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RESUMEN FERNANDO ROCCHI, Resúmenes de Análisis Económico

UN RESUMEN COMPLETOO. de fernando rocchi el pendulo de la riqueza

Tipo: Resúmenes

2020/2021

Subido el 26/03/2022

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El péndulo de la riqueza: la economía argentina en el período 1880- 1916
FERNANDO ROCCHI
Crecimiento Económico Y Exportaciones
El motor del crecimiento económico fueron las exportaciones de productos primarios.
Entre las décadas de 1840 y 1880, la “fiebre del lanar” pobló los campos de la región pampeana y sentó las bases de
su crecimiento económico.
A fines del siglo XIX, producción de nuevas mercancías para vender en el exterior, como cereales, lino, carne
congelada ovina y animales en pie.
A principios del siglo XX, la carne refrigerada vacuna se transformó en una nueva estrella, mientras los cereales
ampliaban su presencia. El valor de las exportaciones que, entre 1880 y 1916, se incrementó nueve veces, al mismo
ritmo que el producto bruto interno.
El auge exportador argentino fue parte de un proceso de internacionalización del intercambio comercial que se
aceleró a fines del siglo XIX con el desarrollo del capitalismo internacional. Las economías más avanzadas estaban
viviendo un proceso de industrialización. Generaba tanto un exceso en la producción de bienes manufacturados (a
los que había que exportar) como un aumento en la demanda de alimentos para su población y de las materias
primas necesarias para sus fábricas (a los que había que importar).
Se comerciaban los bienes y servicios de un lugar a otro, también los factores de producción móviles —como el
trabajo y el capital—. Se dio desde aquellos lugares en que estos factores eran abundantes hacia donde resultaban
escasos. Una Europa con exceso de población se convirtió, en la principal fuente de salida de mano de obra hacia las
zonas que la requerían y que ofrecían salarios más atractivos. La industrialización en las economías más dinámicas,
produjo excedentes de capital. La migración de trabajo y de capital requería un cierto marco de orden político y
jurídico en los lugares de recepción, que protegiera vidas, propiedades y emprendimientos. En el caso de los países
independientes de América Latina, la formación de los Estados centrales —que puso fin a las guerras civiles que
siguieron a la independencia— brindó este contexto.
La Argentina contaba con un factor de producción abundante sobre el que se basó el crecimiento exportador: la
tierra. El tipo de tierras y el clima de las pampas permitieron la producción de bienes que contaban con una
demanda creciente en el mercado mundial, así como convirtieron a la región pampeana en el eje de una expansión
que parecía no conocer límites.
La ocupación del espacio pampeano se produjo con la Campaña del Desierto, liderada por el general Julio A. Roca en
1879. En la década de 1880, con las campañas en el Chaco y en la Patagonia, esta frontera terminó por desaparecer.
A partir de la conquista se dio otro proceso más lento, el del avance de la frontera productiva, que se desplegó
durante varias décadas y alcanzó recién en la de 1920 el límite de su expansión.
En nuestro país, fue esta conquista la que atrajo a los pobladores ofreciéndoles una vasta extensión de tierras
vírgenes. Su apropiación, precedió al poblamiento y aun a la propia conquista (como ocurrió con la venta de grandes
extensiones para poder financiar las expediciones militares). A partir de su apropiación y poblamiento, las tierras se
destinaron a la producción y, paralelamente, una parte de ellas comenzó a comprarse y venderse en un mercado
cada vez más dinámico.
Otro factor escaso que migró hacia la Argentina: el capital, al que se le ofrecieron oportunidades para lograr
ganancias extraordinarias. Las inversiones extranjeras se desplegaron siguiendo dos elementos cuya importancia
relativa fue cambiando con el tiempo: la seguridad (que fue crucial al principio del proceso) y la rentabilidad (que fue
cobrando, a medida que aumentaba la confianza en el país, cada vez más atractivo como factor independiente).
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El péndulo de la riqueza: la economía argentina en el período 1880- 1916 FERNANDO ROCCHI Crecimiento Económico Y Exportaciones El motor del crecimiento económico fueron las exportaciones de productos primarios. Entre las décadas de 1840 y 1880, la “fiebre del lanar” pobló los campos de la región pampeana y sentó las bases de su crecimiento económico. A fines del siglo XIX, producción de nuevas mercancías para vender en el exterior, como cereales, lino, carne congelada ovina y animales en pie. A principios del siglo XX, la carne refrigerada vacuna se transformó en una nueva estrella, mientras los cereales ampliaban su presencia. El valor de las exportaciones que, entre 1880 y 1916, se incrementó nueve veces, al mismo ritmo que el producto bruto interno. El auge exportador argentino fue parte de un proceso de internacionalización del intercambio comercial que se aceleró a fines del siglo XIX con el desarrollo del capitalismo internacional. Las economías más avanzadas estaban viviendo un proceso de industrialización. Generaba tanto un exceso en la producción de bienes manufacturados (a los que había que exportar) como un aumento en la demanda de alimentos para su población y de las materias primas necesarias para sus fábricas (a los que había que importar). Se comerciaban los bienes y servicios de un lugar a otro, también los factores de producción móviles —como el trabajo y el capital—. Se dio desde aquellos lugares en que estos factores eran abundantes hacia donde resultaban escasos. Una Europa con exceso de población se convirtió, en la principal fuente de salida de mano de obra hacia las zonas que la requerían y que ofrecían salarios más atractivos. La industrialización en las economías más dinámicas, produjo excedentes de capital. La migración de trabajo y de capital requería un cierto marco de orden político y jurídico en los lugares de recepción, que protegiera vidas, propiedades y emprendimientos. En el caso de los países independientes de América Latina, la formación de los Estados centrales —que puso fin a las guerras civiles que siguieron a la independencia— brindó este contexto. La Argentina contaba con un factor de producción abundante sobre el que se basó el crecimiento exportador: la tierra. El tipo de tierras y el clima de las pampas permitieron la producción de bienes que contaban con una demanda creciente en el mercado mundial, así como convirtieron a la región pampeana en el eje de una expansión que parecía no conocer límites. La ocupación del espacio pampeano se produjo con la Campaña del Desierto, liderada por el general Julio A. Roca en

