno a nivel internacional, donde organismos mundiales como la UNESCO ejercieron una importante presión moral sobre las naciones para lograr una toma de conciencia y legislaciones correspondientes, con el fin de contener el descuido y la depredación. Otro fue el frente interno, donde la voz de los especialistas (arqueólogos, arquitectos conservacionistas e historiadores del arte) se fue haciendo cada vez más notoria en la denuncia de los tesoros perdidos o maltratados y en la necesidad de pensarlos como parte de la nacionalidad misma. Hubo aquí, sin embargo, un doble entrampamiento: todos cuantos participaron en el esfuerzo de proteger este patrimonio (especialistas y no especialistas) descubrieron muy pronto que las empresas de rescate, investigación y conservación eran costosas y difíciles de plasmar en términos jurídicos. Aun con el apoyo internacional y con la buena voluntad de los legisladores, organizar intereses e intenciones ha constituido el nudo gordiano del problema, tanto más si factores de extraordinaria importancia como el turismo y la restauración como empresa comercial, han dado un nuevo sesgo a la situación; especialmente porque la potencialidad económica de los monumentos se multiplicó más allá de la posibilidad de preservarlos. Como alternativa (no excluyente) a una legislación adecuada y capaz de ser cumplida y a una mayor inversión económica, se pensó repetidas veces en la necesidad de estrechar el correlato comunidad-monumento. Sobre todo porque muchas veces, al colocar un cartel, o contratar un guardián o vigilante, se aislaba artificial e ineficazmente un pedazo de terreno o un edificio que estaba siendo mantenido sin daños como parte integrante del pueblo o barrio al que pertenecía (Millones, 1986). La propuesta pretendía que la comunidad asumiera la responsabilidad de preservarlo. Este razonamiento se asentaba en el hecho de que dicha relación venia asegurando la supervivencia de tal o cual iglesia colonial o construcción precolombina, incluso a partir de la reutilización de los edificios. Pero el planteamiento tiene limitaciones concretas: no siempre detiene al “huaquero” (saqueador) o evita el robo de lienzos coloniales, sobre todo cuando la crisis económica golpea las puertas o un turismo ciego o un periodismo irresponsable anuncia tentadoramente la ubicación y precios de las piezas patrimoniales. Que esto suceda no es sino parte de un problema general, que tiene que hacer con un razonamiento más sólido que el entender a las minas o los objetos pasados como parte utilizable del ambiente.

El patrimonio documental del Perú tiene otra historia. Dado que Lima fue la capital de un extenso virreinato y a la vez cabeza de la audiencia del mismo nombre, fue natural que centralizase los papeles jurídicos y administrativos de una población considerable y sobre materias muy diversas. Había en ello mucho de la tradición burocrática española y el carácter mismo de la condición colonial de los territorios de ultramar. Me refiero al hecho de una cierta indeterminación deliberada de funciones que obligaba a las distintas autoridades a respaldar sus actos con la documentación duplicada o triplicada, que diera fe y solidez a sus decisiones, aparte de una nutrida correspondencia con la Metrópoli. Lo dicho contribuye a explicar la extraordinaria riqueza de nuestros archivos que los investigadores del pasado, encuentran en serio peligro por el deterioro, y de difícil acceso a los investigadores.

imaginero del Cusco hasta un fontnero de Lima. Este nivel de imprecisiones parece haber signado la existencia de la artesanía (Millones, 1986) Empantanada desde hace años en un estéril debate sobre si era o no arte, integrante de un circuito comercial floreciente que tiende a favorecer a los intermediarios, con motivos estéticos tan ricos como pobres eran los materiales usados, la artesanía vive entre ambivalencias que no se aclaran mientras no se oriente una actitud nacional frente a ella. Tanto más si el turismo internacional le ha conferido el valor de lo exótico, obligando a los maestros artesanos a un nivel de productividad ajeno al complejo económico-social donde se originara esta actividad. En adelante, la artesanía, de su ámbito comunal se proyectó a un universo de acciones comerciales y de consumo, que terminan por hacer desaparecer las condiciones que le dieron vida al artesano y su quehacer. Agotada la firmeza de los valores en los que floreció la confección de objetos de barro, tejidos, etc., la nueva demanda exigirá otro nivel de rendimiento que dependerá cada vez más de la capacidad de asimilarse a nuevas formas estéticas, que reflejan el nivel de modernización y procesos de aculturación a que está sometido el artesano, Así, por ejemplo, la primera oleada de ceramistas migrantes de Quinua (a partir de 1980) decidió transportar una camionada de tierra nativa para fabricar sus objetos. Pocos años más tarde, su cerámica se construía con materiales e incluso motivos que le ofrecía la capital. (Millones, 1986)

Hay en esta actividad un profundo correlato con el medio ecológico y social que la convierte en parte del patrimonio etnográfico cuya sola existencia no se ha planteado sino tangencialmente y cuya protección integral debe ser materia de inmediata preocupación.

