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Libro de Karl Jaspers, hacia una reflexión moral
Tipo: Monografías, Ensayos
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Universidad de La SalleUniversidad de La Salle
Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades 2019
Laura Gómez García Universidad de La Salle, Bogotá Follow this and additional works at: https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras Part of the Philosophy Commons Citación recomendadaCitación recomendada Gómez García, L. (2019). Responsabilidad colectiva: hacia una reflexión moral inaplazable. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/filosofia_letras/ This Trabajo de grado - Pregrado is brought to you for free and open access by the Facultad de Filosofía y Humanidades at Ciencia Unisalle. It has been accepted for inclusion in Filosofía y Letras by an authorized administrator of Ciencia Unisalle. For more information, please contact ciencia@lasalle.edu.co.
¡Vaya! La responsabilidad colectiva está muy de la mano con la responsabilidad personal, o por lo menos para Arendt y Jaspers así lo fue. De modo que - sin ánimo de parecer ególatra ni mucho menos- no tengo otro camino que primero agradecerme a mí. A mi libertad de decisión y a mi voluntad de acción que han hecho que hoy esté de este lado: agarrando una meta más. Así que, gracias a ti, Laura. A mi esposo Alfonso Cabanzo. Gracias por todos los cafés con postres que tomamos mientras abordábamos este y tantos temas, mientras discutíamos la importancia de preguntarnos cosas tan básicas como la responsabilidad. Por acompañarme en las frustraciones, en los desacuerdos y en la lucha por entender este camino de la filosofía. Gracias por tu ayuda incondicional y tu insondable amor que todo el tiempo me ha motivado a avanzar. A mis papás Enrique Gómez y Bessie García. Ustedes son luz y han alumbrado mi vida, incluso en los días más oscuros. Gracias por la paciencia, por confiar en mí y amarme de la forma en que lo hacen. A mis grandes amigos: mis hermanos. Luis, Cata, Patty, Andrés, Aleja, Juli & Santi. Los amo con toda mi alma. Gracias por estar ahí para mí. A los profes que, pese a todo, pacientemente me enseñaron, me corrigieron, me exhortaron y libremente me permitieron pensar. Me llevo tantísimas cosas de ustedes que espero a través de mi vida profesional y personal saberles compensar. Si este trabajo - que no es más que una reflexión- es claro y conciso es porque hubo dos personas que trabajaron para que así fuera. Por ello agradezco al profe y director de monografía Hernán Rodríguez por las sugerencias, correcciones y por los incesantes debates en clase. Gracias por hacerme comprender, pese a mi tozudez, que las pequeñas decisiones individuales son puente para crear o grandes injusticias o importantes aportes. Al profe Van Der Linde por su humor y siempre buena energía, su tiempo, apoyo y disposición. Fue lindo sentirme siempre acompañada desde la primera letra hasta el punto final. A mi país Colombia. En estos años no pude ni por un segundo pensar en filosofía sin pensar en este país tan terriblemente injusto. Si sigo este camino de la filosofía es porque creo fielmente en lo que dijo Jaspers hace ya más de 70 años: la filosofía no es la especulación solitaria y el consuelo del individuo aislado de la realidad social y política. La reflexión filosófica puede contribuir a la realización de formas de vida humanamente dignas.
