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Orientación Universidad
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Pensamiento Político, Diapositivas de Historia del Pensamiento Político

Historia del Pensamiento Político desde el ámbito filosófico.

Tipo: Diapositivas

2019/2020

Subido el 23/12/2020

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ariandra-alvarez 🇩🇴

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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA
UNPHU
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
MAESTRÍA EN CIENCIAS POLÍTICAS
MENCIÓN RELACIONES INTERNACIONALES
ASIGNATURA:
PENSAMIENTO POLÍTICO 1 POL-612
Tutor: Hidalgo E. Peña
NOVIEMBRE.DICIEMBRE 2020
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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA

UNPHU

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

MAESTRÍA EN CIENCIAS POLÍTICAS

MENCIÓN RELACIONES INTERNACIONALES

ASIGNATURA:

PENSAMIENTO POLÍTICO 1 POL-

Tutor: Hidalgo E. Peña

NOVIEMBRE.DICIEMBRE 2020

 PENSAMIENTO POLÍTICO 1 POL-

Los conceptos y textos a usar en este curso de maestría son de los más variados: Filosofía Política, Historia de las Ideas Políticas, Historia del pensamiento Político, Historia de las Doctrinas Políticas, Historia de la Teoría Política e Historia de la Ciencia Política. Los vocablos: teoría, doctrinas, ideas, pensamiento, ciencia, no son sinónimos, pero para estos fines hay gran similitud. Estos conceptos, ideas, y pensamiento, sea que se refieran a moral, política o religión señalan las teorías y doctrinas y aluden, también, a la manera como en la vida social actúan los hombres de acuerdo a ellas, más bien como expresión de su interpretación. El hombre es un animal político u animal ciudadano (Zoon Politikon) según Aristóteles y como tal, la organización política y social y su capacidad de adaptarse mediante su organización efectiva a ella, son instrumentos indispensables para su supervivencia biológica. De modo que la capacidad de organización social le ha favorecido para su supervivencia.

El Pensamiento político como la “reflexión disciplinada de los problemas políticos y sociales” ha sido principalmente competencia de los filósofos, la mayor parte de los cuales se distinguió en filosofía y literatura. Platón, Aristóteles, San Agustín, Tomas de Aquino, Hobbes, Maquiavelo, Tomás Moro, John Locke, Jean Bodín, Hugo Grottio, Rousseau, Montesquieau, Marx, etc., son, en general, grandes nombres de la historia de la tradición filosófica de Occidente, que aportan en su aspecto político. La ciencia política cuenta al mismo tiempo con raíces profundas en el pasado lejano pero también en un origen reciente. En el siglo XX, cuando surgió la Ciencia Política como ciencia propiamente, o como disciplina académica, dentro de los teóricos que más aporte han hecho para el desarrollo del pensamiento político después de la Segunda Guerra Mundial están: Max Weber, Antonio Gramschi, Gaetano Mosca, Nicos Poulantzas, Norberto Bobbio, Louis Althusser, Maurice Duverger, Giovanni Sartori, Karl Loewnstien, Hannah Arendt, Carl Schmitt, Samuel Huntington, George Kennan, Zbigniew Brzezinski, Howard Zinn.

Una de las cuestiones más importantes que debemos asumir al principio del estudio de este curso de pensamiento político o de las ideas o teorías políticas es que nuestro principal objeto de estudio es una serie de escritos, de instituciones, de prácticas y costumbres políticas existentes. Tanto las instituciones como las teorías políticas forman parte de la cultura y son extensiones del hombre como ente físico. Los grupos humanos crean instituciones y prácticas ya sea que los filósofos políticos estén o no allí para filosofar, sin embargo, cuando alguien como Platón o Aristóteles hicieron sus reflexiones, éstas pueden y de hecho se han convertido en parte de la forma en que las sociedades crean instituciones y prácticas. Las instituciones y las teorías políticas se combinan en este sentido y hasta el punto en que ambas buscan relacionarse con la gente, objetos y hechos bajo la noción del bien o del interés común. Se trata de estudiar las ideas sobre la organización social y los objetivos perseguidos por la humanidad para la realización del bienestar general, por medio de movimientos y doctrinas políticas creadas por el hombre desde los comienzos de la historia.

