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Este artículo busca definir el concepto de terrorismo, sus características y implicaciones. Se analiza el carácter subjetivo del terror y se plantean las diferencias entre terrorismo revolucionario y subrevolucionario en el contexto colombiano, como punto de partida para construir estrategias de control a la violencia política en el país. El autor, Armando Borrero Mansilla, es profesor de la Universidad Nacional, entre otros cargos.
Tipo: Diapositivas
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POLICÍA NACIONAL DE COLOMBIAPOLICÍA NACIONAL DE COLOMBIA ▲▲ DIJINDIJIN LUCHA CONTRA EL TERRORISMOLUCHA CONTRA EL TERRORISMO
Este ar tículo busca definir la palabra terrorismo, sus ca- racterísticas e implicaciones. El autor plantea que hacer- lo es un imperativo ya que así se podría determinar si este fenómeno es una amenaza o si su naturaleza es di- ferente a otras manifestaciones de violencia. Así mismo, en el escrito se analiza el carácter subjetivo del terror y se plantean las diferencias entre terrorismo revoluciona- rio y subrevolucionario en el contexto colombiano, como punto de par tida indispensable para construir estrategias de control a la violencia política en el país.
The objective of this ar ticle is to define the concept of political terrorism, its characteristics and implications. The author expresses that this explanation was needed as a way to define whether this phenomenon represents a t h r e a t o r r a t h e r i t s n a t u r e d i f f e r s f r o m o t h e r expressions of violence. Also, the subjective nature of terror is analyzed as well as the dif ferences between revolutionar y and sub-revolutionar y terrorism in the Colombian context, as the star ting point to design strategies for controlling political violence in the countr y.
TERRORISMO POLÍTICO: DEFINICIÓN Y
ALCANCES DE UN FENÓMENO ELUSIVO
Armando Borrero Mansilla *
REVISTA CRIMINALIDAD ▲ ANÁLISIS Y PROFUNDIZACIÓN
efinir el concepto de terrorismo ha sido un asunto complejo para las ciencias sociales por una razón única pero de peso: es muy difícil evitar las inter ferencias de la moral en la definición científica. Y es muy difí- cil, se insiste, porque el terrorismo es, funda- mentalmente, un problema moral: por los horrores que causa genera reacciones emocio- nales muy fuer tes y por el contexto ideológico en el cual se mueve, se multiplican las aprecia- ciones y puntos de vista divergentes. Lo que para una persona es un terrorista, para otra puede ser un luchador por la libertad. El problema siem- pre está presente porque las definiciones se fun- damentan en el supuesto de que hay cier tas clases de violencia política justificables, en tan- to que otras no lo son.
No es un problema menor el de la definición. Sin ésta no es posible precisar si el fenómeno llama- do terrorismo es siquiera una amenaza, si su na- turaleza es diferente de otras manifestaciones violentas similares y si se podría establecer una teoría del terrorismo. Aún más, no es posible unifi- car criterios en la comunidad internacional y causa vacilaciones en muchos Estados para responder al terrorismo, dificulta la comunicación entre aca- démicos, políticos y juristas y, sobre todo, impide o dificulta el diseño de políticas antiterroristas y de legislaciones adecuadas.
Los problemas para alcanzar una definición apro- piada no se resuelven solamente con la elimi-
nación de las justificaciones o de las condenas como elemen- tos definitorios, porque no son los únicos obstáculos. Para el examen del fenómeno cuentan lo situacional, el contexto y las características individuales de quien comete el acto de terror. Para muchas personas, casi cualquier acto de violencia o de amenaza de la misma se puede incluir bajo el mote de terrorismo. Otras, por el contrario, se abstendrían de calificar como terroristas los actos de violencia ejecutados dentro de un contexto revolucionario. Otra con- fusión nace del individuo que comete el acto: la similitud aparente de la conducta cuando el acto violento lo realiza un individuo por razones polí- ticas, o cuando lo ejecuta un delincuente o un hombre mentalmente desequilibrado. ¿Es lo mismo un militante de los Tupamaros urugua- yos, por ejemplo, que una persona que pone una bomba en un establecimiento comercial con el fin de extorsionar? ¿Se puede igualar el pri- mero a un asesino en serie, mentalmente per- turbado, que mata mujeres en las calles de una ciudad? Las conductas de los tres contienen elementos de terror, sin duda, pero ¿se facili- taría la creación de contramedidas para neutra- lizarlos si se les trata a todos ellos como casos de algo llamado “terrorismo”.
Para lograr la definición más precisa posible, es obvio que ejemplos como los expresados deben ser tratados como fenómenos comple- tamente independientes. Si las actividades de los delincuentes y de los per turbados mentales
REVISTA CRIMINALIDAD ▲ ANÁLISIS Y PROFUNDIZACIÓN
romper lazos sociales y solidaridades entre au- toridades y gobernados.