A lo largo de mis estudios en la carrera de filosofía y letras me he interesado particularmente por la filosofía política y moral. Sospecho que ese interés surgió al conectar las reflexiones sobre problemas sociales, políticos y morales actuales con las teorías filosóficas de pensadores que hace muchos años ya las habían planteado. Es decir, mi gusto nació al pensar mi realidad desde lo dicho por filósofos como Jaspers (1998) y, por supuesto, Hannah Arendt (2013). Gracias a ese interés por la filosofía moral me topé con un concepto que llamó mi atención de inmediato y del que no pude escapar: la responsabilidad. Es un concepto sobre el que se ha hablado, escrito y dialogado, pero cuyo interés no se agota; por el contrario, considero que debemos hoy, en pleno siglo XXI, discutirlo de forma urgente. En ese sentido, mi trabajo no es más que una reflexión filosófica sobre la responsabilidad, específicamente, la responsabilidad colectiva desde la perspectiva de Hannah Arendt. Ella afirma que, en tanto que todos pertenecemos a uno u otro colectivo, todos somos colectivamente responsables (Arendt, 2007). Pero, ¿en qué consiste dicha responsabilidad? Este trabajo busca responder esa pregunta haciendo una lectura de los diferentes escritos donde se aborda de manera profunda el tema. Fruto de la postura que ella parece defender se desprenden una serie de problemáticas que, en tiempos actuales, merecen la pena reflexionarse: la distinción entre culpa y responsabilidad; la tensión entre responsabilidad colectiva y culpa colectiva; la relación entre responsabilidad, derechos y deberes colectivos, y responsabilidad, derechos y deberes individuales. La presente reflexión se desarrolla en tres capítulos. El primero de ellos está centrado en los conceptos de responsabilidad y responsabilidad personal desde las conceptualizaciones de Hannah Arendt, explicando con anterioridad el concepto de culpa y sus distinciones propuesto por
Después de la II Guerra Mundial hubo una reflexión acerca de lo que había sucedido en dicho acontecimiento. Varios filósofos se cuestionaron acerca de las acciones de los hombres, específicamente, por las razones que llevaron a los alemanes a actuar de la manera en que lo hicieron (Romero, 2002). Las preguntas estuvieron encaminadas a intentar descubrir qué pasó con la capacidad de decisión del ser humano. Si todos tienen esta capacidad, ¿cómo se permitió todo lo ocurrido? Karl Jaspers, un filósofo alemán que tras la subida de Hitler al poder en 1937 fue destituido de la catedra de filosofía, regresa a ella en 1945, después de la derrota de Hitler (Diaz, 2018). Ese mismo año dictó un curso sobre la cuestión de la culpa y la responsabilidad política de Alemania ; curso que meses más adelante se convertiría en el libro llamado El problema de la culpa (1998). En este libro el autor aborda al individuo como ser libre y, por tanto, único responsable de los actos vinculados con el devenir histórico. Jaspers no cree que lo que sucedió con el sistema totalitario nazi haya sido consecuencia de un destino impuesto, sino que fue completa responsabilidad individual: Lo decisivo es que no hay ninguna ley natural y ninguna ley de la historia que determine en su totalidad la marcha de las cosas. El futuro es una cuestión de la responsabilidad de las decisiones y actos de las personas, y, en última instancia, de cada individuo de los miles de millones de personas. Todo depende del individuo. (Jaspers, 1998, pág. 54) La anterior posición da pie para hablar de los colectivos y su relación con los actos y sus consecuencias. Jaspers, teniendo en cuenta la postura individualista, hace un análisis del concepto de culpa e introduce una distinción importante.
Para Jaspers existen cuatro conceptos de culpa: criminal, moral, metafísica y política. La jurisdicción es la instancia o institución, en un sentido amplio, que se encarga de emitir una valoración sobre las consecuencias de las acciones culposas y la pena que debe pagarse. En ese sentido, La culpa criminal se refiere a todas aquellas acciones que infringen leyes y que son llevadas a cabo por un individuo. Su jurisdicción es un tribunal que, mediante un proceso formal, establece los hechos y aplica el castigo que corresponda (1998, pág. 53). La culpa moral se refiere al conjunto de acciones que realiza todo individuo. Su instancia es la conciencia, puede ser un amigo o un allegado, que en un proceso de valoración moral determina la responsabilidad. La pena de esta culpa es el remordimiento (1998, pág. 53). La culpa metafísica aparece, según el autor, cuando se incumple el principio universal de solidaridad que consiste en hacer lo que se debe para evitar los crímenes y las injusticias que se cometen en nuestra presencia o con nuestro conocimiento. Si no hacemos algo al respecto, además de violar el principio, somos cómplices. La instancia es Dios y la consecuencia, la pena, es la transformación de la conciencia, transformación que a través de la acción interna conduce a un nuevo origen de vida activa (1998, pág. 54). Por último, Jaspers define la culpa política. Esta se relaciona con las acciones de la ciudadanía pertenecientes a un Estado por medio del cual cada ciudadano tiene que sufrir las consecuencias de las acciones de ese Estado. De acuerdo con Jaspers cada persona es corresponsable de cómo es gobernada. La instancia de esta culpa, según el autor, es la voluntad del vencedor (1998, pág. 53). Es así como, si un Estado, en cuanto Estado, realiza un acto culpable, las consecuencias de ese acto serán asumidas por todos los ciudadanos de dicho Estado. La culpa política conlleva la responsabilidad y, como consecuencia, a la reparación. En suma, la pena de la culpa política es la reparación. Como veremos, esta definición de culpa política me interesa particularmente, puesto que a la culpa política Arendt la denominará, con ciertos matices, responsabilidad colectiva.
