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“educación sentimental” en el contexto de sus reflexiones sobre la comprensión pragmatista de la cultura de los derechos humanos
Tipo: Monografías, Ensayos
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Richard Rorty “educación sentimental” en el contexto de sus reflexiones sobre la comprensión pragmatista de la cultura de los derechos humanos. Richard Rorty (4 de octubre de 1931 - 8 de junio de 2007) filósofo inscripto profundamente en la tradición de la filosofía norteamericana, considera con Dewey, uno de sus maestros, que el pragmatismo es la filosofía de la democracia. Para Dewey, el pragmatismo y los Estados Unidos eran las expresiones de un estado de ánimo esperanzado, progresista y experimental. “Los Estados Unidos siempre han sido un país orientado hacia el futuro, un país que se solaza con la idea de que se ha inventado para sí mismo un pasado relativamente reciente”^1. Por esta razón, se dice que el pragmatismo es una filosofía típicamente norteamericana, (se la nombra como el orgullo norteamericano), en el que la política abandona su pretensión de conocimiento y se convierte básicamente en esperanza. Rorty es de los más importantes filósofos contemporáneos en afirmar que las formas democráticas de vida social y política no supone un compromiso con los conceptos metafísicos tradicionales, y con esto nos estamos refiriendo que prescinde de la noción de verdad. Sostiene que aquello que da sentido a las políticas que promueven las libertades cívicas y la lucha contra la discriminación no es cierta clase de contacto con una representación objetiva de lo que está más allá de nuestra convivencia social, sino precisamente nuestra capacidad históricamente desarrollada de configurar arreglos sociales contrarios a la concentración del poder. Su filosofía intenta expresar plenamente la propuesta pragmatista de una filosofía secularizada, sin influencia del conocimiento del orden eterno para centrarse en dilucidar los problemas prácticos que plantea nuestra existencia temporal. Rorty ha autodefinido su filosofía enmarcada dentro de lo que actualmente se conoce como pensamiento débil^2 Para Rorty estamos en un mundo sin esencias.^3 Todo conocimiento es válido si resulta adecuado para nuestros propósitos sociales. El platonismo pretendía enseñarnos con la famosa Alegoría de la Caverna que hay realidades inmutables, que el cambio es apariencia, es convención. Pero para el pragmatista, la distinción, realidad- apariencia, se desvanece, porque toda aprehensión es una descripción en función de las necesidades sociales, y naturaleza o realidad son expresiones de algo no cognoscible. En definitiva, concluye Rorty … es preciso convencerse de que la búsqueda en la que se empeñó Platón, el intento de ir de la apariencia a la naturaleza intrínseca de la realidad es vana.^4 Para Richard Rorty la reflexión filosófica debería centrarse en la solidaridad humana, y no en un género de objetividad más allá de la intersubjetividad. De esta manera, la práctica filosófica (^1) Rorty, Richard, ¿Esperanza o Conocimiento? Una introducción al pragmatismo , FCE, Buenos Aires, 1997, p. 9. (^2) "Mis ensayos deben entenderse como muestras de lo que un grupo de filósofos italianos actuales han denominado 'pensamiento débil' - reflexión filosófica que no intenta una crítica radical de la cultura contemporánea ni intenta refundarla o remotivarla, sino que simplemente recopila recordatorios y sugiere algunas posibilidades interesantes." Rorty, R, Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporáneos , Paidós, Barcelona, 1993, p. 22. (^3) Cf. Rorty, Richard, ¿Esperanza o Conocimiento? Una introducción al pragmatismo , cap. 2, "Un mundo sin substancias o esencias". (^4) Ibid. p. 46.
se convertiría en una conversación civilizada respecto de los temas de nuestra existencia: la pobreza, las enfermedades, el dolor, las humillaciones y las esperanzas de un futuro mejor. La filosofía, que ya no es aquel espejo de la verdad, debe ocuparse de la vida común. El filósofo en su práctica debe rendir cuentas de su quehacer a la comunidad, demostrando su utilidad pública. Así, las preguntas del pragmatismo de Rorty, no se dirigen a evaluar la posibilidad de una verdad en un mundo de esencias o una ética de obligaciones autónomas y universales sino, en disponer a los hombres a rechazar el placer de la humillación del más débil, en lograr que nuestras sociedades se tornen cada día más democráticas, cada día más liberales y en imaginar un mundo mejor, sin tantas desigualdades, ni miserias. Rorty asimismo considera como un avance intelectual de nuestro siglo, es la intención de eludir la pregunta por la naturaleza humana , y reemplazarla por la pregunta de qué podemos hacer por nosotros mismos. En definitiva, abandona la pregunta kantiana por el ser del hombre y la reemplaza por aquella que nos interroga respecto de nuestro futuro, y al mundo que vamos a ser capaces de dejarles a las nuevas. El progreso moral se concibe como aumento de la solidaridad, como capacidad de considerar a personas muy diferentes de nosotros. El proyecto rortyano, de democracia como sistema político no necesita fundamentación racional o verdad, sino, el compromiso con valores que sirvan para mejorar la vida, disminuir la crueldad y las desigualdades que no deben ser toleradas, reducir el abismo entre nuestros ideales y nuestras realidades. Los valores y creencias por el cual adherimos