  1. En la década de 1880, con las campañas en el Chaco y en la Patagonia, esta frontera terminó por desaparecer. A partir de la conquista se dio otro proceso más lento, el del avance de la frontera productiva, que se desplegó durante varias décadas y alcanzó recién en la de 1920 el límite de su expansión. En nuestro país, fue esta conquista la que atrajo a los pobladores ofreciéndoles una vasta extensión de tierras vírgenes. Su apropiación, precedió al poblamiento y aun a la propia conquista (como ocurrió con la venta de grandes extensiones para poder financiar las expediciones militares). A partir de su apropiación y poblamiento, las tierras se destinaron a la producción y, paralelamente, una parte de ellas comenzó a comprarse y venderse en un mercado cada vez más dinámico. Otro factor escaso que migró hacia la Argentina: el capital , al que se le ofrecieron oportunidades para lograr ganancias extraordinarias. Las inversiones extranjeras se desplegaron siguiendo dos elementos cuya importancia relativa fue cambiando con el tiempo: la seguridad (que fue crucial al principio del proceso) y la rentabilidad (que fue cobrando, a medida que aumentaba la confianza en el país, cada vez más atractivo como factor independiente).

Momentos de efímera paz, durante la presidencia de Bernardino Rivadavia, el gobierno había contraído un préstamo con inversionistas ingleses. El crédito tenía como fin la inversión productiva pero el clima político inestable, sumado a los requerimientos de la guerra con el Brasil, había derivado el dinero hacia otros destinos. La disolución del gobierno nacional, por otro lado, llevó a que la deuda se declarara impagable por lo que los capitales extranjeros se mantuvieron lejos de la posibilidad de realizar un nuevo préstamo y concentraron sus energías en recobrar el dinero prestado. Cuando a mediados del siglo se impuso la idea de alentar la llegada de nuevos capitales, se hiciera un arreglo con los acreedores extranjeros y se estableciera la forma en que finalmente se les pagaría. La llegada de nuevos capitales que requería un marco jurídico y legal más amplio. La Constitución de 1853 fue la base para lograrlo, al establecer el carácter sagrado de la propiedad privada y prohibir expresamente la confiscación. Fue el naciente Estado el que, con el objetivo de atraer inversiones, los disminuyó ofreciendo garantías de rentabilidad a los inversores. La gran mayoría de los capitales provenía de Gran Bretaña. Así como compraron los primeros bonos del Estado, los ingleses también iban a invertir su capital en las vías de transporte que la producción necesitaba para poder comercializarse y exportarse: los ferrocarriles. La rentabilidad de las primeras inversiones ferroviarias extranjeras estuvo garantizada —como los bonos— por el Estado que, durante la mayor parte del siglo XIX, les aseguró una ganancia (que generalmente rondaba el 7%) sobre el capital invertido. La primera vía de tren la construyó el estado de Buenos Aires en 1857, cuando estaba separado del resto del país. Era ésta una pequeña línea que iba de plaza Lavalle a la de Miserere y que terminó convirtiéndose en el Gran Oeste Argentino. En 1890 fue vendida, en la presidencia de Miguel Juárez Celman.. Esta red, que continuó extendiéndose en las tres décadas siguientes, posibilitó la puesta en producción de nuevas tierras, así como la explotación de nuevos productos exportables. Los británicos invirtieron en tierras, comercio y hasta industria. Pero fueron los bonos del Estado y los ferrocarriles los que acapararon su atención. También invirtieron, aunque en un grado mucho menor que Gran Bretaña, otros países europeos como Francia (además de los ferrocarriles mencionados, lo hizo en el puerto de Rosario), Alemania (que ejercía una posición dominante en la provisión de electricidad), Bélgica e Italia. A principios de siglo comenzaron a llegar capitales norteamericanos. Invirtieron en bonos y en los frigoríficos. Principal comprador de carne argentina era Gran Bretaña, era un producto barato. El perfeccionamiento de las técnicas llevó al enfriado, por el cual la carne se mantenía a un frío menor, pero lo suficiente como para cruzar el Atlántico y mantenerse más cerca del sabor y las virtudes originales. Las técnicas más modernas fueron empleadas en los frigoríficos argentinos cuando los norteamericanos desembarcaron con sus capitales, compraron algunas de las empresas en manos de los ingleses. Siglo XX, la Argentina ya había delineado un perfil productivo y exportador que continuaría por muchos años: cereales y carne con destino a los mercados europeos. La Economía Pampeana La regla era que los agricultores fueran propietarios de una parcela de tierra que alcanzaba unas 50 hectáreas. Los colonos trabajaban junto con sus familias , pero se veían en la necesidad de emplear mano de obra adicional para las tareas que, como la cosecha, eran trabajo-intensivas. El costo de la contratación de peones era significativo para estos colonos que no tenían mucho más capital que su tierra. Los cereales se produjeron en la “estancia mixta” (así llamada porque combinaba la agricultura con la ganadería), un tipo de unidad productiva nueva, con una serie de instalaciones y un manejo empresarial que la volvían diferente de la vieja estancia.