originadas por las acciones de ese Estado. En suma, hay responsabilidad en tanto hay pertenencia a una organización, un partido o un grupo, pero esa responsabilidad está determinada y limitada. En esa misma línea tampoco es posible inculpar moralmente a un pueblo entero. Solamente el individuo puede ser moralmente enjuiciado. En cambio, hay ciertas colectividades que pueden ser consideradas como una totalidad, y en ese caso, dice Jaspers (1998), la mera pertenencia a la colectividad es castigable. Es el caso de los amotinamientos de bandas de ladrones y las conspiraciones, pues son organizaciones criminales. Este contraste no es predicable a la inculpación moral o metafísica de los individuos. Para Jaspers ( 1998 ), el castigo por crímenes cometidos le corresponde al individuo o a los individuos que cometieron tal crimen. No se debe inculpar por un crimen a un pueblo entero pues únicamente es criminal el individuo. Jaspers aclara que hay una confusión entre conceptos tipológicos y conceptos genéricos, lo que lleva a achacar culpa a individuos solo por su pertenencia a un colectivo denominado mediante un concepto tipológico. Por ejemplo, hablar de ‘los alemanes’, ‘los colombianos’, ‘los rusos’, ‘los judíos’, ‘las mujeres’ es usar conceptos tipológicos y permite adscribir características a estos conceptos: ‘los colombianos son violentos’, ‘los judíos son usureros’, pero tales tipos no implican conceptos genéricos bajo los que se puedan subsumir personas singulares. Jaspers ( 1998 ), da un ejemplo del uso tipológico: los alemanes usan tipos para describir a los judíos; la maquinaria propagandística nazi propaga dichas descripciones incentivando el odio, y el individuo judío deja de existir. Es decir, de una frase como ‘los judíos son responsables de los problemas económicos de Alemania’ es difícil, incluso si fuese remotamente cierto que son responsables, inferir que Hannah, la judía que vive enfrente de mi casa, sea responsable de los problemas económicos de Alemania.
La diferencia con un concepto general, aunque parece difusa, es trazable: de una frase como ‘los judíos son aquellos nacidos en Israel’ se infiere que Hannah nació en Israel. Lo predicado de un concepto tipológico es bastante vago: la lengua, la ciudadanía, la cultura, el destino común. Por el contrario, una clase general, como el Estado, tiene fronteras más claras. Así, mientras que un Estado sí es responsable de una guerra, y puede desaparecer como consecuencia de esta, un pueblo no es responsable de nada, y no puede desaparecer como consecuencia de las acciones de los individuos que lo conforman. No obstante, el autor plantea que “en todo el mundo para cada juicio o sentimiento de los hombres estos se encuentran dirigidos por representaciones colectivas” (Jaspers, 1998, pág. 91) o categorías colectivas y por esta razón “la responsabilidad política es considerada al mismo tiempo como un castigo por la culpa moral” (Jaspers, 1998, pág. 91). Pensar al ser humano como categoría colectiva ha permitido que la guerra tome a la población como un todo dejándola, dice el autor, a merced del saqueo, la violación, etc., además le depara al vencido la aniquilación moral.