a la democracia como forma de gobierno son porque producen consecuencias positivas y adecuadas para nosotros, sin pretender un fundamento universal originario. De esta forma la democracia no se funda en una idea de superioridad frente a otras formas de organización política. La democracia merece defenderse y expandirse porque creemos que es el sistema que permite un mejor desarrollo de nuestros diálogos, de nuestras ambiciones privadas y de abrigar esperanzas de un futuro mejor. Una de las formas para superar la crueldad, y aumentar el valor de nuestras democracias es sin duda, la práctica de la solidaridad. La solidaridad humana es de alguna manera nuestro reconocimiento de una humanidad que nos es común. También la solidaridad se constituye como acción política, a través del dominio público de la acción liberal contra la crueldad. La solidaridad es preocupación por los otros, identificación con los detalles de sus vidas, intención de comprensión de los léxicos diferentes, capacidad de ver a los extraños como compañeros en el dolor. Como proyecto político, la solidaridad se constituye, en primer lugar, como duda respecto de las creencias últimas que constituyen nuestra forma de pensar y hablar. En segundo lugar, como duda acerca de la sensibilidad que se tiene respecto de la humillación y el dolor ajeno. En tercer lugar, esta es una de las claves del pensamiento rortyano, la duda acerca de si nuestras instituciones son aptas para hacer frente a ese dolor y a esa humillación. Las prácticas solidarias dirigidas a combatir la crueldad social de las instituciones y del propio sistema liberal, son uno de los ejercicios políticos más importantes de este proyecto. La crítica de Rorty a los derechos humanos
Teniendo en cuenta estas ideas de Rorty, parece que sus comentarios críticos sobre los derechos humanos nos han llevado a plantear una pregunta diferente. Después de ver que la argumentación no es demasiado útil fuera del mundo post-ilustrado, debemos preguntarnos ahora cómo se puede extender la cultura de los derechos humanos, o incluso cómo lograr el progreso moral, sin recurrir a la argumentación. Rorty afirma que el verdadero progreso moral no está en la relativa riqueza y comodidad de que disfrutan los países noratlánticos, sino que esta es una precondición para que se ponga en marcha el mecanismo capaz de producir verdadero progreso moral, al cual nuestro autor denomina “la ampliación del círculo”. Así, propone una hipótesis sobre el modo en que los seres humanos funcionamos a nivel moral: todos tenemos un círculo de personas por las que nos preocupamos más, hasta el punto de que nuestro bienestar depende del suyo. En el caso de los miembros de este primer círculo, no tiene demasiado sentido hablar de justicia o de obligaciones morales: decir que una madre está obligada a cuidar a su hijo, no es necesario, la preocupación de una madre por su hijo surge de manera espontánea. A medida que nos alejamos de este primer círculo, nuestra lealtad se va desvaneciendo, hasta el punto de que pueden llegar a existir grupos por los cuales no sintamos más que indiferencia, cuando no un claro rechazo. Entonces, si queremos que se produzca progreso moral, nos encontramos con que el círculo tiene que ser ampliado. Para Rorty, este círculo no va a ampliarse racionalmente. En este punto, Rorty hace aparecer otro de los conceptos clave de su mundo moral, la educación sentimental , que podemos caracterizar esquemáticamente como la manipulación de los sentimientos humanos en el sentido de una mayor apertura de nuestras lealtades. La educación sentimental se puede considerar como una educación “informal”, aunque Rorty deja espacio para la llamada educación “formal”. Los tratados filosóficos o las propias leyes no sirven para educar sentimentalmente, sino que, la tarea debe estar a cargo de géneros como el reportaje periodístico, el documental, o por supuesto, la literatura, la cual Rorty entiende como el género de mayor relevancia a la hora de alcanzar el progreso moral, nuestro autor parece referirse exclusivamente a un tipo de literatura con contenido social, y capaz de lograr cambios en el modo en que unas personas tratan a otras.^9 Un ejemplo destacado de este tipo nos lo ofrece la obra La cabaña del tío Tom, de Harriet Beecher-Stowe. Esta novela publicada en 1851 narra las difíciles condiciones de los esclavos de color en el Sur de los Estados Unidos durante la época anterior a la Guerra de Secesión. Se cuenta que cuando la autora fue presentada a Abraham Lincoln, éste le preguntó si ella era “la pequeña mujer que ha iniciado esta gran guerra”. La novela de Beecher había hecho que muchas personas fueran capaces de ver el mundo desde la perspectiva de un esclavo, e identificarse con el abolicionismo. El libro había educado sentimentalmente al permitir que sus lectores y luego la sociedad considerase a los negros como parte de su comunidad. Esto cumple perfectamente la intención de nuestro autor. Rorty nos propone pensar en cómo extender la cultura de los derechos humanos, más que en fundamentar dicha cultura. Las consecuencias positivas de una mayor generalización de los (^9) Filgueiras Nodar, José María. La crítica sentimentalista de Richard Rorty a los derechos humanos. Revista Redescrições - Revista on line do GT de Pragmatismo Año 4, Número 3, 2013. p. 65.
derechos humanos hacen que los esfuerzos por fundamentar los mismos puedan verse prácticamente como una pérdida de tiempo.