De nuevo es per tinente referirse a la obra de Wilkinson, 3 quien hace una distinción entre cua- tro tipos de terrorismo: el criminal, el psíqui- co, el de guerra y el político. El criminal se define como el uso sistemático de los actos de terror para adquirir ventajas materiales; el psíquico tiene fines místicos, religiosos o má- gicos; el de guerra pretende paralizar al ene- migo o reducirle la capacidad combativa con el propósito último de destruirlo; y finalmente, el político es el uso sistemático de la violen- cia para alcanzar fines políticos. La distinción de Wilkinson no deja de ser problemática por- que los tres primeros tipos se confunden con delitos comunes como el asesinato, las lesio- nes y el crimen de guerra que, aunque se pre- tenden como actos de terror, no tienen como objetivo generar miedos sociales extensos, sino sólo ventajas puntuales. Sin embargo, el punto de par tida es útil, por un lado porque separa nítidamente el terrorismo político, el que más interesa y el más frecuente en el mundo contemporáneo, de otros usos del te- rror que no tienen el mismo alcance; y, por otra par te, porque a pesar de enfocarse en actos “sistemáticos”, lo que limita la consideración de los actos aislados, el concepto tiene cier ta utilidad en la medida en que el grado de ame- naza (que depende en buena par te de si el uso es sistemático o no), tiene un gran interés en el análisis.
Wilkinson divide el terrorismo político en tres tipos: el revo- lucionario, el subrevolucio- nario y el represivo. El primero es un terrorismo que busca promover la revolución política y cuyo alcance va desde la reforma social profunda y el cam- bio de la forma estatal hasta solamente el cam- bio de gobierno. El segundo busca objetivos más limitados como el cambio de una política pública, la oposición a unas decisiones guber- namentales o el castigo a determinados fun- cionarios públicos por conductas que los terroristas consideran recusables. El tercero busca paralizar la acción de grupos, par tidos o individuos considerados indeseables por el opresor; puede ser practicado por aparatos es- tatales como los ser vicios de inteligencia, o por grupos no estatales que ejercen lo que otro autor, Fernando Reinares, llama “terrorismo vi- gilante”, que busca, mediante el recurso del terror, mantener elstatus quo y evitar cambios significativos en lo político o en lo social. Ejem- plo de este último tipo de terroristas pueden ser el Ku Klux Klan, opuesto a la promoción social y política de la población negra en el sur de los Estados Unidos, o los grupos de jus- ticia privada en Colombia que actúan contra dirigentes populares, sindicalistas, periodistas y militantes de la izquierda política.
(^3) Wilkinson, Paul,Political Terrorism, Londres, Macmillan, 1974, pág.
POLICÍA NACIONAL DE COLOMBIA ▲ DIJIN LUCHA CONTRA EL TERRORISMO
El terrorismo revolucionario
El terrorismo revolucionario pretende modificar conductas y actitudes políticas mediante el deterioro de los lazos entre autoridades esta- blecidas y gobernados. Se caracteriza por cua- tro atributos: es un fenómeno de grupo, no individual, aun cuando los grupos puedan ser muy pequeños; las acciones siempre están jus- tificadas por una ideología o, al menos, por un programa revolucionario; el grupo tiene líderes capaces de movilizar gentes a favor de su pro- yecto; y se crean estructuras institucionales alternativas porque el movimiento debe crear sus propios organismos de ejecución política y codificar la conducta de sus miembros.
La ejecución de actos de terror por par te de un grupo de terrorismo revolucionario, puede tener dos características esenciales: Por una par te, puede ser que el grupo sólo se exprese mediante actos de terror, lo que convier te al terrorismo en unaestrategia prevalente. Es el caso más frecuente del terrorismo en países desarrollados, donde difícilmente se pueden organizar otras formas de insurgencia como las guerrillas. Pero, por otro lado, puede ser tam- bién unatáctica auxiliar, combinada con otras formas del ejercicio de la violencia como el combate, por ejemplo. El caso más frecuente es el de terrorismo dependiente de guerrillas rurales, como sucede en Colombia. La diferen- cia es impor tante para el proceso de diseñar estrategias y contramedidas: si el terrorismo
es una estrategia prevalente de un grupo, la competencia será básicamente policial; si es de táctica auxiliar, las medidas serán milita- res y policiales simultáneamente. En todo caso, establecer la diferencia no es un problema me- nor sino un elemento clave para el Estado.
El terrorismo subrevolucionario
Este segundo tipo del terrorismo es muy impor- tante en el contexto colombiano, porque es aquí donde se ha presentado esa modalidad con es- pecial virulencia. En efecto, un terrorismo de origen delincuencial como el del narcotráfico, tuvo un alcance político de tipo subrevolucio- nario. Pablo Escobar, y el car tel de Medellín en general, apostó a paralizar tanto al poder judi- cial como a la Policía Nacional en su acción contra el negocio de las drogas, y a detener y derogar, mediante el uso de la violencia, una política pública como la extradición de naciona- les. El terrorismo criminal se tornó político, no pretendían cambios revolucionarios, sino ape- nas contrastar decisiones de algunas institucio- nes del Estado. Pocas veces en el mundo se vivió esta modalidad con la saña que llegó a tener en la ciudad de Medellín donde, caso in- sólito y único en el mundo, más de cuatrocien- tos policías fueron asesinados por pistoleros atraídos por el precio que el car tel le puso a cada agente muer to. De paso puede verse que el encono y el alcance del terror sistemático no es una función directa de la radicalidad de las propuestas políticas.
POLICÍA NACIONAL DE COLOMBIA ▲ DIJIN LUCHA CONTRA EL TERRORISMO