Para Jaspers hay una estrecha relación entre culpa política y culpa colectiva. Para explicar esta relación el autor se basa en lo ocurrido con el pueblo alemán ante el Estado alemán y su actuación en la II Guerra Mundial: aunque quienes cometieron los crímenes fueron individuos, y sobre ellos recaiga la culpa criminal, no hay que dejar de lado el hecho de que el comportamiento de la mayoría de la población alemana fundamentó la destrucción: “un pueblo responde por su vida política” (Jaspers, 1998, pág. 80). Esto quiere decir que “a la vista de los crímenes que han sido cometidos en nombre del Reich, cada alemán se vuelve corresponsable” (Jaspers, 1998, pág. 80). ¿Y en qué sentido el pueblo alemán es corresponsable? Aunque el autor no está de acuerdo con las categorías colectivas asegura que así es como usualmente se llevan a cabo juicios. Dichas
en cuenta que para reflexionar sobre la responsabilidad colectiva es preciso estudiar la responsabilidad personal, cuyo único objetivo es mostrar las relaciones, los matices y, en consecuencia, los distintos problemas que de cada concepto se desprenden. “Existe una responsabilidad por las cosas que uno no ha hecho; a uno le pueden pedir cuentas por ello. Pero no existe algo así como el sentirse culpable por cosas que han ocurrido sin que uno participase activamente en ellas” (Arendt, 2007, pág. 151). Así comienza el capítulo de responsabilidad colectiva en el libro Responsabilidad y juicio (2007) , y de esa manera la autora establece la distinción: culpable es quien acomete la acción que infringe leyes y, por tanto, es el individuo en su actuar el único que debe sentirse culpable. No existe, por tanto, la culpabilidad colectiva, ni sentirse culpable por actos no cometidos. La razón principal de Arendt para establecer la distinción consiste en eliminar la falacia de la dispersión de la culpa. Cuando pronuncio, en lo que parece un acto noble y tentador, ‘todos somos culpables’, lo que realmente sucede es que estoy exculpando a los verdaderos culpables. Allí se comprueba la falacia: donde todos son culpables nadie lo es, dice Arendt. “La culpa, a diferencia de la responsabilidad, siempre selecciona; es estrictamente personal” (Arendt, 2007, pág. 150). Asumir culpas por actos no cometidos es para Arendt caer en un falso sentimentalismo, en el que los culpables por los actos cometidos quedan difuminados. Por tanto, una cosa es ser culpable y otra, muy distinta, ser responsable. No existe en absoluto la culpabilidad ni la inocencia colectiva, dice Arendt (2007). Sólo tiene sentido hablar de culpabilidad en relación con individuos. Para Arendt la culpa tiene una condición necesaria: la realización de un acto, mientras que en la responsabilidad no siempre es así: La culpabilidad singulariza, expone a un sujeto determinado ante determinadas acciones que ha producido, es estrictamente personal. Para que podamos hablar de culpabilidad es necesario el elemento de la realización (o la omisión) de un acto, y el elemento de la mente
culpable […] La culpa - al igual que la inocencia- es siempre individual. (Sánchez Muñoz, 2011, pág. 161). El concepto de culpa que parece mostrar Arendt se relaciona con el problema de la agencia. Solo una persona agente puede ser susceptible de calificarse como culpable (Buss & Westlund, 2002). Estos autores afirman que el agente es una persona que actúa. Solo actúa quien puede hacerlo siguiendo sus juicios y decisiones sobre cómo actuar, y asumiendo su compromiso de actuar. La culpa para Arendt, como ya he mencionado, es un atributo que sólo se le puede adjudicar a un individuo. Esto guarda cierta relación con el concepto jurídico de imputabilidad, tan extendido que parece de sentido común: de acuerdo con Ropero (2019), quien recoge más o menos el consenso jurídico actual al respecto, señala que la imputabilidad es la capacidad de una persona para entender que sus actos tienen consecuencias para los demás, y además tiene la capacidad de adecuar su conducta a estas consecuencias. Decir que alguien es imputable significa que le podemos atribuir las repercusiones de sus acciones, y para ello tales acciones deben ser realizadas luego de una reflexión, con intención y con libertad. De acuerdo con esta autora la imputabilidad es un concepto jurídico de base psicológica del que dependen los conceptos de responsabilidad y culpabilidad (Ropero, 2019). En resumen, alguien es imputable siempre que tenga la capacidad de actuar reflexiva, intencionada y libremente. Si una persona no tiene alguna de estas capacidades, consecuentemente no será culpable ni inocente por sus actos, pero tampoco responsable o irresponsable. Si la culpa para Arendt le compete al individuo, esto es, a la persona, al agente que comete una acción, entonces ¿en qué consiste la responsabilidad? La respuesta a esta pregunta la abordaré en los siguientes capítulos.
