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Positivismo logico y racionalismo critico
Tipo: Diapositivas
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EL DESAFÍO DE LAS CIENCIAS SOCIALES. DEL NATURALISMO A LA HERMENÉUTICA Rubén Horacio Pardo “ Ciencias sociales”, “ciencias del espíritu”, “ciencias humanas” o hasta incluso “ciencias morales”, son algunas de las manifestaciones polisémicas de un desafío que en su mismo origen nominal contiene el estigma esencial de su existencia. En el modelo naturalista y esencialmente moderno de su matriz originaria reside el perfil siempre controvertido y el status científico nunca del todo claro de esas disciplinas nacidas con la misión de consumar el paradigma científico moderno: las ciencias sociales.
El nacimiento de las ciencias sociales Desde el interior de lo que se conoció como proyecto filosófico de la modernidad tuvo lugar el nacimiento de un programa científico que completará, en el ámbito del conocimiento de la sociedad y del hombre, aquellos progresos y logros que las ciencias naturales habían alcanzado en el conocimiento del mundo natural
Sólo puede comprenderse el significado propedéutico de la creación de las ciencias sociales si somos conscientes de la matriz esencialmente moderna de la idea de conocimiento científico desde la que son alumbradas y del consecuente modelo naturalista que llevan grabado en su origen.
¿Qué significa que las ciencias sociales sean parte del proyecto filosófico-científico de la modernidad? La tendencia fundamental del pensamiento científico moderno identifica el saber (el conocimiento propiamente dicho, la ciencia) con lo comprobable empíricamente y la verdad con la certeza. A su vez, estas disciplinas no puedan desprenderse completamente de su otro origen más remoto, el griego, arraigado no tanto en el concepto de episteme sino más bien en el de filosofía práctica, acuñado por Aristóteles.
¿Cuál es la clave interpretativa que propone Pardo? Rubén Pardo intentará mostrar que esta estigmática característica – la de ocuparse no tanto del mundo social como objeto de estudio sino de la determinación de su propio quehacer - se explica en el ya mentado doble origen de estas ciencias: el reciente o moderno, fundamentalmente naturalista, y el remoto o antiguo, tributario del modo a partir del cual los griegos -Aristóteles por ejemplo- pensaban la filosofía práctica.
Los ejes problemáticos ¿Qué tipo de saber es el alcanzado por las ciencias sociales? ¿Son realmente ciencias, a la manera de las naturales, si es que – desde estas últimas- entendemos por “científico” un conocimiento que supone ciertos estándares de objetividad y de consenso en cuanto a sus verdades? ¿O habrá, más bien, que relegarlas al nivel de unas ciencias blandas, como algunos sostienen, en la medida en que no pueden cumplimentar esos mínimos estándares?
Los ejes problemáticos ¿Qué tipo de saber es el alcanzado por las ciencias sociales? ¿Son realmente ciencias, a la manera de las naturales, si es que – desde estas últimas- entendemos por “científico” un conocimiento que supone ciertos estándares de objetividad y de consenso en cuanto a sus verdades? ¿O habrá, más bien, que relegarlas al nivel de unas ciencias blandas, como algunos sostienen, en la medida en que no pueden cumplimentar esos mínimos estándares?
Los ejes problemáticos El segundo eje de debate es de índole epistemológica o metodológica: ¿hay una o dos maneras de hacer ciencia? Las posiciones monistas afirman que sea lo que fuere el objeto de estudio de las ciencias sociales –si éstas son cabalmente ciencias- deben abordar dicho objeto del mismo modo en que las naturales estudian al suyo. Las corrientes dualistas, desde una matriz interpretativa discontinuista, introducen un punto de vista dualista en cuanto al método.
Los ejes problemáticos Estas polémicas terminan desembocando en la pregunta sobre el estatus epistemológico de las ciencias sociales. La cuestión de la cientificidad de las ciencias sociales concentra, en cualquiera de sus respuestas posibles, los supuestos sobre el objeto de estudio, los metodológicos y los epistemológicos.
Sencillamente porque aquí están en juego los conceptos de objetividad y de verdad.
Ciencias duras y ciencias blandas ¿Es posible repensar las ciencias desde otro punto de partida, desde otro esquema epistemológico? ¿Habrá que anteponer a la objetividad otro principio que haga justicia, no sólo a la cientificidad de las ciencias sociales, sino en general a la finitud de la racionalidad humana?
La concepción naturalista-empirista Los principios del naturalismo positivista en ciencias sociales El proyecto filosófico-científico de la modernidad pretendía trasladar el progreso vertiginoso e impresionante de las ciencias naturales desde la revolución científica de los siglos XVI y XVII al ámbito del conocimiento y control del mundo social. Es decir, aplicar el modelo de las modernas ciencias naturales – representadas paradigmáticamente por la ciencia físico- matemática- a esas nuevas disciplinas científicas, que estaban siendo concebidas con la misión de hacer posible aquel mismo progreso, pero ahora en lo que concierne al conocimiento de la sociedad.
La concepción naturalista-empirista. Principales supuestos a) El supuesto naturalista Este supuesto, que da nombre a la concepción, consiste en homologar el mundo social al físico, entendiendo a ambos como estructuras invariantes en las que es posible encontrar regularidades empíricas. Lo cual significa que, sea lo que fuere lo social, en tanto objeto de ciencia, debe ser considerado como un conjunto de hechos empíricos a ser explicados. Todas las particularidades del mundo social pasan a segundo plano.
La concepción naturalista-empirista. Principales supuestos b) El reduccionismo cientificista Existe un modo ejemplar de racionalidad, es decir, de conocimiento propiamente dicho, que es el científico. Hay una sola manera de hacer ciencia , la que corresponde al método de las ciencias naturales. Todo aquel pretendido saber que esté por fuera de este proceder, en realidad no es ciencia y –podría acotarse- ni siquiera sería un saber racional en sentido estricto. La racionalidad toda queda reducida a la ciencia y esta última al método experimental de las ciencias naturales. Todo lo demás será mera metafísica, es decir, en términos positivistas, un inútil bla bla. Queda garantizada así la unidad y la continuidad de las ciencias. No hay hiato ni salto epistemológico entre unas y otras.