Desde que el hombre ha comenzado a reflexionar sobre la política, han oscilado dos interpretaciones diametralmente opuestas, para unos, la política es esencialmente una lucha, una contienda que permite asegurar a los individuos y a los grupos que detentan el poder su dominación sobre la sociedad, al mismo tiempo que la adquisición de las ventajas que se desprenden de ello. Para otros, la política es un esfuerzo por hacer reinar el orden y la justicia, siendo la misión del poder asegurar el interés general y el bien común contra la presión de las reivindicaciones particulares. Para los primeros, la política sirve para mantener los privilegios de una minoría sobre la mayoría. Para los segundos, es un medio de realizar la integración de todos los individuos en la comunidad y de crear la “ciudad perfecta”. La adhesión a una u otra tesis está condicionada por la situación social. Las personas y las clases oprimidas, insatisfechas, pobres, no pueden estimar que el poder asegura un orden real, sino una caricatura de orden, tras la cual se oculta la dominación de los privilegiados; para ellos, la política es lucha. Las personas y clases acomodadas, privilegiadas encuentran que la sociedad es armoniosa y que el poder garantiza un orden auténtico, para éstos, la política es integración. Los primeros son vistos como revolucionarios, los segundos como conservadores.

El Pensamiento Político o la Ciencia Política como disciplina académica tiene un origen muy reciente a pesar de sus profundas raíces históricas. Seguramente la política ha sido el último campo susceptible de un conocimiento humano sistemático que ha abandonado la madre filosofía. Ciertamente, desde la antigüedad clásica hasta fines del siglo XIX el estudio de la realidad política no constituyó objeto de una disciplina autónoma en sentido estricto, por eso muchos le han llamado filosofía política. Y es que éste ámbito del conocimiento formaba parte de un conjunto de elementos con los que se estructuraban unos sistemas filosóficos que pretendían proporcionar una explicación de carácter global a la totalidad de los interrogantes que se formulaban acerca del universo. Desde las primeras referencias conocidas al “arte” de la política, el estudio y comprensión de los elementos que caracterizaban y conformaban la vida política se incluían en el estudio de la filosofía moral: el objeto de estudio propio de la “disciplina” de la “Ciencia Política” podía ser definido a través de la elaboración e interpretación de una serie de conceptos fundamentales vagamente relacionados entre sí debido a su conexión con ciertas instituciones y prácticas políticas, ya fueran reales o teóricas.

No es hasta el 1903, año en que se crea la Asociación Americana de Ciencia Polític a, cuando se constituye como una disciplina académica diferenciada. Con la institución de este colectivo se “pretendía avanzar en el estudio científico de la Política”, o lo que es lo mismo, avanzar en la interpretación sistemática de los textos clásicos de la historia del pensamiento político occidental. Pero, por otra parte, y junto a esta actividad elemental, el paradigma politológico predominante procuraba el “análisis científico” de los elementos constitutivos del estado. En este sentido, la categoría “estado” puede ser examinada bajo dos perspectivas completamente diferenciadas. Un primer punto de vista es el “subjetivo ideológico”: con este enfoque se argumentan normativamente los cambios o reformas que se consideran necesarios para la consecución finalista de una “mejor” política o gobierno. La segunda perspectiva es la “objetivo institucional” y está fuertemente influenciada por la disciplina del derecho. 

En este enfoque en particular, el contexto intelectual que determinaba el análisis del estado como uno de los objetivos propios de la ya denominada Ciencia Política, estaba limitado por la influencia ejercida por Comte, Spencer y Hegel: se consideraba el análisis del estado bajo unos parámetros esencialmente evolucionistas, históricos y comparados. Las instituciones estatales se analizaban siguiendo los dictados de la escuela legalista: el estado no era más que un conjunto de estructuras e instituciones políticas que se podían explicar empíricamente a través del estudio y análisis del derecho público. Así pues, la primitiva Ciencia Política interpretaba el sentido de los textos clásicos del pensamiento occidental, argumentaba normativamente cuáles eran los elementos necesarios para el “mejor de los gobiernos” y, finalmente, adoptaba el legalismo jurídico formal, es decir, la primera Ciencia Política se preguntaba moral y jurídicamente por la naturaleza del origen y evolución del estado, de la soberanía, de la justicia y del derecho, intentaba responder a estas cuestiones con ejercicios hermenéuticos y, paralelamente, motivaba minuciosas descripciones comparadas de los mecanismos legales y procesos políticos que determinan diferentes formas de gobierno.