siguiendo órdenes, órdenes que cumplió a cabalidad. El problema con esta teoría es que le quita libertad al individuo que comete los actos. Se excusa en el ‘cumplimiento de órdenes’ y, por tanto, elimina la responsabilidad y la culpa de sus acciones. La responsabilidad personal se da entonces cuando se elimina el engranaje y se queda únicamente el individuo (Arendt, 2007). El error de considerarse libre de culpa por obedecer órdenes y ser pieza de un engranaje es desconocer que ante un tribunal no se juzga ningún sistema, sino individuos: En un tribunal no se juzga ningún sistema, ni la Historia ni corriente histórica alguna, ningún ismo, sino una persona, y si resulta que el acusado es un funcionario, se encuentra en el banquillo precisamente porque incluso un funcionario es un ser humano y como tal se halla sometido a juicio. (Arendt, 2007, pág. 60). Además, según Arendt, el hecho de que un funcionario se considere culpable por los actos cometidos en representación de un sistema convierte al individuo en un chivo expiatorio, y como consecuencia, se desvían las responsabilidades de cada actor en la guerra. En resumen, la primera razón para entender la posición de Arendt sobre la auténtica responsabilidad personal es excluir el argumento de la pieza de engranaje. Este no es otra cosa que la justificación por los actos cometidos, desdibujando así las responsabilidades que tiene un individuo por las acciones cometidas en una situación particular, en este caso, Eichmann y su participación en la guerra. El segundo argumento para evadir la responsabilidad personal, según Arendt, es la justificación moral del “mal menor”. Esta consiste en que cuando un individuo se enfrenta a dos males, se dice que es deber de uno optar por el menor de ellos, en tanto que es irresponsable negarse a elegir sin más: Si uno se ve enfrentado a dos males, se argumenta, es deber de uno optar por el menor de ellos, en tanto que es irresponsable negarse a elegir sin más. Quienes denuncian la falacia
moral de este argumento son, por lo general, acusados de un moralismo aséptico, ajeno a las circunstancias políticas, de no querer ensuciarse las manos. (Arendt, 2007, pág. 64). Quienes eligen este argumento son, según Arendt ( 2007 ), individuos que consideran necesario ensuciarse las manos. Su error consiste en olvidar que, aunque menor, sigue siendo un mal. Por tanto, y según lo propone Arendt, hay que rechazar los compromisos por los males menores: Y si te piden sacrificar a un hombre por la seguridad de toda la comunidad, no lo entregues; si te piden que dejes violar a una mujer en aras de todas las mujeres, no dejes que la violen, […] debes velar por no actuar jamás en connivencia con el mal con la esperanza de que, obrando así, puedes ser de utilidad para alguien. (Arendt, 2007, pág. 64). Como se aprecia, la elección entre dos males es, aunque Arendt no la llama así, una falacia de falso dilema. Este error de argumentación consiste en presuponer que solo existen dos únicas opciones posibles (Copi & Cohen, 2014, pág. 341). Por ejemplo, ¿elegirá usted a este partido o le dará alas al castrochavismo? El error radica en creer que no existe una tercera, cuarta o quinta posibilidad: Con los cuernos del dilema se pueden hacer muchas cosas: a) Agarrarlos con firmeza, atacando o contestando los resultados planteados. […] b) Sustraerse a las cornadas, demostrando que se trata de un falso dilema, porque no contempla todas las posibilidades o rechazando la elección obligada entre las dos únicas opciones («Quien no está conmigo está contra mi»), ampliando el espectro: entre el blanco y el negro hay toda una gama de grises (Vega & Olmos, 2011, pág. 205). En el caso de Arendt y su contrargumento del mal menor, quienes cometieron crímenes, siempre tuvieron la posibilidad de actuar de otra forma. En suma, ante el argumento “los maté con la cámara de gas porque tenía como opción quemarlos o matarlos con gas; quemarlos era muy doloroso y los maté con gas” se podría pensar la opción de simplemente no matar. “Precisamente, una de las técnicas de un sistema totalitario es esgrimir este argumento para extender el terror, la criminalidad