Los beneficiarios eran tanto el sector ganadero cuanto el comercial, afinque buena parte de su gestión estuvo interferida (o facilitada, según quien estuviera involucrado) por las conexiones con el mundo político, especialmente con el Partido Autonomista Nacional, que controlaba los destinos de la provincia y los del banco que la sostenía financieramente. El crecimiento económico de la década parecía justificar esta estrategia liberal. Además de los préstamos directos, en esta década otro banco de la provincia de Buenos Aires — el Hipotecario— ocupó un papel destacado en el circuito de financiamiento agrario al oficiar de intermediario en la cadena de crédito que tenía como inversores finales a los ahorristas británicos. A cambio del dinero, el deudor se comprometía a pagar la amortización de capital más los intereses. La deuda estaba contraída en pesos moneda nacional, un detalle que los inversores no tuvieron en cuenta y que iban a lamentar; en efecto, las sucesivas devaluaciones de la moneda hacían que su pago en pesos papel representara cada vez menos libras esterlinas. Los inversores británicos terminaron perdiendo dinero. A partir de allí, esta emisión se haría en pesos oro que, al ser equivalentes a la divisa extranjera, no dependían de las fluctuaciones en el valor de la moneda nacional. En argentina se utilizaban dos tipos de moneda de manera paralela (el peso y la moneda oro). En 1887, el presidente Miguel Juárez Celman lanzó la ley de los bancos garantizados. Cualquier banco tendría la facultad de emitir moneda siempre que comprara bonos del gobierno nacional que servirían como respaldo a esa emisión. La ley de bancos garantidos llevó a la emisión descontrolada de dinero en todo el país; unida a la concesión liberal de créditos que se estaba produciendo, sentaron el terreno para que se desarrollara la crisis de 1890 , que impactó desfavorablemente sobre la actividad bancaria. Muchos bancos privados y estatales, incluido el de la Provincia de Buenos Aires, fueron a la quiebra. 1891 se crea el BANCO NACIONAL. (Conservador por no querer dar créditos) Crecimiento económico que se produjo a principios del siglo XX dio lugar a que los bancos sean más generosos. En 1913, cuando una nueva crisis anotó al país, los bancos sintieron el golpe. Sus grandes reservas, que resultaban de los encajes, hicieron posible mantenerse en pie y recuperar posteriormente su nivel de actividad, ofreciendo un panorama muy distinto del tendal de heridos que siguió a la crisis de 1890. En 1899, durante el segundo gobierno de Julio A. Roca, se adoptó una ley de convertibilidad monetaria que iba a tener una vida más larga que la de los intentos anteriores. Esta ley fijaba la conversión entre pesos papel y pesos oro bajo el sistema de patrón-oro, en el que la moneda emitida localmente contaba con el respaldo de reservas en este metal. A la vez, establecía una institución —la Caja de Conversión— que se encargaría de mantener la convertibilidad. Mercado Interno Y Mercado Nacional El crecimiento económico se dio de manera desigual en todo el terreno de la argentina. La región pampeana, de donde salía el grueso de la producción exportable, fue la que experimentó las mayores transformaciones y cosechó los mayores beneficios. El resto del país tuvo una evolución económica no sólo menos impresionante que la pampeana sino también más heterogénea, de acuerdo con la profundidad y la modalidad en que se integraba al mercado mundial. El crecimiento del mercado interno fue paralelo al de la economía exportadora. Es que, a diferencia de las economías de enclave donde predominaba el proceso extractivo, el desarrollo agrario pampeano generó efectos multiplicadores sobre el resto de las actividades. El mercado argentino se abastecía parcialmente de importaciones, que crecieron a la par del conjunto de la economía. Una buena parte de la demanda interna, sin embargo, fue provista por la oferta local.