La Ciencia Política como disciplina autónoma aún no estaba moldeada por una conjunción de elementos normativos, finalistas e ideológicos; era una simple taxonomía interpretativa de las diferentes “literaturas políticas existentes”. La Ciencia Política todavía podía ser considerada como el estudio del “arte” de la política. Las demandas sobre la auténtica cientificidad de la Ciencia Política no serían familiares hasta los años cuarenta o después de la Segunda Guerra Mundial. Se produjo entonces el esperado debate entre la perspectiva filosófica, legalista y teleológica por una parte, y la perspectiva lógica, empírica y explicativa por otra. Los partidarios de esta última concepción argumentaban la necesidad de adoptar la aplicación de los conceptos y de los métodos propios de la psicología y sociología, posibilitando así el desarrollo de unas técnicas cuantitativas propias que aproximasen el estudio de la política a un determinado patrón de cientificidad. Estos politólogos criticaban la visión finalista, normativa e idealista que había identificado los análisis políticos elaborados hasta la fecha: aspiraban a dejar a los filósofos el estudio de la filosofía política, la interpretación de la historia de las ideas políticas y a la comprensión de la moral política.

Finalmente, en los años cincuenta, la Ciencia Política se modeló siguiendo los parámetros metodológicos de otras ciencias sociales y naturales que se consideraban más avanzadas: se produjo la “revolución conductista”. Al debate meta teórico acerca de lo que constituía el método y objeto propio de la Ciencia Política (debate que reflejó la influencia positivista) siguió un cambio radical del paradigma dominante y se produjo una fractura en la disciplina: El nuevo enfoque investigaba el comportamiento real de los diferentes actores políticos con instrumentos tomados directamente de la psicología (como las entrevistas, sondeos de opinión), y mediante el uso de nuevas técnicas estadísticas e informáticas, se posibilitaba su estudio cuantitativo. Los conductistas, tomando en consideración las motivaciones, valores y cogniciones que determinaban el comportamiento político del individuo, pretendían el descubrimiento de regularidades explicativas a través de nuevas técnicas de observación y medición, a través de realización, por vez primera, de análisis empíricos referentes a las actitudes políticas reales de los individuos. A partir del establecimiento de estas regularidades, se podrían elaborar “leyes” o proposiciones generales explicativas susceptibles de verificación.

Así, durante los años sesenta y setenta se elaboraron nuevos modelos explicativos, nuevas aproximaciones y estrategias que perseguían una comprensión y una explicación científica de la política. A partir de la revolución metodológica que significó la irrupción y triunfo del enfoque conductista, se posibilitó el desarrollo de nuevos marcos conceptuales abstractos y de nuevos modelos explicativos. En resumen, podemos afirmar que si durante el primer tercio del siglo XX la evolución de la Ciencia Política estuvo determinada por una perspectiva jurídica o moral, a partir del segundo tercio de siglo, la disciplina estuvo estrechamente emparentada con la Sociología, igualmente podemos afirmar que la Economía ha significado la principal aportación a la evolución de la Ciencia Política a partir de los años setenta hasta la actualidad. La aplicación de algunos de los principios metodológicos propios de la Economía a los análisis de la realidad política permitió el desarrollo de un enfoque alternativo que ha derivado un nuevo posicionamiento metodológico frente a la escuela conductista, y que también ha abierto un nuevo punto de vista sobre los temas y cuestiones relevantes para la Ciencia Política. Geovanny Sartori, distingue cuatro métodos empleados para la ciencia política: el experimental, el estadístico, el comparado y el histórico.