necesidad. De hecho, es todo lo contrario: el sistema totalitario nazi hubiese podido ganar la guerra si no hubiera cometido sus crímenes. Arendt (2007), también expone un contrargumento para las órdenes superiores: la existencia de órdenes superiores no es excusa para la comisión de delitos. Esto significa que cualquier individuo que haga parte de un sistema, al recibir órdenes, debe reconocer la naturaleza criminal de estas órdenes y en ese caso, desobedecerlas: “por lo que respecta a la persona que ha de decidir si obedece o desobedece, la orden debe estar claramente marcada como una excepción” (Arendt, 2007, pág. 67). En este punto es importante mencionar a Eichmann, quien en el juicio se consideraba a sí mismo como un buen soldado, respetuoso de la ley y fiel cumplidor de las órdenes que le eran asignadas. ¿No supo acaso Eichmann distinguir las órdenes criminales? Para Arendt es claro que sobre toda conciencia humana es posible distinguir una ilegitimidad. Por tanto, Eichmann actuó, según Arendt, en condiciones en las que todo acto moral era ilegal y todo acto legal era un delito. Ahora bien, si desde Arendt expuse que para descubrir en qué consiste la responsabilidad personal era necesario eliminar los argumentos de pieza de engranaje, el mal menor, las acciones de estado o las órdenes superiores, vale la pena preguntar, ¿qué es entonces exactamente la responsabilidad personal? Como dije antes, Arendt trata la responsabilidad en varios textos, pero nunca, de manera sistemática. Una aproximación a la responsabilidad personal en Hannah Arendt se puede lograr abordando las preguntas que plantea en el libro Responsabilidad y Juicio : ¿en qué sentido fueron diferentes aquellos raros individuos que no colaboraron en ningún aspecto de la vida ordinaria y se negaron a participar en la vida pública, aunque no fueron capaces de rebelarse de manera activa? Si aceptamos que quienes sirvieron en cualquier nivel y con cualquier grado de responsabilidad no eran simplemente unos monstruos, ¿qué les hizo comportarse como lo hicieron? ¿Con qué argumentos morales, ya no legales,
justificaron su conducta tras la derrota del régimen y la quiebra del “nuevo orden” con su nueva serie de valores? (Arendt, 2007, pág. 70). Los individuos que no participaron en la vida pública fueron señalados como irresponsables. Sin embargo, fueron los únicos que se atrevieron a juzgar por sí mismos y lo hicieron no porque dispusieran de un mejor sistema de valores, sino porque la conciencia no les funcionó de manera automática. Su criterio, según Arendt (2007), fue haberse preguntado hasta qué punto podrían seguir viviendo en paz consigo mismos. En consecuencia, escogieron morir cuando fueron obligados a participar. En suma, “se negaron a participar, no tanto por una fidelidad al mandamiento “no matarás”, sino porque no estaban dispuestos a convivir con un asesino: ellos mismos” (Arendt, 2007, pág. 71). Arendt, al responder la primera pregunta, deja ver por dónde estaría encaminada la responsabilidad personal. Tal parece que, en vez de ser un asunto jurídico, es un asunto moral. Es, según logro vislumbrar en este primer momento, que para que se adscriba responsabilidad a un agente este debe tener conciencia de acción. Conciencia que posibilita la negación de la participación en actos criminales. La responsabilidad personal tal parece que no se trata de poseer una gran sutileza moral ni de una inteligencia altamente desarrollada, sino de la conciencia de acción que trae como consecuencia la reflexión. Se trata de entablar, como dice Arendt, una conversación con uno mismo. Y ese proceso de retro inspección posibilita el pensamiento crítico; un arma eficaz para la no participación en los crímenes. Si bien el pensamiento crítico no define exactamente a la responsabilidad personal sí pone de manifiesto la primera característica de un individuo que podría considerarse como responsable de un crimen. Responsable de un crimen es aquel que en su sano pensar o en su capacidad innata de