La tradición oral, literatura oral, historia oral o etnoliteratura son todos conceptos que describen partes interdependientes del patrimonio oral de la nación. Su importancia es indiscutible en una sociedad que fue en su origen ágrafa (o bien con un sistema de escritura de acceso sumamente restringido) y que continúa teniendo una base popular ajena a la escritura. Así, la civilización andina desde sus orígenes hasta nuestros días conformó una serie de mecanismos por los cuales su conocimiento y comunicación se organizó a través de la palabra viva.

Esto quiere decir que historia y ciencia, literatura y filosofía, en fin, la cultura toda se expresó a través de relatos que debieron ser ordenados y transmitidos de tal forma que se garantizase su permanencia, conservación y divulgación. Más adelante, la conquista confirmó la oralidad del vencido haciendo del quechua, aymara y algunas otras lenguas vernáculas los instrumentos de dominación cuyo manejo no unía sino separaba las clases haciendo de su uso cotidiano la expresión de la cultura vencida. De hecho, no se transformaron en lenguas escritas y su oralidad se perpetuó. Usarlas entonces como fuente fue un recurso que ganó credibilidad sobre todo porque una primera conceptualización sociológica percibió a la oralidad como una fuente de estudios con escasa profundidad histórica en unos casos, y con poca confiabilidad, en otros.

Conviene aquí hacer algunas distinciones. Se puede decir que hay dos polos

en la utilización de este patrimonio: De una parte, se procura registrar testimonios (generalmente de ancianos), que siendo partícipes de acontecimientos sancionados como históricos, nos puedan recrear con su voz el ambiente social donde acontecieron eventos de importancia reconocida. Una segunda posibilidad la ofrecen los relatos que condensan el saber popular y que más que hechos concretos ofrecen códigos morales, conductas o relatos sagrados. Entre uno y otro extremo hay formas intermedias, desde las tabulaciones individuales hasta su elevación a relato mítico.

Preservar este patrimonio es algo que recién se inicia, aunque existe alguna tarea hecha al respecto por el Instituto Nacional de Cultura. Hay que destacar también la creación del Archivo de la Palabra de la Biblioteca Nacional, que se espera no termine siendo otra promesa de labor incumplida. Como recursos existentes no podemos olvidar a algunas instituciones que están haciendo la tarea de registro en líneas específicas. Y no hay más, si descartamos la labor de particulares que tienen las limitaciones esperables en un quehacer costoso y de mucho cuidado. Comparativamente con las otras caras del patrimonio, esta está virtualmente en la edad de piedra.

Generalizando sobre lo dicho, las acciones tomadas para la preservación del patrimonio cultural de la nación parecen apuntar en dos direcciones, el desarrollo de las estrategias para una inyección de fondos privados y/o internacionales para suplir la poca capacidad del Estado en la preservación del patrimonio cultural; y la estructuración de un corpus jurídico que castigue y evite la depredación.

En todo este proceso que empieza a ser repetitivo y de eficacia limitada, conviene introducir un elemento cuya potencialidad ha sido descuidada: la educación nacional. Este punto creo que es básico y necesario, pues la educación en el Perú necesita de una profunda reforma, que conlleve a la creación de la conciencia nacional y por ende a la identidad cultural y nacional, reconociendo en los futuros ciudadanos su historia, tradiciones y se identifique con sus raíces, hasta el punto de defender y darle protección.

3. Patrimonio Cultural más importante reconocido a la actualidad

Como ya se ha mencionado, el Patrimonio Cultural Peruano es muy rico y abarca prácticamente todos los campos. Los vestigios arqueológicos e históricos son numerosos en todo el territorio nacional, algunos ejemplos se mencionan a continuación:

3.1 Arqueológico

3.1.1 Zonas Arqueológicas y Sitios de Excavación

Son muchas las zonas arqueológicas excavadas y estudiadas en el Perú en los últimos años. Esta es una labor inagotable para los arqueólogos peruanos y extranjeros, pero entre los hallazgos más relevantes se pueden mencionar los siguientes: