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El documento 'el discurso del rey' explora la frustración, miedo y impotencia del rey jorge vi de inglaterra al hablar en público debido a su tartamudez. El texto resalta la importancia divina y transcendental de las palabras y el poder de la comunicación, así como la necesidad de reconocer el don regalado y el deber de ser conscientes de su impacto positivo o negativo. El documento también aborda el papel de las heridas y memorias traumáticas en nuestra capacidad de comunicarnos eficazmente.
Qué aprenderás
Tipo: Resúmenes
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El discurso del rey “El Discurso del Rey” muestra la frustración, miedo e impotencia para hablar en público del rey Jorge VI de Inglaterra, debido a su problema de tartamudez, dificultad que evidencia toda la vulnerabilidad interior del hombre más poderoso de Reino Unido. El orgullo y necedad del gobernante sumado a su muy baja autoestima, delatan su incapacidad para lograr vencer uno de los principales obstáculos de índole psicológico a los que se enfrenta el monarca, la inseguridad de su persona; limitación que le impide descubrir el enorme potencial humano que posee sumado a un temple de acero para comandar su nación hacía el más grande desafío, enfrentar al enemigo número uno de la historia Hitler. El discurso del rey ratifica cuan divina, importante y trascendental son nuestras palabras, lo maravilloso del don del habla, del comunicar y comunicarnos a través de nuestros labios. Vivimos habituados a hablar, es algo tan sencillo o común en cada uno de nosotros, pero como personas y humanidad hemos perdido la capacidad y el asombro de la gratitud por el regalo de la expresión verbal. Lo más grave aún, es darnos cuenta que estamos en deuda con el dador de la habilidad, porque hemos malgastado tal preciosura, casi siempre estropeamos con nuestras palabras a lo más prodigioso y admirable de la creación “el hombre” creado a imagen y semejanza de un Ser Supremo. “Herimos más a los que más amamos”. Con las palabras odiamos y amamos, construimos o destruimos, herimos o curamos, ellas tienen vida maldicen o bendicen. Hoy en día lamentablemente es triste percatarnos que no profundizamos ni reflexionamos con conocimiento de causa el sentido
de lo que decimos; no estamos conscientes del poder que tiene la palabra y hasta donde la ésta puede ser eterna en el bien decir bendecir o el mal decir maldecir. Hablamos sin propiedad, ni asertividad intelectivo carecemos de estas profundísimas virtudes, que afirman nuestro verdadero linaje ético. “El discurso del Rey” me sensibilizo a realizar un análisis, acerca del intrínseco mensaje que transmite el protagonista de la cinta. Si logramos ver y escuchar, con nuestros sentidos espirituales la realidad esplendorosa oculta en uno de los más significativos defectos del rey, transformado después en el discurso esperanzador que anima a su gente a creer en ellos, a confiar en la nobleza de su patria, a reafirmarles su magnanimidad como seres humanos. Misma que el excéntrico terapeuta Lionel Logue (Geoffrey Rush) el cual hace hablar al rey en la película, le fortalece de manera gratificante y bondadosa a Jorge VI su enorme potencial humano, valía oculta en su memoria, aniquilado por las palabras hirientes y torturas emocionales, recibidas desde niño por quienes estuvieron a cargo de la formación del monarca. Una de las mentes más brillantes de la psiquiatría, el doctor Ricardo Castañón neuropsicofisiológico, especializado en medicina psicosomática en Europa, confirmó:
- cuando recordamos palabras o situaciones que nos han ofendido o herido, en ese momento reproducimos las escenas como si las viviésemos nuevamente en el ahora, nos lastimamos a nosotros mismos con la representación que hacemos de las situaciones experimentadas. Las heridas a nivel neural están ahí infligiéndonos con el dardo del poder