La urbanización fue un fenómeno paralelo al del crecimiento exportador. Las ciudades que crecían como hongos demandaban cada vez más bienes y servicios. La actividad de la construcción se desarrolló a ese mismo ritmo y llegó, a principios del siglo XX. La formación de un mercado nacional fue una trabajosa construcción tanto para el Estado cuanto para el sector privado. Sobre el primero, sin embargo, recaía la tarea de proveer el contexto legal necesario para que el segundo pudiera desplegar sus estrategias. La Constitución argentina había prohibido de manera expresa la existencia de aduanas internas. Hacia la década de 1910, la mayor parte del país terminó por formar parte de un mercado unificado de productos. Sólo quedaron fuera de tal mercado algunas áreas por entonces marginales (como ocurría con ciertos espacios de la Patagonia) que terminarían integrándose en las décadas siguientes. Mientras se formaba como nacional, el mercado interno experimentó cambios paralelos relacionados con la propia esfera del consumo. Los Vaivenes De La Economía El capitalismo de entonces se caracterizaba (como el actual) por ciclos de auge y depresión que se propagaban en espacios cada vez más amplios en la medida en que se iban integrando nuevos países y regiones al sistema económico mundial. La primera crisis internacional sufrida por la economía argentina ocurrió en 1866 y afectó a las exportaciones de lana. En 1873, el país se vio nuevamente envuelto en una crisis mundial que inició una etapa depresiva e impactó sobre toda la economía; la forma que tomó la llevó a convertirse en un modelo tan novedoso como casi permanente de “crisis de balanza de pagos”, que caracterizaría la economía nacional por el resto de su existencia. A fines de la década de 1870, la crisis había pasado a ser un recuerdo, mientras el crecimiento económico de los ochenta llevó a la repetición (en escala aumentada) de algunos elementos que la habían precedido. Una nueva crisis llevó a interrumpir el optimismo en 1884; si bien su alcance fue mucho menor que la de 1873, fue lo suficientemente grave como para hacer que se abandonara, como ya dijimos, el recientemente aprobado plan de patrón monetario bimetálico. Pero el país salió de ella sin esfuerzos profundos, y en la segunda mitad de la década volvió el crecimiento económico. De nuevo se incrementaron el consumo y las importaciones, lo cual llevó a un balance comercial desfavorable que se compensaba con una cuenta capital de nuevo positiva por la llegada de préstamos extranjeros. 1890 se comenzaron a ver los síntomas de la recuperación. Una nueva crisis, sin embargo, volvió a azotar a la economía argentina antes que el siglo terminara. En 1897, varios factores (que esta vez poco tuvieron que ver con el balance de pagos) se unieron para desencadenarla. El ciclo dorado se vio interrumpido en 1913. Una crisis internacional, ocurrida a raíz de la inseguridad que la guerra de los Balcanes despertaba entre los inversores, llevó nuevamente a la Argentina a vivir los problemas del ciclo capitalista mundial. La caída en las inversiones condujo a un efecto de rebote en la economía interna que afectó con especial dureza a la construcción, uno de los sectores que por entonces se mostraba como más dinámico, así como al naturalmente sensible sector financiero. El Estado Frente A La Economía si bien no existió un Estado intervencionista a la manera en que la Argentina lo conoció más avanzado el siglo XX, la presencia estatal en la economía fue tan significativa cuanto compleja. El Estado promovió las primeras inversiones garantizando sus bonos y las ganancias de las empresas ferroviarias privadas. Incluso se involucró directamente a partir de la construcción de la primera red de trenes, así como se aventuró con sus ferrocarriles de fomento donde el capital privado no lo hacía. La intervención estatal se continuaba en el mercado bancario. El papel clave que tuvo el Banco de la Provincia de Buenos Aires en los orígenes del sistema continuó con el funcionamiento del Banco de la